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UNA GRAN LUZ

Bendiciones amados hermanos y hermanas, excelente día que el amor de Dios, la gracia de
nuestro Señor Jesucristo y la comunión con el Espíritu Santo sea con todos y cada uno de ustedes y
con su familias, debo confesar amados que por un momento estuve a punto de dejar de hacer este
devocional el día de hoy, el motivo es que me siento muy enfermo con fuertes dolores
abdominales, no sé si sea el apéndice, o la vesícula o a un más fuerte mis riñones, hoy por cierto
ya tengo cita con el especialista, pero dejando esto atrás y leyendo la palabra de Dios y en oración,
encontré la siguiente porción bíblica para mi vida y te la dejo para que así como yo cobres ánimo,
recuerda Dios nos ama, y Él ha prometido siempre estar con nosotros, Dios les bendiga.

Isaías 9:1-3 – “Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la
aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y
a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en
Galilea de los gentiles. 2 El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra
de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. 3 Multiplicaste la gente, y aumentaste la
alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten
despojos”.

En 2018, doce muchachos tailandeses y su entrenador de fútbol entraron en una cueva, con la
intención de disfrutar de una tarde de aventura. El crecimiento inesperado del agua los forzó a ir
cada vez más adentro, y pasaron dos semanas y media antes de que unos equipos de buceo,
resistidos por el agua, pudieran rescatarlos. Entretanto, pasaron horas sentados sobre unas
pequeñas rocas en medio de la oscuridad, con solo seis linternas parpadeantes y la esperanza de
que alguna luz —y ayuda— apareciera.

El profeta Isaías describió a un mundo sumido en la oscuridad, arrasado por la violencia y la


codicia, destruido por la rebelión y la angustia (Isaías 8:22)... solo ruinas y oscuridad. Sin embargo,
insistió en que esa tenebrosa desesperación no era el final. Por la misericordia de Dios, «no
[habría] siempre oscuridad para [los] que [estaban] ahora en angustia» (9:1). Había esperanza para
su pueblo, y señaló hacia el momento en que Jesús viniera para disipar la oscuridad que había
producido el pecado.

Jesús ciertamente vino, y entonces, «el pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que
moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos» (v. 2).

Independientemente de lo oscuras que sean nuestras circunstancias, Jesús está con nosotros y su
luz nos ilumina. ¿Eres propenso a experimentar oscuridad y desesperación? ¿Cómo renueva tu
esperanza considerar esta imagen de Jesús como la gran luz?

Oración: Amado Dios, sé mi gran luz con tu amor radiante, te lo pido en el nombre de Jesús, que
en esos tiempos de oscuridad, llamase enfermedad, dolor, perdidas, pruebas, conflictos, etc.
Siempre pueda encontrar su luz, muchas gracias Dios, porque cada mañana su luz ilumina mi vida
en el nombre de Jesús, amén.

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