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TEMA 8

LA EVOLUCIÓN ECONÓMICA DE ESPAÑA EN EL SIGLO XIX

1. LAS CAUSAS DEL RETRASO ECONÓMICO ESPAÑOL.

En el ámbito económico, el siglo XIX español fue un período de lento crecimiento en


comparación con los logros obtenidos por los países industrializados de Europa occidental y
central, Estados Unidos y Japón. España formó parte del conjunto de países y regiones
periféricas de escasa industrialización, situados en la Europa oriental y meridional. Hacia
1890 España era un país agrícola y atrasado, exportador de trigo, vino y minerales; con una
muy limitada industria; y con un grado de miseria creciente tanto entre los jornaleros del
campo, como entre los trabajadores de las ciudades, miseria que ni la emigración a América
pudo frenar.

Las causas de esta situación fueron las siguientes:

a) El lento crecimiento de la población, en comparación con Europa. Se debió a la alta


mortalidad (27%0, la más alta de Europa occidental), producida por las guerras, epidemias
(cólera, tuberculosis, gripe) y la mala alimentación de gran parte de la población (hambre), y
en las décadas finales del siglo la emigración, que se dirigió especialmente a América
(Argentina, Cuba) y Argelia.

b) La pésima distribución de la propiedad de la tierra: la mayor parte del campesinado del


país no tenía tierras, eran jornaleros que suponían una mano de obra barata que evitaba por un
lado la mecanización de los campos y por otro el consumo de productos industriales básicos.

c) La escasez de carbón de buena calidad, excepto el de la cuenca asturleonesa, que


obstaculizó el desarrollo industrial.

d) La falta de capitales en la industria, ya que la mayor parte de los capitales se invirtieron en


la compra de tierras desamortizadas y en la construcción de los ferrocarriles

e) Las malas comunicaciones existentes (hasta la creación de los ferrocarriles), que impedían
la formación de un mercado nacional: encarecimiento de los productos por el pésimo estado
de los caminos (orografía complicada)

f) La pérdida de las colonias americanas. España se quedó sin su principal mercado al que
suministrar sus productos manufacturados y del que obtener materias primas baratas.

2. LA AGRICULTURA: LOS CAMBIOS EN LA PROPIEDAD DE LA TIERRA.

2.1. Situación al comenzar el siglo. En 1800, la agricultura española presentaba una serie de
características que obstaculizaban su transformación. Unas eran de origen geofísico, como la
aridez y la poca calidad de los suelos; y otras de carácter histórico, como los grandes
contrastes regionales por la desigual distribución de la propiedad. El resultado era una
agricultura que empleaba técnicas ancestrales y tenía muy baja productividad; se basaba en
cultivos de secano y empleaba las técnicas del barbecho, así como el arado romano como
herramienta básica. La consecuencia era la extrema pobreza de la mayor parte de los cam-
pesinos, habituados a una dieta de subsistencia y a bajos salarios.

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2.2. La desamortización fue la herramienta fundamental para la reforma del régimen de
propiedad agraria en España:

Por desamortización entendemos la incautación por el Estado de bienes raíces de


propiedad colectiva (eclesiástica o civil) que, tras la correspondiente nacionalización y
posterior venta en subasta, pasan a formar una propiedad nueva, privada, con plena
libertad de uso y disposición.

 Precedentes:
- Los ilustrados del siglo XVIII, preocupados por obtener el máximo rendimiento de las
tierras (fuente de riqueza y fortaleza del Estado), defendían la necesidad de que las
tierras de manos muertas (especialmente las de la Iglesia, que consideraban mal
explotadas) pasaran a ser propiedades privadas, susceptibles de mejoras técnicas.
- Godoy, en el reinado de Carlos IV y previo permiso de la Santa Sede, ya realizó una
primera desamortización eclesiástica (bienes de jesuitas, obras pías) con el fin de
mitigar la cuantiosa deuda que arrastraba el Estado.
- Durante la Guerra de la Independencia, tanto con José I como con las Cortes de Cádiz,
y más tarde en el Trienio Liberal, se decretaron nuevas desamortizaciones por el
mismo motivo, pero no tuvieron efecto a causa del retorno del absolutismo: Fernando
VII devolvió los bienes incautados.

