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FACULTAD DE HUMANIDADES
Licenciatura en Letras
Seminario de Literatura Argentina “Relatos Argentinos”
Abstract
En el presente trabajo, mi intención es hacer un recorrido por el género gauchesco
contraponiendo: por un lado, su construcción en el siglo XIX y por otro lado la
deconstrucción o (trans)formación del género en las nuevas literaturas contemporáneas del
siglo XXI. Esto a partir del análisis de tres ejes: En primer lugar, “Personajes-Héroes: en vías
de un anti-héroe”. En segundo lugar, “Tensión en el lenguaje: de lo canónico a lo no-
canónico” y en tercer lugar, “Un recorrido crítico: la problemática de los sujetos marginales
de cada época”.
Así, mi objetivo será centrarme en la figura del gaucho. Por un lado su construcción como
héroe, la cual marcó los valores-subjetividades de la sociedad argentina, a partir de El gaucho
Martín Fierro (1872) de José Hernández. Por otro lado, en pos de mostrar cómo las
marginalidades trazan el lugar que les corresponde en la literatura, examinaré el nuevo
antihéroe, un pibe chorro villero que roba por necesidad, de El guacho Martín Fierro (2011)
de Oscar Fariña. Para, finalmente, concluir analizando la nueva heroína mujer, travesti, villera
que predica la palabra eclesiástica en los bajos fondos de la villa en La Virgen Cabeza(2009)
de Gabriela Cabezón Cámara.
Palabras Claves: Canon, Reescritura, Gauchesca, Villeros
1 Monografía realizada para la finalización del cursado del Seminario de Literatura Argentina “Relatos
Argentinos” cursada en el segundo cuatrimestre del año 2020, aprobada el 30/11/2020
política, los sujetos mismos. Todo se encuentra en un cambio rápido, en especial si nos
paramos en este siglo y giramos la mirada hacia dos siglos atrás. Entonces, cuando la sociedad
cambia ¿qué sucede si las instituciones que ordenan los vínculos que tenemos entre sujetos no
lo hacen?. Las instituciones regulan nuestra forma de pensar y de desenvolvernos en el
mundo, el poder se construye y opera a través del lenguaje: lo que escuchamos, lo que vemos,
lo que leemos, regulan y ordenan la relación que tenemos entre sujetos. Por medio de procesos
de subjetivación, ciertos dispositivos manejan los modos de conducta de las subjetividades a
través de conceptos como la moral, la ética, los valores.
Así, a partir de los relatos con los que se elige narrar una nación, es que la misma se
construye: el canon nacional argentino crea un imaginario simbólico que sienta las bases de la
identidad y la memoria del ciudadano ilustre y lo consolida: un hombre nacional debe ser
masculino, fuerte, heteronormativo, productivo. El sujeto debe tener como pilar los valores de
familia, religión y patria. Asimismo, el canon no solo construye a partir de lo que elige, sino
también de lo que deja fuera, lo que oculta, lo que silencia. Íntimamente relacionado con el
poder, funciona así como un dispositivo: tiene capacidad de controlar, modelar, determinar,
orientar, asegurar las conductas, las formas de ser y estar en la sociedad, las opiniones y los
discursos de los sujetos. Crea subjetividad e interfiere en aquellas que por algún motivo se
salen de la norma, que no entran en los parámetros de Ser Nacional.
Así, luego de que Leopoldo Lugones y Ricardo Rojas trazaran una línea canónica en la
literatura argentina con el Martín Fierro, comenzó a delinearse el sujeto nacional argentino
por excelencia. Esto queda en evidencia cuando, aunque no todos han leído las aventuras del
gaucho héroe nacional, se conocen -en forma de memoria colectiva- los versos “los hermanos
sean unidos,/ porque esa es la ley primera”(174:1872), entonces, el imaginario social y
público trazan sus valores gracias al canon.
Ahora bien, tomando las palabras de Eloy Martínez en “El canon argentino”(1996),
podemos entender que es cada lector el que va elaborando su propio canon a lo largo de su
vida, con sus propias lecturas, con su biblioteca. Pienso que en la literatura contemporánea
argentina esas bases del devenir sujeto nacional han cambiado, puesto que la sociedad misma
ha cambiado, y exige que los valores se transformen. Los sujetos buscan desubjetivarse,
deconstruirse, formarse en colectivo, y para ello, reclaman una literatura que lxs acompañe.
Así, son las marginalidades Otras -las mujeres, las clases sociales empobrecidas, la comunidad
LGTBIQ+, los pueblos originarios- las que toman el lugar que les corresponde y alzan su
propia voz en este nuevo, -si se quiere y en base a la idea de Martínez- canon.
