Cuando alguien encarga algo a una persona, implícitamente está
reconociendo dos cosas de la misma: su capacidad y su responsabilidad. Timoteo, como un discípulo genuino, contaba con estas dos cualidades: a pesar de su juventud tenía toda la capacidad para comenzar una tarea, y toda la responsabilidad para cumplirla. Es así como Pablo le encarga una tarea sumamente importante para la fe cristiana: que nadie enseñe una doctrina diferente al evangelio ni tampoco distraiga a los creyentes con cosas que no edifican. Lo que el apóstol había considerado tiempo atrás ya estaba ocurriendo en la iglesia (Hechos 20-29-30). Las falsas enseñanzas eran el legalismo y el gnosticismo. Tanto la ley judía como la filosofía pagana se estaban introduciendo sutilmente en la doctrina cristiana a tal punto que ya no era la verdadera fe. Desde el comienzo de la iglesia hasta hoy se ha tenido que luchar contra estas y otras corrientes y en muchos casos han logrado penetrar en la doctrina convirtiéndola en enseñanza de hombres como la prosperidad, decretos, revelaciones, etc. (Tito 1:10-11; Hebreos 13:9; 2º Pedro 3:17; Gálatas 1:8- 9; 2º Pedro 2:1). Ahora bien, este encargo a la misma vez consistía en producir un corazón sin macha (perdón Efesios 1:7 y santidad 1º Corintios 6:11), conciencia limpia (libre de culpa Romanos 5:1 y malas prácticas 1º Pedro 1:17) y fe verdadera (sana doctrina Tito 1:9 y crecimiento Efesios 4:15). Por eso es importante recibir y permanecer en una buena enseñanza bíblica ya que de lo contrario esto conduce a alejarse de Dios e incluso negarlo y creer que se permanece en la fe. Así que el joven Timoteo tenía una gran responsabilidad en sus manos y por eso es alentado por Pablo más adelante a fortalecerse en Dios, luchar como soldado y no avergonzarse del evangelio. Era como una “carga” puesta en el corazón de Timoteo. ¿Qué cosas pesan hoy en nuestro corazón con respecto a Dios? ¿Qué nos mueve a seguir luchando en la vida cristiana? ¿Qué responsabilidad sentimos con respecto a la iglesia? No olvidemos que Dios ha puesto el tesoro de su Palabra en nuestras manos (2º Corintios 4:7).