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Por Raymond S. Moore y Dorothy N. Moore, Editorial Unilit, 1995 - ISBN 1-56063-900-8
PRIMERA PARTE
Presenta una recopilación de más de cien estudios científicos, que comprueban que es mucho más ventajoso para
un niño, ser educado por sus padres en casa y no iniciar la escuela hasta entre los ocho y los diez años de edad.
Introducción
En la introducción, los autores explican que este libro es el resultado de un proyecto de investigación,
incentivada por el hecho de que "...Investigaciones realizadas por neurólogos y psicólogos habían sugerido que
el cerebro del niño normal no está listo para programas sistemáticos de aprendizaje hasta que el niño alcanza
ocho a diez años de edad. Algunos especialistas aun dudaron si se debe forzar al niño a asistir a la escuela."
La propia investigación de los Moore, y cientos de estudios científicos consultados por ellos, comprobaron este
resultado. En conclusión, los Moore llegaron a definir el NMI (Nivel de madurez integrada) como medida para el
momento cuando el niño está listo para asistir a la escuela. "Investigaciones realizadas por neurólogos y
psicólogos sugieren que el cerebro del niño normal no está listo para programas sistemáticos de aprendizaje
hasta que el niño alcanza ocho a diez años de edad."
- Los padres quieren tener su libertad, o dicen que "tienen demasiado que hacer". Entonces, es una pregunta de
los valores que mantienen los padres: ¿Quién o qué tiene la prioridad: la libertad de los padres o el bienestar
de los niños?
- Los profesionales insisten que el niño necesita la experiencia preescolar. Pero tales personas hacen una
suposición equivocada: suponen que el niño preescolar requiere la estimulación de un programa que tiene el
estilo de una escuela. (Las amplias investigaciones expuestas más adelante demuestran que esta suposición es
muy equivocada.)
- Hay muchos intereses escondidos detrás de la educación preescolar: inversiones gubernamentales, intereses
comerciales, presión de sindicatos y otros grupos, etc.
Al mismo tiempo, investigadores prominentes en educación, psicología y salud, se quejan de que los
planificadores y legisladores en educación, ¡simplemente no toman en cuenta los resultados de sus
investigaciones!
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Este capítulo discute varios casos en Estados Unidos donde se pasaron leyes acerca de la educación temprana
de los niños, simplemente por razones políticas. Otros se basaron en investigaciones mal interpretadas. Por
ejemplo, se comparó un grupo de niños que vivían en un orfanatorio, con un grupo de niños que fue sacado del
orfanatorio para asistir a un jardín. Este último grupo se desarrolló mejor. "Por lo tanto, se dedujo que tal
instrucción es buena para todos. Esto es como si uno dijera que si se puede ayudar a un niño, quitándole de las
calles frías en invierno y dándole una carpa cálida, se deben proveer carpas cálidas para todos los niños,
cuando obviamente la mayoría de los niños ya tienen viviendas aún mejores."
Tenemos que contestar que en general ni las mejores escuelas se comparan de forma favorable con un buen
hogar.
Algunos niños se dan cuenta de que su colocación en un jardín representa un rechazo por parte de sus padres. Y
en muchos casos ellos tienen la razón.
En un preescolar, una relación cercana con un adulto es virtualmente imposible para todos los niños, en especial
en las demostraciones personales de cariño que cada niño pequeño necesita.
Separar a los niños de esta edad de los padres, por lo general causa inseguridad en los niños.
Al enviar a sus hijos lejos de la casa, los padres exponen a sus hijos a influencias que no pueden controlar. ... Al
pasar el tiempo, no hacen caso a sus padres o los rechazan.
En un período cuando los padres se deben esforzar por mantener la vida del niño calmada, sencilla y
ordenada, muchas veces la educación preescolar complica su vida con el apuro, la transportación diaria y el
estímulo fuerte de un grupo cuando él no tiene suficiente madurez para hacer frente a más de unos pocos niños
a la vez.
La competencia con otros niños de su misma edad por los juguetes y el espacio, así como en habilidades físicas y
mentales, producen tensión en los niños pequeños.
