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Nacido en Pekín el 15 de junio de 1953, Xi Jinping es hijo de Xi Zhongxun y Qi Xin.

Los textos en castellano que profundicen sobre la biografía del líder de la República
Popular China son escasos, lo que viene a determinar una falta de conocimiento de su
figura entre el público general. Su padre ocupó durante su carrera puestos de
responsabilidad durante el mandato de Mao Zedong, coincidiendo con los primeros años
de vida del partido, pero si se tiene en cuenta el futuro que le depararía su relación con
el Gran Timonel, lo cierto es que muy pocos habrían apostado por Xi Jinping como
futuro presidente del país.

En las siguientes páginas se procederá a desarrollar la carrera política de Xi Jinping y,


como se verá, su ascenso no es fruto de las carambolas del destino, pero tampoco es el
esperado en el contexto político chino. Se diferencia de sus predecesores en muchos
aspectos, rompiendo claramente con su legado, pero, sin duda, una de las principales
diferencias es su capacidad para utilizar su biografía como un valor político en sí.

La figura paterna es clave para comprender el desarrollo de Xi Jinping y, aunque no


haya recurrido directamente a su figura para granjearse apoyo, es indudable que
representa todo un activo político que entronca con los pilares del PCCh y que legitima
su posición al frente del mismo. Xi ha sido capaz de labrarse un camino propio, pero su
carrera no puede explicarse sin estudiar la figura paterna.

Xi Zhongxun gozó de la confianza de Mao gracias a su desempeño como líder militar


en los años en que las fuerzas comunistas se enfrentaban a los japoneses y a los
nacionalistas durante la Guerra Civil. Tras la victoria en 1949, se convirtió en una figura
de relevancia dentro del ecosistema político comunista, siendo el responsable de
controlar las cuestiones propagandísticas del régimen. Esta posición fue, a su vez, un
privilegio y una condena para la familia de Xi. Por un lado, le permitió gozar de una
infancia de élite, mientras que, por otro lado, devino en la desgracia cuando Xi
Zhongxun perdió la confianza de Mao durante el conocido como ”movimiento de las
Cien Flores”.

La década de los cincuenta fue una etapa complicada. Unos años idealistas y de caos.
De celebración tras lograr la liberación y empezar la construcción del ideal socialista,
pero también de turbulencias. El movimiento al que hacíamos referencia data del año
1956 y tenía como objetivo el desarrollo de la cultura china. Al menos esta era la
fachada del mismo, puesto que ocultaba una forma de persecución a los críticos del
régimen.

En este sentido, la debilidad del padre de Xi radicaba, precisamente, en la posición de


poder que ostentaba. Como narra Brown (2016), su caída data de 1956, momento en el
que posibilitó el lanzamiento de un libro benévolo con la figura de Gao Gang,
enemistado con Mao. Xi padre fue acusado de conspiración, pero lo peor no llegaría
hasta el estallido de la Revolución Cultural cuando, teniendo en cuenta el historial
manchado, fue expulsado de la capital para rehabilitarse a través del trabajo.

Xi Jinping sufrió las consecuencias de la caída en desgracia de su padre y fue enviado a


trabajar en el campo. Sin embargo, en función de cómo se mire, la caída en desgracia
del padre fue, a su vez la salvación de la carrera política de Xi Jinping. Al verse
excluido de los ámbitos de decisión del Partido Comunista, la familia de Xi quedó en el
lado bueno de la historia, puesto que su relación con los sucesos que acaecerían durante
la Revolución Cultural quedó reducida al papel de víctimas y no al de verdugos, lo que
habría podido dinamitar el futuro de Xi Jinping. Además, esta experiencia de trabajo en
el campo permitiría a Xi conocer las condiciones y ligar su figura a un sector clave de la
economía del país, que hoy en día ocupa a más de 300 millones de personas.

Por un lado, la relación paternal trajo consigo penurias para Xi Jinping, pero no se
puede negar que, a la larga y visto desde una perspectiva más amplia, contribuyó a
configurar un relato presidencial que encajaba con la coyuntura social exigida por el
país y por el Partido Comunista para crecer en el currsus honorum de la política china.

A través de esta relación paternal que se acaba de desarrollar se pueden observar ya


algunas de las características presentadas por Max Weber para definir el carisma. El
momento de revelación al que hacía referencia el sociólogo alemán bien podría
identificarse con la purga y el exilio al que se vio sometido Xi Jinping con esa
experiencia de trabajo en el campo. Esta experiencia preconfigura una figura con una
triple narrativa: (1) la de un líder indulgente, que no guarda rencor, (2) con una gran
vinculación con el pueblo chino y (3) que ha sido capaz de labrarse una carrera desde
los escalafones más bajos de la escala social.

1. K
El vínculo paterno decora el relato de Xi, pero ni mucho menos contribuye a justificar
su posición. Esta se ha labrado a través de innumerables experiencias de gobierno,
partiendo desde los escalafones más bajos del poder hasta ocupar las cotar de
responsabilidad que ostenta en el presente. Xi es un líder hecho a sí mismo que, además,
ha sido parte y ha contribuido desde las mismas instancias de poder y los puestos de
responsabilidad a poner en marcha y desarrollar los mecanismos y las transformaciones
económicas que han ayudado a China a convertirse en una potencia mundial. En este
sentido, la legitimidad de Xi para gobernar proviene, en su mayor medida, de las
experiencias de gobierno y su desempeño político.

A lo largo de las siguientes páginas se va a proceder a plasmar la carrera política de Xi


Jinping, que comienza en el condado de Zhending, en la provincia de Hebei.

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