Margaret Little: "Ella insistía en interpretar lo que
le decía en términos de unconflicto intrapsíquico
relacionado con la sexualidad infantil, mientras que yo trataba de darle a entender que mis verdaderos problemas tenían que ver con miexistencia y mi identidad: no sabía que significaba ser "yo misma". La sexualidad (aún siendo conocida) era totalmente irrelevante y sin sentido a menos que la existencia y la supervivencia pudiera darse por sentada y que me fuese posible establecer mi identidad Siguiendo a Winnicott y a Green la denominación de "fronterizos" se nos presenta como una posición de encrucijada a partir de la cual podemos ver perfilarse pacientes narcisistas, psicosomáticos, adictos, antisociales, etc.
Green prefiere la denominación "estructuras no-
neuróticas" tal como lo planteara en el Coloquio que tuvo lugar en APA en 1999: Hoy prefiero la denominación de estructura no-neurótica, en oposición a las neurosis, más que la de "casos límite". Lo fronterizo abarca un amplio espectro de fenómenos: Tonalidad depresiva. Soluciones adictivas y somáticas. Escisión más que represión. Acto más que representación. Primacía de lo pregenital. Estos cuadros fronterizos NO se dejan asimilar ni a la NEUROSIS ni a la PSICOSIS y es más difícil decir positivamente lo que son.
Green sostiene en el Coloquio antes mencionado que
"los límites del espacio psíquico son, por un lado, el soma, y por el otro, el acto. Cuando la presión es demasiado importante, o el conflicto demasiado pesado, hay procesos de expulsión o de exclusión. Pueden ocurrir por el lado del soma o bien del lado de lo real" Es clave para comprensión de los pacientes que hoy nos ocupan la distinción que hace Green entre REPRESIÓN y ESCISIÓN: "El retorno de lo reprimido da origen a la señal de angustia. El retorno de los elementos segregados se acompaña de sensaciones de grave amenaza, de "desvalimiento o hilflosigkeit" (Freud), "aniquilación" (Klein, 1946), "terror sin nombre" (Bion, 1970), "desintegración" o "agonías" (Winnicott, 1958). En los casos en que son amenazadas sobre todo las investiduras narcisistas, la experiencia se caracteriza por "lo blanco" (Green, 1969)" Al decir de Green en estas patologías el funcionamiento psíquico adopta el modelo del ACTO más que el de la REPRESENTACIÓN. Y las consecuencias las observamos en la clínica porque si el hundimiento amenaza la organización del yo, no hay interpretación posible. La actividad de REPRESENTACIÓN (condición del proceso asociativo y del establecimiento de una transferencia analizable) supone que la psique pudo desprenderse del modelo orgánico para convertirse en su metáfora. Y siguiendo a Freud, Green sostiene que el mayor cambio teórico se produce a partir de 1927 cuando describe el fetichismo porque si bien está hablando de perversión su manifestación se produce a nivel del yo: el clivaje. Coexisten dos sistemas, dos juicios y ninguno anula al otro. Green nos dice que cuando Freud habla de "mecanismos que afectan la unidad del yo" está planteando que éste, para no hundirse sufre fisuras, grietas, cortes. Van quedando cicatrices de traumas antiguos. Esas cicatrices corresponden a las extravagancias y las locuras de los hombres y para el yo son el equivalente de lo que son las perversiones sexuales para la sexualidad. Green aclara que no se refiere al yo como sistema adaptativo, saliendo al cruce frente a las críticas de los lacanianos. Green recuerda que en 1924Freud distinguía Psicosis de Neurosis narcisística (melancolía), porque consideraba que no es lo mismo la destructividad despedazante y la melancolíadestructiva del yo y el objeto. La crítica de Green se centra en que Freud no se ocupó del límite yo-objeto y por ende no se interesó en las relaciones objetales, temiendo que el psicoanálisis perdiera cientificismo. Para Green el objeto está marcado por 2 tipos de angustia: de separación y de intrusión. No tienen que ver con la angustia de castración. La angustia deperdiera cientificismo. castración es para los neuróticos lo que la angustia de separación es para los fronterizos "La escisión del niño es una reacción a la actitud del objeto, que puede ser doble, al decir de Green: 1) una falta de fusión por parte de la madre, con laconsecuencia de que aún en las experiencias reales de encuentro el niño se enfrente con un PECHO EN BLANCO. 2) un exceso de fusión si la madre es incapaz de renunciar, en aras del crecimiento de su hijo, a la dicha paradisíaca obtenida durante el embarazo " LOCURAS PRIVADAS, LOCURAS PÚBLICAS Y FRONTERIZOS
“De locuras privadas” (1986)
diferencia las locuras privadas (pasiones) de las locuras públicas (psicosis)
El narcisismo “patológico” no es sino la pasión de la imagen
