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ESTUDIOS
PSICOLÓGICOS Y
ETNOLÓGICOS
SOBRE MÚSICA
Presentación de Esteban Vernik m m m m aonA
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COLECCIÓN NOVECENTO
ESTUDIOS PSICOLÓGICOS Y ETNOLÓGICOS SOBRE MÚSICA
Director de la colección: Eduardo Rinesi
ISBN 987-20773-2-0
O
T ítu lo o rig in a l: “ P sychologische und e thnologische S tudien über M u s ik ", p u b lica d o o rigin a lm e nte en
Z e its c h rift fü r V ólkerpsychologie u n d S prachw issenschaft, e d ita d o por M. Lazarus y H. S te in th a l, Tomo
13, C uaderno 3, B erlín : Ferd, D ü m m le r/H a rrw itz & Gossm ann, 1 8 8 2 , pp. 2 6 1 -3 0 5 , seguido de “ Fragen
über das Jo d e ln " ( “ Preguntas sobre el ca n to tiro lé s ” ), p u b lica d o en el anuario del C lub A lp in o Suizo,
Año 14, 1 8 7 8 -1 8 7 9 , Berna: Expedición del anuario del S .A.C ./J. D alp'sche Libros y Arte (K. S ch m id t),
1 8 7 9 , pp. 5 5 2 -5 5 4 . Am bos textos han sido extraídos de las Obras co m p le ta s de Georg S im m el, ed ició n
general de O tth e in R am m stedt, Tomo I, e d ita d o por Klaus C h ristia n Kóhnke, E d ito ria l Suhrkam p,
Frankfurt am M ain, l*e d ..- 1 9 9 9 , pp. 4 5 -9 1 .
Sobre las m úsicas y las festivida des de los pueblos, sobre los bálsamos que
pueden ser la m elodía y el ritm o para la vida, escribe S im m el en su opera prim a.
Una indagación etno-m usicológica sobre el Jodeln, el canto tirolés prim itivo y
profundo de los habitantes cuasi-solitarios de los Alpes, cuyos sonidos inarticulados
y desprovistos de palabras, com puestos de gritos, gemidos, silbidos y especialm ente
falsetes que suben y bajan en la escala tonal, resultan, no obstante su extrañeza,
de gran sensualidad.
Estos sonidos que provienen de los seres de la alta m ontaña presentan a
veces sem ejanzas con los que la naturaleza provee, sea por parte de algunos
anim ales ‘‘m u sica les", de los pájaros o de las cigarras o los sapos, sea por parte
de los ruidos de la propia naturaleza, com o la lluvia, el bram ido del viento o el
choque de las olas del mar contra las rocas. La indagación de Sim m el refiere a la
a m p litu d de sonidos pasibles de ser producidos y escuchados, pero focaliza en ia
condición m usical hum ana.
¿Cuál es el sentido profundo de la m úsica en su estado más original? En el
centro de esta exposición se encuentra la m usica lidad -e s o que en todos está
presente, en form a más o m enos c u ltiv a d a -, que es la condición de oír y hacer
m úsica. La m úsica -sea el acto de escuchar o el de e je c u ta r- es parte de la
condició n originaria que, además, está a nuestra disposición. La m úsica surge
naturalm ente de nuestros sentim ientos; basta se n tir nuestros afectos y pasiones
interiores para exteriorizarlos por la m úsica. Basta sen tir con vehem encia esos
afectos y pasiones para que aparezcan el ritm o y la m elodía en nuestros haceres
y sentires. Y esto ya es el com ienzo de la m úsica.
Si a lo largo de toda su obra S im m el in sistió en que ser es ser con otros - y el
Puede decirse que esta pieza se sitúa en los lím ites del paradigm a social-
darw iniano, el cual es apenas un punto de partida para una posición que lo
trasciende. Sim m el ensaya p a rtir desde el enfoque darwiniano.-
6 G E O R G S IM M E L
“ quiero aquí expresam ente situarm e en el punto de vista da rw in ia n o .”
▼
*■Aquí, pu n tu a liza Klaus C hristian Kónkhe en D e r¡u n g e S im m e l - in Theoriebeziehungen u n d sozialen
Bewegungen ( E l joven S im m e l -e n re laciones teóricas y m ovim ien to s sociales), S im m e l se ubica en la
línea de Heym ann S te in th a l y su lib ro E l origen d e l lenguaje en re lació n con las ú ltim a s preguntas de
todos los saberes, sobre todo en la c rític a que hace S te in th a l al d is cíp u lo alem án de D arw in, el
zoólogo G ustav Jáger, qu ie n e sta b le ció una co n tin u id a d entre el “ lenguaje de los a n im a le s" y el
lenguaje hum ano. El “ ca n to del pájaro” , según Jáger, estaría en las cercanías del ca n to tiro lé s, y en
un nivel más elevado se encontraría el habla de los loros.
Una breve sín te sis de ta l teoría nos lleva a e squ em atizar las siguientes
puntuaciones.
La m úsica surge natura lm ente de la elevación que los afectos producen sobre
nuestros actos de habla y sobre nuestros m ovim ientos. Son los afectos los que -p o r
la vía del ritm o y la m odulación m elódica- originan la música, tanto la que se canta
como la que se ejecuta por medio de instrum entos y tam bién como la que se baila.
La m úsica es expresión de las más variadas sensaciones aním icas -sean furias,
alegrías o sensaciones m ística s-, siem pre que éstas sean intensas, vehementes,
apasionadas.
8 GEORG SIMMEL
El com ienzo de la m úsica está en el ritm o. Éste se im prim e sobre nuestro
hablar o sobre nuestros m ovim ientos, produciendo naturalm ente -y, nuevam ente
subrayamos, por efecto de un se n tim ie n to in te rio r- una ritm ización de nuestas
acciones. Hete aquí que ya estam os haciendo m úsica.
El canto, como ya d ijim o s , surge de la elevación que los afectos producen
sobre el lenguaje, sea por la vía prim era de la ritm izació n o por la posterior de la
m odulación. Habrá un trá n sito del habla al canto, vehiculizado por la elevación
e spiritu al que constituyen los diversos afectos: de ira, de alegría, de tristeza, etc.
La m úsica instrum ental surge espontáneam ente de las palm as, del choque
rítm ico de las manos, y luego de los instrum entos que ellas sostienen.
El baile surge de los pasos, de las pisadas al compás -d e l taconeo en el suelo
que es tam bién exteriorización de un sen tim ie n to interior.
Así, el canto, el baile y la m úsica instrum ental -q u e tienen un basam ento
com ún y que en m uchas ocasiones se id e n tific a n en el m ism o a c to - surgen
naturalm ente de los sentim ientos más universales y más vehementes: de un estado
de alegría o de tristeza. Pueden surgir, de entre m uchísim as otras sensaciones
aním icas, de la fuerte congoja in te rio r por la pérdida de un ser amado o de
afectos de alegría com o los que surgen del regocijo que se siente por la salida del
sol, del buen sentar de las com idas y bebidas o de la atracción de los otros.
Finalm ente, en la apreciación de S im m el, la m úsica es del orden de lo que
nos es dado naturalm ente, en tanto, podem os decir, estamos en el m undo. Todos
somos m úsicos preexistenciales, ya que existe una relación entre el hablar y
cam inar y el cantar y bailar. Un antigüo proverbio africano, con el que Sim m el
coincide , reza-, s i puedes hablar puedes cantar, s i puedes cam inar puedes bailar.
Se trata sólo -d iría S im m e l- de oír el ritm o y la m elodía de nuestros estados
aním icos, y ya surge de nuestro in te rior esa exteriorización vital que es la m úsica.
La m úsica trae consigo, com o ya se señaló, una elevación de los sentim ientos
vitales, dado que ella, resultante de ánim os alegres, m ísticos, etc., los despierta
nuevam ente. Son los ánim os los que hacen surgir la m úsica, y a la vez, la m úsica
hace surgir renovados estados aním icos.
IV
Surge de este escrito que, en el canto de los habitantes de la alta m ontaña en
particular, y en el de todos los pueblos de la tierra, anida un núcleo del hom bre
original y cordial, del hom bre salvaje de Rousseau, que perm anece hasta hoy
latente en nuestra cond ició n originaria. Porque esto -q u e relativizaría el tono
2- Creo que puede trazarse un línea de co n tin u id a d entre las in q u ie tu d e s del joven autor de esta pieza
y las reflexiones que él m ism o presentará, años más tarde, sobre d elicados objetos tales com o piezas
de porcelana chinas "en las que aparecen dragones dorados" o el asa de antiguos jarros.
10G EO RG SIMMEL
“ En el ju ic io de lo que sería propiam ente m úsica, es característico lo que
dicen los chinos a! oír cantos europeos: 'ah í ladran los perros’ ; m ientras
que su propia m úsica suena igual para un oído europeo.”
Sobre este núcleo de in tra d u c ib ilid a d que com portan las práctica culturales,
sobre la otredad radical que desafía al proyecto occide ntal, pueden encontrarse
valiosas pistas en la segunda parte del estudio de S im m el, que propone una
lectura más veloz y que refiere a las relaciones entre m úsica y nación.
V
todo arte genuino debe partir de un legado.
Goethe
Y su visión continúa:
Por otro lado, en un racco nto del que por m om entos podría decirse que
desatiende las particu larid ad es de los pueblos lejanos, Sim m el señala como rasgo
de la m odernidad occide nta l la creciente organización nacional de las culturas,
en las que siem pre más y más “ se exterioriza el elem ento n a cional” ,
“ vemos cuán estrictam ente fueron dejados de lado los instrum entos asiáticos
en el tiem p o del flo re c im ie n to de Grecia, así com o los instrum entos griegos
en Roma en los tiem pos de más vigorosa conciencia nacional. Vemos de
qué manera, casi celosa, si podemos decirlo así, las escuelas de violín
francesa y alem ana han conservado sus contraposiciones características".
Sin embargo, el relativism o de los pueblos p rim itivo s del que antes hablábamos
reaparece con fuerza cuando Sim m el alude al poder inm enso de lo nacional en la
m úsica, que resulta evidente en esa apoteótica em anación del alma popular de la
nación ocurrida a la salida del teatro en Esbekieh, el teatro de El Cairo que
Napoleón hizo co n s tru ir3 . En ocasiones de efervescencia popular como ésta, la
m úsica puede transportarnos nuevam ente hacia nuestra co n dició n originaria,
aquélla próxim a al estado natura l, en la que la m úsica produce contagios.
La m úsica puede llevar a estar jun tos sin más, tal com o m uchas veces ocurre
cuando cantam os las más sentidas canciones fo lcló ricas, cam inam os al compás
3- Me re fie ro al e p isodio de M am brú, tan d ifíc il de probar cua n to sugerente, que no glosaré aquí a fin
de no a d e lantar al le cto r la vib ra n te in te n sid a d de la escena.
1 2 GEORG SIMMEL
con los otros, o escucham os el ritm o de un vibráfono o el repiquetear de los
tam bores. En todos estos casos, la m úsica nos eleva.
VI
Este escrito de juventud ha m erecido muy pocas citas y revisiones por parte
de los estudios realizados sobre la obra de S im m el. Apenas algunas líneas más
bien p intorescas en el re tra to que de S im m e l hace David Frisby, y alguna
puntuación precisa pero sin desarrollar en la presentación de Donald Levine.
