Las personas con vértigo tienen la angustiosa impresión de perder el equilibrio. Son
personas que sienten dudas y temores antes el hecho de tener que tomar una decisión o dar el primer paso hacia algo nuevo, desconocido. A veces, son personas que ya han llevado a cabo cambios de los que quizá no están del todo convencidas y que quizá no aceptan o respaldan las personas más próximas. Tener vértigos es una manera de huir de algo o de alguien a quien no se quiere ver o escuchar. Puede existir la sensación de que las cosas o situaciones avanzan demasiado rápido, lo que impide ejercer el control deseado. Esto genera inestabilidad y ansiedad. Aparte del sentido biológico que entraña el vértigo, durante el tratamiento del mismo en terapia de BioNeuroEmoción – BioDescodificación se analizan aspectos y matices referidos por la propia persona que ayudan al terapeuta a encontrar la emoción oculta que ha generado el conflicto. Se trata de hacer consciente el conflicto inconsciente y, con ello, lograr la completa y óptima descodificación biológica del vértigo, la toma de conciencia del verdadero origen y sentido del síntoma para iniciar el camino de la desprogramación, de la curación. Así, por ejemplo, los vértigos en los que se detecta un anormal funcionamiento del oído interno manifiestan que le persona alberga dudas, incertidumbres y temores relacionados con algo que no soporta escuchar y que probablemente no puede evitar. Cuando el vértigo está asociado a problemas de motricidad en las piernas pone en evidencia la falta de referentes; muchas veces por conflictos con el padre o con la figura paterna. Otras veces puede ser simplemente miedo al futuro. Es fundamental, por tanto, que la descodificación biológica del vértigo se apoye en una búsqueda detallada y profunda de qué es lo que no soporta oír o escuchar la persona, de qué está huyendo, cuál es el conflicto de referentes, qué horizonte de futuro se despliega ante esa persona o qué situación traumática existe con el padre, con la figura paterna o de la propia persona con su situación y rol paternos. Hay que prestar una especial atención tanto al Proyecto Sentido como al Transgeneracional porque en la mayoría de los casos el conflicto programante del vértigo tiene su origen en situaciones y conflictos vividos por los antepasados o por los padres durante la etapa uterina y la primera infancia (hasta los 3 años) de esa persona que años después -ya adulta- sufre vértigos. El vértigo suele ser la manifestación de conflictos transgeneracionales no cerrados satisfactoriamente en su día, razón por la que se transmiten de generación en generación hasta que un miembro del clan toma conciencia y se sana a sí mismo y sana al resto del clan. Por eso es sumamente importante llevar a cabo el estudio del transgeneracional para establecer las lealtades transgeneracionales invisibles y las líneas de afinidad entre miembros del clan (dobles) que repiten y heredan conflictos y programas inconscientes activos en el árbol genealógico. Sólo entonces, a partir de esa toma de conciencia, el terapeuta podrá acompañar y ayudar a la persona a obtener la curación mediante el cambio de creencias y la desprogramación o desactivación de las emociones tóxicas y de los conflictos inconscientes. Vértigo periférico El vértigo periférico o posicional es el más frecuente ya que supone alrededor del 90% de los casos diagnosticados. Aparece de forma súbita, en episodios breves de apenas unos minutos o escasas horas de duración, con sensación de giro del entorno. A diferencia del vértigo central, el periférico se acompaña de manifestaciones auditivas como la sensación de plenitud, hipoacusia y acúfenos, además de otros síntomas neurovegetativos como sudoración anormal, taquicardia, hipotensión y, a veces, náuseas. La recuperación es tan rápida como su aparición. Aparece sólo con ciertos movimientos o posiciones y se puede repetir incluso durante años. Las causas principales y más comunes del vértigo periférico son neuritis vestibular, enfermedad de Meniere, neurinoma del acústico, laberintitis, fístula perilinfática, colesteatoma y herpes zoster ótico.