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GUÍA GENERAL DE LOS ORATORIOS CON NIÑOS PEQUEÑOS

Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían.
Más Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: “Dejad que los niños vengan a mí,
no se lo impidáis, porque de los que son como estos es el Reino de Dios”.
Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos (Mc 10,13-16).

(Todas las indicaciones de esta guía están inspiradas en las “Notas espirituales y pedagógicas de una experien-
cia” escritas por el Padre Gonzalo Carbó Bolta, sacerdote de los “Cooperatoris Veritatis de la Madre de Dios”,
principal iniciador de la experiencia de los oratorios, que, en el contexto del proyecto catequético de la diócesis
de Madrid, ofrecemos adaptadas a la propuesta del “Despertar religioso” y de las catequesis de la primera y
segunda infancia en el itinerario de la Iniciación cristiana. Les proponemos a los catequistas que estudien estos
siete puntos que ofrecemos a continuación, pero sobre todo que traten de participar en los cursos de oratorios
organizados por la diócesis de Madrid con la colaboración del Padre Carbó y de su equipo de Valencia).

1. EL ORATORIO, EXPERIENCIA DE JESÚS, La experiencia de relación personal con Jesús


DE FAMILIA Y DE IGLESIA Pensamos que el niño debe y puede crecer cono-
¿En qué consiste el Oratorio? ciendo a Jesús y relacionándose con él desde tan
En la experiencia que podemos definir con estas pala- pequeñito (el bautizado por gracia, y el no bautiza-
bras: “Jesús quiere encontrarse con los niños y que los do por apertura natural al misterio de Dios), que no
niños tengan un encuentro con él”. Por eso es funda- quede en su conciencia posterior memoria del día y
mental en el Oratorio el descubrimiento vital, no mera- la hora en que por primera vez se le habló de Jesús
mente teórico, de lo que describimos a continuación. y empezó a orar. “Desde siempre” conoce a Jesús y
habla con él, dirá. Para ello hay que iniciarle cuanto
La experiencia de las presencias de Jesús
antes en ese contacto íntimo, en ese conocimiento.
Jesús vive en la Iglesia y, en ella y por ella, en el
mundo y para el mundo. La experiencia de familia
Jesús vive en la Eucaristía (en el sagrario). A medida que van avanzando las reuniones, apare-
Jesús vive y actúa entre nosotros y en nosotros cen en ellas relaciones nuevas y verdaderas con el
cuando dos o más están reunidos en su nombre; Señor y entre todos.
cuando proclamamos su Palabra; cuando oramos Se muestra el Oratorio como una nueva familia en
y cantamos; cuando el presbítero actúa “en perso- Jesús, donde se dan algunos rasgos de la Familia
na de Cristo”; en nuestro corazón, por el Espíritu de Nazareth. Y, llegado el momento, en el consta-
­Santo. tar de los mismos niños, que van descubriendo a
Jesús presente en los niños (especialmente en los Dios padre y madre, a Jesús hermano, al Espíritu
niños más necesitados); en los pobres y los peque- Santo que es amor, a María, y a la Iglesia madre y
ños del Evangelio; en el otro, en el prójimo. educadora.
De la fe en estas presencias partimos. A esos “luga- Llega el momento en que a los niños se les puede
res de encuentro” queremos que se acerquen los abrir otro secreto: que Jesús deja un día su Fami-
niños. lia de Nazareth y adquiere otra familia: donde “mi