Una destacada excepción es el trabajo de Klaus C hristian Kónkhe, Der ¡unge
Sim m el, que, com o en seguida veremos, con stituye la prin cip a l contextualización
de este texto. Y el sociólogo de la m úsica K. Peter Etzkorn le ha dedicado un
estudio c rític o a in icio s de la década del sesenta, señalando la existencia, en la
concepción sim m eliana de la m úsica, de una prototeoría de la com unicación.
Sobre la base de lo ya dicho sobre este escrito, y a los fin e s de situarlo en el
interior de la extensa obra del autor, haremos aquí dos puntualizaciones que
pueden su g e rir la e x is te n c ia de una te n u e línea de c o n tin u id a d en tre las
preocupaciones desarrolladas al fin a l de su obra y algunos m otivos de inquietud
que com o em briones se perciben en el texto de juventud.
La prim era de estas puntualizaciones refiere a la asociación que puede hacerse
entre la atención hacia las form as m usicales y el concepto clave, que Sim m el
presentará tres décadas después, de so cia b ilid a d {G e s e lig k e itY . En sus escritos
de m adurez, so cia b ilid a d es la form a pura de lo m utuo, la form a no m ediada de
estar con otros, considerada com o "la form a lúdica o artística de la socialización” 5.
Pues bien: en el escrito tem prano que estam os com entando, se señala el interés
por la m úsica com o “ el arte menos m ediado por el e n te n d im ie n to ", en el que
puede darse un trá n sito directo entre los sen tim ie nto s del m úsico, la m úsica y los
sentim ientos del oyente. En am bos escritos aparece la in q u ie tu d por los lenguajes
artísticos y las form as sociales que se presentan inm ediatam ente. Además, en el
texto tem prano, se señala el carácter lúd ico con que en alem án se designa al
acto de tocar m úsica:
▼
4- El té rm in o aparece por prim era vez p u b lica d o en 1 9 1 0 en la revista Logos y será fin a lm e n te in c lu id o
en su com pendio de sociología v ita lista que aparece en 1 9 1 7 bajo el títu lo de C uestiones fundam entales
de sociología.
s A d ife re n cia de lo que ocurre para otros autores y para el se n tido so ciológico más usual, para S im m el
so cia liza ció n s ig n ific a apenas in te ra c ció n social.
Lo cual lleva a pensar que el arte de la m úsica, com o m uchos años después
dirá de la sociabilidad, requiere de juego, de im provisación y de ruptura con las
form as serias de las rutinas.
La segunda cuestión sobre la que podemos sugerir la existencia de elem entos
que se orienten hacia la c o n tin u id a d del proyecto refiere a la pregunta por el
origen del lenguaje hablado y el m usical -e n el texto te m p ra n o - y la cuestión más
am plia del origen de las form as cu ltu ra le s o de las protoform as que constituirán
los diversos m undos ideales, según su ú ltim o libro, In tu ic ió n de la vida 6 . Así,
quizá pueda señalarse una búsqueda com ún que se inicia con la pregunta por
los orígenes de los lenguajes m usicales y term ina con la tentativa de encontrar el
origen de los d is tin to s m undos de la cu ltu ra m oderna. En tal caso, no estaríamos
errados en nuestra consideración hasta aquí realizada acerca de que el estudio
sobre la m úsica constituye antes que nada una radical interrogación por nuestra
cond ició n originaria.
Por ú ltim o , podemos consignar una apreciación m ucho más general sobre la
con tin u id a d del pensam iento de Sim m el desde este texto in ic ia l. Se ha señalado
que al m om ento de escrib ir este texto Sim m el se encontraba entre dos de las
corrientes que atravesaban la U niversidad de Berlín de esos años ochenta: la
herm enéutiica rom ántica de D ilthey y la psicología de los pueblos de M oritz Lazarus
y Heymann S te in th a l7 . La in flue n cia de la prim era de estas corrientes se percibe
e s p e c ia lm e n te en la segu nd a p a rte del te x to , cu a n d o -c o m o m ás a rrib a
c o m e n tá b a m o s -é s te aborda las relaciones entre m úsica y nación. La influencia
de la segunda, de la que S im m el se encontraba más próxim o, resuena a lo largo
de todo este escrito, y se corresponde con el inte nto de d e scrib ir una psicología,
un carácter, no de los individu os, sino de los pueblos, en sus m anifestaciones
cu ltu ra le s más cotidianas.
6- Veáse el cap. 2, "D e la vida a la id e a ", en el que se desarrolla una búsqueda de los orígenes,
e se n cia s y d e stin o s de las fo rm a s c u ltu ra le s : m úsica , poesía, p in tu ra , te a tro , c ie n c ia , filo s o fía ,
h isto ria , ética y re lig ió n . C fr. la in tro d u cc ió n de Donald Levine a su antología, Georg S im m el. On
In d iv id u a lity and S ocia l Forms.
7- Klaus C h ristia n Kóhnke, "F o u r C oncepts of Social Science at Berlín U niversity: D ilthey, Lazarus,
S ch m o lle r and S im m e l".
1 4 GEORG SIMMEL
A la vez, si, con la d ista ncia tem poral que nos separa del texto, exam inam os
su vasto aparato b ib liog rá fico, habrem os de encontrar un dato que quizá sea no
menor. Además del enorm e listado de fuentes, los nom bres filosóficos de mayor
gravitación en el texto son los m ism os nom bres fundam en tale s que se suceden
con más insistencia a lo largo de toda la obra de Sim m el y que, habremos de
decir, contituyen las coordenadas más fundam entale s que estructuran su propio
pensar: Platón, Kant, Schopenhauer y Goethe.
vn
La historia de esta tem prana pieza de in icia ció n señala el rum bo de un sinfín
de controversias en torno al trabajo de S im m el. Toda su carrera estuvo marcada
por la estrecha incom prensión de las burocracias universitarias que tuvo que
padecer, y por el re con ocim ie nto de parte de las m entes más lúcidas de su
tie m p o . Así o c u rrió ta m b ié n con este e scrito , que fu e preparado para una
desventurada instancia académ ica8, y que al poco tiem po im presionó a Lazarus
y S te in th a l, que lo p u b lic a ro n en el Z e its c h r ift fü r V ólkerpsychologie und
Sprachwissenschaft, la revista que e d itab an 9 .
Decíamos más arriba que este estudio ha perm anecido poco menos que olvidado
en las referencias que se han hecho de la obra del autor. Max Weber, que por
otra parte tanto ha reconocido la in flu e n c ia de S im m el en su pensam iento, no da
▼
8 Sobre este lam entable episodio, Klaus C h ristia n Kónhke traza en Der ¡unge S im m e l (E l joven S im m eí)
una m inuciosa re c o n d u cc ió n : "L a d is e rta ció n que fue presentada a la fa cu lta d de filo so fía de la
U niversidad de B erlín en d ic ie m b re de 1 8 8 0 no se conserva. La com isión evaluadora de la universidad
designó com o sinodales a dos profesores (K óhnke duda de la idoneidad de estos profesores para
evaluar este e scrito): Z eller (de filo so fía ) y H e lm h o ltz (de física , fisio lo gía y psicología). Zeller, en su
inform e, evalúa, más que el co n te n id o de la d ise rta ción , las capacidades filo só fic a s, la form ación
filo só fic a de S im m el, y aconseja p e rm itirle dar el exam en oral para la prom oción, dado que había sido
prem iado por su tra b a jo sobre K ant (del que tam poco se conserva m ás que lo que S im m el después
elegirá para presentar com o d ise rta ción ). C ritic a los errores de ortografía y de sin ta xis y sobre todo la
e lección del tem a, que S im m el no podría abarcar. H e lm h o ltz ta m b ié n aconseja p e rm itirle dar el
examen oral, pero sólo si está d ispuesto a reem plazar este escrito por el que ya había sido prem iado,
sobre Kant. En su in fo rm e dice que el tem a fue co m p le ta m en te ‘ in a p ro p ia d o ’ , sobre todo para un
e stu d ia n te que no conoce los resultados de la psicología de los sentidos, por lo que su e sc rito no
sobrepasa la ‘exteriorización de op in ion e s' en el tem a. C ritica ta m b ié n errores de ortografía y estilístico s,
así com o que las cita s en otros idiom as pueden ser ‘escasam ente d e scifra d a s1. F inalm ente, S im m el
reem plaza para su examen de doctorado este e scrito por el de K a n t” .
9 La revista apareció en se ptiem bre de 1 8 8 1 y se co n tien e en el tom o 13, de B erlín, 1 8 8 2 . Cuánto el
a rtícu lo se d istingue de la d ise rta ción , no se conoce U bidem ).
1 6 GEORG SIMMEL
Por cierto, el Beethoven es uno de los libros que S im m el planeaba realizar en
su ú ltim a etapa com o cierre de una serie de cuatro vidas de artistas, y no alcanzó
a e s c rib irlo 15.
Después de 1911 y hasta su m uerte en 1 9 1 8 , Sim m el trabajó en estrecha
colaboración con Henri Bergson en el desarrollo de una filosofía de la vida. En
ese período, las resonancias de esta pieza de in ic ia c ió n que el autor había
com puesto a sus veintidós años vuelven a discurrir. En su inconcluso libro, en el
que escribe hasta sus ú ltim os días, In tu ic ió n de la vida, la m úsica se presenta en
form a sim ila r a com o lo había hecho en su trabajo de juventud. Sim m el habla de
la “ m ú sica” de nuestras expresiones, com o
“ rítm ica de la expresión, com o vibración deí se n tim ie n to más allá de lo
fija b le por conceptos, com o aquella ordenación tem poral y dinám ica del
ofrecer, más favorable para nuestra fa cu ltad de aprehensión, com o directa
y continua transm isión de un estado de ánim o que con palabras y conceptos
sólo podría com unicarse fra gm en ta ria m e nte ” 16.
!S- S im m el trabajaba sobre el proyecto de e scrib ir una tetralogía, com puesta por Goethe, R em brandt,
Shakespeare y Beethoven, de la que alcanza a e scrib ir sólo los dos prim eros volúm enes, que se e d itan
en 1 9 1 3 y 1 9 1 6 . [ Goethe, seguido d e l estudio “ K a n t y Goethe, para una h is to ria de la concepción
m oderna d e l m u n d o ” , tra d u cció n de José Rovira A rm engol, Buenos Aires, Nova, 1 9 4 9 ; R em brandt.
Ensayo de filo so fía d e l arte, tra d u cció n de E m ilio E stiú, Buenos Aires, Nova, 1 9 5 0 ],
16- In tu ic ió n de la vida, p. 6 2 .
Etzkorn, K. Peter: "Georg Sim m el and the Sociology of M u s ic", en S ocial Forces,
vol. 4 3 , 1 9 6 4 .
Sim m el, Georg: Cuestiones fundam entales de sociología. Barcelona, Gedisa, 2 002.
