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¿Qué es el síndrome de Kanner?

El síndrome de Kanner es uno de los nombres con los que se conoció el autismo clásico, en
contraposición con el síndrome de Asperger. Si en el Asperger hablaríamos de un autismo
altamente funcional a nivel cognitivo, en el síndrome de Kanner hablaríamos de niños con
problemas en diferentes habilidades intelectuales, además de problemas sociales, relacionales
y de empatía. Este trastorno fue descrito por primera vez por el mismo que le dio su apellido,
el doctor Leo Kanner.

Aunque hoy en día los diferentes síndromes y trastornos asociados al autismo se han
englobado dentro de la categoría de los Trastornos del Espectro Autista, sí que es cierto que
siguen teniendo mucha importancia los nombres de síndrome de Kanner y síndrome de
Asperger. Cada persona con autismo es un mundo y, en función de cada caso, será necesario
tener en cuenta como de afectadas están las capacidades cognitivas, además de las
emocionales y comunicativas.

Síntomas de este síndrome

Las personas con síndrome de Kanner no suelen establecer contacto visual con otras personas,
y en caso de que lo hagan parece que estén mirando a través de ellas. Además, presentan
problemas a nivel comunicativo, con un elevado deterioro lingüístico o con retraso de la
adquisición del lenguaje. Su forma de hablar es muy anómala, con voz chillona, monotónica y
metálica. Hay casos de adultos que manifiestan afasia global, es decir, una restricción total del
habla, aunque también los hay discapacidad lingüística.

También presentan trastornos del lenguaje, como ecolalia retardada, inversión pronominal y
otros fenómenos lingüísticos, actividades de juego repetitiva y estereotipadas, mayormente
desarrolladas en solitario. El propio Kanner denominaba a estos fenómenos ritualistas
“insistencia en la identidad”.

Además, las personas diagnosticadas con este síndrome se caracterizarían por una importante
carencia de imaginación, buena memoria mecánica y no presentar deformidades o problemas
a nivel motor o físico. Kanner hizo hincapié en que estos rasgos eran ya visibles en la primera
infancia, queriendo destacar sus diferencias con otros trastornos “autísticos” de inicio más
tardío, como era el caso de la esquizofrenia.

Entre los síntomas más graves que encontramos en el síndrome de Kanner encontramos
aquellos que provocan la aversión de los demás. Entre estos síntomas encontramos conductas
como el balanceo intenso, los golpes en la cabeza, conducta agresiva aleatoria y
automutilación.

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