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El patrimonio era otra cosa

Luis Freire

El patrimonio cultural en su sentido más amplio es a la vez un producto y un proceso


que proporciona a las sociedades una riqueza de recursos heredados del pasado, creados
en el presente y transmitidos a las generaciones futuras para su beneficio. Es importante
reconocer que abarca no solo el patrimonio material sino también el patrimonio natural
e inmaterial. Es esencial reconocer la diversidad creativa, estos recursos son riquezas
frágiles y, como tales, requieren políticas y modelos de desarrollo que preserven y
respeten su variedad y singularidad, ya que los recursos perdidos no se pueden restaurar
o recuperar.

En tal virtud, según Criado y Barreiro (2013) el patrimonio puede entenderse como
huellas de la memoria y el olvido. De forma más amplia, ampliando la definición, esta
huella estaría formada por: un conjunto de actividades humanas y sus restos,
intencionales y no intencionales, materiales (o tangibles) e inmateriales (o imaginarios),
que representan procesos históricos y sociales que de ellos derivan su significado y que
a la vez se resignifican al introducir conceptos nuevos para procesos de
patrimonialización. Esta definición incluye sobre todo entidades materiales e ideas que
son valoradas socialmente como bienes tradicionales al hacer referencia al patrimonio
como objeto de trabajo, se lo formula en un sentido epistemológico, es decir, en lo que
se da a conocer, independientemente de su corporeidad o incorporeidad y su condición
de producto o proceso, y ya sea en el contexto en el que fueron creados, o en otro
distinto.

Hoy en día, de acuerdo con la UNESCO (2017) el patrimonio cultural está


estrechamente relacionado con los desafíos más apremiantes a los que se enfrenta toda
la humanidad, que van desde el cambio climático y los desastres naturales, como la
pérdida de biodiversidad o el acceso a alimentos y agua seguros, hasta los conflictos
entre comunidades, la educación, la salud, la migración y la urbanización exclusión o
desigualdad económica. Por esta razón, el patrimonio cultural se considera esencial para
promover la paz y el desarrollo social, ambiental y económico sostenible. El concepto
de patrimonio es importante para la cultura y el desarrollo porque constituye el capital
cultural de la sociedad moderna. Promueve la revalorización constante de culturas e
identidades y es una herramienta importante en la transferencia de experiencias,
habilidades y conocimientos entre generaciones.

Ambos criterio coinciden en que también es una fuente de inspiración para la


creatividad y la innovación que producen los productos culturales de hoy y del futuro.
El patrimonio cultural tiene el potencial de promover el acceso y el disfrute de la
diversidad cultural. También puede enriquecer el capital social al formar un sentido de
pertenencia, individual y colectivo, que ayuda a mantener la cohesión social y
territorial. Por otro lado, el patrimonio cultural tiene una gran importancia económica
para la industria del turismo en muchos países, y han surgido nuevos desafíos para su
preservación.

Para Criado y Barreiro (2013) este enfoque significa que ahora hay un legado, pero no
siempre ha estado ahí; antes había otras cosas que aún no eran herencia. Como tal, el
patrimonio existe sólo ahora. Y es que el patrimonio, tal como lo significan las
humanidades y las ciencias sociales, aunque no sólo ellas, es un fenómeno moderno.
Para que se produzca el proceso de herencia, apreciación social de una determinada
entidad primaria, que se convierte así en objeto de herencia, deben producirse una serie
de fenómenos culturales como la memoria colectiva, lazos identitarios, creación de un
sentido de lugar, que no son especialmente modernas. Pero la forma en que estos
fenómenos se formalizan a nivel de discurso y práctica es moderna. Esto ocurre, porque
la patrimonialización está asociada al deseo de conservar lo dado, a partir de una
conciencia de cambio social y pérdida colectiva característicamente moderna.

En general, Ortiz (2012) considera que en el contexto ecuatoriano el patrimonio se


refiere a lo que se ha heredado de los padres y la naturaleza y lo que queremos
transmitir a nuestros hijos y generaciones futuras. El término herencia proviene de la
palabra latina patrimonium, palabra utilizada por los romanos para referirse a la
herencia material que los padres dejaban a sus hijos. En español, la herencia se refiere a
la propiedad que pertenece a una persona física o jurídica o está destinada a un fin
económicamente evaluable. Otra acepción dice que es un conjunto de bienes que
caracterizan la creatividad humana y que distinguen a las sociedades y grupos sociales
entre sí y les dan su identidad. El patrimonio es parte del patrimonio cultural de una
nación o estado y forma valores que se transmiten a las generaciones futuras. Cabe
mencionar que el patrimonio cultural tiene valores definitorios como la autenticidad y la
integridad, en algunos casos el patrimonio es un recurso natural no renovable porque no
puede volver a su primer estado temporal, por lo que debe ser conservado y gestionado
adecuadamente, en los sectores público, privado y comunitario.