de sí y de las formas que en ella se encarnan. Las angustias “arcaicas” son los afectos de las pasiones narcisistas allí donde no es posible ninguna diferenciación entre el yo y el objeto, allí donde el amor y la destructividad afectan al mismo tiempo al yo y al objeto. Green considera que las locuras son diferentes de las psicosis (los fronterizos estarían entre la locura y la psicosis). La locura, que es constitutivo de los humanos, está ligada a las vicisitudes del Eros primordial siempre en conflicto con las pulsiones destructivas. Cuando Eros sale vencedor del combate, es decir, cuando la pasión que habita a Eros consigue ligarse, la psicosis queda conjurada. Por el contrario, cuando las pulsiones de destrucción prevalecen sobre Eros, la desligazón prevalece sobre la ligazón y la psicosis triunfa. La psicosis se instala cuando la locura materna no se manifiesta en forma de amor sino en una actividad pulsional intensa, no contenida, ya sea bajo una forma directa, ya sea bajo la forma disfrazada de la angustia o de las defensas frente a ésta que impiden el ejercicio de su papel del yo auxiliar, continente y de espejo Green trata ampliamente el concepto de fronterizo en psicoanálisis, que él prefiere denominar estructuras no- neuróticas. Explica sus manifestaciones clínicas muy heterogéneas (labilidad emocional y desborde frecuente de afectos, actuaciones y somatizaciones, angustias de separación y angustias de intrusión, angustias automáticas y ataques de pánico, despersonalización y sentimiento de fragmentación, difusión de identidad (falta de coherencia del yo), mentira y actitudes psicopáticas, actitudes de falso self o personalidad como-si, sueños evacuativos, pensamientos y actitudes de todo o nada (bueno y malo), sentimiento de futilidad o de vacío, dificultad de concentrarse, etc.) por predominio de escisión y desmentida sobre la represión, por predominio de función desobjetalizante sobre procesos de representación, por indiscriminación de representaciones y de afectos, por insuficiente funcionamiento de procesos terciarios y de creatividad. En los fronterizos existen también trastornos del pensamiento racional porque los procesos del pensamiento están cargados con cantidades masivas de afectos. Green considera que “…en las personas fronterizas existe una escisión entre los dos padres según las nociones de lo “malo” y lo “bueno”, lo “persecutorio” y lo “idealizado”; uno de los progenitores se percibe como “totalmente malo”, y el otro, como “totalmente bueno”. Dentro de esta relación, el objeto parental “bueno” se percibe como débil e ineficaz, y la sobrevaloración de idealización “bueno” no defiende de la “maldad” omnipotente del otro progenitor. El miedo de ser abandonado por el objeto parental intrusivo “malo” no lleva a otra parte que a un desierto, y que el objeto “bueno” idealizado sea inalcanzable, demasiado distante y poco confiable, pone al paciente fronterizo en un dilema insoluble.” (Íbid. p. 116). De esta manera, el juicio de realidad en los fronterizos no correspondería a “sí” o “no”, sino a ni “sí” ni “no”. Además, piensa que la proyección de partes perturbadas, y desmentidas, de los padres enfermos en sus hijos produce en ellos estructuras no-neuróticas o fronterizas. En su libro “El pensamiento clínico” (2002), Green valora la práctica psicoanalítica y profundiza en el pensamiento que se ejerce en la experiencia de la cura en los participantes (analista y analizando). El autor muestra de qué manera es posible introducir el concepto de pensamiento clínico en psicoanálisis, un psicoanálisis cuya teoría se construye sobre los cimientos de la experiencia. En particular, estudia la modificación de los cuadros clínicos sobre los cuales se edificó la obra de Freud (histerias y neurosis obsesiva), aportando innovaciones y respuestas que el padre del psicoanálisis no podía prever. Además profundiza en la clínica de fronterizos, que el autor prefiere denominar estados no-neuríticos, donde parece predominar la indiscriminación de las representaciones de los afectos. En esta obra, Green propone dos nuevos tipos de transferencia: transferencia de poder y transferencia de potencia. Considera que el poder es siempre limitado, falible, cuestionable; se puede heredarse o adquirirse, y también puede perderse. Mientras que la potencia conferiría a quien la posee una fuerza absoluta a los ojos del otro. Sería más o menos divina (o diabólica) (omnipotencia); en cualquier caso sobrehumano. Para los fronterizos el analista tendría tal potencia- omnipotencia. El analista se ve como déspota porque impone el encuadre –olvidando que el analista también se somete a él-. La neutralidad es tomada como una indiferencia impregnada de crueldad. Silencioso, el analista demostraría su desprecio altanero. Su interpretación no es tomada como una sugerencia interesente para pensar, sino como un diktat, algo que sólo se toma o se deja (todo o nada). El encuadre analítico, que para el neurótico se considera facilitador, es para el fronterizo, si no una máquina de influir, al menos una máquina que se manipula para satisfacer la omnipotencia del analista. El autor explica la fuente de este tipo de transferencia (proyección de la omnipotencia) por la fijación a la analidad primaria, cuando el infante había logrado (en la fantasía) la omnipotencia sobre el objeto, considerado también omnipotente. (Íbid., p.126-127