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XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia.

Departamento de Historia de
la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2013.

Entre la Clase y Perón: la


Juventud Trabajadora
Peronista ante la Ley 20.615
de Asociaciones Profesionales.

Löbbe y Héctor Eduardo.

Cita:
Löbbe y Héctor Eduardo (2013). Entre la Clase y Perón: la Juventud
Trabajadora Peronista ante la Ley 20.615 de Asociaciones Profesionales.
XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento
de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de
Cuyo, Mendoza.

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XIV Jornadas
Interescuelas/Departamentos de Historia
2 al 5 de octubre de 2013

ORGANIZA:

Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras

Universidad Nacional de Cuyo

Número de la Mesa Temática: 94

Titulo de la Mesa Temática: Conflicto y cambio social en la Argentina reciente: de los


años ‘60 a la actualidad. Conflictividad social y experiencias obreras y populares.

Apellido y Nombre de las/os coordinadores/as: Rojo,Alicia. Castillo, Christian.


Bonavena, Pablo.

ENTRE LA CLASE Y PERÓN: LA JUVENTUD TRABAJADORA PERONISTA


ANTE LA LEY 20.615 DE ASOCIACIONES PROFESIONALES

Löbbe, Héctor Eduardo

Ciclo Básico Común. Universidad de Buenos Aire

lobbehector@yahoo.com.ar

http://interescuelashistoria.org/

1
ENTRE LA CLASE Y PERÓN: LA JUVENTUD TRABAJADORA PERONISTA
ANTE LA LEY 20.615 DE ASOCIACIONES PROFESIONALES

Löbbe, Héctor Eduardo

Ciclo Básico Común. Universidad de Buenos Aires

lobbehector@yahoo.com.ar

Este trabajo es una aproximación a la actuación de la Juventud Trabajadora Peronista


(JTP) como frente sindical de masas de la Organización Montoneros, bajo los gobiernos
peronistas de la década de 1970.
Una parte de la historiografía que estudia a la JTP1 suele centrar el análisis, a veces de
manera extremadamente unilateral, en las debilidades y limitaciones de la misma,
adjudicándoselas a la extracción social de los cuadros de conducción de Montoneros y
de la propia JTP, al programa reformista burgués al que ambas se subordinaban y a la
tendencia a la militarización de las prácticas políticas que la Organización madre le
habría impreso desde el origen a su brazo gremial.

1
Baschetti, Roberto (1996): Documentos.1973-1976. De Cámpora a la ruptura (volumen 1), Ediciones
de la Campana, La Plata (Pcia. de Bs. As.). González Bazán, Elena (1999): La Juventud Trabajadora
Peronista (J.T.P.) en el Movimiento Obrero 1973-1975, ponencia presentada en las VII Jornadas
Interescuelas / Departamentos de Historia. Universidad Nacional del Comahue. Editada en versión papel.
Díaz, Rubén (1999): Esos claroscuros del alma. Los obreros navales en la década del ’70, El sueñero,
La Plata (Pcia. de Bs. As.). Pozzi, Pablo y Alejandro Schneider (2000): Los setentistas. Izquierda y clase
obrera: 1969-1976, Eudeba, Bs. As. Werner, Ruth y Facundo Aguirre (2007): Insurgencia obrera en la
Argentina 1969-1976. Clasismo, coordinadoras Interfabriles y estrategias de la izquierda, Ediciones
IPS, Bs. As. Lorenz, Federico (2010): «Algo parecido a la felicidad». Una historia de la lucha y
represión de la clase trabajadora durante la década del setenta (1973-1978). Tesis de Doctorado en
Ciencias Sociales, Instituto de Desarrollo Económico y Social-Universidad Nacional de General
Sarmiento. Lissandrello, Guido (2011): “¿Existió una izquierda peronista? Un análisis de la Juventud
Trabajadora Peronista”, en El Aromo, número 63, Bs. As. Vittor, Carolina (2011); “La JTP y su papel en
las luchas del movimiento obrero (1973-1975)”. Centro de documentación de las organizaciones
político-militares argentinas. http://www.eltopoblindado.com/.

2
Nuestra perspectiva (sin desmerecer esos análisis) propone otro abordaje, esto es,
estudiar como el surgimiento y la actuación de la JTP, entre otras organizaciones
similares, expresa el formidable auge de luchas obreras, a fines de la década de 1960. Y
de que manera además, este auge, especialmente protagonizado por sectores de
vanguardia de la clase, impregnó la vida interna de todas aquellas fuerzas políticas y
gremiales que intentaron empalmar con el proceso de movilización señalado (Löbbe,
2009: 37-39).
Este proceso, forzosamente, debió despertar y desarrollar tensiones y contradicciones
dialécticas dentro de cada organización, al calor de la lucha de clases.
La JTP no podía escapar a ese fenómeno, más teniendo en cuenta el movilizado espacio
social en donde insertaba su trabajo político-organizativo.
La suma de demandas económicas, políticas y sociales acumuladas por la clase
trabajadora por años, al expresarse de manera manifiesta, entraba en curso de colisión
inevitable con el programa y la estrategia de las estructuras políticas que adscribieran a
un proyecto reformista acotado como el peronista y que pretendiera alcanzar la
conciliación de clases, aunque sea de manera táctica y coyuntural.
Aquí aparece, a nuestro entender, el principal foco de tensión: el delicado equilibrio que
debían realizar la Organización madre y su frente sindical para procesar esas demandas
de las bases y al mismo tiempo, mantenerse dentro de la “verticalidad” que fijaba
Perón, subordinados a su programa y debiendo confrontar con los sectores de la
ortodoxia gremial derechista (es decir, la burocracia sindical), reinstalada como
principal aliada de Perón a su regreso definitivo a la Argentina.
Intentaremos, en síntesis, aproximarnos a conocer como las problemáticas mencionadas
fueron signando la trayectoria de la JTP, desde su creación hasta la sanción de la Ley
20.615 de Asociaciones Profesionales, a fines de Noviembre de1973, en una de las
primeras y tal vez más importantes encrucijadas teórico-prácticas que debió afrontar esa
joven Organización y su militancia.
Como fuente documental para las declaraciones, actos, acciones y menciones de la JTP,
recurriremos en este trabajo, al semanario El Descamisado, vocero oficioso de la
Juventud Peronista de las Regionales-Montoneros. Para facilitar la lectura, en el cuerpo
principal del texto mencionaremos que la información proviene de esa publicación y a
pie de página, sólo el número y las páginas del ejemplar consultado. Remitimos al

3
lector, para los datos completos, al apartado final, dedicado a las referencias
bibliográficas.

