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Al margen
de la ciudad
de
HALMA ANGÉLICO
Publicaciones de la ADE
Serie: Literatura Dramática Iberoamericana, n.º 55
Al margen
de la ciudad
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HALMA ANGÉLICO
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va de la Paz afirma que Entre la cruz y el diablo tenía “un mayor ‘gancho’ [...]
frente a Los caminos de la vida, más neutral desde un punto de vista sémi-
co”, pero señala que “con todo, este último título respondía mejor al espíritu
de tolerancia y comprensión ajeno a toda intransigencia moral, que se per-
cibe en la obra”. Cfr. Pilar Nieva de la Paz, ibidem, p. 234. Además, la estu-
diosa se detiene detalladamente en las problemáticas presentes en Entre la
cruz y el diablo describiendo de forma esmerada el argumento, las acotacio-
nes y los objetivos del texto, comparándolo con su antecedente Los caminos
de la vida y utilizando también la preciosa contribución de la crítica teatral
de la época. Cfr. ibidem, pp. 231-235. Para más detalles sobre las diferencias
entre las dos obras, véase mi artículo “Halma Angélico: Los caminos de la
vida (1920) y Entre la cruz y el diablo (1932)”, en Margherita Bernard (ed.),
Teatro y mujer en España. De los años 20 a la posguerra, Bérgamo, Bergamo
University Press, 2006, pp. 71-96, parcialmente retomado aquí.
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A raíz del “triunfo claro y sólido” de la pieza, las Asociaciones de
“España Femenina” y “Mujeres Españolas” organizaron un homenaje a Hal-
ma Angélico; entre los miembros de la comisión que se encargó de su orga-
nización figuraban también Jacinto Benavente, Eduardo Marquina, Concha
Espina, los hermanos Quintero y Cristóbal de Castro. Cfr. “Homenaje a ‘Hal-
ma Angélico’”, El Sol, 25 de junio de 1932, p. 2.
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ñolas del siglo XX, tesis doctoral, Universidad de Kentucky, 1979, citada por
Douglas José Duno, art. cit., p. 73.
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Halma Angélico, Entre la cruz y el diablo, Madrid, Rivadeneyra, 1932,
p. 14. Todas las citas están tomadas de esta edición.
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Douglas José Duno, art. cit., p. 72.
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Véase el prefacio a la obra de Halma Angélico Santas que pecaron
(Psicología del pecado de amor en la mujer), Madrid, Aguilar, 1935, p. 6,
donde la autora así se expresa sobre el tema: “En un medio civilizado con
erróneos conceptos, que no sembró precisamente el catolicismo, y salgo al
paso de los malévolos, donde se da el caso —en ocasiones es frecuente, y
de esto supieron quienes guardan secretos de confesionario—, se da el caso,
repito, de que un marido pida permiso a su consorte para faltarle siquiera
una vez al mes y con su autorización acallar todo cobarde escrúpulo, o bien
se reúna un ‘consejo de familia’ para consultar a la prole adulta sobre la
mayor conveniencia de que el padre viudo escoja entre nueva esposa o ami-
ga concubina, optando unánimemente por lo segundo; en un medio donde
se dio el caso también de acordar en un matrimonio el cambio de impresio-
nes sobre la mejor conveniencia de tener el esposo hijos ilegítimos, porque
de este modo, y pudiendo dejar de reconocerlos, incluso quedara más ínte-
gra la hacienda a favor del legítimo, y se encuentran estas soluciones hipó-
critas más en armonía con la conciencia y la moral que el desnudismo puro
y sin tapujos de los pensamientos y la exposición prístina de las acciones y
sentires que las han motivado, no será extraño preferir el escamoteo a la per-
fecta desnudez y brío del arte que no quiere disfrazar el propósito”.
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tro de mujeres, Madrid, Aguilar, 1934, p. 84. A partir de aquí todas las citas
se refieren a esta edición.
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Douglas José Duno, art. cit., p. 78.
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Otras obras
, Madrid, Velasco, S. A.
, Madrid, Velasco, 1930.
, Madrid, Gráficas Reunidas, 1932.
mujer), Madrid, Aguilar, 1935.
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de
HALMA ANGÉLICO 1
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La portada del texto publicado presenta, por un evidente y signifi-
cativo error tipográfico, la autora como Halma Angélica, con una involun-
taria referencia del nombre “Halma”, con hache, al sustantivo homófono
“alma”, sin hache, con el que se hace concordar el apellido, como si fuera
su adjetivo.