Según Caraballo (2011) el número de sitios naturales, culturales o mixtos inscritos en la


Lista del Patrimonio Mundial ha crecido año tras año y actualmente asciende a 936.
Esto a pesar de las limitaciones establecidas por el Comité del Patrimonio Mundial
sobre los términos de casos presentados, en un Estado miembro cada año, ya que es
imposible controlar el nivel de protección de un grupo tan grande. Esto también ha
llevado al desarrollo y aplicación de reglas más complejas y estrictas para la
presentación de los archivos de nominación requeridos. Hasta principios de la década de
2000, los sitios listados requerían poco análisis y consideración para su inclusión. La
presentación de imágenes y algún texto definiendo sus excepcionales y universales
valores naturales, históricos y culturales fue suficiente para una respuesta positiva y
dejó en manos de las autoridades administrativas nacionales la confianza para aplicar el
espíritu de la Convención en cuanto a su preservación y apreciación. Los sitios
registrados ganaron una visibilidad sin precedentes a los ojos del mundo, no solo como
imágenes de postal turística, sino también como motivo de orgullo e identidad nacional
y local.

Para Criado y Barreiro (2013) todo esto tiene importantes consecuencias para el
patrimonio, ya que justifica y hace inevitable la ruptura del presente con el pasado, la
división entre el origen del patrimonio y el presente, la división del contexto de
producción del patrimonio y el contexto del patrimonio, aprecio y estima que lo
convierte en un legado. Podría decirse que ahí reside el ‘pecado original’ del patrimonio
(aunque esta frase conlleva una connotación de culpa y voluntariedad que no puede ser
impugnada en el pasado en nombre del presente), ya que esta distinción establece que el
patrimonio es en gran medida un vacío significante que puede llenarse con cualquier
cosa y así manipularse para encajar cosas que tienen menos que ver con el contexto de
su formación que con el contexto en el que se usan y valoran. Después de todo, esto es
reificación.
Por consiguiente Ortiz (2012) manifiesta que los objetos juegan un papel importante en
la retención de la memoria. Los recuerdos, las fotografías, las imágenes y los sonidos
juegan un papel importante en la disertación cultural de la memoria. Los objetos y la
memoria interactúan necesariamente durante su desaparición. Cosas similares suceden a
nivel colectivo de las naciones: cuanto más rápido crece un país y más se desarrolla
económicamente, más probable es que el patrimonio material e inmaterial de su historia
se debilite severamente, y al mismo tiempo la memoria colectiva se convierte en la más
importante y necesaria, aunque no es suficiente por sí sola. El llamado progreso, con su
lógica de cambio y transformación, casi inevitablemente se lleva piezas enteras del
entorno cultural construido lentamente. La materialidad de los objetos nos da
información sobre el contenido cultural que ha quedado escrito en los objetos a lo largo
del tiempo. Los objetos hablan de culturas y civilizaciones; usos y costumbres;
creencias y rituales.

Al hablar de patrimonio, según la UNESCO (2017) también encontramos una relación


directa con el patrimonio, la memoria y la identidad. Así, el patrimonio está
íntimamente relacionado con el pasado como herencia, pero se actualiza en el presente y
es una referencia innegable hacia el futuro; al mismo tiempo, es una parte importante de
nuestra identidad. Muchos factores juegan un papel en la promoción de la sostenibilidad
del patrimonio. Este indicador central se enfoca en algunos de estos factores
relacionados con el desempeño público. Propone un marco multidimensional para
analizar diferentes compromisos públicos, esfuerzos y resultados para proteger,
salvaguardar y promover el patrimonio cultural. El marco se sintetiza en un indicador
compuesto que proporciona una primera evaluación de la gestión y el uso sostenibles
del patrimonio a nivel nacional y la medida en que se encuentra un equilibrio adecuado
entre la utilización y la preservación y mejora del patrimonio del pasado, esa riqueza
frágil para las generaciones futuras.

Esto mitiga en parte su complejidad, ya que en realidad es una cualidad transitiva,


siendo tanto su consecuencia como la forma de resolverla. Realmente no nos queda más
remedio que entrar en la gestión patrimonial, la gestión reflexiva: si los bienes
patrimoniales no existieron en el pasado, sino que son creados por actos de valorización
hechos a partir de contextos presentes, que se reutilizan. Un registro, lista o lista del
patrimonio cultural nacional se refiere a bases de datos oficiales o listas de bienes
inmuebles, edificios singulares, plantas industriales, casas conmemorativas de personas
notables del pasado, monumentos, cementerios y tumbas, sitios arqueológicos y paisajes
culturales-ambientes, hábitats artificiales y hábitats naturales significativamente
alterados por el hombre-hechos por el hombre e histórica o culturalmente importantes,
presentes en el territorio del país y cuyo valor como patrimonio haya sido reconocido
por un proceso de selección oficial e identificado y registrado por separado.
En definitiva Ortiz (2012) sugiere que es hora de pasar a la acción y dejar atrás las
omisiones, el doble discurso. Es hora de volver a los principios básicos si queremos
mantener el reconocimiento de los objetos registrados. Hay que admitir que, en aras de
la visión general, la inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial funciona hoy más en
la categoría turística que como apoyo a la protección integral del bien. Si el título de
sitio del Patrimonio Mundial sigue pronto, el prestigioso y exclusivo club de sitios del
patrimonio cultural será tan valioso como los bonos basura de los bancos de Wall Street.
No debemos limitarnos a mirar solo los reclamos institucionales o las protestas de los
grupos conservacionistas.

Esto conlleva a concluir, que las demandas de las comunidades que viven con
propiedades registradas también son cada vez más activas, ya sea exigiendo mayor
transparencia e información sobre las obras e intervenciones en el sitio, o solicitando
espacios de negociación antes de actuar. Las experiencias en la generación de
reconocimiento de valores son limitadas, junto con el desarrollo comunitario, el
patrimonio, ignorando quizás las valiosas experiencias inglesa, canadiense y australiana.
Un sistema de protección efectivo funciona de manera preventiva, con la mayor
cobertura legal, de acuerdo con los recursos sociales, económicos y culturales, y
determina científicamente las prioridades y los mecanismos de seguimiento. Ya en el
preámbulo de la Convención se planteó que ese es su objetivo primordial, un “sistema
de conservación eficaz” y no la promoción del turismo del país en base a sus bienes
patrimoniales.

Esto demuestra que los planes de manejo no pueden limitarse a acciones preventivas o
correctivas de naturaleza material o ambiental. Las acciones de las empresas que
conviven con el bien son causa de nuevas decadencias hereditarias. Muchas de estas
actividades exceden la competencia de los órganos responsables del patrimonio natural
y cultural, por lo que es necesario crear espacios de negociación y una cultura de
responsabilidad compartida entre las autoridades municipales, estatales o nacionales
responsables de la planificación urbana y el desarrollo de infraestructura o programas,
entre otros. Es necesario introducir una política general que tenga como objetivo dar al
patrimonio cultural y natural un papel en la vida comunitaria e incluir la protección de
este patrimonio en los programas generales de planificación. El patrimonio tiene sentido
si es parte de la vida colectiva de la comunidad, no solo la imagen de algunos
funcionarios o de algunas empresas
Bibliografía

Caraballo, C. (2011). Patrimonio Cultural. Un enfoque diverso y comprometido.


Obtenido de Oficina de la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en México.:
https://oibc.oei.es/uploads/attachments/90/Patrimonio_Cultural__un_enfoque_di
verso_y_comprometido.pdf
Criado, F., & Barreiro, D. (2013). El patrimonio era otra cosa. Obtenido de Estudios
Atacameños, Nº 45, pp. 5 - 18 de Arqueología y Antropología Surandinas:
https://scielo.conicyt.cl/pdf/eatacam/n45/art02.pdf
Ortiz, A. (2012). Introducción al patrimonio cultural. Obtenido de Manual
introductorio para personal municipal:
https://amevirtual.gob.ec/wp-content/uploads/2017/04/libro-introduccion-al-
patrimonio-cultural.compressed-ilovepdf-compressed.pdf
UNESCO. (2017). Patrimonio. Indicadores centrales. Obtenido de Indicadores
UNESCO de cultura para el desarrollo:
https://es.unesco.org/creativity/sites/creativity/files/digital-library/cdis/
Patrimonio.pdf

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