Está en la página 1de 4

Algunos debates en torno al concepto de democracia en Venezuela 1984-1998.

Las últimas dos décadas del siglo XX venezolano estuvieron marcadas profusamente
por una crisis social, económica e institucional que llevó al replanteamiento del sistema
sociopolítico imperante en el país desde 1958. En efecto, al modelo democrático
representativo, contemplado en la constitución de 1961, se le reprochó, en el mejor de
los casos, ser insuficiente para resolver las fisuras históricas que la sociedad venezolana
aún arrastraba desde su conformación en el siglo XIX. El cuestionamiento a este modelo
se observó desde la misma década de los sesenta y por sectores ideológicos disímiles
entre sí, desde la izquierda marxista que buscó el poder por la vía armada, emulando el
éxito de la Revolución Cubana, hasta una derecha liberal crítica del Estado rentista y
distribuidor, que ocupaban espacios en la prensa y la tv.

No obstante, en la década de los ochenta, la recesión económica, el desprestigio


paulatino de los partidos políticos, un creciente malestar social, los debates en torno a la
democracia en todo Occidente, la aparición de nuevos movimientos como el feminismo
y el ecologismo, entre otros factores, llevaron a un replanteamiento del sistema político
venezolano dentro de las mismas estructuras del Estado, por lo que se buscó reformar el
marco sociopolítico para, entre otros propósitos, ampliar la democracia hacia sectores
que demandaban más participación en la toma de decisiones de los asuntos públicos.
Fue así como, en 1984, por orden del entonces presidente de la República, el doctor
Jaime Lusinchi, se creó el Comité Para la Reforma del Estado (COPRE), compuesta por
distintas personalidades políticas, académicas y empresariales de diferentes cuños
ideológicos, que tuvieron la tarea de buscar soluciones a los problemas y demandas que
enfrentaba entonces el modelo democrático representativo. Este experimento político se
extendió por más de una década y obtuvo algunos resultados positivos para ampliar la
partición de los distintos sectores sociales en los asuntos públicos, no obstante, fue
insuficiente en contener la profunda crisis económica y política del país, que conllevó a
un cambio de modelo en 1999 con la llegada al poder del teniente coronel Hugo
Chávez.

Atendiendo a esto, el siguiente capítulo se centra en algunos debates en torno al


replanteamiento de la “democracia” como un concepto disputado por los actores
políticos venezolanos de finales del siglo pasado, que allanaron el camino a la
reconstitución del modelo político que ha vivido el país desde la primera década del
siglo XXI.
Acercamiento a los antecedentes de la crisis de la democracia 1958-1984.

El 23 de enero de 1958 un levantamiento civil y militar desembocó en el derrocamiento


del coronel Marcos Pérez Jiménez, quien por casi diez años habría presidido la última
dictadura venezolana del siglo XX. Tras un corto gobierno de transición conformado
por una junta militar y un pacto entre los principales partidos político venezolanos,
conocido como Pacto de Puntofijo, el 07 de diciembre de este año fue electo Rómulo
Betancourt, líder del partido Acción Democrática, como el nuevo presidente la
República. La elección de Betancourt por comicios libres y la posterior aprobación de la
constitución de 1962, inauguró un periodo de cuarenta años que la historiografía
nacional ha designado mayormente como “la democracia”.

Este periodo ha sido estudiado a profundidad por la historiografía venezolana de las


últimas décadas, por lo que no es nuestro propósito detallar el devenir político
venezolano de los treinta años que anteceden al periodo que nos corresponde abordar en
este capítulo, solo nos interesa aquí algunos significados con los que se interpretó a la
democracia en la política venezolana durante estos años, es decir, ¿qué se propusieron
los actores políticos que promovieron e instauraron la democracia representativa y
buscaron traducirla en políticas públicas? Siguiendo el análisis que realiza el historiador
Manuel Caballero sobre los últimos cuarenta años del siglo pasado, es posible observar
que, en grandes rasgos, la democracia se entendió desde el Estado como la aplicación de
varios principios prácticos y doctrinales que se venían debatiendo entre parte de la élite
política venezolana, al menos desde 1930.

