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Las clasificaciones éticas son realmente expresivas de los diversos modos lógicos bajos los cuales
es posible reconstruir la acción moral.
Cada una de las vertientes constituye a una vertiente del fenómeno total de la moralidad, que no
puede ser eliminada por la vertiente contraria.
Clasificaciones que se han ido reproduciendo a lo largo de la historia de la filosofía moral: éticas
descriptivas y normativas, de móviles y de fines, de bienes y de fines materiales y formales,
autónomas y heterónomas, de bienes y de valores, deontológicas y teleológicas, de la intención y
de la responsabilidad, cognitivistas y no cognitivas, naturalistas y no naturalistas, individualistas y
universalistas, monológicas y dialógicas, de máximos y de mínimos.
La ética descriptiva: que considera lo moral como un fenómeno a describir y explicar. Dentro de
ella cabría distinguir entre la psicología moral, que describe y explica las situaciones morales, e
incluso puede intentar predecir las decisiones que diferentes tipos de individuos tomaran en
diferentes ocasiones, y la sociología, la antropología y la historial de la moral. Se trata de describir
y explicar los códigos morales y su evolución en relación con otros fenómenos culturales y
sociales-
Identificaban a la ética normativa con un código moral concreto. En algún tiempo los éticos
creyeron que la única ética posible sería la indagación de la lógica de los argumentos morales y el
análisis del lenguaje moral. Las éticas más relevantes de nuestro momento se profesan
normativas. Su tarea principal es justificar la existencia de lo moral, sea psicológica, metafísica o
trascendentalmente. Toda ética es normativa, aunque de modo inmediato.
La lógica y el lenguaje de lo moral pueden ser consideradas como una parte más de la Ética. Lo
oral no puede ser identificado con ninguno de los fenómenos naturales que afectan a la vida
humana.
Las éticas naturalistas: que reducen lo moral a lo placentero, o a lo que desean las personas.
Las éticas cognitivas: serían aquellas que conciben el ámbito moral como un ámbito más del
conocimiento humano, cuyos enunciados pueden ser verdaderos o falsos.
Las éticas no cognitivistas: serían las que niegan que se pueda hablar de verdad o falsedad, las
que conciben la moralidad como algo ajeno al conocimiento.
Lo cognitivo no es sólo cuestión de verdad o falsedad, sino que también es cuestión de que sea
posible argumentar racionalmente sobre la corrección de las normas.
Las normas no pueden decirse que sean verdaderas o falsas, pero sí correctas e incorrectas.
Las éticas Kantianas distinguen entre la validez de una norma y la vigencia de esta.
Las éticas móviles como las éticas de fines coinciden en considerar la naturaleza humana como
pauta de la conducta, pero acceden a tal naturaleza desde diferentes métodos.
La ética de móviles: realiza una investigación empírica de las causas de las acciones. Pretenden
descubrir cuáles son los móviles que determinan fácticamente la conducta humana. La pauta de la
conducta es la naturaleza humana, pero entendiendo por naturaleza humana el comportamiento
humano empíricamente accesible. Ocurre a nivel interno.
Las éticas de fines: no solo tratan de investigar sólo qué mueve de hecho al hombre a obrar, sino
sobre todo en qué consisten el perfeccionamiento y la plenitud humana, porque en ello radica el
bien de todo hombre. A partir de lo que el hombre es verdaderamente podemos extraer lo que
debe ser: cuál es el fin de su naturaleza metafísicamente considerada.
Moral de las excelencias: es decir una visión discriminatoria de las personas según la cual sólo es
persona quien consigue desarrollar ciertas capacidades. La ética de Nietzsche se considera como
una ética de fines.
Éticas de bienes: considerarían que el bien moral consiste en la realización de un fin subjetivo, es
decir, en la obtención de un bien deseado.
Éticas de fines: el bien moral reside en el cumplimiento de un objetivo independiente del deseo
del sujeto. Tal objetivo puede consistir en la perfección del individuo o en la perfección progresiva
de la sociedad.
Las éticas materiales: afirmarían que el criterio de moralidad para enjuiciar cuándo nos hallamos
ante acciones o normas morales pueden explicitarse mediante enunciados con contenido, puesto
que suponen que hay un bien, un fin o un valor determinados a la base moral.
Las éticas formales: no hacen, pues, depender el bien moral de un contenido, sino de la forma de
unos mandatos. Aquellas normas que revistan una determinada forma son las que deben ser
realizadas porque tienen la forma de la razón. La forma interviene.
Las éticas procedimentales: se consideran, líneas generales, como herederas del formalismo
kantiano. La ética no tiene como tarea la recomendación de contenidos morales concretos, sino
más bien el descubrimiento de los procedimientos que permitan legitimar normas procedentes de
la vida cotidiana.
En la ética de Rawls: el diálogo se lleva a cabo de un modo idealizado en una hipotética posición
original en la que personas morales representativas acuerdan por unanimidad los principios de
justicia para la estructura básica de la sociedad.
En la ética discursiva: lo que constituye el procedimiento es el dialogo entre los afectados por las
normas.
Las éticas sustancialistas: es imposible hablar de la corrección de norma sino es sobre el trasfondo
de alguna concepción compartida de la vida buena. Coinciden en concebir lo moral como un
ámbito en el que lo principal no es el discurso sobre las normas justas, sino el de los fines, los
bienes y las virtudes comunitariamente vividos.
