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A casi dos décadas de la montonera que encabezó el Comandante de Sabaneta,

Venezuela puede considerarse: territorio arrasado.

¿Cómo un grupo de hombres, sin mucha brillantez ideológica y política, se


adueñaron de un país, saqueándolo, formando una casta de delincuentes y
transformando la ilegalidad, en un estilo de Gobierno?

La sed de venganza de la izquierda venezolana que inmediatamente se casó con


la dictadura castrista, le dieron un perfil humanista y sobretodo mesiánico, a los
primeros pasos de Hugo Chávez.
El grito de guerra de esta montonera, como todas las montoneras, fue: ¡señores,
aquí todos vamos a robar, el botín es grande y alcanza para todos!... ¡adelante!
La clásica viveza criolla se elevó a la enésima potencia, el chavismo no tuvo el
más mínimo prurito de mostrarse a los suyos como una mafia: “si estás conmigo,
te beneficio, te protejo… si no estás conmigo, te jodo!
El concepto de nación y de ciudadanos se destruyó, y lo que comenzó con el
“caracazo”, siguió por años de saqueos y saqueos, hasta que todos quedaron en
el esqueleto… alimentándose de la basura y perdiendo la noción de la realidad.

Sin duda alguna, este país es ya un enorme sanatorio mental al estilo de una
prisión. El gobierno de “pranes” se instaló en todos los rincones y destinos de la
patria.
La palabra “Pran” (Prisionero-Reincidente-Asesino-Natural) vino de Puerto Rico en
los 90´s y se instaló en nuestras cárceles, para luego terminar en Miraflores.
El cántico sangriento de la plebe, para animar a los pranes gubernamentales cada
vez que robaban (según… al estilo de Robin Hood, para dárselo al pueblo…) era: -
¡Así, así, así, así es que se gobierna!

A dos décadas de la “pranificación” del país, más del 90% de los delitos ocurridos
en Venezuela, no se investigan y la ilegalidad, si viene por parte de los reos de
poca monta que tienen hasta un carnet de la patria, son vistos como actos lícitos
de venganza, incluso, tan plausibles, que hasta se premia con una réplica de la
“Espada del Libertador”, dependiendo del estatus del malandro.

Las Empresas de maletín que surgieron como yerba seca, para importar todos los
insumos y controlar los dólares del fondo nacional, terminaron en la calle en forma
de “Bachaqueros”, revendiendo todo para sacarle provecho al hambre y la
desesperación. Pueblo contra pueblo, canibalismo al estilo de una mala película
de zombies.
El TEATRO, el lugar por donde solía caminar con seguridad, también fueron
tomados por los Pranes y los Bachaqueros y el género “ASTRACÁN” se apoderó
de todas las Salas de Teatro, con el grito de ese nuevo público que decía: ¡Así,
así, así, es que debes entretenerme…!

El ASTRACÁN que surge en España, comenzando la segunda década del siglo


XX, es producto de la desesperación de su sociedad que necesitaba reír por reír.
Este género, totalmente español, era catalogado como un teatro sin alma, hueco,
envuelto en una carcajada forzada.
“El origen del ASTRACÁN o «teatro para reír» es motivo de estudio en la
actualidad. El crítico Sainz de Robles lo define como una exhumación de la
realidad en acciones dislocadas, en juegos de palabras tendentes a lograr la
máxima comicidad posible y a extraer las múltiples posibilidades de cada situación
para la escena… El astracán, más que un género teatral, es una manera de
hacer y así pueden considerarse astracanadas farsas, juguetes cómicos,
disparates, sainetes pasillos y otras variedades teatrales de carácter jocoso…”
(Tomado del investigador del Teatro español, Enrique Gallud Jardiel)
El ASTRACÁN fue un género que llegó a todas las capas sociales y se
consideraba “teatro por horas”, donde se presentaban una sucesión de
espectáculos cortos y ligeros seguidos, para abaratar los precios de la taquilla.

“…los asuntos que serían fuente de dolor y luto para el arte fuera de España –el
hambre, el desempleo, los apuros caseros, la canallería política, el caciquismo– se
convierten en el ASTRACÁN, en chorros de alegría y buen humor merced a la
broma e ironía con que los consideran, por observar que por ese lado los toma el
pueblo” (Enrique Gallud Jardiel)

La cartelera caraqueña, copiosa en espectáculos teatrales, más de 70


espectáculos diarios, en un 80% son astracanadas o seudoastracanadas, que
buscan divertir por divertir, tomando como tema central, la angustiante vida de
carencias, de los venezolanos.

Aparentemente, ya no existe país… en esta enorme prisión de locos, solo nos


queda reír, reír, reír, reír, reír, reír, reír, reír, reír, reír, reír, reír, reír, reír, reír, reír,
reír, reír, reír, reír, reír, reír, reír, reír, reír…
Jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaj
ajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja…

Me cansé…
RUBÉN DARÍO GIL

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