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Paolo Flores d'Arcais

EL SOBERAI\O Y
EL DISIDEINTE
_t

LA DEMOCRACIA TOMADA EN SERIO

Ensayo de Filosofía Política


para ciudadanos exi gentes

MONTESINOS
ENstyo

I liltil ilufliüil
uffiilflwn$ üllluulruu Iu
El interés por la política se lta conuertido
en una cuestión de uida muerte I
para la propia flosofla.

HaNNRH An¡¡lor
PRÓLOGO

Como ocurría con el rey de la fábula, la democraciayaestá desnu-


da. Durante cincuenta años, el comunismo le ha servido de coartada:
a consecuencia de sus miserias y de su opresión ha disimulado, en la
opulencia de las libertades, todas las contradicciones, los incumpli-
mientos, las menriras que se desencadenaban a este lado del telón de
acero. Stalin y Breznev fueron la peluca que permitía ocultar en nues-
tras democracias cualquier epidemia de anopluros (vulgarmente: pio-
jos), cualquier mal olor. Los horrores del socialismo real recusaban los
errores de la democracia claudicante; los horrores al por mayor (gulag
y procesos farsa) recusaban los horrores al "detalle" de Occidenre, des,
de Sacco y Vanzetti a los linchamienros del Ku Klux Klan. Era tal la
aniquilación de toda libertad en el totalitarismo, cuyos bardos se dedi-
caban a cantar las radiantes mañanas del porvenir, que cualquier in-
quietud sobre la libertad (e incluso hasra la indigencia de la misma:
desde los muertos de BqglgErpih a la matanza del merro Charon-
ne) acabó siendo desatendida, por ser desatendible, por definición.
El totalitarismo lograba destruir las libertades hasta esre exrremo:
hasta falsear incluso su perspecriva, la posibilidad de juzgarlas según
c¡iterios intrínsecos a ellas mismas. El banco de pruebas para conrras-
tar el valor de nuestras instituciones ya no era el proclamado por la
propia democracia, sino el universo de completo sometimiento cnyo
faro era el Kremlin: su negación. Obviamente siempre salieron bien apropiación de una palabra que invierta la "cosa mismd' debería pro-
paradas, acríticamente. Criticarlas era jugar el juego del enemigo, trai- ducir automatismos de insurrección crítica. Y, efecrivamenre, si se
cionar nuestfa patria occidental. El horror imperante al otro lado del manifiesta en el lenguaje ordinario nos rebelamos; por el conrrario, en
mufo oscurecía cualquier falta de libertad du cóté de chez nous, eleva' el político, estamos acostumbrados al eufemismo propagandístico,
ba realmente a categoría de mundo libre cuú,quier diferencia entre los una puerta para las falsedades. No somos conscientes del perjuicio
eternos principios consagrados en las constituciones y su no-ocasional que cometemos contra nuestros derechos, pues al autorizar un uso
ultraje por parte de los gobiernos. De cualquier forma, se podía viá- impropio del flntus uocis democracia, autorizamos su violación en el
jar, no sólo existía la elección enue Prauda e lzuestia y se llevaban a mundo real, es decir, a quitar poder a cada uno de nosotros. -J
cabo elecciones. Pretender más era una utopla, aunque ese "más" estu- Las palabras poseen vínculos deoc.riptivos. Han de poseerlos, a pesar
viese solemnemente garantizado en las mencionadas Constituciones. de todo lo que pueda dogmatizar en conrra de esto la sutileza merafí-
El criterio "objedvo" para juzgar la democracia no era su propio dis- sico-filosófica. Sin embargo, la descripción de una institución es, por
curso, sino la praxis del Enemigo. Paradójicamente, entonces' ya que definición, la descripción de un deber-ser, que no parece sino arbitra-
el Enemigo era tal por negar cualquier libertad, ¿cómo podía ser su ria por naturaleza. con esta aporía griega se beneficia todo el que
medida y no su coartada? quiere santificar una clsa (un dominio) que eluda o contradiga o piso-
Todos se definen demócratas, hoy más que nunca: muchos io son a tee el significado (democracia, libertad). cuanro más absoluto es el
medias, bastantes no lo son en absoluto. De palabra, no obstante' to- poder, mayor es la pretensión de definir arbitrariamente las palabras.
dos perjuran serlo. Porque la misma palabra "democracia" es una pa- El totalitarisrno es el régimen que perfecciona la inversión: res sunt cun-
labra valor, una palabra sortilegio, una palabra legitimación, una pala- sequentiae nominum; pero es un virus difundido y recurrenre. Humpry
bra-sí: la única que está todavía en curso. Pone contra la pared a quien Dumpry que quería hacer probar esta "manz na envenenada" a una
no sabe usarla. Poseerla significa blandirla. Quien logra apropiarse de Alicia democráticamenre reacia,lo conocía en su lógica mortal.
ella ocupa ya la casamata estratégica que domina el territorio del en- Asl pues, los vínculos semánticos deben romarse en serio y deben
'1 .
L.
frentamiento polémico, de la guerra para la legitimación. protegerse contra la prepotencia al acecho de cualquier poder. Sobre
De hecho, todos la emplean, por lo menos desde la posguerra. In- todo en lo que respecta a las palabras del deber-ser. Las hogueras de
cluso el totalitarismo soviético pretendía ser la única democracia ver- los herejes se llamaban "auros de fe". En la historia, la palabra libertad
dadera, la única no formal, ni limitada, ni miserable, ni manca como ha recorrido laberintos enreros de feroz explotación. Por tanto, la lu-
la burguesa. La constitución de Stalin, sobre el papel, parccía la más cha por el rigor semántico es también una lucha ético-política por la co-
democrática del mundo. Y los palses del Este eran democráticos dos sa misma, para resistir a la arrogancia del poder, y no conceder a la
veces: democracias populares, tautologla de un "poder del pueblo" (/r- autoridad la apropiación del cofre de una palabra-valor y la impuni-
mos-hratia), de redundancia verbal y supresión de hecho. dad de envilecerla y tergiversarla en la praxis.
Las palabras son libres; existe, entonces la libertad de convertirlas en Bajo las apariencias de una inocua y justificable desviación lingüís-
"palabras en libertad", desafortunadamente, incluso contta la libertad. tica (¡lo que llega a hacer la dialéctica con las palabras, reniendo en
Todos tienen derecho a usarlas, allí donde no haya censura' pero la cuenta su intrínseca polisemia y ambigüedad!), demasiado a menudo

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se refuerzan las cadenas de la servidumbre: eI 1984 de Orwell distin- DEL DESENCANTO A LA DEMOCRACIA
gue la neo-lengua como mortífero insnurnentum regni, mientras que
Iósiv Vissariónovich Dzhugashvili (llamado "Stalin") quiere ocuParse
de una ciencia lingüística ortodoxa y escribir personalmente.
En polltica, como ocurre en la moral, tomar las palabras en serio es,
por tanto, el primer deber-ser. Cuando se puede abusar cotidiana-
mente de la palabra democracia, esto quiere decir que el hecho demo-
craciaya está en declive, que sus enemigos están arraigando la forma
')
más silenciosa y peligrosa: desüuyendo los anticuerpos gracias a los -{
"L

cuales ante un abuso todavía hay indignación. Debe quedar claro que
todo esto no sólo hace referencia a los totalitarismos, sino, más bien,
de nosotros y de nuestro Occidente fabula nArrdttff, y vamos a inten- Remontémonos a los orígenes. Cuando el mono se convirtió en
tar demostrarlo. hombre (¿entre unos cienro cincuenra y doscientos mil años atrás?),
debió sustituir la segura necesidad de los instintos por el artificial "de-
ber-ser" de la norma social. De hecho, la coerción de la natur aJeza ya
no orienta con implacable precisión el comportamiento del "mono
desnudo" que todos nosotros somos. Ese uno/dos por ciento de DNA
mal transcrito ha creado un animal en el cual el horizonte de los com-
portamientos posibles se abre desmesuradamenre. Esta plasticidad de
su "naturaleza" es una cornucopia de la que nacerán amígdalas y care-
drales, posición erecra y lenguaje, ciencia y búsqueda de sentido. Pero,
de entrada, al carecer ya de la operatividad de los instintos, se cierne
sobre é1, restringida pero implacable, la amenaza de la extinción. El
ser-hombre viene al mundo como ser-a-la-deriva. Para sobrevivir,
necesita un milagro que susrituya los insrintos; ésre se llamará nnrma
y vendrá dictada desde el cielo.
Jamás el "mono desnudo" habría colonizado el mundo sin la crea-
ción de vn n0m0s que dividiese los "comportamientos sí" de los "com-
portamientos no" dentro del caos de los comporramienros posibles. Es
más: el Homo sapiens sapiens, sin un "deber ser" que se le imponga con
la misma imprescindibilidad de los insrinros, nunca habría visto la luz.
La opulencia de sus desenfrenadas potencialidades es una apuesta de

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futuro sólo si es constreñida por el "deber ser" hacia una "coherencra' por azaÍ al Occidente del desencanro, hemos venido a esre mundo
social de comportamientos que le permita actuar y prevalecer por en- bajo la constelación del privilegio, pues sólo en esras coordenadas es-
cima de sus predadores rivales. pacio-temporales, que hemos bautizado con el nombre de moderni-
Así pues, el hombre es un animal por necesidad normatiuo, que con dad, ha sido posible elegir hasta aquí entre el riesgo de la libertad y la
sus propias leyes sustituye la disolución de los instintos y crea cons- servidumbre voluntaria.
tantemente su propia "naturaleza" mutable. Por lo que se refiere al ca- se trata de una ocasión inestimable que desafía la probabilidad. De
tálogo de prohibiciones y deberes, éste no se establece anticipadamen- hecho, desde que el mundo es mundo, la convivencia humana pare-
te) no está impreso en los cromosomas, no es innato; deberá ser el más cía destinada a la obediencia, basada en la sumisión a lo Sa*0, un
diferente para garantizar la supervivencia. La historia será su archivo. poder inaccesible, legado, inderogable, del que cualquier dominio en
De aquellos que no hayan funcionado, no sabremos jamás nada. la tierra era simple vicario, en la empiria de lo finito. Podían cambiar
La norma es, por tanto, creación. Pero, ¿quién decide la norma? la fe, las órdenes, las dinasrías, pero no la rranscendencia infinira de la
¿Quién establece la línea divisoria entre el sí y el no? ¿Quién escribe legitimación. Los decenios de incierta excepción, a lo largo de exiguos
las tablas? O Dios o los hombres. Y los hombres, durante milenios, kilómetros alrededor del Pireo, con Temístocles y con Pericles, sona-
han decidido que las ha escrito Dios. Preferirán transmitirse el nzmos ban como un insignificante desliz del destino.
como irrecusable regalo del cielo, como orden que procede del Otro En cambio, la modernidad significa una implosión del domi'io de
y de Arriba, como heteronomía; sólo de esta forma, sometidos a una los cielos y su definitiva fragmentación en la tier¡a. La modernidad
obediencia igual, sabrán reunirse comunitaria y más eficientemente sacude la creación, porque subraya la abdicación irrevocable de Dios
en la manada. de la responsabilidad sobre el mundo. Por esta razón,la modernidad
Prosigamos. Con la aparición de las edades, que podría no haber puede proclamarse con todo el derecho obra in
feri de la liberta d: au-
tenido lugar, el dominio de lo sagrado contempla por primera vez el tos n0m0s, cada uno es su propia ley. Se trata de la buena nueva del de-
cambio: el ir y venir de la historia, contingente en cada uno de sus sencanto ¡ sin embargo, un privilegio cosroso, un evangelio de sole-
cambios, en un primer momento debilita con los monoteísmos la dad. El hombre se convierre en dueño de su propio destino sólo en un
manzana redonda de la heteronomía, después la maltrata con los Es- cosmos liberado de la obediencia, pero, a lavez, helado por lt_r que se
tados absolutistas y, por último, la apolilla y disgrega con la herejía, refiere al sentido. En el universo, ya sólo queda el nomos de los hom-
¡hasta el derrumbe!' Irrumpe la modernidad, que exilia a Dios al cielo bres, de los hombres solos: la libertad insanable de la modernidad.
y anuncia la tierra prometida de la emancipación humana, el reino
mundano, futuro y próximo, de la autonomía: el nuestro.
a
Por lo menos, podemos tomar conciencia de cuanto sigue: arrojados a

La democracia es la consecuencia lógica coyuntural, fa-


1. No se trata de paradojas. El lector puede profundizar en este asunto leyendo el insusti- -aunque
cultativa, eventual- del desencanro; es el partido de la h_geronomía
tuible libro de Marcel Gauchet titulado, Le Désenchantement du monde: une histoire politique
de la religion, Gallimard, Parls, i985. y de la fe que cede el cetro al proyecro de autonomía individual y

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colectiva: el hombre dueño de su propia obediencia (un oxímoron cede de Arriba, al hechizo de una legitimidad que pertenece al Otro,
exaltador, pero también un abismo amenazado|. ¿Q"é es entonces la a un gobierno, en fin, de lo sagrado. Mientras siga existiendo Occi-
democracia? La primera forma de organización política sin fundamen- dente, Dios sólo tendrá lugar en el corazón y en las conciencias, "in
to, el primer experimento de convivencia que los hombres tienen interiore homine". Será una fe priuada, nunca jamás una obediencia
completamente en sus manos) sin ninguna legitimación fuera de sí capaz de estructurar la convivencia, nunca jamás un "credo" capaz de
misma. Como el barón de Mtinchhausen, deberá mantenerse suspen- organizar y plasmar la escena pública. Antes bien, puesto que la fe se
dida en el vacío por el cuello (¿o por la coleta?). Literalmente. En la pluraliza irremediablemente, sólo el alejamiento de Dios del espacio
fiíbula es un prodigio. En la realidad. es un riesgo mortal Permanente. de la decisión política neutralizará el conflicto entre las "Verdades"
Tendemos a olvidarlo. Ya no le prestamos atención. Para nosotros, competentes de las religiones, ralzode una guerra civil.
la democracia forma parte del paisaje. De aquí justamente surge la ilu- La libertad absoluta del hombre, por lo demás, tañe, para cadahom-
sión de una tendencia natural a la democracia, de una originaria pul- bre, la campana de la amenaza absoluta por parte de la absoluta liber-
sión humana ala libertad. Quimera consolatoria llena de tragedias, tad de los otros. En definitiva, una convivencia abandonada al poder
confluencia de remociones y de distracciones. Las formas anteriores arbitrario de los hombres, sin ningún n0m0s "objedvo" que les trans-
de convivencia se apoyaban en el fundamento muy sólido de una cienda y los vincule, está condenada, desde el punto de vista de cada
Wrdad trascendente y creídapor todos. Poco a poco diferente, Pero en ser individual, al infierno inminente del capricho de sus "semejanres".
cada ocasión comparti da, y capaz de colmar todo el tejido social y psi- A estas alturas, para liberarse de la "tragedia" de la propia libertad
cológico, colectivo e individual. Por el contrario, la democracia oscila absoluta, el hombre sólo podrá idear subrogados mundanos de Dios,
en el vacío autorreferencial de la duda y de la hereiía, se mueve sobre a quienes alienar la responsabilidad del nomos, para quedarse única-
la cuerda acrobática de la fragilidad de las opiniones. mente con el peso ligero de la obediencia. El feliz fetiche de una "ley
Estamos hablando, por lo tanto, de un ordenamiento sin fundamen- natural" es el primero de estos subrogados, y durante toda una época
to, y justamente por esto, de un poder absoluto, sin vínculos externos. acompaña la incidencia del desencanto y el nacimiento de la demo-
Ningún "derecho natural" lo limita, por eso, como hemos visto, el no- cracia. Al acecho, sin embargo, aparecerán otras seductoras morganas,
mls no encuentra morada entre los cromosomas (pero sí la necesidad de místicas y mistificadoras, desastrosas para la democracia: Patria, Tla-
vn n0m0s capaz de sustituir los instintos; pero en los cromosomas no se dición, Raza, Destino. Sin olvidar la aniquilación de la democracia en
dice cuál). Afirmar lo contrario sólo indica el temor de la democracia nombre de su realización en la totalidad orgánica del comunismo.
frente a sí misma, el temblar de los hombres a tener que sustituir a Dios, La democracia es, por lo tanto, la forma de convivencia qr,re nunct
de convertirse en creadores de la norma, dueños y señores del cielo y traiciona la inmanencia absoluta de su legitimación con la huida hacia
de la tierra. La reluctancia frente al abismo de una responsabilidad nuevas transcendencias mundanas; se trata de un oxímoron insopor-
insostenible al ser ineludible: la del propio pode¡ absoluto e inexcu- table que, al acoger una transcendencia ya imposible de encontra¡
sable. La democracia es asimismo una condición trágica. acaba encarnándose siempre en oligarquías opresivas humanas, dema-
Sin embargo, una vez probadala manzana del desencanto, es diftcil siado humanas y, al final, infinitamenrc deshumanas.Ya hemos com-
retroceder colectivamente a la "inocencia" de una soberanía que Pro- probado que la democracia es el poder que no puede ser limitado

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desde el exterio¡ que no reconoce ningún cielo estrellado por encima metaflsica que cubre una opresión real.
de sí mismo. Antes de su poder, la nada (en términos de legitimación Quede claro que en estas páginas no se pretende parrafear sobre
del poder). individuos caracterizados por una exisrencia pre-social, sin el ropaje
Entonces, la democracia, para mantener inmóvil su naturaleza de que les distingue, aislados e independienres, ni del posterior sulnarse
poder inmnnente, será la forma de convivencia en que el poder perte- del vínculo que les une en sociedad. No existe rampoco ningún presu-
nezca estrictamente a todos. Ért. .r el punto de llegada, esencial e puesto de carácter contractual, ningún "estado de naturaleza' en don-
ineludible. La democracia es autonomía radical, poder absoluto del de ejercer la fantasía. Es evidente que cada individuo n ceyae inexo-
demos. No puede estar sometida a ningún nomls preexistente, ya que rablemente dentro de una "culrura", y lleva en sí mismo la huella. Sin
originariamente lo funda. Pero hay más: es poder institqtente irrevo- embargo, hay que ati)ar sin ningúr¡ tipo de misericordia dialéctica la
cable, sin que nada pueda circunscribir anticipadamenre los cambios tentación recurrente, ante la cual, si se cede, los todos deI demos real
y las mutaciones a través de los que actuará. La democracia es por esto las tres cartas de un engaño lingüístico y los dados trucados de
mismo la incertidumbre de una revolución permanente posible. -con
la ideología- desaparecerán hasta conyerrirse en los pncos o incluso
He aquí por lo que ningún derecho natural puede confinar el demos en el uno de las nuevas heteronomías de opresión.
en las angustias de un horizonte preconstituido, ni obstaculizar el ¡
La democracia es, por lo tanto, el poder que no acepta ser limitado,
arbitrio absoluto de la decisión soberana. He aquí por lo que la pre- .excepto por sí mismo. Deberti limitarse, pero sólo en aquello qu. s.i
tensión de contener el carácter instituyente del demos en los límires de necesario para mantener firmes las condiciones de posibilidad de su
una constitución tabú o en la jaula dorada de los "derechos huma- naturaleza instituyente, es decir, el dernos corno únieo y propio "fun-
nos", sería una contradicción terminológica, así como la práctica diso- damento", sin el cual se perdería la cosa misma objeto de estas refle-
lución de su poder, el cual se desvanecería alienado, al ser entregado xiones. De hecho, si falta la realidad del demos, es deciq el demos real,
al Otro (a otros y pocos, en definitiva oligoi), a la decisión de un el todos del que está compuesro, la democracia se precipita en un abis-
-
Dios imposible de hallar o a la voluntad (supuesta) de su subrogado mo en que se encontrará expuesta a cualquier heteronomía. Por lo
mundano, la Madre Naturaleza. tanto, esta autolimitación, y sólo ésta, es intrínseca, constitutiva e
ineludible para que se dé y siga dándose demos-hratia.
¿Cuál es pues la autolimitación correspondiente a la salvaguarda del
demos? Interroguemos al mismo demos. ¿Cómo puede deliberar? En
mayoría. Cualquier otra posibilidad está cortada por la lógica de la
El sujeto lógico es el dernos y su incondicionad.o poder. Cualquier inmanencia y de la autonomía (en la lógica de la transcendencia y de
pretensión de domesticarlo de antemano es una nostalgia de la hete- la heteronomla, en cambio, se delibera incluso a rravés de arúspices y
ronomía. Pero, ¿qué es el demos? Tbdos los seres humanos que, juntos, sibilas, vuelo de pájaros y entrañas de cuadrúpedos, suerre y destino,
lo hacen posible; la multiplicidad de las existencias unidas por el "con" hermenéutica de las voluntades superiores). Así pues, el único límite
del vínculo social. El demos que elimina a los individuos que lo com- intrínseco a las decisiones del demos es que nunca se revoque el prin-
ponen se convierte en una abstracción, un flatus uocis, una estafa cipio de mayoúa, instrumento insustituible para que el demos ejerza

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su poder. De cualquier forma, es inútil ilusionarse o disimular: la de- 5
mocracia no es el paraíso del poder de todos sino el purgatorio del po-
der de la mayoría. La verdad secreta e incontrastable del principio de mayoría es, en
Sin embargo y obviamente, no hablamos de esta o aquella mayoría, consecuencia, el disid¿nte. Lalibertad del disidente, su soberanía fren-
sino, tal como hemos dicho, del principio de mayoría: que sea siempre te al futuro, viene antes del poder de la mayo ría y del principio de
sólo ahora- la mayoría del demos la que decida la norma. Un mayoría, pues constituye la condición de posibilidad de ambos. Y
-no
poder instituyente que no tenga soberanía sobre el futuro es un poder tomemos nota de esta circunstancia decisiva: a esta conclusión se llega
nulo. La soberanía de la mayoría significa que esta misma mayoría a partir de la propia mayoría, iuxta prlpv¡a principia, sin deber nada a
podrá decidir mañana de forma diferente a la de ho¡ pero sobre todo la hermosa fiíbula de imprescript[lles derechos "naturales".
que podrá hacerlo una mayoría diferente a la mayoría de hoy. La sobe- Para el principio de mayoría no sé trata de un retroceso, de una con-
ranía del demos será tal hasta que cada una de esas mayorías pueda ser cesión forzada, sino de una necesidad propia, interna e inderogable.
suplantada. La mayoría que niega o limita a la minorla este derecho La decisión de mayoría que no tutele al disidente ya ha dejado de pro-
sobre el futuro ya ha destruido el principio de mayoría y, en conse- teger el poder de la mayoría a favor de cada pre-potencia de minoría
cuencia, su legitimidad. que quiera devastar el futuro. El principio de mayoría, seguido hasta
Pero si una mayoría lo puede todo, salvo limitar las libertades de la el extremo de su hilo de fuiadna, nos informa en definitiva de que la
minoría de hoy decir, el poder de esta última de convertirse en democracia no es, en absoluto, el dominio de la voluntad de la mayo-
-es
mayoría mañana y de cambiar el veredicto-, entonces no puede qui- ría, sino el reconocimiento del poder y de la libertad de todos, impli-
tar (o mutila¡ o circunscribir) este poder ni siquiera a la minoría de cados individualmente. La democracia que descuida el primado del
esa minoría, y ala minoría de una minoría de una minoría, hasta lle- disidente es una democracia que reniega de sí misma, una democra-
gar a esa minoría imposible de dividir, esto es, el individuo com- cia- empantanada. La democracia tomada en serio es la forma de con-
ponente del demos. Puesto que, reiterando el ostracismo de las liber- vivencia donde el poder pertenece a cada uno.
tades un oportuno número de veces incluso a un único individuo, Esta soberanía del cada uno, que establece la ecuación entre el ser
muy pronto acabaría siendo una minoría la que decidiese, y después humano y la posibilidad equitativa de estar-en-el-poder, puede reali-
una minoría de esa minoría, y finalmente... En definitiva, la decisión zarse con una doble pretensión: ejercer una cuota efectiva del poder
de la mayoría no puede en ningún caso amputar el "todos" de la sobe- público compartido equitativamente, así como disponer del poder ex-
ranía de ningún individuo pues esto sería en germen la supresión del clusivo dentro de los llmites de lo que ataie en exclusiua al individuo.
demos. Y sin embargo, la línea divisoria entre espacio público y espacio pri-
El poder único de la mayoría es la inevitable verdad de la soberanía vado, la definición del territorio indiscutible y sustraído al poder
de todos; sin embargo, esta dolorosa metamorfosis, razonada hasta el común, no puede dejar de ser una decisión pública. De la mayoría. A
final, sin descarrilar o desviarse, impone que la mayoría no pueda no ser que se introduzca el fetiche imaginario de un n0m0s preexis-
marginar ni siquiera a un único individuo tente, de un Dios que haya decretado la inviolabilidad de ese espacio
las decisiones frrturas. por ser sagrado. O de un derecho "natural" a la (libertad de la) pro-