1 8 GEORG SIMMEL
eS TU D IO S PSICO LÓ G ICO S
y e m o L ó G ic o s s o B R e m ú s ic a *
2 0 GEORG SIMMEL
niños repiten prim ero lo cantado a lo hablado. Una m adre de cinco niños que
más tarde se d is ting uirían por su ta le n to m usical me ha dicho, por el contrario,
que ninguno de ellos cantó algo en tonos antes de los dos o tres años. La razón
del fenóm eno, creo yo, es sim p le m e n te que el niño apenas entiende el sentido
de las palabras antes habladas. Su repetición es una repetición autom ática. El
niño debe sostener la línea de co n tin u id a d de las letras para reproducirlas. Y
m ucho más fá c il de conservar y repro du cir que las letras es la cadencia con la
que se habla, que produce una im presión sensorial más aguda. Si el acento es
m o d u la d o de fo rm a c a n ta d a , n a tu ra lm e n te p ro d u c irá una im p re s ió n más
penetrante, por lo que el niño podrá im ita rlo más fá cilm e n te. Como la m elodía se
deja m antener en form a m ecánica más sencillam ente, es repetida por el niño
antes que la palabra. Lo que no se ha dem ostrado aún es que un niño sin
palabras empezara a cantar, sin que esto fuera una im ita ció n . C iertam ente el
canto sin palabras se observa sólo en a dultos; no en los niños, que siem pre
cantan palabras.
Qué rol juega a llí la m em oria se observa en lo siguiente. Un niño podría
repetir cantando una m elodía popular sim ple . Si sólo se le cantara antes, por
ejem plo, una m elodía de Chopin com puesta p o r los m ism os tonos (sólo que en
otra línea de co n tin u id a d ), no podría rep etirla. Y esto porque -c o m o tam bién
ocurre entre los a d u lto s - la m em oria no puede registrar tan bien la m enor seguidilla
natural de tonos. Que la reproducción le es al niño técnicam ente posible, lo
muestra la repetición cantada de los cantos populares.
Que algunos pueblos antiguos, antes del descub rim ien to de la escritura, hayan
cantado sus leyes es algo que se debe a trib u ir a la conciencia -in c lu s o oscura-
de la mayor fa c ilid a d de la reproducción por m edio de la conexión de los tonos.
No se trata en este caso sólo de que se hacía más fá c il la reproducción de esas
leyes gracias al carácter rítm ico de su exposición, sino de que el fin a l de cada
línea, coin cid ie n d o con el de otra, le daba un fun d am e n to objetivo a su fusión.
El parentesco de sangre de la poesía con la m úsica se revela de esta manera
evidente, ya que, com o es sabido, la poesía rítm ica y la poesía rim ada se graban
en la m em oria m ucho antes y de form a más duradera.
2- Cuanto más se eleva la capacidad lin g ü ís tic a , m ás reflexiones no a rb itraria s de este tip o estarán
envueltas en el terreno del habla. Tanto es así que in clu so los afectos que casi nos hacen perder el
se n tido , y que n a tura lm e nte sólo p ro ducirían un g rito in a rticu la d o , solem os expresarlos en palabras.
A nte un m iedo m uy intenso exclam am os “ ¡C ielo s!", “ ¡Jesús!” , o cosas parecidas.
2 2 GEORG SIMMEL
el afecto siem pre transcurre en ellas. Así, esos sonidos, rítm icam ente engendrados,
siguen la disposición total y especialm ente los pasos. La etnología nos enseña a
conocer en toda la tierra esos sonidos rítim ic o s en la aproxim ación al enem igo. Y
el ritm o es ya el prim er com ienzo de la m úsica.
Un segundo m o tivo para el s u rg im ie n to del canto puede haber sido un
sen tim ie nto general de bienestar y arm onía. Todavía se puede observar que la
gente habla más cuando está en arm onía que cuando se encuentra presionada.
P a rticularm en te los niños (incluso cuando están solos), hablan sin cesar cuando
están arm ónicam ente estim ulados.
Pero el hombre originario, para quien el m aterial del lenguaje, con todas sus
fa c u lta d e s de m o d u la c ió n y g ra d u a ció n , era todavía flu id o 3 y no se había
consolidado, com o entre nosotros, hacia una cadencia relativam ente estable,
debe haber usado un tono d iferen te al acostum brado para expresar, aun con las
m ism as palabras, esos a fe cto s a rm ón icos. Y ahora se vería cóm o, todavía
actualm ente, el m odo de hablar cam bia cuando expresamos afectos arm ónicos.
La cadencia del lenguaje es ta n to más m elódica y arm ónica cuanto más nos
apartam os, en altura y en profun didad, de nuestro m odo habitual de hablar,
com o si buscáram os una expresión externa de esa arm onía interna. Adem ás se
observaría cóm o el ánim o arm ónico afluye al ritm o, no sólo porque el ritm o y la
cadencia m elódica están en estrecha relación, sino tam bién por sí m ism o, esto
es, porque el m ovim ien to rítm ico de la danza es ciertam ente un reflejo -e n tre
o tro s - del ánim o alegre (Lazarus, Vida de l alm a, II, p. 136).
Los afectos
En esta categoría de los afectos puede contarse tam bién el a p etito sexual.
Que no puede com probarse que él sea el origen de la m úsica sin palabras es algo
que creo haber dem ostrado ya más arriba. Ahora.- si se deja a un lado que el
m edio más p rim itivo de liberación del apetito sexual que encontram os sobre la
tie rra es el rapto -q u e no puede decirse que sea un c o rte jo -, entonces una
elevación de la excitación sexual, cuando se expresa en palabras, puede llevar al
3 Com párense las num erosas m arcas de sig n ifica ció n en la m od u la ció n de los tonos que existen en
todos los lenguajes poco desarrollados con las que hay entre nosotros.
4 Sobre io d o : < A cce n tu s > e st e tia m in d ic e n d o ca n tu s o b s c u r io r T íi acento es tam bién un sonido más
oscuro ai h a b la r"]. C icerón, Orator, 5 7 , 4 -5 . Y en la Edad M edia se dice: A ccentus m ate r m usices [ “ El
acento <es> la m adre de la m úsica ” ].
2 4 GEORG SIMMEL
en aquellos prim eros orígenes a nin gú n im pu lso necesario hacia su posterior
desarrollo com o arte. N ingún viajero ha vacilado sin em bargo, pese a la increíble
m onotonía o disarm onía de los cantos de los salvajes, en reconocerlos como
m úsica.
Am m ian considera a los cantos de guerra de los Barden com o cantos, aún
cuando los com para con el sonido del mar al chocar contra las piedras. Para esas
diferencias en el ju ic io sobre lo que sería propiam ente m úsica, es característico
lo que dicen los chinos al oír cantos europeos: “ ahí ladran los perros"; m ientras
que su propia m úsica suena igual para un oído europeo.
Si aún en tiem pos tardíos -e n los que la m úsica de ningún m odo continúa
siendo un puro sonido n a tu ra l- aparecen esas diferencias y titu b e o s que hacen
que algo sea con sid erad o com o ca n to , o que lo sea sólo a m edias, o que
directam ente no lo sea, ¡cuánto más debe haber sido así en los tiem pos originarios,
cuando el m aterial sonoro todavía estaba en estado flu id o , y los lím ites entre
g rito , palabra y c a n to o s c ila b a n ! Que, p a rtic u la rm e n te en el p rim e r caso
m encionado, el canto parezca a veces más cerca del g rito in a rticu la d o que de la
palabra hablada es algo que se e x p lica c o n sid e ra n d o que cua n d o , todavía
actualm ente, un gran núm ero de irresponsables sin form ación m usical cantan
juntos, resulta más un puro ruido que tonos m usicales. (Sobre cóm o se puede
producir sólo ruido a p a rtir de tonos m usicales en sí m ism os puros -p o r ejem plo,
tocando a la vez, en un piano, todas las teclas de una o ctava- léase H elm holtz,
S ensibilidades tonales, p. 14).
Además, cuando la excitación se eleva al grado más alto, puede o cu rrir que el
canto no sea ya una com pensación su fic ie n te del afecto, y que ésta sólo pueda
encontrarse en los gritos. “ Voluntary In te rje ctio n s are o nly em ployed when the
suddenness or vehem ence o f som e a ffe c tio n or passion returns m en to th e ir
n atura l s ta te ” [ ‘‘Sólo se em plean interjeccio nes voluntarias cuando la tristeza o
vehem encia de alguna afección o pasión devuelve a los hom bres a su estado
n a tu ra l” ] (John Horne Tooke, The diversions o f purley, I, p. 6 2 ).
Es interesante, en relación con ese trá n sito del habla al canto y de éste al
grito, lo que relata Freycinet ( Voyage a u to u r du monde, I, p. 153) sobre los
“peuples sauvages de Rio de Janeiro, á t'époque de l ’arrivée des Européens"
[ “ pueblos salvajes de Río de Janeiro en la época de la llegada de los europeos” ]:
Cada tres o cuatro años estos pueblos celebran una festivida d religiosa en la que
el mago, llam ado Caribe, reúne al pueblo en tres edificios, separando a los hombres,
las m ujeres y los niños. “ Les Caraibes e n tro ie n t dans la m aison des hommes, et
tous ensem ble com m engoient dans a p a rle r fo rt bas; p u is ils ch a n to ie n t d ’un ton
*• Los b ra m ares dicen que la m úsica les fue co m unicada por Saravasti, la diosa del lenguaje. Platón
{Leyes, I) considera innecesaria a la m úsica sin texto, igual que San Agustín (C onfesiones, X, 5 0 ) y
H erder (Ideas para la h is to ria y c ritic a de la poesía, N° 3 3 ). Para Kant, por el co n tra rio ( C rítica d e l
ju ic io , § 1 6 ). la m úsica sin te xto se cu e n ta entre las “ bellezas lib re s ” .
6- “ Quand L u lli co m p o sa it ses beaux R é cita tifs, il p ria it q u e lq u e -fo is la Chammesse de lu i en déclam er
les paroles: ¡I p re n o it ra p p id a m e n t ses tons e t e n su ite il les ré d u is o it aux regles de l ’A rt." [ “ Cuando
L u lli com ponía sus bellos re cita tivos, a veces declam aba las palabras com o rezando: atrapaba así
ráp id a m e nte sus tonos y luego los reducía a las reglas del A rte .” ] (B atteux, Les beaux artes, p. 2 5 8 .)
2 6 GEORG SIMMEL
Bodenstedt (Escritos com pletos, III, p. 12 1) relata, sobre los soldados del
Cáucaso am antes del canto: “ Dejé que se me acercaran un par de los principales
cantantes para que me dictaran algunas de las canciones que más me habían
gustado; pero fue im posible que los m uchachos me dictaran una canción palabra
por p a la b ra . R ezo ngaron y c a n ta ro n c o n tin u a m e n te , y ya h a b ía n , com o
acostum bran, llegado al fin a l de la canción, cuando recién había term inado de
e s c rib ir la p rim e ra e s tro fa . Les d i a e n te n d e r q u e no p o d ría e s c rib ir
instantáneam ente al canto, que debían re citar la canción palabra por palabra.
Intentaron responder a mi deseo, pero les fue im p o sib le engendrar un verso de
esa manera. 'Señor, esas cosas no pueden ser recitadas, deben ser cantadas” ’ .