 Las desamortizaciones liberales. Al morir Fernando VII e iniciarse la guerra carlista, los
liberales –asentados en el poder- reiniciaron la desamortización esta vez de forma definitiva:
la guerra obligaba a obtener recursos y fue favorecida por el ambiente anticlerical en las
ciudades debido al apoyo prestado por la Iglesia a los carlistas.

1ª. En 1836 con Mendizábal y los progresistas en el poder (Regencia de Mª Cristina) se


prohibieron las órdenes religiosas y se pusieron en venta mediante subasta pública las tierras y
edificios incautados al clero regular. Fue la desamortización eclesiástica o de Mendizábal. El
proceso acabó afectando también a los bienes del clero secular bajo la regencia de Espartero.

2ª. En 1855 con el ministro Madoz y los progresistas nuevamente en el poder (Bienio
Progresista) se expropiaban y se ponían en venta en subasta pública las tierras pertenecientes
a los ayuntamientos (bienes de propios y comunales), y en general todos los bienes de
propiedad colectiva que permanecían aún amortizados. Fue la desamortización civil o de
Madoz.

Varios fueron los objetivos que se pretendían alcanzar con las leyes desamortizadoras:

a) Objetivo financiero: Obtener ingresos para pagar la Deuda Pública del Estado y para
financiar la guerra contra los carlistas. En el caso de la desamortización de Madoz, parte del
dinero obtenido se empleó para financiar la construcción del ferrocarril.
b) Objetivo político: Crear un sector de propietarios que se sintieran unidos al régimen liberal
(que les había vendido las tierras), ya que un hipotético triunfo de los carlistas obligaría a
devolver las fincas a la Iglesia.
c) Objetivo económico: Crear una clase media de campesinos propietarios que obtuviera
mayores rendimientos agrarios aplicando innovaciones técnicas.

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 Las consecuencias de las desamortizaciones fueron:

a) La mayoría de los compradores fueron burgueses y no campesinos y supuso el aumento del


latifundismo en la mitad sur peninsular (Extremadura, Castilla la Nueva, Andalucía), Una
nueva clase de terratenientes burgueses (los señoritos) apareció desde entonces junto a la
antigua nobleza, con la que se iría fusionando. Desde luego no se produjo un aumento de la
productividad agraria, en contra de lo que pretendían sus promotores.

b) La Iglesia dejó de ser un estamento privilegiado y rico (el diezmo también se suprimió); el
Estado tuvo que mantener desde entonces el culto y el clero; la Iglesia después recuperaría
parte de su influencia a través de la educación.

c) El campesinado fue el principal perjudicado: en general su situación empeoró pues ni


contaba con la ayuda caritativa prestada antaño por la Iglesia, ni puedo acceder a la propiedad
de la tierra y además dejó de beneficiarse de los terrenos comunes del municipio, que antes le
servían para recoger leña, llevar a pastar el ganado, etc. Esta situación intensificó la
emigración a las ciudades, el bandolerismo y la aceptación por el campesinado (especialmente
en el sur) de ideas revolucionarias partidarias del reparto de las tierras entre quienes las
trabajaban.

d) Al privatizarse los bienes municipales, los municipios perdieron su principal fuente de


ingresos, con los que solían pagar al maestro y al médico.

e) La compra de tierras redujo las posibilidades de invertir capitales en la incipiente


industrialización de España.

f) La Iglesia, especialmente los antiguos monasterios, sufrió una gran pérdida de su


patrimonio artístico y cultural: ruina de edificios y de bienes muebles (libros, pinturas…) o su
venta a precios irrisorios, saliendo a veces hacia el extranjero.

2.3. Evolución en la segunda mitad del siglo.

• En parte debido a las desamortizaciones hubo un modesto, pero sostenido, crecimiento de la


producción agraria española que se basó en e1 aumento de la superficie cultivada y en el
cultivo de trigo, olivo, vid y leguminosas. También aumentó la especialización regional: maíz
y patata en el norte, viñedo y naranjas en la costa mediterránea (cuyos productos se
exportaban hacia Europa) y cereal en el resto de la península. El aceite, e1 vino y los cítricos
eran los productos más exportados.

• Al final del siglo (1875-1890) y debido a la revolución de los transportes, tuvo lugar una
crisis provocada por la llegada al país de productos agrícolas más baratos que los nacionales,
procedentes de los “países nuevos”: Estados Unidos, Canadá, Argentina y Australia. La
consecuencia principal de esta crisis fue el aumento del proteccionismo aduanero para
salvaguardar los productos españoles.

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3. EL AUGE DE LA MINERÍA.

A finales de siglo, España era uno de los principales países exportadores de minerales del
mundo.

▪ El desarrollo minero fue tardío: se produjo a partir de 1868 cuando el Estado ante la
necesidad acuciante de dinero vendió sus últimas propiedades: las minas. Las principales
minas (de plomo y cobre) pasaron a manos de grandes compañías extranjeras –británicas,
francesas y alemanas- que extraían el mineral para transformarlo en sus países. Las reservas
de plomo se concentraban en la zona de Murcia, Almería y Granada, destacando los
importantísimos yacimientos de Linares y La Carolina, que pasaron a compañías de capital
francés e inglés. Con el telégrafo y luego la telefonía, el cobre pasó a ser un metal de gran
necesidad: Ríotinto se convertiría en la mayor mina del mundo aunque en manos de un
consorcio inglés.

▪ Sólo el hierro pudo generar una riqueza añadida en la zona de Bilbao (primer exportador
mundial) al estar una pequeña parte en manos de empresarios vascos (un 25%) y aunque más
del 90% del mineral se exportaba (a Inglaterra preferentemente), fue el origen del desarrollo
industrial de la ría bilbaína.

▪ El carbón, la fuente de energía fundamental en la revolución industrial, se concentraba en


Asturias y León, pero era escaso, caro y de baja calidad. Su extracción estaba muy protegida
por los aranceles, lo que encareció los costes de la industria nacional.

4. UNA LENTA y LIMITADA INDUSTRIALIZACIÓN.

● La revolución industrial en nuestro país resultó tardía, incompleta y desequilibrada, de


manera que al finalizar el siglo XIX, la economía española seguía siendo fundamentalmente
agraria y la participación de la industria en la renta nacional no superaba un quinto del total.

Las causas que explican este retraso o fracaso de la industrialización española fueron
diversas:

- Causas políticas: la pérdida de las colonias americanas, la guerra de la Independencia,


la inestabilidad del país durante el reinado de Fernando VII y las guerras carlistas.
- La escasez de fuentes de energía: a un carbón poco abundante y de mala calidad se
unía la falta de cursos de agua aprovechables para obtener energía hidráulica.
- La carencia de materias primas, como el algodón, que debió importarse enteramente.
- Una red de comunicaciones muy deficiente, dificultada por el relieve.
- La debilidad del mercado interior, a causa del bajo poder adquisitivo de la mayor parte
de la población: la baja capacidad de compra no estimulaba la producción.
- La escasa cantidad de capitales nacionales disponibles para invertir, al ser absorbidos
por la compra de tierras desamortizadas y por préstamos al Estado.
- El estancamiento de la agricultura española -de técnicas primitivas y bajos
rendimientos- no estimuló tampoco la industrialización.

● El desequilibrio era muy acentuado, tanto a nivel regional (claro predominio de Cataluña)
como por sectores. A finales de siglo siguen predominando las industrias alimentarias con
fuerte componente artesanal (harinera, aceitera, vitivinícola, embutidos) y más de la mitad del
total, el vestido y el calzado. En cambio, las industrias más nuevas, como la metalúrgica y la

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química, apenas superaban cada una de ellas el 3%. Es de destacar el contraste entre los dos
sectores punta de la 1ª Revolución Industrial: el textil y la siderurgia.

a) El sector textil algodonero catalán

Cataluña fue el centro de la industria textil algodonera, favorecida por la mentalidad


empresarial y la política proteccionista frente a la competencia de los textiles ingleses. Desde
los años treinta, el sector conoció un fuerte impulso debido a la introducción de máquinas de
vapor, generando una notable disminución de los costes de producción y con ello de los
precios de venta. Las causas de una mecanización tan rápida fueron:
- El aumento de los costes laborales a causa de la escasez relativa de la mano de obra,
por efecto de la guerra de la Independencia (menos nacimientos).
- El relativo abaratamiento del factor capital, gracias a la abundancia de capitales
repatriados desde las colonias americanas recién independizadas.