Es precisamente esclarecer esta idea lo que buscaré plasmar en este trabajo, por lo mismo,
haré un recorrido que parte desde el género de la gauchesca de la literatura nacional argentina,
y analizaré el caso de la reescritura del canon y las nuevas literaturas contemporáneas del
siglo XXI. Para ello, tomaré las obras El gaucho Martín Fierro (1872) de José Hernández, El
guacho Martin Fierro (2011) de Oscar Fariña, y La virgen cabeza (2009) de Gabriela
Cabezón Cámara. A partir de dichas obras, separaré el trabajo en tres ejes, en primer lugar, en
el cambio de personajes-héroes, en segundo lugar, la tensión entre el lenguaje canónico y el
no-canónico, y, en tercer lugar, en la crítica al sistema opresor, aquellas problemáticas que
atraviesan a los sujetos marginales de cada época; en pos de mostrar cómo las marginalidades
trazan el lugar que les corresponde en la literatura. Esto, con el objetivo de, como mencioné,
desubjetivarse, reinventarse, hacerse un lugar en la lucha por el poder interpretativo,
apropiándose de un espacio de intervención simbólica.
Esta identidad que oscila y fluye entre los géneros hegemónicos comienza a hacerse
espacio y a tomar voz en la literatura contemporánea, una voz que transgrede y rompe con la
norma establecida, con el status quo, una protagonista, que al igual que el guacho Martín,
sobrevive al sistema. Héroe-heroína, que asimismo es anti-héroe-anti-heroína, que habla sobre
la religión, la sexualidad, el placer, el goce, y el estrato social al que pertenece; que desde su
lugar busca hacer de la villa un lugar más ameno, menos violento, menos cruel, busca sacar a
los pibes del camino ineludible de las drogas y el hurto, y a las pibas de la prostitución.
Una travesti que organiza una villa gracias a su comunicación con la madre
celestial, una niña de Lourdes chupapijas, una santa puta y con verga les
tenía que interesar (36:2009)
Entonces, por un lado, tenemos al héroe nacional y patriótico encarnado en una figura
popular, como lo es el gaucho, que esgrime los valores de la sociedad que se quiere alcanzar:
valores que son enteramente cishetero patriarcales. Por otro lado, dos siglos después, tenemos
estos dos personajes planteados como anti-héroes, que no son lo que los espacios de poder
buscan en el devenir de sus sujetos, sino que simplemente retratan a los sujetos del siglo XXI,
tal cual son, con sus errares humanos, con sus cambios y contradicciones, con sus nuevos
valores que mucho distan de ser patriarcales.
Cabe destacar, que estos espacios de poder -el gobierno, la ley encarnada por la policía, los
medios de comunicación, instituciones tales como las iglesias y las escuelas- como mencioné
en un principio, son reguladores de la subjetividad, y dicho mecanismo lo ejercen en su
mayor parte a través de la cultura, y precisamente, del lenguaje. Así, en el próximo eje trataré
de esclarecer esta idea analizando en mayor profundidad las tres obras seleccionadas.
De manera análoga, para su trabajo paródico, Fariña con su guacho se apropia, por un lado,
de la voz de Hernández, y por otro lado, de la voz de los sectores populares. A su vez, la voz
de Hernández le confiere autoridad a su trabajo, pero al ser tergiversado por la parodia,
reivindica a los sectores bajos y a la palabra que no está canonizada: los errores de ortografía,
las palabras soeces, el campo léxico de lo escatológico, la violencia, las drogas, y la palabra de
“la calle” reclaman su lugar en las páginas del libro que tanto tiempo estuvieron casi
sacralizadas. El guacho comienza así:
Acá me pongo a cantar
al compás de la villera,
que el guacho que lo desvela
una pena estrordinaria,
cual camuca solitaria
con la kumbia se consuela. (9:2011)
Se puede ver, entonces, que la obra de Hernández es prototipo fiel a lo que se quería del
ser nacional, como mencioné, es desde el lenguaje que se elige -y desde el que se deja fuera-
que se crean las subjetividades; un letrado que escribe para otros letrados, expulsa al resto. El
no nombrar, no decir, también es una forma de excluir. De manera contraria, tanto Fariña
como Cabezón Cámara reflejan la realidad social desde el mismo lenguaje que la sociedad
utiliza: un lenguaje globalizado, atravesado por las redes sociales y la tecnología, marcado por
las diversas realidades sociales, y que pone en tensión a lo que la academia -y el poder- acepta
como válido. Válido o no, pienso, continúa siendo lenguaje.
En esta misma línea, entendiendo que todo lenguaje es político, y que la literatura siempre
dialoga con la política, no puedo dejar de destacar lo que cada obra critica del status quo,
desde el espacio y el recurso que tiene. Por ello, en el siguiente apartado trataré de ahondar en
mayor profundidad esta idea.