Surgimiento de la JTP y primeras acciones

El surgimiento de la JTP se enmarca en una muy especial coyuntura política, en el


último tramo de la dictadura militar del general Lanusse, en medio del precipitado final
de la misma. Ese final fue resultado tanto de la activación y ascenso de la lucha de las
masas populares ya señalado, como del accionar igualmente creciente de
organizaciones revolucionarias de izquierda marxista y peronista, algunas de ellas, con
sus incipientes brazos armados.
En ese marco, dentro del ala izquierda del peronismo, se abrió paso la idea de terciar en
la lucha interna del movimiento, adoptando como consigna y programa el proyecto de
comienzos de los ’70 de Perón (actualizado a las nuevas condiciones mundiales y
locales), que propiciaba la “Liberación Nacional”, en tránsito a un “socialismo
nacional”, ambos conceptos de ambiguos y difusos alcances.
Sin embargo ese proyecto, como se vería más tarde y más allá de su fraseología, no se
apartaba de la tradicional orientación llevada a cabo entre 1946 y 1955 y tampoco
buscaba, en términos concretos, romper estructuralmente con las raíces de la
dependencia. Como máximo, aspiraba construir un capitalismo de Estado
“independiente”, intención que ya había demostrado su inviabilidad en el pasado.
Si la pretensión del ala izquierda del peronismo era avanzar más allá de este programa,
debía contar previamente con una acumulación de fuerza material y social que le
permitiera inclinar la balanza a su favor.
Ésta era la precondición necesaria para forzar el “trasvasamiento generacional”,
disputándole así la conducción del movimiento peronista a sus direcciones políticas y
sindicales ortodoxas y en última instancia, al propio Perón.
El primer desafío que debió afrontar la JTP fue como incorporar militantes, adherentes
y simpatizantes a una estructura gremial en formación. Al igual que sucedió con la
izquierda marxista revolucionaria, una vía fue la “proletarización” de aquellos cuyo
origen social era la pequeña burguesía empobrecida y que activaban en otros frentes (en
especial, el barrial y más tarde, el estudiantil). Pero tan importante o más, la nueva
estructura gremial se vio súbitamente alimentada por la corriente de jóvenes

4
trabajadores politizados, que se sumaban atraídos tanto por los contenidos obreristas del
primer peronismo como también por la promesa de su profundización, a través del
“socialismo nacional”(González Bazán, 1999: 15-18; Löbbe, 2009: 173-178; Lorenz,
2010: 65-76). Su composición social heterogénea, pero sobre todo, el importante y
decisivo componente obrero le darán así a la JTP un perfil muy distinto al de otros
frentes, radicalizando su accionar, proceso que se retroalimentaba con el auge de
combatividad protagonizado por las masas populares.
Desde comienzos de 1973 la movilización obrera, en reclamo de demandas largamente
postergadas, inició un ascenso vertiginoso.
En su dimensión cuantitativa, desde las elecciones del 11 de Marzo hasta la asunción
del nuevo gobierno peronista, a fines de Mayo, se registraron 320 conflictos obreros
documentados. A lo largo de la corta gestión de Cámpora, se contabilizan otros 264. En
el igualmente breve interinato presidencial de Lastiri, se le sumaron otros 488. En total,
1072 conflictos documentados a lo largo de 6 meses, correspondiendo 752 de estos
conflictos a los 4 meses de gobiernos constitucionales peronistas (Izaguirre, 2009: 260).
Igualmente significativo, en términos cualitativos, es que en la categoría más
restringida de “huelgas”, en el período Junio-Septiembre, el 43% de las mismas fueron
acompañadas con la toma de los lugares de labor por parte de sus trabajadores (Jelín,
1977: 46).
En medio de esta intensa movilización, hizo su presentación pública la JTP con un acto
constitutivo en un estadio cubierto de Capital Federal, el 27 de Abril de 19732. En la
solicitada de convocatoria a dicho acto, publicada en el diario Clarín3, se destacaba la
identificación de propósitos entre la nueva tendencia sindical de la izquierda peronista
con el lineamiento estratégico actualizado de Perón (“trasvasamiento generacional para
el socialismo nacional”), el propósito de la JTP de incorporarse como corriente interna
dentro de las “62 Organizaciones peronistas” (el brazo político-partidario de la
Confederación General del Trabajo [CGT]) e integrarse a la Central Obrera,
subordinándose a la misma. En la misma solicitada, aparecían también las primeras
críticas y cuestionamientos a las direcciones gremiales burocráticas y la intención
declarada de la JTP de impulsar el desplazamiento de esas conducciones.

