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INSTITUTO BÍBLICO BETHEL

MATERIA: CORINTIOS Y TESLONICENSES

TAREA: ANÁLISIS GENERAL DE LA SEGUNDA CARTA DE PABLO A LOS


TESALONICENSES

MAESTRO: ARNULFO LUNA QUINTANILLA

ALUMNO: JOSÉ RIGOBERTO CORLETO BERGANZA

FECHA: SÁBADO, --- DE FEBRERO DE 2020


Contenido
Introducción........................................................................................................................................ 3
ANÁLISIS GENERAL DE LA SEGUNDA CARTA DE PABLO A LOS TESALONICENSES ............................ 5
Notas preliminares .......................................................................................................................... 5
DESARROLLO ....................................................................................................................................... 6
CONCLUSIÓN....................................................................................................................................... 9
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................................... 10
Introducción
El apóstol Pablo siempre tuvo un especial cuidado de sus hijos en la fe. Si
bien en su primera epístola a los tesalonicenses, el tono de su relación con ellos
es el de una nodriza tierna que cuida a sus hijos, en esta epístola es más como el
de un padre que disciplina a algunos hijos indisciplinados y corrige su rumbo (3: 7-
12; cf. 1Ts 2: 11). Él los encomia por su fe constante y los alienta de nuevo a
permanecer fieles a través de la persecución por la que pasan (1: 3-7). Es
evidente que el apóstol fue como un padre lleno de amor y ternura para sus hijos
en la fe, pero también siempre tuvo la corrección pertinente cuando algunos de
ellos estaban mostrando indisciplina.

La sección principal de la epístola trata del día final del Señor (2: 1-12); cf.
1: 6: 10). Según 2: 2, parece que algunos de Tesalónica afirmaban, por “espíritu”
(una revelación), “palabra” (mensaje verbal) o carta (supuestamente de Pablo),
que ya habían comenzado el tiempo de la gran tribulación y el día del Señor.
Pablo corrige ese malentendido al declarar que tres acontecimientos importantes
señalarían que el día del Señor había llegado (2:2): (1) habría una gran apostasía
y una rebelión (2: 3), (2) el impedimento puesto por Dios contra la maldad se
quitaría (2: 6-7), y (3) “el inicuo” se revelaría (2: 34; 8-12). Pablo advierte a los de
la iglesia que no pongan la esperanza del inminente retorno de Cristo como una
excusa para no trabajar; él exhorta a todos los creyentes a vivir con diligencia y
disciplina (3: 6-12).

Pablo, en esta segunda epístola a los Tesalonicenses, de hecho, corrige


algunos errores en los cuales estos discípulos habían caído con respecto al día
del Señor por la intervención de ciertos falsos maestros; así como en parte de la
primera epístola él había esclarecido la ignorancia de los mismos creyentes
respecto a la porción de los santos en la venida de Cristo a tomarlos a Sí mismo—
un punto sobre el cual ellos estaban, evidentemente, muy poco instruidos.
Una medida de tinieblas Judías estaba en sus mentes; y ellos estaban, en
algunos puntos, sometidos aún a la influencia de aquella desdichada nación, la
cual estaba siempre esforzándose para mantener una posición perdida por su
incredulidad.

Esta influencia Judía permite entender el por qué el apóstol habló como lo
hizo en el capítulo 2: 15, 16, de la primera epístola, "los cuales mataron al Señor
Jesús y a sus propios profetas, y a nosotros nos expulsaron; y no agradan a Dios,
y se oponen a todos los hombres, impidiéndonos hablar a los gentiles para que
éstos se salven; así colman ellos siempre la medida de sus pecados, pues vino
sobre ellos la ira hasta el extremo". En aquel tiempo esta influencia se mostró a sí
misma en la tendencia de los Tesalonicenses al perder de vista el lado celestial de
la venida del Señor, en pensar que Él volvería a la tierra y que ellos serían
glorificados entonces con Él–como un Judío podía haber creído—y que los
santos fallecidos, por consiguiente, no estarían presentes para compartir esta
gloria.
Para los tesalonicenses el objeto principal y vivo era el Señor mismo, y
estaban esperando Su regreso con corazones llenos de gozo y de vida; pero el
lado celestial de esta expectativa no tenía su lugar claramente marcado en sus
mentes, y ellos conectaban demasiado la venida con la manifestación, de modo
que el carácter terrenal predominaba, y la muerte parecía estar excluida de ello.
Cuando la segunda epístola fue escrita, esta influencia Judía tenía otro
carácter; y los falsos maestros estaban más directamente implicados con ella.
ANÁLISIS GENERAL DE LA SEGUNDA CARTA DE PABLO A LOS
TESALONICENSES
Notas preliminares
Bosquejo:
I. El saludo de Pablo (1: 1, 2)
II. El consuelo de Pablo para la aflicción 1: 3-12)
A. A manera de aliento (1: 3, 4)
B. A manera de exhortación (1: 5-12)
III. La corrección de Pablo del error profético (2: 1-17)
A. Crisis profética (2: 1, 2)
B. Corrección apostólica (2: 3-12)
C. Consuelo pastoral (2: 13-17)
IV. La preocupación de Pablo por la iglesia (3: 1-15)
A. Con respecto a la oración (3: 1-5)
B. Con respecto a la vida indisciplinada (3: 6-15)
V. La bendición de Pablo
Autor: Pablo
Fecha: a finales del 51 d. C. o a principios del 52 d. C.
Tema: El retorno de Cristo
Marco Histórico:
Es evidente que ciertas expresiones de la primera carta de Pablo a esta iglesia
habían sido mal interpretadas. Cuando se había referido a la incertidumbre del día
de la venida de Cristo, sus palabras habían sido entendidas como si hubiera
enseñado que el día del Señor estaba cerca.