El primero de estos principios consistió en establecer las elecciones libres y universales


como única vía legítima de acceder al poder, ello implicaba el apego absoluto a la
constitución, respeto a las minorías y, sobre todo, garantizar la alternabilidad del poder.
En esto último se basó el Pacto de Puntofijo, firmado por los líderes de los principales
partidos políticos de finales de los cincuenta: Rómulo Betancourt, por Acción
Democrática (AD), Rafael Caldera, por el Comité de Organización Política Electoral
Independiente (COPEI) y Jóbito Villalba, por Unión Republicana Democrática (URD)1.
1
El nombre “Puntofijo” se toma del nombre de la residencia en donde fue firmado, propiedad de Rafael
Caldera, en Caracas el 31 de octubre de 1958. Los firmantes del pacto se comprometieron, entre otras
cosas, a nunca usar la fuerza para acceder al poder, respetar los resultados electorales, evitar la
Es decir, se entendió la democracia como el sistema que garantizaba la soberanía
popular a través del sufragio e impedía la perpetuación de un mismo gobernante en el
poder, como habría ocurrido con las tres dictaduras del siglo XX. Este principio ya
estaba bien asentado en la dirigencia política pos-gomecistas, tal como se lee en el
manifiesto firmado por Alberto Adriani y Mariano Picón en 1939, al que llamaron
“Manifiesto-Programa de ORVE2”, en su primer punto del capítulo “Afirmación del
Estado Democrático”:

1-Instauración de un régimen de gobierno auténticamente democrático que sea la


verdadera expresión de la voluntad de las mayorías populares (…) Sufragio universal a
favor de todos los venezolanos mayores de edad. Elección por sufragio universal del
presidente de la República. Derecho de ser elegido para todas las funciones públicas. 3

De manera que, la democracia instaurada en 1958 no es más que el culmen de un plan


político que fue perfilándose desde la década de los treinta y se configuró alrededor de
la idea del sufragio, representatividad y control del Estado por poderes independientes,
muy en la corriente de las democracias liberales en Occidente luego de la Segunda
Guerra Mundial. Esto se aprecia mejor en uno de los puntos acordados en el Pacto de
Puntofijo que luego se cristalizaría en la constitución de 1962: “Elaboración de una
constitución democrática que reafirme los principios del régimen representativo e incluya una
Carta de Derechos Económicos y Sociales de los Ciudadanos (…) Autonomía y fortalecimiento
de los poderes Legislativo y Judicial y del poder municipal 4”.

El segundo punto fundamental que atraviesa el concepto de democracia imperante en las


élites políticas que llegaron al poder en 1958, está fuertemente vinculado con la
administración de la renta petrolera, para entonces percibida de los impuestos pagados
por las transnacionales radicadas en el país desde principios del siglo XX, y su
distribución entre los distintos sectores sociales. Es decir, la democracia debía
garantizar una justa inversión de los caudales de la renta pública para modernizar el
país, solventar los problemas sociales (salud, educación, vivienda), apoyar la industria

hegemonización de sus partidos en las instituciones del Estado. Aunque este acuerdo logró cierta
estabilidad política durante casi dos décadas, varios de sus puntos han sido cuestionados, en especial la
exclusión que hicieron del Partido Comunista de Venezuela (P.C.V), bajo el argumento de que esta
organización buscaba sustituir la democracia por una dictadura del proletariado. (Suárez, 2006, 21-45).
2
Movimiento de Organización Venezolana.
3
“Manifiesto-Programa de ORVE” en Suares Figueroa, Naudi (compiladora). Programas políticos
Venezolanos de la primra mitad del siglo XX. Tomo I, p. 144.
4
“Pacto suscrito el 31 de octubre de 1958 y Declaración de Principios y Programas Mínimos de los
candidatos a la Presidencia de la República en las elecciones del 07 de diciembre de 1958” en Consejo
Municipal del Distrito Federal, p.17.
nacional, entre otros aspectos. En 1959, Rómulo Betancourt definía su proyecto de la
siguiente manera:

cuando decimos que queremos instaurar un régimen democrático, es dándole a este


concepto un contenido más profundo que el que le asigna el liberalismo clásico. Para
nosotros régimen democrático significa efectividad de libertades públicas. Pero también y
fundamentalmente, modificación profunda de la organización económica del país y
democratización de la economía nacional .

También podría gustarte