Éticas teleológicas: cumple el fin. que se debe cumplir en sí mismo. aquella para la que la
corrección o incorrección de las acciones está siempre determinada por su tendencia a producir
ciertas consecuencias que son intrínsecamente buenas o malas. Las que se ocupan en discernir
qué es el bien no-moral antes de determinar el deber y consideran como moralmente buena la
maximización del bien no moral.
Éticas deontológicas: consideraría que una acción será siempre correcta o incorrecta en tales
circunstancias, fueran cuales fueran las consecuencias. Marcan el ámbito del deber antes de
ocuparse del bien y solo consideran bueno lo adecuado al deber. Se hacen por que se hacen.
Éticas de la responsabilidad: atiende a los efectos de las acciones, por los que asume la
responsabilidad. Se apoya en la justificación de los medios por el fin.
Éticas de máximos: las éticas de la felicidad, intenta ofrecer ideales de vida buena, en los que el
conjunto de bienes de que los hombres podemos gozar se presentan jerarquizadamente como
para producir la mayor felicidad posible. Aconsejan a seguir su modelo, nos invitan a tomarlo
como orientación de la conducta, pero no pueden exigir que se siga, porque la felicidad es cosa de
consejo e invitación, no de exigencia.
Ad unum entre el animal y su medio. Al carácter formal de este ajustamiento le llama Zubiri
justeza.
Inteligencia: que el hombre, para subsistir biológicamente, necesita hacerse cargo de la situación,
habérselas (concepto de habitud) con las cosas y consigo mismo, como realidad y no meramente
como estímulos. La inteligencia: Es pues primariamente, versión a la realidad en cuanto realidad.
El hombre tiene que considerar la realidad antes de ejecutar un acto.
Justificación: es la estructura interna del acto humano. Las acciones humanas necesitan tener
justificación.
Dar cuenta de un acto: Dar razón, pero no meramente explicativa; dar razón de la posibilidad que
he puesto en juego.
La realidad no es, dentro de cada situación, más que una. Por el contrario, las posibilidades, como
irreales que son, son muchas y entre ellas hay que pre-ferir.
Todo acto: para ser verdaderamente humano tiene que ser justo, es decir, ajustado a la realidad,
coherente con ella, respondiente de ella.
Moral como estructura: el ser humano tiene que ser capaz de dar razón como una de las
posibilidades asumiendo sus preferencias. (justificación como ajustamiento) pregunta de examen
Actos discursivos: consisten en la referencia de todas y cada una de nuestras acciones, de la vida
entera, al fin último so sentido de la vida.
Actos intuitivos: son ellos los que descubren la unidad de la vida. Ostentan ese carácter
privilegiado, ora resumidor, ora definitorio.
La vida como totalidad: nos repite a los actos instante, repetición, siempre y al carácter en que
queda impresa.
Código moral: se refería a los mores, a las formas de vida, de comportamiento; pero no era moral
porque no se contentaba con imponerse por el convencimiento, sino que se imponía forzando la
libertad.
Expresiones lingüísticas:
Sintáctica: ser refiera a la relación que hay entre una expresión y las demás expresiones dentro del
mismo sistema lingüístico.
Reglas gramaticales: establecen cómo ha de construirse una expresión para que pueda
considerarse aceptable dentro de una determinada lengua o código lingüístico.
Dimensión semántica: pone de manifiesto que en todo lenguaje natural se establecen ciertas
relaciones entre los signos y los significados a que se refieren tales signos.
Dimensión pragmática: hace referencia a la relación entre las expresiones lingüísticas y los
usuarios de las mismas. Una expresión puede ser utilizada de muy distinto modo según la
entonación del hablante.
El significado preciso de una expresión: cualquiera no puede conocerse hasta que se dispone de la
necesaria información sobre la dimensión pragmática de la misma.
A la hora de analizar las expresiones que llamamos morales, habremos de tener en cuenta la
gramática lógica de las mismas.
Autoobligación: consiste en el hecho de que las normas morales no pueden cumplirse sólo
externamente, sino en conciencia.
Uno de los rasgos más característicos del fenómeno moral es el hecho de que argumentamos ante
los demás y ante nosotros mismos para justificar o para criticar acciones, actitudes o juicios
morales, tanto como propios como ajenos.
Argumentación moral: consiste en la exposición de las razones que se consideran pertinentes para
avalar o descalificar alguna acción, actitud o juicio moral.
Estrategias argumentativas:
Referencia a un hecho: es una referencia a la norma que se supone correcta por parte de unos
mismo y por las personas a quienes dirigimos argumentos.
Referencia a sentimientos: se intenta justificar una acción, actitud o juicio moral mediante el
recurso a los sentimientos propios del interlocutor.
Referencia a un código moral: aducir la existencia de una norma determinada que se considera
vinculante para unos mismo y para aquellos a quienes se dirige la argumentación.
Referencia a la competencia moral de cierta autoridad: tratan de justificar sus opciones morales
recurriendo a cierta autoridad competente a la que consideran suficientemente fiable.
Referencia a la conciencia: apelar a la propia conciencia para justificar acciones, actitudes o juicios
morales.
Fundamentar: es argumentar, ofrecer razones bien articuladas para aclarar por qué preferimos
unos valores frente a otros etc. mostrar razones que hacen de ese algo un fenómeno coherente,
razonable, no arbitrario.
Etnocentrismo ético: sostiene que es imposible justificar la bondad de una opción teniendo por
interlocutor a cualquier persona, a cualquier ser racional. Solo es posible justificar una decisión
moral ante aquellos que ya comparten con unos mismo una determinada forma de vida. No se
puede dialogar con otros.
La racionalidad matemática: