Está en la página 1de 1

HÁBITO 1: Ser proactivo

La proactividad significa tomar la iniciativa y tener la responsabilidad de hacer que las cosas
sucedan. Cuando somos proactivos tenemos la libertad de elegir como actuar, en lugar de
reaccionar a lo que va sucediendo a nuestro alrededor. Nos permite forjar nuestro destino.

Para ello, necesitamos dos cosas: vernos como responsables de nuestras acciones y actuar
para conseguir nuestros objetivos futuros.

La primera significa ser conscientes de lo que hacemos y las consecuencias que tiene, frente
a estar culpando nuestro pasado o causas externas cuando algo no nos gusta.

HÁBITO 2: Comienza cada tarea con un fin en mente

Busca tener objetivos trazados, para así poder centrar nuestra energía y realizar acciones día
a día para cumplirlos.

Las acciones diarias consisten en pequeños esfuerzos que nos encaminan a llegar a nuestros
objetivos.

Cuando tenemos un fin, poseemos una mejor comprensión de dónde estamos, hacia dónde
vamos y cuáles son los próximos pasos para llegar al destino. Cada cosas que hagas, hazla
teniendo en cuenta lo que quieres conseguir con ella.

HÁBITO 3: Poner primero lo primero

la gestión efectiva es establecer prioridades antes de iniciar el trabajo. Así, la primera acción
que hagamos cada día, en cada momento, será la que hemos definido como la más
importante para conseguir nuestros objetivos.

En cambio, solemos tener otro hábito: en medio de la aceleración del ritmo de vida actual,
realizamos primero las acciones urgentes, las que necesitan nuestra atención ahora y que
son llamativas. ¿Por qué puede ser un mal hábito? Porque esstas urgencias no tienen por
qué estar relacionadas con nuestros objetivos. Y estamos haciendo cosas urgentes que son
importantes para otras personas. Y si fuesen nuestros objetivos… no deberían de ser
urgentes, deberíamos haberlas hecho con antelación. Deberían haber sido la acción más
importante un par de días antes.

También podría gustarte