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Moral y relaciones sociales.


Heteronomía y autonomía: de Kant a Piaget

Marta Abergo
La moral infantil nos ayuda a comprender la del hombre.
Prof. en Filosofía, FFyL, UBA. Directora del Proyecto de JEAN PIAGET
Investigación “Dialéctica del trabajo manual e intelec-
tual en la antigua Grecia”, FFyL, UBA

Desde que Kant planteó la distin- – Te engañas sobre la justicia –le dijo el
ción entre autonomía y heteronomía, abate y sobre ese error se dice lo
estos términos se han convertido en siguiente en los escritos que preceden a
fecundos criterios para la reflexión en la ley: Hay apostado un centinela ante
torno a la cuestión moral. El presente la ley; un hombre viene un día a verle y
trabajo analiza sus definiciones a la luz le pide permiso para entrar. Pero el cen-
del desarrollo de la sociología de Durk- tinela le dice que no puede dejarlo
heim y de la epistemología y psicolo- entrar en aquel momento. El hombre
gía genéticas desarrolladas por Jean reflexiona y pregunta entonces si podrá
Piaget. De este modo, y a manera de entrar más tarde. “Es posible –dice el
introducción al tema, se intenta favore- centinela– pero no ahora.” El centinela
cer una perspectiva que articule distin- se retira de la puerta, abierta como
tos campos del conocimiento. siempre, y el hombre se inclina para
mirar al interior. El centinela, viéndolo
Un cuento para pensar obrar, se ríe y le dice: “Si tienes tantos
El cuento de Franz Kafka conocido deseos, trata de entrar a pesar de mi
con el título “Ante la ley” forma parte prohibición. Pero confiesa que soy
de su novela El proceso1 e integra el poderoso. Y no soy más que el último
diálogo entre un abate, capellán de las de los centinelas A la entrada de cada
prisiones, y el Sr. K: sala encontrarás centinelas cada vez
más poderosos: desde la tercera, ni
– Eres una excepción entre la gente de la siquiera yo puedo soportar su vista. El
justicia. Tengo más confianza en ti que en hombre no había esperado tantas difi-
cualquier otro de entre ellos, aunque los cultades, había pensado que la ley
conozca mucho. Contigo puedo hablar debía ser accesible a todo el mundo y
francamente. en todo el tiempo, pero ahora, obser-
– No te engañes –dijo el abate.– vando mejor al centinela, su manto de
1. Kafka, F., El proceso, Cap. IX, Ed. Alba, España, – ¿En qué me puedo engañar? –preguntó pieles, su gran nariz puntiaguda y su lar-
1998. K… ga barba negra a la tártara, se decidió a

