# De cuenta: 0801-2002-09707 Infancia Destrozada documental
Este es el escalofriante porcentaje de las víctimas de abusos y
agresiones sexuales en la infancia. Un 23% por ciento de las que fueron niñas, y hoy son ya “las mujeres del futuro” de nuestro país, sufrieron en sus carnes la violencia sexual desde los primeros años de su infancia. Miles de niñas llegan así a su edad madura con cicatrices emocionales en gran medida irreparables. Esto incide de una manera transversal en su personalidad, en su autoestima, en sus posibilidades de situarse en el lugar social que les corresponde, en su capacidad de participar activamente en la sociedad. Aunque este problema afecta en mayor medida a las niñas, un 15% de los hombres españoles también lo ha sufrido. Frecuencia con la que se producen los abusos: un 23% de las mujeres y un 15% de los hombres españoles han sido víctimas de abusos antes de cumplir los 17 años. El 44’2% de estas vejaciones se ha cometido de forma reiterada. Relación con la víctima: El 43% de los abusos son cometidos por agresores desconocidos; un 33% por personas conocida por la familia pero sin relación especial; un 8% por amigos de la familia; un 11% por familiares; y un 5% por educadores. Efectos de los abusos: Aproximadamente el 70% de las víctimas sufre efectos negativos a corto plazo (culpabilidad, miedo, desconfianza, dificultad para dormir, rechazo al entorno) y más de un 20% tienen efectos a largo plazo: depresión, trastornos alimentarios, ansiedad, diversas adicciones. Género del agresor: El 86% de los abusos los cometen hombres. Comienzan ahora a reconciliarse con la niña o el niño que una vez fueron. Aquel niño y aquella niña al que hasta hace poco tiempo no podían mirar directamente a los ojos, ya que les enfrentaba con el asco, el miedo, la vergüenza y la culpabilidad fruto de los abusos sexuales que sufrió. Lo han mantenido callado mucho tiempo. Su vida ha estado marcada por el silencio, por saberse víctimas de tabú, por el olvido imposible de un trauma infantil. Sabían que aquello era algo malo, pero también que no se lo podían decir a nadie. Cada uno de estos niños y niñas guardó un terrible secreto. Inconscientemente habían asumido que nadie les creería, que las amenazas de su agresor se cumplirían y que su familia se destruiría si revelaban lo ocurrido. El silencio se convirtió en su cómplice y en su enemigo.