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A Dominga y su paraguas rosado

El invierno había llegado y todos se


preparaban para la lluvia. En el canal
Teveo y Tevé la señorita del tiempo decía:
Amigos televidentes
tengan ustedes presente
que se avecina un torrente
y caerá de repente.
En la radio, el locutor pronunciaba
con voz ronca:
Esto no es un comercial:
les queremos avisar
que preparen los paraguas
en temporada invernal.
En diarios y revistas se leían cosas así:
Reparo techos
destapo alcantarillas
vendo lo necesario
para que haga sopaipillas.
Apenas supo todo esto, la señora Lara
Laray corrió a revisar si tenía lo necesario para
la lluvia y el frío.
Encontró una escoba para barrer las hojas
secas, dos tejas de repuesto, harina para hacer
sopaipillas, lana para tejer un gorro, su
alcancía con cinco monedas, pero... ni un
paraguas.
–¡Si llueve no podré salir porque se
mojará mi peinado! O sea, ¿qué voy a hacer?
–se dijo tocando con un dedo su flequillo.
Pensó un rato afirmada
en la escoba.
Se acomodó en una silla para meditar.
Pero era muy insistente. Siguió
pensando y... zuuum... le llegó
volando una idea con forma redonda.
–¡Voy a fabricarme el paraguas
más lindo del mundo!
Tomó su cartera y partió a la tienda que
vendía tela por kilo.
–¿Tiene géneros impermeables, o sea, que
no les entre el agua, o sea, géneros para
paraguas? –le preguntó a la señorita de
anteojos que atendía con cara de sueño.
–Sip –murmuró la señorita y
con una mano le indicó unos
tremendos cajones.
–¿Hay alguien que me ayude? –quiso saber
la señora Lara Laray.
–Nop –respondió la señorita
bostezando.
La señora Lara Laray afirmó la
correa de su cartera en el hombro, se
arremangó la blusa, dio un salto, y
cayó de cabeza en uno de los cajones.
Comenzó a escarbar. En un cajón
encontró géneros verdes con puntos verdes.
Dio un salto hacia el otro. Encontró géneros
negros con flores negras. En el de más allá,
rojos con manchas rojas. Y en el de más acá,
amarillos con rayas amarillas.

¡QUÉ HORRIBLES!
Siguió revolviendo en el último cajón.
Géneros verdes con nubes azulinas,
negros con lunas moradas,
rojos con estrellas marinas,
celestes con hojas plateadas.
Colores coloritos
colores coloretes
colores colorinches
colores care cuete.
¡QUÉ LINDOS!
De inmediato, varias ideas
redondas le llegaron aleteando
zuuum... zuuum... zuuuum...
¡Si fabricaba muchos paraguas,
podría llenar su alcancía!
–Me llevo un kilo de este, un cuarto
de este otro, tres cuartos de allá, un
octavo de acá. O sea, ¿puedo llevarme el
cajón? –preguntó con el flequillo
despeinado.

–Sip –respondió la
vendedora abriendo
lentamente los ojos.
–¿Hay alguien que me
ayude a llevarlo?
–Nop.
La señora Lara Laray
partió de regreso equilibrando
su compra a dos manos.
Apenas llegó a la casa, preparó aguja y
dedal, se puso los anteojos y comenzó la tarea.
Cuando tuvo 74 grandes redondelas de género,
fue al patio a cortar las ramas más rectas y
firmes de un arbusto.
Luego, fue pegando las
ramas desde el centro hasta
la orilla de la tela, como un
abanico. Después, cosió al
medio una rama más larga
para sujetar los paraguas
con la mano.
–Soy genial –dijo contemplando sus 74
paraguas abiertos sobre la alfombra de la sala.
Pero había que probarlos, así
que se fue metiendo a la ducha
con cada uno.
¡Qué suave corría el agua
sobre los géneros impermeables!
¡Y no se le mojaba el flequillo
Se duchó 74 veces.

