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La discapacidad intelectual se pronuncia como una de las realidades de mayor incidencia

dentro de las dificultades generales del desarrollo y el aprendizaje. Las personas


diagnosticadas con DI muestran un ritmo de aprendizaje más lento y poseen ciertas
limitaciones en cuanto al nivel de desarrollo cognitivo (Peredo, 2016).

En lo que concierne a la conducta adaptativa Fiuza y Fernández, (2014) estipulan que


corresponde a tres principales habilidades como son: a) conceptuales que considera a la
lectura, la memoria y las matemáticas; b) sociales que incluyen juicio social, conciencia de
pensamientos y sentimientos además de habilidades interpersonales; y c) prácticas
aprendidas por las personas para funcionar en su vida diaria.

Así mismo los autores mencionan que el funcionamiento humano suele mejorar a través de
un conjunto de estrategias y recursos para estimular el desarrollo, la educación, los
intereses y el bienestar de una persona.

Acerca de la evaluación de las necesidades de apoyo, se ha recibido una atención


significativa en el campo de la discapacidad, motivo por el cual Muñoz y Mondaca, (2017,
como se citó en Schalock y Luckasson, 2005) menciona que se deben cumplir tres criterios
para diagnosticar la DI que se exponen a continuación:

a) Deficiencias de las funciones intelectuales que deben ser probados mediante los
instrumentos de juicio clínico y pruebas estandarizadas de inteligencia;

b) Deficiencias del comportamiento adaptativo como son las limitaciones en la


comunicación, participación social y vida independiente en diferentes contextos como el
hogar, escuela, trabajo y comunidad; y,

c) El inicio de las deficiencias intelectuales y adaptativas durante el período de desarrollo.

Además, recomiendan que los profesionales en psicología deben evaluar los términos que
se especifican en cada criterio para diagnosticar la presencia de discapacidad intelectual
apoyados con la herramienta del DSM-V a través de una escala fundamentada en la
evaluación de la conducta adaptativa.

De acuerdo con la Asociación Americana de Psiquiatría (American Psychiatric Association


- APA, 2014) la herramienta del DSM-V o el Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales, quinta edición contiene descripciones, síntomas y otros criterios para
diagnosticar trastornos mentales proporcionan un lenguaje común entre los distintos
profesionales que se dedican a la psicopatología.

Por otro lado, en lo que respecta a la evaluación de desempeño intelectual, (Peredo, 2016)
recomienda tests estandarizados de coeficiente intelectual (CI) como lo son: la Escala de
Inteligencia de Stanford-Binet y la Escala de Inteligencia Infantil de Wechsler-Revisada
(WISC-R), que consisten en una serie de preguntas y problemas a los que hay que hallar
una solución y cuyas respuestas requieren cierto nivel de inteligencia, la puntuación normal
o promedio es de 100 puntos.

Además, el mismo autor considera que, al establecer el CI, se tiene en cuenta la edad del
sujeto. Para ello se toma en cuenta el método de clasificación donde figuran cuatro niveles
de discapacidad de acuerdo con las puntuaciones que arroja el C.I. Además, hace hincapié
en que los resultados pueden variar de acuerdo con el tipo de test empleado y resalta la
importancia del juicio clínico para determinar el nivel de gravedad.

Del mismo modo, la Asociación Estadounidense de Discapacidades Intelectuales y del


Desarrollo (American Association on Intellectual and Developmental Disabilities -
AAIDD, 2011) enfatiza que se deben tener en cuenta factores adicionales al evaluar la
discapacidad intelectual, como el entorno comunitario típico de los compañeros y la cultura
del individuo, la diversidad lingüística y las diferencias culturales en la forma en que las
personas se comunican, se mueven y se comportan. Y sólo después de una evaluación
integral, un médico puede determinar si una persona tiene una discapacidad intelectual y los
profesionales pueden diseñar planes de apoyo individualizados efectivos.

Entre los instrumentos y técnicas para evaluar la DI, la Asociación Europea para la Salud
Mental en la Discapacidad Intelectual - EAMHID, (2010) indica que el primer paso para
diseñar el tratamiento y el apoyo auxiliar a personas con discapacidad intelectual y
problemas de conducta consiste en identificar las situaciones que producen y perpetúan el
malestar personal. Además, propone las directrices para la evaluación, diagnóstico y
tratamiento de la DI en tres pasos:
1. Evaluación, que consiste en la identificación de los factores causantes, características de
procesamiento central y factores de continuidad en el marco del triángulo de aparición de
problemas de conducta;

2. Diagnóstico/ formulación del caso multimodal/ integral que corresponde a la integración


de los resultados de la evaluación, formulación de caso multimodal y diagnóstico
integrador.