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madre y mis hermanos son estos: los que oyen la pero defendemos su secreto, cuando contestar sus
Palabra de Dios y la cumplen” (Lc 18,19-21). Los preguntas en el momento equivaldría a ahogar su
niños entienden enseguida que se refiere a ellos, inquietud con conceptos que no entenderían…
que ya llevan un tiempo viviendo de la Palabra, es- Por eso los llevamos a “bañarse en las orillas de la
cuchándola, aprendiéndola, repitiéndola, amándo- playa”, nos adentramos un poco, salimos, pasea-
la, deseando verla cumplida en sus vidas. mos, sentimos su brisa, bordeamos este inmenso
Esa nueva familia de Jesús es la Iglesia. Y que- océano del Amor misterioso de Dios, catequista y
da en su conciencia como una experiencia viva de niño cogidos de la mano.
Iglesia, quizás la primera a su alcance, sobre todo Ellos encuentran su seguridad y su fe en las nues-
para aquellos niños que vienen de familias lejanas tras. Y creen que nosotros conocemos y vivimos el
de la experiencia de la fe y de la Iglesia. misterio en su totalidad, como si para nosotros no
La experiencia unitaria lo fuera.
Nosotros les confesamos que el Misterio es inson-
Jesús, el Padre, el Espíritu, María, la Palabra; las pre-
dable, que también se nos escapa, pero les iremos
sencias y los signos; la oración y el canto; el amor y el
acercando a él, poco a poco, para que lo vivan por
perdón entre ellos; el presbítero y los catequistas; la
sí mismos, originalmente.
“elección para la misión de anunciar al mundo la mi-
sericordia de Dios”; la alegría y la fiesta… Todo ello Y aceptan, y les basta, que cuando quieren cono-
se va engarzando de un modo misterioso para su cre- cer todo les demos solo un poquito: “porque tie-
cimiento como miembros, que son o serán, del Cuer- nes que crecer… más adelante os lo explicaré… un
po visible de Jesucristo resucitado, que es su Iglesia. día veréis…”.
El Oratorio en el proceso de la iniciación cristiana
2. EL ORATORIO, INTRODUCCIÓN AL MISTERIO Luego a casa. El niño ha crecido y ha disfrutado con
El Oratorio, introducción al Misterio escondido ese encuentro amoroso con las aguas del Bautismo,
desde los siglos con el océano del Amor del Padre, llevados de la
mano de María y José.
Misterio “secreto”. Apenas es vislumbrado; tiene un
poder de atracción irresistible. No solo para los adul- Le gustaría quedarse allí, plantar su tienda, ha-
tos, especial y vivamente para los niños. Así se ha cerse su hogar. Pero lo devolvemos a su casa, a
comprobado ininterrumpidamente en la experiencia su realidad. Como tiene hambre y sed del Amor
de los oratorios con niños pequeños. conocido, volverá. Y cada día se dejará más fácil-
mente conducir, y hará todo mejor; porque los ni-
El Oratorio como acompañamiento mistagógico ños, al obedecer, descubren paz, y felicidad y sa-
Es vital para ellos ir conociendo y desentrañando el biduría que antes no tenían, y dulcemente creen.
misterio de Dios. Es un mar inmenso en el cual bus- Siempre respondemos con expresiones exactas
car sin llegar nunca a recorrerlo, como agua desbor- teológicamente, adultas, que les sirvan para siem-
dante que no puede meterse en el hoyito de arena pre. Ese poquito concreto los alimenta, los sacia,
que el niño ha hecho en la playa, como fuente de- los pone en camino… Y al mismo tiempo los man-
seada que nos sacia sin quedar nunca agotada. tiene expectantes ante el “secreto escondido” que
Los niños buscan en ese mar inmenso. Y se quie- un día se les revelará.
ren adentrar con mil preguntas e intuiciones. Noso- Ellos desean siempre saltar de la orilla segura
tros los cogemos de la mano, y los acompañamos; conocida al inmenso y desconocido mundo que

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­intuyen detrás. Pero hay que ayudarlos a esperar instrumentos de esta Bendición: su caridad, su pacien-
y estimularlos a crecer para que llegue ese mo- cia laboriosa y esperanzada, su perdón “setenta veces
mento: “cuando conozcáis más a Jesús”, “cuando siete”, sus gestos y palabras “diciendo-bien” siempre
sepáis orar mejor”, “cuando podáis obedecer mu- de cada niño, su referencia a Jesús, Buen Pastor, su
cho”, “cuando aprendáis las Palabras de Jesús, del docilidad a Dios Padre “que os ha amado el prime-
Libro”… Y ellos obedecen y crecen y conocen. ro”, su sencillez y confiado abandono al Espíritu que
“sabe lo que hace” por medio de nosotros, serán el
El Oratorio para secundar la acción del Espíritu
cauce de esta bendición.
No obstante, nuestra pedagogía no limita la del Es-
3.ª El canto es uno de los componentes de la reu-
píritu Santo, que les revela verdades que nosotros
nión más importantes. Para los niños resulta uno de
nunca les hemos transmitido, y que nos sorprende,
los momentos más gozosos del encuentro y el vehí-
para que entremos en el gozo de Jesús ante los pe-
culo más sencillo y denso de su participación. Por el
queños y sencillos… Es Dios mismo quien les revela
canto, que muchas veces repiten en sus casas, en el
el misterio escondido…
recreo, con amiguitos, se prolonga algo de la reu-
3. SIETE OBSERVACIONES BÁSICAS nión en sus vidas, y llega a otros. Los cantos aprendi-
PARA LOS CATEQUISTAS dos pueden ser verdaderos soportes de su fe, ahora
1.ª Es regla de oro que lo importante es “llevar a y más adelante. Están al servicio de la oración, con
los niños a Jesús”. La metodología del Oratorio es letras profundas bíblica y teológicamente, y melo-
bastante sencilla si los catequistas viven tanto la fe días con unción religiosa. No importa que el niño no
como la oración. Por eso podemos ir bien relajados entienda todo, incluso alguna palabra que no sea de
y confiados a cada encuentro o reunión, después de uso corriente, o que teológicamente sea muy densa:
haber preparado todo como mejor sabemos, pues será objeto de catequesis posteriores. Aprenden el
el Señor es quien tiene el mejor interés de que salga canto a medida que se va cantando, sin perder mu-
bien. Lo esencial es ayudar a creer en la presencia cho tiempo en ensayos.
de Jesús, llevarlos al encuentro y dejarles que se re- 4.ª Es muy importante preguntarles el nombre, di-
lacionen con él. Los catequistas acaban siendo tes- rigirnos a cada niño por su nombre, y que su nombre
tigos privilegiados de esos encuentros entre Jesús se pronuncie ante el Señor. “Vuestros nombres están
y sus niños, repletos de armonía y vitalidad. Por eso escritos en el cielo…” (Lc 10,20). En las primeras reu­
en cada reunión hay un momento principal: escuchar niones nos presentamos, pedimos a cada uno que
el Misterio de Dios en la Palabra, y dejarse introducir diga su nombre, o a alguien que diga el nombre de
contemplativamente en él, para suplicar la gracia es- todos (no el apellido). Y lo volvemos a hacer de cuan-
perada, que sugerirá a cada paso de la reunión. do en cuando. Si acude una persona nueva (un pres-
2.ª El fin del Oratorio es la bendición. No solo es el bítero, algún familiar, un niño, cualquier persona), nos
final de cada reunión, sino el fin de cada reunión. Más presentamos siempre. También, para subrayar el ca-
allá de esquemas, itinerarios, acciones, gestos, cantos rácter personal y real de la relación con Jesús, en las
(todo lo que configuraría el Oratorio), lo importante oraciones cada uno puede decir su nombre: “Jesús,
es la Bendición. Una reunión ha “acontecido” si los yo me llamo N., y …” (continúa la oración).
niños salen bendecidos por el Padre, gracias a Jesús 5.ª Recomendamos tomar notas y apuntes de lo que
presente y “sensible” que habla y al Espíritu que unge hemos observado en la reunión: de momentos o
y consuela con su Amor. Los catequistas sin s­ ignos e anécdotas relevantes; del lenguaje que emplean los