No necesito aquí recordar la fusión interna entre la poesía y el canto en la
antig üe da d clá s ic a ; qu ie ro sólo in tro d u c ir una única parte, que me parece
particularm ente característica (Cicerón, Pro Archia, 19, 4 -5 ): Saxa e t s o litudin es
voci respondent, bestiae saepe im m anes c a ntu fle c tu n tu r atque consistu nt: nos
in s titu ti rebus o p tim is non poetarum voce m oveam ur? [ “ Las rocas y los desiertos
responden a la voz, los anim ales salvajes a m enudo son d irigidos y se detienen
con el canto: nosotros, form ados en los m ejores tem as, ¿no nos conm overíam os
con la voz de los poetas?’’ ] De Orfeo, a quien alude aquí Cicerón, se nos inform a
que ha dom esticado anim ales salvajes con el tono de la pura m úsica; en ningún
lado se dice que ellos hayan enten d ido las palabras, las poesías, que él canta,
según el contenido; y con eso quiere ahora Cicerón defender a Archia, que sólo
era un poeta, que nunca en su vida debe haber necesitado un tono -p e ro las
representaciones Poesía y Canto están tan estrecham ente ligadas, la una anuncia
y prepara tan cabalm ente a la otra, que tam bién ahí, donde no están disponibles
relaciones recíprocas instantáneas entre ellas, se id e n tific a n sin duda la esencia
y los efectos de ambas.
Cuán característico es para la m úsica, por sobre todas las cosas, el ritm o -e sto
es, la repetición de partes de igual m edida-, lo m uestran los m ú ltip le s modos de
la o ra to ria , que señalan una re p e tic ió n de la m ism a form a a través de la
com paración con la m úsica: “ carecer debes tú , debes carecer” , es el canto eterno;
la vieja can tin ela , en el m ism o sentido: the oíd song- c 'e s t toujours la méme
chanson-, é sem pre la stessa canzone-, volverá la m ism a canción [en español en el
original].
2 8 GEORG SIMMEL
m úsica m ism o tiene efectos sobre la pulsación (Krieger, citado en Bastían, El
hom bre en la historia, II). Q uetelet encontró que su pulsación se acomodaba a
un m ovim iento rítm ico que él escuchaba o realizaba. Pero es muy probable tam bién
que, al revés, el pulso vivo, pe rcib id o com o rítm ico , y el latido del corazón, den
form a a una exteriorización sonora rítm ica.
Música instrumental
7- Conocí un viejo señor que siem pre m urm uraba para sí ca n c io n cita s , pero nunca de m odo tan claro
y acom pasado com o cuando estaba excitado, in clu so iracundo. La excita ció n conlleva una elevación
de la d isposición rítm ic a , que reside siem pre en la in sp ira ció n y la expiración.
*■ Esta o b jeción no es en sí m ism a exacta; m ie n tra s que la expresión del ánim o es subjetiva, su
reproducción ha de considerarse o b je tiva ; de m odo que no puede hablarse aquí de reproducción en
se n tido e stricto .
9 No sería im p o sib le que esa pisada para m arcar el com pás del canto fuera el origen del baile. Muy
probablem ente, se com portaría el b a ile en relación al andar acostum brado, com o el canto en relación
al lenguaje; los m ism os m om entos, que aquí llevaron a la ritm iza ció n , serían realizados a llí tam bién.
3 0 GEORG SIMMEL
En gene ra l, se supone que el c a n to sería el basam ento de la m úsica
instrum en tal. Yo no puedo ver la razón de ello, cuando no se entiende en este
sentido: Entre algunos polinesios sirven los aplausos, en lugar de algún instrum ento,
al acom pañam iento rítm ic o del canto (G erland-W aitz, VI, p. 7 8 ); lo m ism o relata
Brugsch ( Inform es de viaje desde Egipto, p. 2 5 4 ) sobre los N ubiern; de los
Carolinos del noroeste se inform a que acom pañan el canto a través de golpes al
com pás en la cadera (Clain bei le Gobien, H istoria de las Islas Marianas, p. 4 0 6 ;
Chamisso, que viajó más de cien años después, notó a llí, todavía, la ausencia de
instrum entos: véase su Viaje del descubrim iento, I, p. 3 3 3 ).
Salvado m enciona el choque de armas al cantar (M em oria histórica de Australia,
3 0 6 ): "G l1 in s tru m e n ti a fia to ed a corda sono perfeta m ente sco nosciuti ag li
indigeni d i Nuova Norcia, come aitresi é ad essi ignota qualsivoglia sorta d i tamburo.
Usano p e r’ accom pagnare i loro c a n ti g iu liv i con due de lle stesse loro a rm i
percuotendole l ’una contra l ’a ltra .” [ “ Los instrum entos de viento y de cuerdas
son com pletam ente desconocidos entre los indígenas de Nueva Norcia, como
tam bién resulta desconocida cualquier clase de tam bor. Para acom pañar los cantos
de jú b ilo usan dos arm as ¡guales, percutiendo una contra la o tra ’’].
Por la m ism a razón, los pueblos naturales tienen absolutam ente un sentim iento
encendido por los instrum entos de viento; el ritm o se caracteriza más agudam ente
en ellos y se ubican más cerca del canto, de la form a m usical com pletam ente
prim era, que de los instru m e nto s de cuerdas. Lartet describe dos flautas de
huesos, que han sido encontradas en cavernas ju n to a piedras para el fuego y
restos de anim ales exting uid o s (cita do en El origen del hom bre, II, p. 3 4 ).
Observación: Esas fla utas de huesos pertenecientes a los prim eros tiem pos
de la c u ltu ra se encuentran tam bién en Sudam érica (Ejem plares en el
Museo E tnográfico de Sudam érica de Copenhague). En italiano se usa
ossa [hueso] para silb a tos (B ocaccio, El Decamerón, III, p. 10). En el
Tíbet se usan las "huesos de las ca nillas hum anas" com o instrum ento
m usical (Turner, Viaje com o enviado a l Tíbet, p. 3 4 9 ). H am ilton ( Paseo
en Á fric a d e l norte, p. 2 1 3 ) habría oído en A ngila “a curious double
clarionet, fo rm ed o f the le g bones o f th e eagle or v u ltu re " [ “ un curioso
cla rin e te bajo, form ado por los huesos de las patas del águila o b u itre ’’].
M artius (op. c it.) com enta que sus in te rp re ta cio n e s de vio lín no habrían
producido ninguna im presión en los indios; del m ism o modo, flautas muy suaves
causan inclu so menos im presión en algunos pueblos naturales, com o Seeman
(II, p. 6 7 ) relata acerca de los esquim ales en el mar quieto. Entre otros pueblos
esos instrum entos son los más amados, pero especialm ente los de sonido alto;
cuando llegaron a la Europa occid en tal, los magyares sólo conocían instrum entos
de viento (en consecuencia, sólo los nom bres de estos ú ltim os tienen para ellos
orígenes nacionales; para designar a los demás instrum entos tom aron palabras
de los idiom as europeos). Esa in c lina ció n se conserva aún en los tiem pos de
Ladislao VI y Luis II; del orden de preferencia que existía aún en esos tiem pos se
ve que en las ca p illa s reales los m úsicos de instrum entos de viento eran preferidos
a los otros (D elaborde, I, p. 1 5 7 ). En todo caso eso se relaciona con el carácter
pasional y guerrero de esa nación; de hecho, hasta hoy nuestra m úsica de guerra
es sólo m úsica de percusión y de vientos, y con seguridad esto no se debe sólo a
razones técnicas.
Tam bién los habitantes de Kam schatka (S iberia) han llegado sólo hasta los
silbatos de tip o chirim ía. En Liefland y Esthland el instrum ento más viejo y difundido
es la gaita (H upel, N oticia s topográficas, II, p. 133). Los polinesios conocían sólo
tam bores, fla uta s y trom petas de conchas m arinas (G erland-W aitz, VI, p. 7 7 ), y
lo m ism o ocurría con los m elanesios (ib id ., p. 6 0 4 ) y los mexicanos antiguos
(Sartorius, Estado de la m úsica en México, Cacila, Tomo 7).
3 2 GEORG SIMMEL
Existe una analogía entre el desarrollo de la m úsica vocal y el de la instrum ental.
El puro ruido, que es el com ienzo de la m úsica in strum ental, corresponde al
texto, que es el com ienzo de la la vocal. El lenguaje rítm ico, el paso decisivo
hacia el canto, corresponde al ru ido rítm ico y a aquellos instrum entos de viento
que sólo producen entre uno y unos pocos tonos alternados; por ú ltim o , la
m odulación, el propio canto -q u e , com o nuestro entero desarrollo ha dem ostrado,
aparece después de la ritm iza ció n , y no es en la m ism a m edida, claram ente, un
producto n a tu ra l-, se corresponde con los in stru m e ntos de num erosos tonos
m elódicos o scilacilantes. Los instrum entos de percusión, entonces, son los que
más tem pranam ente encontram os.
Bossman ( Viaje a G uinea, p. 1 7 0 ) inform a que los Mohren, cuya m úsica él
tiene por m uy bárbara, tendrían por lo m enos diez tip os de tam bores diferentes.
Entre los más antiguos instrum entos griegos encontram os m edios para producir
ruidos de diversas form as: a e ía x p o v , TÓp.7iavov, K póxaX ov, K Ú ^ P a lo v [ “ sistro,
tim b a l, castañuela, c ím b a lo ” ].
W aitz ve entre los indios sólo instrum entos de percusión, raram ente una flauta
y a lo sum o de 6 agujeros. Freycinet (I, pp. 6 6 3 y ss.) alaba de la m úsica de
Tim or ‘‘des a irs fo rt m é lo d ie u x ” [" lo s aires m uy m e lo d io s o s "]; pero com o
instrum entos sólo conocían el tam bor tantán y otros instrum entos de percusión.
Los instrum entos de percusión se encuentran d ifu n d id o s sobre toda la tierra, lo
que por ejem plo W ilkes ( Expedición de exploración) describe entre los esclavos
en Río de Janeiro: "a ra ttle m ade o f tin, s im ila r to a c h ild 's ra ttle " ["u n a matraca
de lata, parecida a un sonajero’’]; cada museo etnológico m uestra la im presionante
difusión de estos instrum entos, que aparecen en m uy numerosas variantes, sobre
todo fabricados con fruto s ahuecados y secos, rellenados con piedritas o granos10.
Consecuencias
10' En Nueva Guinea se usan com o maracas, incluso, calaveras hum anas capturadas, rellenas con
piedras, carozos de fru ta s duros y piedra pómez (E jem plares en el Museo Godeffroy, com o inform ó
Andree, Paralelos e tnográficos, p. 1 4 0 ). Tam bién se encontraron sonajeros en las antiguas tum bas
paganas de Alem ania (Un e je m p la r en la cole cció n de la Sociedad Alem ana en Leipzig; para otros
casos, y para la lite ra tu ra correspondiente, véase Ploss, E l niño, II, p. 2 1 9 ).
Igual que el lenguaje se asocia con los pensam ientos concretos, la m úsica se
conecta con los ánim os más fugaces: la m úsica trae los ánim os a la vida, porque
los ánim os trajeron la m úsica a la vida. De manera sim ilar, tam bién en la poesía
la representación del poeta despierta en el oyente una representación análoga,
"■ S ch w e in fu rth (op. c/'f., II, p. 3 4 ) en co n tró entre los naturales de N iam ey (N ige ria ) la m úsica más
m onótona, a pesar de las d e sta ca b les d is p o n ib ilid a d e s m u s ic a le s que les p e rm itie ro n d e sc u b rir
in stru m e n to s bien co n stru id o s con bases de resonancia.
lz- A sim ism o , ese tip o de m úsica soporta ta m b ié n la e xcita ció n m ístic a , de cuya observación la
to n a lid a d un ifo rm e tie n e com o consecuencia ta n tos cantos relacionados con la p rá ctica religiosa, no
m enos e ntre las iglesias cris tia n a s y ju d ía s que entre las cerem onias religiosas de pueblos africanos
y a siá tico s (ver J.L .K ra p f, Viajes a Á fric a o riental, II, p. 1 1 6 ).
