Está en la página 1de 6

Programación

Servicio de Canto (canto que hablen sobre la creación y la naturaleza)


Oración y bienvenida
Canto tema (titulado Creación)
Lectura bíblica (lectura del día)
¿Qué es? (lectura del día)
¿Qué significa? (lectura del día)
Dinámica
Especial
Reflexión (lectura del día)
Canto tema
Oración final
Semana de la creación
Primer día: Luz
Dios creó la luz y la separó de la oscuridad. Llamó a la luz “día” y a la oscuridad “noche”. (Leer Génesis
1:3-5).
¿Qué es la luz?
Esa es una pregunta difícil de responder. Dejamos que los científicos intenten sus teorías: algunos dicen
que es una onda, otros afirman que es un corpúsculo. Una vez más, solamente tenemos teorías. Tampoco
sabemos mucho acerca de la naturaleza de Dios. La Biblia lo describe como un ser luminoso y glorioso;
quizás por eso la haya creado en primer lugar, para disipar las tinieblas y comenzar a ordenar su creación.
Aunque no podamos explicar claramente qué es, todos nos beneficiamos con ella.

¿Qué significa la luz en la Biblia?


En la Palabra de Dios, se opone a la oscuridad. Simboliza la presencia de Dios, la verdad y la vida. El día
y la noche forman parte de esa misma oposición. A los hijos de Dios se los llama hijos de ella y del día
(comparar con 1 Tesalonicenses 5:5), mientras que a los enemigos de Dios se los describe siempre
actuando en la oscuridad. Es esencial para desarrollar la vida, por eso fue el comienzo de la creación
divina. Muchas veces damos por sentado que existe, pero no siempre fue así.

Reflexión
Así como Dios no iba a crear las cosas del mundo en plena oscuridad, se nos invita a trabajar “mientras
sea de día” (leer Juan 9:4). Además, se nos anima a buscar siempre el camino iluminado, para que no
tropecemos o caigamos en las tentaciones del mal (leer Juan 11:10). Al recordar el primer día de la
creación, tengamos en cuenta que el más tenue rayo puede disipar una densa oscuridad. Dejemos que Dios
resplandezca en nuestro corazón.

Segundo día: Cielos


Dios crea el firmamento y separa las aguas de arriba y las de abajo. Llama “cielos” al firmamento (leer
Génesis 1:6-8).
¿Qué son los cielos?
Es curioso rastrear el origen de la palabra “firmamento”. En tiempos pasados, los científicos creían que
las estrellas estaban fijas en la bóveda celeste, por lo que se llamó firmamento a este conjunto “firme” de
astros. Sin embargo, hoy sabemos que el movimiento de los planetas y las estrellas está sujeto a
determinadas leyes físicas. En el segundo día, Dios separó las aguas y creó una expansión (ver Génesis
1:6-8 en versiones comparadas). Probablemente, el ciclo del agua haya sido establecido ese día, junto con
lo que hoy conocemos como atmósfera. Dios estaba preparando paso a paso el planeta para que pudiese
sustentar la vida.

¿Qué significan los cielos en la Biblia?


El cielo es la morada de Dios. Es más, en lenguaje poético, el sabio expresa que ni aún los cielos de los
cielos pueden contener a Dios (leer 2 Crónicas 2:6). Hoy conocemos que la inmensidad del universo tiende
a ser infinita. El más poderoso telescopio puede penetrar muy poco en la profundidad de los cielos y, con
todo, no es capaz de revelar quiénes habitan en este vasto universo. Sin embargo, la Biblia es clara en
cuanto a la existencia de los seres celestiales (leer Colosenses 1:16). Los cielos simbolizan una especie de
cuarta dimensión, aquella en la que habitan y se mueven los seres celestiales.