Esto dio como resultado una innecesaria conmoción. Los convertidos estaban
turbados y alarmados (2:2). Tenían puntos de vista tan errados acerca de la
cercanía de la venida del Señor, que trastornaron sus vidas.

Trasfondo
Cuando se escribió esta epístola, la situación de la iglesia de Tesalónica era
casi la misma que cuando Pablo escribió la primera epístola (1 Tesalonicenses):
había una comunidad judía muy grande que, en su mayoría, mostraba una intensa
hostilidad al mensaje de Pablo que resultó en una gran persecución. Es probable,
por eso, que esta epístola se escribiera sólo pocos meses después de 1
Tesalonicenses mientras Pablo estaba todavía trabajando en Corinto con Silas y
Timoteo (1: 1; cf. Hch. 18: 5). Parece que cuando se le informó a Pablo de la
llegada de su primera epístola y de los nuevos acontecimientos de la iglesia de
Tesalónica, se sintió impulsado a escribir esta segunda epístola.
Propósito

El propósito de Pablo al escribir su segunda epístola a los tesalonicenses es


semejante al de 1Tesalonicenses: (1) alentar a los nuevos convertidos
perseguidos; (2) exhortarlos a la vida disciplinada y a ganarse su sustento; (3)
corregir algunas creencias erróneas acerca de los acontecimientos finales
relacionados con “el día del Señor” (2: 2). Sin embargo, el motivo inmediato de su
redacción lo dio la aparición en la ciudad de algunas personas que estaban
sembrando inquietudes entre los miembros de aquella iglesia fundada por el
apóstol.

Características especiales

Las características especiales de esta epístola son tres: (1) Contiene uno de los
pasajes más elaborados del Nuevo Testamento acerca del desenfreno de la
iniquidad y del engaño al final de la historia (2: 3-12). (2) El justo juicio de Dios que
acompañará a la segunda venida de Cristo se describe aquí en términos
apocalípticos, semejantes al libro de Apocalipsis (1: 6-10; 2: 8). (3) Emplea
términos para el anticristo que no se encuentran en ninguna otra parte de la Biblia
(2: 3, 8).