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piedad coevo y consustancial al homo sapiem-, del que, sin cambio y democráticamente hablando, no se respeta la propia exi-
-ADN
embargo; no saben nada ni el naturalista ni el biólogo ni el antropó- gencia jurídica y factual del pueblo si se pone en peligro Ia pLuralidad
logo. de existencias irrepetibles que lo constituye. Una vez aÍtancado el velo
Se trata, por tanto, de la prioridad del colectivo, aunque sólo cro- místico, el pueblo soberano no es nada más que la libertad / poder de
nológica, pues se nace en una sociedad, pero también lógica y ontoló- esta pluralidad de existencias irrepetibles. Por el contrario, cada orde-
gica: somos producto de esa sociedad. No existe un ser-hombre que no namiento político que esas existencias homologa o somete se abre a la
coincida con el ser-aquí-y-ahora (el ser histórico) de una cultura espe- heteronomía de lo totalitario o se aliena en é1.
cífica. El hombre en sí mismo, pre-social o a-histórico, es imposible Que quede claro: la existencia humana concreta a la que llamamos
de encontrar, y dicha in-existencia debe entenderse rigurosamente al indiuiduo es una inuención social¡:ecientísima, al cual, sin embargo, la
pie de la letra. Por tanto, sigue siendo ineludible, también en la lógi- democracia no puede renuncia¡ pues le es consustancial. La decisión
ca del desencanto, el primado del ser-humano como un ser-juntos, a través de la cual se ejerce el poder colectivo se comparte por tanto
que, por mayoría, decide hacerse priuado. en un doble sentido: el con- de la participación en un espacio común
Sin embargo, este ser (estar)-juntos no se distingue lo hemos y también eI -partida de la necesaria separación entre los individuos,
-ya
demostrado anteriormente- del ser-todos, que para decidir por ma- cada uno de ellos con su propia identidad, al que el demos no puede
yoría coincide necesariamente con el tú + tú + tú de todas las existen- renunciar sin frustrar su kratia. El cuerpo soberano del pueblo, sin
cias concretas individuales. Siguiendo por esre camino volvemos'a esta pluralidad de irrepetibles, ,. *.r".nárfosea en la metafísica inco-
encontrar la misma salida del laberinro, su obstinada verdad: el pri- herente de un cuerpo místico, que oculta la empiria deshumana de la
mado de la colectividad significa el primado irrenunciable del disi- deriva totalitaria (o, al menos, de su tentación).
dente. Resumamos. Al final de su laberíntico peregrinar (lógico e históri-
¿Qué es por tanto el cada uno? La indiuidualidad dentro de una co), el proyecto colectivo de autonomía, de poder sin presupuestos,
con-vivencia. La existencia irrEetible que todos podemos ser, sin la lanza el ancla en la existencia irrepetible del disident.. Ést" es su única
cual no puede darse ninguna voluntad autónoma o decisión sobera- morada segura: ese cada unl qúe todos nosotros podemos ser, que
na, pues en tal caso el horizonte de la vida en común estaría habitado viene al mundo una sola vez, que muere una sola yezy para siempre,
sólo por replicantes, envolturas masificadas de una citada noluntad. Así que ya jamás puede ser replicado. Por tanto, la democracia, a través de
pues, si el cada uno es ante todo y cronológicamenre ser (estar)-jun- la política de la mayoría, si quiere reproducirse debe producir y salva-
tos, también es y, esencialmente, ser irrepetible. guardar continuamente su fundalnento, clave de bóveda y
Dijimos que la democracia es la forma de convivencia donde el poder
-como
condición de posibilidad- el primado del individuo irrepetible. De
pertenece a cada uno; completemos ahora esta definición: donde el lo contrario, pone en peligro su existencia.
poder pertenece a cada uno, el cada uno no pertenece al poder. La democracia tomada en serio es el individuo tomado en serio. su
El individuo no pertenece ala comunidad en que llega al mundo, poder pensar siempre diferente y su querer siempre de o*a manera: el
sino que la constituye (co-instituye) gracias a la propia libertad. La disidente. Hemos alcanzado un resultado sin tener que ponernos a
produce, la crea. La libertad del individuo soberano esrá antes. En fantasear con la ficción de una democracia ideal, sino a partir del

)t L3
inmisericorde realismo del principio de mayoría, tecne desagradable rador, prolongación inmediara del cuerpo. Sin casa no hay cuerpo,
pero incontrovertible. sino exilio: un bios deportado. Sin casa, citizenship se rransforma en
homeless, una condición que no podemos eriquerar como una simple,
aunque deplorable, carencia de estado del bienestar; se rrara de una
6 aniquilación de derechos civiles primarios, un verdadero osrracismo
político a través del destierro urbanístico del cuerpo.
Mantengámonos fieles al realismo. Para que el homo d.emocraticus no Bíos ambién quiere decir y por desgracia- la fi-
desaparezca en el humo de la ideología y se mantenga como individuo -evidentemente
nitud del final al acecho. Justamente por esra razón una igualdad
empírico, serán necesarias algunas condiciones irrenunciables: llamé- mínima no negociable- debe excluir cualquier discriminación
moslas condiciones mínimas de igualdad-paraJa-irrepetibilidad. El ca- -y
social con respecto a lo que amenaza el bios y lo pone en peligro, la
tálogo es mucho más rico de lo que prevé el pensamiento corriente. enfermedad, y lo que, finalmente, lo elimina, es decir, la muerte.
Antes que nada, un ciudadano es un cuerpo, un bios. Para ejercer po- cualquier diferencia en esre ámbito minaría en su base la igualdad
der debe poder vivir. Este "materialismo" lo concederá incluso el más del ciudadano como ser abstracto (que prescinde de las diferencias
inmoderado de los metaftsicos. Sin garantía para el bios, no existe nin- sociales), a no ser que se niegue que la vida fisiológica constituye el
guna posibilidad de voluntad y decisión. El bios es el primer "chez soi", antecedente ineludible de esa polltica, algo que sería una demencia
originario e irrenunciable, del individuo para llegar a ser ciudadano. metaftsica capaz de autoaniquilarse en el momento de su misma apa-
Antes de la igualdad política, y pafa que tenga senddo empezar el dis- rición; de hecho, la condición necesaria para poder hablar, incluso a
curso, se encuentra la igualdad fisiológica del mínimo vital. la vista de una teologización desmesurada, es vivir. La in-cerridumbre
En primer lugar, por tanto, el alimento: pan y condumio. La fisio- absolutamente igual de cada uno frente a la enfermedad y la muerre,
logía, sin embargo, no establece la cantidad y la calidad. El mínimo en definitiva, es el fundamento material i¡renunciable de la igualdad
vital es una "decisión" social, cuyo único límite natural, animal, por abstracta (por ejemplo, política) entre los ciudadanos.
debajo del cual empieza la agonía por inedia, se encuentra en el cál- Por consiguiente, una atención pública igualitaria por lo que se re-
culo de las calorías para la supervivencia. El bios sobre el que discu- fiere a la salud de cada uno es real y literalmente el mínimoy'siológico
rrimos aquí, en cambio, debe ser la premisa material, químico-ener- para que sea posible el poder com-partido, con el objetivo de que [a
gética, para compartir el poder de la ciudadanía. Por consiguiente, su posibilidad de democracia no sea asesinada al nacer por el sofisma
mínimo vital corresponderá a la cantidad y calidad de alimento que la ideológico del privilegio social. De hecho, por debajo del umbral del
mayoría de una determinada sociedad sobreentiende en la locución rii' bienestar mlnimo para vivir ciuilrnente, no se verifica una existencia
"vivir una existencia civil".
il,política sino una precaria reproducción flsica, una lucha feroz por la
Inmediatamente después, la casa, o mejor dicho, sólo inmediata- 'supervivencia que absorbe todas las energías virales, que humilla la vo-
mente, sin después, simultáneamente al alimento, pu€S, más que cual- lÉntad con su cotidiana obsesión. En dicho conrexro, cada discurso
quier otra cosa, somos animales de madrigu.r". Ért" es la condición sobre la existencia irreperible se convierre en una lúgubre burla.
humana irrenunciable, el abc de una existenciaprzpia: vn lugar repa-
',:El dicho engañoso "teniendo salud, se tiene todo" contiene una mi-

24
25
gaja de verdad política: si existe una atención pública igualitaria por zaje de un trabajo, el arranque profesional, si anres ni han garantiza-
lo que se refiere a la salud, existe el mínimo para la supervivencia de- do a todos un idéntico "arranque civil", es decir, la extensa y variada
mocrática. Por el contrario, si la voluntad de la mayoúaconcede espa- gama de conocimientos críticos para ejercer conscientemente los pro-
cio a la desigualdad de las prestaciones médicas, el ciudadano del po- pios poderes colectivos e individuales.
der compartido es engullido en el abismo de la contraposición entre Aquí tampoco se trata de una de las posibles elecciones de política
vivir bajo el umbral de pobreza y el privilegio. Y está en juego la de- de la enseñanza, sino de un imperarivo para la colectividad, deducido
mocracia, pues el enfermo, incluso más que el hambriento, depende del principio realista y mínimo de democracia, que, de lo contrario,
totalmente: no puede disentir y, por consiguiente, no puede siquiera se vería eclipsado.

decidir. En resumen: si una inst¡ucción media elevada y permanente es irre-


Es importante tener presente que no estamos acumulando pretensio- nunciable para utilizar los datos a parrir de los cuales participar de
nes "subjetivas", "parciales", para interpolar subrepticiamente objetivos forma autónoma (es decir, soberanamente) en la decisión colectiva,
sociales (o "¡socialistas!") en la trama formal y procedimental de la deci- una información media completa y verdadera es el insrrumento indis-
-pensable
sión, en el tejido del poder autónomo del demos. Únicamente estalnos para disponer de esos datos. En este primer y sumario reco-
desarrollando el análisis siguiendo la coherencia lógica, sin sustraernos ñocimiento sob¡e las condiciones de existencia del individuo, cncon-
a las consecuencias. Si se toma en serio el cuerpo político, este último ttamos, por tanto, de forma inmediata la cuestión de la televisión, algo
debe ocuparse preliminarmente del cuerpo en sí mismo y, por tanto, de ineludible. En los países con insrituciones parlamenrarias, la pequeña
un bien-esrar tal que permita al individuo de carne y huesos particiPar pantalla es para nueve de cada diez ciudadanos la fuente exclusiva dé'u
en la decisión. Se rata de un rédito mínimo individual, de "confort"- información. Es, en consecuencia, el problema o, mejor dicho, el dia-
para-la-ciudadanía; parece el proyecto desconsiderado de un revolucio- pasón de un problema más general: la relación entre demo cracia y
nario milenarista, pero tan sólo es la condición previa necesaria de la mentira. Aunque parezca moralismo, estamos, en cambio, en el cora-
existencia política, pues coincide con la pura y dura existencia. zón de cada auténtico realismo político. Veámoslo.

Sin embargo, todavía no hemos acabado: para deliberar es necesario


conocer. Poder quiere decir saber. Aunque un poder igual no implica
un saber igual (un pueblo de Leonardos no es imaginable, y ni siquie-
ra sería suficiente para satisfacer el asunto), obviamente exige el cono-
cimiento común de aquello que es indispensable para decidir sobre la
cosa pública, más allá de leer, escribir, hacer cuentas, y de las actuales
escuelas obligatorias, las cuales no tendrán como finalidad el aprendi-

26 2l
soBEMNr¿. y VrnoRn

&

Indiuiduo es aquel que elige.


Sólo quien cuenra con los datos infor-
mativos esenciales puede decidir con conocimiento de cnusa.Aquel que
se vea privado de los mismos no podrá elegir nada, o incluso pérb-: será

inducido a deliberar algo diferente de lo que imagina decidir. Creerá


estar eligiendo libremenre mientras 0n0s decidirán de forma diferen-
te, en su nombre. La democracia equivale, sin embargo, a decisión
libremente com-partida, a rravés del mecanismo de la mayoría; esto
implica que ninguno, del "rodos" que forman el demos, debe mante-
nerse en la ignorancia. En consecuencia, la democracia es incompati-
ble con los arcana imperii. No tolera la mentira del poder.
En cambio, aunque pueda sonar extravaganre a las sacerdotisas de
una realpolitik frívola pero incuestionable, es inconrrovertible que la de-
mocracia es esa forma absolutamente nueva de organización de la con-
vivencia, en donde el poder no puede mentir al ciudadano; si lo hicie-
se, se anularía su "ser", consistente en la decisión autónom a del demos,
es decir, de todns los individuos, informad.osy, por lo ranro, libres.
La mentira soberana excluye la soberanía del ciudadano, y vicever-
sa; la censura o la manipulación ya la frustran parcial, progresiva e
irresistiblemente. No es un azar que sean los totalitarismos los que
practican la mentira sistemática, el control no sólo de las opiniones
sino de los mismos hechos: reescriben la historia, incesanremente. pa-
ra ganntizarse el poder sobre el futuro, deben ejercer un dominio

29
total sobre el pasado. Necesitanpbricar los acontecimientos a su ima- d¿mos y una destrucción de su kratia. No hay escaparoria posible. para
gen y semejanza, aunque nunca hayan ocurrido o lo hayan hecho de evitar la moralidad silogísticamente ineludible de este realismo político,
forma diferente. Es lógico, naturalmente, el totalitarismo ve en el indi- el filisteo sólo puede evocar a Pilaros: pero,
¿qué significa mentira?
viduo autónomo una amenaza, en el ciudadano libre a un enemigo, en Prescindamos de toda metafisica de la verdad. para ello, deberemos
el disidente a un traidor; parala democracia, en cambio, son su sal y su recorrer la historia complera del pensamienro, y no sólo del occiden-
fundamento. tal. Y despidámonos definitivamenre de cualquier verdad absoluta,
Así pues, la aniquilación de la verdad de hecho y la anulación de la mayúscula e imaginaria. No rrararemos de la verdad ni siquiera desde
clemocracia caminan al mismo ritmo. Constituyen dos indicadores el punto de vista de las ciencias, geométricas o empíricas. sólo nos
recíprocos y convergentes. Libertades públicas y mentira política cir- vamos a centrar en las modestísimas verdades de hecho que, lo quera-
culan de forma inversamente proporcional. Dirla aún más: el grado mos o no, estamos obligados a presuponer como la trama obietiva de
de tolerancia con respecto a la mentira del poder, y de adaptación con nuestra existencia cotidiana. Si decimos que hay rormenra o que bri-
respecto al poder de la mentira, es un indicador barométrico absolu- lla el sol, cada persona comprend e los hechos (alternativos) que quere-
tamente correcto de eclipse de democracia. Mide, con la exactitud de mos comunicar. Si este grado mínimo de realidad también fuese inter-
un especiero, hasta qué punto se encuentra ya en peligro, hasta qué pretación, arbitraria y conmovertible, no lograríamos comunicar nada
punto ha renunciado a ocuparse de sí misma. ni, por tanto, lograríamos o¡ientarnos entre las cosas: no podríamos
No es fácil aceptar la evidencia de este recorrido lógico. De hecho, "estar en el mundo". El Homo sapiens sapiens se habría extinguido
en
en el pensamiento político siempre se ha dado por descontado que la el momento mismo de su nacimiento.
mentira del poder (pero también de la sublevación) puede ser uirtud.
Sin embargo, esto sólo vale antes de la democracia.
La mentira se justificaba como instrumento de guerra: al enemigo 9
no se le debía la verdad, justamente porque era el enemigo. En cam-
bio, sí se le debe al ciudadano, a no ser que se considere enemigo; en Puesto que aquí rraramos de la mentira en la información política y
este caso, la democracia no sólo se hundiría en la contradicción termi- en la reconstrucción histórica, elegimos un ejernplo de la despensa de
nológica, sino en la disolución en acto. Asl pues, el poder que miente es las tragedias colectivas más conrrovertidas de su tiempo.
un poder que, literalmente, se ha convertido en hostis del ciudadano: lo La mañana del 4 de noviembre de l95G se difunden dos noticias.
considera enemigo porque desea que sea súbdito. El gobierno que Desde Radio Kossuth libre,rmre N"gy, presidente del consejo húnga-
miente es enemigo de la democracia, aunque haya sido elegido demo- ro, a las 4.20 horas comunica a los ciudadanos: "Hoy al alba, l"s tio-
cráticamente. pas soviéticas han atacado nuesrra capital con la clara intención de
Asumamos, entonces, la valentía de la lógica: si la democracia es derrocar al gobierno legal y democrático de Hungría. Nuesrras rropas
poder compartido entre individuos que eligen con conocimiento de están luchando. El gobierno está reunido. comunico esre hecho al
causa, cualquier manipulación de las verdades de hecho es una extor- pueblo de nuestro país y al mundo enrero". La agencia soviética 7áss
sión de la soberanía, una exclusión de la decisión, una amputación del ¡ después, el periódico del Pcus Prauda ("LaVerdad") hablará, por el

30 3l
contrario, de "terroristas y bandidos contrarrevolucionarios" ya en el Sin embargo, la hermenéutica del comunismo de aparato objeta que
poder en Hungría, de "peligro inminente del fascismo y de la reac- se trata de militares desertores, que los estudiantes y los intelectuales
ción", y del apoyo del ejército soviético al gobierno formado por János eran fascistas, que los obreros habían sido confundidos y renegaban de
Kádfu, considerado el único legítimo. su interés de clase. Ni siquiera estas interpretaciones pueden evitar la
Tias estas dos "noticias", referidas a un único y mismo aconteci- constatación de los hechos. Sólo a durísimas penas puede sostenerse
miento, ¿es posible constatar un núcleo irrevocable de hechos, es decir, que todo un ejército esté compuesto únicamente por "desertores",
un "mundo" común vinculante, prescindiendo de las perspectivas cuando las tropas y los mandos se niegan a obedecer a un nuevo go-
ideológicas y de las elecciones de campo? bierno y permanecen fieles al anterior. Por lo que se refiere a la cues-
Pongamos por ejemplo esto: al alba del4 de nouiembre de 1956, nu- tión de que estudiantes e inteleq¡uales eran "fascistas", es ya más opi-
merlszs uehiculos blindados y czn zrugdl marcados czn una esnella roja nable, aunque hasta cierto pu.rtot deberá demostrarse rigurosamente
y disparando municiones de diferente calibre, tas haber anauesado la que su acción, su cultura, sus programas, incluyen rasgos cruciales de
/iontera entre la URSS y Hungría, han ennado en la ciudad de Budapest, aquellos hechos conocidos históricamente como fascismos (en defini-
donde en uarios lugares han empleado las armas a su. disposición, acogi- tiva, Mussolini y Hitler).
dos por el lanzamiento de botellas de gasolina incendiadas, conocidas En realidad, estos obreros, esrudiantes, intelectuales y militares se
c0m0 "cócteles molotou ,', yI pzr
c0ctercs m0l,0t0u disparos ae
Por aísPar0s de pistolas, fusiles y
P$roms, rustrcs minas, perte-
J) Twtras, Perre- declaran socialistas: han definido un programa que no concede nada a
necientes a los arsenales del ejército húngaro (saluo algún que ono fusil de la propiedad privada de los medios de producción, un heclto, también
caza). Las persznas que ban utilizado los molotou y las armas contra los éste, perfectamente comprobable. Para polemiza¡ puede abrirse una
tanques con la estrella roja tenían pasapzrte húngaro y, en su gran malo- disputa sobre qué se considera propiedad burguesa. ¿Lo son también
ría, eran obreros, estudiantes, intelectuales y soldados. los libros? (Para Pol Pot no sólo los libros, también el saber almace-
De hecho, nadie ha planteado controversia alguna sobre qué es un nado por neuronas y sinapsis.) ¿Y la pequeña tienda? Y, sin embargo,
carro blindado, sobre el símbolo de la estrella roja que certifica la per- era suficiente la comparación factual entre los ámbitos de propiedad
tenencia al ejército de la URSS gobernado por el Pcus, sobre ese arma privada permitidos por los gobiernos anteriores (reconocidos por la
artesanal bautizada con el nombre de botella molotov, sobre la exis- URSS) y los previstos por el gobierno de Nagy y de los "consejos obre-
tencia de una línea de frontera y sobre el hecho de traspasarla; ni ros": la tasa de propiedad colectiva no se borra en absoluto, es asumi-
siquiera sobre la identidad social de los protagonistas: quien está ins- da directamente por los mismos comités obreros.
crito en la universidad puede ser definido *por consenso unánime- La hermenéutica de Stalin y Kruschov no se desanima: "demuestri'
estudiante, quien trabaja en los altos hornos de Csepel o monta vago- el carácter burgués (mejor aún: reaccionario y fascista) de la insurrec-
nes en la fábrica de Gyór, obrero y, aunque la connotación de inte- ción, no ya a partir del presente (acciones y programas) sino de un hi-
lectual sea menos obvia, nadie pondrá en duda que el profesor del potético futuro: "vendido" como inevitable (tras la salida del Pacto de
politécnico o el de la academia de filosofta forme parte de la catego- Varsovia o la liberación del cardenal Mindszenry). Por lo demás, el go-
ría. La misma falta de ambigüedad se detecta en la definición de sol- bierno de Nagy puede haber sido legal (una circunstancia de hecho
dado (sea oficial o no). clarificable hojeando la constitución y los tratados), pero en el senti-

JJ
do formal, esto es, burgués. Sin embargo, era ilegítimo de acuerdo con La mentira y la falsificación lo destruyen.
k_Lgglgr, co_nbtnda ea[le
el canon superior (por su carácter universal) del internacionalismo prole- comprobación empírica, circunscribe el ámbito de Ia argumentación
tnrio. Consideremos válida esta sutileza (pero de esta forma nos hemos válid;..séñAt ef tinei delá i"t.ifáación, m¿¡ rll¿ d.t'.uir. desborcla
transferido del horizonte de los hechos al mun- la barbarie de la faisedad, moneda de abuso. Y sobre todo: siempre es
-subrepticiamente-
do hiperuranio de los valores): la idea de internacionalismo proletario posible emplear el bisturí analítico que nos permite separar el ingredien-
que anima a Rosa Luxemburg (hasta sacrificar su vida) entra en con- te factual de los juicios de valor. Sólo en aquellas proposiciones referidas
flicto con la de Lenin (que sacrifica a los obreros de l(ronstadt) y está simplemente al 'Ueber ser", la preGrencia por una constelación de valo-
en las antípodas con respecto a la de Stalin (que la ensangrienta con gu- res se convierre en soberana, pero deberá plantearse por lo que es.
lags, deportaciones en masa, farsas de juicios y otras masacres). En cuanto a la hermenéutiea-del hecho y de la menrira, los crirerios
¿De qué internacionalismo estarnos hablamos, entonces? Cuando se compartidos existen. Los practicamos (implacables hasra la meticulosi-
hable de "ayuda fraternal", deberá apelarse al auxilio de un plantea- dad: hasta teorizarlos) cadavez que bajo la lupa de la crítica examina-
miento ideológico. La ocupación extranjera manu militari (y el consi- mos alguna reconsrrucción de orros, que peca por falta de verdad, sobre
guiente gobierno fantoche) sólo podrá üansformarse en "a¡tda frater- todo si nos concierne, e incluso más si nos daña. Por ranto, no es difi-
na" haciendo explícita una elección de valor (en este caso, estalinista, o cil ponerse de acuerdo sobre el catálogo de las manipulaciones prohibi-
eventualmente leninista). Entonces aflorará la doble tautología, necesa- das, es suficiente con recopilar los criterios que parecían obvios para
úa para que se verifique la transustanciación: 1o "moralmente bueno" desenmascarar a quien nos difama: sin deshacerse de ellos jamás.
coincide con el interés de la URSS como potencia mundial, y éste con La atención-a-los-hechos, su protección intransigenre conrra censu-
el de sus jefes. Se empezó por los hechos y, como era incómodo mani- ras y pode¡ sirve más que nunca como prólogo
sofisticaciones del
pularlos, recurrió a unos valores. Pero tras estos "valores", una yezpa-
se inderogable de la decisión democrárica y del individuo que será lla-
sados por la criba analítica, sólo queda el mero hecho de la desnuda po- mado para contribuir a la misma. Pero esro, en Occidenre, tierra de
tencia. elección en donde exclusivamente arraigaba, va desapareciendo inso-
lentemente pada vez más.
Las mentiras de las barras y las estrellas en la guerra de vietnam ha-
10 bían convertido en patéticamente artesanales homicidas- las
-aunque
falsificaciones de la verdad de corte estalinista-k¡uschovista-breznevisra.
En conclusión: la descripción de cada acontecimiento remite a un La casa Blanca y el Pentágono consrruyeron los castillos de "hechos",
núcleo de hechos comprobables ¡ por tanto, objetiuos ("intersubjeti- necesarios para justificar la intervención, con recnologías del engaño de
vamente inderogables"). Son la trama de un mundo común.Alrededor una eficacia innovadora. capaces, como los virus mutantes, de adaptar-
de este núcleo de hechos (en realidad muy amplio), h"y círculos suce- se en tiempo real, de producir nuevos montones de "hechos", inmedia-
sivos en donde penetra y se expande el elemento opinable del entln- tarnente después de que las falsedades anreriores hubiesen exhibido la
ciado, mientras va desapareciendo proporcionalmente el dato incon- nariz de Pinocho. Sin embargo, los medios de comunicación no se con-
trovertible, sin llega¡ sin embargo, a desaparecer. tentaban aún no siempre- con las'verdades de Estado". Frente al
-y
34
35
desastre, el mismísimo ministro de defensa Mc Namara se encargó de bado, pero es "inexistente" pues nunca ha sido documentado para el
que toda la estratificación de las mentiras quedase catalogada en los ciudadano, entendiendo por documentado "mosrrado en relevisión".
47 pesados volúmenes de una comisión de investigación. Cuando el El reconocimiento escrupuloso de las modestas (pero a menudo horri-
New Yorh Times hizo público que el poder había confesado (pero de bles,y casi siempre incómodas para el poder) verdades de hecho, y su
forma reservada, a sí mismo) haber mentido durante años descarada- circulación inmediata y roral (por ejemplo televisiva: en las franjas de
mente, el reflejo automático que se difundió entre la población (y los primera audiencia) definen, por ranro, hoy en día el ubi consistam infor-
medios de comunicación) fue todavla la indignación y el escándalo. mativo para la soberanía del demos,. La información no manipulable es
el corazóri de la posibilidad democrática. Sin esta imparcialidad, el
mundo común del que deberlarnos ser ciudadanos-soberanos se desva-
11 nece. Así pues, la verdad de hecho es un hecho político,la sombra y el
pan de la democracia, su irrenunciable compañero de viaje. para impe-
Ya no es así. Para la mentira occidental, corren tiempos muy propi- dir que el establishment juegue con ella como el prestidigitador, debe
cios. Las falsedades de Bush hijo, aunque de una evidencia exagerada convertirse en el primer e inalienable patrimonio público.
y de torpe factura, se difunden por todas partes y se certifican como Entonces, ¿cómo puede impedir una democracia que los hechos
"hechos" por un sistema televisivo entregado a la servidumbre volun- estén a la merced del pode¡ decididos ad libitun por la fuerza (eco-
taria de la autocensura y del engaño. Más de doscientos millones de nómica, política, de los medios de comunicación, entretejida, por el
"ciudadanos" americanos serán cebados exclusivamente con mentiras establishmenr) en lugar de ser registrados de acuerdo con la verdad?
por parte de un periodismo bien "enca.iado", completamente enrola- obstaculizando constitucionalmente la ocultación de los hechos; rorn-
do, firme y atento. piendo cada oligopolio de los medios de comunicación; creando y
En cambio, los hechos comillas- narrarían una historia bien difundiendo una pluralidad de fuenres de información; fragmenran-
-sin
diferente. Si tomamos en consideración las definiciones de terrorismo do y multiplicando los centros de comprobación y de difusión; favo-
y de Estado-canalla proferidas por el mismo Bush, el Estado terroris- reciendo que cualquiera pueda acceder a la verificación de los hechos.
ta por excelencia es lo largo de toda la posguerra- el gobernado La verificación de su verdad sólo se hace probable si es compartida por.
-a
por \7all Street, la Casa Blanca y el Pentágono; asimismo, el campo todos, abierta a todos.
de adiestramiento en el terror (de masa e individual: atentados, tortu-
ras, estragos, golpes de estado...) más eficiente de toda la historia es la
"U.S. Army School of the Americas", costeada por el contribuyente, ManuelAntonio Noriega (Panamá), Humberto Regalado (Honduras), Roberto d'Aubuisson,
René Mendoza vallecillos y Ricardo Espinoza Guerra (El Saivador),
que, con orgullo, exhibe en Fort Benning, en la pequeña ciudad de Juan Velasco Alvarado
(Perú)' Antonio callejas y callejas (Guatemala),
Jorge Plazas Acevedo y David Hernández
Columbus (Georgia), su arrogancia.'Todo esto es real y está comPro- Rojas (Colombia). En total por alll han pasado más d. ser.nt, mil militares sudamericanos,
muy a menudo de la misma ralea. La definición oficial que el FBI proporciona de terro¡ismo
(aparte de los discursos de Bush) reza asl: "Uso ilegal de la luerza y-de ia violencia conrra per-
2. Entre otros, han sido adiestrados torruradores y/o golpistas y/o narcotraficantes y/o plu- sonas o propiedades con fines intimidatorios o coerciti'r'os conrra un gobierno y la población
rihomicidas del calibre de Leopoldo Gualtieri (Argentina), Hugo Banzer Suárez (Bolivia), civil, para obtener objetivos políticos y sociales".

