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A La.: G.: D.: G.: A.: D.: U.

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Sexta joya
Sexto Mandamiento de los Sabios
“Considera a tu amigo como si fuera otra hechura de ti mismo que el infortunio no
te aleje de él, haz de su memoria lo que harías por él si viviera” (6)
Ante este mandamiento, preguntémonos: ¿qué es un amigo? Puede ser cualquier
persona que por motivos de trabajo o relaciones sociales vive en contacto
rutinario con nosotros, pero a la persona a que se refiere este mandamiento es a
un amigo verdadero, aquella persona que encontramos en la vida que aun sin
buscarla llega a ser tan afín a nosotros y tan especial que, personas como él
podemos contar con los dedos de una mano, es una persona compañera de la
vida que, muchas veces es más valiosa que un hermano carnal y hasta que un
padre, pues ellos nos han sido dados por la naturaleza, más un amigo verdadero
solo nos lo ha dado Dios. El conocerlo no ha sido resultado de la casualidad sino
ha sido efecto de la voluntad de Dios, en cumplimiento a la ley de causa y efecto,
al ser una persona a la cual tenemos absoluta confianza, sabremos con el paso
del tiempo que por algo la hemos conocido y por algo por nosotros insospechado
mantenemos una relación tan íntima que a ella con toda confianza podemos
entregar por entera nuestra alma, esta relación de amistad llega a ser tan
profunda que perdura ante cualquier infortunio de la vida y aun ante la muerte, es
en fin una dadiva de Dios.
Este sabio mandamiento nos hace recapacitar sobre la enorme fortuna que
significa tener verdaderos amigos, pero ante este anhelo reflexionemos: ¿Dónde
podremos encontrar verdaderas amistades ya que ante la sociedad donde nos
movemos encontramos muchas personas hipócritas y fementidas, aunque lo más
lamentable es que, para muchos de nosotros los masones, las tenemos aun
dentro de nuestra orden?
Una dicha sería que todos nuestros hermanos masones con los que con ellos
convivimos dentro y fuera de nuestros talleres quienes cumpliendo con el mandato
indicado en el Salmo 133, moraran entre sí en armonía, pero no solo dentro del
templo, durante las tenidas, sino durante todos los instantes de su vida ya que, se
supone que, por sus cualidades y características como hombres y mujeres libres
de todo vicio humano y con la práctica habitual de vida basada en los más puros
principios ético y morales que dicta nuestra Augusta Institución, fueran así todos
ellos nuestros amigos verdaderos, en ese entonces, la imagen que nuestra Orden
daría ante el mundo sería totalmente distinta pues la gente profana vería en la
masonería una verdadera hermandad que, por sus excelentes ejemplos de vida,
serian una luz para el mundo promotora de una humanidad mejor, más feliz y
progresista.

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