–Listo. O sea, que venga la


lluvia –dijo feliz.
Se sentó en la puerta de su casa con un
cartel que decía:
Esperó.
Esperó.
Siguió
esperando.
El Sol dio la vuelta muchas veces por el
cielo y la señora Lara Laray seguía con sus
74 paraguas abiertos frente a la puerta.
Hasta que se aburrió y entró
a la casa. Al regresar, venía con
un letrero que decía:
Llegó un barco con marineros
y diez futbolistas con el arquero.
Llegó una orquesta con baterista
y todo el circo con sus artistas.
Llegó mi tía con una gata
y Campanita con el pirata.
Diez superhéroes,
ocho princesas,
quince astronautas,
una alcaldesa.
¿Y qué sucedió?
Sucedieron varias cosas.
La primera, es que en el
pueblo todavía no llueve.
La segunda, es que el Sol sigue
riendo por el cielo.
La tercera, es que
la alcancía de la
señora Lara Laray
está llena de
monedas.
Pero lo más importante es que
todos, todos, hasta la gata de mi tía,
usan sombreros que tienen forma de
paraguas, pero no son paraguas.
Son tan fantabulovillosos, que la plaza
del pueblo llega a brillar cuando la gente
pasea orgullosa llevando sobre sus
cabezas esos modelos de telas coloridas,
colorinches y coloretes.
Para mi gusto, la más elegante es una
señorita con anteojos que camina
bostezando hacia el trabajo.
El Sol se da vueltas a mirarla y, ¡plim!
¡plim! ¡plim!, lanza sus rayos haciendo
relumbrar el increíble color acusete
care cuete de su sombrero.
Sip.
TE CUENTO QUE ANA MARÍA
GÜIRALDES...

... manifestó interés por la literatura


desde que era muy niña. Todos los
días trepaba su árbol preferido para
leer en secreto y refugiada sobre sus
ramas. Fue tanto su amor a las
historias, que pronto comenzó a
escribir las propias.

A pesar de haber estudiado


Pedagogía nunca ejerció como
profesora, dedicándose por completo
al oficio de la escritura. Sus primeras
publicaciones fueron a través de la
revista Pocas Pecas y más tarde
escribió el libro El sueño de María
Soledad.

Entre sus obras más importantes


podemos nombrar Un embrujo de
siglos, que forma parte de la Lista de
honor de IBBY desde el año 1992, y
sus enternecedores libros Mi ciruelo y
Ell d bli d SM
TE CUENTO QUE PAU MORGAN...

... siempre se sintió a gusto pintando;


lo heredó de su abuela que pintaba al
óleo. De mayor decidió estudiar
Diseño. Su alma patiperra la llevó a
Barcelona donde hizo muchos amigos;
algunos pintaban graffitti, otros
tomaban fotografías, y también
disfrutaban del cine y el arte. Fue así
como descubrió su pasión por la
ilustración.

Cuando volvió a Chile se fue a vivir al


sur, donde se dedica a ilustrar libros
para distintas partes del mundo.

Pau Morgan nació en Temuco, Chile.


Le gusta cocinar, tejer y andar en
bicicleta. Su casa está llena de libros,
y sus favoritos son los de actividades
y cuentos. Le encanta ilustrar libros
para niños, experimentar con colores y
crear personajes, ya que disfruta
mucho cuando está dibujando.
74 paraguas
Ana María Güiraldes

Ilustraciones: Pau Morgan

Dirección de Publicaciones Generales: Sergio Tanhnuz


Edición: Catalina Echeverría
Dirección de Arte: Carmen Gloria Robles
Diagramación: Kevin González
Producción: Guillermo Aceituno

Primera edición: julio de 2018

© Ana María Güiraldes C.


© Ediciones SM Chile S.A.
Coyancura 2283, oficina 203,
Providencia, Santiago de Chile

ATENCIÓN AL CLIENTE
Teléfono: 600 381 13 12
www.ediciones-sm.cl
chile@ediciones-sm.cl

Registro de propiedad intelectual: 293.707


Registro de edición: 293.773
ISBN: 978-956-363-527-0

Impresión: Salesianos Impresores


General Gana 1486. Santiago, Chile.

Impresión: A Impresores S. A.
Av. Gladys Marín Millie 6920, Estación Central,
Santiago de Chile.

Impreso en Chile / Printed in Chile

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