PERSONAJES 2 INTÉRPRETES
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En CDV la autora al lado del nombre del personaje añadía también
su edad, que aquí se tacha, posiblemente para evitar que no se ajuste a la
del intérprete.
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ESCENA PRIMERA
SOR INÉS y SOR ÁGUEDA
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SOR INÉS.- ¡Deje estar a sor Retama, que así debía llamarse
por lo seca y amarga!...
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ESCENA II
DICHAS y SOR DULCE NOMBRE,
que ha escuchado el último párrafo desde la puerta
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ESCENA III
SOR ÁGUEDA y MADRE ESPERANZA
MADRE ESPERANZA.- (Entrando con precaución y acti-
tud preocupada y nerviosa.) ¡Sor Águeda! ¡Sor Águeda!
¿Está sola su caridad?
SOR ÁGUEDA.- Sí, madre.
MADRE ESPERANZA.- ¡Ay, hija! ¡Llevo una mañana de zozo-
bra y preocupación!
SOR ÁGUEDA.- Pues, ¿qué pasa?
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ESCENA IV
MADRE ESPERANZA y SOR DULCE NOMBRE
SOR DULCE NOMBRE.- ¿Va a salir su caridad?
MADRE ESPERANZA.- Sí; voy en busca de Valentina... Es
tan desgraciada...
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ESCENA VI
SOR DULCE y SOR INÉS
(SOR INÉS aparece por la izquierda, siendo sorprendida por
sor Dulce. Viene en busca de las primicias que no consiguió
en la primera escena.)
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ESCENA VII
BERNARDA y ASUNCIÓN
ASUNCIÓN.- ¡Vamos, mujer, aviva el paso!
BERNARDA.- ¡Déjame en paz! (Se sienta en una silla.)
ASUNCIÓN.- Bueno.
BERNARDA.- ¡Anda y que se lo limpien ellas! ¡¡Valientes pri-
mas!! Estáis aquí trabajando pa que las monjas se den
buena vida.
ASUNCIÓN.- Vamos, mujer, no digas eso.
BERNARDA.- A ver si miento. ¿De qué comerían ellas si no
fuera por nosotras? (Asunción hace un signo negativa
con la cabeza.) Lo sé, lo sé muy bien, porque un chico
que es ácrata me lo tie dicho millares de veces.
ASUNCIÓN.- ¿Ácrata?, ¿y qué es eso?
BERNARDA.- (Despectiva.) ¡Anarquista de profesión! ¡Uf,
que sois má inorantas! 8
ASUNCIÓN.- Ya lo sé para otra vez. ¿Y creyendo eso para
qué has venido anoche, siendo así que es la tercera
vez que vuelves, que no parece sino que juegas con
las monjas al ratón y al gato?
BERNARDA.- Pues he venío anoche porque tuvimos una
pequeña juerga unos cuantos amigos. ¡En estos días ya
se sabe! Escalabraron a uno, intervinieron los guardias.
¡Y claro, yo, por el buen parecer, preferí decir que me
trajesen aquí y canté el gori-gori del arrepentimiento!
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La pregunta sobre el significado del término ácrata y la sucesiva
explicación no aparecen en CDV.
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ESCENA VIII
DICHAS y CANDELARIA
(Se oye que desde dentro Asunción saluda.)
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BERNARDA.-
} ¿Usted?
ASUNCIÓN.-
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BERNARDA.- Ni comida.
ESCENA IX
CANDELARIA
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ESCENA X
CANDELARIA y MADRE ESPERANZA
(MADRE ESPERANZA llega hasta la puerta acompañada
de ASUNCIÓN, quien le muestra la visita que espera y hace
mutis.)
MADRE ESPERANZA.- (Desde la puerta.) ¿Quién?
CANDELARIA.- Buenos días, madre. ¿Cómo sigue su ca-
ridad?
MADRE ESPERANZA.- (Sin reconocerla.) Bien, ¿y usted?
CANDELARIA.- ¡Pero, madre! ¿Me va usté a dar tratamiento?
¿No me conoce?
MADRE ESPERANZA.- No; no recuerdo...
CANDELARIA.- (Muy emocionada, cogiéndole una mano.)