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esperar por lo menos hasta que se le per- –le pregunta–. Eres insaciable.” “Si todo el
mitiera entrar. El centinela le da un esca- mundo procura conocer la ley –dice el
bel [banquito] y le hace sentar junto a la hombre–, ¿cómo es que desde hace tanto
puerta. Permanece allí durante largos tiempo nadie más que yo te ha rogado
años. Multiplica las tentativas para que que lo dejes entrar?” El guardián ve que el
se le permita entrar y fatiga al centinela hombre está seguro de su fin y, para alcan-
con sus ruegos. El centinela le hace sufrir zar a su tímpano muerto, le ruge al oído:
a veces pequeños interrogatorios, le pre- “Nadie más que tú tenía el derecho a
gunta sobre su ciudad y sobre otros entrar aquí, pues esta entrada solo está
muchos temas, pero solo se trata de pre- hecha para ti; ahora me marcho y cierro.”
guntas indiferentes como las que hacen
los grandes señores, y para terminar le ¿Es libre el hombre del cuento? Si
dice siempre que no puede dejarlo es verdad que la ley es accesible a
entrar. El hombre, que se ha provisto todos, ¿por qué el guardián le impide
abundantemente para su viaje con toda entrar? Si ha llegado a las puertas de la
clase de provisiones, lo emplea todo, por ley en ejercicio de su independencia,
precioso que sea, para sobornar al centi- ¿por qué acepta esperar allí hasta el fin
nela. Y el centinela lo toma todo, pero le de sus días? ¿Por qué no fuerza la
dice: “Solo acepto para que no puedas entrada? ¿Por qué no se retira? ¿Cuál
pensar que has descuidado algo.” es su comprensión de la ley? Por otra
Durante sus largos años de espera, el parte, ¿es libre el guardián? ¿Por qué
hombre no deja casi nunca de observar teme a los otros guardianes?
al centinela. Olvida a los otros guardia- No nos detendremos en las múlti-
nes, le parece que el primero es el único ples interpretaciones del cuento (pre-
que le impide entrar en la ley. Y maldice sentado como una pesadilla del Señor
ruidosamente la crueldad del azar K en el film El proceso de Orson Welles),
durante los primeros años; más tarde, al sino que nos serviremos del mismo
hacerse viejo, no hace más que gruñir. para reflexionar sobre heteronomía y
Vuelve a la infancia y como en el curso autonomía moral.
de los largos años en que ha estudiado
al centinela ha terminado por conocer El dualismo moral kantiano
hasta las pulgas de su cuello de pieles, Kant creyó descubrir la realidad de
pide a las mismas pulgas que le ayuden la libertad a través de la conciencia
a doblegar al guardián. Finalmente, su moral: “la libertad es real; pues esta
vista se debilita y no sabe si la noche se idea se manifiesta por medio de la ley
hace verdaderamente a su alrededor o moral.”2 Tomamos conciencia de la
si le engañan sus ojos. Pero ahora dis- libertad por la presencia de la ley
cierne en la sombra el resplandor de moral en nuestra conciencia. “La liber-
una luz que brilla a través de las puertas tad es, sin duda, la ratio essendi [razón
de la ley. Ya no le queda mucho tiempo de ser] de la ley moral, pero la ley
de vida. Antes de su muerte, todos los moral es la ratio cognoscendi [razón de
recuerdos vienen a agolparse en su conocer] de la libertad. Pues si la ley
memoria para plantearse una pregunta moral no estuviese, en nuestra razón,
que no ha hecho todavía. Y, no pudien- pensada anteriormente con claridad,
do erguir su cuerpo endurecido, hace no podríamos nunca considerarnos
señas al guardián para que se le acer- como autorizados para admitir algo así
que. El guardián se ve obligado a incli- como lo que la libertad es (...). Pero si
narse mucho hacia él, pues la diferencia no hubiera libertad alguna, no podría
de estaturas se ha modificado extrema- de ningún modo encontrarse la ley 2. Kant, I., Crítica de la razón práctica, Prólogo, F.
damente. “¿Qué quieres saber todavía? moral en nosotros.” Larroyo (trad.), 9ª. ed., Ed. Porrúa, México, 1996.