3 4 GEORG SIMMEL
sólo que en la m úsica, en lugar de la representación, se ponen en juego los poco
claros sentim ientos, que en la poesía entran sólo m ediadam ente. En el poeta, los
sentim ientos se an ticip a n a las representaciones; en el oyente, las siguen. La
poesía, entonces, estim ula los sentim ien tos, que en el poeta se anticipan a su
creación. Son así fenóm enos, com o los que siguen, fá ciles de entender.
A lfie ri, antes de poetizar, solía preparar su espíritu escuchando m úsica. “ Casi
todas m is tragedias - d ijo una ve z - las esbocé en pensam ientos al oír m úsica, o
pocas horas después". M ilto n era poseído por una inspiración solem ne al escuchar
atentam ente el órgano. La m úsica era ta m b ié n una necesidad para W arburton, el
perceptivo poeta. Un fam oso predicador francés, M assillon, esbozaba sus prédicas,
que debía sostener frente al palacio, m ientras tocaba su violín. Palleske m enciona
el im pulso que S ch ille r re cibió de la m úsica, según inform es de S treicher*. Con
eso está en todo caso relacionada la vieja costum bre del preludio m usical en las
rapsodias, que se ha conservado en la costum bre, que casi sin excepción tienen
los com positores, de hacer em pezar una canción no instantáneam ente con el
canto, sino con el preludio del instrum ento acom pañante.
* S ch ille r, en “ D ile tta n t" ( “ D ile ta n te ” ): “ Porque te sale un verso en un lenguaje co n s titu id o , que para
ti poetiza y piensa, te crees ya p o e ta ." (Nota del e d ito r alem án)
Desarrollo de la música
3 6 GEORG SIMMEL
precisam ente el tono y él es lo ca racterístico. He observado que cantantes que no
podían seguir ordenadam ente el texto de su canción y que por eso cantaban de
modo absurdo, no por eso dejaban de seguir la m elodía con la percepción y el
e n tendim ie n to más verdaderos y profundos. Esto es justam ente una prueba del
carácter de la m úsica como arte: ella despierta percepciones típicas, que totalm ente
en sí m ism as encierran y cubren la percepción más in dividu al que despierta la
palabra.
Con sensibilidad profunda, el idiom a alemán refiere al proceso de hacer m úsica
como "ju g a r’’ [ “ Spieien"]-, en los hechos ella es ahora un juego, y debe serlo, si
quiere ser de otro modo arte; en su com ienzo fue seriedad, en la m ism a m edida
en que lo son el lenguaje, el g rito y c u a lq u ie r otro sonido natural.
El ingeniero francés Víctor Renauld observa el curioso hecho de que entre los
botocudos hayan sido casi siem pre las m ujeres las dedicadas a la invención de
nuevas palabras, así como de sus canciones y de cantos de lam entos. En Siam, la
m úsica es casi la única ocupación de las m ujeres: “ the highest a m b itio n o f the
fa ir sex is to posess the fa c u lty o f p e rfo rm in g the g ra c e fu l evolutions a nd c harm ing
tunes o f the Lakhon-puying. Their p erception o f concord in the notes is as acute
as th a t o f an European m usician, and they are e q ua liy as long in tu n in g th e ir
in s tru m e n ts " (Bowring, Siam , p. 1 50 ) ["L a mayor am bición del bello sexo es
poder practicar los graciosos m ovim ientos y los encantadoras tonadas m usicales.
Su percepción de la arm onía en las notas es tan aguda como la de un m úsico
europeo, y son tam bién tan cuidadosas com o ellos al afinar sus in stru m e n to s"].
Entre los habitantes de Kam schatka, según Andree [La región de Am ur, p.
197), son las m ujeres las poetisas y com positoras. En Esthland, el canto pertenece
a las damas (véase Herder, De las canciones de E sthland). En el Viejo Testamento,
desde Moisés hasta David, sólo se encuentran dos referencias a alguna lírica, es
decir, poesía cantada, y las dos en la boca de mujeres-, en la de Deborah, que
canta su canción de victo ria (aunque ju n to a Barak) (Jueces, 5), y la canción de
alabanza de Hanna para el na cim ien to de Samuel (Sam uel I, 2).
Delaborde ( Ensayo I, p. 1 58 ) com enta, sobre los magyares húngaros: “ On voit
encore chez les paysans, q u i g a rd e n t p lu s longtem ps les m oeurs p rim itives, les
jeunes filie s s'assem bler aux jo u rs de féte et cha n te r en choeur des odes et des
poésies anciennes, ce q u i n 'a rriv e ja m a is aux je u n e s g a rg o n s " [ “ Entre los
14' Es curioso cóm o, entre algunos pueblos, la generalm ente estrecha relación entre m úsica y danza se
revierte cuando la dig n ida d entra en juego. Entre los rom anos el ca n to es ta m bién rechazado en los
prim eros tie m p o s: nostris m orib u s abesse a p rin c ip is persona ["se g ú n nuestra costum bre, se aparta de
la d ignidad de un hom bre e m in e n te " (C ornelio N epote, E panim ondas, 1, 2 -3 )]; el baile, por el contrario,
es considerado incluso un vicio ( nepos). Pero ya en los tie m p o s grecos d is tin g u id o s jóvenes aprendieron
a cantar (S cip io ap. M acrobium , II, p. 10), m ie n tra s que la danza fue por largo tie m p o más un sím bolo
de desvergüenza reprobable. Entre los Oezbegen, según Vám béry ! A pu n te s desde A sia central, pp. 7 3 y
ss.), danzar es sólo digno de una dam a, pero se les d ic ta clases de m úsica incluso a los príncipes de
la casa dom in a nte . Por lo m enos la fija c ió n de una d ife re n cia e ntre los sexos en esa relación, lo
m uestra tam bién el hecho co n tra rio : Entre los te h ue lch e s bailan sólo los hom bres (M usters, ya citado,
p. 6 7 ). Así ta m b ié n sucede en Turquía, donde cie rta m e n te razones externas pueden o frecer los m otivos.
En H isinene encontró Cameron ( Travesía p o r Á frica, I, p. 1 6 3 ) entre las m uy obscenas danzas, una
d ivisió n e stricta entre hom bres y m ujeres. Entre los persas, no es propio de un hom bre libre el cantar
y el b a ilar, a pesar de la pasión por la m úsica y la danza (Polak, Persia, p. 2 9 2 ). Entre los persas, la
m úsica que no sirve a las cerem onias religiosas fue practicada sólo por los estratos más bajos { Libro
de Kawus, p. 7 3 2 ; Brugsch, Viaje a Persia, p. 3 8 9 ).
3 8 GEORG SIMMEL
M úsica m e d ic in a l de Schneider, I, pp. 7 4 y ss.). Entre ios insectos m usicales,
sólo las hem bras hacen m úsica. En sus cerem onias lascivas, las m ujeres de
Kim bunda tocan tam bores y fla u ta s sólo cuando luego del canto han bailado ya
la escandalosa danza del Kanye; entonces se les perm ite acercarse a los hombres,
a los que quieren in c ita r a todos los excesos (Magyar, Viajes a Sudáfrica, I, p.
3 14).
Las sirenas tie n ta n con el canto a los que pasan, atrayéndolos “ con su aguda
c a n ció n ” [Circe, La O disea, XII, 4 4 , N. del E.J. "Los labios de la prostituta son
más dulces que la m iel virgen y su garganta es más resbaladiza que el aceite"
( Proverbios de Salom ón 5, 3). La relación de la m úsica con los acontecim ientos
sexuales se torna clara tam bién por el hecho de que en todos los pueblos naturales,
en los que la pubertad y la c irc u n c is ió n (ta n to de los jóvenes com o de las
m uchachas) da ocasión a festejos, la m úsica juega en ellos un rol central (ver
ejem plo en Ploss, ya cita do , y otros).
Ahora bien: cuanto más se dediquen las m ujeres a la m úsica, más fuerte
habrá sido tam bién su sensib ilida d para la m ism a. D obrizhoffer ( H istoria de los
Abipones, II, p. 1 70) narra que su toque del violín atrajo prim ero a una m u ltitu d
de damas, y sólo después a los jóvenes. Salvado (p. 3 0 6 ) relata sobre los cantos
de los australianos: “ i lam en tavo li c a n ti li com m ovono in guisa da attegiare le
fisionom i, e q ue ile donne speciam ente, in m odo veramente lagrim evole" [ “ Los
cantos lam entosos lo conm ovieron por ia manera de colocar los sem blantes, y
especialm ente aquellas m ujeres, de manera verdaderam ente lacrim ógena’’]. Que
pronto se hace notar una difere ncia entre hom bres y mujeres, y ciertam ente,
com o en todos los fenóm enos de la vida de los pueblos naturales, que lleva a
opiniones m ísticas y rezos, lo m uestran hechos como los siguientes.
Entre los A schanti, no le es p e rm itid o a ninguna m ujer tocar ninguno de los
numerosos instrum entos de los que disponen; el canto es la única form a de la
m úsica en la que ellas particip an (B ow dich, p. 4 6 8 ). Ciertas canciones de la
India pueden ser cantadas sólo por hom bres (Jones, p. X II). En Lukanor hubo
canciones que pudieron ser cantadas sólo por m ujeres, y otras, sólo por hombres
(M ertens, R ecu eil des actes..., p. 146). “ Se hace tam bién m úsica (en Loango,
en las chozas h a b ita d a s por las m u ch ach a s para el tie m p o de la prim era
m enstruación) y ciertam ente con am bos instrum entos p rim itivos sólo usados por
el sexo fem enino, el ntubu y ku im b i, que no falta n en las chozas de las m ujeres
jóvenes” (Pechuel-Losche, en la Revista de etnología, año 10, Cuaderno I).
E S T U D IO S P S IC O L Ó G IC O S Y E T N O L Ó G IC O S ... 3 9
El estribillo
4 0 GEORG SIMMEL
Brugsch ( Inform es de viaje desde Egipto, p. 2 5 4 ) refiere la m elodía del canto
de su núbico m arinero, "q u e canta un solo, m ientras el coro acom paña su canto
con palm as y repite partes in d iv id u a le s".
La presentación del coro griego fue canto real, para el que se seleccionaba
una tonalidad tan sim ple y popular que el pú b lico coreaba a veces las m elodías
conocidas (W eitzm ann, H istoria de la m úsica griega, p. 2 3 ). En la zafra los negros
cantan seguido para no agotarse en el trabajo: una negra "entonne d 'u n e voix
sonore un couplet, d o n t le refra in est répeté en c ho eu r” [ “ canta con voz sonora
una copla cuyo e s trib illo es repetido en c o ro "] (P ontécoulant, Fenómenos, p.
1 30). El E scoliástico a Píndaro 9, I cuenta que, en las olim píadas, el pueblo
cantaba tres veces el e s trib illo T iiv e íÜ a x K C tA A ivu ce [ “ vencedor de bella v icto ria ” ]
a las palabras con las que se daba a conocer el nom bre del vencedor; ésta es una
antigua co stum b re .'
La canción popular
En el m ism o punto se ubica tam bién el surgim iento de las canciones populares.