Reflexión
Somos terrícolas, es decir, habitamos este planeta, nuestro hogar. Sin embargo, tenemos ansias de explorar
el universo y emprender un viaje indefinido por el espacio. Al menos, ese ha sido el argumento de obras
literarias y poéticas. Pero la Biblia nos presenta los planes de Dios: él desea que seamos verdaderos
ciudadanos universales. Así como separó las aguas de abajo y las de arriba en el principio, en el fin de la
historia “todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará a unos de otros, como separa el pastor
las ovejas de las cabras” (leer Mateo 25:32). Cuando Jesús regrese recibiremos el pasaporte que nos
permitirá transitar por el vasto universo y conocer las maravillas que ahora solamente podemos imaginar.

Tercer día: Tierra y vegetación


Dios juntó las aguas debajo del cielo. Llamó “tierra” a la porción seca y “mares” al conjunto de las aguas.
Hizo que la tierra produzca toda clase de vegetación con semilla, según su especie (leer Génesis 1:9-13).
¿Qué es la geósfera y la hidrósfera?
La tierra es el suelo que pisamos. Es también el nombre de nuestro planeta; aunque en realidad, más del
70% de la superficie terrestre está cubierta por agua, por lo que algunos lo llaman también el planeta azul,
pues así se ve desde el espacio. Los geólogos son los científicos dedicados a estudiar la tierra y su
composición. Ellos denominan geósfera a su estructura interna. Cabe aclarar que algunos geólogos
creacionistas admiten que nuestro planeta puede tener millones de años, aunque la semana de la creación
sea bastante reciente. Por su parte, la hidrósfera es el conjunto de aguas acumuladas en mares, lagos, ríos,
arroyos y otras corrientes.

¿Qué significa en la Biblia?


Dios interviene en el tercer día para poner un límite a las aguas y descubrir la tierra seca. Así da el sustrato
a la vida vegetal y animal que creará más tarde. Dios recuerda su obra creadora al patriarca Job, diciendo:
“¿Quién encerró el mar tras sus compuertas cuando este brotó del vientre de la tierra? ¿O cuando lo arropé
con las nubes y lo envolví en densas tinieblas? ¿O cuando establecí sus límites y en sus compuertas
coloqué cerrojos? ¿O cuando le dije: “Solo hasta aquí puedes llegar; de aquí no pasarán tus orgullosas
olas?” (Job 38:8-11). En la Biblia queda claro también que Jesucristo tiene control sobre todos los
elementos. Pudo calmar una tempestad y la tierra tembló cuando murió en la cruz (Mateo 8:23-27; 27:51).
Reflexión
Hablando del fin de los tiempos, el apóstol Pedro señala: “…en los últimos días vendrá gente burlona que
dirá: «¿Qué hubo de esa promesa de su venida? Nuestros padres murieron, y nada ha cambiado desde el
principio de la creación». Pero olvidan que desde tiempos antiguos, por la palabra de Dios, existía el cielo
y también la tierra, que surgió del agua y mediante el agua. Por la palabra y el agua, el mundo de aquel
entonces pereció inundado. Y ahora, por esa misma palabra, el cielo y la tierra están guardados para el
fuego. Pero no olviden que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no
tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con
ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan” (2 Pedro 3:3-9).

Cuarto día: El sol y la luna


Dios creó las luminarias de los cielos para hacer separación entre el día y la noche. Hizo la luminaria
mayor para gobernar el día y la luminaria menor para iluminar la noche. También hizo las estrellas.
(Leer Génesis 1:14-19)
¿Qué es el sol?
Es el centro de nuestro sistema, la Tierra gira alrededor de él y no al revés, como se creía antiguamente.
Su composición es gaseosa, principalmente hidrógeno y helio. Por eso, Copérnico, el famoso astrónomo
polaco del Renacimiento, llamó heliocéntrica a su teoría. La luz solar posibilita la fotosíntesis, es decir, la
conversión de la energía solar en energía para los seres vivos. El relato bíblico no atribuye a Dios la
creación del sol o la luna en el cuarto día, sino el otorgarles la función que cumplen actualmente en relación
con nuestro planeta. Es probable que los astros hayan existido anteriormente y en el cuarto día pasan a
cumplir esta función vital para sustentar la vida en nuestro planeta.

¿Qué significa en la Biblia?


