Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Por su parte, la inmunidad mediada por células requiere la presencia en número y función
normal de los linfocitos T, las células citolíticas naturales (NK, natural killer) y las células
dendríticas, todas las cuales funcionan como células presentadoras de antígenos, además de
participar en la inmunidad celular. Asimismo, se identifican los linfocitos B, que son las
células productoras de anticuerpos para la respuesta inmune humoral.
Todas las células sanguíneas se derivan del tejido conectivo embrionario, el mesénquima.
En la especie humana, el embrión contiene cuando menos dos fuentes de células
hematopoyéticas distintas, constituidas por linajes celulares separados. Una de ellas se
localiza en el saco de Yolk, en el cual las células tallo se generan después de pasar por las
fases de gástrula y formación del mesodermo.
Los glóbulos rojos primitivos morfológicamente reconocibles se originan primero aquí a
partir de los hemangioblastos, los cuales son precursores mesodérmicos de los tejidos
hematopoyético y endotelial. Estos eritroblastos expresan los genes de la globina
embrionaria, en contraste con los genes de la globina de la hematopoyesis madura, que sólo
se expresan en los eritrocitos sin núcleo.
En el saco de Yolk, la hematopoyesis está dirigida hacia la línea eritroide, sin producción
de células progenitoras hematopoyéticas adultas. Esta eritropoyesis primitiva y
megaloblástica puede observarse durante la cuarta o la quinta semana de gestación y de ella
se originan células eritroides nucleadas; asimismo, de modo gradual, da paso a la
eritropoyesis definitiva, de glóbulos rojos pequeños, que inicia hacia la sexta semana, y se
observa la circulación de eritrocitos sin núcleo durante la octava semana posterior a la
concepción. Alrededor de la décima semana de desarrollo, la eritropoyesis normoblástica
madura produce más del 90% de los glóbulos rojos circulantes y es ya esencialmente
extravascular.
Conviene mencionar que en esta etapa de la vida intrauterina cualquier estímulo que
incremente la hematopoyesis produce una mayor actividad extramedular en el hígado y el
bazo, lo que se traduce en el crecimiento de dichos órganos, la denominada
hepatoesplenomegalia. Esto es en particular notable en los casos en que ocurre la
eritroblastosis fetal, o enfermedad hemolítica del recién nacido, casi siempre debida a la
destrucción inmune de eritrocitos fetales que poseen algún antígeno paterno ausente en los
glóbulos rojos de la madre (por lo general, este antígeno pertenece al sistema Rh).
Con respecto a los diferentes valores de las células sanguíneas, tanto las precursoras en la
médula ósea como las de la sangre periférica, es importante mencionar que la celularidad
de la médula ósea en la infancia es muy variable, según sea la etapa del desarrollo en que se
observa, por lo que resulta necesario consultar los valores publicados de acuerdo con el
grupo de edad cuando se requieren datos más específicos.
La biometría hemática (BH) del recién nacido normal en sangre de cordón umbilical
muestra una concentración de hemoglobina (Hb) de 15.3 ± 3 g/100 ml, con un volumen
globular medio (VGM) de 112 ± 6 fl; a partir del nacimiento se observa una disminución
progresiva de esta cifra hasta alcanzar un valor aproximado de 11.5 g/100 ml al cuarto mes
de vida. Esta notable disminución se conoce como la “anemia fisiológica del lactante”. Tal
cifra permanece estable hasta los cuatro años de edad, periodo en el que se produce un
discreto aumento de la Hb en ambos sexos. Para el inicio de la pubertad, alrededor de los
12 años, la concentración de Hb alcanza los 14 g/100 ml y es ligeramente más alta en los
varones debido a los efectos de la testosterona.
Al nacimiento, la serie blanca muestra un número elevado de glóbulos blancos
(leucocitosis), de unos 18 000 ± 8 000 leucocitos por microlitro (μl), con predominio de los
neutrófilos; a los tres meses de edad el recuento leucocitario normal es de 12 000 ± 6
000/μl, conformado sobre todo por linfocitos en 60% y neutrófilos en 35%.
En el adulto sano, la médula ósea produce cada día 2.5 billones de eritrocitos, 2.5 billones
de plaquetas y un billón de granulocitos por kilogramo de peso. Esta tasa puede variar de
acuerdo con las necesidades, desde casi cero hasta varias veces lo normal.
Composición de la sangre:
La sangre se compone de un líquido denominado plasma y elementos celulares, entre los
cuales se encuentran leucocitos, plaquetas y eritrocitos. Un adulto normal tiene alrededor de
seis litros de este líquido vital, el cual representa de 7 a 8% del peso corporal total.
El plasma constituye casi 55% del volumen sanguíneo, mientras que 45% está compuesto
de eritrocitos y 1% se forma de leucocitos y trombocitos.
El componente más importante del plasma es el agua, la cual contiene iones disueltos,
proteínas, carbohidratos, grasas, hormonas, vitaminas y enzimas.
Los principales iones necesarios para una función celular normal incluyen calcio, sodio,
potasio, cloro, magnesio e hidrogeno.
Regulación de la hematopoyesis:
En el cuadro que se encuentra debajo, se pueden observar las proteínas reguladoras de la
hematopoyesis que desempeñan una función preponderante en líneas específicas o de
manera más general. Las células que constituyen el microambiente de la médula ósea,
como los macrófagos, las células endoteliales y las células fibroblastoides reticulares, son
las encargadas de producir SF, G-CSF, GM-CSF e IL-6.
Mediadores proteicos: