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El importante rol que cumple el obstáculo

Siendo el título de mi conferencia “El importante rol que cumple el obstáculo”, la iniciaré
dedicando los primeros párrafos al obstáculo que la palabra “folklore”, es decir, “saber del
pueblo”, ocasiona. Si pueblo se asocia con hombre menos culto, o decididamente te inculto, se
está soslayando lo esencial. ¿Qué es lo esencial? El conocimiento del hombre desde un aspecto
del proceso de su evolución. En estas llamadas culturas populares —aun cuando estancadas—
se esconde un germen de armonía susceptible de ser rescatado a beneficio de la familia
humana, porque el supuesto desarrollo y subdesarrollo son dos lados de una misma moneda.
De acuerdo a leyes rítmico-cósmicas, lo que se conoce como “más” y como “menos” son
requeridos en el proceso integrador porque, al cumplirse la justa rítmica tensión, estos
opuestos, al transformarse, devienen en otro nivel de equilibrio, otro nivel de unidad. Si por el
contrario, la tensión se dilata, dará paso al exceso y a la ausencia, a saber, dos lados de una
misma moneda por ruptura del proceso. ¿Cómo acercarse con un serio interés a estas
llamadas expresiones populares, si a lo folklórico, a lo pueblerino, a lo ingenuo se los ha
hermanado, es decir, se los ha metido en un mismo saco? Me pregunto: ¿Cómo puede
penetrarse en la cultura del otro, desconociéndose la propia? La cultura es viva, es orgánica, y
cuando se descubre la propia, entonces, se han descubierto las culturas. Si bien las formas y
procesos difieren en la esencia, la cultura, cuando orgánica, tiene como meta la integración y
el equilibrio del ser humano.

Existen en las tradiciones de pueblos de diversas partes del mundo, incluyendo, obviamente, la
de los pueblos de este continente antes de que se le denominara América, rezagos de
orgánicas culturas cuyo cordón umbilical, conectado aún con el hombre, lo alimenta y
sostiene. Ya hablando en primera persona, debo decir que desde una memoria ancestral,
conocí del África ciertos aspectos del ritmo que calaron muy hondamente en mí. Es a cierta
edad, cuando ignoramos lo que es un interés a servicio del ego, que lo heredado se abre
camino, penetrando las fibras del tejido cuerpo físico. Por haber vivido, experimentado y
desarrollado el ritmo interior a lo largo de un proceso, me atrevo a sostener, en esta época, lo
que estos seres supieron hace muchísimo tiempo. Supieron que las bases para establecer las
conexiones requeridas, propiciando un superior nivel de evolución, están en el cuerpo
humano. Un alto grado de conocimiento Ies permitió percibir que en el orden cósmico las
vibraciones de sonido y silencio, al ir elaborando unidades de infinitas diferencias de calidad
que nunca se repiten, van creando otros niveles de orden, otros niveles de jerarquías, y todo
ello conlleva un ritmo. A fin de transmitirlo a aquellos que no tenían conciencia de la
comprensión orgánica, crearon sabias combinaciones rítmicas, las que al ser percutidas o
experimentadas de diferentes maneras sutiles, darían a quien las vive la capacidad de entrar
en sí mismo; sintiendo, vibrando las calidades silencio-sonido, despertando a niveles de
conciencia, y, redescubriendo la unidad orgánicamente. Solo la unidad posee la capacidad de
transformar lo negativo en positivo. Descubren entonces que salud es un nivel de
conocimiento, es decir, un nivel de unidad, por lo tanto, el secreto de la salud está ligado a la
acción. Sabedores de que es a través de la calidad de hacer que se descubre la acción, crearon
medios claves, los que, por estar íntimamente relacionados con la vida, permitirían descubrir la
acción, rompiendo la trampa- tiempo. Fueron conscientes de que el campo de batalla para
descubrir la acción, es la escuela que hemos olvidado: la vida. Sin desdeñar las escuelas,
debemos admitir que el conocimiento es anterior a ellas. Por esto, tanto la danza, como la
música, el canto, los instrumentos musicales, entre otros, fueron medios que pertenecieron al
arte ligado a la salud: arte-sano.
A través de esta herramienta-medio, va despertando el ser humano a la comprensión.
Comprender implica incluir y sólo lo que es sano tiene esta capacidad. Al enfrentar la vida
desde la comprensión interior, el exterior, al ser transformado, deviene en el combustible
necesario para crecer. De no ser así, el exterior puede devorarnos. Gracias a una voluntad que,
paralelamente, se irá desarrollando, se aprenderá a educar el cuerpo físico, no permitiendo se
extravíe arrastrado por falsas necesidades que llevarán a la dispersión. Debe quedar ciar que el
cuerpo físico es el único instrumento que no puede ser afinado por otro y que no es posible
alcanzar un nivel superior antes de establecer la debida relación con esta base. Debe quedar
claro, también, que cuando el medio se ha convertido en meta, el entrenamiento, dirigido
desde el intelecto, conduce al aprendizaje de habilidades aisladas, sin proceso integrador. La
conexión está inmersa en el proceso y las habilidades son como hebras que, conscientes de su
labor, se entrelazan en el tejido. Conocer la aventura vida, es entrar en ella, de no ser así, es
una desventura. Desventura cuyo amargo sabor conocí en esta vida a través de una lucha sin
cuartel. Descubriendo que la rudeza de la lucha tiene el color que le imprime la forma personal
de enfrentarla. Nací mujer, nací negra, y más adelante constaté que el hecho de ser
latinoamericana, suponía también un obstáculo. ¿Qué es el obstáculo? ¿De qué está hecho?
¿Quién lo alimenta? Sólo una particular honestidad en la lucha puede devolvernos la
respuesta: parte del obstáculo vive dentro de uno mismo. El obstáculo está hecho del pasado
que, por desconocer el presente, nos hace evocar un falso futuro. El obstáculo es alimentado
por el enemigo que en nosotros se aloja. Comprendí que no hay revolución sin evolución y que
esta última se logra entrando en sí mismo, porque el secreto no es salir sino entrar. Las reales
batallas se vencen desde el inte rior, sin testigos que nos gratifiquen diciendo “¡Bravo!”. Así
fue como los obstáculos me enseñaron a replegarme en mí con esta pregunta: ¿Quién soy? Así
fue como esa poderos a arma-obstáculo me indujo a penetrar en mi cultura, y lo asombroso
fue que al devenir el arma en herramienta, yo misma iba, a la vez, siendo transformada. Esa
química de la transformación es la que hay que descubrir. Comprender el importante rol que
cumple el obstáculo es iniciarse en el camino hacia la unidad, hacia el equilibrio. Es devenir
consciente. Es increíble cómo al irse disipando las sombras, va apareciendo la claridad que nos
señala, como solo la claridad orgánica sabe hacerlo: “Antes de cruzar el obstáculo debes saber
quién eres”. “Antes de querer más, debes saber qué es lo que posees”. Cuando ya el obstáculo
no nos fustiga porque la experiencia nos ha dado la capacidad de percibir el inicio de nuestra
reacción, es entonces cuando el discernimiento ha dejado de ser una palabra racional. Es
entonces cuando activamente sabremos qué es preciso hacer, porque en acción, nuestro
conflicto se desvanece. Desearía ahora comentar algo sobre el trabajo de ritmo que desde
hace más o menos 30 años es la tarea que me he impuesto para transmitir a los que se
interesan en “Descubrimiento y desarrollo del ritmo interior”, nombre que di a esta disciplina.
Debo señalar que los ejercicios y juegos, base de esta práctica, son medios creados por mí
después de muchos años de lucha y comprensión de la vida. Después de alcanzar un nivel de
conciencia que me permitió comunicar lo que cada cual, al sensibilizarse, debe descubrir
dentro de sí. Por eso digo: “Yo no enseño, yo guío”. Cuando en el año 1969 fui Directora de la
Escuela Nacional de Arte Folklórico, llevada por ese entusiasmo de compartir, traté de editar
una serie de cuadernillos sobre este importante tema. No fue mi intención la de publicar un
método para que fuera usado por otros. ¡Nada de eso! Vertí algunos conceptos sobre ritmo, y,
con la colaboración de mi difunto hermano, profesor de música, César Santa Cruz, aparecieron
en el primer cuaderno dos ejercicios cuya explicación rítmica fue ilustrada con la notación
musical. Comprendí luego que, desde el momento en que el sonido y el silencio eran escritos y
leídos, la posibilidad de interiorizar el ritmo desaparecía. Por este motivo, solo un cuadernillo
fue editado. Por estar este trabajo de ritmo interior basado en experiencias que es preciso
vivir, me limitaré a explicar lo que pueda ser racionalmente entendido a fin de enfatizar el
importante rol que cumple el obstáculo.

Desde el primer día acostumbro a dar las reglas de seguir para realizar los ejercicios de esta
práctica y suelo añadir: “Estoy dándoles las leyes del juego para que, por lo menos, en el
transcurso del trabajo sepan que las están traicionando”. Dicho y hecho. Tan pronto el
intelecto determina que el ejercicio es fácil, pues lo hacen a su manera. Las reglas a seguir son:
1°. Aprender a sentir el deseo rítmico, o sea, la combinación rítmica dentro de la unidad, sin
contar. No es a través de “1-2-3” que se internaliza el ritmo (ejemplo). 2°. Escuchar
continuamente creados los sonidos que produzcan al realizar el ejercicio, al mismo tiempo que
sentir su propio peso. Este hecho va enseñando a descubrir qué es perseverar, es decir, no fijar
el ejercicio con un “ya lo tengo” porque éste, el ejercicio, es solo un aspecto de algo superior.
Lamentablemente, al practicante le interesa exhibir lo que cree ha logrado comprender y, lejos
de conectarse con su cuerpo, lo obliga a obedecer. A medida que el trabajo prospera, la cosa
deviene complicada porque, al no haber construido las bases, no tienen ningún apoyo interior.
Si no se respeta lo esencial que la actitud y calidad de hacer requiere, se continuará
acumulando habilidades dispersas ya que el ejercicio es un medio y no una meta. Ese correr
detrás de resultados no les permite percibir las suti les señales que a través del ejercicio —si se
respetan las reglas del juego— puede conducirlos hacia su interior. Van, por el contrario, a una
velocidad desconectada, es decir, mecánica, ansiosos por el logro de algo, sin saber por qué ni
para qué. Cuando llegan al convencimiento de su error pretendiendo enmendar rumbos,
entonces el tratar se ha complicado porque el intelecto ya “aprendió” y obstaculiza la
posibilidad de sentir. Así van entendiendo racionalmente que el obstáculo es uno mismo y
aceptan aquello que a menudo digo: “El enemigo vive en casa”. Desafortunadamente, tan
pronto como una nueva oportunidad se presenta, repetirán, testarudamente lo mismo por
carecer de experiencia. Es una lucha con el ego la que impide recuperar lo valioso que en cada
ser humano vive. Es preciso comprender que claridad no es acumular lo que nos agrada y
desdeñar lo que nos disgusta. La clave del conocimiento reside en la capacidad de transformar,
porque en el conocimiento la comprensión es orgánica. No obstante, valorar la importancia del
trabajo propuesto hace la tarea más dura por saltar de un extremo a otro sin comprender si
hay o no proceso, o solución. Suelo, sin embargo, recibir cartas de personas de diferentes
partes del mundo que, después de tres o más años de haber trabajado conmigo, me comentan
que han podido resolver situaciones difíciles en la vida por algo que percibieron en la práctica
del ritmo; a pesar de no haber sabido valorarlo en su momento. Estos hechos me hacen
meditar lo que encierra ese maravilloso proverbio: “Nadie sabe el bien que tiene, hasta que lo
pierde”. Por estar el ser humano viviendo, usualmente, en el pasado, empieza a valorar lo que
no tiene cuando aquello pertenece ya al pasado, porque es allí donde, lamentablemente, está
su atención. Toda necesidad de correr detrás de resultados, de acortar distancias, tiene su
origen en el pasado. Afortunadamente, hay quienes, desde el primer momento, sienten,
intuyen, lo que la propuesta demanda y es estimulante observar cómo va transformándose la
calidad de su hacer, a través del ejercicio propuesto, viviendo interiormente y despertando
memorias. Demás está decir cómo me siento estimulada a continuar con mi tarea, cuando
percibo los inicios de una calidad diferente de atención. Recuerdo que en una oportunidad fui
invitada a Madrid a realizar unos talleres de ritmo y dar algunas charlas; al mom ento de las
preguntas, alguien dijo: “Estoy totalmente de acuerdo con lo que usted dice, pero qué hacer
con los sistemas que destruyen todo”. A esto respondí: “El sistema vive porque de una forma u
otra lo sostenemos con nuestra com plicidad, de no ser así, no podría existir”. No hay
revolución sin evolución y ésta se gesta en casa. El obst áculo, como toda dificultad, es un
llamado a la reflexión, por lo tanto, los obstáculos deben ser convertidos por nosotros, en el
justo estímulo que descubrirá nuestra justa actitud. Aquellos obstáculos, que en forma de falta
de recursos económicos se presentan cuando pretendemos organizar programas culturales en
el ámbito local o nacional, están inv itándonos a reflexionar sobre lo que estamos haciendo. En
vez de buscar a quien culpar, retornemos hacia nosotros mism os con la pregunta:

¿en qué medida puede, actualmente, este proyecto ser provechoso y a servicio de qué?... Si las
resp uestas que nos damos no son todo lo satisfactorias como para enfrascarnos con más bríos
en nuestra reacción, signific a que ha llegado el momento de comprender que las formas son
medios, pues la meta es el ser humano. ¿Por qué enveje cen las formas? ¿Es que estamos
girando en círculo? No es lo novedoso lo que nos conducirá a la realidad sino lo nuevo que se
gesta y renueva a cada instante, de acuerdo a de terminados ciclos. ¡No olvidar que estamos
en la eternidad! ¿Qué es lo que hemos aprendido de los obstáculos que nos ofrece la vida?
¿Por qué no transformamos el obstáculo? ¿Qué hemos aprendido los que fuimos
discriminados? ¿Qué nos devolvió el obstáculo como respuesta a nuestro esfuerzo? Somos los
necesitados los que tenemos la posibilidad de desc ubrir de qué está hecho el obstáculo. ¿Qué
es la experiencia? La experiencia se inicia cuando fuimos capaces de aprender algo nuevo de lo
que logramos culminar, al igual que descubrir lo que encierra lo que nos impidió lo grarlo. De
allí que en la experiencia no hay fracaso. ¿Dónde residen las ventajas de las aparentes
desventajas? ¿En descubrir que el sufrimiento es una puerta que puede señalar la entrada?
¡Pues no quedarse allí! ¡Hay que entrar! ¡Si seguimos hurgando en consecuencias, la división
nos se parará hasta llegar a desconocer quienes somos! Si el hombre está dividido, su hacer
será también dividido, fragmentado. ¿Hasta cuando seguirá el especialista aferrado a su
especialid ad sin encontrar el cabo de la hebra que lo conduzca al pro ceso integrador?
Despertemos en nosotros la sana curiosidad, el sano interés de descubrir la acción,
convirtiendo lo negativo en positivo. Transformar es privilegio de la unidad y es en acción que
ésta se descubre. Si hoy me preguntan quién soy, mi respuesta será: una célula en un gran
organismo, y, así como una célula enferma busca enfermar su medio ambiente para sobrevivir;
una célula sana debe compartir y comunicarse con su medio ambiente para vivir, para crecer.
La necesidad de compartir experiencias estableciendo la co municación que pudiera
acercarnos, sin caer en inútiles rea cciones, fue la que me impulsó a realizar esta conferencia.
Una condición, sin embargo, es requerida para que la comuni cación se produzca: activo-pasivo
debe ser quien comunica y pasivo-activo quien recibe la comunicación. Sólo así ese com partir
puede ser muy valioso porque, está demás decirlo, nos necesitamos.

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