5. Desarrollando lazos
Para el niño, el éxito personal depende en gran medida de un ambiente estable, previsible y consecuente en los
primeros años. Por eso, no se debe dejar al niño repentinamente en situaciones grupales. Se le debe dar tiempo
para conocer nuevas personas y nuevos lugares gradualmente mientras que mantiene sus lazos básicos, sanos e
invariables con su hogar. Lo que más necesita el niño es estar integrado felizmente a una familia que le
responde cálidamente. La mayor parte de la instrucción temprana se ocupa en entender al niño en vez de
establecer habilidades académicas.
John Bowlby sugiere que la calidad del cuidado que los padres proveen al niño en los primeros años, predecirá
su salud mental en el futuro. El nota que el niño pequeño debe experimentar una relación calurosa, íntima y
continua con su madre (o sustituto permanente de la madre) en la cual ambos encuentran satisfacción y placer.
Cuando el niño no tiene esta relación, se dice que está en desventaja maternal. La falta parcial, después trae la
ansiedad aguda, una necesidad excesiva de amor, sentimientos poderosos de venganza, y de este último surge
un amplio sentido de culpabilidad y depresión. Los niños de cinco a ocho años de edad que ya tienen la
tendencia hacia problemas emocionales, fácilmente pueden ponerse mucho peor por una experiencia de
separación.
Mary Ainsworth examina la necesidad del niño con referencia a la suficiencia de su interacción con la madre, la
calidad de esta interacción, y su continuidad. Cuando cualquiera de estos factores se encuentra débil si se
rompe la continuidad, se tiene que considerar al niño desventajado.
Allan S.Berger, un especialista en los asuntos relacionados con las guarderías: "Las fuentes principales de
ansiedad en los primeros años son: la pérdida de los padres o la separación de ellos."
Glen Nimnicht, que fue un psicólogo principal para Head Start, fue un proponente ardiente de la escolaridad
temprana. Pero, después de experimentar en Head Start, él concluyó: "No hay evidencias de que un niño
pequeño necesita asistir a guarderías para infantes. Tengo la impresión de que si el niño de edad preescolar
juega con su madre por lo menos veinte minutos diarios, le sirve tanto como tres horas en un salón de clase."
"Si el niño de edad preescolar juega con su madre por lo menos veinte minutos diarios, le sirve tanto
como tres horas en un salón de clase."
En Uganda, Marcelle Geber examinó más de trescientos bebés que provinieron de familias pobres. En estas
familias las madres se enfocaron en los niños, acariciándolos, abrazándolos. También hablaban a sus pequeños.
A estos niños se les encontró superiores a los niños americanos, no solamente en términos de la seguridad
emocional, sino también en su madurez psicológica, su coordinación, adaptabilidad, sociabilidad y habilidades
de lenguaje.
El niño tiene que saber que pertenece a alguien quien a la vez le pertenece a él. Raramente él en realidad
goza el ser uno en un salón lleno de niños donde todos pertenecen al maestro.
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Una de las mayores necesidades del niño es la soledad. Él tiene que pasar tiempo solo para resolver y
dramatizar sus propias fantasías. Para él, un palito en una caja de arena puede ser una persona. Una flor
puede ser algo que habla... Déjelo solo para dramatizar sus visiones y sus sueños. ... Recordamos intensamente
esta necesidad de tener soledad, en una entrevista reciente con el encabezado de un seminario ofrecido para
los maestros de los kibutz en Israel:
"Muchos de los niños que crecieron en el kibutz dicen que ellos no tuvieron oportunidad para la soledad cuando
fueron niños. Siempre todo fue el grupo, el grupo. ... Y cuando se hacen cosas en grupo, siempre opera la ley
del más fuerte, igual como con los perros, gatos, y aun caballos en el corral. Y siempre hay una víctima
propiciatoria. Una vez que tú llegas a ser la víctima propiciatoria en el hogar de niños, también lo eres en la
escuela. No hay oportunidad de escapar."