Se com prende teórica y em píricam ente que las partes especialm ente resonantes
de un canto solista im pulsan al a u d ito rio a corear y a repetir. Así, debieron ser
más conocidas y recordadas las canciones que contenían m uchas de estas partes.
A eso se agrega la relación con la palabra, que fa c ilita ría el recuerdo. Desde el
coro o rig in a rio deben haber llegado a eso los m iem bros in d iv id u a le s de las
com unidades, de modo c o m p leta m e nte acorde con la naturaleza, cuando se
sintieron obligados a cantar, en los tonos conocidos por ellos; en absolutam ente
todos los hom bres dom ina una fu e rte in clin a ció n a expresar su ánim o en m elodías
ya conocidas, antes que a darles nueva fo rm a .15
* E scoliástico a Píndaro. "E ratóstenes em pero dice, que la canción de A rch ilo co no sería un canto de
victo ria , sino un him no a H e rá clito , " trip lic a d o ” no s ig n ifica (en Píndaro) que se com pone de tres
estrofas, sino que el e s trib illo “ Tú, v icto rio so !” es cantado tres veces. Sobre la form a “ Tenella” dice
Eratóstenes, que cuando fa lta el fla u tis ta o el m úsico de la cítara, el cantante p rin c ip a l d ice esa
palabra, que no pertenece a la ca n ció n , a lo que el coro responde "T ú , vic to rio s o !". Así se o rigin ó la
co n jun ció n “ Tenella, tú , v icto rio so ". (N ota del e d ito r alem án)
ls- De modo s im ila r observa A ristóteles ( Problem ata Physica, Libro XIX, 5) que en la m úsica escucham os
preferentem ente algo conocido a algo desconocido. Del m ism o modo, Goethe: “ La m úsica en el m ejor
sentido necesita m enos la novedad -m á s bien, cua n to más vieja es, cu a n to más costum bre es, más
efectiva es".
16- D e term inar si concurre aquí algún m om ento físico , si la variedad de las laringes y del sistem a
a u d itiv o e ntre las d ife re n te s razas y pueblos co n d ic io n a la fre cu e n te y s im p lific a d a producción y
reproducción de cie rta s canciones y la e vitación de otras, es una de las la m e ntablem ente todavía
fa n tástica s tareas que se le presentan a la antropología.
4 2 GEORG SIMMEL
decir, en concordancia con la verdad, que son las palabras del pueblo, así tam bién
podemos nosotros, según lo que venim os de indicar, considerar cada m elodía
com o em anación del alm a del pueb lo17, cuyos rayos aislados se han reunido en el
punto cú lm in e de un ta le nto personal.
Dentro de la generalidad de los se n tim ie n to s que son expresados en las
canciones populares, es especialm ente destacable un fenóm eno, que se encuentra
con frecuencia ya en los más bajos niveles de la práctica de la m úsica: que la
m úsica es usada para expresar representaciones concretas y especiales. Dallas
( H istoria de los negros..., de Jam aica) dice: “ It is very rem arkabie, th a t the Maroons
had a p a rtic u la r c a li upon the horn o f each in d ivid u a l, by w ich he was sum m oned
from a distance, as easily as he w ould have been spoken to by ñame, had he
been n e a r" ["E s m uy notable que los negros tenían una form a p a rticu la r de
llamarse con sus cuernos o cornetas, por la cual cada individuo podía ser convocado
desde lejos, con la m ism a fa c ilid a d con la que se lo habría llam ado por su nombre,
si hubiera estado cerca’’ ].
“ Los nativos de Ashanti afirm an poder conversar entre ellos a través de sus
flautas, y un viejo residente de Akkra me aseguró que había oído esos diálogos y
que cada oración le había sido aclarada” . “ Toda la gente de altos estratos en
Ashanti tiene m elodías especiales para sus cornetas” . (B ow dich, pp. 40 1 y 4 6 4 ).
Entre los tiro le se s, el c a n to tiro lé s sirve con fre c u e n c ia al o b je tiv o del
ente nd im ie nto , igual que el canto entre los gondoleros venecianos y las damas
del Lido. Los indios disponen de m elodías especiales para d e scribir cada tiem po
del año (Jones, p. 28). Entre los persas, un tono determ inado, el Zer-Keki, actualiza
la representación de la riqueza (Jourdain, V, p. 3 0 4 ). En Camerones (M alasia
o ccidental) se com unican las noticias a través de los tonos de los cuernos, y en
Bissaux se p u b lic ita n de ese modo las órdenes del rey (W aitz, I, p. 157). Es
exactam ente lo m ism o cuando en Tahití se tienen cantos especiales para la
construcción de una casa, la caída de un árbol o la inm ersión de una barca en el
mar (G erland-W aitz, VI, p. 8 3 ).18 En las islas Fidji se reúne al pueblo para las
cere m o n ia s ca n íb a le s a tra vé s de g o lp es de ta m b o r, que tie n e n un ritm o
W
15- En especial la reconocida por Platón.
4 4 GEORG SIMMEL
propia esencia de éstos. Tam bién puede perfectam ente e x is tir20 una delicadeza
externa entre las m uy vehem entes pasiones artísticas.
Salvado (p. 3 0 6 ) com enta que los nativos australianos em piezan ellos m ism os
a cantar y a bailar y retom an entonces el trabajo con renovado coraje y fuerza.
“ Quante volte m i sonno servito de lle loro canzoni de ba ilo onde in c oraggiarli ed
in fia m m a rli nei lavori cam pestri? Non una, ma m ille volte, essendosi s d ra ja ti per
térra lassi de lle forze ed a n n o ia tisi, n e l s e n tirm i cantare M achieló, M achielé, che
é una delle loro p iú co m m u n i e p iú favorite c a n z o n i.” [ “ ¿Cuántas veces me he
servido de sus canciones de baile para alentarlos e inflam arlos en las labores
campestres? No una, sino m iles, resultando echado por tierra a la fuerza y aburrido,
al sentirm e cantar M aquieló, M aquielé, que es una de sus canciones más com unes
y más favoritas.’’]. Así, en todos lados, la m úsica es relajación para los trabajadores.
Observación: La m úsica es la com pensación natural para la excitación
surgida del trabajo; así, será tan firm e su conexión con ciertas acciones
enérgicas que en contraposición ella tam bién despierta energía.
Freycinet (p. 6 6 5 ) dice acerca de Tim or: “ Les habitans, lo rs q u 'ils travaillent,
ch a n te n t presque sans cesse, s u r-to u t s i l'o cc u p a tio n á laquelle ils se livrent,
exige le concours de p lusie urs in d iv id u s et une sorte de s im u lta n é ité d'action,
com m e qu an d il le u r fa u t pagayer dans une pirogue, p ro te r en com m un de
lourds fardeaux, battre le riz etc., de m ém e aussi p ou r s'encorager l'u n l'a u tre á
l ’ouvrage" ["M ie n tra s trabajan, los habitantes cantan casi sin parar, sobre todo si
la ocupación a la que se dedican exige el concurso de varios individuos y una
suerte de sim ulta neidad de acción, com o cuando deben remar en una piragua,
cargar junto s grandes pesos, c u ltiva r el arroz, etc., así com o tam bién para darse
ánim os unos a otros en el tra b a jo ” ].
Nec solum in iis operibus, in q uib u s p lu riu m conatus praeeunte aliqua iunda
voce conspirat, sed etiam sin g ulo ru m fa tig a tio q u a m lib e t se ru d i m odulatione
s oiatur [ “ Y no sólo en aquellos trabajos en los que el esfuerzo de m uchos va de
acuerdo con alguna voz que lo precede, sino tam bién la fatiga de cada uno de los
20' Tam bién en la Edad M edia cris tia n a son subrayados especialm ente los efectos relajantes de la
m úsica, que llegó a convertirse en el sím bolo de la m oderación y la fa lta de afectos (e jem plo en Santo
Tomás de A quino, en las e xp licacio n e s sobre el c a n ticu s ca n tico ru m [ “ el cantar de los cantares” ] y
sobre un fresco de la C apilla de los Españoles). A quí el m otivo, por lo m enos en parte, puede haber
residido en el carácter ascético de ese tie m p o , que re virtió concientem ente la te n de n cia natural en
sentido contrario.
21- C iertam ente ta m b ié n son reavivadas las fuerzas de algunos a n im a le s para nuevos esfuerzos (por
e je m p lo , de los cam ellos en sus agotadoras travesías por el desierto) a través de la m úsica.
4 6 GEORG SIMMEL
roles: A los líderes del estado griego les resultaba más im portante apaciguar
en lo p o s ib le las a lm a s qu e p ro m o v e r la p a la b ra a c ü ( j) p o a i) v r ]
["te m p la n z a "], m ientras que los del pueblo romano, en concordancia con
las te n d e n c ia s guerreras del Estado, q u isie ro n in c ita r en lo posible
enérgicam ente los caracteres.
A algunos les ha parecido extraño que entre los pueblos salvajes, que en sus
intentos pictóricos, ciertam ente, am an por lo general las aventuras fantásticas,
los colores estridentes y las form as fuera de norma, se encuentre preferentem ente
la m úsica m onótona. Así es entre los botocudos, en tan to que M artius dice de
ellos, com o de todos los nativos originarios de Am érica (que tienen todos m úsicas
muy m onótonas): “ Él (el nativo de Am érica) puede aum entar lo desacostum brado,
lo grotesco y salvaje, p intar lo extraño hasta lo inaudito y horroroso".
Del m ism o modo, precisam ente, ios isleños de Fidji aman las historias más
crueles, tensionantes y fantá sticas, m ientras que su m úsica es aterradoram ente
m onótona. Pero, en prim er lugar, esos pueblos se sitúan aún más cerca del
origen de la m úsica desde el lenguaje, dado que ella surgió sólo a través de la
elevación gra du a l de la m odulación y el ritm o, por lo que prim ero fue, por cierto,
muy monótona. La unión orgánica con la palabra le im puso una atadura, que el
recitado m oderno m uestra todavía. Y así dom ina una cierta m onotonía tam bién
en el arte p ictó rico de los pueblos naturales; H um bold t ( Observaciones de la
n a tu ra le z a I, N ota 5 1 ) de sta ca que p u e b lo s toscos en su te n d e n c ia a la
s im p lific a c ió n y generalización del contorno son im pulsados por su disposición
espiritual interna a la repetición rítm ica y a la hilazón de las imágenes. Eso
em parentaría la te n d e n c ia a lo fa n tá s tic o , e tc ., con una c o rrie n te hacia lo
m onótono-rítm ico.
Un aspecto de lo m ism o residiría en ¡os im pulsos a la im itación de los pueblos
incivilizados (lo que tam bién observamos entre nuestros estratos sociales incultos):
de modo que, cuando, por ejem plo, uno cualquiera ha garabateado algo en una
piedra, todos, que vinieron del m ism o cam ino, garabatean lo m ism o o algo sim ilar,
com o se desprende del co no cim ie n to de los dibujos rupestres en toda la tierra (la
m ejor sinopsis se encuentra en Andree, ya citado; com párese además la analogía,
p. 2 8 7 ). Entretanto, existe aún entre toda la monotonía de los cantos una estridente
y d isa rm ó n ica c o n ju n c ió n de m uch as voces y un ensam ble de la línea de
c ontinuida d in dividu al de los tonos. “ Como el estómago de los árabes prefiere la
carne cruda y el calor del hígado aún hum eante extraído del anim al, así tam bién
su oído prefiere en la m ism a m edida su m úsica áspera y d isarm ónica’’ (Baker,
The N ile trib uta rle s o fA bissin ia, p. 2 0 3 ). Se puede entonces form ular una analogía
E S T U D IO S P S IC O L Ó G IC O S Y E T N O L Ó G IC O S ... 4 7
-a u n cuando de ningún modo quiero presentarla com o p e rfe cta -: así como las
figuras uniform es que se repiten se com ponen de form as individu ale s fantásticas
y salvajes, así tam bién los cantos m onótonos se com ponen de tonos repetitivos,
del m ism o modo inarm ónicos, estridentes e individuales.