36 aa
JI
La transparencia es pues la materia prima del poder democrático, su Pero todo ello será así en apariencia, pues en la disolución
cle cada
deber irrevocable y taxativo. Cualquier impedimento a la posibilidad hecho a rango de opinión, sólo las pref.r"n.ias de quien
podrá hacer-
total del control es un verdadero atentado contra la democracia. Un las circular de forma masiva en los ierminales d. l" .orrrunicación
ga-
atentado que debería sancionarse Pafa que sea considerado insoportable narán el irrevocable peso de los hechos. El mundo común, .l.rpor.rdo
socialmente. La mentira en un hecho público debe llegar a ser un tabú, de los hechos, se convierre exclusivamenre en el mundo de ias
opi-
cuya violación convierta definitivamente en execrable al político que la niones dominantes. El mundo de los más fuertes.
lleve a cabo, desencadene un reflejo condicionado de unánime conde- Por lo demás, Ias cuentas cuadran: las formas institucionalizadas
de
na, de pérdida clara y vertical del consenso. Y no se hable de quimera: extinción del límite enrre verdad y mentira, de manipulación
idola_
en el cÁrazón imperial de Occidenre, no hace mucho, se investigaba a trada (¡ por ende, pagada cotr creces) de la realid"d, ,"trrr"r. ya
hege-
un Presidente pof una inocua patraña sobre una privadísima mamada. mónicamenre la comunicación y la vida cotidiana, en primer lug"il"
Por consiguiente, no es superior a las ftlerzas humanas ni a la imagina- publicidad. En realidad, los códigos de autorr.glr*ütr.ión (iaros,
ción democrática enriquecer la farmacopea con los antídotos contra Ia raramenre aplicados, genéricos) rambién autorizan la mentira
en dosis
mentira, social e institucionalmente posibles. La "ciencid' política, si para nada homeopáticas- Esa'marca de güisqui garantiza: una
super-
existiese, debería trabajar en este asunto. yujer hechizada por ru botella y por lanro lista para ti. se objeta; sa-
bemos que es una exageración, una hipérbole, una fantasía.
¿Lo sabe_
mos? Si lo supiésemos, con las entrañas (y la cartera), ad.más
de con
t2 la presunción del alma (evidentemente supuesta), esa marca no
ven-
dería más y dejaría de hacer publicidad.
Sin embargo, en el occidente realmente existente (el del mando, El universo de las "relaciones públicas" no es tan diferente: consiste
obviamente), se manifiesta, en cambio, una hostilidad contra las mo- en vender maravillas sobre lo que marcas, productos,
-empresas,
acontecimientos-, bajo una luz sobriamente
destas verdades de hecho análoga a la del totalitarismo. E incluso más informativa, fascinaría
penerranre: a pesar de estar acompañada de un ostentoso respeto por mucho menos; se trataría, en definitiva, de envilecer la ¡ealidad con
ia libertad de opinión. Y esto no debe parecernos una paradoja. Hacer artificios. En un recorrido que no conoce hiatos, se llega a los falsos
desaparecer a Tiotski del podio en donde Lenin proclama la revolu- balances, a los ñlsos dossier y a las "noricias" construidis ex
nihilo.y
cióres una tecnología de la mentira obsoleta y arriesgada. El eclipse :sto :s
así también porque, en ese escenario en que se ha convertido
de la demo craciaha elucubrado un sistema innovador para anular los la vida bajo la constelación dominante de la p.qu.na pantalla,
la dis-
hechos desagradables; no se trata de reescribirlos, sino de degradarlos tinción enüe momenro "creativo" de la publiciclad, "."ag.r.ción" de
a opiniones. un hecho ya no es un hecho, piedra obstaculizadora para las relaciones públicas, ficción explícita J.l puro y simpi.
espectácu-
.u"iquier argumentación y para cualquier poder. Tendrá el estatus de lo, por una parte, y, por orra, la cosa misma cle ros h.chos ieféridos
.rn. pr.fer.ncia cualquiera. Así pues, el hecho de que en Iraq n0Ltr- como noticias, se ha disuelto ya en la mezcla inextricable de los
géne-
biese armas de destrucción masiva, será un pllnto de vista (de quien se ros y de los programas. La colonización catódica de la existencia
clila-
manifiesta por la paz), que vale como el otro, y contrario' del gobierno' ta desmesuradamenre las posibilidades de la menrira, ya que anula

38 39
que la contabilidad abstracta de la muerte con muchos ceros. La niña
cadavez más cualquier distinción enrre hechos y fantasía, entre cró-
vietnamita que huye desnuda del bombardeo de los "apaches" america-
nica y ficción, produciendo un flujo continuo de imágenes, donde
nos' que además lograrásalvarse, conmueve al mundo; mientras ranro,
una tragedia ocurrida realmente, una tragedia simulada, un efecto pu-
sin embargo, miles y miles de muertos anónimos a causa del napalm y
blicitario, discurren en una secuencia indistinguible, dentro de la mis-
para siempre, en la enésima "operación de limpieza', acaban, con suer-
ma des-atentay acríticapercepción. El periodista, el actor, el político,
te, en unos pocos renglones: página 12, cuerpo 8, una columna.
el héroe deportivo ¡ en fin, la marioneta televisiva, se convierten en
La difusión masiva del trabajo infantil en condiciones infrahumanas
show-person, asimilables y equivalenres, proragonistas y uip del amasi-
jo de una misma show-life. Por último, el "realiry show" cierra el clr- que alimenta los beneficios de las multinacionales en las fábricas sin
derechos del tercer mundo, es un hecho aclarado y absractamenre co-
culo (por ahora, y a la esPera de más perfeccionamientos): la "vida
nocido. Sin embargo, sólo es noticia (e indignación, por suerte) cuando
verdadera" se hace espectáculo programado, y cada espectáculo com-
una red de televisión lo transforma en un especráculo de éxito, lleván-
portará la dignidad de la cosa misma'
Ért.., el mundo. Valga como ejemplo el último enfrentamiento en el dolo a las dimensiones de una historia personal: un niño con rasgos
asiáticos que fabrica Nike por dos dólares al día, importado entre los
ámbito de la CNN, entre los defensores (patéticamente arcaicos) del
rascacielos de Nueva York para narrar su jornada estándar, frente al
periodismo-periodismo y los arribistas del periodismo-esPectáculo, con
resplandeciente negocio donde su sufrimiento de dos dólares produ-
el ob;etiuo de frenar el aumento de audiencia de la competente FOX, la
cual practica sin pudor alguno el segundo modelo. Tal como ha acaba-
ce oüos- un múltiplo de doscientos.
-para
No nos llevernos a engaño, no obstante: la indignación dura el tiem-
do la cosa, no hay quien se atreva a aPostar por ella'
y esto no es todo. En el mismo instante en que los tiempos de la me- po que transcurre entre el aperitivo y la cena. En circunstancias parti-
cularmente propicias, algunas semanas. Las suficientes para aliviar
moria se modelan en función de la dimensión de la atención televisiva,
y aún más re-falsificar perma- episódicamente la existencia de algún oprimido (curcunsran cia feliz
la cual sólo conoce el instante, falsificar,
de cualquier modo, que ran sólo quien vive inmerso en el privilegio
nentemente (incluso lo ya falsificado), se convierte en un juego de
puede comerer laligereza de menospreciar). Entreranro, la dimensión
niños. De hecho, para que aflore una contradicción, es necesario que la
de masa del fenómeno, no obsranre, ha desaparecido: el tele-súbdito ha
atención se mantenga, por lo menos, durante el tiempo en que se ha'
pagado el derecho al olvido con la buena conciencia de la conmoción
dicho antes a y después no-A ("contra-decir"). Sin embargo' con la desa-
(y con el correspondiente óbolo, se espera) con respecro a esa historia
parición del tiempo en la "duración' del acto Puro catódico
-este individual; puede, por ranro, pasar a otra cosa, incluso más frívola, aun-
delirio metafísico-idealista fi nalmente realizado-, cada trasmisión, o
que con el mismo pathos.
incluso cada momento de cada üasmisión, es historia completa en sí
misma. Cada instante contiene su verdad, o peor 1(n: es su verdad,
sin importar si es compatible con la del mes anterior, con la del día
anterior o con la del minuto anterior. r3
Asimismo, la relevisión potencia la disposición psicológica por la
que nos emociona mucho más el sufrimiento de un caso individual
Es inútil por consiguienre esconder la cabeza baio la arena: la televi-

40 4l
sión es, como taL, Llna amenaza Para la democracia. Debería ser el ins- sea una fuga de Saigón o un muro de Berlín cualquiera.
trumento príncipe en las manos del moderno príncipe, g rantizar al Irrumpe entonces a manera de conclusión una némesis: la rnentira
ciudadano el conocimiento de los hechos y convertirlo en un ser ca- también es contraproducente para el poder que la pronuncia. Se rrara,
paz de elegir las políticas que prefiere y de controlar a los políticos (y no obstante, de una afirmación consolatoria, aunque verdadera. Para
su pulsión hacia la falsedad), a quienes ha delegado la tarea de reali- un poder que miente, los resultados trágicos a menudo llegan (aun-
zarlas. Por el contrario, decide la realidad. Crealos hechos y las emocio- que no siempre), pero despuél Quienes paguen las cuenras serán los
nes, de acuerdo con una hybris de asimetrla y, por tanto, de despedida pueblos, a veces los regímenes. Casi nunca las personas de poder que
de la democracia, pues está en las manos de corporacib-nes oligo- de la mentira han hecho "virrud". Stalin murió en su cama, y también
polistas que cada vez con mayor frecuencia "forman establishment" Mao, entre increíbles honorps. A la cabeza de Rusia, tras la caída de
con el universo de las finanzas, el kombinat de las multinacionales y la tantos muros, se encuentra un ex del KGB, que sería como decir la
Gilda de los políticos profesionales. mentira kafexochén. Kissinger es un miro vivienre, que gana cientos
La imparcialidad es una pasión históricamente desconocida, exclui- de miles de dólares por conferencía,y las generaciones de peronisras y
da de la civilización occidental. Por el contrario, en la tradición en don- golpistas que han desangrado Argentina osrenran más que nunca slr
de por azar hemos nacido, es una conquista cultural, aunque siempre nivel de vida, entre una manifestación de cacerolas y Lrna masacre de
amenazada por el poder. Una levadura civil, aunque siempre en peli- huelguistas.
gro por el dominio. Un fundamento de convivencia, aunque demasia- Por lo demás, ¿qué sabemos cuarenra años!- del asesinato
de los dos Kennedy?
-irras
do a menudo desatendido por la hipocresía del gobierno. En definiti-
va, se trata de una estructura de resistencia, de una aPuesta en juego, Existe de verdad el tan temido gusano del milenio: no se trara del
La apuesta en juego más alta e irrenunciable, pues, si se pierde, se pier- ave fénix de un colapso de los ordenadores a causa de la falta de un
de con ella el poder de cada uno, la forma misma de la ciudadanía. cero, sino de la invasora amen za de una servidumbre voluntaria que
Resignarse a su declive equivale a sucumbir en el único "civilization nos hemos ocultado a nosotros mismos, enseñoreándola como el ho-
clash" que debería ser muy importante Para un demos celoso de sus gar (¡multihabitaciones!) de nuestra casa posmoderna, venerándola y
propias libertades. mimándola como mentor, amigo, ama de leche. Al otro lado de la
Debería quedarnos claro que el poder que miente, que niega o ma- señal, sin embargo, oclrrre la emancipación triunfal del poder con res-
nipula los hechos, se miente también a sí mismo. La lógica de la men- pecto a cualquier verdad de hecho, a cualquier molesra pregunta. No
rira, una vez que ha sido patrocinada tácitamente, es dialéctica que satu- bastará con tomar conciencia. Será necesario activar estructuras po-
ra toda estratificación jerárquica. Con ¡esultados paradójicos: para hacer tentes (al menos como la amenaza), en donde sinceridad y verdad
carrera) se comunica a los superiores lo que desean que se les diga. En constituyan el criterio más elevado, acruando como anticuerpos: ins-
cada escalón de la pirámide, el contenido de realidad de la información titucionales, culturales, antropológicos.
disminuye. Cuanto más alto se está, menos se sabe del mundo. Las
cúpulas del poder se felicitarán cuando los "hechos" trabajen en perfec-
ta sintonía con sus deseos, hasta que se Presenta el brusco derrumbe, ya

A) 43
UN HOMBRE, UN VOTO

t4

De todo cuanro hasta aquí hemos verificado, varnos a intentar reali-


zaÍ un balance provisional. En primer luga¡ no se aguanra la venerable
contraposición enrre democracia procedimental y democracia susran-
cial, según la cual, una vez honrado el vínculo de las reglas consti-
tucionales y electorales, todas las elecciones serían relación con
el calibre democrático- equivalentes e indiferenres, -en
por el hecho de
ser lícitas.
En cambio, hemos tenido que reconocer que: a) justamente para no
frustrar el principio de mayoría, y, efl consecuencia, b) en vista de una
decisión efectivamente libre, el demos debe configurarse como comu-
nidad de (potenciales) disidenres, cada uno con su irrepetibilidad
garantizada. Entonces, el corolario inconrrasrable para que este in-
dividuo no acabe degradándose a ectoplasma ideológico es la peren-
toriedad de todas las políticas susrantivas, anre cuya falta se desvane-
cerían las condiciones para la exisrencia irrepetible de cada uno, la
irrenunciabilidad de la ciudadanla.
,'// P"otras palabras: muchas decisiones asumidas obedeciendo los pro-
cedimientos democráticos pueden negar los presupuestos de la demo-

\ cracia. Pueden ser perfectamenre legales en cuanro al procedimiento,


J\ p.to perfecta y agresivamente antidemocráricas, pues ponen en peli-
\Bto .l ordenamiento democrárico en sus pocos y fragilísimos -pero
por ello aún más cruciales- "fundamentos". Inrentemos no olvidar

45
jamás que el pintor de las cervecerías de Munich llegó al poder y a la sus decisiones que pueden destruirlo- y el intento desesperado de
devastación anti-democrática del Führerprinzip, cumpliendo a rqata- resolverlo. Sin embargo, si no establece como derechos inviolables del
bla los procedimientos en vigor en la República de'S7eimar. ciudadano las garantías para su bios (salud, casa, educación, etc.) y pa-
Por naturaleza la democracia es un poder en peligro constante de ra su conocimiento (anticuerpos instirucionales conrra la mentira),
autodestrucción. Desde el principio lo hemos visto: el demos sobera- puede acabar convirtiéndose en la ilusión de resolverlo.
X.1 no, privado de legitimación heterónoma, se sostiene en la infinita verifiquemos desde el principio estos resultados, a partir justamen-
nada por el cuello de la camisa. Los procedimientos constitucionales te del procedimienro mínimo, absoluramenre indiscudble por parre
por sí solos no la garantizan contra el agotamiento mortal por inedia de cualquiera que hoy en día hable de democracia, aunque sea el más
o contra la pulsión al harahiri. Para protegerse, debe saber radicarse, reaccionario de los conserva{ores: el principio "un hombre, un voro".
cada día, vigilando con intransigencia través de las decisiones de Implica, obviamenre, el pluialismo de las listas y de los candidatos,
-a
su legislación sustantiva- sus pre-condiciones, es decir, el primado y que el voto sea secreto y se excluyan los fraudes; sin embargo, esro
del disidente que cada uno de nosotros puede querer ser. Por tanto, la comporta, ya en el momento de la elección de los escruradores, la "so-
democracia es seguramente un poder de gobierno limitado beranía" de controles imparciales y absolutamenre independienres con
enseñaban los Padres Fundadores de Estados Unidos de América-,
-como
respecto al poder político. Es contradicrorio, por ejemplo, que la en-
pero también con el sentido de definido por el ineludible deber res- cargada de dirimir los casos de elección impugnada sea una comisión
pecto a todas las pollticas sustantivas (sociales, culturales, de la infor- del nuevo parlamento: la mayoría impondrá su deseo conrra una mi-
mación, etc.) que, poco a poco, hemos ido considerando indispensa- noría supuesta; por el contrario, ésta podría ser la verdadera mayoría si
bles para la supervivencia de esa criatura contra natura y artificiosísi- muchos casos controvertidos se resolviesen en su favor.
ma que llamamos indiuiduo.
Por el contrario, el liberalismo vulgarizado, según un prejuicio conso-
lidado, pretende que los límites a los deseos de la mayoría deban servir ¡\
sobre todo, si no siempre, clntt la voluntad de políticas sociales más o
menos extremas (generalmenrc light), presentadas como secllelas de de- Tan sólo nos enconrramos al inicio de la larga procesión de políti-
rivas totalitarias. Estamos descubriendo que las cosas están justamente cas sustantivas, indispensables para garanrizar la igualdad procedi-
en el lado opuesto; sin estas políticas, está en juego la democracia enten- mental mínima. Así pues, para que rodos sean realmente libres para ir
dida como líberal, porque están en juego los individuos, laliberrad ma- a votar (y p^t^pro.lam"rs. .".rdid"ros), no deberá exisrir ningúrn tipo
terial deldisidente que, si se ve minada, mina el principio mismo de ma- de intimidación que pueda orienrar la opinión, ningún tipo de vio- .,j

yoría. Existe toda una tradición, arrogante pero tambaleante, que debe lencia que pueda sugerir conclusiones que el libre arbirrio sólo podría
derrumbarse críticamente, para tomar en serio al individuo, la democra- rechazar con el heroísmo. Si bandas armadas pueden matar o secLles-
cia formal, el constitucionalismo procedimental. trar, o de cualquier forma aterrorizar con la simple anenaza de hacer-
El constitucionalismo es la expresión del carácter crucial de este pro- lo, el principio "un hombre, un voto" se desvanece, y el soberano tiene
blema la antinomia siempre al acecho entre poder del demos y ahora el nombre de "una bala, un voto". En la Colombia de la narco-
-de

40 47
cracia atentar contra los candidatos se ha convertido en un deporte que pese como una roca sobre la salud de la democracia procedimen-
nacional. En muchas ciudades rusas no se mueve un dedo (ni un tal mínima. La igualdad de los ciudadanos es formal justamente por-
voto) sin el permiso de la mafia. Regiones enteras de Italia saben, con que debe ser abstraída de cada diferencia social. Las desigualdades de
grados de diferente intensidad, la capacidad de persuasión de los clase que se consideran, por consiguiente, legítimas (mientras son per-
hombres de honor.' Pero no debemos creer que sólo se trata de fenó- mitidas por la ley) en la esfera de la sociedad civil, deben ser neunali-
menos de la periferia de Occidente, pues obviamente no constituirían zadas (es decir, reducidas a la im-porencia) en el campo de la política y
un punto de referencia. ¿No fueron los disparos (aún hoy se descono- de la administración de la justicia. De lo contrario, esraría en juego
ce cuántos) qrr. mataron a John F. Kennedy los que eligieron a justamente esa igualdad abstracta y formal que es el elemento irrenun-
Lyndon B. Johnson? ¿No fue otra bala el voto que derrotó a su her- ciable de la esfera jurídico-pglítica. Si la renta en cuanro renta ejerce
mano Bob? cualquier tipo de poder en el horizonte de la política, el principio "un
Así pues, para que haya voto libre es necesaria una política que hombre, un voto" ha sido sustituido por su negación de clase: "un dóla¡
cualquier mafia, contra cualquier violencia, un voto". (Análogo discurso se podría hacer con respecro a las salas de
V ofrezca garantías contra
contra cualquier complot y contra cualquierp osibilidad de complot (y los tribunales: si el dinero es, filas de habilísimos letrados- au-
-esro
menta las probabilidades de absolución, la ley no es igual para todos. El
que si se ve¡ifica un complot, ponga en marcha todos los mecanismos
para desmontarlo inmediatamente). En cambio, toda práctica institu- formalismo de la igualdad jurídica es más exigente de lo que pueda sos-
cional y toda política gubernativa que, por el contrario , favorezca la '',,' pechar el bienpensante.)
ocultación y el secretismo es ya una actividad anti-democrática (¡ por rl';' Por consiguiente, si queremos considerar con seriedad el carácter for-
ill
tanto, anti-americana, si se trata de EEUU. De esto deberían ocupar- i" mal de la democracia, la política debe garanrizar a cada ciudadano "abs-
se las comisiones McCarthy). Es suficiente con vacilar en la lucha con- tracto" las mismas oportunidades electorales (de lo contrario, lo envía
,11

tra la intransigencia de las mafias para que la democracia entre en el ya al ostracismo y lo sustituye con el "concreto" acaudalado despo-
cono de sombra de su propio eclipse. Una mayoría incluso uenialmente seído- -o
de la sociedad civil). La política debe, por ranro, renunciar a
conciliante con los "amigos de los amigos" ya ha abandonado el terre- cualquier financiación privada, por su naturaleza desigual, pero ram-
no de la democracia. bién a cualquier disparidad de financiación pública. Asimismo, si no t
existen las mismas oportunidades, las urnas sufren igual falsificación,
por ejemplo, premiando dinero o con ti.-po relevisivo- al
I6 -con
partido o candidato que ha logrado más votos en el pasado. El único
camino a la altura del formalismo procedimenral es, por tanto, el del
El principio "un hombre, un voto" implica también igualdad electo- financiamiento en especias, esto es, en recursos comunicativos, igua-
ral frente al dinero. Se trata de un tema que se prefiere olvidar, aun- les para todos los candidaros (excepto, claro está, impedir que se haga
un uso extra-electoral).
Es obvio que la igualdad de la democracia mínima procedimental ya
3. Expresión para designar a los hombres pertenecientes a la mafia' (N. de kT) está hecha añicos, y que el voto libre e igual es un simulacro y una