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Escenas del film El proceso de Orson Welles (1962). A partir de estas premisas Kant cuestiones que conciernen al interés
deduce, “por medio de un simple aná- comunitario es necesario un cierto
lisis de los conceptos”,3 que el princi- mecanismo por el cual algunos miem-
pio supremo de la moralidad reside en bros de la comunidad deben compor-
la autonomía de la voluntad, “por la tarse de un modo meramente pasivo,
cual es ella para sí misma una ley, para que, a través de una unanimidad
independientemente de cómo estén artificial, el gobierno los encamine
constituidos los objetos del querer”,4 hacia fines públicos o, al menos, les
los deseos, intereses o inclinaciones de impida destruir esos fines. Por cierto,
cualquier otro tipo, aun cuando pudie- en estos casos no está permitido razo-
ran coincidir con aquella. De ahí la nar: se debe obedecer. (…) sería perni-
necesidad de su expresión en la forma cioso que un oficial a quien sus supe-
de un imperativo categórico o manda- riores le ordenan algo expusiera en voz
to incondicionado. alta sus razones acerca de la oportuni-
La heteronomía, por lo contrario, es dad o la utilidad de la orden. Debo
la fuente de todos los principios ilegíti- obedecer.”5
mos de la moralidad, y a partir de los La autonomía, promovida median-
imperativos condicionados a que da te el ejercicio del uso público de la
lugar, actúa como “una mera adminis- razón y que es justamente lo que pro-
tradora” de intereses propios o ajenos. mueve el iluminismo según Kant, “es el
En esa vibrante exhortación a ser- que cada uno hace, en cuanto docto,
virse del propio entendimiento que es delante de todo el público del mundo
la respuesta a la pregunta ¿Qué es el ilu- de lectores”.6
minismo?, autonomía y heteronomía Nos aclara Dotti que en el siglo XVIII
aparecen asimiladas a la distinción el sustantivo “público” en alemán, indi-
entre el uso público y el uso privado caba los habitantes de cierto territorio
de la razón respectivamente, cada una geográfico y político, y también el con-
con ámbitos diferentes de aplicación. junto de lectores, ámbito en desarrollo
Dichos ámbitos están caracterizados y entre lo estatal y lo privado.
legitimados por diferentes funciones y Heteronomía y autonomía coexis-
3. Kant, M., ibíd. relaciones sociales. ten: una para el ámbito del ejercicio
4. Kant, M., Fundamentación de la metafísica de las El ámbito de la heteronomía es el de un poder jerárquico y unilateral,
costumbres, Cap. II, F. Larroyo (trad.), 9ª. ed., Ed. de un ordenamiento social establecido autoritario, que Kant considera nece-
Porrúa, México, 1996. jerárquicamente que descansa en el sario para el funcionamiento del
5. Kant, M., Respuesta a la pregunta ¿Qué es el ilumi- cumplimiento de las normas estableci- orden social, y la segunda reservada
nismo?, Introducción, traducción y notas de Jorge das para asegurar la eficiencia de una para el ámbito de los “doctos” o pares,
E. Dotti, en Espacios de crítica y producción, 4-5, función encaminada a un fin social. donde la razón puede y debe ejercer
Fac. de Filosofía y Letras, UBA, 1986, pp. 40-47. Ese marco requiere el ejercicio del uso un uso público, esto es, manifestarse
6. Kant, M., op. cit. privado de la razón: “…para muchas libremente y hacer uso del propio

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entendimiento en cuestiones que exi- eje de la moralidad. Tiene su correlato


gen un debate amplio y esclarecedor. ontológico en la subordinación del
Lo novedoso de este planteo de individuo a la sociedad entendida
Kant es que el ejercicio de la autono- como ser con entidad propia.
mía aparece ligado a una relación “Hasta ahora, en efecto, hemos
social entre iguales, mientras la hetero- presentado a la moral como un siste-
nomía caracteriza las relaciones de ma de reglas exteriores al individuo
ejercicio unilateral de poder en la que se impone desde afuera, sin duda
sociedad. no por la fuerza material sino en vir-
tud del ascendiente que hay en ellas.
En el cuento del inicio predomina la No es menos cierto que, desde ese
heteronomía. La ley es exterior al hom- punto de vista, la voluntad individual
bre. Así está representada en esa esce- aparezca regida por una ley que no es
nografía imaginaria en la cual sería obra suya. Efectivamente, no somos
necesario franquear sucesivas puertas nosotros quienes hacemos la moral.
para acceder a ella. Es la ley abstracta, (…) la parte propia de cada genera-
sin contenido, despojada de toda ción, en la evolución moral, es muy
determinación, salvo la expresa prohi- reducida. La moral de nuestro tiempo
bición de ingreso. Al hombre le parece está ya fijada en sus líneas esenciales
ejercer libremente su voluntad porque cuando nacemos; (…).”7
ha llegado allí por libre decisión, en
cumplimiento de un deseo tan profun-
do que justifica el empleo de todas sus El ámbito de la heteronomía es el de un ordenamiento
fuerzas vitales. Sin embargo, acepta
las condiciones impuestas: se abstiene
de intentar una irrupción en el ámbito social establecido jerárquicamente que descansa en el
de la ley y se sienta a esperar –sin pla-
zos, sin otros condicionamientos– el
eventual permiso para su ingreso. cumplimiento de las normas establecidas (...).
Acepta las reglas en cuya elaboración
no ha participado, a las que rinde total
obediencia. No accede a pensar por sí No obstante, Durkheim reconoce
mismo, salvo algunos modos “ilegíti- que “ (…) por más cierta que sea esta
mos” (según Kant) para la consecución dependencia, también es verdad que
de su fin (sobornos, súplicas). El guar- la conciencia moral protesta cada vez
dián cumple su función haciendo uso con mayor energía contra esa esclavi-
privado de su razón. No accede a los tud y reivindica también con energía
requerimientos del hombre, a la vez para la persona una autonomía cada
que expresa su temor a sus superiores, vez mayor. (…) Ella misma es un
a los que ofrece obediencia debida en hecho, a igual título que los hechos
una cadena de mandos que escapa que se le oponen y, en lugar de negar-
totalmente a cualquier consideración la, de poner en duda su derecho a
crítica de su parte. existir, puesto que existe, es necesario
dar cuenta de ella.”8
Autonomía y obediencia Si bien reconoce que Kant es quien
en Durkheim mejor ha advertido esa doble necesi-
En procura de hallar los caracteres dad (el carácter imperativo de la ley
constantes, invariables, de toda forma- moral y la autonomía de la voluntad), 7. Durkheim, E., La educación moral, Lección 7, Ed.
ción social, Durkheim hace de la hete- rechaza el “artilugio” kantiano de sepa- Shapire, Argentina, 1972.
ronomía, la externidad de la norma, el rar las leyes morales de las leyes de la 8. Durkheim, E. ibíd.