En aparente contra dicción con esa fa lta de sentido m usical, sabemos que los
indios y los árabes tienen un oído increíblem ente agudo, escuchan a distancia
todos los ruidos que para los europeos quedan ocultos incluso en m edio de un
sile n cio inalterado. Aquí im pacta un pasaje de S te inth al (Origen del lenguaje, 3 a
ed., p. 3 0 6 ): "Yo derivo la preem inencia del hom bre (frente a los anim ales) casi
por com p le to de su posición erguida. A eso se agregan los otros sentidos (a
excepción del ta cto), los cuales, en co nju n to , producen efectos -y aquí Herder
viene a la m e m o ria - más débiles en extensión pero más fuertes en intención, es
d e cir, que se e x tie n d e n sobre d is ta n c ia s m enores pero e xp e rim e n ta n más
im presiones, esto es, que descubren más propiedades en las cosas y diferencian
exactam ente las m ism as propiedades de num erosas cosas". (A unque luego
S te inth al c a lific ó de anticuada la com pleta exposición de la cual está extraído
este pasaje, esta observación, tom ada en sí m ism a, es ciertam ente correcta).
Aquí quiero hacer hincapié apenas en que sólo la necesidad de la vida ha
form ado esa agudeza del oído entre los pueblos naturales, que estaban totalm ente
abocados a la búsqueda del a lim e n to y del enem igo. Esa agudeza del oído puede
proceder tam bién de la co ntinua qu ie tu d que rodea a la mayoría de los pueblos
naturales, igual que su aguda visión proviene de su horizonte ilim ita d o (los hombres
que viven entre m uros angostos se vuelven estrechos de m iras). Por eso, esa
form ación, que requiere p e rcib ir ruidos m uy bajos, oscilaciones del aire de muy
baja intensidad, es aún -é s ta es una pura h ip ó te s is -s ó lo parcial: las capacidades
del oído m usical, en especial la de fraccio na r en sus com ponentes acústicos las
com plicadas oscilaciones que surgen en la con ju nción sonora de tonos diferentes,
no está a llí dada todavía. Si esto se pudiera com probar, sería un corolario
interesante para Fechner ( P sicofísica, II, p. 2 9 3 ) y en especial para el m ism o
pasaje cita d o de la Audiología de Erhard. Que por fin la form ación del oído sólo
es parcial, que específicam ente la form ación m usical no necesita ser ligada con
otros aspectos del m ism o, lo te s tific a el hecho de que G. Carus describa a W. von
H u m bo ld t com o un “ hom bre o yente", m ientras que fue sorprendentem ente poco
concebido para la m úsica (com párese Kant, C rítica d el ju ic io , § 51, 3).
4 8 GEORG SIMMEL
Desarrollo técnico de la música
El descu b rim ie n to propiam ente te m á tic o fue enm arcado en los estrechos
lím ites de la escasa cantidad de tonos en cuyo interior las melodías griegas pudieron
moverse en los instrum entos de cuerdas. El interés no pudo entonces residir en
los tem as y sus novedades, sino sólo en la fineza de los m atices y la exposición.
De modo por com pleto sim ilar, en el teatro griego lo que ofrece el c rite rio para la
valoración de la obra no es el m aterial, que se repite constantem ente, sino sólo
su desarrollo co m p le to y sus variaciones. Schopenhauer observa que una creación
artística es ta n to más grande cuanto m enos tie ne que agradecer su grandeza al
m aterial.
Con el contrapun to m ú ltip le de voces fue fin a lm e n te sancionada ¡a condición
artística de la m úsica, la que requiere ahora reglas más com plejas. Ya se habían
hecho bosquejos, com o queda dicho, desde largo tiem p o atrás, antes de que
algo s im ila r a nuestra m úsica se originara. A H ucbald (m uerto en 9 3 0 ), quien,
según se sabe, hizo por p rim e ra vez el in te n to de u n ir num erosas voces
arm ónicam ente, ¡le pareció bien dejar progresar superposiciones de la quinta y la
cuarta! (Rousseau, que tan a m enudo se equivoca al ver en ciertas expresiones
externas los cam inos a su ideal, quiso, tam bién en la música, volver a la sim plicidad
de la pura naturaleza, y rechazó por eso toda com posición de voces: "II est bien
d iffic ile de ne pas soupgonner que toute notre harm onie n 'e s t q u ’une invention
gothique e t barbare, d o n t nous ne nous fussions ja m a is avissés s i nous eussions
été plus sensibles aux véritables beautés de l ’a rt et a la m usique vraimente naturelle".
["E s muy d ifíc il no sospechar que toda nuestra arm onía es sólo una invención
gótica y bárbara, en la que nunca habríamos reparado si hubiéram os sido más
sensibles a las verdaderas bellezas del arte y a la m úsica verdaderam ente n a tu ra l.” ]
D ictionaire de M usique. Modo. Armonía. En consideración a los griegos él compuso
un área que sólo reúne cuatro tonos. Concepciones sim ilares pronuncia Tartini).
Entonces se despertó en los círculos más cultos un interés por la m úsica que
nunca antes había dom inado, m ientras que la m úsica de los estratos más bajos
del pueblo perdió más y más. Recuerdo la aparición del cantante m aestro, con el
cual la m úsica popular hizo el inte nto de alcanzar una form ación más alta, acorde
al arte, pero arribó sólo a d ifíc ile s cálculos, a rtific ia le s como estructuras góticas;
al arte le falta el calor vital sin la luz del sol del genio personal. Con todo, es un
error creer que la nación carece de in flue ncia sobre el desarrollo de la m úsica.
Nadie duda que el resto de las artes deben ser nacionales si quieren alcanzar y
conservar su flo re cim ie n to . Eso no debe de ningún modo s ig n ific a r al m ism o
5 0 GEORG SIMMEL
popular no sólo las canciones populares, esa m úsica que se crea el pueblo koct
e i;o x T ]v ["p o r excelencia’’], sino todo aquello que form a el conjunto de la literatura
m usical de un pueblo.
Así pues, si la historia de la m úsica presenta casi continuam ente el fenóm eno
de que cada com positor se para sobre los hom bros de sus antecesores es porque
la suma total del desarrollo m usical de su pueblo hasta un cie rto m om ento es el
fundam ento de su form ación m usical, y tanto debe él a la cadena de sus antecesores
que sin ellos nunca habría devenido lo que es.22 De acuerdo con la naturaleza,
su gusto es form ado a través de la escucha co n tinu a de la m úsica nacional
creada desde los prim eros tiem pos hasta entonces; esa oportunidad recurrente
de escuchar m úsica - y en el tie m po m oderno se está casi continuam ente rodeado
de e lla - no estaría ahí si esa m úsica recogida íntegram ente en el pueblo no fuera
adecuada a su alm a. El com positor recibe com o tra d ició n , entonces, la m úsica
que determ ina la dirección de su obra23, igual que al poeta la boca de su pueblo
le lega el lenguaje, con el que él más tarde form ará sus obras.
Y así, cuando pensamos qué in flu e n c ia debe ejercer sobre el artista el hecho
de re cib ir cada pieza m usical de una a nterior recibida con deleite por su pueblo,
com prendem os que los fundam entos sobre los que cada com positor com ienza a
co n stru ir deben ser nacionales, lo cual se desatiende cuando se considera en
sentido em inente la com pleta cadena histórica del desarrollo de la m úsica. Así,
es im posible conceder que ésta se desarrolle, al margen de todo lo otro nacional,
como un im perio dentro de un im perio, aun cuando no hayamos encontrado
todavía la ecuación entre el conten id o m usical y el contenido restante del alma
popular.
En el estado p rim itivo del hom bre natural, cuando todavía no se ha form ado
un se ntim ie nto nacional, encontram os sobre toda la tierra los m ism os fenóm enos
m usicales; sim ilares instrum entos y m elodías, el m ism o flu ir de la m úsica desde
el afecto y el s a c rific io a sus efectos, que tensan los nervios. Pero después se
exterioriza siem pre más y más el elem ento nacional; vemos cuán estrictam ente
fueron dejados de lado los instrum entos asiáticos en el tiem po del flo re cim ie n to
22- Lo que se desprende de modo más cla ro de los aspectos de la té cn ica y la teoría.
23 Y nosotros vemos ta m b ié n que todos los más renom brados com positores prim ero tra n sita n un período
en las huellas de sus antecesores, antes de que se desarrolle a p a rtir de a llí su propio e stilo . Todo arte
genuino, dice Goethe, debe p a rtir de un legado.
5 2 GEORG SIMMEL
expresar en una form a por com p le to adecuada y concreta lo que lo ha
llevado en realidad a su opinión; para esas concepciones a nuestro lenguaje
le faltan las palabras; el otro no puede entenderle, m ucho menos en tanto
él antes ha tenido otra opinión, que aquel no entiende, y de esa incapacidad
del en te n d im ie n to surge, com o en el caso del sordo, la vehem encia, que
en controversias de tip o estético, en especial m usicales, se constata tan
frecuentem ente.
Para los chinos, que son extasiados por com pleto por su propia m úsica, tocó
A m iot "les p lu s b e l les sonates, les airs de flü te les p lu s m élodieux e t les plus
b rilla n ts " [ ‘‘ las más hermosas sonatas, los aires de fla uta más melodiosos y más
b rilla n te s "]. Lo único que consiguió con eso fue aburrirlos y hastiarlos24.
El poder inm enso de lo nacional en la m úsica se evidencia tam bién en la
historia siguiente, que extraje de un periódico:
‘‘Cuando Bonaparte estuvo en Egipto, in te n tó por todos los m edios, a través
de todas las obras fantásticas de la ciencia occidental, in flu ir sobre los m usulm anes
y ganarse su sim patía. Por consejo de Monges probó él tam bién con la m úsica.
Una orquesta num erosa, com puesta por los m úsicos más talentosos, se reunió
una noche en Esbekieh, en El Cairo, y presentó, ante personalidades del país y
un gran púb lico , una serie com pleta de piezas m usicales. A veces com posiciones
excelsas; otras, m úsica especializada; otras, sim ples y suaves melodías; otras,
marchas m ilita re s o estrepitosas fanfarrias. ¡Qué esfuerzo in ú til! Los m usulm anes
perm anecieron frío s e in d ife re n te s fre n te a tod o, com o las m om ias en sus
catacum bas. Monge estaba fuera de sí: “ Los tontos no se merecen que ustedes
se sigan esforzando por e llo s " -le s gritó a los m ú sico s-: “ Tóquenles ‘ M arlbrough’
(‘ M am brú’ ), eso tal vez se adecúe m ejor a e llo s !” .