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niños (ellos nos enseñan el lenguaje que hemos de con problemas (llora, se mueve, se levanta, está
emplear para hacernos uno con ellos); de lo que no triste, tiene alguna necesidad que expresa en voz
ha salido como hemos previsto; de las “sorpresas” alta…) y lo ayuda a serenarse y modificar su com-
del Espíritu. portamiento y volver a la reunión. Se crea, en todos,
6.ª Las reuniones se pueden repetir cuando, a cri- un momento de silencio y de expectación que es
terio del catequista, convenga afianzar la experien- beneficioso.
cia tenida y fijar el mensaje evangélico, consolidar 4.º Es importante cuidar la postura: bien sentados
un gesto, una actitud, una misión, asimilar mejor un (la espalda en el respaldo), las piernas juntas (apo-
contenido intelectual. Porque el oratorio no bus- yando las plantas de los pies en el suelo), las manos
ca amaestrar a los niños ni que retengan palabras y sobre las rodillas, los ojos cerrados (sin apretarlos).
verdades, sino que vivan, que tengan la experiencia 5.º Les enseñamos unas reglas (con firmeza, sin tran-
íntima del misterio. Porque en la duplicación de una sigir, con claridad). Los pedagogos coinciden en que
reunión siempre hay una “nueva” experiencia y un a los niños les gusta que se les indiquen reglas para
avance en el acercamiento al misterio. todo, porque si no se sienten perdidos. El niño puede,
7.ª A las sesiones del oratorio las llamamos reunio- a pesar de todo, distraerse, seguir nervioso. Lo que no
nes, evocando una de las presencias de Jesús: “Don- puede hacer nunca es molestar a otros. En situación
de hay dos o tres reunidos en mi nombre allí estoy extrema le invitamos a abandonar el Oratorio unos mi-
yo en medio de ellos” (Mt 18,20). Así lo quisieron nutos, y luego, si desea continuar, se le permite entrar
un día unos niños, en uno de los primeros oratorios. de nuevo. Al final de la reunión le ayudamos a ver su
Palabra que, en aquellos niños, tenía y tiene un extra- comportamiento. Ellos no se ven a sí mismos, como
ño poder de convocatoria. Jesús ha venido a “reunir si las cosas ocurrieran “sin ellos”, fuera de ellos. Por
en uno a los hijos de Dios dispersos por el mundo” eso la adecuada corrección les ayuda a tomar con-
(Jn 11,52). Él, Palabra de Dios, se hizo carne y puso ciencia de sí y de la realidad.
su Tienda entre nosotros. Él es la nueva “tienda del 6.º Cuando un niño manifiesta de algún modo que
encuentro con Dios” (cf. Ex 33,8-11). vive un problema, hablamos con él, lo apoyamos en
lo posible; y si ha salido ante los demás, le “anuncia-
4. LA RELACIÓN PERSONAL CON LOS NIÑOS mos la salvación” que le trae el Señor. Estos anuncios
1.º Cada niño se siente querido, singularmente. Se singulares llevan a una mayor esperanza en Jesús y
le llama y conoce por su nombre, no por motes o tienen un poder realmente transformador de la acti-
diminutivos que a ellos normalmente no les gustan y tud y del comportamiento de los niños.
los demás sí utilizan. 7.º Y nos hacemos ciertamente presentes al niño
2.º “Bendecimos” siempre a cada niño, reflejando el cuando goza, crece, se transforma a la luz del Miste-
amor singular que Dios le tiene. No permitimos que rio. Nuestra palabra les da seguridad, alimenta su fe
nadie “mal-diga” de otro niño, porque nadie puede y su esperanza (léase “ilusión” en la psicología del
conocer y juzgar al otro, solo Dios. Y Dios ama y ben- niño), les hace reconocer la obra de Dios en ellos.
dice al inicio, en medio y al final.
3.º Se les corrige singular y discretamente: No 5. LA PREPARACIÓN DE LAS REUNIONES
interrumpimos la reunión con correcciones en voz Es imprescindible preparar las reuniones
alta, sino que el catequista se acerca al niño y habla Tenemos que hablar de una preparación remota y de
con él; o el catequista de apoyo saca afuera al niño una preparación próxima.