Para los niños, una persona y una cosa a la vez es una buena regla para la mayor parte del día. Ellos necesitan
tiempo para aprender a relacionarse con poca gente que son importantes para ellos - normalmente su familia o
aquellos con quienes viven.
Los niños no aprenden fácilmente si temen al fracaso, y este miedo es natural si no están listos. ... Al intentar
estas lecciones demasiado temprano, muchas veces resulta que el niño experimenta fracaso y frustración junto
con una pérdida de interés en aprender.
La doctora Anneliese Pontius, psiquiatra de la Universidad de Nueva York, llegó a convencerse de la real
posibilidad de crear ansiedad, frustración y comportamiento delincuente al iniciar a los niños en la escuela antes
que estén listos. Ella concluyó que estamos empleando demasiado tiempo en las habilidades básicas a edades
tempranas, cuando debemos desarrollar cualidades de carácter sano. "Iniciar a los niños en la escuela antes
que estén listos, puede crear ansiedad, frustración y comportamiento delincuente."
Una de las mejores maneras en que los padres pueden fomentar el desarrollo social de sus hijos, es llegar a
involucrarse con ellos en los quehaceres y actividades diarias del hogar. ... Los niños aprenden como trabajar y
como relacionarse con el trabajo.
El cerebro:
La división de la labor entre los dos lados del cerebro probablemente se establece entre los siete y nueve años
de edad. Antes de este tiempo, el razonamiento del niño está dominado por sus emociones. Pero la habilidad
de razonar de manera consecuente, es básica para aprender a leer, dominar la aritmética, y deletrear. Intentar
hacer madurar el cerebro más rápidamente por medio de la estimulación, parece al contrario involucrar más
riesgo para el niño pequeño.
Jean Piaget concluyó que no se debe apurar el cerebro del niño pequeño en el proceso del aprendizaje. Al
contrario, se le debe dar tiempo y el mejor ambiente posible para que pueda desarrollarse. (El mejor ambiente
no es el ambiente formal de la escuela, sino un ambiente natural y libre.)
La vista:
Los niños de seis años o menos con frecuencia no pueden ver lo suficiente para leer bien. Se nota esto también
en niños de siete años. ... Este proceso de percepción visual es extremadamente complejo. Para entender lo que
lee, el niño necesita tener habilidad para conectar nuevos pensamientos con lo que ya aprendió. Luego tiene
que recuperar de la memoria lo que ya aprendió con anterioridad, e integrarlo con la nueva información. ...
Para que un niño lea bien, tiene que poder visualizar las formas de las letras y las palabras. Para hacer esto,
tiene que poder razonar su estructura y retenerla en la mente... Hasta que él pueda razonar de esta manera, no
puede leer sin estrés. Y este proceso de razonar no empieza a ser consecuente hasta alrededor de los ocho años
o después.
El famoso filósofo americano John Dewey citó especialistas oculares al notar que los ojos de los niños son hechos
primeramente para ver a una distancia, o para ver objetos grandes. Obligar al niño a algún trabajo cercano o
en objetos pequeños, él razonó, crearía más estrés nervioso de lo que es necesario. Estimó que no se debe pedir
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a los niños que hagan estos movimientos refinados e incómodos hasta que tengan alrededor de los 8 años. De
otro modo, habrá un registro lamentable de sistemas nerviosos perjudicados y de trastornos y distorsiones
musculares.
Hasta los ocho o nueve años, el tejido del ojo del niño pequeño es más suave o más plástico que los ojos que son
más maduros. Hasta que el ojo del niño se haya movido más allá de esta etapa de plasticidad, no debe leer
mucho.
En el estado de Texas, entre 1907 y 1972, la edad para entrar a la escuela se había bajado gradualmente de
los ocho a los seis años. Durante este mismo tiempo, se observó un aumento gradual y alarmante de la miopía en
jóvenes.
El oído:
El proceso de leer depende también de las capacidades auditivas. Un niño tiene que poder distinguir entre
sonidos similares como "p" y "b". Pero algunos niños no pueden distinguir sonidos parecidos hasta los ocho años
de edad.
