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OCHMAN, Marta. (2006). “La reconfiguración de la ciudadanía.

Retos del globalismo y la


posmodernidad”. Tecnológico de Monterrey campus Estado de México.

ciudadanía republicana
introducción
La ciudadanía es uno de los conceptos de la teoría política que más ha penetrado el
discurso cotidiano de los individuos e instituciones sociales, creando de esta forma una gran
distancia entre el "ser y el deber ser". El resultado es que, como afirma Shuck, el concepto
de ciudadanía es un concepto vacío de un sentido adscrito; marco que cada quien llena con
el contenido que quiere o que necesita. Los significados cambian si la palabra ciudadanía
aparece en el contexto de obligaciones y derechos, de identidad o de la democracia (...) Y
es así, porque el estudio de ciudadanía ofrece herramientas teóricas y analíticas para
abordar el problema de la justicia, la inclusión y la participación de los individuos en el
gobierno.
La indefinición teórica del concepto de la ciudadanía tiene como consecuencia la dificultad
para delimitar el problema de estudio. La mayoría de las aportaciones no ofrecen teorías
explícitas de la ciudadanía, sino análisis de temas afines, que permiten reconstruir la
conceptualización subyacente de lo que significa ser ciudadano. Los problemas para
delimitar el concepto inician con las definiciones fundamentales, que pretenden ser
suficientemente amplias para sintetizar posturas teóricas contradictorias. La mayoría de las
definiciones identifica la ciudadanía con la existencia de condiciones mínimas que
garanticen a los individuos la posibilidad de actuar como sujetos libres e iguales.
De esta forma se plantea que la ciudadanía es el disfrute de un conjunto de derechos y
luchas por el poder, que han existido en comunidades histórica y territorialmente definidas.
En estas interpretaciones, ser ciudadano es sinónimo de luchar por el reconocimiento más
que el reconocimiento mismo, y el concepto de la sociedad civil se asimila al de ciudadanía.
El problema fundamental de esta complejidad reside en que actualmente se plantea la
necesidad de redefinir el concepto de la ciudadanía para ajustarlo a las condiciones del
mundo posmoderno y globalizado. El término de posmodernidad se usa para referirse al
contexto social e intelectual que refleja una crisis profunda de los principios de la
modernidad, sin necesariamente rechazar su proyecto, la posmodernidad significa la crisis
de los grandes relatos emancipadores y por ende la crisis de la legitimidad (...). La crisis de
los grandes relatos se traduce en la disolución del lazo social y el paso de las colectividades
sociales al estado de una masa compuesta de átomos individuales lanzados a un absurdo
movimiento browniano.
La crisis de los grandes relatos ha provocado la fragmentación de la percepción acerca del
mundo y de nuestra propia personalidad. Ya no existe un elemento rector, capaz de dar la
unidad a las cosas (...). Es cuando la ciudadanía adquiere adjetivos variados: ciudadanía
cultural, de género, ecológica, sexual, multicultural, flexible; el concepto se diversifica y
pierde la capacidad de dar una sola respuesta al problema de la representación y
participación en la política.
El contexto de la posmodernidad está estrechamente vinculada con la globalización y el
debilitamiento de la soberanía nacional. Probablemente el concepto que mejor integra estas
dos nociones es la "segunda modernidad" de Beck. La "primera modernidad" se construyó
en el escenario del Estado nacional, encargado del proceso de industrialización, pero
también de la protección de las formas de vida nacionales. La "segunda modernidad" tiene
por escenario al mundo interconectado gracias a la tecnología y el mercado global.
El libro tiene dos objetivos: sistematizar las conceptualizaciones de la ciudadanía en la
posmodernidad y demostrar la insuficiencia del comunitarismo para la teoría de la
ciudadanía. Como señala el autor, en el discurso actual el concepto de la ciudadanía viene
acompañado de múltiples adjetivos (...). La propuesta del autor es simplificar la clasificación
teórica a tres grandes modelos: el republicano, el liberal y el comunitarista.
El punto de partida de la presentación de los tres modelos es la definición de la ciudadanía
como una relación entre el individuo y el poder político, que se expresa en tres ámbitos: los
derechos, las prácticas y la identidad. El autor enfatiza que los tres modelos presentan una
visión coherente de cómo se realiza la ciudadanía a través de los derechos, las prácticas y
la identidad; en este sentido, definiendo que cada uno de los modelos es no solamente
autónomo, sino también autosuficiente.
La conceptualización republicana es considerada como el modelo más antiguo y el más
exigente en cuanto a las competencias y las actitudes de los sujetos sociales. El
republicanismo actual se reconoce tanto en las formulaciones clásicas sobre la polis griega,
como en las reflexiones teóricas que acompañaron el nacimiento del Estado europeo
moderno y la Revolución francesa. Algunos consideran que la excesiva idealización del
ciudadano republicano constituye hoy en día un obstáculo, más que un camino, para las
sociedades en transición hacia la democracia (...). La reconstrucción de la República no es
un ideal, sino una necesidad para lograr el control sobre los procesos de la globalización,
que por su creciente complejidad se escapan de la acción del ser humano.
En esencia, el republicanismo busca recuperar la centralidad del espacio público político y
revertir de esta forma la creciente privatización de la vida social. La virtualidad del
espectáculo y la privatización de la esfera pública, del ágora en términos de Bauman, le
quita sentido a la acción ciudadana: somos cada vez más libres de expresarnos, pero no
tenemos con quién dialogar; podemos oponernos al poder opresor con mayor impunidad,