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Preparación remota 6. EL LUGAR DE LAS REUNIONES


La preparación habitual no se puede improvisar, es Tiene que ser un “lugar” digno, bien preparado, be-
la propia relación con Jesús, toda la vida de fe, tanto llo, silencioso, atractivo, donde nada sobra y nada
la vida diaria del catequista como su experiencia de hace falta, “tienda de la reunión”, “lugar de Dios”,
oración. Enseñamos a orar en la medida en que sabe- lugar tanto de los instrumentos (alfombra, sillas,
mos orar. Esto que es elemental se olvida cuando la etc.), como de los signos de las presencias de Jesús.
misma acción apostólica se vive como una actividad La alfombra
más, profesional más que espiritual, en el Espíritu. Aunque toda la estancia esté ya enmoquetada, que
Forma parte de esta preparación remota la forma- es lo ideal, colocamos en el centro una alfombra,
ción básica y permanente del catequista, tanto bíbli- símbolo de la “tierra prometida”, de la “comunidad
ca como teológica, catequética y psicológica.
consagrada”, que se respeta (no pisándola), y don-
Preparación próxima de se colocan habitualmente o en su momento algu-
La preparación material consiste en la previsión nos signos y donde se “entra” o accede en acciones
del ritmo, partes y elementos de la reunión, prepa- concretas (de adoración, de bendición, de cercanía y
ración de la asamblea. contemplación, de ofrenda).
La espiritual consiste en orar la Palabra que se va No pisar la alfombra ayuda los niños a distinguir,
a proclamar a los niños y abrirse uno mismo a las respetar, estructurarse… y nos permite a nosotros
actitudes, gracias, misión, etc., que quisiéramos descubrir los niños que se mueven sin relaciones al
que ellos vivieran. Esa oración la hacemos desde la exterior; cuando alguien se olvida y la pisa, silencio-
propia vida, en un tiempo de contemplación y de samente se le requiere para recordárselo y que de
“escrutación” de la Escritura, invocando sin cesar la nuevo se desplace sin pisarla.
presencia del Espíritu Santo en niños y catequistas.
La sede
De tal manera que, gozosamente, notaremos que la
reunión con los niños se convierte para nosotros en La sede está siempre, aunque quede detrás de la
una complementación de la intimidad que antes he- asamblea constituida en la reunión. Si es grande y
mos vivido con el Señor y su desarrollo en la misión. digna, los niños la identifican con un trono. Y un día
u otro preguntan por ella: se responde que un día
En concreto, proponemos dos cosas:
verán para qué y para quién sirve. En la celebración,
Que el catequista haga su oración personal (a

en que se les ofrece la presencia de Jesús en el pres-
modo de lectio divina) con la “Escucha de la Pa-
bítero vestido de blanco, entienden -ya para siempre-
labra” del oratorio que va a tener lugar ese día,
que ahí está Jesús.
para vivirla él mismo y continuar su oración con los
niños a la hora de la reunión. Más que “pedagogos Las sillas
de la oración de niños”, somos “orantes entre los En torno a la alfombra, y abrazándola, se colocan las
niños”. sillas, dejando entre estas y aquella el espacio nece-
Que el catequista tenga muy presente la “gracia” sario para desplazarse y colocar los pies (sentados)
(mejor que “objetivo”) de cada reunión: “Sin mí no sin pisarla.
podéis hacer nada” (Jn 15,5). Esperamos humilde- Para los niños empleamos sillas pequeñas (no con-
mente en cada reunión que Jesús se nos acerque, viene que las piernas queden “volantes”, tampoco
a nosotros y a nuestros niños, y nos dé la gracia que estén encogidas), y para los catequistas unas
especial de cada Palabra de su Evangelio. banquetas adecuadas.
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 e ha comprobado que estar sentados en la mo-
S  e puede acompañar el almohadón o el atril de un
S
queta, no favorece la quietud durante mucho tiem- florero con flores, discreto en el primer caso, más
po de los niños. Eso no impide que en algunas reu- abundante y “frondoso” en el segundo.
niones vivan algún momento sentados en el suelo; El Cirio pascual
pero suele ser sobre la alfombra y por cercanía a
El Cirio pascual es recuerdo del Señor, de que resuci-
algún signo especial.
tó después de muerto y que está vivo para siempre.
Es importante que no haya más sillas que las que Es un velón, no muy alto, sobre candelabro digno de
se ocupen. cerámica o de madera o de metal, que hace presen-
El sagrario te a la luz inextinguible que es Cristo resucitado en
Tener el sagrario ha sido muy importante en la expe- medio de la noche. Se coloca cerca de la Biblia.
riencia de los oratorios: es una llamada continua a la La cruz
fe y al misterio de la presencia eucarística de Jesús, y La cruz (sobre una peana) es signo de la pasión de
una fuente de actitudes nuevas en los niños: Jesús, de que murió crucificado por amor nuestro,
Conviene que esté en un lugar visible, no en el cen- por nuestros pecados.
tro o lugar de la presidencia, hacia el cual los niños Conviene que sea de metal, dorada o salteada,
puedan fácilmente dirigir la mirada y contemplar. La bien esbelta. Se coloca, inicial y normalmente, fue-
lamparilla encendida les indica -aquí y en las iglesias- ra de la alfombra, detrás de la asamblea, a la dere-
que Jesús Eucaristía vivo está dentro del sagrario. cha de la presidencia y al alcance de la mano del
Aunque no se haya tenido aún la reunión sobre catequista, para señalarla y aun coger con facilidad.
la presencia eucarística: Ya desde el primer día en Detrás de la alfombra, en segundo plano, pero
que ellos lo descubren, se les dice que un día lo abri- bien presente. En algunas reuniones, y sobre todo
remos y verán a Jesús: en este deseo, y en obedien- celebraciones, puede ponerse sobre en la alfom-
cia a nosotros que posponemos siempre ese día, bra. Pero normalmente queda atrás.
esperan tranquilos y expectantes el día “señalado”.
El icono de María
El libro (la Biblia) El icono de María, con Jesús en sus brazos, es un re-
La Biblia es una presencia de Jesús; Jesús nos habla cuento de Jesús, cuando era niño, de cómo él y su mamá
cuando alguien lo lee, lo proclama. Es el libro sagra- se querían, de cómo esta le amaba y, por ello, lo cuida-
do. Como tal es venerado, y en ocasiones besado. ba, lo educaba, le enseñaba el amor de Dios y a rezar.
Tiene que ser de buena y bella edición (canto do- En la tradición de los oratorios es la imagen del
rado, tapas forradas de plata, alpaca o metal dig- Perpetuo Socorro. También puede ser una imagen
no), que visualmente diga a los niños -y a todos- su de Santa María la Real de la Almudena, patrona de
importancia. Madrid, o una imagen patronal de la parroquia o
Ha de estar colocado en un gran almohadón rojo, del colegio donde se hagan los oratorios, siempre
sobre la alfombra, delante del lugar del presbítero que sea con el niño Jesús en brazos.
o catequista en las reuniones. Está también discretamente, en segundo plano,
En las celebraciones se coloca sobre un atril (convie- en una de las paredes laterales, cuidando de todos
ne que sea elevable, para poderlo acomodar a la es- nosotros, previendo, intercediendo, animando…
tatura de los niños, en los días en que ellos ya lean). En momentos significativos bajará en medio de la

