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La 

bioluminiscencia es el proceso a través del cual los organismos vivos producen luz, dando como
resultado una reacción bioquímica en la que comúnmente interviene una enzima llamada luciferasa. Se
produce como resultado de una reacción bioquímica en que interviene el oxígeno, el ATP (proteína
llamada luciferina) y la enzima luciferasa, esta es la molécula que hace que reaccione el oxígeno y la
luciferina, que al reaccionar se emite energía produciendo la luz, la cual sucede de la siguiente manera: el
oxígeno oxida el sustrato luciferina; la luciferasa acelera la reacción, y el ATP proporciona la energía para
la reacción, produciéndose agua y luz, la cual es muy notoria durante la noche. Se trata de una conversión
directa de la energía química en energía lumínica. Es un fenómeno muy extendido en todos los niveles
biológicos: bacterias, hongos, protistas unicelulares, celentéreos, gusanos, moluscos, cefalópodos, crustác
eos, insectos, equinodermos, peces, medusas.

En siglo XVII Robert Boyle descubrió que los hongos bioluminiscentes dejaban de producir luz cuando
eran introducidos en un recipiente sin oxígeno, el motivo de este fenómeno no se conoció con detalle
hasta las últimas décadas. Los hongos observados por Boyle empleaban el mecanismo de iluminación
extracelular a través de la molécula luciferina, activada con la enzima luciferasa. Para que tenga lugar la
reacción, la luciferina necesita oxígeno, lo que explica el proceso bioluminiscente.

Tipos de bioluminiscencia
Puede hablarse de tres tipos principales de bioluminiscencia: la intracelular, la extracelular y la de
bacterias simbióticas.
Bioluminiscencia intracelular
La bioluminiscencia intracelular es generada por células especializadas del propio cuerpo de algunas
especies pluricelulares o unicelulares (como dinoflagelados) y cuya luz se emite al exterior a través de
la piel o se intensifica mediante lentes y materiales reflectantes como los cristales de urato de las
luciérnagas o las placas de guanina de ciertos peces. Este tipo de luminiscencia es propia de muchas
especies de calamar y de dinoflagelados, en especial del género Protoperidinium.
Bioluminiscencia extracelular
La bioluminiscencia extracelular se da a partir de la reacción entre la luciferina y la luciferasa fuera del
organismo. Una vez sintetizados, ambos componentes se almacenan en glándulas diferentes en la piel o
bajo esta. La expulsión y consecuente mezcla de ambos reactivos en el exterior producen nubes
luminosas. Este tipo de luminiscencia es común a bastantes crustáceos y algunos cefalópodos abisales.
Simbiosis con bacterias luminiscentes
Este fenómeno se conoce solo en animales marinos tales como
los celentéreos, gusanos, moluscos, equinodermos y peces. Parece ser el fenómeno de luminiscencia de
origen biológico más extendido en el reino animal. En diversos lugares del cuerpo los animales disponen
de pequeñas vejigas, comúnmente llamadas fotóforos, donde guardan bacterias luminiscentes. Algunas
especies producen luz continua cuya intensidad puede ser neutralizada o modulada mediante diversas
estructuras especializadas. Normalmente los órganos luminosos están conectados al sistema nervioso, lo
que permite al animal controlar la emisión lumínica a voluntad.
La relación entre la bacteria Vibrio fischeri y el calamar sepiólide Euprymna scolopes es un sistema que
sirve como modelo de simbiosis en el laboratorio. En su fase juvenil, el Euprymna scolopes posee una
serie de apéndices recubiertos de mucosidad alrededor de su órgano luminoso con los que recoge
bacterias Vibrio fischeri del entorno marino. Cuando la cantidad es suficiente, los apéndices mueren al
tiempo que el órgano luminoso madura en un proceso fisiológico que se ha asociado con la aparición de
la citotoxina traqueal.

La bioquímica del proceso


Las primeras investigaciones sobre los fundamentos químicos de la bioluminiscencia se atribuyen al
farmacólogo francés Raphaël Dubois. Entre 1885 y 1892, trabajó con dos especies de animales
bioluminiscentes (las luciérnagas tropicales del género Pyrophorus y el molusco bivalvo Pholas
dactylus), refutó la teoría del fósforo, vigente hasta entonces, y demostró que el fenómeno de la emisión
biológica de luz no era más que un proceso de oxidación enzimática en el que intervenían dos sustancias:
una de ellas, termorresistente, se consumía en presencia de la otra, que actuaba como catalizador
termolábil. El propio Dubois llamó luciferina a la primera de ellas, y luciferasa a la segunda.
En comparación con los procesos quimioluminiscentes, los procesos bioluminiscentes se caracterizan por
un alto rendimiento de los procesos quimioluminiscentes, mientras que el rendimiento de los procesos
bioluminiscentes, la enzima es quien desarrolla el papel importante. En este proceso se llevan a cabo
reacciones luciferina-luciferasa, en las que una sustancia proteica luminiscente (luciferina) es oxidada por
la acción catalizadora de una enzima (luciferasa). La reacción sucede de la siguiente manera: el oxígeno
oxida el sustrato (una proteína llamada luciferina); la luciferasa acelera la reacción, y el ATP proporciona
la energía para la reacción, produciéndose agua y luz. La reacción es muy rápida y perdura mientras el
organismo esté siendo iluminado.

Medusas
Un claro ejemplo de bioluminiscencia en organismos marinos son las medusas, las cuales utilizan
fotoproteínas (proteínas del dominio de unión al calcio EF relacionadas con la calmodulina, la troponina
C, la miosina, la espectrina y la proteína de unión sarcoplásmica) como la aequorina, de la medusa
hydromedusas Aequorea victoria, y la mnemiopsina, del ctenóforo Mnemiopsis leidyi. Casi todos los
ctenophores son capaces de tener bioluminiscencia, produciendo destellos de luz en las células
productoras de luz (fotocitos) tras la estimulación en condiciones de oscuridad.
La coelenterazina es muy usada entre los organismos marinos como luciferina, mediante la investigación
experimental se ha descubierto que  la coelenterazina se sintetiza a partir de dos aminoácidos,
principalmente: L-tirosina y L-fenilalanina. 
Existen dos tipos de bioluminiscencia en las medusas: la simbiosis con bacterias bioluminiscentes y la
extracelular. En cuanto a la simbiosis, las medusas disponen de pequeñas vejigas llamadas fotóforos,
donde guardan bacterias luminiscentes, mismas que presentan la reacción química entre la coelenterazina
y la luciferasa. Normalmente los órganos luminosos están conectados al sistema nervioso, lo que permite
al animal controlar la emisión lumínica a voluntad e incluso neutralizar 

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