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concilio de Nicea
Resoluciones
A pesar de su simpatía por Arrio, Eusebio de Cesarea se adhirió a las decisiones
del concilio, aceptando todo el credo. El número inicial de obispos que apoyaban a
Arrio era pequeño. Después de un mes de discusión, el 19 de junio, solamente
quedaban dos: Theonas de Marmárica en Libia y Segundo de Ptolemais. Maris de
Calcedonia, que inicialmente apoyó el arrianismo, aceptó el credo completo. Del
mismo modo que Eusebio de Nicomedia, Theognis de Niza también estuvo de
acuerdo, excepto por ciertas afirmaciones. El concilio se pronunció entonces
contra los arrianos por abrumadora mayoría, pues solo Theonas y Segundo
rechazaron firmar el símbolo niceno y fueron -junto con Arrio- desterrados a Iliria y
excomulgados.19
Otro resultado del concilio fue un acuerdo sobre cuándo celebrar la Pascua, la
fiesta más importante del calendario eclesiástico, decretada en una epístola a la
Iglesia de Alejandría en la que se afirma simplemente:
También os enviamos las buenas nuevas del arreglo concerniente a la santa
Pascua, es decir, que en respuesta a vuestras oraciones esta pregunta también ha
sido resuelta. Todos los hermanos del Oriente que han seguido hasta ahora la
práctica judía observarán desde ahora la costumbre de los romanos y de vosotros
mismos y de todos los que desde la antigüedad hemos celebrado la Pascua con
vosotros.20
La supresión del cisma meleciano fue otra cuestión importante que se presentó
ante el concilio de Nicea. Se resolvió que Melecio de Licópolis permaneciera en su
propia ciudad de Licópolis en Egipto, pero sin ejercer la autoridad o el poder para
ordenar nuevo clero. Se le prohibió entrar en los alrededores de la ciudad o entrar
en otra diócesis con el propósito de ordenar. Melecio conservó su título episcopal,
pero los eclesiásticos ordenados por él debían recibir nuevamente la imposición
de manos, ya que sus ordenaciones fueron consideradas como inválidas.21 Los
melecianos se unieron a los arrianos y causaron más disensiones hasta que se
extinguieron a mediados del siglo V.
Entre otras decisiones, se procedió a organizar la Iglesia en patriarcados y
diócesis, otorgándose el mismo rango a las sedes patriarcales de Roma,
Alejandría, Antioquía y Jerusalén, cuyos titulares recibieron el nombre de
arzobispos.
Cánones[editar]
El concilio promulgó veinte nuevas leyes de la Iglesia, llamadas "cánones"
(aunque el número exacto está sujeto a debate), es decir, reglas de disciplina
inmutables:22
Cánones
A estos cuatro cánones se suelen añadir otros tres: dos de ellos provenientes del
sínodo constantinopolitano del 382, y el tercero de una carta enviada por la Iglesia
de Constantinopla a la de Antioquía.
Las otras reuniones eclesiásticas de este tipo enfrentaron a miembros del clero
como Apolinario, Arrio, Montanismo y la división que originaron dio a luz las
reuniones siguientes. Éfeso era distinto pues es el Obispo de una cede importante
Constantinopla Nestorio el que fue acusado de Hereje.
En este concilio se declaró a los concilios previos como ecuménicos
principalmente los tres últimos, Nicea, Constantinopla y Éfeso. Hasta la Asamblea
de Westminster la doctrina cristiana no depuró las herejías cristianas
El papa Vigilio había sufrido grandes presiones por parte del emperador, que le
hizo ir a Constantinopla desde Italia, tratándole luego como a un prisionero. Sin su
presencia y, a pesar de su protesta, inauguró Eutiquio el concilio. El 14 de mayo el
papa Vigilio en unión con dieciséis obispos firmaron una declaración en la que
condenaban sesenta proposiciones de Teodoro de Mopsuestia, pero rehusaban
condenar su memoria y reexaminar los casos de Teodoreto de Ciro e Ibbas de
Edesa, porque ya habían sido rehabilitados por el Concilio de Calcedonia.
Justiniano I no se dio por enterado de esta declaración y no la comunicó al
concilio.
El papa Vigilio, enfermo y presionado por el emperador, envió una carta a Eutiquio
el 8 de diciembre en la que se adhería al concilio, y por último, el 23 de
febrero del 554, accedió Vigilio a la condenación de los «Tres capítulos», de esta
manera se preparaba el camino para la aceptación ecuménica del concilio.
Luego, en la séptima sesión se aprobó una solemne definición sobre el culto a las
imágenes, afirmando que es lícito representar en imágenes a Cristo, a la Virgen
Santísima, a los ángeles y a los santos. El culto que se da a las imágenes va
dirigido al modelo, al prototipo representado por ellas, y se debe distinguir de la
adoración debida a Dios.
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