La producción se destinó fundamentalmente al escaso mercado nacional y a Cuba y Puerto


Rico, donde se benefició del monopolio mercantil español en las colonias.
b) La industria siderúrgica: Su desarrollo fue muy modesto en comparación con el de otros
países europeos. Es verdad que la demanda de hierro empezó a crecer a partir de 1830, pero
no puede hablarse de despegue, debido a varias razones:
- La escasez, baja calidad y alto coste del carbón español, que aumentaba los precios del
hierro nacional. En 1856 aún el 57% de la producción se obtenía con hornos de carbón
vegetal.
- El boom siderúrgico que hubiera supuesto la construcción del ferrocarril no se produjo,
pues se permitió la libre importación de materiales del extranjero, mucho más baratos
que los españoles.

Pueden distinguirse tres etapas:

1ª) Primeramente destacó la siderurgia andaluza (primeros altos hornos en Marbella 1833;
destacando las familias malagueñas Heredia y Giró) que sería la primera del país hasta 1860 y
cuyo principal problema fue su alto coste por la carencia de buen carbón y su necesidad de
importarlo.

2ª) En las décadas de los sesenta y setenta predominará la siderurgia asturiana (Mieres- La
Felguera).

3ª) A partir de los años ochenta (con el fin de la guerra carlista) se produce un desarrollo más
sólido con el predominio de la siderurgia vizcaína (ría de Bilbao), que intercambiaba con el
Reino Unido mineral de hierro en bruto a cambio de carbón necesario para los altos hornos
empleando el transporte marítimo. Vizcaya se convirtió en pionera de las nuevas formas de
industrialización de fin de siglo: concentración empresarial, capitalismo financiero, gran
banca industrial, aunque con la protección arancelaria del Estado. Los enormes beneficios de
la siderurgia vasca permitieron una diversificación empresarial: bancos, compañías navieras y
fábricas metalúrgicas favorecidas por la modernización de la armada española (creación de
modernos astilleros).

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5. LAS DIFICULTADES DE LOS TRANSPORTES. LA RED DE FERROCARRILES.

▪ Puede decirse que junto con las desamortizaciones y el desarrollo de la minería, fue el otro
gran hecho económico del siglo XIX español. Entre otras cosas hizo posible la formación de
un único mercado en todo el país (mercado nacional) aunque ya a finales de siglo.
Tradicionalmente, estas actividades económicas se habían visto perjudicadas por el relieve
peninsular, caracterizado por las cordilleras que aíslan el interior de las zonas costeras y por la
ausencia generalizada de ríos navegables. A estas dificultades se unieron los conflictos bélicos
de comienzos de siglo (Guerra de la Independencia, guerras carlistas), que interrumpían las
comunicaciones y fomentaban el bandolerismo, convirtiendo el transporte y los viajes en una
aventura peligrosa.

▪ Características:

1) Construcción tardía (la primera línea inglesa fue en 1825): Barcelona - Mataró en 1848;
Madrid - Aranjuez en 1851. Hasta la segunda mitad del siglo no se inicia la construcción
masiva de ferrocarriles: los progresistas aprobaron en 1855 la Ley General de FF.CC. que
fijaba condiciones muy favorables para su construcción y permitía las inversiones extranjeras,
así como la compra de material extranjero (lo que perjudicó al desarrollo de la siderurgia
española) y subvencionaba una parte de la construcción.

2) Se fijaba, por razones políticas, un trazado de vías radial con centro en Madrid y se elegía
un ancho de vía mayor que el europeo (1,63 cm) por razones militares.

3) Se formaron 3 grandes compañías participadas por la banca francesa: la Compañía del


Norte, la MZA (Madrid – Zaragoza – Alicante) y la de los Ferrocarriles Andaluces.