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reunión, sobre la alfombra (con algún ropaje y flo- habitual, depende del momento de los niños, del mis-
res que dignifiquen su lugar). mo objetivo de la reunión, del tiempo que se dispone.
El cuadro o la imagen de un santo Como esquema general completo sirva el siguiente:
Hace presente la fecundidad de la santidad de la Iglesia. Antes de empezar
En la tradición de los oratorios es de san José de
Calasanz, fundador de las Escuelas Pías, enseñando a  reparación física
P
un niño a hacer la señal de la Cruz (versión Segrelles). Entrada y distribución
Pero también puede ser la imagen de otro santo o Clima de oración
santa, vinculados patronalmente a la parroquia o el Primer núcleo: Oración del corazón
colegio donde se da el oratorio. Y los demás san-
Oración inicial
tos “catequistas” de niños son todos muy apropia-
dos: san Juan Bosco, san Juan Bautista de la Salle, Memoria de la reunión anterior
san Enrique de Ossó… y de las presencias y recuerdos de Jesús
Oración del corazón
La iluminación
Canto meditativo
Muchas reuniones requieren un ambiente de silencio
e intimidad que viene propiciado por una cierta pe- Segundo núcleo: Orar con la Palabra
numbra. Lo ideal sería, a partir de la experiencia de Introducción a la Palabra
los oratorios: Escucha de la Palabra
Un foco para el Libro, de luz concentrada, en el Comentario a la Palabra
techo. Versículo clave
Otro igual para iluminar la cruz, el icono de María, Aplicación a la vida
las imágenes de los santos, que se coloquen sobre
la alfombra en reuniones que lo requieran (movi- Tercer núcleo: Orar juntos
ble, en la pared frente a la presidencia). Oraciones en común
Apliques laterales, para iluminar con luz cálida in-  ración final (Shemâ, Padrenuestro, Avemaría)
O
directa, que llene de luz el Oratorio.
Bendición / imposición de manos
Enchufes e interruptores en varios lugares, tanto
Canto final
en la entrada de la sala como detrás de los cate-
Despedida y salida
quistas, al alcance de la mano.