2
Para la crónica del acto, véase El Descamisado, número 0, pp. 1-2.
3
Clarín, 27 de Abril de 1973, p. 16.

5
En los meses siguientes, la JTP se lanzará a una febril actividad para acompañar,
organizar y dirigir el proceso de reclamos y conflictos obreros4. Esta actitud (impulsada
desde las bases), debilitaba y socavaba objetivamente los planes de estabilización
económica que buscaba imponer el “Pacto Social”. La actuación de la JTP, entonces,
marcará una tendencia a la acción autónoma y a un alejamiento parcial respecto al
proyecto oficial del peronismo y de la propia Organización madre.
A fines de Mayo de 1973, se acentuó la activación de las bases obreras. En los
Astilleros ASTARSA (Tigre, zona norte del Gran Buenos Aires), los trabajadores,
luego de un accidente fatal sufrido por un compañero, toman la fábrica, reteniendo en
condición de rehenes a personal jerárquico de la misma, hasta imponer, luego de cuatro
días, un pliego de reivindicaciones. Éste es un caso ejemplar, ya que en él la iniciativa
partió de un grupo de activistas y obreros de un amplio arco de izquierda, que integraba
como joven Agrupación, la JTP. Dicha pertenencia durante la toma, era, a opinión de
sus protagonistas, la principal garantía de respaldo político y material a su acción,
teniendo en cuenta la desfavorable correlación de fuerzas que debían enfrentar los
huelguistas. Además, ésta acción, sirvió como ejemplo y diseminó esa metodología de
presión obrera reivindicativa por toda la zona norte del Gran Buenos Aires. La toma le
permitió a la flamante Agrupación de navales incorporada a la JTP, recuperar de manos
de la burocracia sindical, no sólo el Cuerpo de Delegados de ASTARSA sino también
sus similares y Comisiones Internas en otros astilleros de la zona (Lorenz, 2010: 16-
30).
Como respuesta a este escenario de creciente conflictividad obrera, que escapa al
registro minucioso o fue ignorado por la crónica periodística, entre comienzos de Junio
y comienzos de Julio de 1973, ingresaron al Congreso por el Senado, un par de
proyectos de reforma a la Ley de Asociaciones Profesionales.
Los proyectos mencionados, denunciados por la izquierda marxista y peronista, marcan
la diferencia central que distinguía a la derecha peronista. Ésta concentraba sus
esfuerzos (en esta primera etapa) en imponer su número en materia legislativa, con el
propósito de contar con instrumentos legales no sólo para imponer el “Pacto Social”
sino también para impedir el proceso de democratización en la conducción de los
sindicatos. Ambos objetivos, necesariamente, debían partir de ahogar la organización

4
El listado de estos reclamos y conflictos pueden ser rastreados en los números 0 a 34 de El
Descamisado. En el número 34 se incluye un “balance” de las luchas en donde tuvo presencia destacada
la JTP, hasta fines del año 1973.

6
de las corrientes antiburocráticas dentro del movimiento obrero y desplegar un control
más estricto sobre las bases, en los lugares de trabajo.
En el “Boletín Interno N° 1” de Montoneros, de la primera quincena de Mayo de 1973,
la dirección de la Organización reconoce, en el plano político-instrumental, la
importancia estratégica de contar con un frente sindical que le permitiera desplazar
paulatinamente y desde adentro a los sectores del peronismo ortodoxo, que hasta ese
momento controlaban las estructuras gremiales tradicionales. Para el mediano plazo, la
JTP debería colaborar en el avance de Montoneros hacia la conducción del movimiento
peronista en su conjunto (Lorenz, 2010: 32-34).
Pero la importancia reconocida a la JTP se condicionaba a una doble subordinación,
organizativa y programática.
En primer lugar y como brazo sindical, al proyecto general de Montoneros y en
segundo término a las propias estructuras formales del movimiento peronista, aun
cuando en esas estructuras la JTP fuera sistemáticamente hostigada y marginada por las
dirigencias burocráticas.
En materia programática, porque esa subordinación estaba sobredeterminado por el
proyecto “nacional y popular” estratégico de Perón, que reclamaba la “tregua” y
pacificación social y económica, en medio de un incremento de la conflictividad social,
reflejo de los reclamos postergados por décadas.
Emergía así una contradicción entre lo que pretendía Montoneros para la etapa y el
mediano plazo y lo que en la práctica concreta estaba exitosamente llevando a cabo la
fuerza militante de la JTP, con una actitud claramente confrontativa y antiburocrática.
A contracorriente del proceso que se estaba construyendo en la base, la conducción
montonera, seguiría (hasta mediados de 1974) sin denunciar de manera explícita los
límites del proyecto de Perón y su respaldo al ala ortodoxa de su movimiento.
Igualmente, mantendría las ilusiones sobre el “socialismo nacional”, contribuyendo al
proceso de dispersión de la fuerza social revolucionaria que imperiosamente impulsaba
la burguesía.
Las orientaciones contenidas en el documento, muestran un alto nivel de desfasaje
entre lo que realmente sucedía y de las tareas tácticas que se pretendían desplegar.
Ateniéndonos a las acciones militantes de las Agrupaciones de la JTP, podemos afirmar
que se estaba produciendo, sin ser debidamente registrado, un proceso de