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naturaleza. Kant pretende resolver esa Nuevamente predomina la heterono-


antinomia con una solución “abstracta mía. Es claro el orden jerárquico en el
y dialéctica. La autonomía que nos cual se impone una ley exterior a los
confiere es lógicamente posible; pero sujetos, en un orden social que los
no tiene ni tendrá jamás nada de real. abarca a ambos (hombre y guardián)
Pues como somos y seremos siempre y que procura su domesticación. Las
seres sensibles, al mismo tiempo que normas se imponen de hecho, inde-
racionales, existirá siempre conflicto pendientemente de la conciencia que
entre ambas partes de nosotros, y la cada uno tenga. En apariencia contra-
heteronomía será de hecho, si no de rios, ambos forman parte de una mis-
derecho, siempre la regla.”9 Según ma red en que el poder se ejerce por
Durkheim, la autonomía fortalece el imposición de la autoridad. La aparen-
cumplimiento de las normas al incor- te trascendencia o externidad de la ley
porar el conocimiento de sus funda- enmascara su carácter inmanente a
mentos: solo es posible una verdadera un sistema de relaciones sociales.
y duradera aceptación de las normas La responsabilidad estaría en esa
si se conocen sus razones de ser y sociedad que no ha educado a sus
propósitos en cuanto al bienestar integrantes para que no solo acepten
común. De ahí la importancia que la regla “con resignada docilidad”, sino
cobran para este investigador el cono- que puedan amarla.11
cimiento científico y la educación Desde esta perspectiva, el drama de
moral pública y laica. nuestro hombre del cuento estaría
Sin embargo, las posibilidades de anclado en su ignorancia: procura
modificar las reglas establecidas son ingresar a una ley que le resulta ajena,
escasas e insumirían varias generacio- que no comprende pero que se le
nes. “ (…) los cambios que puede[n] impone de manera implacable. Es una
sufrir en el curso de una existencia ley en la cual ha sido formado, de ahí
individual, es decir, aquellos en los su disciplinamiento (en Durkheim la
cuales cada uno puede participar, son disciplina es el primer elemento de la
muy limitados. Las grandes transfor- moralidad) y disposición a aceptar el
maciones morales presuponen procedimiento propuesto, que es el de
mucho tiempo. Además, no somos la espera. Es una ley de la cual conoce
sino una de las innumerables unida- solo su aspecto negativo (la prohibi-
des que colaboran en ese cambio. ción de ingresar) y no el beneficio que
Nuestro aporte personal no es, pues, presuntamente deriva de ella para el
nunca más que un factor ínfimo de la grupo social, ausente en su situación
compleja resultante, en la que ese actual. No hay grupos previos de per-
aporte desaparece anónimamente. tenencia porque tampoco hay historia.
(…) si la regla moral es obra colectiva, La sociedad semeja un conjunto está-
la recibimos más de lo que la hace- tico de habitáculos que replican algu-
mos. Nuestra actitud es más pasiva na forma de panóptico.
que activa. Somos influidos más de lo
que influimos.”10 La moral y el juego infantil
Aunque en la evaluación de Durk- En 1932 se publicaron en francés
heim la conciencia respecto a los fun- las conclusiones de un trabajo llevado
damentos de las reglas eliminaría su a cabo por Jean Piaget y su equipo de
carácter compulsivo, su caracterización investigadores con niños de barrios
9. Durkheim, E., op. cit., Lección 8. de la autonomía en realidad semeja pobres de Ginebra. El objetivo era
10. Durkheim, E., op. cit., Lección 7. más bien un conformismo ilustrado o estudiar la moral infantil. “La moral
11. Durkheim, E., op. cit., Lección 4. una obediencia consentida. infantil nos ayuda a comprender

