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Una jugada maestra, con objetivo simbólico y bajo

rédito concreto
Nadie se esperaba la maniobra que el oficialismo realizó en el Senado, que no le
reportará beneficios concretos en el Consejo de la Magistratura. Le sirve a
Cristina como demostración de fuerza y deja señales para el futuro.

 24 abril, 2022
 por Parlamentario

Por José Angel Di Mauro

Pocas imágenes grafican mejor el momento que atraviesa el presidente Alberto


Fernández, y su gobierno en general, que las que lo mostraron el jueves pasado
en el lanzamiento de la obra del gasoducto troncal, en Vaca Muerta. Casi
arrastrado por un temporal de viento, despeinado, con frío y rodeado, sino de
enemigos, de oficialistas que no lo reconocen como su jefe directo. Anunciando
una obra que interrumpió al llegar porque había licitado el gobierno anterior y
que encima inaugurará la próxima administración.

Y si queremos ir más lejos, ese fue un detalle más de un gobierno en el que a


nadie se le ocurrió reprogramar el acto en un espacio cerrado cuando el
pronóstico del tiempo adelantaba lo que después todos vieron.

Fue una anécdota de la que el mismo Alberto F. se reirá quizá en el futuro, pero
no es el modo como debe ser visto un presidente en esas circunstancias.
Alberto Fernández en
Vaca Muerta, con el viento en contra.
Debería tenerlo claro, cuando un día antes se presentó en José C. Paz, en un
escenario amigo que le montaron para aumentar su autoestima y donde hizo
caso a la recomendación de “mostrarse más enérgico”. “¡Un carajo estamos
perdidos!”, exclamó y repitió en referencia a 2023. Si hasta la imagen, captada
por celular, aumentaba la sensación de endeblez.

No parecía el presidente estar hablándole a la oposición. Más bien la advertencia


parecía dirigida a Cristina Kirchner y su hijo Máximo, con el que dicen que la
relación no tiene vuelta atrás.

Esos mensajes dirigidos a los propios son casi inéditos tratándose de un


gobierno. Pero si vamos un día más atrás, al martes, ese trasfondo también se le
podrá encontrar al anuncio del ministro Martín Guzmán del paquete de bonos
para reforzar ingresos. Con el presidente sentado a su derecha, el jefe del Palacio
de Hacienda habló de “recuperación económica”, buscando difundir un mensaje
de optimismo que la realidad desautoriza. Ante un auditorio cuyos rostros
denotaban una sensación muy distinta.

Foto: Presidencia de la Nación


El ministro de Economía voló después a Washington para reunirse el viernes
con Kristalina Georgieva, tras cuyo encuentro aclaró que “las metas fiscales no
se van a cambiar”. Si ya tenía motivos para viajar preocupado, se llevó más dudas
al saber datos de la inflación de abril. El ya anunció antes de que se confirmara el
récord de marzo que ese sería el índice más alto del año, y que a partir del
segundo trimestre el costo de vida tendería a la baja. No es lo que le confirmó el
titular del INDEC en la semana. Parece que se viene un índice cercano a los 6
puntos.

Todos auguran una inflación anual superior al 60%; y lo que es peor, muchos


economistas sugieren que hoy esa la base. Las paritarias de los gremios más
poderosos están rondando esa cifra. Es el camino que abrió el Sindicato de
Comercio, con el 59,5% acordado. Se trata de la actividad privada más
numerosa, con 1,2 millones de trabajadores y cuyo parámetro alcanzado
buscarán replicar los principales gremios cegetistas en las próximas semanas.

En un contexto económico tan crítico, la política apareció plantada en un mundo


lejano cuya discusión estuvo centrada toda la semana en torno al Consejo de la
Magistratura. La jugada sorpresiva de Cristina Fernández de Kirchner sorprendió
a propios y extraños y le generó un triunfo pírrico de un vuelo no muy elevado.
Porque de confirmarse los cargos como oficialmente se anuncian, el Consejo de
la Magistratura seguirá empatado: mucho desgaste para tan poca compensación.
Veremos.

La realidad es que conforme los parámetros cristinistas, la jugada se mantuvo en


la máxima reserva hasta último momento, y solo trascendió la noche del martes
porque algunas listas de los nuevos bloques comenzaron a circular y fue así que
el presidente del ahora interbloque Frente de Todos se vio obligado a confirmar
la movida. Si no se hubiera anunciado al día siguiente, en conferencia de prensa
en horas de la mañana.

Un senador que quedó en el bloque más grande confesó que se enteró de la


partición de su bloque a las 23.30 del martes. Eso sí, el esmero puesto en los
números como quedarían ambos bloques no fue el mismo que con los nombres
de los protagonistas. La consigna era poner de un lado a los senadores que
tuvieran gobernadores propios, y del otro a los senadores más afines al Instituto
Patria. Según ese esquema, el jujeño Guillermo Snopek pasó a revistar en
Unidad Ciudadana; lo mismo que el chubutense Carlos Linares, o la
neuquina Silvia Sapag, muy identificada en su caso con CFK. El salteño Sergio
“Oso” Leavy no tuvo problemas en dejar el bloque de José Mayans, pero nadie
objetó que la santacruceña Ana María Ianni se quedara en el bloque
referenciado en la vicepresidenta.