De manera análoga, el guacho está abandonado por un sistema que lo deja en total
desamparo, por la desidia en la que vive, por la villa, por la situación familiar, por el hambre,
el frío, y un estado que se encuentra ausente. Lo cual lo lleva a obrar como lo hace; el guacho
hace énfasis en que es ladrón de nacimiento, y que siempre lo será, pero deja en claro que lo
hace por necesidad, para ayudar a su familia.
Y sepan cuantos escuchan
de mis penas el relato
que nunca péleo ni mato
sino por necesidá
y que a tanta alversidá
sólo me arrojó el mal trato. (16:2011)
Asimismo, puesto que la obra de Fariña busca intervenir en la escena literaria actual, con
el canon literario -esto es, dialogar con la tradición- a través del trabajo verbal y la
intervención del discurso también, como en El Martín Fierro, se pone foco en la frontera -
aquí la cárcel- y a la brutalidad policial y el uso excesivo de sus fuerzas: en el penal primero,
y luego en la cárcel. El guacho, como tantos otros, sufre el abuso de poder, la brutalidad, la
violencia, las salidas arregladas por la policía desde la cárcel para robar, los pactos para entrar
drogas al confinamiento y como la situación los lleva a consumir y robar sin una salida
posible, más que la huida.
-¡Carajo…! si nos pegaban
como un hincha a bombo nuevo
Porque todo era fajarte
metas palo por la espalda,
y, aunque vo no hiciera nada (40:2011)
Del mismo modo, en La Virgen Cabeza(2009) se destaca, por un lado, la desidia del
Estado para con las villas y la situación de las personas que viven en la pobreza. Por otro lado,
la violencia estructural y física que se desata sobre el sujeto disidente. Al igual que en las
obras previamente analizadas, aquí se hace énfasis en la corrupción por parte de las fuerzas
policiales y el poder que se les confiere: los policías violan, mandan a los chicos a robar, los
desaparecen, los apresan sin tener un juicio justo, y destruyen la villa -cuando ellos se rebelan
y comienzan a autosustentarse, dejando el robo- en pos de sus propios intereses.
Se la llevaron a la comisaría. Cortaron los cables de las cámaras y al grito de
“marica de mierda, ahora vas a ver lo que es un macho”, le pegaron y se la
cogieron entre todos, incluidos los presos, en una clara evidencia de lo
democratizada que está la fuerza desde que los mandan a la universidad.
(38:2009)
Así, se entrelaza la crítica a la brutalidad policial con la violencia estructural que sufre el
colectivo LGTBIQ+, la protagonista, travesti villera, encarna la ruptura de la norma total.
Según Carolina Ruiz:
La sociedad relega a quienes desafían sus normas a un lugar subalterno, a un objeto
pasible de ser utilizado que no tiene estatus de persona. El libro refleja que esto le
sucede no solamente a quienes transgreden la norma sexual, sino también a quienes
pertenecen a las clases sociales no hegemónicas. Ser disidente o ser pobre convierte a
los sujetos en ciudadanos de segunda categoría y, en algunos casos, les quita el
estatus de persona.(8:2017)
Bibliografía:
Cabezón Cámara, Gabriela. 2009. La Virgen Cabeza. Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Penguin Random House Grupo Editorial.
Fariña, Oscar. 2011. El guacho Martín Fierro. Buenos Aires. Factotum Ediciones.
Hernández, José. 1872. El gaucho Martín Fierro. Buenos Aires. R.P. Centro Editor de
Cultura.
Utilizada
-Gil, Juan Martinez. 2018. El devenir queer de Cleopatra en la Virgen Cabeza de Gabriela
Cabezón Cámara. Universidad de Barcelona. Revista Clepsydra, 17; noviembre 2018, pp. 11-
26; ISSN: e-2530-8424
-González, Alejo. 2012. Una vida sin tregua, relecturas del Martín Fierro. Facultad de
Filosofía y Letras, UBA. V Congreso Internacional de Letras.
-Martínez, Tomás Eloy. 1996. Una mirada sobre la literatura argentina. El canon
argentino. La Nación.
-Ramallo, Carolina. 2015. Ponerse a cantar. Modos de autorrepresentación del poeta
cantor en el El gaucho Martín Fierro y en El guacho Martín Fierro. Universidad de Buenos
Aires. Catedral Tomada. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana.
-Ruiz, Carolina. 2017. Cuerpos y literatura disidente. La Virgen Cabeza, de Gabriela
Cabezón Cámara. Universidad Nacional de Cuyo. Badebec. VOL. 6 N° 12. ISSN 1853-9580
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