¡Madre, soy Candelaria! En la casa, siguiendo la cos-
tumbre de cambiar el nombre a las que entran, me lla-
mé Sacramento...
MADRE ESPERANZA.- ¡Sacramento!... ¡Ya recuerdo!...
(Retrocediendo un poco.) ¡Tú te escapaste!
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La acotación en CDV no está aquí sino en la escena VII del segundo
acto, antes de que empiece la oración de las religiosas y Asunción y Ber-
narda comiencen a rezar.
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ESCENA PRIMERA
ASUNCIÓN y BERNARDA
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ESCENA II
JUAN MANUEL, BERNARDA y ASUNCIÓN
JUAN MANUEL.- (Entrando.) Buenas tardes. (Un poco cohi-
bido al ver solas a las dos muchachas.)
ASUNCIÓN.- Buenas tardes... y casi noches.
BERNARDA.- (Con mucho arrumaco.) Buenas tardes, Juan
Manuel.
JUAN MANUEL.- Creí que me llamabas porque aguardaba
la madre.
BERNARDA.- Y aguarda, pero en el refetorio, acabando de
cenar...
JUAN MANUEL.- Entonces, volveré.
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BERNARDA.- Tú, no; ésta, que tie que estarse aquí sola
unos instantes mientras que voy a unos quehaceres.
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ESCENA III
MADRE ESPERANZA y JUAN MANUEL
JUAN MANUEL.- (Saludando a la madre.) Bien venida sea
su caridad.
MADRE ESPERANZA.- Buenas, Juan Manuel. Quería darte
algunas instrucciones para mañana y prevenirte para
que dejes el perro atado junto a la verja. Hubiera que-
rido que quedases cerca esta noche; pero bien sé la
mucha falta que haces a tus pequeñines, y no quiero
robarte horas de su compañía. ¡Bastante te privas de
ella durante el día!
JUAN MANUEL.- Usted me manda, madre.
MADRE ESPERANZA.- Ya, ya sé que tú te sacrificarías si yo
te lo pidiese, porque sabes ser agradecido; pero yo no
quiero ser egoísta y te salvo del trance...; ya nos arre-
glaremos nosotras... No es poco lo que tú trabajas todo
el día: que si la huerta, que si las flores, que si se rom-
pió la mesa, que si se deslució la imagen, que ahora
hace falta un hombre de confianza para que pague o
cobre, y allá va Juan Manuel, que en ocho años de ser-
vicios en la casa, desde que eras casi un chiquillo, aún
no se ha cansado de las monjitas.
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CRISTINA.- No.
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ESCENA VIII
SOR DULCE NOMBRE, SOR ÁGUEDA,
SOR INÉS, ASUNCIÓN y BERNARDA.
(SOR DULCE NOMBRE se sienta en una silla, disponiéndo-
se a leer en su breviario, y alternando en la conversación.
SOR ÁGUEDA, del mismo modo, puede leer o rezar, igual
que sor INÉS, que saca su rosario de la faltriquera y se cae
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SOR INÉS.- ¡Les aprovechó a las chicas; sea todo para glo-
ria de Dios!
BERNARDA.-
} ¡Qué espanto!
ASUNCIÓN.-
SOR INÉS.-
} ¡Hermana!
SOR ÁGUEDA.-
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ASUNCIÓN.-
VALENTINA.- ¡Hermanas!
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ESCENA IX
LAS MISMAS y VALENTINA
SOR INÉS.- ¡Sor Dulce Nombre!
SOR ÁGUEDA.- ¡Hermana!
VALENTINA.- ¡Por mí!... ¡Por mí!...
SOR ÁGUEDA.- Pero, ¿está herida? ¿Dónde?
SOR INÉS.- ¡Ay, Dios mío! (Sale por la izquierda para avi-
sar a la madre.)
VALENTINA.- No sé. ¡Cuando esa canalla me iba a dar, Sor
Dulce se puso delante y recibió la puñalada!
ASUNCIÓN.- Creo que ha sido aquí. (Hacia el brazo. Miran
con horror, disimulándolo, al comprobar que la heri-
da es en el hombro. Entra BERNARDA con hilas, agua,
vendas, etc., etc.) 13
SOR DULCE NOMBRE.- ¡Ay! (Suspirando.)