8. Aprendiendo a razonar
"Los niños de nueve años que nunca antes habían asistido a la escuela, hicieron tan bien como los que tenían tres
años de instrucción en la escuela." Se compararon sesenta niños de las edades entre 6 y 9 años, de origen
afro-americano del condado de Prince Edwards de Virginia, una comunidad que por cuatro años no había
tenido escuelas públicas, con otros niños de la misma edad con un nivel socio-económico parecido, los cuales
habían recibido instrucción formal en la escuela. ... Los de nueve años que nunca antes habían asistido a la
escuela, hicieron tan bien como los que tenían tres años de instrucción en la escuela.
El psiquiatra J.T.Fisher ... empezó la escuela a los trece años y terminó la secundaria a los dieciséis años. Se
sentía "desilusionado más tarde cuando descubrió que esto no demostró que él fue un genio". Más bien, él tuvo
que aceptar lo que dijeron los psicólogos, que "han demostrado que un niño normal que inicia su educación
académica en la adolescencia, pronto puede llegar al mismo punto de progreso al cual hubiera llegado si
hubiera iniciado la escuela a los cinco o seis años de edad".
Los informes sobre los experimentos de Piaget indican que algunos jóvenes no llegan a razonar de manera
consistente casi hasta que cumplen los once años. Según Piaget, las decisiones que involucran una combinación de
varias ideas "no ocurren fácilmente hasta los once o doce años de edad".
9. Comparando los niños que comenzaron temprano con los que comenzaron tarde
Inés King estudió dos grupos de niños en Oak Ridge, Tennessee, comparando 54 niños que entraron a la escuela
entre los cinco años ocho meses y los cinco años once meses, con 50 niños que empezaron seis meses después.
Aunque había solo una diferencia de seis a nueve meses, King encontró que de once que (más tarde) repitieron
grado, solo uno había iniciado la escuela después de los seis años de edad. Por otro lado, 19 niños y 16 niñas
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del grupo que empezó temprano, parecieron inadaptados en alguna forma, mientras que solo 3 niños y 3 niñas
del grupo de mayor edad se consideraron inadaptados.
Los entrantes de más edad se juzgaron más alto en el liderazgo que los de menor edad. En efecto, el niño que
se queda en la casa con su madre y comparte las tareas del hogar, parece desarrollar más su autoestima y su
sentido de responsabilidad, junto con otros valores que los niños que van a la escuela a una edad temprana no
comparten.
Durante los 1950 y 1960, Paul Mawhinney y otros psicólogos... decidieron hacer un experimento para introducir
a los niños de cuatro y cinco años en la escuela. Durante 14 veranos, llevaron a cabo un programa especial de
pruebas para seleccionar a los entrantes tempranos. Los padres literalmente pelearon para que sus niños fueran
aceptados... Al final de un período de 14 años, Mawhinney y su personal encontraron lo siguiente: "De los
niños que iniciaron la escuela a los cuatro o cinco años de edad, a casi tres de cada cuatro les faltaban
completamente las habilidades para el liderazgo cuando terminaron la secundaria."
Resultó que casi una tercera parte de los que comenzaron temprano en la escuela no se ajustaron bien.
Se concluyó que sólo un niño de cada veinte fue líder destacado al finalizar el experimento.
Se consideró que a casi tres de cada cuatro les faltaban completamente las habilidades para el liderazgo.
En Montclair, Nueva Jersey, John Forester, quien había sido administrador de las escuelas públicas por veinte
años, estudió 500 niños desde el jardín hasta la secundaria. Encontró que los niños que eran muy listos pero muy
jóvenes al iniciar la escuela, no alcanzaron su potencial completo. Tenían la tendencia de ser inmaduros física o
emocionalmente, y lloraban con facilidad. En su aspecto social raras veces demostraron habilidades de
liderazgo. Desde la secundaria en adelante, 50% de ellos lograron solo calificaciones de "C" (en un sistema A-
F). Por otro lado, los niños que eran listos pero entraron más tarde, sobresalieron durante toda su carrera.
