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El encargo a Timoteo (1º de Timoteo 1:3-11)

Cuando alguien encarga algo a una persona, implícitamente está


reconociendo dos cosas de la misma: su capacidad y su responsabilidad.
Timoteo, como un discípulo genuino, contaba con estas dos cualidades: a
pesar de su juventud tenía toda la capacidad para comenzar una tarea, y
toda la responsabilidad para cumplirla.
Es así como Pablo le encarga una tarea sumamente importante para
la fe cristiana: que nadie enseñe una doctrina diferente al evangelio ni
tampoco distraiga a los creyentes con cosas que no edifican. Lo que el
apóstol había considerado tiempo atrás ya estaba ocurriendo en la iglesia
(Hechos 20-29-30).
Las falsas enseñanzas eran el legalismo y el gnosticismo. Tanto la
ley judía como la filosofía pagana se estaban introduciendo sutilmente en
la doctrina cristiana a tal punto que ya no era la verdadera fe. Desde el
comienzo de la iglesia hasta hoy se ha tenido que luchar contra estas y
otras corrientes y en muchos casos han logrado penetrar en la doctrina
convirtiéndola en enseñanza de hombres como la prosperidad, decretos,
revelaciones, etc. (Tito 1:10-11; Hebreos 13:9; 2º Pedro 3:17; Gálatas 1:8-
9; 2º Pedro 2:1).
Ahora bien, este encargo a la misma vez consistía en producir un
corazón sin macha (perdón Efesios 1:7 y santidad 1º Corintios 6:11),
conciencia limpia (libre de culpa Romanos 5:1 y malas prácticas 1º Pedro
1:17) y fe verdadera (sana doctrina Tito 1:9 y crecimiento Efesios 4:15).
Por eso es importante recibir y permanecer en una buena enseñanza
bíblica ya que de lo contrario esto conduce a alejarse de Dios e incluso
negarlo y creer que se permanece en la fe. Así que el joven Timoteo tenía
una gran responsabilidad en sus manos y por eso es alentado por Pablo
más adelante a fortalecerse en Dios, luchar como soldado y no
avergonzarse del evangelio. Era como una “carga” puesta en el corazón
de Timoteo.
¿Qué cosas pesan hoy en nuestro corazón con respecto a Dios?
¿Qué nos mueve a seguir luchando en la vida cristiana? ¿Qué
responsabilidad sentimos con respecto a la iglesia?
No olvidemos que Dios ha puesto el tesoro de su Palabra en
nuestras manos (2º Corintios 4:7).

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