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e) Las malas comunicaciones existentes (hasta la creación de los ferrocarriles), que impedían
la formación de un mercado nacional: encarecimiento de los productos por el pésimo estado
de los caminos (orografía complicada)
f) La pérdida de las colonias americanas. España se quedó sin su principal mercado al que
suministrar sus productos manufacturados y del que obtener materias primas baratas.
2.1. Situación al comenzar el siglo. En 1800, la agricultura española presentaba una serie de
características que obstaculizaban su transformación. Unas eran de origen geofísico, como la
aridez y la poca calidad de los suelos; y otras de carácter histórico, como los grandes
contrastes regionales por la desigual distribución de la propiedad. El resultado era una
agricultura que empleaba técnicas ancestrales y tenía muy baja productividad; se basaba en
cultivos de secano y empleaba las técnicas del barbecho, así como el arado romano como
herramienta básica. La consecuencia era la extrema pobreza de la mayor parte de los cam-
pesinos, habituados a una dieta de subsistencia y a bajos salarios.
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2.2. La desamortización fue la herramienta fundamental para la reforma del régimen de
propiedad agraria en España:
Precedentes:
- Los ilustrados del siglo XVIII, preocupados por obtener el máximo rendimiento de las
tierras (fuente de riqueza y fortaleza del Estado), defendían la necesidad de que las
tierras de manos muertas (especialmente las de la Iglesia, que consideraban mal
explotadas) pasaran a ser propiedades privadas, susceptibles de mejoras técnicas.
- Godoy, en el reinado de Carlos IV y previo permiso de la Santa Sede, ya realizó una
primera desamortización eclesiástica (bienes de jesuitas, obras pías) con el fin de
mitigar la cuantiosa deuda que arrastraba el Estado.
- Durante la Guerra de la Independencia, tanto con José I como con las Cortes de Cádiz,
y más tarde en el Trienio Liberal, se decretaron nuevas desamortizaciones por el
mismo motivo, pero no tuvieron efecto a causa del retorno del absolutismo: Fernando
VII devolvió los bienes incautados.
Las desamortizaciones liberales. Al morir Fernando VII e iniciarse la guerra carlista, los
liberales –asentados en el poder- reiniciaron la desamortización esta vez de forma definitiva:
la guerra obligaba a obtener recursos y fue favorecida por el ambiente anticlerical en las
ciudades debido al apoyo prestado por la Iglesia a los carlistas.
2ª. En 1855 con el ministro Madoz y los progresistas nuevamente en el poder (Bienio
Progresista) se expropiaban y se ponían en venta en subasta pública las tierras pertenecientes
a los ayuntamientos (bienes de propios y comunales), y en general todos los bienes de
propiedad colectiva que permanecían aún amortizados. Fue la desamortización civil o de
Madoz.
Varios fueron los objetivos que se pretendían alcanzar con las leyes desamortizadoras:
a) Objetivo financiero: Obtener ingresos para pagar la Deuda Pública del Estado y para
financiar la guerra contra los carlistas. En el caso de la desamortización de Madoz, parte del
dinero obtenido se empleó para financiar la construcción del ferrocarril.
b) Objetivo político: Crear un sector de propietarios que se sintieran unidos al régimen liberal
(que les había vendido las tierras), ya que un hipotético triunfo de los carlistas obligaría a
devolver las fincas a la Iglesia.
c) Objetivo económico: Crear una clase media de campesinos propietarios que obtuviera
mayores rendimientos agrarios aplicando innovaciones técnicas.
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Las consecuencias de las desamortizaciones fueron:
b) La Iglesia dejó de ser un estamento privilegiado y rico (el diezmo también se suprimió); el
Estado tuvo que mantener desde entonces el culto y el clero; la Iglesia después recuperaría
parte de su influencia a través de la educación.
• Al final del siglo (1875-1890) y debido a la revolución de los transportes, tuvo lugar una
crisis provocada por la llegada al país de productos agrícolas más baratos que los nacionales,
procedentes de los “países nuevos”: Estados Unidos, Canadá, Argentina y Australia. La
consecuencia principal de esta crisis fue el aumento del proteccionismo aduanero para
salvaguardar los productos españoles.
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3. EL AUGE DE LA MINERÍA.
A finales de siglo, España era uno de los principales países exportadores de minerales del
mundo.
▪ El desarrollo minero fue tardío: se produjo a partir de 1868 cuando el Estado ante la
necesidad acuciante de dinero vendió sus últimas propiedades: las minas. Las principales
minas (de plomo y cobre) pasaron a manos de grandes compañías extranjeras –británicas,
francesas y alemanas- que extraían el mineral para transformarlo en sus países. Las reservas
de plomo se concentraban en la zona de Murcia, Almería y Granada, destacando los
importantísimos yacimientos de Linares y La Carolina, que pasaron a compañías de capital
francés e inglés. Con el telégrafo y luego la telefonía, el cobre pasó a ser un metal de gran
necesidad: Ríotinto se convertiría en la mayor mina del mundo aunque en manos de un
consorcio inglés.
▪ Sólo el hierro pudo generar una riqueza añadida en la zona de Bilbao (primer exportador
mundial) al estar una pequeña parte en manos de empresarios vascos (un 25%) y aunque más
del 90% del mineral se exportaba (a Inglaterra preferentemente), fue el origen del desarrollo
industrial de la ría bilbaína.
