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El destino
También hay un destino que tiene que ver con las implicancias. Que estemos
implicados en el destino de otro miembro de la familia. A veces con este trabajo, lo
podemos cambiar un poco. A veces sus padres por sus implicancias (las propias) se
vuelven destino para los hijos. Si los padres no solucionan sus implicancias esto se
vuelve destino para los hijos. Mas tarde cuando los hijos pueden reconocer las
implicancias de sus padres, pueden en cierta manera separarse de este destino.
Este destino a veces espera solución por y con este trabajo, veo una persona y veo su
destino. Me inclino ante su destino si querer cambiarlo, entonces su destino asoma
hacia mi y me permite mostrarle una salida de este lazo.
Estos son dos tipos distintos de destino. El que no se puede cambiar y el que permite
cambio.
Hay un tercer destino, que se ve como misericordia. Por ejemplo como cuando somos
salvados de algún tipo de peligro. Cuando nos unimos a una pareja desde lo profundo
es un regalo. Es un destino que es un regalo y es bueno.
A veces nos encontramos con un peligro y una catástrofe y estamos expuestos a ella
como un destino. El afuera de repente se inmiscuye sea para nuestro bien o de una
manera que nos aniquila. Con esto también tenemos que estar de acuerdo tal como
es.
Estar en sintonía con todas estas maneras de destino. Estar en sintonía con la vida tal
cual es con todo lo que la acompaña es el logro religioso. Estamos unidos a fuerzas
mayores que nos atajan, nos sostienen y nos llevan sin saber nosotros donde
terminamos.