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🌾-Señor mío Jesucristo, dos gracias te pido me concedas antes de mi muerte: la primera,
que yo experimente en vida, en el alma y en el cuerpo, aquel dolor que tú, dulce Jesús,
soportaste en la hora de tu acerbísima Pasión; la segunda, que yo experimente en mi
corazón, en la medida posible, aquel amor sin medida en que tú, Hijo de Dios, ardías
cuando te ofreciste a sufrir tantos padecimientos por nosotros pecadores.-
Y, permaneciendo por largo tiempo en esta plegaria, entendió que Dios le escucharía y que,
en cuanto es posible a una pura creatura, le sería concedido en breve experimentar dichas
cosas.
Animado con esta promesa, comenzó San Francisco a contemplar con gran devoción la
Pasión de Cristo y su infinita caridad. Y crecía tanto en él el fervor de la devoción, que se
transformaba totalmente en Jesús por el amor y por la compasión. Estando así inflamado en
esta contemplación, aquella misma mañana vio bajar del cielo un serafín con seis alas de
fuego resplandecientes. El serafín se acercó a San Francisco en raudo vuelo tan próximo,
que él podía observarlo bien: vio claramente que presentaba la imagen de un hombre
crucificado y que las alas estaban dispuestas de tal manera, que dos de ellas se extendían
sobre la cabeza, dos se desplegaban para volar y las otras dos cubrían todo el cuerpo.
Ante tal visión, San Francisco quedó fuertemente turbado, al mismo tiempo que lleno de
alegría, mezclada de dolor y de admiración. Sentía grandísima alegría ante el agraciado
aspecto de Cristo, que se le aparecía con tanta familiaridad y que le miraba tan
amorosamente; pero, por otro lado, al verlo clavado en la cruz, experimentaba desmedido
dolor de compasión. Absorto en esta admiración, le reveló el que se le aparecía que, por
disposición divina, le era mostrada la visión en aquella forma para que entendiese que no
por martirio corporal, sino por incendio espiritual, había de quedar él totalmente
transformado en expresa semejanza de Cristo crucificado.
🫀-¿Sabes tú -dijo Cristo- lo que yo he hecho? Te he hecho el don de las llagas, que son las
señales de mi Pasión, para que tú seas mi portaestandarte. Y así como yo el día de mi
muerte bajé al limbo y saqué de él a todas las almas que encontré allí en virtud de estas mis
llagas, de la misma manera te concedo que cada año, el día de tu muerte, vayas al
purgatorio y saques de él, por la virtud de tus llagas, a todas las almas que encuentres allí
de tus tres Ordenes, o sea, de los menores, de las monjas y de los continentes, y también
las de otros que hayan sido muy devotos tuyos, y las lleves a la gloria del paraíso, a fin de
que seas conforme a mí en la muerte como lo has sido en la vida.-
en el mundo somos conocidos con un nombre muy particular, que revela esta misión, no
somos conocidos como musulmanes o judiós o budistas, sino como cristianos, como otros
Cristos en el mundo, extendiendo la misión de mostrar amor y misericordia.
El día de hoy recordamos un evento importante no solo para nosotros los franciscanos, sino
para toda la Iglesia, y es que alguien alcanzó esa cristificación de manera plena y total. san
Francisco en su amor por Cristo se ha transformado en otro Cristo, no solo de manera
espiritual, sino físicamente, en su cuerpo lleva las marcas de la Pasión de Jesús.
El amor de Francisco quiso compartir todo con aquel a quien amaba, nosotros como
cristianos queremos compartir con Cristo solo lo bueno, solo los milagros, las curaciones,
las alegrías porque vemos a Dios como el genio de la lampara que está para concedernos
milagros solamente porque es bueno.
Pero Francisco comprende que Jesús es también un ser humano y que ha experimentado
momentos de dolor y angustia, de abandono y soledad, de desilución, y no quiere que los
viva solo, es por eso que en la locura de comprender el sufrimiento de Jesús le pide que lo
deje compartirlo, que lo deje experimentarlo.
Debemos comprender que Jesús es humano como nosotros, que siente y sufre, el problema
es que no lo vemos así, entonces es imposible que sintamos por él amor y compasión,
porque pensamos que no siente, que no sufre, que en verdad no ama.