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la del hombre. Así pues, para formar mente, el niño juega solo o con otros Otras imágenes del mismo film.
hombres, no hay nada más útil que niños pero para sí, sin intentar unifor-
aprender a conocer las leyes de esta mizar las reglas del juego. A partir de
formación.”12 los 7-8 años de edad, cada jugador
Con ese objetivo se emprendió un intenta dominar a sus vecinos y apare-
minuciosos estudio sobre la génesis ce la preocupación por el control
de la moral en los niños. A fin de dis- mutuo y la unificación de las reglas.
minuir al máximo la posible influencia Intentando vencer (“ganar”), el niño se
de los adultos, la indagación se dirigió esfuerza por luchar con sus compañe-
a los juegos de los niños, en tanto acti- ros observando reglas comunes. De
vidades espontáneas. El complejo sis- este modo, el placer específico del jue-
tema de reglas aplicables a distintas go deja de ser muscular y egocéntrico
formas de juego, junto con un vocabu- para convertirse en social y prima la
lario particular, permitía considerar los necesidad de llegar a un acuerdo.
juegos como verdaderas instituciones Finalmente, hacia los 11-12 años, las
sociales. En una primera etapa la inves- partidas se regulan minuciosamente y
tigación se dirigió a analizar el juego el código de las reglas es conocido por
de las bolitas o canicas en los varones. todos. En ocasión de diferencias o
Este juego tenía la ventaja, además, de peleas, entablan verdaderas discusio-
ser practicado en diferentes culturas y nes jurídicas, de fondo o de simple
situaciones sociales. procedimiento. Parecen experimentar
La investigación tuvo dos grandes un placer particular en la previsión de
núcleos: 1) la práctica de las reglas y 2) todos los casos posibles y su codifica-
la conciencia de las reglas, según los ción. Las reglas y procedimientos que
niños se representaran el carácter obli- guardan en sus memorias alcanzan
gatorio, sagrado o decisorio, la hetero- una gran complejidad (tanto como las
nomía o la autonomía propias de las reglas de la ortografía corriente).
reglas del juego. Con respecto a la conciencia de las
En este trabajo no detallaremos reglas, desde los 4-5 años y explícita-
todos los resultados de las investiga- mente desde los 6, la regla se conside-
ciones (tan ricos para la reflexión como ra sagrada e intangible, de origen
poco difundidos) y nos centraremos adulto y esencia eterna. Toda modifica-
en la relación del binomio heterono- ción propuesta se considera una trans-
mía/autonomía con los vínculos socia- gresión. A partir de 7-8 años, cuando
les, ahora sobre bases empíricas de hemos visto que se comienza a practi-
investigación. car la cooperación, aún se tiene a la
Con respecto a la práctica de las regla por sagrada e inmodificable.
reglas, en forma esquematizada, en los Recién a partir de los 10 años, 12. Piaget, J., El criterio moral en el niño, Introd., Ed.
primeros años hasta los 6 aproximada- como término medio, la regla es una Fontanella, España, 3ª. ed. 1977.

