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ACTIVIDADES
1. Luego se habían metido poco a poco las dos y se iban riendo, conforme el agua les subía
por las piernas y el vientre y la cintura. Se detenían, mirándose, y las risas les crecían y
se les contagiaban como un cosquilleo nervioso. Se salpicaron y se agarraron dando
gritos, hasta que ambas estuvieron del todo mojadas, jadeantes de risa.
Sanchez Ferlosio, El Jarama
A. 3ª persona. Narrador omnisciente.
B. 3ª persona. Narrador objetivo.
C. 1ª persona. Narrador protagonista.
D. 1ª persona. Narrador testigo.
3. A los seis años ya había captado por completo su entorno mediante el olfato. No había
ningún objeto en casa de madame Gaillard, ningún lugar en el extremo norte de la rue
Charonne, ninguna persona, ninguna piedra, ningún árbol, arbusto o empalizada,
ningún rincón, por pequeño que fuese, que no conociera, reconociera y retuviera en su
memoria olfativamente, con su identidad respectiva. Había reunido y tenía a su
disposición diez mil, cien mil aromas específicos, todos con tanta claridad, que no sólo
se acordaba de ellos cuando volvía a olerlos, sino que los olía realmente cuando los
recordaba; y aún más, con su sola fantasía era capaz de combinarlos entre sí, creando
nuevos olores que no existían en el mundo real.
Süskind, P. El perfume
4. Irritado Poseidón por semejante deslealtad, enfureció al animal, con lo que este llegó a
convertirse en el verdadero terror del país.
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Comunicación 1 IDAT
5. Hace muchos años tuve un amigo que se llamaba Jim, y desde entonces nunca he vuelto
a ver a un norteamericano más triste. Desesperados he visto muchos. Tristes como Jim,
ninguno. Una vez se marchó a Perú, en un viaje que debía durar más de seis meses, pero
al cabo de poco tiempo volví a verlo.
6. Fue entonces cuando se torció el tobillo [...] Cayó en mala posición: el empeine del pie
izquierdo cargó con todo el peso del cuerpo. Al pronto sintió un dolor agudísimo; pensó
que se había roto el pie. Con alguna dificultad, sentado en el césped, se quitó la zapatilla
y el calcetín, comprobó que el tobillo no estaba hinchado. El dolor amainó en seguida,
y Mario se dijo que con suerte el percance no revestiría mayor importancia. Se puso el
calcetín y la zapatilla; se incorporó; caminó con cuidado: una punzada le desgarraba el
tobillo.
Javier Cercas, El inquilino
7. Érase una vez una patita que tenía ocho hijos. A todos los cuidaba y quería por igual,
pero Larry era su consentido por ser el más inteligente y sensible de todos. Todos los
días les leía cuentos y les preparaba pasteles. Los ocho patitos eran muy felices y
ayudaban a su mamá.
8. Actué como médico en dos barcos sucesivamente y durante seis años hice varios viajes
a las Indias Orientales y Occidentales, lo que me permitió aumentar mi fortuna. Pasaba
mis horas libres leyendo.
9. Ellos empezaron a discutir en voz alta, tan alta que alcanzaba a oír los gritos desde mi
habitación, Me asomé, algo asustado, en el momento en que él corría hacia la puerta.
No supe más.
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Comunicación 1 IDAT
10. El hombre misterioso estaba esperando en la esquina desde hace ya media hora. Tiene
su carro aparcado frente a un McDonalds. María sale de casa a buscar a José, su hijo. El
niño sale de la escuela en 15 minutos.
11. Me llena de emoción y orgullo la distinción que se me hace el Premio Nobel de la Paz
1992.
13. Hércules agitó su pesada maza y, dando un alarido, se fue en persecución de la fiera.
14. “La esperé a la salida. Caminé unos metros junto a ella, y luego le hablé. Cuando se
detuvo y me miró, tuve la impresión de que vacilaba. La invité a que charláramos un
rato en un café o una confitería. De pronto, aceptó."
"La noche de los feos", Mario Benedetti
15. “Estábamos todos juntos cuando repentinamente Armando salió a buscar algo
indeterminado, volvió de madrugada, feliz sin decir nada”
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Comunicación 1 IDAT
16. Me niego a corresponder, a representar el papel de esposa de alto status, que esconde
su cansancio tras una sonrisa, lleva la batuta en conversaciones sin fuste, pasa bandejitas
y se siente pagada de su trabajera con la típica frase: Has estado maravillosa, querida.
17. “La lluvia fría caía sobre mi cabello, me molestó en un principio, luego me sentí
regocijada”.
18. Don Jacinto había terminado su historia. Nos miró a todos a la cara y luego nos preguntó
que qué nos había parecido; sin embargo, su rostro reflejaba una leve nostalgia al
recordar su triste infancia.
19. Y por aquí vamos nosotros. Los cuatro a pie. Antes andábamos a caballo y traíamos una
carabina. Ahora no traemos ni siquiera la carabina.
20. Cuando vi a José correr aquella madrugada, mis ojos no daban crédito a lo que veían
ni mis oídos a lo que oían. Él estaba notablemente borracho, a lo lejos pude notarlo por
cómo se tambaleaba y por el sonido peculiar de sus gritos mal articulados. El pobre
muchacho no tenía camisa, y tenía unas extrañas marcas de arañazos en el cuerpo.
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