En las guarderías diurnas, si hay ocho a diez niños para cada adulto que los cuida, aumentan astronómicamente
los problemas de niñez. Aun cuando hay cinco niños por adulto, puede ser que el niño sea despersonalizado y su
personalidad no se desarrolle normalmente.
"Algunas madres tienen que trabajar para ganarse la vida. Generalmente sus niños salen bien porque se hacen
arreglos razonables para su cuidado. Pero otros crecen descuidados y mal ajustados. Al final, el gobierno
ahorraría más dinero si pagara un estipendio cómodo a todas las madres con niños pequeños porque de otro
modo tuvieran que trabajar. No es lógico dejar que las madres trabajen haciendo vestidos en una fábrica o
golpeando las teclas de una máquina de escribir en una oficina, mientras que pagan a otras personas para
hacer un trabajo inferior a lo que ellas podrían hacer criando a sus hijos."
SEGUNDA PARTE
Presenta sugerencias para la educación y estimulación temprana de los niños en casa.
Juguetes:
La mayoría de los juguetes se pueden hacer en casa; pero que sean de buena calidad y sanos.
Ladrillos lisos de plástico o madera sin pintura; una pelota suave; un animal o muñeca rellena que se pueda
lavar.
Una taza y una cuchara para hacer ruidos, etc.
Actividades y oportunidades:
Hablarle de manera sencilla y significativa; cantar canciones sencillas
Llevarlo a un lugar protegido en el patio o al aire libre.
Mirar dibujos sencillos
Enseñarle las partes de su cuerpo
Necesidades de la edad:
Un cuidado consecuente, caluroso y amoroso; con libertad controlada.
Enseñarle a enfrentar las dificultades según su habilidad.
Nunca dejar que no haga caso.
Llevarlo al parque para correr, trepar y explorar.
Actividades y oportunidades:
Que ayude con cosas sencillas en la casa (a menudo quiere ayudar), junto con los padres.
Juegos sencillos como el escondite.
Explorar la naturaleza.
Leerle historias verdaderas (no cuentos de fantasía o absurdos).
Juguetes:
Necesita actividad vigorosa (árboles para trepar, etc.)
Juguetes que les ayuden a imitar el mundo de los adultos (jugar a la tienda, a la casa, etc.)
Pintura que se aplica con el dedo.
Actividades y oportunidades:
Hablarle claramente y bien.
Trabajar juntos en la cocina; a la vez enseñar sobre alimentación etc.
Sembrar y cosechar; cuidar animales domésticos.
Excursiones en familia.
Juguetes:
Bicicleta, patines, ...
Cuidar su propio animal
Coleccionar objetos
Actividades y oportunidades
Sobre todo, aprender el trabajo útil (junto con los padres).
Que repita porciones de cuentos escuchados, o relate experiencias propias.
Memorizar versículos sencillos.
Que aprenda a ser un buen anfitrión para visitas.
Aprender sobre el funcionamiento del cuerpo humano.
Juguetes:
Cometas, trompos, canicas...
Juegos de mesa
Recortar figuras de papel, etc.
Actividades y oportunidades
Aprender a hacer más trabajos útiles, a cómo usar herramientas
Acampar juntos
Cocinar
Administrar el dinero sabiamente
Aprender por medio de libros
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Aprender cómo cuidar a enfermos
Resumen y recomendaciones
"Los padres que favorecen la educación preescolar, de todos modos deben considerar si son consecuentes. El
mismo padre que se preocupa por su niño en los primeros años por temor a que se lastime o reciba malas
influencias, le envía al preescolar con poca vacilación o preocupación por su seguridad mental, moral o física.
No es sorprendente entonces que muchos niños se lastiman por la ignorancia e indiferencia de sus padres.
El asunto más grande entonces no es, '¿Enviaré a mi niño a la guardería?' sino, '¿Quién controlará la mente y los
pensamientos de mi niño? ¿Continuará la familia como una unidad básica de nuestra sociedad? ¿Cuánto tiempo
durará nuestra sociedad sin la familia?’... Despertar en los padres una conciencia de la primacía de las
necesidades de sus niños, es probablemente el desafío más grande de la década."