7. EL DESARROLLO POR PARTES Antes de empezar la reunión


DE LAS REUNIONES  e recoge a los niños en un lugar distinto al de la
S
Se propone un orden de los diversos momentos de reunión, y se les invita a arreglarse (pelo, vestido,
cada reunión, pero no tiene por qué ser un orden rí- lavarse las manos, etc.) para el nuevo encuentro
gido, ni todos los momentos han de tener su tiempo con Jesús. Con frases e intervenciones breves,
en el encuentro. Incluso dentro de cada núcleo de- claras, acertadas, los niños se apaciguan interna y
ben moverse según mejor se vea en cada situación. externamente y surgen en ellos las disposiciones
Ni siquiera el orden de los núcleos es necesariamente necesarias (observancia, atención, expectación, in-
invariable: aunque tienen la lógica de la experiencia terés…) para poder vivir con fruto la reunión.
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 onviene que se habitúen al silencio y al orden
C preguntan por el significado de cada elemento,
para trasladarse al Oratorio (que no se oigan sus y no puede haber nada accesorio, ni duplicados.
pisadas, no jugar entre ellos, no pelearse, respe- Entran en silencio, con mucho respeto y orden.
tar los lugares donde hay otros grupos, etc.). En “Jesús está ahí -les decimos- y te mira, te quiere,
ocasiones, y ya adentrados en la experiencia del te ayuda. Espera tu saludo”. Y de uno en uno irán a
oratorio, les proponemos ir rezando “en secreto” saludar y a sentarse. Deben ir por donde no pisen la
con alguna frase sencilla que repite el ritmo de su alfombra. Para evitar que los más amigos se sienten
andar y que los prepara para la reunión. juntos, se les dice que dejen una silla vacía a cada
El primer día, ya en la puerta del Oratorio, se les lado, hasta que, ocupada la mitad, el resto se sienta
dice que van a entrar en el lugar más importante en las que quedan. Si algún niño habla, corre, pisa
de la parroquia o del colegio, donde vive una Per- la alfombra, se precipita, el catequista le enseña a
sona que van a conocer, y que los quiere mucho. hacerlo bien, y le ayuda… Cada niño es atendido
Este paso, al principio, puede resultar lento y peno- con amor y solicitud, sin exigencias ni prisas.
so; la experiencia demuestra que a medida que los Se les invita a que hablen con Jesús (puede resul-
niños entran en comunión con Jesús, crece en ellos tar un tiempo “largo” hasta que se sienten todos; los
la observancia a estas orientaciones o normas. que esperan sentados deben rezar mientras tanto).
Antes de entrar en el Oratorio, el catequista les an- La experiencia dice que los niños viven desde el inicio
ticipa el misterio que van a vivir. Los niños acogen una comunicación con Jesús, rezan desde el primer
fácilmente y con mucha ilusión y expectativa todo momento, pueden mantener la postura y el silencio,
lo misterioso y nuevo; y esto crea en ellos atención aprenden a no correr, a no hablar fuerte, a no pisar la
y respeto. En todo momento, el catequista espera alfombra, a hacer caso al catequista, a entrar y salir
pacientemente a que los niños puedan escucharlo y con la dignidad y delicadeza con que Jesús los trata.
seguirlo; él hace en primer lugar todo lo que dice a En su momento aprenden a arrodillarse. Una vez
los niños y estos, al ver como lo hace y vive, lo imitan. que se ha hecho la reunión en la que hacen la ex-
No se acelera ni omite un paso por vivir otro. Si el periencia de la presencia de Jesús en la eucaristía,
tiempo es breve, se vivirá brevemente el conjunto. pueden hacer una genuflexión sencilla, después de
Los niños entran voluntariamente al oratorio: se haber saludado y adorado de pie; hay que enseñar-
les invita y cada uno acepta. Cuando algún niño no les a hacerla bien, con unción, sin prisa, con equili-
quiere entrar (o no quiere permanecer) hablamos brio corporal.
personalmente con él y le hacemos una invitación
personal. Nunca los obligamos. La experiencia dice Primer núcleo: Oración del Corazón
que los niños quieren entrar y estar con Jesús, con
interés creciente, a medida que pasa el tiempo. Oración inicial
La sala debe estar toda ella “bellamente” prepara- El presbítero y/o el catequista hace la señal de la Cruz
da cuando lleguen los niños, para alimentar tam- y ora en voz alta de modo espontáneo. Los niños la
bién así el sentido de la estética y de la sorpresa. pueden repetir “en secreto”, sin hablar, sin levantar
Las sillas justas, según el número de niños, y su- las manos. Puede ser una oración de acción de gra-
ficientemente espaciadas para que no caigan en cias por ese día, por la vida, por el sol, la lluvia, el
la tentación de jugar entre ellos. Hay que evitar alimento, los papás, los hermanitos, la parroquia, los
elementos y objetos que no tengan que ver con el profesores, los amigos, por venir a estar con Jesús;
desarrollo de la reunión. En los primeros días ellos y de petición del Espíritu Santo, para que nos guíe
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y ayude en la reunión. Con frecuencia, tras la señal  es invitamos a recordar las presencias de Jesús
L
de la Cruz, entonamos un canto que han vivido en que ya han vivido. Les abrimos progresivamente a
reuniones anteriores: ello los recoge y los introduce esos signos y presencias, reunión tras reunión. Los
en el marco de la reunión. Nos sentamos de nuevo. niños distinguen con mucha claridad lo que es sig-
Memoria de la reunión anterior no de lo que es presencia. Y no nos limitamos a las
y de las presencias y recuerdos de Jesús presencias del oratorio: en la vida, en la historia, en
los hombres… Jesús también ha dejado “iconos”
Les preguntamos lo que recuerdan de la reunión
suyos y lugares de encuentro.
anterior: qué hicimos, qué Palabra aprendieron, qué
han hecho con esa Palabra en sus casas y en su vida… Conviene que el primer día de oratorios, en este
Y así partimos de lo que recuerdan, subrayamos al- momento, se pueda tener un diálogo de este tipo
guna cosa… (habida cuenta de que su “memoria” con ellos.
es más bien poco explícita, sobre todo en los más
pequeños).