48 49
burla allí donde sea posible hacer negocio con el consenso político. La ante un proDlema crucial (¡ de hecho,
problema crucral hecho, pnvrlegra
privilegia otros ob.¡etrvos,
obieti en
corrupción, las contratas falsificadas, los favores de intercambio, exi- primer lugar, la estabilidad de los gobiernos). Sin llegar a adenrrarnos
lian la poesía mínima e irrenunciable del principio "un hombre, un en el laberinto de la ingeniería electoral, sirvámonos de un ejemplo:
voto" a favor de la prosa incorrecta de devastadora ilegalidad que privi- el mecanismo del colegio uninominal de un rurno y su perjudicial dis-
legia el principio "un soborno, un voto". Cualquier gobierno que tole- posición a alejar al ciudadano del voto. Con este sisrema, dar el sufra-
{, re la corrupción constituye una agresión efectiva clnfra la democracia. gio a quien no riene ni una mínima opomunidad de superar eI50o/o
Sólo las políticas intransigentes que contrarrestan la corrupción, inclu- equivale a anular la papeleta. Lo sabe el candidato y lo sabe el elector.
so homeopática, son compadbles con la democracia procedimental Entonces, aquel que represenre a una minoría significativa, pero leja-
mínima. Por lo tanto, no existe ningún moralismo a la hora de afirmar nísima de ese 500/0, renunciar¿a priori. Sin embargo, la consecuencia
que un regalo superior a los 50 dólares (incluida la "cena de trabajo") se será que no irán a vorar todos" aquellos que no se conrenren con el
considere corrupción suficiente para invalidar un mandato (para frus- "menos malo" de los dos, como máximo tres, candidatos restantes. los
üar decenas de miles de votos), y que lo mismo ocurra con el candida- cuales cadavezse parecerán más (a demasiados les parecerá una "liber-
to elegido rebasando incluso de un euro el techo legal del gasto.n Se tad" entre la espada y la pared).
trata, lo sumo, de no tolerar excepciones, contorsiones hermenéuticas,
a Topamos con este círculo vicioso cancterizado por unos costes cada
indulgencias ad hocy otros picapleitos de nomehl¿tura. De hecho, es ele- vez más elevados del "hacer política", equivalente a un verdadeÍo atlr-
mental que cada guiño o debilidad con respecto a la corrupción ya ha nilkdo vicioso, capaz deaniquilar una elección libre. En resumen: a)
asestado al ordenamiento democrático una herida dificil de cicattizar. quien no tiene oportunidades elevadas de ganar no enconrrará ninguna
El voto libre igual implicaque cada uno puedaPresentarse como can-
e financiación para participar; b) ninguna minoría podrá crecer, superan-
didato. Si la elección de las candidaturas es víctima de una lógica oligár- do el umbral que la convierte en un competidor efecdvo; c) no sólo
quica, el carácter democrático de todo el proceso electoral se verá inme- las posiciones extremas, sino también consistentes minorías "interme-

diatamente desacreditado. El creciente rechazo de los ciudadanos por las dias" desaparecerán del espacio público. Se trata de un exilio real que
urnas se alimenta de la cerrada partitocracia que gobierna en la práctica acabará implicando a la mitad de la ciudadanía e incluso más (ser
el acceso a las canclidaturas. Por lo tanto, únicamente rompiendo este diputados electos con tan solo el 20-25o/o de los que rienen derecho a
monopolista "cinturón de castidad", florecerá la oportunidad para nue- voto es ya la "normalidad" en EEUU y en Gran Bretaña). En estas cir-
vas formas de representación (quizás siguiendo la estela de políticas de cunstancias, incluso eI establishment americano, que se lucra con opu-
"movimiento" que se están experimentando) y será posible contrastar el lentas tajadas de poder, se ve obligado a reflexionat pues medio país
abstencionismo, el voto realizado "tapándose la nariz" y otras formas de sin representación es un polvorín en potencia.
"huelgd' de la ciudadanía, que enervan la democracia.
La politolo gía de rigor raramente sospecha que nos encontramos
17

4. No se rrara de desenlrenadas fantasías "justicialistas", sino de normas vigentes: en EEUU


Prosigamos. Para obtener un consenso es necesario "ser escuchados"
y en Francia, por e,iemplo.

50 5t
Una "visibilidad" desigual comporta oportunidades electorales asimé- nopolistas de monólogos o de "enrrevisras" preparadas y aduladoras.
tricas. La competición leal dejaúael lugar a un resultado comprometid.o: En el arsenal, cada vez más repleto de condiciones previas para la de-
contaminado con desventajas y favores. De forma puntual, encontramos mocracia (mínima y procedimental), hallamos luego, también, una
nuevamente el problema ya fucisiuo para el funcionamiento de la demo- austera reglamentación del uso político y electoral de la televisión, que
cracia: la televisión, la igualdad de los ciudadanos delante del Dios pos- favorezca los debates direcros, que impida el formato de la actuación
moderno presente en cada lugar. Porque, no lo olvidemos, la democra- sensacionalista, que reduzca al mínimo la tasa de política/espectáculo,
cia procedimental mlnima afirma el principio de "un hombre, un voto", pero que prohiba el aburrimienro de la sensiblerla política (que nos dé
no el de "un anuncio, un voto". La visibilidad en la pequeña pantalla es garantías contra los sarpullidos de pasorismo político, en medio del
el elemento que discrimina entre oligarquía y democracia. La igualdad cual nadan como pez en el 4gua todo tipo de frivolidad política y de-
catódica es la auténtica libertad de los posmod¿rnos. En definitiva, una más autoritarismos). Frente a todo esro no debe objetarse la hipocre-
competición electoral sin un equilibrado acceso televisivo es signo de una sía de las dificultades técnicas: para un periodismo capaz de lograr un
democracia fraudulenta y esencialmente falsa bajo su maquillaje. récord de oyentes, basta con no ser tolerantes hacia los políticos, sino
Obviamente, el acceso televisivo equilibrado no sólo se mide en "molestos". De todas formas, dgo, y corlsistente, más cercano alazaJa-
espacios de tiempo, sino sobre todo en franjas horarias de colocación mería del show que a la pasión de la argumentación (del Iatín argu-
(como sabe perfectamente el talonario del anunciante). Sin embargo, mentlum, arguere, "demostrar"), se mantendrá: el valor de una sonrisa
al tratarse de un acceso para-la-política, es necesaria otra característi- que supera el razonamiento, por ejemplo (entre los expertos en sonde-
ca, que nunca se tiene en cuenta: los tiempos iguales, en franjas hora- os, corre una leyenda repleta de comprobaciones empíricas que recuer- j

4 rias de igual valor, deben ser tiempos de comunicación argumentdtiua. da cómo una modesra intervención odontológica decidió un septenio
Para que se dé una competición democrática efectiva no es suficien- de Mitterrand). Reducirlo a términos mínimos es técnicamente básico;
te una igualdad (hoy, de cualquier forma, quimérica) de cualquier por lo tanto, no puede quedarse en el limbo de lo opcional, es un
tipo de recursos televisivos. Anuncios con la misma duración inserta- momento primario en el cuidado de la democracia.
dos en el mismo "prime time" sólo implicarlan una igualdad entre Para conquistar consensos hay que organizarse. No existe libre elec-
publicitario.i, no entre adversariospolíticos, mientras que, con anterio- ción sin libertad de organización; estamos hablando de organización
ridad, hemos constatado que la publicidad es una forma de mentira pública, obviamente, no de cofradía secrera, de una organización, por
institucionalizada, funcional para la circulación de las mercancías pe- tanto, que debe poderse manifestar. La libertad de salir a la calle, no al
ro de apremiante incompatibilidad con las premisas mínimas irrenun- azar, nace mucho antes de la conquista del sufragio universal. Cuando
ciables de la rutina democrática. Si circula por el tejido polltico es una a la "mitad del cielo" se le negaba el acceso a las urnas, la primera en-
toxina que envenena y distorsiona la formación del consenso y pone mienda garantizaba a todas el derecho de abarrotar las calles. Con el
en peligro la libertad de la decisión. Por el contrario, un espacio simé- tiempo, desde las calles, conquistaron el derecho al voto. Así pues, elvo-
trico de comunicación argumentativa es el recurso televisivo al que to es sólo uno de los momentos de lavida democrática. La calle, laplaza
tienen derecho todos los candidatos: sujetos a lo contradictorio y, por es también una libertad irrenunciable. Garantizar las condiciones efec-
lo tanto, vinculados al enfrentamiento "con iguales armas", jamás mo- tivas del derecho de voto, pero descuidar las del ejercicio del derecho a

qt 53
salir a las calles es, pues, un prejuicio siempre inocente- que dirse, alguien deberá dirigir los trabajos, alguien deberá haber sido de-
-no
obstaculiza la democracia incluso en sll acepción mínima y procedi- legado anteriormente. Sin embargo, para que esro oclrrra, debería ha-
mental. Garantizar el orden público significa, en primer lugar, garan- ber estado ya funcionando: antinomia insoslayable. Lo mismo cabe
tizar el derecho de los ciudadanos a manifestarse en las calles. Contra decir con respecto al orden de los trabajos, la agenda, es decir, la jerar-
posibles ucases gubernativos que intenten limitarlo, debe haberse pre- quía en que se colocan las decisiones que deben adoptarse, que es, en
visto una autoridad "tercera", garante de ese derecho, a la que poder definitiva, la decisión de las decisiones. Ni siquiera podría empezar
recurrir. Sin el derecho a salir a las calles, el derecho de voto es un de- una discusión al respecto sin que la decisión sobre la agenda
recho irremediablemente in-validado. sión arquitrabe- hubiese sido ya adoptada. Por no hablar de-deci- la for-
mulación de los interrogant€F, QUe, como se sabe, a menudo "decide"
el resultado de un referéndum. o de la reducción a dos írnicas opcio-
t8 nes (entre las cuales decidir al final) de las infiniras varianres propues-
tas sobre cada uno de los remas por los ciudadanos.
Llegados a este punto, podemos sacar aigunas conclusiones. Hemos Incluso en la hipótesis más exrremisra de deliberación directa, el ciu-
empezado por dos evidencias regla de la mayoríay el principio "un dadano decidirá la respuesta. Pero, ¿quién ha decidido la pregunta?
-la
hombre, s¡ v6¡6"- aceptadas unánimemente por todos aquellos que ¿Quién establece la agenda? ¿Quién reduce las innumerables hipótesis
hablan de democracia, también en la interpretación más reducida. Hemos a dos simples opciones? ¿Quién preside la asamblea?
¿Y quién decide
excluido cualquier otro supuesto, aunque implícito. El mínimo pro- sobre quién decide sobre quién decide el orden del día? No hay sali-
cedimental, considerado en su brotar rigurosamente analltico, exhibe da. un primer elemento de delegación es inherenre a la esrrucrura
una exuberancia insospechable de implicaciones sustantivas inmodifi- misma de cualquier decisión colectiva.
cables: derechos (es decir, poder) en la vertiente de los ciudadanos y No por azar, en Atenas bastantes cargos se asignaban a partir de sor-
deberes (es decir, límites) en la del poder político, legislativo y de teos o a través de un automatismo de rotación. De Io contrario, ninguna
gobierno. democracia directa habría podido ocurrir jamás en el ágora. Sin em-
Únicamente las leyes que tutelan y promueven esta constelación de de- bargo, nadie consi deraría en la actualidad como democracia la asigna-
rechos/deberes pueden considerarse leyes democráticas. Las leyes de sig- ción de cargos a parrir de un sorreo, esro es, de la posibilidad de cada uno
no opuesto marcan el eclipse de la democracia, aunque hayan sido vo- de ser sustituido. Esto es así porque el ciudadano, para nosotros, es el
tadas por mayorías plebiscitarias, pues siguen un rumbo de colisión individuo de la diferencia singular y de la existencia irrepetible, no ya del
con el mínimo común denominador (procedimental) de la misma carácter intercambiable recíproco decir, de la in-diferencia de prin-
democracia. Una democracia incorregiblemente rePresentatiua, por cipio- en el seno de la comunidad -es
orgrínica. (El echar a suerres el jura-
supuesto. De hecho, la democracia de la decisión directa no existe, es do en el proceso anglosajón no es una réplica: promueve el despotismo
una quimera. No sólo es imposible en la actualidad, sino que nunca de la colectividad homogénea dominante; no es por azar que en el pro-
ha existido. No puede existir. fundo sur de Estados Unidos este sistema haya garantizado a los "ne-
Hagamos honor a la verdad: ninguna asamblea puede auto-presi- gros", hasta hace poco tiempo, un subrogado legal del linchamiento.

54 55
En la actualidad, su crisis es evidente.) REPRESENTACI ÓN O PARTITOCRACTA?
¿

Después, cuando la asamblea se desplaza de las laderas del Partenón a


la inasible web, el poder de quien decide sobre la agenda y sobre la for-
mulación de la pregunta crece desmesuradamente, ya que se hace invi-
sible e incontrolable. Por lo tanto, procuremos evitar la trampa más
reciente, es decir, creer que Internet permite la democracia de Pericles a
escala planetaria.
En resumen: la democracia, por naturaleza, es definitivamente repre-
sentatiua. Para decidit el mecanismo de la delegación es ineludible; la lo
decisión, sin embargo, es ntrcstt. La delegación es un instrumento a
través del cual hacer valer nuestravoluntad, de todos y de cada uno de
¿Qué ocurre cuando el ciudadano ya no se reconoce en el diputado?
nosotros: sin excepciones. La representación, para ser tal, debe seguir (No éste o aquel ciudadano, naturalmenre, sino una gran cantidad de
siendo instrumento y función de la expresión de nuestra voluntad. De electores con respecto a toda la "clase" política.) La respuesta es obvia:
lo contrario, se cohvierte en confiscación. el representado ya no esrá representado, sino marginado, excluido; la
La contraposición entre la democracia directa y la democracia dele- democ¡acia formal (la única posible, como hemos visto) deja de ser
gada y a pesar de las mejores intenciones- ha delegada y se convierte en algo fals¿. Sin embargo, la apariencia enga-
-paradójicamenre
funcionado hasta hoy como coartada, para ocultar los rígidos deberes ña: la representatividad, de hecho, se disuelve en la ficción a través de
de la representación y justificar sus incumplimientos. Si la delegación imperceptibles sustracciones sucesivas, infinitesimales; oscurece la
como tal es una "expropiación", es inútil, de hecho, discutir las di- percepción del fenómeno; sigue permitiendo considerar "diputado" lo
mensiones de la brecha que se abre entre la voluntad del ciudadano y que ya es oligárquico y autorreferencial.
la de su diputado, tanto si se trata de una modesta divergencia, indis-
¿Cómo podemos comprobarlo? Interrogando al elector mismo. A él
pensable para que la delegación puede practicarse, como si se trata de en persona, no su voto. Serla, por tanto, un sofisma tautológico fan-
un abismo que la niega y destruye. Cada amputación, cada desvío, tasear diciendo que quien vora, por el simple hecho de votar, está for-
técnicamente necesario o partitocráticamente arbitrario, se colocaba malmente (y, por lo tanto, plenamente) representado. La crisis nace
en el mismo plano y de esta forma se justificaba anticipadamente. En justamente cuando el elector, a pesar de seguir acudiendo a las urnas,
cambio, una vez reconocido el carácter insoslayable de la delegación, ya no se siente representado. Sólo una politología de avesrruces puede
se muestra clara la verdadera contraposición entre delegación y expro- pensar en "desdram atizar" la esquizofrenia del ciudadano par-
piación. Una contraposición que ocurre por gradaciones sucesivas ¡ ticipación en el voto y náusea de alienación (con
-entre
respecro al que acaba
por tanto, más fiícil de ocultar. de elegir)- como asunto de carácter humoral o psiquiátrico.
Deberemos ocuparnos, pues, de esto, es decir, de la representación Por lo demás, la "ciencia" política, en su dimisionaria indigencia
tomada en serio, y de las manipulaciones a las que se ve sometida, apologética, ha llegado a conjeturar que los elevados índices de recha-
hasta que acaba convirtiéndose en pura ficción. zo de las urnas pueden anunciar no sólo un rechazo de todos los can-

56 57
didatos sino una incondicionada devoción por el sistema. Por lo tanto, Los partidos son necesarios entonces para la democracia, son consrs-
eslícito sospechar lo contrario, es decir, que quien vota no se siente en tanciales con ella. La democracia del sufragio universal es una demo-
absoluto representado por aquel a quien acaba de mandar a las cracia organizada; sin partidos se disuelve en el plebiscito. únicamenre
Cámaras, con todas las de la ley. un alto grado de organización, permanente y articulada en rodo el terri-
Justamente lo qr-re está pasando cada vez más a menudo. Lo confir- torio, permite traducir en unas pocas grandes opciones, / por ranto en
ma cada encuesta sociológica: desafecto con respecto a los propios consenso-parala-decisión, la dispersión de cualquier oua forma intra-
"diputados" y creciente- hasta el desprecio y la irri- ducible de millones de voluntades fragmentarias, así como proporcio-
-5i5¡srn{tico
sión. Casi siempre, los parlamentos y los partidos se encuenrran en los nar visibilidad y continuidad a las elecciones programáticas (y/o a las
últimos puestos en los índices de aceptación, respecto a cualquier otra visiones ideológicas), a pesa'de que los dirigentes que deberán inter-
"institución", desde la policía a la congregación de las hijas de Ma¡ía. pretarlas en el Parlamenro cambian. Por lo demás, tan sólo una fuerte
Se perciben como un mundo extraño, impermeable: "ellos" contra- presencia organizada puede impedir que sean unas minorías (mejor
puestos a "nosotros"; diferente a la representación (aunque sim- organizadas) las que predominen, incluso anre una escasez de consen-
"lgo
plificada) de la volun:ad propia del elector. Nótese que el ciudadano sos. Por consiguiente, la necesidad de recursos organizativos y comu-
no se siente traicionado en relación con el voto que ha otorgado. Está nicativos será históricamenre creciente. Es inevitable el aumenro en
resignado de antemano a ser "expropiado", con promesas de progra- espiral del número de funcionarios, de líderes y activistas que van
ma que, cuando se proclamen los resultados, serán como el amor de convirtiéndose en políticos de profesión, en eldoble sentido weberiano:
Lesbia: escritas en el viento y en el agua.t vocación pero también sueldo. Viven para la política, pero viven tam-
A la legitimidad jurídica de la representación, en definitiva, ya no le bién de la política.
corresponde una legitimación social, sino la aversión de un "representa-
do" que ya no se considera tal a pesar de su propio voto. Por lo demás,
cadavez hace menos uso de ella. Y si en Europa un ciudadano de cada 20
cuatro o de cada Íes renuncia incluso a elegir al menos peor ('tapándo-
y en Estados Unidos, como hemos visto, por
se la nariy''), en Inglaterra Se trata de una evolución connatural a la representación, en alguna
lo menos la mitad de los electores se queda en casa. Una exigua minorla medida ineluctable. ¿Pero en qué mediday con qué modalidad? El po-
(ampliamente resignada a caeÍ en las redes de la desilusión) decide en lítico de profesión es democráticamente necesario sólo como f.rnción
nombre de todos. El sistema actual ya no representa ala mayoría; cada de la soberanía del ciudadano: instrumento de la autonomía de esre
vez con mayor frecuencia, se representa únicamente a sí mismo. Puesto último. ¿En qué punro el medio se transforma en proragonisra, some-
que estamos en una democracia de panidos, sólo "pensando" en los par- tiendo a quien debería "usarlo" y usándolo a su vez? En el momento
tidos se resuelve el dilema. en que la necesidad funcional político de oficio- seconvierre en
-el
monopolio absoluto en el horizonre de la escena pública, y de ésta
-"r- )
5. Marco Valerio Catulo, carmen l)C(: "... sed mulier cupido quod dicit amanti/in vento gina, en la práctica, a cualquier otro sujeto. Sobre esta piedra esrá
et rapida scribere oportet aqua'. construida en la actualidad la democracia realmente exisrente, mono-

58 59
polizada por partidos-máquina, a su vez monopolizados por profesio- nicación, en la cultura, en la sanidad, en las fuerzas armadas y en la
nales del'colsenso. Una asociación que acabapor ser "propietaria" ex- policía... "lncluso los carteros", ya prorrumpía el realismo despiadado
clusiva de la ibsa pública: con exclusión del ciudadano sin adietivos. de Max'weber, y cabe pensar que desde sus tiempos el compás de los
Cuando el político de profesión ocupa soberanamente todo el espa- nombramientos de parrido ha aumenrado su apetito abarcando todo
cio público, el jano bifronte de su fisonomía (vocación y sueldo, vivir el mapa de la sociedad.
por la política y de la polltica) queda inmediatamente desfigurado, En este clima, ¿de quién dependerá el "cursus honorum" del políti-
hasta la destrucción del polo ideal (vocación por la polltica). Se co de profesión? ¿A quién deberá responder por su carrera? Al eiector,
-
convierte en un oficio y basta, como cualquier otra profesión: man- dirá alguien entre los lecrores más jóvenes. obviamenre, no. El ciu-
ager o campesino, ingeniero o estrella del rock. Por consiguiente, obe- dadano, desplazando su votopno "despide" a nadie del universo mer-
decerá a la lógica de la carrera que caracteriza cada profesión en el cadotécnico de la polltica corporariva, sólo modifica las cuoras de fac-
ámbito de la sociedad civil y de su trajln privado. turación enrre un logotipo y orro.
La estructu ra y la antropología de esta figura (a la que, de cualquier Entonces, ¿responderá ante el militante? Menos que nunca. La
forma, no se puede renunciar) cambian cada vez más radicalmente. "mítica" base es ya realmen rc mítica. Ya no cuenta absoluiamente
Examinemos en detalle los momentos de la metamorfosis. nada, menos incluso que el titular de una única acción en una "public
En realidad, el pluralismo de los partidos es un oligopolio: reparro company''. El militanre, a diferencia del elector, no puede siquiera
I estable de la representación, donde varían las cuoras de mercado pero cambiar de partido. En el seno del partido, la selección de los diri-
no las "empresas" que lo reparten compitiendo una contra otra. Cual- gentes ocurre sólo por cooptación, los congresos "libres" son sancio-
quier nueva entrada es imposible (a no ser que sea marginal): ocurre nes a posteriori de juegos ya acabados en la máquina, relaciones de
sólo en circunstancias especiales, de crisis institucional. No es una fuerza ya verificadas en el apararo (de común acuerdo entre las dife-
casualidad que dé lugar a revisiones profundas de la Constitución: rentes "facciones", a menudo planificadas). La única acción efectiva
evenrualmente a una "nueva República". que está al alcance del militante es la de devolver el carné, la "deser-
El monopolio del funcionario (dentro de cada partido) acaba enrre- ción" del refractario. Incluso la influencia indirecta de electores y mili-
gando todo el poder o local- a la corporación de quienes ' tantes (el desplazamiento del voto, la salida del partido) se¡á cada vez
-nacional
viven de la política. Ningún otro puede acceder a la política que decide, más descolorida, cada vez menos influyente. La elección de los grupos
si su trabajo sigue siendo el de cocinera o de tejedor, de agente publici- de elite (y los rarísimos "despidos") partirá de las maniobras inrernas
tario o de filósofo crítico, es decir, si quiere seguir ganándose la vida en en el seno de los aparatos, puesras en marcha por la relaciones con los
la sociedad civil y dedicar a la polltica la pasión de su tiempo libre. poderes fuertes, por las presiones internacionales ¡ eventualmente,
La expresión "todo el poder" significa la gloria que depende de las por los sondeos.
elecciones estratégicas, pero sobre todo el provecho de los infinitos
nombramientos (cuando se ocupan los puestos de mando), y la hipo- 2T
teca sobre los futuros (si se encuentran en la oposición). Puesros y
sillones, oficinas y prebendas, en la economla, en los medios de comu- Hasta aquel momenro en que podían irrumpir nuevos sujetos en el

60 61
espacio público (y en las decisiones de partido pesaba algo la base), el do valores e intereses en conflicto (los de las respectivas cunstituencies
político de profesión debía obedecer a dos lógicas, responder a dos y "bases"). La escena la ocupa ya una clase poIítica única, unida por
"patrones": por un lado, la corporación con sus jerarquías (hacerse intereses corporarivos comunes y predominanres, que triunfan sobrel
aceptar por los superiores), por orro, el ciudadano, el militante o el las diferencias ideológicas y programáricas.
notable de la sociedad civil (la capacidad de representar los intereses y Ha de quedar claro que los contrasres no desaparecen, sino que
los valores, de conquistar el consenso). Pero eran esros últimos quie- constituyen un reflejo cadavezmás pálido de las diferencias reales que
nes prevalecían: si el aparato te quería aplasta¡ podías invocar a los recorren la sociedad. Aunque aparentemenre sea feroz, el antagonis-
militantes, o fundar un nuevo partido. Saber interpretar la base era la mo entre las diferentes formaciones desaparece frenre a ia deüéimina-
última instancia para la carrera (a lo sumo, el principal riesgo es el ii¿n-ó;m de mantené:r priuado.t 9¡p.9.io públl-co. Lo bautizan "pri-
oportunismo: ser demasiado condescendiente respecro de los humo- ;;¡o dé ll política'', pero:se"traiá del nombie falso de un secuestro de
res del militante). poder. Quieren garantizarse la exclusiva de la decisión frente a cualquier
Sin embargo, ahora, el espacio público está ocupado totalmente. La poder de control, ya sea un magistrado, un periodista, un militante o
competencia ha acabado prácticamenre, el rercer incómodo un elector, Bipartidismo es el trampantojo mediante el que inrenran co-
ción o partido- en condiciones ordinarias no nace. El elector-coali-no rie- larle a la opinión pública esta verdad era exclusión institucionalizada
ne elección, o te comes esto o estás excluido de la decisión. El fun- (pensemos solamente que más de un americano de cada cllarro se mos-
cionario puede temer sólo a otro funcionario. Los juegos se acaban trará contrario a la guerra de Bush incluso en el momento de más ver-
todos en el interior de una burocracia de oficio: sólo la jerarquía de la tiginoso conformismo, pero nada de esta oposición encuentra repre-
corporación puede despedir. La política espacio público- se ha sentación entre los "representantes": en el Senado y en el Congreso).
-.el
convertido en una cosa priuada. Ningún dirigente puede considerar- Así pues, la necesidad de organizarse puede üansformarse en su
se a salvo, que quede claro, no le faltarán las sorpresas, pero en opuesto. El instrumento puede converrirse en el sujeto, sustituirle. Ya
{a lógi-
ca de las luchas entre empresas, de las hostilidades académicas, de las no quedan ciudadanos que deciden (mediante un diputado), sino
alianzas, de las camarillas. Y aunque pierda, no sale del juego (excep- "súbditos" que consienten decisiones cada vez más exrrañas: literal-
cionalmente algún que otro chivo expiatorio, que, talvez, se convier- mente alienadas. El político de oficio se ha emancipado completa-
ta en leyenda). mente del propio elector. La única forma de decir no a la corporación
Por lo tanto, el político de profesión si se ve obligado a elegir entre es no votar: ni siquiera será contabilizado. Ya anticipamos que el
una victoria de su partido, a costa de su jubilación, y viceversa, siem- carácter parcial y su proceder por meramorfosis infinitesimales oculta
pre elegirá el viceversai g fantizar la propia carrera se convierre en un el fenómeno, que no avanza de forma lineal, no se desarrolla en un
interés prioritario, más importante que los intereses que debe repre- sistema cerrado, sino en el crisol de los fenómenos sociales e interna-
sentar. Antes o después llegará la alternancia, y también en la oposi- cionales, en un alambique sensible a todas las sacudidas de las relacio-
nes de fuerza. De cualquier forma, aún registra brotes de una antigua
\ ción se ejerce el pode¡ y no cambia gran cosa el esratus: del autismo
\ a las charlas de salon. Por tanto, ya no estamos en presencia de profe- pasión del militante y del elector. Sin embargo, la línea de tendencia es
sionales de la delegación, los cuales, sin embargo, siguen represenran- macroscópica. Evidentemenre.