7
autonomización real respecto a la dirección montonera, proceso que, en rigor nunca se
convirtió en una asunción y quiebre formal, hasta el fin de la experiencia de la JTP.
Refuerza esta idea el hecho que no sólo el gobierno tibiamente reformista de Cámpora
fue incapaz de detener el proceso de movilización obrera, sino que esta movilización
(con fuerte intervención de la JTP) se acelerará y profundizará en los meses siguientes.
El ataque y masacre provocada por la derecha peronista en Ezeiza (20 de Junio de
1973) ejemplifica la maniobra que terminará forzando la renuncia de Cámpora y su
reemplazo por Lastiri. Tal relevo viene a demostrar, una vez más, la estrechez y los
límites de la estrategia de Montoneros para hacer realidad el “trasvasamiento
generacional” de manera pacífica y dentro del marco institucional. En los hechos y con
esta concepción, la Organización no hacía más que ensanchar la brecha que la iba
distanciando de la praxis de la militancia obrera, las Agrupaciones y hasta de una parte
de la conducción de la JTP.
Por su forma y contenido, el traumático y simbólico final de la gestión de Cámpora,
marcó como los tiempos para la definición de la lucha interna dentro del peronismo se
iban acortando; como la Organización Montoneros no podía (o quería) decodificar las
señales permanentes y en aumento de ese desenlace y la dramática soledad en materia
de orientación y preparación para la ruptura, que comenzaría a afectar de manera
creciente, las prácticas cotidianas de sus militantes y frentes de masas.
La lucha intragremial (entre la burocracia y los sectores combativos y de izquierda,
como la JTP), tendrá un temprano ejemplo concreto, documentado y analizado por el
propio semanario El Descamisado. Se trató de lo sucedido en el Sindicato Ceramista de
Villa Adelina (zona norte del Gran Buenos Aires). Allí, trabajadores y activistas de la
izquierda peronista y marxista procedieron a desalojar, el 25 de Junio, a la dirección de
la burocracia ortodoxa peronista de dicho Sindicato. Una posterior asamblea de 2.500
ceramistas ratificó la toma y eligió una Comisión Directiva Provisoria, en donde jugará
un papel central la Agrupación Evita de la JTP. No obstante, el grupo burocrático
desplazado, regresará el 21 de Agosto con una patota armada, tratando de desalojar del
local gremial a la nueva conducción gremial. Una movilización de obreros ceramistas
de la zona obligó a los atacantes de la derecha sindical a abandonar el lugar, pero antes,
un matón y ex miembro de la directiva burocrática, asesinó a balazos al militante de la
JTP Juan Carlos Bache5. Este episodio es quizás la mejor síntesis de la dinámica que

5
El Descamisado, número 15, pp. 10-11.

8
iba cobrando el proceso de lucha obrera y antiburocrática a fines de Agosto. Por una
parte, ejemplifica el fenómeno de crecimiento de la JTP en número de Agrupaciones
que la iban nutriendo y su creciente influencia en las filas obreras, de donde surgían día
a día muchos de sus nuevos militantes y adherentes. Pero también demuestra como los
sectores burocráticos de derecha del peronismo tomaban la delantera en la acción
violenta, llegando al asesinato, cuando veían peligrar sus lugares de poder.
En el mismo número de El Descamisado donde se narra el episodio anterior, pero
significativamente en las hojas previas a dicho artículo, se incluye la crónica del acto
público multitudinario en un estadio abierto6, organizado el 22 de Agosto de 1973 por
la “Tendencia Revolucionaria”, nombre con que se conocía en aquella época a la unión
de la Juventud Peronista de las Regionales y Montoneros. En dicho acto, Mario
Eduardo Firmenich, uno de los máximos dirigentes de la conducción montonera, hizo
un balance político de los tres últimos meses.
Al momento de fijar los objetivos a mediano plazo de la Organización, señala la
necesidad de la institucionalización del Movimiento Peronista, recuperándolo de manos
de la burocracia, a través de la afiliación masiva y la integración plena a las filas del
movimiento. Para ello, destaca como principal carencia, la falta de desarrollo de la JTP
y la necesidad de incrementar la militancia y los recursos para fortalecer ese frente
sindical. Asimismo y refiriéndose concretamente a la JTP, cuestiona las consignas que
apuntan a hacer de ella una versión organizativa alternativa y paralela, distinguiendo el
lugar y el espacio subordinado a ocupar por la Agrupación, dentro del espacio más
amplio como la CGT. Apenas un día después del asesinato de Bache, militante de base
de la JTP, el dirigente montonero seguía así alimentando ilusiones acerca las reales
características de las estructuras gremiales tradicionales y de lo que se podía esperar de
sus direcciones ortodoxas. En suma, en su discurso ignora la gravedad de la lucha real
que se da entre la derecha sindical peronista y la JTP. Y como esta lucha refleja la
imposibilidad de la convivencia pacífica en el movimiento peronista que, autorizado y
bendecido por Perón, ya había iniciado la “purga” de izquierdistas de sus filas, dos
meses antes en Ezeiza. Contrariamente a lo que mostraba la práctica cotidiana
(ejemplificada en el trágico caso de los Ceramistas), la conducción montonera insistía
que las Agrupaciones y la JTP debían adecuar su funcionamiento a las condiciones
fijadas por la burocracia sindical que dirigía los sindicatos y la CGT.

6
Ibídem, pp. 5-7.

9
La importancia de este discurso es que en él Firmenich reconoce como, hasta el
momento, la Organización ha dedicado pocos recursos y atención a la construcción de
su frente sindical de masas. Admite así, tácitamente, que el fenomenal proceso de
crecimiento de la JTP fue, en realidad, resultado de la propia actividad autónoma de
militantes, adherentes y simpatizantes. En última instancia, fue mérito casi exclusivo de
los nombrados, el lograr instalar la Agrupación sindical de la izquierda peronista al
frente de una gran cantidad de luchas obreras, disputando el rol de conducción a la
burocracia, en soledad y sin contar más que con los escasos medios propios. Este
reconocimiento tácito reafirma nuestra presunción acerca de las diferencias, tensiones y
contradicciones que se desarrollaban entre la dirección montonera y la JTP. Esta última,
enfocaba y enraizaba su trabajo dentro de la clase obrera, pretendiendo acompañar,
impulsar y centralizar sus luchas. Por esa misma razón, la JTP estaba más “expuesta” a
la radicalización política por la que atravesaba la clase e interiorizaba y reflejaba no
sólo el nivel de conciencia y limitaciones de la clase trabajadora sino también
expresaba la potencialidad que anidaba en ella como principal protagonista político en
el proceso de su propia emancipación.