Diálogo en el primer día de oratorios durante la Memoria de las presencias y recuerdos de Jesús
Catequista: ¿Dónde está Jesús?
Niños: En el cielo, en todas partes, en todo el mundo.
C.: Muy bien, les decimos. Pero aquí, ¿dónde está Jesús?
(Los niños empiezan a buscar con la mirada, a señalar todo lo que ven).
N.: Ahí. (Y señalan un cuadro).
C.: N o, ese es un santo, un amigo de Jesús. Ya hablaremos de él. O es de María:
nos recuerda a Jesús con su mamá.
N.: Ahí, en la cruz.
C.: E n la cruz, ¿está Jesús? ¿O cuando miras la cruz te acuerdas de Jesús?
(Y les enseñamos que la cruz nos recuerda que Jesús murió por amor a los hombres).
N.: ¡La vela!
C.: Tampoco. Ese cirio nos recuerda que Jesús, después de morir, resucitó y está vivo para siempre.
N.: ¡En la caja!
C.: S e llama sagrario. Ahí sí que está Jesús, y está vivo, y nos ve y nos escucha; y quiere venir
a nosotros, como un pan que nos alimenta y fortalece… Y un día lo abriremos y le veremos.
C.: ¿ Dónde más está Jesús, cerca de nosotros, entre nosotros?
(Algunos niños pueden apuntar: en el corazón, en nosotros, en la Iglesia…
Se acogen estas respuestas y seguimos preguntando: ¿Dónde más?).
C.: ¿ Queréis que le pidamos que venga a nosotros? Vamos a pedírselo.
(Les enseñamos la postura de oración, cierran los ojos, y el catequista empieza a decir frases cortas,
que ellos repiten en silencio varias veces seguidas, como “Ven, Señor Jesús”).
(Durante este silencio se enciende una vela y se saca de la funda el Libro, que ya está desde el principio
sobre el almohadón, de modo que al abrir los niños sus ojos puedan reconocerlo por el brillo
de las tapas y del borde de las hojas).

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(Cuando abren los ojos, se reinicia el diálogo).
C.: ¿Ha venido Jesús?
N.: ¡No! Dicen algunos.
(Otros se sorprenden del cirio y descubren el libro. En ese momento les decimos):
C.: J esús está en este libro: Él habla cuando lo leemos. ¿Queréis que leamos, a ver qué nos dice el Señor?
(Y se les indica que en seguida tenemos la proclamación de la Palabra).

Oración del corazón Jesús. Recordamos que, al leer el Libro, habla Jesús.
Los niños repiten para sí (en secreto), las frases -cor- Y que es importante saber sus Palabras: nos ayudan,
tas- que el catequista dice para ayudarles en la ora- nos asemejan a él. Para cada oratorio, se le ofrecen
ción; por ejemplo: Ven señor Jesús; Jesús, enséñame al catequista unas indicaciones concretas para este
a rezar; Jesús, enséñame a escuchar; Jesús, enséña- momento.
me a cantar; Jesús, enséñame amar; Jesús, dame el Escucha de la Palabra
Espíritu Santo; Gracias, Jesús, porque me quieres En cada reunión proclamamos una Palabra (textos
mucho; Jesús, yo también te quiero. Algunas veces evan­gélicos, normalmente breves), leyéndola tal cual
se les deja unos momentos para que ellos en silencio de la Biblia (de la versión de la Conferencia Episcopal
escuchen a Jesús y le hablen. Española, o de una Biblia con lenguaje para niños, pero
Canto meditativo con los textos completos). A veces suprimimos detalles
En continuidad con la oración en silencio, sin inte- no necesarios; otras veces, explicamos sobre la marcha
rrumpirla, en la misma postura, entonamos un canto alguna Palabra, para ayudar a la atención. Conviene te-
meditativo, tranquilo, que a veces punteamos con la ner en cuenta estos consejos: libro en las manos, leer
guitarra al principio o al final del canto. Muchos niños pausado, ser expresivo, íntimo, sin gritar. Al final, decir:
permanecen en oración, con los ojos cerrados, mien- “¡Palabra del Señor!”, y dar un beso en el Libro.
tras cantan, o escuchan y esperan. Para cada reunión Comentario a la Palabra
se propone un canto. Puede cambiarse por otro si Cuando la Palabra no es recordada por nadie, les pre-
se considera oportuno. Un canto siempre apropiado guntamos si quieren escuchar de nuevo. Y la procla-
para este momento es: “El Señor Jesús me alumbra mamos otra vez. A continuación, se tiene el momento
con su luz”. Acabado el canto, les preguntamos a ve- más “catequético” de la reunión. Para cada oratorio,
ces qué han escuchado o qué le han dicho a Jesús. se le ofrecen al catequista unas indicaciones concre-
tas para este momento.
Segundo núcleo: Orar con la Palabra
Versículo clave
Introducción a la Palabra Se ha comprobado el valor de memorizar frases de
Introducimos la Palabra recreando situaciones, recor- evangelio. En este momento invitamos a los niños
dando experiencias suyas, haciendo preguntas que a repetir las “Palabras de Jesús”. El niño voluntario,
no pueden contestar del todo y que les estimulan la que cree que sabe el versículo y ciertamente desea
curiosidad e imaginación; les acercamos el Misterio, aprenderlo, es ayudado por el catequista, y va corri-
creando expectación. Se busca en este momento abrir giéndose o repitiendo, según este le dice. Al acabar
el oído, y, con él, el espíritu y todo el ser a la Palabra de siempre lo animamos y felicitamos al niño porque ya
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GUÍA GENERAL DE LOS ORATORIOS CON NIÑOS PEQUEÑOS

se parece más a Jesús, pues sabe y repite sus Pala-  e les anima: Siempre viene bien subrayar que lo
S
bras (“¿Estás contento de saber las Palabras de Je- que han pedido es muy importante, o que Dios los
sús? Ya te pareces más a Él. Puedes acercarte y besar ha escuchado y se lo dará. En ocasiones los niños
el libro”). Y así con todos, para que todos tengan dan gracias a Dios porque han visto “cumplida” su
esta experiencia de pronunciar las Palabras de Jesús. oración de reuniones anteriores.
A veces las repiten en grupitos de tres o cuatro. Se
Oración final
puede acabar recitándolas todos juntos.
El Shemâ, el Padrenuestro, el Avemaría: las hacemos
Aplicación a la vida siempre. Las hacemos de pie con las manos alzadas,
Nunca hablamos de compromiso, sino de continuar escuchando y repitiendo en silencio la oración con-
viviendo lo que aquí experimentamos. Cada reunión clusiva del presbítero o catequista:
tiene su peculiar prolongación en la experiencia.
La aplicación a la vida puede expresarse en la con- Shemà
tinuación de los cantos, las oraciones y los gestos.
También en la propuesta de cambio de actitudes, o Escucha, Israel:
de contar en casa lo oído y vivido. Y por supuesto El Señor, nuestro Dios,
siempre es ocasión para invitarles a vivir esa Palabra. es el único Señor.
Conviene avisarles que en la reunión siguiente les Y amarás al Señor, tu Dios
preguntaremos lo que han hecho y han vivido. con todo tu corazón,
con toda tu mente,
Tercer núcleo: Orar juntos con todas tus fuerzas.
Oraciones en común Y amarás al prójimo
como a ti mismo.
Las hacemos cuando ya han aprendido a rezar (desde
Haz esto, y vivirás.
las primeras reuniones ya se les inicia progresivamente
Shemá, Shemá, Israel.
a los diversos tipos de oración: petición, acción de gra-
cias, alabanza, bendición…; ellos las van aprendiendo). Padrenuestro
Se les propone y quien quiere rezar lo indica y se
pone de pie, con las manos levantadas, los ojos mi- Padre Nuestro que estás en el cielo,
rando al cielo o cerrados o naturales. Hace su ora- santificado sea tu nombre;
ción, y acaba diciendo: “Te lo pido, Señor”, o “Te venga a nosotros tu Reino;
doy gracias, Señor”. Todos escuchan y se “ponen hágase tu voluntad
de acuerdo” con él contestando: “Te lo pedimos así en la tierra como en el cielo.
Señor” o “Te damos gracias, Señor”. Danos hoy el pan nuestro
Se les ayuda: A los niños que nunca lo hacen, les pro- de cada día;
ponemos y ayudamos a hacerlo. Hay que orientarlos, perdona nuestras ofensas,
poco a poco, a que digan cosas importantes para su como también nosotros perdonamos
vida; se les anima a ser originales (para que no repitan a los que nos ofenden;
la misma oración); no obstante, se les respeta siem- no nos dejes caer en la tentación,
pre; si hacen una oración inadecuada se les invita y líbranos del mal. Amén.
a que pidan algo que nosotros mismos sugerimos.

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Avemaría Se puede terminar con un canto final
“Niños pequeños” es un canto que viene siempre
Dios te salve, María. bien, como canto para la misión, y a los niños gusta
Llena eres de gracia. mucho.
El Señor es contigo. Despedida y salida
Bendita tú eres Desde su sitio, cada niño inclina la cabeza al sagrario,
entre todas las mujeres se despide de Jesús, y sale uno tras otro, ordenada
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. y silenciosamente, sin correr, sin prisas, sin pisar la
Santa María, madre de Dios, alfombra, sin empujarse ni “colarse” y en silencio. Si
ruega por nosotros, pecadores, esto no lo respetan, vuelven a su sitio, se calman y se
ahora y en la hora inicia de nuevo la salida.
de nuestra muerte. Amén.

Bendición e imposición de manos


La bendición la damos siempre si hay presbítero, a
partir de la reunión en que los bendice e impone las
manos por primera vez. Los niños inclinan la cabeza
y son bendecidos, sin signarse (al menos al princi-
pio, que tienden imitar los gestos del presbítero y se
hacen un lío). La imposición de manos se indica solo
en las celebraciones especiales. También la hacemos
en situaciones especiales en que la necesitan (por
conveniencia del mismo desarrollo de la reunión),
para significar el amor cercano de Jesús. Se hace en
el centro de la alfombra, o acercándose a su sitio,
uno por uno.
Dos pequeñas propuestas son importantes antes
de terminar: Una, la sección “Para saber”, con pe-
queños textos tomados del Catecismo oficial de la
Conferencia Episcopal Española para el despertar
religioso titulado “Mi encuentro con el Señor. Los
primeros pasos en la fe”. La otra, recordarles el re-
cuadro que tienen en el cuaderno bajo el título de
“En casa”, donde se les propone escribir una síntesis
personal de su vivencia en el Oratorio.

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