62 63
La supremacía de la televisión como instrumento de consenso no destrozados en las represiones anri-obreras o filocoloniales, para que
corroe el monopolio de los pollricos de oficio y su relación invertida el "negro" de Alabama pudiese elegir en el autobús y en la urna. Y
con los ciudadanos electores. Sólo ¡ectifica, aunque con detenimien- cuando el espejismo del "pueblo soberano" parecía acercarse a la rea-
to, las "virtudes" necesarias para este profesional sui generis (con fre- lidad, junker y camisas pardas, rerratenienres y camisas negras, y "los
cuencia "sin oficio ni beneficio", fuera de la política). El voto ya no se cuatro generales que se han alzado", y las esvásticas en parada militar
conquista barrio por barrio, con la organización capilar de los mili- en los Champs-Élysées, y el apoyo de Kissinger a Pinochet, y la escue-
tantes, sino a través de incursiones en el territorio catódico que ho- la de tortura de Columbus (Georgia), se encargaron de hacer desapa-
mologa y coloniza cada casa. El maquillador y el sasrre, el asesor de recer la realidad en el sueño: bajo los golpes de una nueva hererono-
marketing y de imagen, sustiruyen el agit-prop. Ante el vacío argu- mía de opresión.
mentativo, decorado suntuosamente en la pequeña pantalla, cualquier En definitiva, el compromiso por la democracia seguía implicando
otra oratoria, incluso llena de razones, es vana. Con respecto al ciu- lucha y riesgo (de vida, incluso) también para el funcionario que{
dadano (sin posibilidades de acceso ala cap mágica), el monopolio dominaba el partido de masas. Mientras que la hipoteca de un hero-
del político es todavía más inexpugnable. Los parámetros cualitarivos, ísmo posible seguía incumbiendo a la selección de los dirigentes-fun-
por el contrario, se precipitan, por debajo del trastero y del sótano, cionarios, el elemento ideal de la vocación por la política no podía
quizás al nivel de las cloacas. desaparecer del patrimonio genético de los políticos de oficio. Lo más
probable es que se mantuviese de forma preponderante.
A partir de aquí, se ha verificado un curso cíclico de espera nza y de
LL desilusión, de "representación" y de "expropiación", de líderes selec-
cionados por la lucha y por la sociedad civil y de aparatos que disuel-
Hay una objeción a la que debemos enfrenrarnos: esre famoso mo- ven en la rutina un patrimonio de entusiasmo, pasiones, compe-
nopolio, que devastaría la representación, no es para nada una nove- tencias. Así nos lo advierte Camus en el periódico de la Resistencia
dad. Max tVeber ya lo habfa analizado meticulosamenre, con unas francesa, Combat, el27 de junio de i945: "Nuestra única esperanza
descripciones que siguen esrando, incluso en los detalles, de increíble es que buenas leyes eviten duranre un tiempo adecuado el regreso al
actualidad. Llega a la conclusión, sin embargo, de que en la nueva poder de todos aquellos que han hecho lo posible para converdr las pa,í
clase, a pesar del monopolio, el empuje ideal seguía conviviendo con labras diputado y gobierno en un símbolo de escarnio". Ya sabemos
el nuevo interés corporativo. La pasión por la política prevalece sobre como ha discurrido todo. Y esto es aplicable a todos los países de Eu-
el "vivir de la política". ropa. Se repite más recienremente en Portugal, con la revolución de los
Algo muy cierto. De hecho, hasta un pasado muy reciente, el autos claveles. Quizás se esté gestando en orro lugar (en el Irán posterior a
nomzs, teorizado y promeddo, era una conquista in progress. Durante Jomeini, querría sugerir la esperanza). Y no esramos hablando de las
mucho tiempo, del sufragio universal quedaron excluidas las "clases "democracias populares", de los días heroicos de la disensión contra el
inferiores", e incluso más, toda "la mitad del cielo". Lágrimas y san- poder el castillo de Praga y en los astilleros de Danzig-, eclip-
gre fueron el precio para lograr los derechos sindicales, para no acabar
-en
sados rápidamente por la plúmbea incidencia de viejas y nuevas

64 65
nomenclaturas, de reciclados del régimen o de silenciosos por confor- toca en suerte la fatalidad del Minotauro, la oportunidad de Dédalo
mismo, estos "profesionales" que ahora marginan de la política a los o el destino de Ícaro-
disidentes de ayer tachándoles de moralistas, chapazas, soñadores (¡o
incluso ex comunistas!).
Esta alternancia cíclica entre sustracción corporativa de la política y
apertura de las oligarquías al ciudadano, desaparece finalmente cuan-
do el partido del autos n0m0s ya no tiene enemigos declarados ni obs-
táculos institucionales, y parece estar dominando de forma incontes-
tada por lo menos en aquello que fue el primer y el segundo mundo.
El pasaje de la soberanía ala representación, ahora ya sin el correctivo
de un "heroísmo" siempre presente, se expande de forma irrefrenable.
Por último, la caída del muro frustra la coartada del comunismo: últi-
mo y formidable instrumento de remoción con que Occidente se ha
ocultado a sí mismo (a los propios ciudadanos) la expropiación de la
soberanía llevada a cabo por el monopolio de los Partidos-máquina.
Llegados a este punto, el divorcio entre ciudadanos y políticos de
oficio se anuncia como el elemento estructural de las democracias
realmente existentes, las cuales, justamente por esto, son el eclipse de
la democracia. Naturalmente, algunos acontecimientos catastróficos
podrían volver abarqar las cartas y reducir el abismo. Sin embargo,
no son en absoluto deseables, puesto que el resultado lugar de
-en
una nueva generación de políticos seleccionados por "heroísmo" y por
una desinteresada pasión civil- podría caer de nuevo en tragedias
como la de Weimar, aunque con formas inéditas y light (ya está en cir-
culación algún indicio alarmante en ambas orillas atlánticas)'
Podríamos concluir diciendo que la democracia representativa es ne-
r cesariamente una democracia de partidos; sin embargo, el monopolio
de los partidos sobre la vida pública elimina la democracia represen-
tativa, la convierte en un simulacro. En este Punto de nuestro labe-
rinto, la cuestión de si y cómo se resolverá esta antinzmia del partido
queda aún en suspenso y sigue siendo enigmática; en definitiva,
dependerá sólo de cada uno de nosotros decidir si a la democracia le

66 61
LAS AVENTURAS DE TA IDENTIDAD

't ^a
-J

El fenómeno descrito más arriba acaba siendo estructural a partir de


la mutación ocurrida en la relación entre el individuo (esta existencia
irrepetible que todos debemos poder-ser) y los horizontes sociales o
ideológicos a los que pertenece dicho individuo: las identidades colec-
tivas. He aquí otro tramo del laberinto por recorrer.
Hace un par de generaciones (e incluso menos) era perfectamente fácil
exponer las pocas categorías a través de las cuales catalogar a cada uno
dentro de una taxonomía exhaustiva del ser-en-sociedad. La clase dibu-
jaba unos perímetros precisos para el obrero, el campesino, el pequeño
artesario. Se pertenecía al grupo medio de las profesiones, o a la alta bur-
guesía de los patrones y de los rentistas. Por lo que se refiere a la ideolo-
gía, se contraponía comunismo y liberalismo, con los correspondientes
andnnte (modzrato): el socialista "humanista" y el burgués "ilusffado". La
fe religiosa, interpretada jer:írquicamente (ad usum Delphini: de la po-
lítica de gobierno), imponía con frecuencia una línea divisoria enrre reac-
ción clerical y progresismo laico.
Se trata de una descripción muy esquemática incluso para aquella épo-
ca, pero a grandes líneas funcionaba. En cuanto a los grandes números,
decisivos en política, rendía cuentas de la realidad, Si del criterio de clase
o de renta se pasaba al ideológico (o de comportamientos ético-religio-
sos), la colocación de cada uno, en el eje derecha-izquierda de la geome-
trla política, no parecía perfectamente superponible, pero unas pocas

69
variables sin esfirerzo- daban lugar a las pocas iden- 24
-entrecruzadas
tidades que se mantendrán estables en los decenios de la posguerra,
aunque cambie el peso porcentual recíproco (de la agricultura a la Hoy en díaya no es así. En la actualidad, la identidad de cada indi-
industria y al sector terciario: en el marco de la secularización, de un viduo es un mosaico; sobre todo móvil, en continuo e inquieto movi-
materialismo de los comportamientos). Se trata de unas identidades miento. E incluso se podría afirmar que es más un caleidoscopio que
coherentes y reconocibles ¡ sobre todo, conscientemente uiuidns (casi un mosaico. La misma persona podrá "vivirse" decir, indiuiduar-
s¿- como obrero y como vasco (catalán, bretón, -es siciliano, "pada-
siempre) como propia identidad: existencial, cotidiana.
l"os partidos estaban obligados a tenerlo en cuenta. Por lo demás, se rra- ro"...), f, ala vez, como homosexual y quizás como testigo de Jehová
taba de identidades muy a menudo y potentemente organizada: sin- (o más simplemente hebreg proresranre, católico de Comunione e
dicatos, agricultores directos, uniones patronales, asociaciones parroquiales, Liberazione), e incluso ecologista, y sobre todo mujer. De hecho, po-
casas del pueblo, Lions y Rotary. Frente a éstas, el político de oficio no era drá ser todas estas cosas (ocurría también antes), pero sin que ningu-
"libre". Si quería ser elegido, debía proyectar sus intereses y valores en la na se instale "estructuralmente" en su existencia. Y no es suficiente, ya
asamblea del sufragio universal. Con frecuencia estas asociaciones funcio- que el tiempo libre conquista nuevos territorios en la geografía de
naban no sólo como filtro sino como gimnasios para muchas carreras polí- cada uno. Quizás contará más ser vegetariano o hincha de la Juventus

/i ticas. Propiciaban el nacimiento del diputado y, después, lo tutelaban, aun- o apasionado del rock duro, o devoto protector de los animales, o fiel
que en un doble senddo: garantizíndole consenso, pero vigilándole. de Mozart y Verdi, o fumador empedernido... El mapa no esrá en
Estas identidades de masa no eran huecos corporativos sino gimna- absoluto completo. Cualquiera de estos elementos puede contradecir
sios de universalidad parcial, de mediación-parala-ciudadanía. Las al offo, no se agregan por familias homogéneas. Anres al contrario, se
asociaciones correspondientes ni se atrevían a impon er directamente puede ser vegetariano y fumador, y detestar a los animales porque
reivindicaciones particulares: se consideraban obligadas a traducirlas hacen ruido, y exigir la libertad de decibelios para el verano de rock
en las compatibilidades de un programa inspirado en el interés gene- en la plaza.
ral, vinculado al bien común. Había hipocresía, por supuesto, y abun- Cada uno de los hombres es un caos (si queremos ser exrremos):
dante; sin embargo, nunca como en este caso valía el dicho de que la cada uno podrá cambiar permanentemente componenres y dosis, en
hipocresía es el precio que el vicio paga a la virtud. el cóctel siempre cambiante de la propia elección de identidad, sir-
De hecho, a pesar de las estructuras piramidales, las jerarquías eclesiás- viéndose a voluntad en el gran almacén de los valores y en el super-
dcas, los centralismos burocráticos, el resultado de esta dialéctica eÍa mercado de las afiliaciones. En cambio, la identidad colectiva es por
alentador: en el seno de los partidos, además de en los lugares de las iden- naturaleza estable y, por ende, hoy se desvanece: ninguna es mínima,
ridades de masa, no señoreaba la pasividad de la mera delegación, sino mente exhaustiva con respecto a una identidad personal tan variada,
gu€ circulaba mucha participación efectiva. No sólo tenía peso el diri- fragmentada, elusiva, cambiante.
'{,, gente-ñrncionario de profesión-, también lo poseía el mi- Se trata de una complicación para el político de profesión, pero de

litante
-político
"aficionado"-; quizás era subalterno pero, de cual- una complicación que produce un nuevo privilegio. No se cumplen
-político
quier forma, relevante. las estructuras que canalizan y predisponen bloques importantes de

11
10 tl
consenso: los votos se conquista¡án sin su mediación, uno a uno (o Del espacio público se ha hecho un desierto: política privada, polí-
quizás millón a millón, recurriendo a los medios audiovisuales). Con- tica mentira, polltica espectáculo, política dinero y lupana¡ política
sideremos las ventajas, sin embargo: el agotamiento de la identidad de de la ocupación catódica, son sólo algunos de los muchos aspectos de
masa señala la extinción de un condicionamiento. El político de ofi- la política robada. Pero puede parecer que la pérdida del espacio pú-
cio consigue mayor libertad; ahora, frente a los partidos, vaga el elec- blico sea una nadería, siempre que garantice la esfera de los deleites
tor aislado, la masa atomizada de tantas no-identidades, cada una de privados. Somos individuos veinticuatro horas sobre veinticuatro, y
ellas contradictoria y fluctuante. Cualquier decisión contenta / dis- ciudadanos una vez cada cinco años, se dice. De acuerdo, regalémo-
gusta al mismo tiempo, dentro del agregado de valores / intereses, nos en el ámbito privado el goce y la opulencia del ser-individuo. ¡Lás-
compuesto e inestable, que define a un mismo individuo. Los impul- tima que sea una ilusión! .*
sos corren el riesgo de compensarse. Y, de hecho, hemos visto cbmo la vida pública se convierte en pri-
Los partidos pueden permitirse el lujo de hacerse autorreferenciales. uada,y en más de una acepción. El ciudadano se hace privado, ya sea\
Sus nomenklaturas, más "libres", se regalan un extra de arrogancia. porque está privado de la democracia (sustralda de hecho), ya sea por-
Añadamos los efectos y sinérgicos- de los costes cre- que su existencia está ya confinada en la esfera privada de la sociedad
-acumulativos
cientes de la política y del monopolio parcelado de la televisión: el civil (producción, consumo, tiempo libre). Pero es algo recíproco:
umbral que impide a "sujetos" críticos el acceso a la política se eleva para el polltico que se ha apropiado de la esfera pública, ésta se con-
vertiginosamente, se hermetiza, incluso si aumentan las filas de los vierte a su vez en un oficio, como el resto de actividades privadas que
descontentos. El disgusto de los ciudadanos crece y el círculo vicioso caracterizanla esfera de la sociedad civil, del trabajo empresarial o asa-
a partir del cual "ellos" y "nosotros" estamos en contfaposición se con- lariado, de las "libres" profesiones, de| traficar.
vierte en una espiral, en una curva asintótica. La "esquizofrenia" de En ambos casos desaparece la posibilidad de ser individuo. No es

quienes siguen votándoles "faute de mieux", aunque los detestan, no una boutade.
esconde nada misterioso.
Sin la pesadilla de nuevos compeddores, los partidos no encuentran
un freno a la pulsión del poder por el pode¡ a la indiferencia por los 25
programas. Frente al vacío (de valores e intereses) que define ya a cada
individuo, los programas no ejercen ningún tipo de seducción; es más Individualidad, en efecto, equivale a diferencia, irreductibilidad,
realista dirigirse a los sueños, a los eslóganes vagos y sugerentes, ali- existencia irrepetible. Cuanto más se es individuo, más se aproxima la
mentados con grandes prejuicios y pomposos miedos, y perseguir la propia vida a esta condición. Pero en la esfera privada de la produc-
mudanza ansiosa y contradictoria de una opinión "pública" manipu- ción y del intercambio (y del dempo libre) no se puede experimentar
lada, donde lo diacrónico de la memoria se reduce al mes, a ia sema- el poder autónomo, sino sólo el éxito, el cual puede ser gratificante,
na, al espacio de una mañana. A la opinión (forzosa) se le prometerá pero no tiene nada que ver con la libertad. De hecho, en el ejercicio
lo que desea en ese momento. Se seguirán los sondeos. Se montará el de cualquier profesión debemos obedecer a la heteronomía de la téc-
efecto anuncio. Se pondrá en marcha el espectáculo. nica, a los vínculos que nos impone justamente en vistas del éxito. Un

1'.) IJ
gerente es mejor qLre otro no sólo porque tiene más libertad para dec! dano, es decir, la vida pública. De hecho, sólo en la dimensión colec-
dir, sino porque sabe obedecer con más eficacia al mismo imperativo tiva de la política, únavez.se le ha restituido la simetría del actuar-jun-
(heteros y obligatorio) de aumentar los beneficios, disminuir los cos- tos-tras-haber-decidido, se ejecuta realmente acción: nos las habemos
tes, etc. Su "creatividad" es una forma satisfactoria, y muy bien paga- con un deber-ser del que nosotros mismos somos el origen: normas,
da, de obedecer más. Una operación quirúrgica debe poder rePetirser instituciones, formas de lucha; no obedecen a la "realidad" del ser. no
ninguno de nosotros nos confiaríamos al libre arbitrio de un bisturí deben adaptarse a la "cosa misma". Son realmente una creación.
creativo, que no se sometiese al dictado de la técnica más perfeccio- Por tanto, a pesar de cualquier apariencia conrraria, sólo en la poli
nista. tica el cada uno puede experimentarse indiuidua. La superstición opues-
En el "hacer" de la sociedad civil, de las profesiones (incluso las más ta prolifera como reflejo dpl espejo deformante de una política cir-
liberales y donde brilla el éxito del individuo) se es siempre súbdito de cense, para nada pública siño robada, de una democracia que esrá
la "cosa misma". Y el éxito, además de ser satisfactorio, será incluso eclipsándose. La única individualidad auténtica es, plres, la ciudada-
"poder", entendido como influencia sobre los demás que obtiene un nía del ser-con) en la hermandad de la libertad-igualdad, el chez soi
encomio servil, pero nunca poder en el sentido de autonomía, esto es, garantizado a cada uno por ser disidente, en la acción política simé-
de libertad. Los uips muy envidiados se quejan de esto; "esclavos" del uica y compartida. Esta identidad queda derogada por el monopolio
éxito, deben realizar aquello que se espera de ellos, pues las expectati- del político de profesión, con el que se privatiza el horizonte comhn.
vas del "término medio" social "se" impersonal que impregna to-
-el
do del que habla Ser y Tiemp&- se imponen con la misma inexorabi-
lidad de la técnica.
El arte es la única actividad privada que logra a veces lo irrepetible. 26
tmbién elclescubrimiento científico, la invención abren el camino a
modalidades hasta ahora desconocidas, pero también siempre de obe- No se vive sin identidad. Donde desaparece el ciudadano, se asien-
diencia a la "naturaleza". Antes de Alessandro Volta, la electricidad era tan identidades vicarias, identidades-refirgio basadas en la pertenen-
desconocida, después la hemos podido utilizar de infinitas formas, cia. El ciudadano sólo es libre, sin embargo, cuando se libera de sus
desde las maravillas delaVille lu.mibre al asesinato de Sacco yVanzetti, pertenencias; se puede considerar cualquier identidad pre-política co-

pero siempre y sólo cumpliendo sus leyes. mo propedéutica (y subordinada) a la ciudadanía. El ciudadano úni-
En definitiva, el privado no es nunca individuo sino replicante de un camente es ciudadano (¡ por ende, libre) si es abstracto. La ciudada-
prototipo (aunque en la excelencia y en la fama), incluido ese privado nía es la única "pertenencia" democrática: en su horizonte cada uno
peculiar que ejerce por oficio la política, y que obedece yaalaregla puede seguir siendo disidente con respecro a orro. De hecho, la iden-
de la mera profesionalidad: someterse de la forma más eficaz ala tecné tidad personal sólo es así si se rrara dela realización de un proyecro au-
de su ocupación privada, en particula¡ a las metodologías cada vez tónomo, de la emancipación de los condicionamientos del legado. En
más homologadas y soberanas de la conquista del consenso y de los cambio, la pertenencia es aniquilación de la diferencia individual al
juegos de aparato. Para ser realmente individuos, sólo queda el ciuda- someterse a los valores y a las jerarquías del grupo, alienación de cual-

