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a los 18 años quería ser aviador para volar con las aves y darle todos los míos,
a los 19 años quería ser antropólogo para entenderme entre las bestias y llegar
hasta la mismísima animalidad que dio origen al caos de este mundo,
pero a los 20 años el teatro me encontró desprevenido,
juro que no lo buscaba,
me encontró a la orilla de un barranco,
cortándome las venas,
teniendo miedo a seguir viviendo…
el teatro me salvó de una vida triste.
Tuve que luchar en el mundo de los estereotipos. Todos pensaban que ser actor
era un hobbie pasajero pero un una profesión seria. Todos miraban al mundo del
espectáculo como un lugar oscuro y pervertido. Todos creían que la vida de los
artistas no era un lugar para la gente honesta.
Cuando abandoné la facultad de medicina y me inscribí en una escuela de
actuación:
- Mi padre dejó de hablare,
- Mis amigos se alejaron,
- Mi familia sintió que había tirado mi futuro al basurero,
- Todos comenzaron a sospechar de mí.
-
Solo quería ser feliz,
Solo quería ser yo.
Hay que ser muy fuerte y tener un alto sentido de independencia para divorciarse
emocionalmente del contexto familiar, social y cultural y hacer de la vida, un hecho
muy personal.
No tenemos por qué complacer a nadie, debemos complacernos a nosotros
mismos para ser feliz. Nuestra vida no es una prolongación de un colectivo, eso
pudiera ser una condena. La individualidad es lo que nos hace individuos.
Nacemos con un don, hay quienes le llaman talento, algo que podemos y tenemos
que desarrollar a lo largo de la vida. Yo nací para escribir y entretener, otros nacen
para salvar vida, otros nacen con la habilidad de construir, otros con la dicha de
cantar, otros nacen con la fuerza y la garra de usar las armas y defendernos, otros
cultivan la tierra y saben multiplicar el ganado, otros simplemente cuentan las
estrellas…
Nacemos siempre para algo.
La felicidad se encuentra en descubrir y desarrollar ese “gift” (regalo de Dios como
dicen los anglosajones) y simplemente crecer.
Ir en contra de nuestra propia naturaleza, es llevar una vida desgraciada.
Yo, perdonen que lo escriba en forma tan descarada, tengo la profesión más
bonita: entretengo desde el escenario, entretengo con mis historias en el cine y el
teatro, transformo la realidad para que la fantasía no muera.
Son muchas las obras de teatro que he dirigido, desde mis obras hasta fundirme
en el universo de Shakespeare con Romeo y Julieta, pasando por Moliere, Ibsen,
Tennessee Williams, Edward Albee entre otros genios de la dramaturgia…
He escrito varias telenovelas, series de televisión y dos largometrajes…