Expansión organizativa de la JTP y agudización de las contradicciones internas


dentro del peronismo

Antes de terminar Agosto, se producen dos hechos que confirman el complejo proceso
de constitución de la JTP y su tensa y conflictiva relación con la dirección montonera.
Ambos episodios reflejan también la agudización de la puja interna dentro del
peronismo, entre los sectores de izquierda y derecha.
Por una parte, la realización del Primer Encuentro Nacional de la JTP, con
representantes de 7 regionales de todo el país, en Córdoba, el 25 y 26 de Agosto7, lo
que indica el crecimiento ininterrumpido de la Organización y la extensión de su
trabajo sindical a otras regiones del país.
El segundo acontecimiento significativo es la participación de la JTP en el cierre de
campaña preelectoral de la fórmula Perón-Perón, acto organizado por la CGT el 31 de
Agosto. Esa participación, celebrada desde las páginas de El Descamisado, ratifica la
subordinación de la conducción del frente sindical de Montoneros a la política general

7
El Descamisado, número 16, pp. 30-31.

10
establecida por la Organización madre, sin denunciar el rumbo derechista de la
dirección del peronismo y las expectativas acríticas que seguían alimentando entre sus
seguidores respecto al programa concreto de Perón, una vez que éste se instalara al
frente de la presidencia del país. La presencia en ese acto de las multitudinarias
columnas de la JTP, aviniéndose a participar sin cuestionar los objetivos del acto y a
sus convocantes, confirmaría la falta de debate respecto de la estrategia de fondo al
interior de la izquierda peronista. Y también, posiblemente, de las tensiones que esta
situación generaría entre su militancia y las bases obreras8.
A comienzos de Septiembre, la inminencia de las elecciones presidenciales (en donde la
formula Perón-Perón se verá ampliamente ratificada en las urnas) enrareció más el
escenario político, preanunciando la colisión inevitable entre los proyectos antagónicos
de la derecha y la izquierda del peronismo.
La izquierda peronista se encontrará cada día más acorralada dentro de su propio
“cerco” justificativo y sin poder resolver dos cuestiones simultáneas: primero, el no
poder torcer o influir desde posiciones radicalizadas, el rumbo trazado por Perón y su
giro derechista. Y segundo, su incapacidad para justificar, ante las bases que pretendía
orientar y conducir, ese giro del líder del movimiento.
En términos simbólicos y materiales, la muerte de Jose Rucci (secretario general de la
CGT y máximo referente ortodoxo de Perón dentro del movimiento obrero) a manos de
Montoneros, es una dramática muestra de la impotencia creciente de la conducción de
esa Organización. Esta acción denotaba también la peligrosa pérdida del rumbo político
de sus máximos dirigentes, que menos de un mes antes, llamaban a trabajar dentro de
las estructuras sindicales tradicionales, respetando las reglas de juego establecidas por
la burocracia sindical. Implicaba, además, un desafío abierto a la figura de Perón. La
respuesta de éste no se hizo esperar: con su conocimiento y aval, los sectores
filofascistas de su movimiento incrementarán la escalada de ataques a toda la izquierda
política y sindical y en especial y selectivamente, a militantes y activistas de la JTP.
El 3 de Octubre se confirmaba la dirección crecientemente reaccionaria que imponía el
ala derechista del peronismo, cuando Lastiri envió al Senado el proyecto definitivo de
Ley Sindical.
El fin del proceso de unificación de las distintas vertientes de la “Tendencia
Revolucionaria” de la izquierda peronista, bajo la común sigla de Montoneros, se

8
Ibídem, pp. 32-39.

11
transformó en una señal dirigida tanto a Perón como al interior del propio espacio
político ocupado por la Organización. Una demostración de fuerza, de cara a la
conflictiva relación que se avecinaba frente al nuevo gobierno, al que sin embargo
habían llamado a votar. Ese llamamiento profundizaba la confusión de las bases, al
mantener las expectativas y esperanzas en Perón, a pesar de las cada vez más explícitas
definiciones y políticas derechistas proclamadas por el líder.
En este período, en El Descamisado se multiplican los artículos que registran la
actuación de la JTP: declaraciones, actos, conflictos de trabajadores en el sector público
y privado y confrontaciones con la burocracia sindical9. Se destaca la inclusión de un
cuadernillo especial10, donde se presenta el programa y lineamientos políticos de la
JTP, como así también, una primera evaluación crítica y propuestas alternativas al
proyecto de Ley Sindical. Más tarde, a medida que se acerque la fecha de su discusión
parlamentaria, la organización incrementará la publicación de documentos como el
nombrado, en forma de volantes y folletos y una profusa actividad callejera de
divulgación, pero la efectividad de esta tarea de esclarecimiento se verá nuevamente
esterilizada por la contradicción entre cuestionar la ley pero terminar avalándola,
separando siempre la figura de Perón, como si éste no tuviera posición tomada, es decir,
la aprobación de la ley para terminar de maniatar a los sectores rebeldes de su
movimiento dentro de las filas obreras.
Las principales criticas al proyecto oficial de reforma se centraban en el alargamiento
de la duración de los mandatos de los dirigentes nacionales; las restricciones a la
convocatoria de asambleas y cuerpos orgánicos; la facultad reconocida a las direcciones
nacionales para intervenir las filiales provinciales de los sindicatos y también las
seccionales y aún los organismos de base fabril (Cuerpos de Delegados, Comisión
Interna) y el poder concedido al Ministerio de Trabajo para resolver (sin intervención
de la justicia ordinaria) todo pleito o disputa intersindical. No obstante, la JTP
reconocía como aspectos positivos, el fuero sindical para facilitar la labor de los
delegados y el fortalecimiento del poder de las organizaciones gremiales, impidiendo su
atomización. Además, proponía incorporar medidas para democratizar y transparentar
el régimen electoral interno, concediendo garantías a los grupos de oposición,
pretensiones totalmente incompatibles con el proyecto oficial.