1¿"
I
I

quier voluntad singular al exaltar el sentido de la comunidad. Confor- 1


i taria (y provisional). Desde el punto de vista de los individuos reales,
i
mismo. Porque, al pie de la letra, hay un con-formarse al modelo de se trata de identidades inasibles )¿, menos que nunca, representables.
grupo, donde cada uno replica y obedece a la heteronomía de un sen- j Son identidades artificiosas, construidas decidiendo en cada ocasión
tir anónimo, donde la disensión equivale a traición y se paga con la el componente (tomado en el mundo real, plural y caótico) que las
Purga. define. En la misma persona, hoy el ser mujer, mañana el islamismo,
No obstante, con la identidad-mosaico, las condiciones para acer- pasado mañana el compromiso ecológico, identidades todas ellas pro-
carse al ideal de la ciudadanía parecen estar al alcance de la mano. visionalmente exhaustivas, pero sólo en la ficción ideológica: la exis-
Ningún collage será similar a otro, cada uno se convierte en ese exclu- tencia de cada uno sigue siendo un patchuorÉ. Se trata de ldentidades
sivo (¡irrepetible!) agregado de fragmentos de identidad. Nunca será, refractarias a la mediación,.a diferencia de aquellas de antaño (carac-
sin embargo, un individuo. Abastecerse en el prét-h.-P0rter de los con- terizadas por dos o tres lemas: ya extinguidas). En su intencionali¿lad
formismos, uniendo los fragmentos y recombinándolos diferente- satisfacen la urgencia elernental del "hacer grupo". Se busca la identi-
mente siguiendo las modas, es muy diferente qLle Proyectarse crítica- dad como antaño se buscaba el alma gemela: para evitar un vacío, un
mente y decidir autónomamente. miedo, una soledad, una ausencia. Para subrogar la dote de sentido
Para ser más exactos: en esta verdadera atomización caótica de identi- promedda por una ciudadanía negada. Se trata nada menos que de la
dades, de sujeciones que se suman en lugar de libertades que se multi- hermandad en la libertad y en la igualdad, jurada en las Constitu-
plican y unen, el conformismo y la integración de los conformismos ciones, y robada. Por tanto, exigen reconocimiento inmediat, en su
bajo la categoría del éxito se convierten en la única esencia común. Se doble acepción: sin mediación política, pero también "aquí y ahora'.
empieza de niños con el gregarismo de los consumos y de las marcas. Cualquier momento es para ellas un irrenunciable hairós. Quieren
Nuestro tiempo parece destinado a los estigmas de una babilónica todo y ya. Se trata, en definitiva, de un extremismo congénito.
explosión de reivindicaciones centradas en la identidad. Por este moti- Antes, la regla profesada comúnmente por la polltica rezabaasí: para
vo, intentemos poner orden en el berenjenal de paradojas que tal cues- entrar en el espacio público nos despojamos de las particularidacles
tión identitaria conlleva. privadas. Ahora que la esfera pública ha sido privatizada en las manos
Judío, negro, mujer, homosexual: identidades históricamente opri- de la política de oficio, cada cual exige el acceso directo al espacio
midas. Ecologista, defensor de los animales, vegetariano: identidades público justamente a través de [a propia identidad privada (de grupo:
que buscan ser oídas. El futuro ampliará el inventario. Nacen como aunque ficticia). Sin tener que traducir sus propias reivindicaciones en
minorías (sexua-les, étnicas, religiosas, relativas a la alimentación...) en el esperanto político del interés general. Identidad puramente reivin-
lucha por la emancipación, a las que incumbe en definitiva el derecho dicativa. Reivindicativas e irresponsables. Y no injustamente. Son la
al reconocimiento. La historia de sufrimientos que a menudo cada respuesta, no lo olvidemos, a la privatización de la esfera pública en
una de ellas resume, las legitima moralmente. La retórica del uso polí- las manos de la polltica de oficio. Si me han despojado del poder pú-
tico las ha rebajado a tabú. De cualquier forma, hoy en dla ninguna blico y me han privado de la ciudadanía, ¿por qué debería mediar mi
identidad contiene siquiera un individuo real, ya que ningún indivi- necesidad en términos de "bien comúri'? ¿Por qué no arrancar, en
duo real pertenece a una de ellas, a no ser que sea de forma fragmen- cambio, derechos / privilegios para mi identidad particula¡ y con mucha

16 11
I:l
I

I
más energía puesto que mañana quizás yo mismo no me reconoceré que la soberanía común se ha convertido en propiedad privada de los
en ella? La pretensión de los conformismos de grupo rezará así: sin políticos de oficio. Una segunda, porque las reivindicaciones de poder
poder, ninguna responsabilidad. Se trata de una fórmula posmoder- están obligadas a pasar a través de las minorías identitarias, donde la
na, muy coherente, de cualquier forma, con el "no taxation without existencia irrepetible del individuo está aniquilada a causa del confor-
representation" que inaugura nuestra democracia delegada. mismo de la obediencia comunitaria: jerárquico-orgánica.
En resumen, estas identidades son acríticas. Valen en la medida en Frente a estas identidades colectivas, el político pr-rede elegir dos
que otorgan reconocimiento; con el mecanismo paradójico de la eman- caminos: un homenaje que hable de (y tal vez promueva) una dignidad,
cipación através de la servidumbre voluntaria (en el grupo), intentan una visibilidad e incluso de unos mismos derechos sociales paritarios.
traspasar la pantalla y, por tanto, convertirse en "noticia'. No cuenta Para obtener los consensos-y'e negros, judíos, mujeres, homosexuales,
nada que sus instancias no superen la criba de la inteligencia analítica. ecologistas, vegetarianos, defensores de los animales se combatirán in-
En la democraciasecuestrada por los aparatos,la argumentación racio- cluso los preconceptos que los persiguen. Ya hemos visto, sin em-
nal es una desventaja. Además, como guinda, el conformismo de gruPo, bargo, que estas identidades son conjuntos vacíos. El político, por Io
al presentarse como identidad oprimida, puede acaParaÍ incluso la tanto, para aumentar consensos, puede seguir el camino opuesto: en
disensión: la libertad se entristece en lo políticamente correcto. lugar de captar las minorlas, a las que cada uno pertenece sólo por un
fragmento, puede dirigirse hacia los prejuicios densos y viscosos de las
mayorías, que nos atañen a todos nosotros. Exploremos aunque su-
27 mariamente los fondos del alma: la indignación por la ofensa que nos
han inflingido en cuanto minorías con frecuencia es incomparable
El triunfo de la demagogia de la identidad no es el despliegue de una con el placer de humillar a uno más débil, un placer que nos regala la
democracia de los individuos. Al contrario, esta radicalidad reivindi- arrogancia de la mayoría.
cativa irresponsable es una devastadora despolitización de la política, Si la primeralógica sigue el conformismo de lo políticamente correc-
justamente porque se realiza a partir de los escombros de los indivi- to, la segunda es la del conformismo tlut czurt de siempre, beato, retró-
duos. Hemos comprobado que cada minoría/identidad/pertenencia grado y reaccionario; moralmente no son nada equivalentes, que quede
anula al individuo mediante el conformismo del gruPo. El aquelarre claro (el primero tiene sus méritos). Unas determinadas circunstancias
hipócrita del obseqtrio a las minorías es el óbolo que la política de pro- coyunturales indicarán cuál puede ser la estrategia electoralmente más
fesión paga para ocultar el declive del poder com-Partido que es v¿ílida. Se alternarán por oscilación cíclica, o se mezclarán: sería erró-
-del neo analizar sólo la del momento, como si fuese una tendencia histó-
responsable- entre esas minorías efectivas, que no pueden dividirse
más, es decir, los individuos-en-sociedad. La "democracia" de las per- rica.
tenencias es la otra cara de la oligarquía partitocrática. Para concluir, diremos que en los regímenes que preceden la demó.
No tiene nada que ver, sin embargo, con ninguna suPuesta cracia (y la modernidad), la esfera pública es declaradamente privada,
-aun- patrimonial. El poderpertenece a algunos, como la tierra o el oro. Las
que imposible de encontrar- democracia de los individuos, pues ya
han sido borrados dos veces de la escena pública. Una primera, Por- libertades son un regalo de quien posee las llaves; con las magistr4tu-

?o
78
ras puede comerciarse. Así pues, desde el momento en que la esfera
! LOS MOVIMIENTOS COMO ESPERANZA
pública corre el riesgo de deslizarse nuevamente hacia lo privado, la
democracia está en peligro de caer incluso en un nuevo medioevo.
t

{- 28

El eclipse partitocrático de la democracia está continualnente en ries-


go d. ,.rfri, un d.r"rtr.. Como ya sabemos ,la del demos lleva
-kratiasobre sí misma: si
In 1", .ntrrñas pulsiones hacia el harakiri. Se sostiene
de opor-
decide 1.y., .ontr" el individuoidisidente y contra la igualdad
tunidades de cada uno respect o aJ, bios, a la casa, la cultura, Ia informa-
ción, al acceso electoral, mina los "fundamentos" del principio de ma-
yoría (de las concretas, irrepetibles exisrencias que la constituyen), es

decir, el autos del n0m0s que la constiruye'


Este eclipse de la dernocracia (provocada por la hemorragia de la
participacün/ciudadanía, colapsada por haberse delegado a la ficción)
f.r-.n," en un círculo vicioso: parritocracia y populismo autoritario
se alimentan recíprocamenre (de formas inéditas, entre el show
y Ia
videocracia), en un precipicio helicoidal que propicia la catástrofe.
(o videoparti-
Funciona asl: bajo el dominio de los partidos-máquina
de la
dos-empresa), la política es absorbida por el horizonte privado
sociedaád. m.rc"do, como un secror homologado al resto de sectores
mercadotécnicos, distinguible sólo funcionalmente
(en un mercado
incurablemenre convertido en espectáculo y mentira). El ciudadano
se

en lo
exringue en lo privado; al estar privado de la soberanía, se refugia
priu"áo del éxlto (incluidos los afectos, medidos con el mismo criterio
i.pr.rupu.sto: éxito o fracaso de un matrimonio, vencedores o perde-
dores en la entrega en custodia de un hijo)'

8l
80
Pero cuando el desafecto con respecto a la política (realmente ex$ten- ¿Cómo exorcizar la tentación del absentismo? ¿Cómo detener la de-
te) no cristaliza en indignación, y ésta no florece en acción autónoma riva suicida de la apatía? ¿Cómo inmunizar contra la indiferencia? ¿Con
(para obtener otra políúca), resignándose al simple resultado del aconte- qué anticuerpos? ¿Cómo acercar, en definitiva, la política al ciudadano?
cimiento electoral (o al voto "útil", circunstancia que en la papeleta no De la única forma posible: restituyendo ai ciudadano soberanía y poder,
aparece), el espacio público se disgrega en tierra bald.ía desokd.a: donde es decir, garantizándole [a decisión sobre la cosa pública. De la demo-
sólo florece exuberante la espiral viciosa de la apatía. Un caido de cultivo cracia formal hemos pasado a la democracia falsa (aunque en aparien-
ideal para cada aventura extra-democrática, predadora de libertad. cia los mecanismos y las instituciones siguen siendo las mismos). Ahora
De hecho es así, la retirada de los electores agnava el monopolio de se trata de pasar de la democracia falsa a la democracia formal, es decir,
los políticos de profesión (en lugar de ponerlos en guardia sobre el de reinventar los mecanismos de la delegación secuestrados por la par-
desapego que les asedia). Se creen más que nunca "legitimados": en las titocracia, pisoteados por la política espectáculo, frustrados por los po-
urnas no ha habido ninguna disensión que pusiese en tela de juicio su pulismos, institucionalizando mecanismos que desbaraten en la impro-
división del pastel del poder. Un diabólico perseuerare se convertirá en babilidad aleatoria nuevos alejamientos de la libertad.
el indefecdble norte de su brújula. El desapego, creciendo en hostili- Parecerían sueños con los oios abiertos, casdllos en el aire de visionarios
dad, marcará un paso más en la clausura de los ciudadanos en la esfe- de una democracia imposible de encontrar: sideral. De hecho, la socie-
ra privada y en la apatía política. Una espiral que tapa cualquier señal dad de las identidades "de geometría variable" parece relegar entre las
de crisis, que oculta la cuchilla del descontento mientras se convierte "condicionales irreales" el surgimiento de movimientos de vocación uni-
en un abismo. De esta forma, Francia despierta conmocionada el día versalista que se sustraen alalógica minoritario-totalizadora de los rea-
en que Le Pen supera a Jospin (y la suma de los votos trotskistas y de la grupamientos identitarios (indigentes de calibre democrático, como ya
izquierda herética suplanta al premier saliente); aunque todo ya estaba sabemos). Thnta "evidencid' ratificaría el prejuicio que hipoteca favor
escrito y no con jeroglíficos: tan solo era suficiente querer leer. fuimis-
-a
del monopolio de los partidos-máquina- cualquier controversia sobre la
mo, Holanda consigue librarse de un estupor análogo sólo gracias a un crisis de la democracia;la crítica (mucho más si es práctica) de las demo-
golpe más trágico, el de un homicidio. Es inútil darle vueltas. cracias realmente existentes llevaría sólo a resultados banales. El malestar
Thas la aparente estabilidad (de la autosatisfecha altivez partitocráti- que estigmatizala política partitocrática regaJaría puntos a los enemigos
ca., y a la vez servicial coro de la apología difundida por los medios de de la democracia. Por consiguiente, es mejor tragarse la menestra parti-
comunicación o por la politología), allí donde se der¡umba la participa- tocrática.
ción civil se abre la vorágine de un ágora convertida en escombros,
donde puede instalarse cualquier despotismo (o abuso procedente
de la pequeña pantalla). Es el mundo de Orwell, en definitiva, aun- 29
que en versión light. Por lo demás, han sucedido cosas peores (en
Italia, en Alemania, en España, en Portugal, en Grecia, por no ha- Quizás no sea importante, pero el sábado 15 de febrero de 2003,
blar de América Latina) sobre las ruinas del espíritu cívico, lobotomi- cien millones de individuos, en veinticuatro horas, de una Punta a
zado por la sustracción del espacio público, en un limítrofe ayer. otra del planeta azul, sin estructuras de partidos a las espaldas, y más

82 83
bien en contra de la coalición de los establishment y de la potencia de La manifestación del 14 de septiemb re de 2002 en la plaza de San
mentira de la cortina de fuego de los medios de comunicación de ma- Giovanni en Roma, aunque fue menor que la sindical y que la última
sas, salen apasionadamente a la calle manifestándose contra la guerra contra la guerra de Bush (¡algo más de un millón de personas!) es to-
de Bush (el pequeño), en la concentración más grande jamás realiza- davía más significadva como indicio de los relevantes anticuerpos ya
da en la historia. El.único otro "imperio" que se enfrenta al yanqui, en circulación en la sociedad civil como correctivo del déficit de de-
tal como se vio obligado a admitir el New Yorb Times. mocracia que la partitocracia potencia de forma irresponsable. Y en
En el ámbito nacional, no será un episodio aislado. En Italia esta ocasión no se puede minimizar imputando los grandes números
-rin-
cón periferico, pero antaño laboratorio de desastres-, €n el curso de a la irresistible flauta demagógica de la. paz (como si la grey humana
pocos meses se suceden cuatro acontecimientos que reúnen en la calle no conociese mejor y más ftecuentemente las olas irracionales de la
a un millón de personas. En un caso, se trata del sindicato, se mini- arrogancia patriótico-guerrera).
mizará. Postfactum se minimiza siempre, en la vertiente "bienpensan- Una gigantesca movilización tiene lugar sobre temas abstractos, ca-
te". Pero parecía algo impensable, en la vigilia, una marea de tres rentes de cualquier atractivo social (o identitario, menos que nunca)
millones, donde las reivindicaciones de los trabajadores asalariados se y, según la opinión común, caracterizados por una evidente grisura
funden con la indignación de las clases medias reflexivas y con la emotiva: la ley igual para todos, para empezar. Un tema anterior al
revuelta de los jóvenes antiglobalización, en el crisol de una estrategia siglo XIX, la balance mencionada en 1748 por Charles-Louis de Se-
de los derechos más que nunca universalista, contra la sobredosis de condat (barón de Montesquieu), en lugar de la guerrilla igualitaria del
vejaciones y prepotencias de un gobierno que custodia el régimen. "Che". En segundo luga¡ la libertad y pluralidad de la información:
A las pocas semanas, se manifiesta contra la guerra un millón de per- algo imprescindible (para cualquier democracia moderada) según las
sonas la primera vez, tres millones la segunda: pero la paz, ya se sabe, palabras pronunciadas en 1835 de Charles-Alexis-Henri Clérel de
es una Circe cautivadora de cada exceso demagógico, dice minimi- Tocqueville (al estudiarlos Estados Unidos de América), en absoluto
zando el reacciona¡io estadounidense. A salvo de la retórica de los sier- un anárquico ante literam.
vos del poder, ahf están las cifras astronómicas, que deberían ser un El "sujeto" de esa impresionante autoconvocatoria no es el rabaja-
argumento (¡obsesivo!) para una sociología digna de dicho nombre, dor asalariado que, al combatir el capital, condena, junto con su pro-
mientras que, en la práctica, sólo impulsan a los presentadores fácil- pia clase, a toda la sociedad al infierno del comunismo, ni siquiera el
mente corruptibles y a las bien pagadas plumas oficiales al exorcismo dogmático furor las multinacionales- de una generación
-hacia
mimada por la opulencia, addict al consumismo contra elque se grita.
servil: alzar inveroslmilmente el umbral de la concentración significa-
tiva: como si catalizar en la calle, sin medios, aunque sólo sea a algu- (Como los estereotipos del pensamiento único.) Sino el bueno, viejo
nas decenas de miles de personas fuese una menudencia (pero cuan- y burguesísimo citoyen, que reivindica la aplicación sin excepciones
do Berlusconi movilizó enla plaza del Popolo a 40.000 personas, con del principio todavía más burgués de legalidad. En definitiva, un
banderas americanas, siguiendo la onda del duelo por el 11 de sep- triunfo de la clase media, venerado fetiche de todos los conservadores
tiembre, fueron horas y horas de acrltica transmisión televisiva de com- y mimadísimo enfant gári de los reformistas sin reformas.
placidos discursos laudatorios). No ha habido ninguna reivindicación corporativa, ninguna identidad

84 85
separada, sino la voluntacl de expresar (¡representar!) cada una de las rial alimentadas exclusivamente por el fuego de la pasión civil (ésta sí
motivaciones "privadas" (personales o de grupo) con la forma más es retórica. Pero puntualmente descriptiva). Qué dlrda cabe que un
general del interés público. El ser-ciudadano como única e irrenun- sociólogo la convertiría en su mina analítica obsesiva, en lugar del ca-
ciable identidad propia: un mentís en el acto (un mentís en la calle: se+tudy.
más de un millón) de todos las previsiones sobre el carácter inevita- fuí pues, los actuales y futuros movimientos críticos de la democra-
blemente egoísta e irresponsable de los movimientos en nuestra época cia realmente existente (radicalmente críticos: eventualmente de ma-
individualista y dominada por los medios de comunicación de masa sa) no tienen en su destino los cromosomas del particularismo* (tra'
(un oxímoron, en definitiva, pero así son las cosas). dicional o de identidad), ni de la antipolítica de corte populista, más
bien al contrario. Serán movimientos ambiualente¡ literalmente: a ve-
ces incluso en el mismo individuo. Como es obvio, pueden descon-
30 trolarse en la indiferencia reaccionaria ("Thnto monta, monta tanto'
Isabel como Fernando", "de cualquier forma, son todos iguales"; el
Así pues, estamos ante un clamoroso e impensable éxito de masa "más igual" de todos, en definitiva, se llevará todo el botín). Sin em-
justamente para reivindicar el primado de la política, ese blasón pre- bargo, en la actualidad, podría pronosticarse lo contrario, como resul-
dilecto (por las palabras y no por los hechos) también del político de tado más probable de los astrágalos. Hoy en día esa crítica parece estar
oficio. Aquí se trata de la política considerada en el marco de la cohe- virando decididamente hacia la petición de una mayor participación,
rencia de los principios, de los que se alardea en todas las constitu- de una mayor responsabilidad, de una mayor democracia: más políti-
ciones, pero que son más o menos insultados por los políticos de apa- ca, en definitiva, y menos partitocracia. Se trata en todo caso de la
rato y de tubo catódico, que los rebajan con su arrogancia diaria. El ecuación partitocrática entre ambos términos (política = monoPolio
primado de la política (la seriedad, la coherencia) contra los políticos de los partidos) que crea el qui pro qul, conveniente para eI establish-
de la asociación monopolista. ment, ampliado por el conformismo del tubo catódico, Puesto en du-
Una manifestación que nadie ha organizado, la del i4 de septiem- da debido al regreso del ciudadano.
bre, fue convocada en pleno verano por Nanni Moretti y "organiza- El anquilosamiento de la democracia bajo el zodíaco de los partidos-
da' por cuatro o cinco personas (incluido el propio Nanni). Si real- máquina (y los correspondientes propietarios de los carnés, o de la
mente hubiesen sido ellos los encargados de arrastrar a las calles a más televisión) no es, por lo tanto, la diana final de la democracia repre-
de un millón cle ciudadanos, estatíamos ante el milagro canónico sentativa. La nostalgia de soberanía (solemnemente Prometida, rara-
(¡dejémoslo para el padre Pío!). Como máximo, han actuado como mente próxima y puntualmente robada) busca nuevas vías para expre-
catalizadol entendido éste en su estricto sentido químico de precipi- sarse, experimenta nuevos laberintos para manifestarse (literalmente):
tado que cristaliza, cuando ya estaba saturado el líquido. Sin ningún nuevos alambiques para transformar la exigencia en acción. No tiene
tipo de retórica, ese millón (o más) se auto-organiza y muestra dotes
excepcionales (difundidas hasta en la más pequeña ciudad, en la pro- * Tiaducción literal del rérmino ialiano qualunquismo: "postura de crítica genér'ica y simplis-

vincia más "profunda') de habilidades directivas y sabiduría empresa- ta o de indiferencia hacia la política de los panidos, de los problemas sociales, erc. (N. d¿ T)

86 87
porque fracasar en el intento de proyectar dársenas o acercamientos jones, pero también elZingarelli y el recientísimo De Mauro se han
institucionales, en donde hacer fructificar y emaizar en la Constitu- sometido) de este irrenunciable espejisrno (llamémoslo, sin embargo,
ción las letras de cambio acumuladas con las luchas. idea regulativa, y no desistamos de ello) pueden abrir brechas en la
Como es obvio, no se trata de indicar a la espontaneidad de la actua- omnipotencia de los partidos (y de la videocracia, dos pájaros de un
ción civil cómo debe multiplicar los movimientos, cómo planificar su tiro).
explosión, su desarrollo, su estructuración; no se trata de prescribir Se trata de medidas, a menudo, perfecramenre conocidas, emplea-
cómo organizarlos y dirigirlos: "por la contradicción que no lo per- das hasta aquí de forma rapsódica, que acaban rehogadas dentro de la
mite". En fin, su evolución será la de los ríos cársticos, que alternan lógica del monopolio, ¡ sin embargo, son el esquema de exigencias
su irrupción impetuosa con el repliegue subterráneo en miles de ria- primitivas, coherentes con los- valores elogiados en las Constituciones.
chuelos y en una tranquila convergencia lacustre ¡ después, de nuevo, En ltalia, cada lista, por minoritaria que sea, riene derecho, por ejem-
la desbordante visibilidad de cascadas y rápidos, del irresistible triun- plo, al mismo espacio de carteles, por lo menos en teoría. En Francia,
fo entre las orillas. De cualquier forma, suenan patéticas no cada candidato a las presidenciales riene derecho al mismo espacio de
-aunque
desinteresadas- las tecurrentes amonestaciones preparadas tediosa- tiempo televisivo. Sin embargo, en las fran.ias de máxima audiencia,
mente en forma de pregunta (con vocación intimidatoria) por los los presentadores eligen a su antojo (sin contar con los electores) los
periodistas obedientes y otros prelados del pensamiento único, en el protagonistas del cara a caÍa (si los contendientes lo desean: Berlusco-
caso de que, durante algunas semanas, faltan eslóganes en las calles: ni, que'por cobardía" no se humilla, logra todos los monólogos que
¿están en crisis los movimientos? ¿Están acabados? quiere con periodistas serviles). Para disculparse se alega que se abri-
rían las cataratas de los candidatos "perturbadores", y en esta afirma-
ción se esconde algo de verdad (aunque el léxico traicione vocaciones
3r serviles). De esta forma, no obsrante, se blinda el monopolio. Bastaría
con preparar filtros algo más severos y en sucesión (para tener dere-
El túnel por el que hoy en día está obligada a caminar la democra- cho a la visibilidad local, regional, nacional), qu. no condenasen, sin
cia representativa no es un callejón sin salida, por lo menos, no de embargo, a priori listas menores y recientes a la segregación de ser
forma fatalista. En los meandros del organismo social circulan sufi- meros "testimonios": una vez superado el umbral, que criba el "fol-
cientes energías para poder salir del túnel: hacia el horizonte de una klore", las oportunidades deberían ser realmente iguales para todos,
representación abierta. Seguimos los ¡aíles de las intervenciones posi- con extrema precisión y perenroriedad.
bles. Empezando por la necesidad de una competición leal entre los Las primarias pueden converrirse en insrrumenro para domesticar
' partidos, es posible debilitar el monopolio de estos últimos. Con ante- desde el principio cada conrestación del establishment, eniaulándola
rioridad, hemos verificado que la financiación de los contendientes anticipadamente en resultados de cooptación; sin embargo, también
debe ser igual, esto es, pública y sólo "en especias", es decir, en recur- pueden activar lo contrario . In cauda, es deci¡ en los detalles que se
sos comunicativos. Las modalidades de implementación (por ejemplo, descuidan por considerarlos naderías técnicas, se resolverá si se trata
los beatos de laAméricaüber nllesy los "reformistas" pseudo-anglosa- de aenenum o de fármaco.