El que no quiso saber nada con cambiar de bloque fue el correntino Carlos


“Camau” Espínola, que rompe la regla pues el gobernador de su provincia es
radical.

Muy kirchnerista, la chaqueña María Inés Pilatti Vergara pasó al Frente Nacional


y Popular, dijeron que porque su gobernador es Jorge Capitanich. Pero en
realidad es porque ella ya es consejera de la Magistratura, por la mayoría. Lo
mismo que Mariano Recalde, quien sin embargo figuró originalmente en el
bloque Unidad Ciudadana. Camporista de la primera hora, siendo consejero por
la mayoría no podía estar en UC, creada para oficiar como segunda minoría.
Después de ser corrido Recalde al Frente Nacional y Popular, se anunció que el
representante por la segunda minoría sería el rionegrino Martín Doñate, y en
lugar de Recalde fue la puntana María Eugenia Catalfamo al bloque K.

En Diputados para muchos fue un acting el planteo hecho por el jefe del bloque
oficialista, Germán Martínez, contra la decisión del presidente de la Cámara de
oficializar a la radical Roxana Reyes como representante de la segunda minoría.
Porque en realidad Sergio Massa no tenía mayor margen de
maniobra. Diputados no es el Senado, donde las cosas hoy están más parejas,
pero el oficialismo mantiene una ventaja indescontable. Massa no tenía mucho
más para hacer y mucho menos podía partir el bloque. En cambio con su
resolución mantiene la línea alcanzada cuando el acuerdo con el Fondo, y de
paso hasta podría llegar a sumar cierta discordia en el seno de Juntos por el
Cambio, al salir favorecido el radicalismo y no el Pro.

Roxana Reyes junto al presidente de


su bloque.
La pregunta del millón es si Unidad Ciudadana volvió para quedarse y tal vez
representar una división del Frente de Todos en general y el peronismo en
particular. Hay quienes se aventuran a anticipar una réplica de la fractura en
Diputados para noviembre, cuando deban elegirse los consejeros en su totalidad.
En el Senado, quedarían igual: dos senadores para el oficialismo por la mayoría y
uno más por la segunda minoría, tres en total; contra un radical por la primera
minoría. En Diputados hoy el oficialismo tiene un solo representante, JxC dos y
el interbloque Federal el restante.

Si las cosas se mantuvieran así para noviembre, el Frente de Todos podría


quedarse con dos consejeros por la mayoría, el Pro con uno por la primera
minoría y la UCR el restante por la segunda minoría. Pero si el FdT también se
partiera, alumbrando un bloque grande de -por ejemplo- 70, y otro de 48, sería
mayoría y segunda minoría. Se quedaría así con 3 consejeros y el Pro retendría
el restante.
Esto se resolvería aprobando una ley que diera certezas en una cuestión como se
ve tan “maleable” como la elección de consejeros en ambas cámaras. Para eso
habría que introducir cambios en la media sanción proveniente del Senado. El
camporista Martín Doñate se mostró dispuesto a aceptar cambios en el texto
aprobado en el Senado, pero JxC no quiere saber nada. Si se aprobara un
proyecto con mayoría simple, el Senado podría ratificar el texto original por la
misma mayoría simple que hoy ostenta. Y no hay visos de que se vayan a poner
de acuerdo.

Consejera de la Magistratura, Graciela Camaño (interbloque Federal) se muestra


a favor de la presencia de la Corte en la Magistratura, más no presidiendo. Eso
no lo acepta Juntos por el Cambio, cuyo referente en la Magistratura, Pablo
Tonelli señala que eso sería como “poner a Cristina en el Senado y pedirle que
no presida”. Una fuente de la principal oposición advirtió contra una aprobación
con modificaciones que se transformen en “una trampa cazabobos… Y acá no
hay bobos, hay vivos…”, señaló a este medio.

Mientras tanto en el Senado el cristinismo arranca el tratamiento de un proyecto


para ampliar la Corte Suprema. Tendrán número para aprobarlo, más no en
Diputados. Movidas para buscar el beneplácito de los propios y cascotear a la
CSJN. Lo mismo que el proyecto sobre “rentas inesperadas” anunciado por
Martín Guzmán para financiar los bonos para reforzar ingresos, pero de cuyo
texto nadie del oficialismo ha visto ni una línea. No lo aprobarán en Diputados y
eso bien lo sabe el oficialismo. Pero está claro que la intención de anunciarlo fue
tan solo mandar una señal al cristinismo, al que denuestan en privado, mas
tratan de congraciarse en público.

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