3. Tratamiento que contribuya al bienestar mental de la persona, este acercamiento se


centra en la persona y en su interacción con el entorno físico y social.

Por consiguiente, al momento de evaluar y diagnosticar a niñas y niños con problemas


vinculados a DI en la mayoría de las ocasiones se presentan ciertas dificultades, como en el
que se presenta en el reactivo práctico 12496 denominado Ingrid.

Ingrid, presenta retraso en algunas áreas del desarrollo, en el motor (con 21 meses presenta
un nivel de desarrollo de 18 meses), perceptivo – manipulativo (nivel de desarrollo de 13
meses), lenguaje (nivel de desarrollo de 17 meses), en las habilidades de autonomía (nivel
de desarrollo de 17 meses), habilidad socio emocional con dificultad para relacionarse con
otros niños y adultos. Por ello, Ingrid fue diagnosticada con discapacidad intelectual.

Resulta oportuno mencionar que un correcto diagnóstico y evaluación de DI debe estar


direccionado a reconocer todas las potencialidades del o la paciente con la finalidad de
apoyar su desarrollo con mayor autonomía, favoreciendo las acciones, ejercicios y demás
labores que le ayudarán a alcanzar capacidades para desenvolverse como un ser humano.

Durante el crecimiento de los niños, surgen etapas que por diferentes situaciones en este
caso negativas donde su progreso se puede ver afectado a la hora de integrarse en la
sociedad. La Atención temprana, es el conjunto de intervenciones dirigidas a garantizar la
igualdad de oportunidades de los niños con discapacidad donde intervienen principalmente
el trabajo colaborativo con la familia para asegurar su bienestar físico, psicológico y social
(Viloria y Aranda, 2004).
De acuerdo con, (Gorrotxategi, 2010) la atención temprana son intervenciones dirigidas a
niños de 0 a 6 años que padecen trastornos del desarrollo con la finalidad de facilitar su
maduración para alcanzar un óptimo desarrollo personal e integración social.

Así mismo menciona que la atención temprana comprende desde el apoyo psicológico,
social y su tratamiento debe ser planificado y sistematizado, en concordancia con las
técnicas de cada disciplina para fortalecer un enfoque integral del niño.

El (Instituto Aragonés de Servicios Sociales - IASS, 2010) menciona que para la


prevención y atención temprana se deben aplicar técnicas para mejorar el desarrollo
psicomotor, cognitivo, del lenguaje y la comunicación, de la autonomía y desarrollo del
área social y afectiva.

La psicóloga Couñago, (2020) menciona que la atención tempana es primordial para el


correcto desarrollo de los niños con discapacidad intelectual y que para se debe trabajar en
actividades como saltar, el equilibrio, subir escaleras, agarrar objetos, manejar un lápiz,
entre otros para mejorar la motricidad gruesa y fina.

Además, menciona que algunos niños con discapacidad intelectual sufren hipotonía
muscular o disminución del tono muscular y para ello recomienda la fisioterapia que ayuda
a restringir al máximo el desarrollo de patrones de movimientos compensatorios.

Gorrotxategi, (2010) recomienda un control del niño en atención primaria para dar
seguimiento a su evolución y prevenir posibles déficits neurológicos y/o problemas
sensoriales como la posibilidad de osteopenia, raquitismo y anemia.

En consecuencia, la Confederación Española de Organización en favor de las personas con


retraso mental - FEAPS, (2006) menciona que los apoyos en atención temprana deben de
estar direccionados en base a el funcionamiento intelectual y habilidades adaptativas,
consideraciones psicológicas y emocionales, salud física y el entorno. Y que para establecer
estos apoyos se lo debe hacer en base a la siguiente clasificación:

a. Intermitente, que es de carácter episódico no se requiere constantemente. Este tipo


de apoyo puede ser más o menos intensivo en la semana.
b. Limitado, la necesidad aparece durante un tiempo acotado.
c. Extenso, presenta diferentes intensidades, no tiene limitación en el tiempo y puede
afectar uno o varios ámbitos de la vida.
d. Generalizado, este apoyo se caracteriza por su estabilidad y son requeridos durante
toda la vida.