9
Para Septiembre-Octubre, contabilizamos 39 episodios y menciones, en donde la JTP juega un papel
destacado. El Descamisado (números 16 a 23).
10
Publicado como separata del número 17 de El Descamisado, pp. 1-8.

12
La argumentación se ceñía a la estrategia de Montoneros: dar la discusión dentro del
movimiento, suprimiendo las cláusulas cuestionadas (impulsadas por el gobierno y la
burocracia) e imponer las propuestas propias, para alcanzar en el futuro, una renovación
y democratización de las estructuras gremiales, es decir, el “trasvasamiento
generacional”, asegurando el desplazamiento de las dirigencias derechistas. Las
contradicciones en materia estratégica, en este punto, se tensaron al máximo entre la
conducción montonera y su frente sindical e igualmente, dentro de las filas de la JTP y
las bases obreras.
En términos objetivos estas tensiones se pueden medir al observar la tendencia
constante del ritmo y cantidad de conflictos obreros registrados, desde mediados de
Octubre hasta fines de Noviembre, aun luego de la asunción de Perón a la presidencia.
Sobresale dentro de esta tendencia, el incremento notorio de la participación orgánica
de las Agrupaciones sindicales de la JTP en estos conflictos, al compás de un aumento
exponencial en materia organizativa, ejemplificado en la constitución de la JTP como
organización nacional.
Estos datos, que desplegaremos más abajo, indican que la JTP no sólo seguía creciendo,
sino que ese crecimiento era, en términos cualitativos, doblemente importante: se
llevaba a cabo en medio de las luchas obreras y además, era impulsado por esas mismas
luchas.

La encrucijada legislativa: ruptura o “verticalismo”

El 2 de Noviembre de 1973, la JTP como organización, hace un último y supremo


esfuerzo para frenar, en las calles, la inminente aprobación de la nueva Ley Sindical:
moviliza el grueso de sus militantes, adherentes y simpatizantes, en el llamado
“Plenario Sindical Peronista por la Reforma del proyecto de Ley de Asociaciones
Profesionales”, realizado en un estadio cubierto, en donde logra reunir más 20.000
trabajadores. En la solicitada de convocatoria, publicada en el diario Clarín11 de la
fecha, se registran, entre los adherentes y convocantes alineados con la JTP, un total de
113 Sindicatos y Seccionales, representando 9 provincias y Capital Federal. Y en una
categoría menor en términos organizativos, 315 Agrupaciones de JTP o JP Regionales,
con un despliegue territorial de 17 provincias y Capital Federal.

11
Clarín, 2 de Noviembre de 1973, p. 12.

13
Podemos mensurar así, el crecimiento exponencial (en sólo 6 meses) en materia
organizativa y de influencia real y efectiva de la JTP, si comparamos estas cifras con
las 3 organizaciones sindicales y 34 Agrupaciones que impulsaron el encuentro
fundacional de Abril.
Los discursos en el acto de los principales dirigentes de la JTP, muestran otra vez, el
límite que no podían transponer: cuestionaban duramente a la burocracia y su proyecto
de Ley Sindical, pero persistían en su idea de mantener el respaldo al gobierno y
programa de Perón y rescatar los aspectos positivos de la Ley, aun cuando era público y
notorio con que sentido se iría a aplicar12.
Noviembre de 1973 será el mes en donde se defina institucionalmente la discusión
sobre esta nueva Ley, reguladora de la actividad gremial. En el Congreso Nacional, el
oficialista Frente Justicialista de Liberación (FreJuLi) disponía de holgada mayoría en
ambas Cámaras. En la de Diputados, sobre 243 miembros, la bancada del FreJuLi
sumaba 144 integrantes, de los cuales, 124 conformaban el bloque del Partido
Justicialista. Dentro de éste último, el “mini-bloque” de la “Tendencia Revolucionaria”
estaba formado por 8 diputados, ninguno de los cuales representaba orgánicamente a la
JTP. Entre el 15 y el 16 de Noviembre, el Senado de la Nación aprobó en un veloz
trámite formal, las reformas a la Ley Sindical apoyadas por Perón y demandadas
urgentemente por la burocracia sindical.
El 28 de Noviembre, el proyecto oficial, ingresa a la Cámara de Diputados para su
sanción definitiva como Ley. A la mañana siguiente, el diario Noticias (matutino
orientado por Montoneros)13, incluyó una solicitada firmada por la JTP en donde su
dirección afirmaba que, a pesar de sus críticas y ante el aval al proyecto del propio
Perón, acataba ésta última posición, en una explícita claudicación frente a la normativa
legal próxima a ser aprobada
La reconstrucción abreviada de la dinámica de las sesiones en donde finalmente se
aprobó la Ley Sindical, puede seguirse en la reseña, publicada por el diario Noticias, el
30 de Noviembre14. Al no ser nominal la votación, no quedó un registro individualizado

12
El Descamisado, número 25, pp. 2-5.
13
Noticias, 29 de Noviembre de 1973, p. 5. Véase la referencia bibliográfica completa en el apartado
específico, al final de este trabajo.
14
Noticias, 30 de Noviembre de 1973, p. 24. Para el detalle pormenorizado de todo el debate, véase el
Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, de los días 28 y 29 de Noviembre de 1973, pp. 4.013-
4.045 y 4.089-4.281, respectivamente.