La Biblia es enfática en prohibir la adoración del sol, la luna o cualquier estrella (leer Deuteronomio 4:15-
19). Si bien era costumbre habitual de las civilizaciones paganas, Dios ordenó a su pueblo que no se hiciese
representaciones de los astros celestes para adorarlas. La Biblia otorga al sol el lugar que Dios le dio en el
cuarto día; es decir, la regulación del tiempo diurno; y la luna para iluminar la noche. El culto al sol ha
atravesado toda la historia de la humanidad; sin embargo, para el cristiano queda claro que el único digno
de adoración es el Señor. La Biblia no coloca en el centro ni al hombre, ni al sol, ni a ninguna otra cosa
creada por Dios. Otorga ese lugar único al Creador, ubicándonos en el lugar que nos corresponde.

Reflexión
Uno de los nombres o títulos para referirse a Jesucristo es el “Sol de Justicia” (Malaquías 4:2). Y un dato
muy particular es que la santa ciudad, la Nueva Jerusalén que Dios está preparando para los redimidos de
esta tierra, no tiene necesidad de sol ni luna: “La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque
la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera” (Apocalipsis 21:23). Verdaderamente, dan ganas
de habitar en esa hermosa ciudad. Allí podremos vivir para siempre en la presencia de Dios, iluminados
por su gloria. Como toda estrella, el centro de nuestro sistema está destinado a apagarse en algún momento.
Pero el que colocó en su lugar al astro rey no dejará que quedemos en oscuridad: él mismo nos iluminará.

Quinto día: Peces y aves


Dios creó todos los peces y las aves, según su especie. Los bendijo y les ordenó que se multiplicaran.
(Leer Génesis 1:20-23)
¿Qué son los peces y las aves?
Los peces son animales acuáticos, vertebrados, con branquias capaces de captar el oxígeno del agua. La
especialidad de la zoología que se ocupa específicamente de los peces se denomina ictiología. Las aves
son animales voladores, en su gran mayoría, gracias a sus extremidades anteriores, llamadas alas. Tienen
el cuerpo recubierto de plumas y un pico córneo sin dientes. Por su parte, la ornitología es la rama de la
zoología que se dedica al estudio de las aves. La creación de Dios se iba complejizando día tras día,
preparando todo para la aparición del ser humano, quien se distinguiría entre todos los seres vivos por su
capacidad de pensar, razonar y decidir.

¿Qué significan?
Tanto los peces como las aves, y el resto de los animales participan de la vida otorgada por Dios a sus
criaturas desde el principio de la creación. En cuanto a los fenómenos físicos, tanto ellos como nosotros
experimentamos alegría y placer, y lamentablemente a causa del pecado, enfermedad, dolor y muerte. El
sabio observó esta situación: “Vi además que nadie sabe cuándo le llegará su hora. Así como los peces
caen en la red maligna y las aves caen en la trampa, también los hombres se ven atrapados por una
desgracia que de pronto les sobreviene”. “Los hombres terminan igual que los animales; el destino de
ambos es el mismo, pues unos y otros mueren por igual, y el aliento de vida es el mismo para todos, así
que el hombre no es superior a los animales” (Eclesiastés 9:12; 3:19).

Reflexión
La gran diversidad de especies acuáticas y voladoras son una evidencia del poder creador de Dios.
Jesucristo señaló: “Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin
embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?” (Mateo 6:26).
Entonces, además de ser el Creador, Dios es nuestro Sustentador. No solamente creó todo lo que existe,
sino que también sigue obrando diariamente, demostrándonos amor paternal y misericordia. Recordemos
también que nuestro Salvador vino a rescatarnos y lleva cuenta de cada uno de sus hijos, con la misma
precisión que Pedro contó esos 153 peces atrapados en sus redes, la mañana cuando Jesús se les apareció
y le pidió que apacentara a sus corderos (leer Juan 21:4-15).