Del mismo modo, la FEAPS que con estos apoyos en atención temprana pretende facilitar
aquellos canales en los que el uso, la forma y el contenido del lenguaje lleguen a
desarrollarse en aquellos niños y niñas que por sus características especiales necesiten
ayuda. Brindando ayuda en aspectos como el desarrollo del habla, comprensión, el
desarrollo de la sintaxis, la capacidad para segmentar la información, establecer
intercambios, seguir turnos y dar sentido. Así como en otras áreas de habilidades
adaptativas integrando a la familia de manera activa.

Por consiguiente, se sugiere lo que se expresa a continuación para el caso de reactivo


práctico 12496 denominado Ingrid: a) Optimizar el desarrollo de la niña en sus habilidades
motoras, cognitivas, lenguaje socio emocional y conducta adaptativa a través del programa
de estimulación temprana. b) Implementar adaptaciones que maximicen las oportunidades
de aprendizaje para la niña. c) Elevar al máximo las potencialidades de la niña, para lograr
su independencia en las distintas áreas del desarrollo. Y d) Establecer pautas de control de
conductas.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

American Association on Intellectual and Developmental Disabilities - AAIDD. (2011).


Discapacidad intelectual: definición, clasificación y sistemas de apoyo (Alianza, Ed.; 11va
Edición). https://www.aaidd.org/intellectual-disability/definition
American Psychiatric Association - APA. (2014). DSM - Manual Diagnóstico y Estadístico de
los Trastornos Mentales. In Diagnotic and Statiscal Manual Of Mental Disorders (5ta
Edición). Editorial Médica PAnamericana. https://appi.org/products/dsm
Asociación Europea para la Salud Mental en la Discapacidad Intelectual. (2010). Directrices y
principios para la práctica: eva luación, diagnóstico, tratamiento y servicios de apoyo
para personas con discapacidad intelectual y problemas de conducta. (W. Anton Dosen, D.
Gardner, R. K. Griffiths, & A. Lapointe, Eds.; Primera edición). Federación Española de
Sindrome de Down.
https://www.sindromedown.net/wp-content/uploads/2014/09/59L_evaluacion.pdf
Confederación Española de Organización en favor de las personas con retraso mental - FEAPS.
(2006). Atención Temprana-Orientaciones para la Calidad.
Couñago, A. (2020, June). Estimulación temprana en niños con discapacidad intelectual .
Educación y Estiulación. https://eresmama.com/estimulacion-temprana-ninos-discapacidad-
intelectual/
Fiuza Asorey, M. J., & Fernández Fernández, M. P. (2014). Dificultad de aprendizaje y
trastorno del desarrollo. Ediciones Pirámide.
https://altascapacidades.es/portalEducacion/html/otrosmedios/Dificultades_de_aprendizaje
_y_trastornos.pdf
Gorrotxategi, P. (2010). Discapacidad y atención temprana en la infancia. Centro de Salud de
Beraun, 7, 103–116. https://www.euskonews.eus/0378zbk/artikuluak/07103116.pdf
Instituto Aragonés de Servicios Sociales - IASS. (2010). Discapacidad. Prevención y Atención
Temprana. Gobierno de Aragón. https://www.aragon.es/-/discapacidad.-prevencion-y-
atencion-temprana
Muñoz, M. T., & Mondaca, B. L. (2017). EVALUACIÓN DE PROCEDIMIENTOS PARA EL
DIAGNÓSTICO DE DISCAPACIDAD INTELECTUAL EN ESTUDIANTES CON
DISCAPACIDADES MÚLTIPLES. AJAYU Órgano de Difusión Científica Del
Departamento de Psicología UCBSP, 15(1), 34–52. http://www.scielo.org.bo/scielo.php?
pid=S2077-21612017000100003&script=sci_arttext
Peredo Videa, R. de los A. (2016). Comprendiendo la discapacidad intelectual: datos, criterios y
reflexiones. Revista de Investigacion Psicologica, 15(15), 101–122.
http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2223-
30322016000100007&lng=es&nrm=iso&tlng=es
Viloria, C. de A., & Aranda Redruello, R. (2004). La organización de la atención temprana en la
educación infantil. Tendencias Pedagógicas, 9(9), 217–246.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1142249&info=resumen&idioma=SPA
 

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