14
de quienes y como votaron (más allá de lo señalado por la crónica periodística) y el
proyecto se aprobó finalmente por mayoría simple.
El 1 de Diciembre, también en Noticias, se enunciaba la posición de los diputados de la
“Tendencia”, con una breve referencia justificatoria, señalando que

Por razones de disciplina, los legisladores juveniles aportaron sus votos para
la obtención de los dos tercios, pero luego no participaron ni en el debate ni
en la votación final de la ley. Algunos medios juzgaban que los diputados de
JP se abstuvieron de hablar en el debate para no verse obligados a plantear sus
disidencias, deteriorando la unidad del bloque. Otros, en cambio, señalaban
que su silencio era una clara expresión crítica, a la forma autoritaria en que se
impuso la decisión15

En realidad, esta resolución legislativa-institucional venía a ratificar la actitud de esos


mismos diputados, cuando se discutió y aprobó la Ley 20.549 de Prescindibilidad del
Empleado Público. Esta Ley fue apoyada por los diputados de la “Tendencia” ya que,
supuestamente, permitiría remover a funcionarios nombrados por la anterior Dictadura
Militar. Sin embargo, a un mes y medio de aprobada, se aplicó para despedir a 200
trabajadores de la fábrica estatal IME de Córdoba, acusados de encabezar un reclamo
por seguridad laboral, como contemporáneamente denunciaba El Descamisado16.
En el caso de la Ley Sindical, la actitud en la Cámara de Diputados, muestra como, ante
la encrucijada que se les planteaba, las direcciones de Montoneros y de la JTP
decidieron, finalmente, someterse al liderazgo de Perón y no romper con el gobierno,
apostando a ganar desde adentro del movimiento peronista la conducción de las masas,
en especial, a la clase obrera.
La evidencia que surge de las crónicas de la propia izquierda peronista, indica que a
pesar de los efectos limitantes que imponía la nueva Ley Sindical, los trabajadores
siguieron movilizados, en lo que podríamos entender como la respuesta coherente
desde las bases (en gran parte, bajo la influencia de la JTP), a lo que se había
sosteniendo en los meses previos. El ritmo constante que mantuvieron los conflictos
obreros, hasta la muerte de Perón, expresan indirectamente como la militancia de la

15
Noticias, 1 de Diciembre de 1973, p. 9. Las cursivas son nuestras.
16
El Descamisado, número 31, pp. 26-29.

15
JTP, siguió luchando y avanzando, aun bajo la guía incierta de un programa ambiguo,
confuso y reformista, expresado y orientado por una Dirección vacilante.
En los casi 8 meses de gobierno de Juan Domingo Perón, se registraron 2.004
conflictos. Si a ellos les sumamos los ya mencionados 752 ocurridos bajo los gobiernos
de Cámpora y Lastiri, arribamos a un total de 2756 episodios de luchas obreras, para los
13 de meses de gobiernos peronistas, hasta la muerte del creador del movimiento
(Izaguirre, 2009: 260). Ahora bien, al observar las cifras nos encontramos que la
conflictividad obrera, en términos cuantitativos, no sólo no se redujo en vida de Perón y
bajo su presidencia directa, sino que se mantuvo y hasta registró un ligero crecimiento.
Igualmente y si bien en baja, también fue significativo, en el orden cualitativo, el
porcentaje de huelgas con ocupación de los lugares de trabajo (Jelín, 1977: 46). El
incremento de la activación y protesta obrera, entonces, parece confirmarse como una
tendencia ascendente antes y sobre todo, después y a pesar de la sanción de la nueva
Ley Sindical.
La claudicación ante la sanción de la ley por parte de los mandos montoneros,
agudizará las contradicciones al interior de la izquierda peronista, en especial con la
militancia de la JTP que veía como su propia dirección se subordinaba
disciplinadamente a los proyectos de Perón.
Las bases obreras, los militantes, adherentes y simpatizantes de la JTP, tendieron a
rebasar en el período bajo estudio, aun sin ser plenamente concientes de ello, a sus
conducciones. Ese avance desfasado pudo haber conspirado contra el éxito y
efectividad de la movilización, pero como las cifras expresan gráficamente, de ninguna
manera la suprimió.

Conclusiones

La JTP, como brazo gremial de Montoneros, debió atravesar en su accionar cotidiano,


distintas contradicciones y tensiones, ligadas a factores presentes a lo largo de toda la
experiencia político-sindical de la JTP: su origen; la composición militante de sus
Agrupaciones; la subordinación orgánica a una estructura mayor como Montoneros; el
programa específico, en tanto frente sindical y la necesidad de implementar una
práctica concreta propia y particular, de acuerdo a su intención de transformarse en
alternativa de conducción del movimiento obrero.

16
Contrastando los datos cuantitativos y cualitativos anteriores y posteriores a la sanción
de la Ley Sindical y a pocos meses de su fundación pudimos comprobar como la
militancia de la JTP siguió un rumbo crecientemente autónomo, más allá de las
declaraciones públicas de su dirección y de la línea estratégica fijada para la coyuntura
por la conducción montonera.
Esta expresión de autonomía respondía a la praxis cotidiana en los lugares de trabajo de
los militantes, adherentes y simpatizantes de las distintas Agrupaciones de la JTP, bajo
la presión de las bases e inducidos a ponerse al frente de los reclamos, contrariando
muchas veces los lineamientos teóricos de la conducción de la JTP y de Montoneros.
Ante la disyuntiva a adoptar de cómo actuar frente a la discusión y posterior aprobación
de una normativa legal que tendía a ahogar cualquier brote opositor que se reclamara
como dirección alternativa de la clase obrera, la militancia de la JTP peleó con sus
armas específicas: incrementando su inserción en la clase, tratando de organizar e
impulsar las luchas de las bases y cuestionando, en la práctica (aunque sin hacerlo de
manera pública), al “Pacto Social” y por extensión, todo el proyecto estratégico de
Perón.
Las dudas e incertidumbres de la militancia de la JTP, a partir de allí, no pasarían por si
luchar o no. Tampoco, sobre la legitimidad ética o moral de recurrir a la violencia en
esa lucha. Se trataba, en todo caso, de como llevar a cabo esa lucha, armada con que
programa y sobre todo (y esto alcanzaba, inevitablemente al propio Perón), contra
quienes.
El debate al interior de la JTP, entre sus militantes y dirección, no provocó, en lo
inmediato y necesariamente, la ruptura o disolución del frente sindical. Pero se
proyectó con fuerza en los dos siguientes años, en la medida que la presión de las bases
obreras fue aumentando de manera proporcional al agravamiento de la situación
económica y social por la que atravesaban los trabajadores, bajo un gobierno que
proclamaba ser la encarnación de la causa “nacional y popular” y del “socialismo
nacional”.
Dentro de Montoneros, la JTP se fue constituyendo así, desde sus orígenes y por su
accionar concreto, en el frente de masas más dinámico, “rebelde” e incontrolable,
ubicado por estas razones, junto a distintas organizaciones de izquierda marxista, en la
primera línea de la lucha de clases, hasta fines de 1975.