DESARROLLO
Conforme a la costumbre del primer siglo, la salutación de la segunda
epístola a los Tesalonicenses contiene los nombres de Pablo (el autor), de Silvano
(Silas) y de Timoteo, los colaboradores de Pablo en la fundación de la iglesia que
estaban presentes con él cuando la escribió. Según los entendidos, la evidencia,
tanto dentro de esta carta como con respecto al vocabulario, estilo, y contenido
doctrinal, fuertemente apoya a Pablo como el único autor posible. El tiempo de
esta escritura seguramente se llevó a cabo unos pocos meses después de la
primera epístola, mientras Pablo estaba en Corinto con Silas y Timoteo (1: 1;
Hech. 18: 5) a finales del 51 d. C. o a principios del 52 d. C.
Tesalónica (Salónica moderna) yace cerca del lugar antiguo de Terma en el
Golfo Termaico en las partes norte del Mar Egeo. Esta ciudad se volvió la capital
de Macedonia (Ca. 168 a. C.) y disfrutó del estatus de una “ciudad libre”, la cual
fue gobernada por su propia ciudadanía (Hch. 17: 6) bajo el Imperio Romano; llegó
a ser conocida como “la madre de toda Macedonia”. En los días de Pablo, la
población alcanzó las 200, 000 personas.
Debido a su maduración y expansión, había mucha presión y persecución;
las semillas de falsa doctrina con respecto a la venida del Señor habían sido
sembradas y la conducta de las personas era desordenada. Entonces Pablo le
escribió a su amado rebaño quien estaba: (1) desalentado por la persecución y
necesitaba incentivo para perseverar; (2) engañado por falsos maestros que los
confundieron acerca del regreso del Señor, y (3) siendo desobedientes a
mandatos divinos, particularmente al rehusarse a trabajar. Pablo escribió para
hablar de esos tres asuntos al ofrecer: 1) consuelo para los creyentes perseguidos
(1: 3-12; 2) corrección para los creyentes falsamente enseñados y asustados (2: 1-
15); 3) confrontación de los creyentes desobedientes e indisciplinados (3: 6-15).
Aunque los capítulos 1 y 2 contienen mucho material profético debido a que
el principal asunto era un serio malentendido generado por los falsos maestros
acerca del día del Señor venidero (Pablo revela que ese día no había venido y no
vendría, sino hasta que ciertos acontecimientos ocurrieran), aún es mejor llamar a
esta epístola una “carta pastoral”. El énfasis se encuentra en cómo mantener una
iglesia sana con un testimonio eficaz en respuesta apropiada a una escatología
sana y obediencia a la verdad.
Como los primeros convertidos de Pablo fueron judíos, él se propuso dejar
muy en claro que esta “iglesia” no era una asamblea de los judíos, sino más bien
que era una congregación de fieles que se reunían en el nombre de Jesús, el Hijo
de Dios (Hech. 17: 2,3), quien es Dios el Señor y Mesías. Esta declaración rotunda
de la igualdad entre Dios y el Señor Jesús forma parte de la introducción en todas
las epístolas de Pablo.
El saludo inicial habla sobre la gracia y la paz que proceden de Dios Padre
y de nuestro Señor Jesucristo (2 Tes. 1: 2). En toda la carta, se ve a Cristo en una
relación mucho más cercana con el Padre. Esto se evidencia en que existen
ocasiones donde no queda claro si “Señor” se refiere al Padre o al Hijo, como en
la expresión “el Señor de paz” (3: 6). La grandeza de Cristo se observa en la
descripción de Su majestuosa venida con los ángeles para juzgar (1: 7-10). No se
habla demasiado sobre la salvación por medio de Cristo, aunque existen
referencias al evangelio (1:8; 2: 14), la salvación (2: 13) y el “testimonio” de los
predicadores (1: 10). Es evidente que Pablo había predicado las buenas nuevas
de la salvación que Cristo proveyó para los pecadores con Su muerte, y que los
Tesalonicenses los sabían muy bien y no era necesario que Pablo volviera a
reiterar ese tema.
Los creyentes no podían estudiar en paz y con tranquilidad el significado de
su nueva fe (1: 4). Aunque se regocijaban en el significado de su nueva relación
con Dios, aparentemente no tomaban con la debida seriedad las exigencias de las
enseñanzas cristianas, en especial en dos áreas: la segunda venida del Señor y la
vida cotidiana. Algunos creían que “el día del señor” estaba cerca o incluso que ya
había ocurrido (2: 2). Otros habían dejado de trabajar (3: 6-13), quizás porque
creían que la venida del Señor estaba tan cerca que no tenían sentido hacerlo.
Pablo les escribió a fin de apaciguarlos un poco sin por ello refrenar su
entusiasmo.
La carta no es larga y no brinda un bosquejo definitivo de la totalidad de la
fe cristiana. Pablo escribió para satisfacer una necesidad puntual, y el orden que
presenta se centra en circunstancias locales.
Se podría decir que existen cuatro enseñanzas en 2 Tesalonicenses:
1) la grandeza de Dios,
2) la maravilla de la salvación en Cristo,
3) la segunda venida,
4) la importancia de la vida y el trabajo cotidiano.
Dios ama a las personas como los tesalonicenses y los hace parte de la iglesia
(1: 4). Los escogió (2: 13), los llamó (1: 11; 2: 14) y los redimió. Los designios
divinos se mantendrán hasta el fin y alcanzarán s clímax con el regreso de Cristo y
el juicio universal. Es interesante ver la claridad con que se expresan en esta
antigua carta las grandes doctrinas de la elección y el llamado, temas que
significaban tanto para Pablo. También se puede ver la doctrina de la justificación
cuando hace referencia a que Dios considera dignos a los creyentes (1: 5, 11) y,
por supuesto, en la enseñanza sobre la fe (1: 3, 4, 11; 2: 13; 3: 2).
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
De Reina, C., & De Valera, C. (1993). Biblia de Estudio de la Vida Plena. Miami: Editorial Vida.

MacArthur, J. (2011). Biblia de Estudio MacArthur. Thomas Nelson, Inc.

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