pero no sabemos dónde reside la opresión.
El autor define cuatro puntos nodales que definen la conceptualización republicana: el
postulado de la política como fin en sí mismo, la centralidad del concepto del bien común, la
importancia de la ciudadanía activa, y el principio de igualdad sustancial. El elemento
esencial de la ciudadanía republicana es conceptualizar lo político como el fin en sí mismo,
la realización plena del principal atributo humano: la libertad. Aristoteles: define los
fundamentos de lo que el republicanismo entenderá por político: la capacidad de deliberar
sobre el sentido de lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo, lo conveniente y lo dañino;
capacidad exclusiva de los seres humanos gracias a su racionalidad, que se expresa a
través de la palabra.
Tradicionalmente se identifica el republicanismo con la separación radical entre lo público y
lo privado, y el lugar privilegiado de la esfera pública. Lo privado es identificado con
intereses egoístas. El espacio público es el espacio de la participación. Lo público es el
espacio del deber y sacrificio, solamente ahí es posible realizar las virtudes ciudadanas.
Para el ciudadano republicano es, de hecho, un requisito deshacerse de las lealtades
familiares y sociales cuando entra en lo público. Por ello, son dos esferas radicalmente
separadas: la comunidad política surge cuando se destruyen los lazos de identidad grupal,
estamental o tribal. Aquí es importante considerar que para el republicanismo lo público
debe ser fundamentalmente político, no social. El republicanismo plantea que lo político
implica el cumplimiento de reglas cívicas iguales para todos los ciudadanos, no una cortesía
entre buenas personas, distinción muy importante (...). Así el republicanismo retoma la
antigua afirmación aristotélica de que un buen ciudadano no es lo mismo que un hombre
virtuoso, que la virtud ciudadana- saber mandar y obedecer- es propia de la relación entre
iguales.
A diferencia del republicanismo de la modernidad, que buscaba principalmente la
homogeneización de los individuos que concurrían al espacio público, el republicanismo
posmoderno pone énfasis en la pluralidad de las personas y enfatiza el hecho que sólo la
existencia de la política permite manifestar nuestra particularidad no como un asunto
privado, sino como un valor que debe ser públicamente reconocido.
Es mediante la acción y el discurso como construimos la interpretación de nuestro interés,
otra vez entendido en su significado etimológico como lo que "está entre": la realidad del
mundo que está entre los individuos. De esta forma, el debate público, la deliberación y el
espacio de la opinión pública son para el republicanismo mecanismos indispensables para
la realización de lo político. Lo característico del republicanismo es entonces no la negación
de la pluralidad y el conflicto, sino la confianza que éste puede- y debe- ser resuelto en el
ámbito de lo político
El republicanismo siempre se preocupó sobre todo por la libertad positiva- ser libre de la
necesidad y la dominación- como condición de la autonomía individual, que a su vez era
indispensable para que el individuo tomará las decisiones racionales. Para el
republicanismo, la racionalidad política implicaba la independencia material, social e
intelectual, el mercado destruye la ciudadanía activa, y por ende es necesaria una
administración de lo económico, que promueva la distribución de riqueza, no como ámbito
de la justicia, sino como la condición de la existencia de la virtud ciudadana.
Patman ofrece una interpretación republicana de la ciudadanía y de la igualdad económica,
Igual que Beiner, construye su argumento no sobre el principio de la justicia, sino del
derecho de la autodeterminación. El asegurar una cierta igualdad económica durante toda la
vida de cada ciudadano no es cuestión de políticas sociales, sino es un medio de regresarle
la centralidad a la participación política.
pero el mismo contexto posmoderno constituye también un fuerte impulso para los
planteamientos neo republicanos, que buscan resolver los problemas actuales a través de la
reconstrucción de la centralidad del espacio político, el republicanismo que nace con el
proyecto de la modernidad se preocupó más por el problema de gobernabilidad, que por la
participación activa de los ciudadanos o por la representación de sus intereses. Para marcar
su distancia con el republicanismo de la modernidad, Touraine parece rechazar el discurso
mismo de la ciudadanía y lo sustituye con el concepto de "sujeto", central para su teoría de
la democracia, como respuesta a la excesiva mercantilización y comunitarización de la vida
social. El concepto de sujeto pretende separarse de las corrientes dominantes de la teoría
de la ciudadanía: el republicanismo, el liberalismo y el comunitarismo, al mismo tiempo que
sintetiza las aportaciones más importantes que éstas han formulado en su diálogo/debate
sobre la ciudadanía: la solidaridad cívica, la libertad personal y la diferencia cultural.
el sujeto, es entonces, el individuo libre en el sentido que Arendt le da a la acción: capaz de
realizar un nuevo inicio; es "libertad, liberación y rechazo"

CONCLUSIONES
La ciudadanía republicana es un modelo que surge ante la problemática de que el concepto
de la ciudadanía se limita a identificar a que el ciudadano es sólo disfrutar un conjunto de
derechos, viéndose privatizado es espacio público con la modernidad y la globalización, es
decir, que se buscaba la homogeneización de los individuos que ocupan este espacio.
Entonces, el republicanismo busca separar lo privado de lo público, busca asegurar cierta
igualdad económica y reconstruir el espacio público, así, el republicanismo posmoderno se
preocupa entonces por qué los ciudadanos tengan una participación activa y de la
representación de sus intereses

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