17
Referencias bibliográficas

Fuentes

Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación, 28 y 29 de Noviembre de


1973, pp. 4.013-4.045 y 4.089-4.281, respectivamente.

Artículos periodísticos y solicitadas

Juventud Trabajadora Peronista, (27 de Abril de1973), “Trasvasamiento sindical para el


Socialismo Nacional”, Clarín, Bs. As., p. 16.
Juventud Trabajadora Peronista, (11 de Septiembre de 1973), “Lineamientos políticos”,
Cuadernillo especial de El Descamisado, Bs. As., número 17, VEPE, pp. 1-8.
Juventud Trabajadora Peronista, (2 de Noviembre de 1973), “Plenario Sindical
Peronista por la Reforma del Proyecto de Ley de Asociaciones Profesionales”, diario
Clarín, Bs. As., p.2.

Artículos del semanario El Descamisado:

(8 de Mayo 1973), “La Juventud Trabajadora Peronista en marcha”, El Descamisado,


número 0, Bs. As., VEPE, pp. 1-2.
(28 de Agosto de 1973), “¿Hacía falta que muriera un compañero para que el ministro
nos diera la razón?”, El Descamisado, número 15, Bs. As., VEPE, pp. 10-11.
(28 de Agosto de 1973), “El discurso de Firmenich”, El Descamisado, número 15, Bs.
As., VEPE, pp. 5-7.
(4 de Septiembre de 1973), “Primer encuentro nacional de la Juventud Trabajadora
Peronista. Propuestas para el trabajo sindical.”, El Descamisado, número 16, Bs. As.,
VEPE, pp. 30-31.
(4 de Septiembre de 1973), “Perón llegó a su pueblo”, El Descamisado, número 16, Bs.
As., VEPE, pp. 32-39.

18
(6 de Noviembre de 1973), “20 mil peronistas convocados por la JTP le gritaron no a la
burocracia sindical ‘A la lata, al latero, sindicatos peronistas, sindicatos montoneros’”,
El Descamisado, número 25, Bs. As., VEPE, pp. 2-5
Artículos varios con referencias a la JTP, contenidos en la colección de ejemplares de
El Descamisado, números 0 a 34, (correspondientes al período 8 de Mayo de 1973-8 de
Enero de 1974).
Los artículos del semanario El Descamisado citados precedentemente, fueron
consultados (versión facsimilar en formato pdf.) en el sitio electrónico de
documentación http//www.ruinasdigitales.com; sección Revistas, El Descamisado,
Listado de números; entre el 6 y el 8 de Marzo de 2013.

Artículos del diario Noticias:

Juventud Trabajadora Peronista, (29 de Noviembre de 1973), “A LOS COMPAÑEROS


TRABAJADORES Y AL PUEBLO PERONISTA”, Noticias, Editorial Hoy, Bs. As., p.
5.
(30 de Noviembre de 1973), “APROBÓ DIPUTADOS LA LEY DE
ASOCIACIONES”, Noticias, Editorial Hoy, Bs. As., p. 23.
(1 de Diciembre de 1973), “La ley sindical entró a martillazos”, Noticias, Editorial
Hoy, Bs. As., p.9.
Los artículos del diario Noticias citados precedentemente, fueron consultados (versión
facsimilar en formato pdf.) en el sitio electrónico de documentación http//
www.ruinasdigitales.com; sección Revistas, Noticias, Diario Noticias, Noviembre de
1973; entre el 6 y el 8 de Marzo de 2013:

Bibliografía

González Bazán, Elena (1999): La Juventud Trabajadora Peronista (J.T.P.) en el


Movimiento Obrero 1973-1975, ponencia presentada en las VII Jornadas Interescuelas /
Departamentos de Historia. Universidad Nacional del Comahue. Editada en versión
papel.

19
Inés Izaguirre, (2009): “Las luchas obreras en la Argentina y el genocidio”; en Inés
Izaguirre (compiladora): Lucha de clases, guerra civil y genocidio en la Argentina.
1976-1983, Bs. As., Eudeba, pp. 245-282.
Jelín, Elizabeth, (1977): Conflictos laborales en la Argentina. 1973-1976, Estudios
Sociales Número 9, Bs. As., CEDES.
Löbbe, Héctor, (2006 [segunda edición 2009]): La guerrilla fabril. Clase Obrera e
izquierda en la Coordinadora de Zona Norte del Gran Buenos Aires (1975-1976), Bs.
As., Ediciones RyR.
Lorenz, Federico, (2010): «Algo parecido a la felicidad». Una historia de la lucha y
represión de la clase trabajadora durante la década del setenta (1973-1978). Tesis de
Doctorado en Ciencias Sociales, Instituto de Desarrollo Económico y Social-
Universidad Nacional de General Sarmiento.

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