88 89
Añadamos rodas las nofmas que hostigan el cursus político como demostrar la extensa gama que la tecnología institucional pone a dis
carrera de vida (y lo impulsan en el temido círculo virtuoso, pronun- posición de quienes realmenre tienen la intención de acercar el ciel,
ciado en todos los comicios: la elección por "espíritu de servicio"): de los valores del a,tos nomos a la cotidianidad de este valle de lágri
reducción de los mandatos Parlamentarios a dos, oportuno lapso de mas, manteniendo siempre abierto, y animándolo con todos los me
tiempo enrre cargos de rango diferente (alcalde, diputado, ministro: dios, el taller de la imaginación democrática.
sincronicamente incompatibles), un analítico catálogo de conflictos De cualquier forma, siempre se vuelve a la televisión (y a la radio)
de intereses para prohibir la suma de poderes (políticos, relativos a los todos los caminos de la democracia llevan ya al Dios catódico de I
medios de comunicación de masa, judiciales, económico-financie- omnívora pequeña pantalla. cabe pensar, enronces, en los tesoros d
ros...), y, paraque los programas valgan algo más que el papel en que pluralismo que se alcanzarían mediante la re-asignación periódica d
esrán escritos, la conversión automática en ley de los puntos Pregona- las f¡ecuencias, con nuevos accesos por rotación (e, inevitablemente
dos como algo irrenunciable: una docena. con sus correspondientes salidas), siguiendo la voluntad popular; d
En definitiva, como si se tratase de referéndums prepositivos. Aña- esta forma, por supuesto, se confirmarían las cadenas más apreciadas
damos la posibilidad de cualquier otro referéndum prepositivo, siempre pero también se garantizaría alos nuevos grupos editoriales, apoyado
que no se oponga a la constitución, es decir, el referéndum considerado por el sufragio de minorías significativas, la prueba del fuego de l,
.orno ,rn arma pacífica en manos de los ciudadanos para alterar las deci- audiencia y del "mercado" (con menos comillas, pues estaría abierto ,

siones de los paftidos, excluyendo, Por tanto, a partidos y parlamenta- una competencia que, hoy en día, se niega).
¿Se trata tal vez de fanta
rios de los comités promotores y de las campañas televisivas. Ya se sabe sías de visionarios? Si la realidad consiste en el decrero de satrapía qu,
que el referéndum es un instrumento delicado en peligro constante de marca los límites de lo posible (con todos sus inrereses: uested, com<
J.se-bop", en plebiscitos emorivos. Sólo depende de la reglamentación se dice en la lengua del imperio, conrra los desnudo.i del cir-rdadan<
del arma final, es decir, mediática: el referéndum entendido como ente- abstracto), entonces claramente sí. En cambio, nihil obstat por lo qu,
Iequia dialógico-argLlmentativa se convierte en kairós de una verdadera se refiere a las dificultades técnicas: la fuga utópica se presenra com(
democracia. un sinsentido; el éxito sólo depende de la coherencia democrática, dr
Algún metafísico de la política (o legislador de aparato) podría re- la voluntad política y de las relaciones de fuerza en la sociedad.
proÁ"rno, q.r., .on esta ostentación de propuestas concretas, nos he-
mos rebajado al nivel de la "lista de la compra", y nos aconsejaría benig-
namente recurrir a tonos más "elevados". Estas vestales de la entropía 32
democrática nunca están satisfechas porque el anáIisis es demasiado abs-
rracto (¡ obviamente, utópico) o bien pofque se adentra excesivamente Depende también, en consecuencia, del peso de los movimienror
en lo cotidiano. El análisis preferido (o "esfuerzo conceptual"), realmen- civiles que consigan enrrar en la escena pública.
¿Cómo es posible sus.
,,científico"
te y sumamente "realista", por supuesto, debería dejar las citarlos, organizarlos y darles continuidad? Simplemenre, evitandc
cosas tal como están. Ha de quedar claro, por tanto' que tan sólo he- obstaculizar su exisrencia, es decir, facilitando desde un punro de vist¿
mos planteado algunos ejemplos y además de forma fragmentariapara normativo la espontaneidad civil que promueve su nacimienro y flui.

90 9l
dez, su multiplicación y metamorfosis, gue, en la actualidad, tro-
I cos, también podría surgir algo más: las representaciones parlamenta
pieza con b"ri.r"s materiales y trabas burocráticas' que deben elimi- rias deberían escuchar realmente a los movimienros, de lo contrario s
narse "institucionalizando", hasta dónde sea posible, la novedad y la verían asediadas en su propio rerreno de elección (el electoral).
movilidad del compromiso político fuera del ámbito de los Partidos. Debe quedar claro que no queremos idealizar nada, ya que nad,
para poner un ejemplo, habrla que financi ar la política (y debe repe- garanúzalos movimienros conrra desvíos degenerativos. De cualquie
tirse hasta la saciedad, rigurosamente "en especies", es decir, en recur- forma, las medidas que pueden imaginarse para revitalizar la convi
sos comunicativos) y no los grupos Parlamentarios. Es decit, cada
ac- vencia democrática deberán servir rambién como antldoto contra l¡
ción política, de partido y de sociedad civil, de profesionales y de eventualidad de que algunos movimientos, esclerorizándose, empie
aprerrdices; más concretamente, habrla que plantear tarifas postales y cen a ocupar de forma mo'hopolista la escena al hacerse funcionale
¡
(teatros, ci-
telefonicas tendentes a cero, accesos a lugares de reunión para el establishment por el con-formismo, en luga
-neo-cooptados
nes, salas de congresos, sobre todo si son de propiedad estatal o muni- de ser frecuenradores habituales de la disensión-, contribuyan a asfi
cipal) pagando Jnicamente los gasros reales, lotes gratuitos de papel, xiar en la cuna el inicio de nuevas conresraciones.
fr...r..r.iár de radio disponibles (y espacios de TV autogestionados) ¿Qué convierre en problemático el ralante democrático de un movi
para cubrir "acontecimientos", facilidades fiscales (e incluso ayudas) miento? Que para nacer necesite un catalizador exrerno (una injusti.
p"r" .l aiquiler de instalaciones al aire libre (palcos, andamiaje, equi- cia "excesivamente" patente, una arrogancia de poder "exageradamen.
po d. ,orrido, pantallas y megapantallas) ¡ obviamente, el uso de las te" indecente) contra quien re-acciona¡ una injusticia arroganci;
¡
plazas, sin pretextos limitadores. extrao¡dinarias (a las otras ya esramos torpemenre inmunizados) que
planteemos, sin embargo, una objeción (no desinteresada): todos desencadenen emociones, que agiten el vídeo (con toda probabilidaci
estos beneficios, más que para fines de incremento democrático, se en secuencia inversa, por desgracia), que transformen la indignación
prestan a ser utilizados con fines comerciales, o incluso exhibicionis- molecular en urgencia de masa, que necesite, muy a menudo, lídere¡
i"r, d. sectarismos autorreferenciales, sin ningún eco en la sociedad carismáticos, los cuales inevitablemente hipotecarán este mismo mo-
civil. Tlanquilos, es fácil evitarlo: un teatro no se concederá por segun- vimiento rgue, con frecuen cia, ya son famosos en el universo del
davezsi la primera no se ha llenado en sus tres cuaftas paftes' o bien espectáculo (ha sucedido con Emanuelle Béart por la defensa de los
(si la obje- sin papeles, por no hablar deJoan Baezy Bob Dylan, y muchos orros,
deberá pagarse. Y aún podrlan encontrafse más escamoteos
ción se plantea de buena fe). en los movimientos americanos contra las guerras, mucho anres qu€
si una primavera de movimientos, más o menos pefmanente, con- con Nanni Moretti por los girotondi. Y seguirá ocurriendo). y no hay
dicionase a los partidos a adecuarse por lo que se refiere a sus progra- que olvidar que también las figuras carismáticas nacidas en el rerreno,
"desde abajo", tienen que doblegarse a la videofagia
mas y, ,obr. toJo, a poner en duda la perpetuación por cooptación de y a la videolarría,
grupos dirigentes inexpugnables, serviría ampliamente Para sacudir la de tanto en ranro. otro factor decisivo es la necesidad de apostar por
clima de la de- los gestos simbólicos más que por los programas o po.. 1", reformas
[h.i".ion qu. d.sd. hace demasiado tiempo deprime el
Lo.r".i" liberal. Pero si todos los instrumentos hipotéticos (e hipoti- concretas ¡ además, que los medios de comunicación sean los que de-
zables) los pensamos como sistema, con sus relativos efectos sinérgi- ciden los líderes, encariñándose (por perezarutinaria, en general) con

92 93
EL PzuMADO DE LA LEGALIDAD
los personajes coronados por primera vez por ellos (ocurrió incluso en
el mayo rojo de París, con Dany Cohn-Bendit).
Son riesgos verdaderos. Y, sin embargo, si un líder es únicamente
virtual, si es fruto de un "montaje en vídeo", pierde el control con la
primera equivocación, cuando ya no logra sintonizar más con el
movimiento, cuando no logra representarlo.
:

!
5

el compromiso del espectáculo a la


l

¿Hay que conrraponer enronces i

poti ii^ iel espect,ículo? ¿Hablamos del triunfo definitivo del show i
j
sobr. la vida? tmbién podría suceder lo contrario: la metamorfosis 33
{
1

asrénica de la política en esPectáculo crea los presupuestos de su Pro-


El carácter circular de la democracia (por tanro, con riesgo de apo-
pia némesis; si a vídeo mara, a vídeo puede morir (más sobriamente:
rla) se anuncia de la misma forma en que se ejerce la soberanía: la
,i .on el vídeo "se corta y se duerme", del mundo del espectáculo pue-
forma de la ley. Nadie de hecho puede decidir la ley en lugar del
de llegar la sacudida de un insospechado despertar)'
demos' se trata pues de una primacía de la política, pero, puesro que
Las contradicciones examinadas tal sólo incitan a radicalizar todo lo
son los magistrados quienes aplican la ley, también con reqpecro a los
perfilado anteriormente: leyes y constituciones deben ocuParse de
pollticos (de lo conrrario no sería "igual para rodos") la primacía es de
rodo aquello que pueda facilitar el florecimiento de nuevos movi-
la legalidad.
mientoi, al principio inevitablemente minoritarios, y de una visibili-
consiguientemenre, en la actualidad merodea un especrro por las
dad lo más pluraf posible, de donde obtener nueva linfa de libertad
democracias liberales: el extrapoder de los jueces. se temen intrusio-
para las instituciones. Por lo demás, ya lo sabíamos, más allá de cual-
nes indebidas de la corporación de los magistrados en el territorio
quier duda razonable: los vectores de la demo cracia son un círculo del
político de la soberanía, hasra llegar a su confiscación, en detrimento
q,.r. .o se sale. Aunque salir ni siquiera es necesario, tan sólo hay que
del Prlncipe moderno, es decir, de la volunrad / consenso de los ciu-
convertirlo en un círculo virtuoso.
dadanos, aunque más prosaicamenre sería correcto decir de la mayo-
¿Es posible?
ría de sus "diputados".
En la gran tradición liberal, la inquietud era de signo opuesro: los
padres fundadores de la democracia ame¡icana se pregunraban cómo
garantizar la auronomía de los magistrados respecro del poder políti-
co, siempre al borde del abismo de la tiranía de la mayoría. y
se lo pre-
guntaba también, más que nunca, la Revolución por excelencia, en
París, tras el delirio de sangre del Terror con que devoró a sus propios
padres e hijos. En cambio, hoy en día,lainquietud de moda.n lo, ,r-
tablisbment es la que acabamos de recordar. seamos conscientes de

95
94
ello. Aunque no haya ningún laberinto de antinomias del que huir, el cambiantes mayorías), y por tanto aurónomo, que ejerce su control de
dédalo es una simetría y rransparencia cristalinas, ran sólo hay que legalidad incluso sobre las acciones de los políticos (ya sean activida-
quererlo descifrar sin intereses derivados de prejuicios: (uested).Inten- des legislativas, ejecutivas o personales, siempre que sean penalmenre
temos pues desenredar la apariencia. relevantes o consrirucionalmente dudosas), es más que nunca el guar-
La voluntad (representada) de los ciudadanos es la única soberana, dián imprescindible del principio de soberanía (y de mayoría). Se
propietaria de la norma. Sobre esro no es posible transigir: "¡no se trata además de un poder inconrrovertible en última instancia, de lo
,o."!" de ninguna manera. Sin embargo, esta voluntad estatuye leyes, contrario nunca habría una senrencia definitiva. Ciertamente este úl-
no pregones. una norma reducida a larva, por rácito acuerdo de la timo es un poder "monstruoso", pero imposible de esquivar; a menos
m^yoríá, no queda escrira en el agua (de la dispensada impunidad), que se detenga el tiempo,,alguien deberá pronunciar la sentencia. Si
sino impresa en el plomo de la prepotencia; todas las normas o simu- no lo hace el magistrado, acabará en manos del político, y adiós a la
lacros (á señuelos para súbditos) quedan reducidas a una sola: el om- imparcialidad.
nipoder arbitrario de quien posee los medios definitivos últimos para En resumen, si una magistratura realmente autónoma produce cons-
hacerlas o no respetar, es decir, el ejecutivo, con sus policías y carcele- ternación, la alternativa a este poder de control es la incertidumbre clel
ros (o verdugos). Esta "legalidad" ya ha conocido st hybris constitu- derecho, la arrogancia hic et nunc de los diputados de la mayoría y de
cional en las ignominias de la historia: se llamaba Fürerprinzip. su ejecutivo, que ya podría definirse como gabinete de impunidad per-
Así pues, el hecho de que la ley deba ser respetada de forma impar- sonal, para ellos mismos y para sus amigos. Con ello desaparecería la
cial, el hecho de que deba ser protegida de la tentación de la mayoría ubicación de cada uno en un horizonte de derechos y de deberes: se
,,aplicarla pasarla del "ser echado" existencial al ser echado a la deriua, de forma
de con los enemigos e "interpretarla" para los amigos" es
inherente a la forma misma de la ley. Frente a la violación de la ley (de liter4l y a diario. La identidad misma de ciudadano, que forma un
la voluntad de la mayoría) debe activarse automáticamente través único concepto con el conjunto de los derechos y de los deberes, de
-a las normas que deben resperarse, ya no podría descifrarse. Nada que
del poder aurónomo- la voluntad de la sanción (prevista por la ley):
,erga ümnes, mayorías y minorías, poderosos o no poderosos (es una ver con la ciudadanía construida sobre la piedra de la identidad irre-
en democracia que existan, peto dejémoslo correr). Si petible: cada uno sería como una caña expuesra al viento (al arbitrio
el enforcement no funciona, al menos evitemos que Sea pof una mala
"contradicción inconstante de la mayoría).
voluntad de actos o de omisiones del gobierno. Se impone el corola- Si una norma no le gusta a la mayoría, puede ser cambiada por esa
rio: la autonomía rigurosa y constitucionalmente garantizada del misma mayoría (en el respero de la Constitución): es un ejercicio de
poder (,,poder neurro") que debe aplicar la le¡ y de los hombres que la soberanía. En cambio, una política basada en la impunidad, que
visten ese poder. promulga leyes-edictos garanrizando, al mismo riempo, la posibilidad
El primado de la legalidad es pues el alma secfeta e irrenunciable del de eludirlas, funciona como un prensado envilecido (antaño se hacía
prirn.ado de la política, su verdad que debe confesar (justamente en el con los pies) del pacto político por sí mismo, ya que destruye la forma
ientido de confessio fde): proclamar en voz aha, como fundamento de la le¡ es deci¡ el vecror mismo de la soberanía y del principio de
firme. Repitámoslo y confesémoslo: el poder neurro (respecto a las mayorfa.
lr
,ri

iii
96 97
oposición pública que a personas elegidas, es decir, deudoras inevira
El hecho de imponer a los "diputados" y a los gobernantes el víncu-
blemente con respecto a una mayoría, o incluso a personas nombra
lo de la obediencia a la le¡ confianclo su aplicación a los magistrados,
das por el ejecutivo en cargo. Como caso conrrario, obviamente, ha'
no significa, pues, restar poder a la política, y menos aún a los ciuda-
que citar el sistema estadounidense, donde, sin embargo, el nombra
danos, sino todo lo contrario, significa obstaculizar cualquier tenta-
miento de por vida (aunque realizado por el poder político) era e
ción de que los políticos, una vez habiendo arrebatado el poder a los
correctivo auspiciado por Jefferson (y no sólo) para que la deuda ori
ciudadanos, quisiesen eludir también la ley (de ellos promulgada)
ginaria (el uicio originario) no intoxicase el sistema. Un papel decisi
ascendiendo a los cielos a legibw sohttiy regalando estos mismos mila-
vo lo desempeñaba la ética calvinista, ampliamente difundida, así co
gros a la multitud de clientes (a cambio de consenso, por exceso de
mo los infinitos contrape$os y la vocación de la prensa, que parecí;
perversidad: la "política" de las condonaciones, al mismo tiempo
incoercible. El hecho de qub, hoy en día, peligre la lógica de la selec
negación y cáncer de la demo cracia, harakiri de la voluntad popular).
ción mediante la elección o el nombramiento político, lo demuestr,
Enronces, el hecho de que el político también esté sometido a la le¡
la piedra angular del sistema mismo, aquella Corte Suprema que h,
de que siempre haya un juez en Berlín (capaz de igualar a Federico
apoyado la ascensión, tan rebatida por su ilegalidad, de un president,
con el molinero), no significa el eclipse de la voluntad política (la sobe-
que salió derrotado en las urnas.
ranía) con respecto a la voluntad judicial, sino la fundación trascen-
El espectro de una democracia judicial se articula en multíplice
dental, la condición de posibilidad, en resumen el abc de mi poder en
temores: parece que la vertiente individualista-liberal de la conviven
calidad de ciudadano. Mis derechos, que están garantizados exclusiva-
cia política haya tomado un camino de prevaricación con respecro
menre por un magistrado dotado de poder autónomo (de administrar
;

[a vertiente demócrata-participativa. En otras palabras, parece que c


la ley), incluso contra eventuales crímenes de mi repfesentante políti-
ejercicio de la soberanía en calidad de miembros del cuerpo políticr
co, son el arsenal mínimo para que yo pueda practicar la política libre-
i haya dejado paso a las garantías de los derechos individuales. Asisti
menre, sin angustias o sin riesgos de heroísmos, para que pueda ser
ríamos pues al nacimiento de un nuevo sujeto, amparado ya no por I'
disidente y oponerme a la mayoría en calidad de sindicalista, perio-
autonomía del mismo voto, sino por la heteronomía de las sentencia
e incluso consumidor. Son las herramientas mínimas
\dista, opositor... del magistrado, en una metamorfosis dañina en que se pasa de un,
\del oficio de ciudaclano.
democracia de las urnas a una democracia de las sentencias. La fun
ción de la política de transformar la inercia de lo existente, se desco
loriría ante el enorme crecimiento de la función arbitral, que culmin'
34
con la neutralización jurídica del Estado. Como epítome: el fin de
primado de la política, la renuncia al ideal irrenunciable por su carác
En resumen, el magistrado, justamente en virtud de su poder autó-
ter fundacional: autos notnos.
nomo de administrador de la le¡ es el defensor cívico del poder del
Intentemos ahora examinar la radiografía de este enorm e qui pr,
ciudadano, dela soberanía popular y parlamentaria.
por lógica, pafa acefcarse a la condición de imparcialidad, es mejor quo desmintiéndolo. El elemento de la participación no se desvanece
sino que, por el contrario, el "cada uno" que todos somos, como titu
confiar este poder a unos funcionarios seleccionados mediante una

0t
98
lar de los derechos / deberes (sobre cuyo goce / aplicación decide en CIUDADANLA, ETHOS Y CONFORMISMO
última instancia un tercer juez) recupera una parte de lo que le ha sido
robado: el fragmento que le pertenece de la del demos, se-
-hratia
cuestrada por la asociación monopolista de los políticos profesionales
(y de por vida). El ciudadano recupera pues un lugar (incluso de pie)
en el espacio público, vallado y privatizado por los partidos.
Todo es fruto de la equivocación según la cual el consenso electoral
es el alfa y la omega de la legitimación democrática, de la equipara-
ción entre política y representación actual de los partidos (ahora .e 35
podríamos decir representación partitocrática); pero hemos visto que
justamente el principio de mayoría se remite a derechos que no puede ¿Qué nos garantizará la imparcialidad de los jueces? Quis custodit
decidir la mayoría: en el mundo (si es democrático) existen más dere- custod.es? Estamos bajo la amenaza de la regressio ad infnitum. Lc

chos de los que se imagina la filosofía liberal. Se trata pues de derechos políticos están sometidos al control de la legalidad, los magistrados :
que no pueden someterse a contratación, a negociación ¡ por lo de los medios de comunicación (además del mecanismo complejo d
tanto, no pueden ffansformarse a partir de la voluntad soberana (que varios grados de juicios, recursos, controles recíprocos), y los medic
saldrla de ello maltrecha ¡ finalmente, completamente destruida: de comunicación, al control del ethos público ¿Y éste último? No est
hemos ido considerándolo durante muchas páginas). sometido a nada ni a nadie. No hay más que hablar.
Pero, ¿se trata entonces de un ideal estático de democracia? En todo Se trata del círculo incurable, a causa de su inevitabilidad, de la fra
caso es estática la ciénaga compuesta por las democracias realmente gilidad democrática. Un ethos inuansigente y difundido plebiscitaria
existentes, donde cambian las mayorías, pero casi nunca o casi en mente que guarde los valores democráticos de la convivencia en el oxj
nada, las pollticas: la libertad posmoderna, bajo la cúpula (zodiacal) moron irrenunciable de la "comunidad de los disidenres", es el únic
de la partitocracia, oscila entre blanc bonnet y bonnet blanc. anticuerpo, o "fundamento", que puede elaborarse. Pero convertir es
En todo caso, el problema real es el valor democrático de las magis- ethos público en el primer interés particular de cada uno parece ser un

traturas viejas y nuevas (las authorities, por ejemplo), pero en el único meta imposible... abordable tal vez únicamenre por un pueblo de dic
sentido necesario, el de una sintonía firme con el proyecto democrá- ses, coment ar ía J ean-J acques.
tico de autonomía, del que constituyen una maqueta de posibilidades Y, sin embargo, la apuesta de la democracia no hace descuentos. L
y un borradot y no, evidentemente, en el sentido de una selección de única salida consiste en enraizar materialmente el ethos de [a ciudada
las magistraturas por mayoría electoral, una legitimación, en definiti- nía en la materialidad de la vida cotidiana.
va, partitocrática, que no puede ser la solución, puesto que es el cora- ¿Cuáles son las libertades que inreresan de verdad? Las que real
zón del problema, del eclipse de la soberanía. mente pueden ejercerse, vivirse como un poder propio. La libertad d
viqar, por ejemplo: cada vez más. Pero si no se lee o se escribe un pe
riódico, la libertad de prensa nunca se considerará propia (¡ poi endr

100 t0
irrenunciable). (En Italia, tan sólo un diez por ciento de la población Un mapa exhaustivo de los comportamientos (no sólo políticos) qLr,
Iee un periódico, incluyendo la prensa deportiva.) Sólo quien sale a la pueden arraigar el ethos democrático en la vivencia cotidiana es total
calle vive como algo su1'o el derecho a manifestarse. Si, existencial- mente imposible. Debe delinearse y actualizarse continuamente. Es I
mente, somos automovilistas antes que ciudadanos, identificaremos la primera tarea de la praxis democrática y del "pensar" que deberí
libertad con el tráfico, por muy caótico que éste sea, y firmaremos acompañarla. No obstante, sabemos muy bien en qr-ré consiste I
para prohibir las manifestaciones. La libertad de un teatro sin censu- negación de dicho ethos,la "enfermedad mortal" que persigue la de
ra será, naturalmente, para quien frecuenta el teatro. Y no nos olvide- mocracia: el conformismo, en todas sus formas, travestismos, meta
mos de la música rock (y de otras), si nos gusta un artista en concre- morfosis. Sólo cuando el conformismo es total se producen totalita
to. Ni de la televisión terrestre ni de la televisión por satélite: über rismos; cada conformismo es ya un anuncio de totalitarismo, un
alles. mala noticia, un totalitarismo en dosis homeopáticas (para nada cura
Detengámonos un instante. La libertad basada en el estar ahí (es tivas). La línea que va de la democracia al totalitarismo no tiene solu
decir, en la existencia) del espectador medio es la de consumir espec- ción de continuidad; los grados y los porcentajes de conformismo (c
táculos y series de televisión, por encima de todo y generalmente. Es viceversa, de ethos-para-el-disidente) miden la proximidad y la dis
la libertad para los programas con elevados índices de audiencia. De tancia de cualquier política con respecto a ambos extremos.
hecho, sólo a éstos se dirige la publicidad que decide. Una libertad
para las minorías se convertiría en una reivindicación cuyo peso (el
interés que tendrían los productores en escucharla) valdría únicamen- 36
te en un panorama televisivo totalmente de pago, donde incluso seg-
mentos minoritarios son rentables. Sin embargo, la mayoría preferirá Por tanto, el conformismo es el enemigo de la democracia. Y cad
la servidunrbre de los circenses diarios sin coste, que además se vende ley, cadaartículo de periódico o "noticia" de telediario, cada risa o ler
como libertad (de telefilme), con respecto al pluralismo efectivo y tejuela de un sábado por la noche catódico, cada comportamiento, e
oneroso que sólo tutela las minorías. A menos que se disponga de un definitiva, "por palabras, actos u omisiones"u (y mucho más cuando ,
combinado de cultura crítica difundida, praxis política clarividente, sujeto tiene poder y visibilidad), puede combatirlo, atajarlo o promc
ciudadanía activa, repetidas experiencias de pluralismo televisivo verlo. Ya que la estructura de la democracia es circular (política
auténtico, y eI interés creciente por el placer derivado de todo ello... legalidad medios de comunicación de masa
-
ethos), nuestl
Así pues, arraigar el ethos democrático significa cultivar, alenta¡ pro-
-> ->
vida cotidiana interviene sin descanso en cualquier punto, para refor
teger través de la acción de los poderes públicos- aquellos deseos zarla o desgastarla: (casi) todo es política, aunque nunca con la mism
-a
y consumos que permitan experimentar como algo propio las liberta- intensidad.
des y poderes indispensables para la polifonica (y también cacofonica) ful pues, los democráticos sin adjetivos (pues son democráticc
orquesta de la ciudadanía (donde cada uno es disidente con respecto
al otro). Por tanto, los deseos y los consumos no son en absoluto indi-
6. Estas son las formas del pecado (pero también de las "buenas acciones") según el cat
ferentes a la democracia: nutren o borran su "fundamento". cismo de Plo X.

