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El objetivo de este modelo consistía en brindar un mínimo de satisfacción a los trabajadores,

pero sin perturbar los intereses financieros de las compañías.

Debido a los conflictos creados durante el gobierno anterior del presidente Luis Echeverría
entre empresarios y gobierno, uno de los objetivos de López Portillo era realizar actos
conciliatorios con los sectores productivos.

Uno de los eventos económico-financieros de mayor relevancia durante este sexenio fue el
descubrimiento de yacimientos petroleros en el país. La venta del petróleo permitió postergar el
aumento de las tarifas del sector público, conservando casi inalterable el valor del peso
mexicano de 1977 a 1980, siendo este de 22,70 y 22,90 pesos por dólar.

Empezó a mejorar la economía, pero se basaba solamente en el petróleo, obviando otros


sectores como el agrícola, que no mostraba avance.

El plan de gobierno fue alejándose de sus objetivos iniciales, transformándose en un


crecimiento acelerado centrado en industrializar la riqueza “inagotable” del petróleo.

Antecedentes

En noviembre de 1973, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) reaccionó


aumentando drásticamente los precios del petróleo por el recalentamiento de la economía
mundial en aquellos momentos. Este aumento de los precios tuvo efectos devastadores en la
economía mundial y aconteció una grave recesión a partir del segundo semestre de 1974.

Ante la presión y resistencia empresarial, Echeverría halló que la única salida era el
endeudamiento externo público. Con ello, la deuda pública aumentó considerablemente, se
desbocó la inflación y la moneda se devaluó perdiendo su valor 58%.

Todo esto favoreció el debilitamiento del modelo de desarrollo estabilizador de Echeverría y la


transición hacia el modelo de crecimiento acelerado, que se identificó bajo la presidencia de
López Portillo.

Crecimiento económico
En 1976, el gobierno solicitó ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI) para enfrentar la
emergencia económica. El déficit del sector público en relación al PIB estaba en 10%, pero
cayó a 7% en 1980.

Se consideraba necesaria la unión de todos los sectores para superar la crisis y recuperar el
desarrollo económico: empresarios, obreros y gobierno.
Mientras mejoraba la situación, el gobierno y los industriales conseguían más ganancias. Ante
tal abundancia, el gobierno decidió utilizar estos recursos en inversiones privadas y públicas,
en lugar de pagar la deuda externa. El gasto público se incrementó para mejorar:

– Salud pública, ampliándose los servicios médicos.

– Agua potable, alumbrado público y drenajes.

– Educación pública, duplicándose el número de alumnos.

El crecimiento económico era demasiado rápido pero incorrecto, porque las decisiones del
gobierno se basaban en que la economía no caería de nuevo en crisis y seguiría subiendo
porque el petróleo nacional era infinito.

Caída del modelo


El progreso aparente se vino abajo con la disminución imprevista del precio internacional del
petróleo, debido a una sobreoferta de los países productores y un ahorro energético de las
naciones consumidoras.

Este desplome en el precio a finales de 1981 tuvo un efecto negativo bastante serio en las
finanzas públicas, debido a que se asumió erróneamente que el precio se mantendría alto.

El gobierno mexicano insistió en el “gigantismo” del aparato gubernamental, así como el ritmo
desmesurado de gastos, construyendo obras rimbombantes que acabarían abandonadas.

Este escenario económico llevó a la depreciación de la moneda mexicana frente al dólar en un


400%, presentando un proceso inflacionario inédito. Los precios se sextuplicaron con respecto
al comienzo del sexenio. Finalmente, el gobierno anunció que no podía afrontar los pagos
programados de la deuda.

El gobierno finalizó siendo objetado por todos los sectores de la sociedad mexicana,
tachándolo de corrupto e ineficiente.

Ventajas
El gobierno organizó un programa de inversión pública encaminado a expandir la industria
petrolera. También hubo una expansión en la prestación de servicios de educación y salud
pública y en la infraestructura pública.

La inversión privada y pública creció entre 1978 y 1982 a una tasa de 15% anual en términos
reales. Por primera vez en la historia de México se satisfizo completamente la demanda de
educación primaria.
El segmento de la población que tenía acceso a servicios médicos llegó a 85%, cuando en
1976 era de solo 60%. El gobierno aplicó el impuesto al valor agregado y creó importantes
instrumentos de política. Además, se crearon diferentes organismos como:

– Consejo Nacional para la Cultura y Recreación entre los Trabajadores.

– Instituto del Fondo Nacional para el Consumo de los Trabajadores.

– Sistema alimentario mexicano.

También creó los certificados de la tesorería de la federación, que se convertirían en los bonos
nacionales más importantes del gobierno.

Desventajas
– Hubo un incremento de la deuda externa y devaluación de la moneda mexicana.

– El déficit financiero del sector público en relación al PIB ascendió de 6,7% en 1977 a 14,8%
en 1981.

– La política industrial del gobierno mexicano no consiguió promover una clase empresarial que
compensara la importación de bienes de capital.

– Las empresas se dedicaban a fabricar productos de consumo inmediato subsidiados por el


Estado, con un precio elevado y de mala calidad, sin atender temas esenciales como el
perfeccionamiento tecnológico y científico.

– La caída de los ingresos petroleros condujo a un déficit en 1981 de 14,7% y en 1982 de


17,6%. Por otro lado, la deuda pública externa se desbocó de 4.300 millones de dólares en
1970 a 58.900 millones en 1982.

– Control de cambios y nacionalización de la banca, ante la fuga tremenda de capitales que se


estimaba en 22 mil millones de dólares estadounidenses.

– El estancamiento y las crisis de 1982 a 1995 fueron consecuencia tanto del deterioro de las
instituciones, así como de los desequilibrios fiscales ocurridos de 1971 a 1981.

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