Bien es cierto que la situación social que acontece a la sociedad mexicana ahonda en ambitos educativos, económicos, éticos y políticos lo que me lleva a cuestionar ¿qué hago ante el desvanecimiento ético y moral que existe?, ¿dónde está la raíz infecciosa que denigra la busqueda de el bien común?, particularmente ¿qué busca el ser humano (el mexicano) con respecto a su actividad y desarrollo en ambitos político-sociales?, ¿es acaso la educación fuente del desarrollo y, por lo tanto también culpable a su vez, de los criterios éticos que dirigen el actuar humano? Es la filosofía, y el hombre que se ocupa de su estudio, ser apostol de la verdad y el encargado de llevar a buen puerto estos y más cuestionamientos que surgen a partir del mal tratamiento que se le dan a las problemáticas que llevan a un declive total un país tan rico en cultura como lo es México. Pienso que el filósofo como amigo de la verdad debe solventar las necesidades ónticas, éticas, antopológicas y políticas que influyen en el individuo racional. No hay duda que la necesidad de conocer es propia de todo ser racional (ya decía Aristóteles), pues es así mismo la necesidad de entrar en comunicación social y hacer política en vistas a un buen funcionamiento como sociedad; por un servicio al otro y por un camino en vistas a la verdadera felicidad. Con lo que a mí respecta mi actitud debe estar en vistas a ser un amigo de la verdad, de la filosofía y prestar el servicio apostólico de ayudar al otro como mi igual. Para esto tengo que llevar mi educación y conocimientos a un ámbito de servicio y sobre todo de buscar el bien común.