t02 l(
coherentes) son únicamente los ciudadanos y los partidos comprome- la regla de la mayoría y el principio "un hombre, un voro". Es esen-
tidos diariamente en deshacer (y no sólo por la noche) el brocado per- cial confirmarlo ahora, a manera de conclusión de este modestísimo
suasivo del conformismo, la telaraña sin liberalismo enrreteiida cada viaje tormentoso por el territorio de la democracia, sobre todo porque
día por obediencias al establishmenr, connivencias partitocráticas y el partido de la heteronomía poder legitimado en orro lugar- ya
servidumbres voluntarias. La de Penélope es una resistencia cuyo final -del
no lucha frontalmente contra el de la auronomía (del poder de cada
no está abocado a la derrota. uno, en el finito "aquí y ahord' de cada existencia), con acritudes reac-
El individuo que debe construirse las políticas democráti- cionarias, con legitimismo, con fascismos; lo combate, en cambio, a ua-
-con
cas- es, por lo tanto, el de las libres opiniones, el del espíritu crítico, vés de líneas internas, desde dentro de la democraciay a través de pro-
el de la elección conscienre, y no el replicante del conformismo de cedimientos democráticos, -gultivando el conformismo.
mercado (también cultural: y obligado). Debe consrruirse el indivi- Hay un conflicto en nuestro interior, ya que la democracia se apoya
duo de las libertades políticas y de los derechos civiles (y de los debe- sobre la virtud republicana que reclama la aplicación del aforismo más
res cívicos) que hemos perseguido a lo largo de muchas páginas, y no desapercibido: amicus Plato, sed magis amica ueritas. ¿Las reglas del
el ser-propietario igualado gregariamenre por el ansia mimética (y juego o la victoria? Y además aquí las reglas del juego son increíble-
onanista) del consumismo de masa. El aristocrárico, en definitiva. Por mente ricas y exigentes, como hemos visto, cargadas con todas sus
tanto, la democracia es la aproximación incansable (asintótica) a la consecuencias lógico-sustantivas.
aristocracia de masa (otro oxímoron necesario), donde el coniunto de La salvaguarda de la soberanía, por tanto, es también un ejercicio
los ciudadanos es tratado como ese moderno Príncipe que efectiva- (delegado a las res pública) de autolimitación drástica de los propios
mente debe ser. El conjunto de los ciudadanos, el cada uno de carne impulsos egoístas, para impedir que el lado adquisitivo y predatorio
y hueso, y no su idea evanescente. de la soberanla,la voluntad de potencia y de beneficio de nuesrro
La demoiracia es la igualdad en la aristoc rucia (y la arisrocracia en la interés inmediato, destruya las estructuras de posibilidad (es decir, los
igualdad): un oxímoron mayor y aún más necesario. Se trara, pues, de límites) de la misma soberanía: su "fundamento" trascendental.
una aristocracia sin privilegio: la aristocracia de todos, la aristocracia La estratificacióny convergencia del privilegio en las maniobras del
de los iguales, que excluye el privilegio, la arisrocracia de todos los disi- "hacer establishmenf' amenaza la libertad y la soberanía. En esre sen-
dentes. El enemigo de este disidente es tu verdadero enemigo. La polí- tido es v:ílida la afirmación de que el poder corrompe, pero en un sen-
tica que siembra conformismo (y lo recolecra: de forma abundante) tido estructural: cada vez que los intereses de poder se suman en lugar
trabaja contra la democracia. Por tanto, es antidemo crática. O extra-de- de dividirse, éste corrompe la democracia, además de a los individuos.
mocrática, indiferente a la democracia, para ser algo optimistas.
Asl pues, existen criterios-gula inequlvocos (por ejemplo, valores)
para juzgar y elegir las pollticas democráticas (sustantivas), y las que 17
no lo son, a pesa¡ de cualquier consenso. Dichos criterios los hemos ha-
llado, sin embargo, a parrir de los dos núcleos procedimentales uná- No es la igualdad (a la que parece temer Tocqueville) la que amena-
nimemente aceptados por lo que se refiere aI concepto de democracia: za las libertades en la democracia o, meior dicho, es iustamente la

104 105
"igualdad", pero en el sentido exclusivo del conformismo (tal como No se trata de una hybris hipotética, sino de la que domina la fase
Tocqueville diagnosticó perfectamente: lo contrario, con lo que jue- que estamos atravesando. Los intereses privados, para jugar en la esce-

gan los "liberales" prét a Penser, es una mera equivocación termino- na pública, debían presentarse con las credenciales del interés general.
lógica), es decir, la masificación, esa pornografia de la igualdad, funcio- No sólo debían mostrar un travestismo hipócrita sino también un
nal al, sabat del privilegio. De hecho, el abrazo (de una boa constrictor) esfuerzo y un deber de mediación. En la actualidad ya no es así, pues

que en la actualidad puede ahogar la democracia nace de la alimenta- la representación se ha hundido en la ficción, el interés privado ya ni
ción recíproca (en una espiral de sinergia) del privilegio de los pode- siquiera tiene que fingir (y menos que nunca mediar consigo mismo
res y de la masificación de "ciudadanos" homólogos.
realmente): puede afirmarse eir cuanto tal, desnudo y crudo, carnívo-

Por supuesto, no podemos hablar vanamente de Estado ético. Aquí ro; puede elegir un Presidente en nombre de los beneficios de petro-
nos encontramos en las antípodas: no hay ninguna estadolatría o l.ror, ,ro del áiscurso l"udátorio tatcheriano a la jauja del libre mer-
cado (y los hipotéticos beneficios para todos).
veneración por el Poder mayúsculo (y otros "Mandibulones" autár-
quicos".t La democracia es un valor, no se encuentra en la naturaleza. La privatización de la esfera pública llevada a cabo por la partito-
Es un deber ser. Si es sustituida por valores opuestos ya es otra cosa: cracia es la que prepara y permite esta posterior privatización del

nomina stmt conseqtrcntia rerum. poder soberano: directamente en manos de los poderes privados; nq
Al contrario de todo lo que han dogmatizado algunos clásicos del hay que caer en las garras de las apariencias, sin embargo; partitocra-
cia y'poderes fuertes" son las dos caras del mismo dominio, del pro-
liberalismo, y en la actualidad es fepetido machaconamente por los
desechos de la apologética (cuyo nombre es Legión: el conformismo
pio ocaso de la democracia (es decir, de la representación).
De esto mana una serie de comportamientos: si el ciudadano, privadó
obliga), la propiedad no es la égida de las libertades sino una de sus
monopolio y a la desmesura del des- de sus libertadeS/poder, esto es, de su identidad de ciudadano, debe reftl-
amenazas, ya que esrá abocada al
giarse en lo privado y exhibirse públicamente a través de las identidades
bordamiento: en la competición electoral, en las salas de los tribuna-
vicarias del grupo identitario-corporativo (de su interés inmediato), ram-
les y en cualquier otra región de los poderes "divididos". El propieta-
bién el "representante", liberado ya del control de los ciudadanos, puede
rio, en definitiva, puede suprimir al individuo, ponerlo en peligro,
imitarlo y olvidar dignidad e incluso apariencia de depositario de la cosa
constantemente, socialmente y dentro de cada uno de los individuos.
pública, comportarse como "uno de nosotros" (en el peor de los senri-
do$ justamente ahora en que la distancia es máxima: todos privados,
7. Así se expresa Carlo Emilio Gadda en Qter pasticciaccio brutto d¿ aia Merulana. En Eros pero en las antípodas del poder. Es lo bueno del populismo. La proxi-
e Priapo,las áefiniciones de Mussolini se multiplicarán: "autoerotómano afectado Por una
midad de la no-representación ocurre mediante la complicidad con los
violencia hereditaria",'teratocéfalo raquitoide papanatas", "mortuorio fanfarrón", "Escipión
africano de tres al cuarto", "Napoleón idiota y culo gordo", "Bombín con flogosis verborrei- instintos y comportamientos más triviales ¡ literalmente, in-civiles (a
.Gran Maestro rumescenre con exoftalmia", "virulento sandío", "idólatra pávido del
ca". despecho de quien respeta la ley): "lo puerco es bello".u
número y de la fuerza" "Príapo óptimo máximo", "tuberculón que siempre tiene razón"
,,euirino
chocheante", "Gran iambor de la nada', "el haba", "gran torso de pasarela", "batra-
.io'Ilit"..o", "asno vil (que siempre tiene razón)", "Nuestro Kaudillo grandísima bestia de
8. Según la viñeta/editorial de Altal de los años ochenm-, que foiogralía
carga",,'homicida que deniega cuilquier condición humana", "tírere", "cabeza hueca", "asno -principios
toda una época: la nuestra.
asomado al balcód', "Trombón v culón óptimo máximo".

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Una vez que la hipocresía se desencadene en el vértigo de la infla- (ratificado por un 1989 más cercano, en los astilleros de Danzig, en
ción, ya no existirá la necesidad de ofrecer un homenaje verbal a los el castillo de Praga y contra un muro de Berlín): Libertad, Igualdad,
valores públicamente reconocidos. Cuando no sea taxativo esforzarse Fraternidad, En un corro de valores, donde cada uno coge al orro por
por aproximarse a ellos (por parte de quien está arriba, en primer la mano, ya que cada elemento privado del apoyo recíproco caería en
lugar), acabaremos por poderlos negar y despreciar apertis uerbis.Una el abismo, justamente cuando el "pensamiento" servil, que hoy en día
vez reducido a retórica el poder del ciudadano, se rechaza el interés hace furor, quiere convertir las libertades en el enemigo de la igualdad
general burlándose de é1, mofándose ya sin inhibiciones del ciudada- y la fraternidad, manchándolas de privilegio, atacándolas directamen-
no con escrúpulos y quien puede se presenta directamente como te al corazón. Por consiguiente, la reoría y la praxis democráticas debe-
"burgués": quien puede, quien ya tiene poder, esto es, el privilegiado. rán volver a frecuentar la iguaidad como ingredienre irrenunciable del
Cuando la política ha desilusionado, enrocándose en el palacio, el propio se¡ a partir de ese grado mínimo compuesro por uplrtunidades
voluntariado (a favor de aquellos privados de poder) expresa iguales, sin las cuales incluso el individuo de la mera merirocracia es
forma privada- la nostalgia y la necesidad de la esfera pública.
-de anulado y se vuelve al mérito de la sangre y de los antepasados, esencia
del antiguo régimen. Una meritocracia inconciliable con cualquier tipo
de herencia, que empuja los límites de las políticas susranrivas irr¿-
38 nunciables más allá de lo que hemos planteado a lo largo de nuestro
peregrinar.
Partitocracia, poderes fuertes y populismo son pues los réquiem Thmpoco la fraternidad podrá ignorarse durante mucho tiempo,
intercambiables (o al unísono) de la flauta mágica que anestesia la aunque el tema suene obsoleto. Es el seguro insusriruible contra la
democracia y exilia, con los lupercales del privilegio, al ciudadano. incertidumbre, ese eterno fantasma del ser aquí, que la ciudadanía
Sólo puede salvarlo la política: la política además de la "democracia to- debe embridar ahora. De hecho, lo contrario de la incertidumbre es
mada en serio". el "poder sobre el propio futuro" veleidoso y virtual; sólo, sin embar-
Por lo demás, es inútil seguir dando vueltas: la democracia es un go, si se confía a las garantías impersonales del frío Leviatán. Exige el
proyecto de condición humana, de sentido de la existencia. Es auto- calor del "sentido común", según la acepción kantiana: senrir como
determinación, es decir, ser amo (¡propietario!) del propio destino, propio el lugar de otro, vivir la ciudadanía como una perrenencia
apostar porque sea realizable (que podamos acercarnos a ella) a través común: la fraternidad, justamente. /
del esfuerzo de cada uno para pensar y querer en común las condi- No parece un programa mínimo ¡ sin embargo, hic Rhodus hic salta.
ciones de la propia y común existencia. Ser-en-común es la unicavía No es algo imposible; de hecho, liberalismo y democracia se con-
para ser-individuo y viceversa. Parece como si se aumentase la apues- traponen tradicionalmente (hoy en día con mayor frecuencia, princi-
\ ta hasta lo inverosímil. Sin embargo, no podemos intentar nada más pio liberal y principio republicano) basándose en el elemento que les
tporqr.r., al renuncia¡ anulamos la única fr.n,. de legitimación de la define: primado de los derechos del individuo (libertad que se procla-
democracia, el autos n0m0s, que, de lo contrario, se colapsa. ma propiedad) o primado de la soberanfa del demos (que decide esos
Era el programa de 1789, del que no podemos dejar de ser hijos derechos).

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La cuestión será reconciliarlos. El primado del demos exponía las li-
39
bertades (se proclamasen o no como propiedades) a merced de la ma-
yoría. El primado de los derechos individuales ponía garanrías contra Estamos viviendo realmente un choque de civilizaciones, pero den-
la tiranía de la soberanía popular, pero al precio de vincularla a lími- tro de Occidente, entre la democracia de la palabrería, de los establish-
tes heteronómicos, esto es, negándola.
ment qve pisotean sus principios en los suburbios del gobierno coti-
Los dos principios constituyen realmente una antinomia, una anti-
diano, y la democracia tomada en serio, con sus inflexibles políticas
nomia que los casos límites harían explotar: el primado de uno exclu- sustantivas; se trata de un enfrentamiento entre el partido de la hipo-
ye el otro. De hecho, a largo plazo,liberales y democráticos se con- cresía y el partido de la coherencia. Entre la voluntad de mantener la
trapondrían. La soluóión (la democracia liberal) siempre se manruvo palabra (prometida en las Constituciones) y la creciente y desmesura-
felizmente en el plano de lo empírico, pero, por supuesro, en la cuer-
da diferencia que al final obligará a Occidenre a renegar de sus valo-
da acrobática (e históricamente en el precipicio, en más de una oca- res, incluso en las Constituciones.
sión abismo). De hecho, afuerzade hipocresía, la distancia entre los valores, siem-
Por lo tanto, en lugar de conciliación, surge la consratación (radical
pre en boca del establishment, y la realidad experimentada por el ciuda-
y resolutiva) de que cada uno de estos principios, razonado hasta sus dano, deja de ser un instrumento de manipulación para converrirse en
I extremas consecuencias, desemboca en el mismo resultado: el
I
prima- un bumerang para el poder. Como ya hemos visro, es muy cierto que
(y
do del disidente de todas las políticas concreras que son su ineludi- la diferencia es constitutiva de la modernidad, pero únicamente porque
ble corolario). La antinomia de la tradición procede de la manera ha podido invocar coartadas de forma constante, como, por ejemplo, la
manca y consustancial con que eran considerados (y concretamente ignorancia de las plebes (y la minoría de las mujeres), para negar el
eludidos) ambos temas, individuo y pueblo. Se derrite cuando se derecho de voto. Poco a poco ha tenido que ir renunciando a estaÍ
mantienen firmes en la coherencia de la democracia romada en serio. coartadas. La amenaza del comunismo ha sido la última, con la mi-
\
Para el establishmenl tiene un cosre: el hacha sobre el propio poder,
sión de absolver una democracia cada vez más eclipsada estructural-
\
basado en esa incoherencia, que es mucho más grande cuánto más se
mente. Ahora nos encontramos en el redde ratiznem: o se justifica el
impulsa. De esta forma se explican pues las renuencias lógicas y orras poder de hecho, como poder desnudo, porque es estable, eficiente c
reluctancias. lo que se quiera (y" no porque es "del pueblo, desde el pueblo, para e)
Por tanto, la superación de la aporía sólo arraigará en la praxis, redu-
pueblo") o se toma en serio la democracia. Sin más coartadas, la dife-
cirá drásticamente, en consecuencia, la diferencia entre el decir y el rencia pesa como un pedrusco compuesto de crisis y de colapso inmi-
hacer presente en toda la modernidad política y se aproximará ince- nente.
sante y asintóticamente al concepto exigente de democracia (¡su El Enemigo permite ejercer la lógica (antinómica) de la fortaleza en
Espíritu!), que es su único fundamento material, el único baluarte y estado de sitio: los valores de nuestra identidad siguen siendo los mis-
el insoslayable presupuesro. mos, temporalmente diluidos o suspendidos mientras dure el asedio.
Sin embargo, sin el Enemigo, el eclipse de los valores proclamador
suena como un uulnus improponible para nuestra identidad, voluntad

ll0 lll
de regresión desde la autonom ía a una nueva proclamada hererono- DESPEDIDA
mía. Todo ello, no obstante, sin trascendencia: estamos hablando de
heteronomía de hombres sobre hombres, de puro darwinismo social,
de desnuda opresión aunque sea light. Pero, con esto, se desmorona
cualquier "fundamento" del vínculo social basado en la reciprocidad
del pode¡ en una paridad de dignidad. Sería como proyectar un explí-
cito neo-medioevo (en donde cualquier poder era declaradamente pri-
vado: patrimonio hereditario).
Así pues, hoy en dla nos encontramos en esta situación: o impulsamos 40
la democracia hasta tomar en serio sus principios, o nos preparamos
para perderla, ya que estamos saturados de privilegios o resignados (y
apocallpticos) a causa del exceso de injusticias. Quizás todo esto sea simplemente una mera frivolidad. La demo-
cracia es un proyecto para todo el género humano, de lo contraric
sería el más odioso de los privilegios: una humanidad clasificada e¡
divisiones, primera división y división cero, nuestro ostentoso purga-
torio y sus infiernos, una monstruosa irrisión del univer-
-global-
salismo democrático.Lazarabanda del privilegio parece hoy el únicc
nomos en vigor en la tierra.
Intentemos echar un vistazo a las estadísticas sin dejar de conside-
rarlas números asépticos. Veinte mil dólares anuales per cápita de
media para ochocientos millones de habitantes de los occidentes del
bienestar, contra cinco o seiscientos dólares anuales para casi cincc
mil millones de condenados de la derra, entre uno y dos dólares al día
Sin embargo, las estadísticas son contradictorias, ya se sabe. Algunar
son más optimistas, pues dicen que con la globalización ¡ gracias e
ella, el número de personas que vive con menos de un dólar al dí¿
puede disminuir algún millón (cada año): ¡aleluya! Se non i uera i ber,
trluata. En este universo horripilante, que ni siquiera el padre Dante
o Jeronimus Bosch hubieran podido imagina¡ ¿en qué se convierten
nuestros problemas? En un lujo dialéctico para existencias empapada,
de privilegio. Hablar de los valores universales es una vergüenza: c
seguimos a san Francisco o nos callamos.

l2 l l_?
De hecho, ¿qué seriedad puede existir en la rarea de ocuparse de lo
paz de regalarse la olímpica mentira de la remoción, y la imperdona-
irrepetible de cada una de las existencias, cuando la desnuda existencia
ble inercia que es su vasallo; debería ser una cobardía laboriosa por lo
de la gran mayoría, con una esperanza de vida que demasiado a menu-
que pueda ser: de cada cual según sus capacidades. Es la írnica redención
do no alcanza la pubertad, no riene fururo? En África, la distancia real. Nuestro compromiso ontológicamente inadecuado algo podrá
media entre cada ser humano y una fuente de agua (potable, obvia-
obtener: que los enfermos de sida no tengan que pagar las patentes para
mente no según nllesrros estándares) es de ocho kilómetros.
la loterla de los Fármacos que salvará a algunos de ellos, que una canti-
Nosotros enve.iecemos en la despreocupación del privilegio (aunque
dad menos relevante de "ayud3s" acabe en los bolsillos de un déspota
entre desigualdades que todavía gritan venganza), ellos mueren como
local, que...
moscas, y no es una metáfora. Nosotros nos estamos enmarañando
El abismo del privilegio,está tan en contradicción con cualquier
escribiendo (y leyendo) estas líneas para que la soberanía de cada uno
posible discurso sobre la democracia (y con nllestro compromiso, lrni'
no desaparezca en la mentira, pero a pocos minutos de avión, a lo camente aquí, en Occidente, de acercarse a ella en su verdad) que nos
largo de cada minuto de esta escrirura (o lectura), mueren de hambre
arriesgamos a transformarlo en un instrumento de mala fe, en una
miles y miles (no de jugos gástricos insatisfechos y desatendidos, ape-
nueva coartada que se suma a la anterior: para proteger la psique con-
tito en definitiva: de hambre, algo que no conocemos y que ni siquie- tra el sentido de culpabilidad, tendremos la tentación de escuchar
ra imaginamos). Éste es la condición universal humana actual, por sirenas racistas, aunque light, cuyo canto dice que su miseria, en el
encima de todo. Desde este grado cero de la existencia, ¿qué relevan-
fondo, se la merecen, por todas las guerras tribales... Al final del calle-
cia puede tener la elección entre Clinton y Bush? ¿Entre Prodi y jón sin salida, se encuentra el racismo sin adjetivos, que debe ver en
Berlusconi? ¿Entre el eclipse partitocrático (o populista) y la demo-
los otros unos no-yo, unos no-hombres, en lugar que unos "tú", que
cracia tomada en serio? Estamos hablando de contradicciones en el
da sentido a la auto-absolución: son diferentes, no hay nada qué hacer.
seno del privilegio. La única opción propia de la humanidad real- otra cara de las coartadas nihilistas, con que justificamos la
¿Y si la
mente existente consistiría en hacerse misioneros (eventualmente lai-
inercia, fuesen los impulsos terroristas que intentan sacudirnos? Sería
cos): ir a comparti¡ estar czn (que quede claro que la madre Teresa no
algo para condena¡ entre otras cosas Porque el terrorismo no cicatri-
tiene nada qué ver: rechazaba los analgésicos a los mo¡ibundos y can-
za en absoluto la profundidad de la llaga que humilla a los dos tercio¡
taba himnos en honor a Pinochet; su sanridad es un gran mito).e
del mundo, aunque no con el objetivo de convertir esta condena (sin
Cualquier otra elección es una cobardía. matices) en el dictamen de auto-absolución con que el establihmen¡
Sin embargo, desgraciadamente, tan sólo somos capaces de empren-
del dominio sandfica la devastación permanente llevada a cabo en e
der una de sus múltiples variantes. Una cobardía ontológica. El inevi- otro mundo por el automatismo de la idolatría del "mercado"' El te-
table pecado original que nos hermana en la culpa, pero que, por lo
rrorismo y la auto-absolución son las dos caras de Jano bifronte (la hy
menos, se convierte en una cobardía consciente, lúcida, crítica, inca-
bris de dos cuchillas) del tranquilizante desprecio con respecto al cas
nada en que se reduce casi siempre la acción humana y que siemprt
9. Véase el libro de ChLisropher Hitchens, The Misionary Position: Mother Teresa in Theory puede algo.
and Ptnctice (Verso, 1995).
Y esto es así porque hay cobardía y cobardía (no tenemos qLle rega'

n4 ll:
larnos gratis una conciencia acomodaticia): la cobardía ético-política iNnrcn
dentro de la cobardla ontológica, la cobardía voluntaria dentro de la
cobardla inevitable. El Occidente puede elegi¡ por lo ranro, debe deci- '
dir ser más pobre (y.on esra menor riqueza reducir las desigualdades,
hacer pagar el cambio de rumbo a sus adinerados), si quiere que la
palabra democracia no suene a opresión, no ocuhe la indecencia.
Siempre existe un lugar (nunca es u-topía) en la divisoria entre el
"realismo" que cede ante la complicidad y la negación apocalíptica,
inocua contra el dominio, si se limita a ser una gárgara revoluciona-
ria, criminal si viste la fqa blanca de cualquier yihad. Prólogo
Tú no puedes hacer casi nada, y nada en absoluto si te proyecras en
el horizonte del mundo (o tan sólo de tu país), No puedes escapar del
sentimiento de impotencia: desgraciadamente, la historia siempre son Del desencanto a la democracia r3
los otros. Sin embargo, para cada uno de estos otros. Incluso tú, jus-
Soberanía y verdad 29
tamente tú, eres uno de los "otros" que hacen la historia. Incluso tú,
justamente tú, eres una figura de su im-potencia, eres el poder que se Un hombre, un voto 45
les roba a ellos. Incluso cualquier decisión que romes decide el futuro
de todos, por muy modesta, insignificante e "impotente" que ésta sea: ¿Representación o partitocracia? 57

el periódico que eliges, la indignación que callas, cualquier discurso, Las aventuras de la identidad 69
cualquier sonrisa. De hecho, desde que en la tierra ya no existe el otro
y el Otro luga¡ para dictar el nomos, no existe orra cosa que la "impo- Los movimientos como esperanza 81
tencia' de todos los "otros": que eres tú mismo. La pasión por lo rela-
El primado de la legalidad 95
tivo es la religión civil del desencanro, el casi nada que en cada mo-
mento tú decides que es tu todo, nada menos que la totalidad de tu Ciudadanía, ethos y conformismo 101
existencia.
Despedida I l.l
Intentemos por lo menos no olvidarlo y no envilecernos considerán-
dolo retórica.

il6 ltl

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