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ley por consentimiento mutuo, que ciones de Piaget nos brindan bases
es obligatorio respetar si se quiere ser empíricas y experimentales para inda-
leal, pero se puede transformar a gar en esas condiciones de posibilidad.
voluntad a condición de que partici- Los cambios registrados en la
pe la opinión general del grupo. La moral infantil no suponen una evolu-
regla del juego se presenta ya no ción forzosa. La evolución del indivi-
como una ley exterior, sagrada en duo marca un final para la infancia.
tanto impuesta por los adultos, sino Sin embargo, la moral adulta puede
como el resultado de una libre deci- prolongar y de hecho prolonga, en la
sión, digna de respeto porque hay un mayoría de los casos, la moral infantil.
consentimiento mutuo. Ya Kant había exhortado a abandonar
A la heteronomía sucede la auto- la minoridad, los tutelajes y a hacer
nomía. Los niños aceptan que se uso de la propia inteligencia. Durk-
cambien las reglas si se tiene la apro- heim enfatizó la importancia de la
bación de todos. Se deja de conside- educación pública y laica a fin de
rar que las normas sean eternas a tra- impulsar una participación social
vés de las generaciones. Se permiten activa y responsable. Piaget propone
las opiniones diferentes siempre y considerar la relación entre heterono-
cuando sean debatidas y aceptadas mía y autonomía de un modo dialéc-
por acuerdo y por vías legítimas (no tico, según el cual la clave para alcan-
tramposas). Como dice Ross (11 zar la autonomía está asociada a la
años): “Para no discutir, hay que acor- cooperación.14 Cómo se produce el
dar unas reglas y después jugar como pasaje de la heteronomía a la auto-
es debido”. 13 nomía o, mejor dicho, cuáles son las
Interesa pues advertir que de la condiciones para que ello sea posi-
evolución de la moral en los niños sur- ble, requiere un mayor análisis de las
gen dos tipos de realidades sociales y relaciones sociales involucradas, así
morales: 1) la de presión y respeto uni- como de las etapas en el desarrollo
lateral; 2) la de cooperación y respeto psicogenético, y excede las posibili-
mutuo. La primera se basa en la autori- dades de este artículo.
dad del mayor sobre el menor y cons-
tituye un factor de continuidad entre En su aislamiento, el hombre del cuen-
generaciones. La segunda supone rela- to abandona o pierde su libertad y
ciones sociales entre iguales, en que se acepta precarias condiciones de vida
establecen pactos de común acuerdo en espera del permiso para conocer
y con intercambios racionales. una ley sagrada, eterna, inmodificable.
El pequeño banco bien podría repre-
Reflexiones finales sentar la inhibición de la acción o sis-
Kant no explica cómo llega la tema de sumisión del que da cuenta la
voluntad a ser autónoma, cómo se ori- neurobiología.15 Así, limitadas sus
gina la moralidad al margen de la acciones, tampoco puede entablar
experiencia. Según Durkheim, ese ori- relaciones sociales con iguales y
gen reside en la realidad social, pero la menos aún en términos de construc-
sociedad es una e indiferenciada y no ción de acuerdos y cooperación. Lejos
logra dar cuenta del desarrollo de la de madurar, se infantiliza y encuentra
autonomía, aún con las limitaciones refugio en la irrealidad de una ilusión
13. Piaget, J., op. cit., Cap. I, § 6. que le asigna. ¿Cómo es posible supe- que le consume la vida.
14. Piaget, J., op. cit., Cap. IV, § 6. rar el conformismo ilustrado, la obe- El cuento nos deja planteada una pre-
15. Cfr. http://www/filosofiaparaarmar.com.ar/ diencia consentida que implica su gunta: ¿cuál ha sido el error respecto a
conceptosneurologicos.htm noción de autonomía? Las investiga- la comprensión de la justicia?

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