Las causas que explican este retraso o fracaso de la industrialización española fueron
diversas:
● El desequilibrio era muy acentuado, tanto a nivel regional (claro predominio de Cataluña)
como por sectores. A finales de siglo siguen predominando las industrias alimentarias con
fuerte componente artesanal (harinera, aceitera, vitivinícola, embutidos) y más de la mitad del
total, el vestido y el calzado. En cambio, las industrias más nuevas, como la metalúrgica y la
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química, apenas superaban cada una de ellas el 3%. Es de destacar el contraste entre los dos
sectores punta de la 1ª Revolución Industrial: el textil y la siderurgia.
1ª) Primeramente destacó la siderurgia andaluza (primeros altos hornos en Marbella 1833;
destacando las familias malagueñas Heredia y Giró) que sería la primera del país hasta 1860 y
cuyo principal problema fue su alto coste por la carencia de buen carbón y su necesidad de
importarlo.
2ª) En las décadas de los sesenta y setenta predominará la siderurgia asturiana (Mieres- La
Felguera).
3ª) A partir de los años ochenta (con el fin de la guerra carlista) se produce un desarrollo más
sólido con el predominio de la siderurgia vizcaína (ría de Bilbao), que intercambiaba con el
Reino Unido mineral de hierro en bruto a cambio de carbón necesario para los altos hornos
empleando el transporte marítimo. Vizcaya se convirtió en pionera de las nuevas formas de
industrialización de fin de siglo: concentración empresarial, capitalismo financiero, gran
banca industrial, aunque con la protección arancelaria del Estado. Los enormes beneficios de
la siderurgia vasca permitieron una diversificación empresarial: bancos, compañías navieras y
fábricas metalúrgicas favorecidas por la modernización de la armada española (creación de
modernos astilleros).
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5. LAS DIFICULTADES DE LOS TRANSPORTES. LA RED DE FERROCARRILES.
▪ Puede decirse que junto con las desamortizaciones y el desarrollo de la minería, fue el otro
gran hecho económico del siglo XIX español. Entre otras cosas hizo posible la formación de
un único mercado en todo el país (mercado nacional) aunque ya a finales de siglo.
Tradicionalmente, estas actividades económicas se habían visto perjudicadas por el relieve
peninsular, caracterizado por las cordilleras que aíslan el interior de las zonas costeras y por la
ausencia generalizada de ríos navegables. A estas dificultades se unieron los conflictos bélicos
de comienzos de siglo (Guerra de la Independencia, guerras carlistas), que interrumpían las
comunicaciones y fomentaban el bandolerismo, convirtiendo el transporte y los viajes en una
aventura peligrosa.
▪ Características:
1) Construcción tardía (la primera línea inglesa fue en 1825): Barcelona - Mataró en 1848;
Madrid - Aranjuez en 1851. Hasta la segunda mitad del siglo no se inicia la construcción
masiva de ferrocarriles: los progresistas aprobaron en 1855 la Ley General de FF.CC. que
fijaba condiciones muy favorables para su construcción y permitía las inversiones extranjeras,
así como la compra de material extranjero (lo que perjudicó al desarrollo de la siderurgia
española) y subvencionaba una parte de la construcción.
2) Se fijaba, por razones políticas, un trazado de vías radial con centro en Madrid y se elegía
un ancho de vía mayor que el europeo (1,63 cm) por razones militares.
4) Una buena parte del ahorro nacional y de los recursos del Estado se invirtieron en los
ferrocarriles: de ahí su rápida construcción (entre 1855 a 1865, más de 4.000 kms)
● En la primera mitad del siglo, el comercio exterior sufrió un retroceso debido a las guerras
y a la pérdida de las colonias. El fin del monopolio comercial hizo que España pasara a ser
potencia comercial de segundo orden, limitándose a exportar materias primas agrícolas (vinos,
aceites, cítricos), ganaderas y mineras (plomo, mercurio, hierro). En la segunda mitad del
siglo, el comercio exterior conoció una fase expansiva. Las exportaciones se dirigían
especialmente al Reino Unido y Francia, de donde procedían la mayoría de las importaciones.
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7. LAS FINANZAS.
● A principios del siglo XIX, Andalucía presentaba factores que podían haber favorecido
nuestro desarrollo industrial, tales como el crecimiento demográfico, la abundancia de
minerales, o una abundante y barata mano de obra.
Así, se crearon algunos establecimientos esperanzadores, como los Altos Hornos de Marbella
de Manuel Rodríguez Heredia, alimentados con carbón vegetal; o los posteriores de El
Pedroso (Sevilla). Si a ello sumamos el hecho que el norte del país era escenario de las guerras
carlistas, nos encontramos con que Andalucía fue la primera región industrial española.
● Sin embargo, la falta de implantación de una buena red ferroviaria o el hecho de que la
minería estuviese en manos extranjeras, supusieron frenos importantes para que nuestra
industrialización creciera. En efecto, el carbón de Peñarroya, el plomo de Linares o el cobre de
Huelva se exportaban después de pasar sólo una primera transformación, experimentando su
paso a materias primas industriales ya fuera de nuestro país.
Así, a pesar de unos prometedores inicios, nuestro desarrollo industrial se vio truncado debido
a diversos factores, como:
o La falta de inversiones
o La inexistencia de una burguesía emprendedora
o Las deficiencias del sistema de transportes
o El alejamiento de los centros de consumos españoles y europeos
o La escasa capacidad adquisitiva del mercado regional.
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