Sexto día: Animales y ser humano


Dios hizo los animales terrestres, domésticos y salvajes, conforme a su especie. Creó al hombre y a la
mujer y los bendijo para que se multiplicaran (Leer Génesis 1:24-31)
¿Qué son los animales? ¿Qué es el ser humano?
Los animales terrestres fueron creados por Dios según su especie. Es decir que, aunque comparten
estructuras y características similares, encontrar un ancestro común del que hayan derivado es una teoría
que condiciona al científico evolucionista. No se han encontrado suficientes “eslabones” entre los
animales y el hombre como para probar una conexión ancestral. La gran diversidad de la fauna proviene
desde la semana de la creación. Eso no significa que la microevolución no exista; es decir, cambios
adaptativos al contexto en donde se desarrolla cada especie. No se han verificado cambios sustanciales o
saltos de una especie a otra, y mucho menos, de animales a seres humanos.

¿Qué significa en la Biblia?


La Biblia establece claramente que los seres humanos difieren definidamente de los animales. Cuando
Dios creó a Adán, “formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el
hombre un ser viviente” (Génesis 2:7). Los animales no fueron creados de esa manera: “Luego dijo Dios:
Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su
especie. Y fue así” (Génesis 1:24). Animales y hombres son diferentes en valor, dignidad y destino. Dios
nos concedió dominio sobre el reino animal, pero nuestra mayordomía debiera responsabilizarnos de tratar
a los animales con bondad y cuidado, aun cuando los utilicemos para nuestro beneficio en forma legítima.

Reflexión
Dios tiene un propósito para nuestra existencia. Todo lo que hizo fue motivado por el profundo amor por
cada criatura. Contrariamente a lo que algunos piensan, no estamos solos en el universo. Nuestro Padre
celestial ha planificado todo con cuidado. Lamentablemente, nuestras malas decisiones morales han hecho
una separación entre Dios y nosotros. Pero el Hijo de Dios, nuestro Salvador, vino a rescatarnos y a darnos
una nueva oportunidad. Muy pronto este capítulo de la historia concluirá para dar paso a la nueva creación.
El jardín del Edén será restaurado y la armonía reinará otra vez en todo el universo. En palabras poéticas:
“Desde el átomo más imperceptible hasta el mundo más vasto, todas las cosas animadas e inanimadas,
declaran en su belleza sin mácula y en júbilo perfecto, que Dios es amor” (El conflicto de los siglos online).

Séptimo día: El sábado


Dios descansó de toda su obra. Bendijo el séptimo día y lo santificó, porque en él descansó de toda la obra
creadora. (Leer Génesis 2:1-3).
¿Qué es el sábado?
El sábado sigue siendo el séptimo día de la semana, aunque el diccionario de la RAE ha modificado su
definición, justificándose en el uso de muchos hablantes del español contemporáneo, a pesar que
etimológicamente está claro que su significado literal en hebreo y el resto de las lenguas significa
“descanso”. Además, el último día de la semana de la creación Dios determinó un cese de las actividades
semanales, y además separó este espacio temporal para consagrarlo a la comunión y el compañerismo
especial con sus criaturas.

¿Qué significa en la Biblia?


Contrariamente a lo que algunos suponen, el sábado (shabát) no es exclusivo del pueblo hebreo o judío.
Dios separó el séptimo día antes de que existiesen los judíos como nación. En este sentido, es una señal
para cualquier ser humano, que reconoce en Dios a su creador. Además, la Biblia coloca al sábado en el
centro de un conflicto por la verdadera adoración. El sábado es el cuarto mandamiento de una ley
inmutable, y el ser humano no tiene derecho a cambiar los tiempos o las leyes establecidas por Dios.

Reflexión
El día de reposo o descanso funciona como un sello divino que identifica al autor de la creación. Todo ser
humano que reconoce y respeta el sábado para cesar sus actividades cotidianas y lo consagra a la comunión
especial con el Creador, recibe también las bendiciones prometidas por Dios. En un mundo donde el
consumismo y la explotación de los recursos pareciera no tener descanso, el sábado cobra cada vez mayor
relevancia como el sello que identifica a los que creen en el origen divino del mundo y el ser humano.

También podría gustarte