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Son regiones del Sol que presentan una fuerte actividad magnética. Son visibles por su aspecto
oscuro porque son más frías que la fotosfera solar circundante, debido a la supresión parcial del
transporte de energía convectiva por el campo magnético.
Las manchas solares se distinguen de los poros por tener una penumbra filamentaria que rodea
una umbra oscura.
Sus diámetros varían de 3.600 km a 50.000 km y una mancha típica sobrevive menos de una
semana, aunque algunas manchas solares grandes persisten durante varios meses. Se presentan
en bandas centradas en el ecuador del Sol que se extienden hasta latitudes de ±30° y su
distribución varia con el ciclo solar, que tiene un período promedio de unos 11 años.
Las manchas solares son los signos más destacados de la actividad magnética del Sol. Se han
observado sistemáticamente desde que se inventó el telescopio en el siglo XVII.
Un poco de historia
La historia de las observaciones de manchas solares se puede dividir en tres etapas: observaciones
pre-telescopicas o a simple vista y observaciones telescópicas o modernas.
La referencia más antigua de observaciones de manchas solares a simple vista se remonta al siglo
IV a.C. por Teofrasto de Atenas, un alumno de Aristóteles. A partir de entonces, se encuentra una
referencia en el libro del historiador franco Einhard, también escrito, Eginhard, Vita Karoli Magni,
de que se vio una mancha en el Sol alrededor del año 807 d.C., que en su momento se interpretó
como un tránsito del planeta Mercurio.
Otro registro a señalar se encuentra alrededor del año 840 d.C. que Abu’l-Faḍl Jaʿfar ibn Ahmad al-
Muʿtaḍid informó que el filosofo Abu Yūsuf Yaʻqūb ibn ʼIsḥāq aṣ-Ṣabbāḥ al-Kindī observó una
mancha en el Sol, pero, de manera similar, se atribuyó a un tránsito del planeta Venus. Otros
registros de observaciones de manchas solares en Europa se remontan alrededor del año 1.200
d.C. por Ibn Rushd y alrededor de 1.450 d.C. por Guido Carrara y su hijo Giovanni. En Rusia,
durante el siglo XIV, se vieron manchas solares a través de la neblina y el humo resultante de un
incendio forestal.
Sin embargo, los primeros registros pre telescópicos más sistemáticos de observaciones de
manchas solares a simple vista fueron mantenidos por astrónomos chinos, japoneses y coreanos,
que datan desde el 28 a.C. hasta el 1638 d.C. En los primeros informes chinos, generalmente se
mencionaba que, cito textual, “the Sun appeared yellow and there was a black vapor as large as a
coin at its center” (el Sol apareció amarillo y había un vapor negro como del tamaño de una
moneda en su centro), o como “the Sun appeared orange in colour and within it there was a black
vapor, like a flying magpie. After several months it gradually faded away” (el Sol apareció de color
naranja y dentro de él había un vapor negro, como una urraca voladora. Después de varios meses
se desvaneció gradualmente), o simplemente se mencionó que “within the Sun there was a black
spot, as large as a hen's egg, or as large as a pear, and even the sighting of two black spots had
been reported, "as large as pears” (Dentro del Sol había una mancha negra, del tamaño de un
huevo, o del tamaño de una pera, e incluso se había reportado el avistamiento de dos manchas
negras, del tamaño de peras).
Las manchas solares han atraído la atención de los astrónomos desde las primeras observaciones
telescópicas.
Johann Fabricius, Christoph Scheiner en Alemania, Galileo Galilei en Italia, Thomas Harriot en
Inglaterra, Goldsmid en Holanda y Johan Kepler dirigieron sus telescopios hacia el Sol y observaron
manchas en el Sol.
Galileo interpretó el movimiento de las manchas a través del disco solar visible como evidencia de
que el Sol estaba girando con un período aparente de 27 días. También se dio cuenta de que,
aunque eran oscuros en relación a su entorno, eran tan brillantes como las regiones más brillantes
de la Luna.
Las manchas despertaron un interés considerable, que persistió a lo largo del siglo. Muchos
observadores notaron que las manchas solares fueron menos frecuentes entre 1645 y 1715, y el
registro de observaciones de rutina en el Observatorio de Paris confirma que este episodio de
actividad reducida (Mínimo de Maunder) fue real.
Johann Kepler intencionalmente o no, asignó una mancha solar vista el 8 de mayo de 1607 como
un tránsito del planeta Mercurio.
Los primeros observadores ya habían distinguido la umbra central oscura de la penumbra, pero no
fue hasta 1769 que Alexander Wilson notó que las manchas aparecían cada vez más acortadas a
medida que giraban hacia el limbo del Sol. Interpretó correctamente que esto mostraba que la
superficie visible de una mancha está deprimida en relación con la fotosfera circundante.
En esa oportunidad Harriot observó que en el disco solar habían tres puntos negros: manchas
solares.