▼
24- E llos le d ije ro n : “ ese tip o de m elodías no es para nuestros oídos y nuestros oídos no son para esas
m elo d ías".
5 4 GEORG SIMMEL
en la cu ltu ra alem ana, a com ienzos del siglo, dieron una dirección a com positores
(M endelssohn, S chum ann y sus seguidores) que sin ellas éstos nunca habrían
tom ado.
El canto tirolés
El canto tiro lé s parece pertenecer, por su carácter, a las form as prim itiva s de
la práctica de la m úsica, pero se d ife re n cia tan esencialm ente del canto en
general que no basta con el com e ntario de su surgim iento. Dado que no es
posible, para uno, re u n ir25 las necesarias experiencias para la investigación de
este fenóm eno, he publicado en la edición de 1 8 7 9 del Anuario del Club Suizo
A lpino una lista de preguntas sobre la naturaleza del canto tirolés, que fueron
además recogidas en otros periódicos y que me han proporcionado un conjunto
de respuestas escritas de conocedores de la vida alpina. Lam entablem ente, éstas
caen en tantas contradicciones entre sí que deberíam os suponer que el canto
tiro lé s es, en las d ife rente s regiones de los Alpes, característicam ente d istin to . Lo
que yo pude reunir del co n jun to de esas y de m is propias observaciones es lo
siguiente.
El canto tiro lé s se com pone de una serie relativam ente corta de tonos que
prorrumpen sin soporte de palabras, sino sólo de letras aisladas, casi exclusivamente
vocales; en la que lo característico es un co n tin u o cam bio entre la voz de pecho
y la de cabeza, con salteo del falsete. Cada así llam ado “ sa lto ” [ “ Ü berschnappen” ]
de la voz-que-habla en el afecto, o en su tensión vehemente, muestra el protoplasma
del canto tirolés. Se considera ahora que un posible llam ado fuerte -o , mejor
dicho, un g rito - casi siem pre es ofrecido en la m ontaña con m iras al entendim iento,
que la tensión de los pulm ones a través de la continua elevación predispone
especialm ente al salto de la voz, y que esas dos condiciones se encuentran reunidas
fin a lm e n te en la región de alta m ontaña, exactam ente a llí donde es observado
por fin el canto tirolés. Así, no es de ningún modo im probable que el canto tirolés
no sea en su origen otra cosa que una transform ación brusca de la voz de cabeza
25 Como puedo, con derecho, suponer, no existe sobre el tem a ninguna lite ra tu ra , a excepción de un
corto in fo rm e sin valor de Sieber, "E l canto tiro lé s de los ha b ita n tes de la m ontaña” , en Eco N° 4 3 ,
1853.
26- Un único hecho co n tra rio me ha sido co m u n icad o en Hasserode, en Harz: fue observado una vez un
ca n to tiro lé s entre los nativos. Va que esto es, sin em bargo, aislado, debe ser a trib u id o a causas
sim ple m e n te azarosas, ta l vez a la (h itó rica m e n te com probable) in m ig ració n de ha b ita n tes del sur de
la m ontaña en a q uella región.
5 6 GEORG SIMMEL
cantidad de afectos, que em píricam e nte hemos reconocido como im portantes
fuentes de la m úsica, hacen d ire ctam en te im posible, de acuerdo con su carácter,
su expresión en tirolés, com o ocurre por ejem plo con el afecto m ístico-religioso.
1) ¿Desde y hasta qué edad cantan tiro lés los habitantes de la montaña?
3) ¿Son diferentes en los diferentes lugares regionales los modos del canto tirolés?
¿Cómo?
4) ¿Se puede observar que la altura del lugar conlleve alguna diferencia en el
canto tirolés? ¿Cuáles?
6) ¿Cuáles son las condicio nes externas bajo las cuales, preferentem ente, se
canta tirolés?
9) ¿Qué tip o de ánim os son esos? ¿Está entre los m ism os la excitación sexual?
10) ¿Se podría ve rifica r que el canto tiro lé s es un e nte n d im ie n to entre un joven
y una m uchacha, si no con un objetivo directo -c o m o el llam ado al apaream iento
de los an im a le s-, sí com o una m uestra de m utua cercanía y conform idad? ¿O
sirve sólo a aquel objetivo directo?
11) ¿Qué im portancia tie ne n , com o factores de la práctica del canto tirolés, la
costum bre, el deseo y la am bición (tam bién del otro sexo) a cantar más perfecto
que los otros?
12) ¿Cantan tiro lé s tam bién las m ujeres? ¿Desde qué edad? ¿Se diferencia del
canto de los hombres?
13) ¿Es la diversión en el juego del eco un m om ento en la construcción del canto
tirolés?
15) ¿Se ha notado algo id é n tico o análogo al canto tiro lé s en las tierras bajas, por
com pleto fuera de los Alpes?
Georg Sim m el
Berlín, W., Calle M agdeburg 31
6 0 GEORG SIMMEL
anexo 2
B IB L IO G R aF Ía
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N ebenflüssen. Nach den neuesten B erichten, vornehm lich nach A ufzeichnungen
von A. M ichie, G. Radde, R. M aack u. A. (La región de A m u r y su significado.
Viajes a partes de M ongolia, las regiones lim ítro fe s a Siberia oriental, p o r A m u r y
sus afluentes. Según los nuevos inform es, sobre todo las notas de A. M ichie, G.
Radde, R. M aack entre otros). Leipzig: O tto Samper, 1 8 6 7 .
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Barnabae B r i son 11: DE REGIO PERSARUM PRINCIPATU LIBRI TRES, Post CL.
SYLBURGII e d ition em , Praeter com plures sublatos errores, TESTIM O NIO RUM
GRAECORUM VERSIONE LATINA AUCTIORES, A d d itis sparsim observationibus,
Adjectisque Ind icib u s necessariis, CURA ET OPERA JOH. HENRICI LE D ER LIN I...,
ARGENTORATI, TYPIS & S u m p tibu s Viduae Joh. Frid. Spoor MDCCX. Parágrafo
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6 2 GEORG SIMMEL
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Coast Castle nach A shantee, m it s ta tis tis c h e n , g eogra phischen u n d andern
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desde Cape Coast Castle a Ashantee, con estadísticas y noticias geográficas y
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übersetzt u nd durch A bhandlungen u. Anm. erláutert. Von H e in rich Friedrich v.
Diez ( Libro de Kabus, o enseñanzas del rey de Persia Kjekjaw us para su hijo
B urney, Charles: A G eneral H istory o f M usic from the E a rliest Ages to the Present
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im preso para el autor, 1 7 7 6 .
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Purpose o f P rocu rin g Spanish Chasseurs; A n d the S tate o f the Island o f Jam aica
fo r the Last Ten Years; With a S u cc in t H isto ry o f the Island Previous to That
Period {La h isto ria de los negros, desde su origen a l establecim ien to de su trib u
p rin c ip a l en Sierra Leona: incluyen do la expedición a Cuba para el propósito de
buscar chasseurs españoles; y a l Estado de la isla de Jam aica en los ú ltim o s diez
años; con una su scinta h isto ria de la isla previa a l presente período). En dos
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plásticas, 1 7 9 4 -1 7 9 6 [De las Cartas para la prom oción de la hum anidad, la
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zum Theil übersezt durch Johann G o ttfrie d von H erder ( Voces de los pueblos en
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por Johannes von M üller. En: Herder: S á m m tlich e Werke { Obras com pletas).
Parte octava: "D e la bella literatura y el a rte ” . Tubinga: J. G. Cotta, 1807
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PROLEGOMENA, APPARATUM C R ITIC U M , ADNOTATIONES, CUM ALIO R UM
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Abbe Rochon a Madagascar e India orie nta l, sobre noticias de Thomas Bowyear y
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Mainz: H of-M usikhan dlu ng v. B. de los hijos de Schott, 1 8 2 8 . Cuaderno 28, pp.
2 0 2 y ss.
S chlagintweit-S akünlünski, H erm ann v.: Reisen in In dien und Hochasien. Eine
D arstellung der Landschaft, de r C u ltu r u nd S itten der Bewohner, in Verbindung
m it klim a tisch e n und geologischen Verháltnissen. B a sirt a u f die R esultate der
w issenschaftlichen M ission von H erm ann, A d olph und R obert von S chlagintw eit,
ausgeführt in den Jahren 1 8 5 4 -1 8 5 8 ( Viajes a In d ia y a lta Asia. Una presentación
del paisaje, de la c u ltu ra y las costum bres de los habitantes, en relación con
proporciones c lim á tic a s y geológicas. Basado en los resultados de la m isión
c ie n tífic a de H erm ann, A do lp h y R obert von S chlagintw eit, llevado a cabo en los
años 1 8 5 4 -1 8 5 8 ). Tomo II: “ Asia: I. El H im alaya desde Bhután a K ashm ir” .
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7 2 GEORG SIMMEL
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S pinoza, Baruch de: E thika / Die E th ik (É tica). Parte IV. Proposición VII. (Versión
española en M adrid: Aguilar, 1 9 8 0 .)
T urner , Sam uel: G esandtschaftsreise an den H o f des Teshoo Lama durch Bootan
und einen Theil von Tíbet ( Viaje com o enviado a l p a lacio de Teshoo Lama por
Bootan y una parte d e l Tíbet). Ham burgo: Benjam ín G ottlob H offm ann, 1 8 0 1 .
T ylor, Edward B.: Anahuac.- or M éxico a n d the M exicans, A n cie n t and Modern
(A nahuac: o M éxico y los m exicanos, antiguos y m odernos). Londres-, Longm an,
Green, Longman y Roberts, 1 8 6 1 .
Vámbéry, H erm ann: Skizzen aus M itte lasie n . Ergánzungen zu m einer Reise in
M ittelasie n (A puntes desde Asia central. Agregados a m i viaje a Asia central).
Leipzig: F. A. Brockhaus, 1 8 68 .
V ischer, Friedrich Theodor: Aesthetik oder Wissenschaft des Schónen. Zum Gebrauche
fü r Vorlesungen (Estética o ciencia de lo bello. Para uso de lecciones). Parte III,
parágrafo 2: “ Las artes". Cuaderno 4: “ La m úsica” . Stuttgart: Cari Macken, 1857.
Volkmann R itter von V olkmar, W ilhelm : Lehrbuch der Psychologie vom Standpunkte
des R ealism us u n d nach g e ne tische r M ethode. Des G rundrisses der Psychologie
2 ( M anual de psicología desde la perspectiva del realism o y según el m étodo
genético. De los fundam entos de la psicología 2). Tomo I. Cóthen: O tto Schulze,
1875.
W estphal, Rudolf: G eschichte de r alten und m itte la lte rlic h e n M usik {H isto ria de
la m úsica antigua y de la Edad M edia). Breslau: F. E. C. Leuckart, 1 865.
W ilkes , Charles: N arrative o f the U n ite d States E xploring E xpedition D uring the
Years 1 8 3 8 , 1 8 3 9 , 1 8 4 0 , 1 8 4 1 , 1 8 4 2 {R elato de la expedición de exploración de
los Estados Unidos durante los años 1 8 38 -4 2). En 5 volúmenes. Vo¡. I. Philadelphia.-
Lea y Blanchard, 1 8 45.
7 4 GEORG SIMMEL
ín D ic e
05 -i PRESENTACIÓ N, p o r E s te b a n V e rn ik
33 < C onsecuencias
40 4 El estribillo
41 4 La canción popular