4) Una buena parte del ahorro nacional y de los recursos del Estado se invirtieron en los
ferrocarriles: de ahí su rápida construcción (entre 1855 a 1865, más de 4.000 kms)

6. EL COMERCIO EXTERIOR: PROTECCIONISMO frente a LIBRECAMBISMO.

● En la primera mitad del siglo, el comercio exterior sufrió un retroceso debido a las guerras
y a la pérdida de las colonias. El fin del monopolio comercial hizo que España pasara a ser
potencia comercial de segundo orden, limitándose a exportar materias primas agrícolas (vinos,
aceites, cítricos), ganaderas y mineras (plomo, mercurio, hierro). En la segunda mitad del
siglo, el comercio exterior conoció una fase expansiva. Las exportaciones se dirigían
especialmente al Reino Unido y Francia, de donde procedían la mayoría de las importaciones.

● En cuanto a la política comercial, aunque la opción librecambista ganó terreno con el


arancel Figuerola de 1869, lo que supuso un desarme arancelario gradual y la eliminación de
prohibiciones de importación, lo predominante fue el proteccionismo, reflejado en el arancel
de 1891, que garantizó el mercado interior a los cereales castellanos, los tejidos catalanes y los
productos siderúrgicos vascos. Dicho arancel contribuyó al mantenimiento de una agricultura
atrasada y a someter a la población española a unos elevados precios de los productos
alimenticios.

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7. LAS FINANZAS.

● El desarrollo industrial necesitaba un sistema financiero estable que pudiera subvencionar


las empresas. Los esfuerzos por crear una banca privada en España estuvieron ligados al boom
de la construcción ferroviaria (entrada de capitales franceses). La legislación del Bienio
progresista permitió la creación en 1856 de bancos de emisión, autorizados a emitir billetes y
especializados en créditos comerciales a corto plazo e industriales a largo plazo: entre ellos
estaban el Banco de Barcelona (1844-1922), el Banco de Santander (1857) y el Banco de
Bilbao (1857). Pero a partir de 1874, el Banco de España obtuvo el monopolio de emisión de
moneda. A diferencia de lo que ocurría en la Europa industrializada, en España la banca
privada fue poco empleada como instrumento de desarrollo productivo y más como
prestamista del Estado, igual que hacía la banca estatal (Banco de España). La mayor
preocupación del Estado fue siempre obtener ingresos para unas arcas públicas en permanente
déficit, motivado por el ineficaz sistema tributario.

● Por otra parte, la diversidad de monedas existentes entorpecía el comercio interior. La


reforma definitiva llegó con la implantación de la peseta como unidad monetaria en 1869.

8. LOS PROBLEMAS DE LA INDUSTRIALIZACIÓN DE ANDALUCÍA.

● A principios del siglo XIX, Andalucía presentaba factores que podían haber favorecido
nuestro desarrollo industrial, tales como el crecimiento demográfico, la abundancia de
minerales, o una abundante y barata mano de obra.

Así, se crearon algunos establecimientos esperanzadores, como los Altos Hornos de Marbella
de Manuel Rodríguez Heredia, alimentados con carbón vegetal; o los posteriores de El
Pedroso (Sevilla). Si a ello sumamos el hecho que el norte del país era escenario de las guerras
carlistas, nos encontramos con que Andalucía fue la primera región industrial española.

Al amparo de la siderurgia, se crearon textiles de algodón en Sevilla y Málaga o de algodón en


Antequera; la industria de loza de La Cartuja de Sevilla, o la industria vinícola de Jerez,
destinada a la exportación, son otros buenos ejemplos.

● Sin embargo, la falta de implantación de una buena red ferroviaria o el hecho de que la
minería estuviese en manos extranjeras, supusieron frenos importantes para que nuestra
industrialización creciera. En efecto, el carbón de Peñarroya, el plomo de Linares o el cobre de
Huelva se exportaban después de pasar sólo una primera transformación, experimentando su
paso a materias primas industriales ya fuera de nuestro país.

Así, a pesar de unos prometedores inicios, nuestro desarrollo industrial se vio truncado debido
a diversos factores, como:

o La falta de inversiones
o La inexistencia de una burguesía emprendedora
o Las deficiencias del sistema de transportes
o El alejamiento de los centros de consumos españoles y europeos
o La escasa capacidad adquisitiva del mercado regional.
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