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La acotación en CDV no hace referencia a la reacción de horror de
las mujeres ni a la herida en el hombro y la tarea de traer hila y vendas la
tiene Sor Águeda, cuyo papel, como ya hemos visto, aquí queda un poco
reducido.
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ESCENA X
Sale MADRE ESPERANZA con SOR INÉS
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T E L Ó N 14
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La intervención final de Madre Esperanza, con función de cierre y
de moraleja, no está presente en CDV, que termina con las palabras de
Bernarda. Lo que dice la religiosa explica finalmente el título de la pieza.
Además, la referencia al Santo Viático deja claro que Sor Dulce Nombre
ha muerto, sacrificándose por el ideal del que Madre Esperanza acaba de
hablar. En CDV, en cambio, al lector se le hace entender que Sor Dulce
Nombre se va a salvar, restándole tragicidad y dramaticidad, ya sea a su
gesto, ya sea a la pieza.
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ELENA.- ¿Alegría?
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ELENA.- ¡Ah!...
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LEÓN.- ¡Calle! Creí que alguien tiraba de mí... así como una
fuerza misteriosa... y hasta oí como una voz que me
llamaba... (Yendo hacia la ventana de los claveles.)
¿Serán sus flores que me reclaman?
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MARIO.- Sí que resulta eso lo más divertido para mí. Los versos
de Jesús, como los lienzos de Cristino, me aburren...
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ELENA.- Aquí somos dos mujeres nada más, dos amigas que
nos acompañamos mutuamente para sobrellevar mejor
la soledad y el trabajo...
ELENA.- ¡Calla, por Dios, calla! ¡Qué cosas, pero qué cosas
se te ocurren! ¿Y has podido pensar que yo...?
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ELENA.- ¡Jesús, qué teorías las tuyas y qué moral tan perso-
nalísima y única la que has urdido en tu cerebro y en
tu corazón sin guía ni freno!
ALIDRA.- Yo, no. Serás tú. Y las que sean como tú, tal vez.
Pero es una gran desgracia... Y, bien mirado, no te
ofendas, “una mentira”... (Pausa.) Oye, te quiero pre-
guntar una cosa... Pero... tienes que decirme la ver-
dad... (ELENA hace una afirmación con la cabeza.)
¿Te gusta a ti tu marido?...
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ELENA.- ¿Y después?...
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ALIDRA.- Sí, por ti. Ya dije que era como si habláramos con
nosotras mismas. ¿Crees que no te siento estremecida
cuando estás cerca de él?...
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ELENA.- Pues hizo ella mal. La di permiso para entrar ahí (la
piscina) siempre que quiera... Es su pasión el agua, su
obsesión, sumergirse en ella...
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ELENA.- Di.
ELENA.- Habla.
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Si la comprensión artística y la cultura del público lo concediera, el
ideal del escritor-artista sería que Alidra saliese desnuda a escena, salpicado
su cuerpo aún por el agua, que ha abandonado instantáneamente al oír las
voces angustiosas y entrecortadas de Elena, sin darle tiempo a envolverse
ni secar su carne. Desde luego, piernas y brazos, si la artista ha de cubrirse,
estarán empapados, y a su paso quedarán huellas húmedas impresas sobre
el pavimento. (N. de A.)
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ALIDRA.- Me lo figuré.
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JESÚS.- Sí. Pero ella sólo ha nacido para dejarse amar... Por
eso igual nos quiere a todos...
MARIO.- Sí, a todos igual... ¿Es mala por eso? ¡No te entien-
do! Explícame...
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JESÚS.- No.
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Introducción,
por Ivana Rota ............................................................ 9
Nuestra edición........................................................... 41
Bibliografía de Halma Angélico ................................. 43
Bibliografía.................................................................. 45
Entre la cruz y el diablo,
de Halma Angélico ..................................................... 49
Al margen de la ciudad,
de Halma Angélico ..................................................... 103
Índice .......................................................................... 187
Publicaciones de la ADE ............................................ 189
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N.º 7. “PINTAHIERROS”
de Heinrich Henkel (traducción de Feliú Formosa)
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N.º 4. “MARIANELA”
Adaptación de Eduardo Camacho de la novela
de B.P. Galdós
(agotado)
N.º 9. “TEATRO”
de Alberto Omar Walls
(agotado)
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Serie: «Debate»
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N.º 3. “MEMORIAS”
de Carlo Goldoni (Traducción de Borja Ortiz de Gondra)
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