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Iglesia: discípulo fiel o seguidor desinteresado

En las guerras antiguas, el rey siempre iba al frente de la batalla. Y en el caso de que lo
mataran o hirieran mortalmente, el ánimo de todo el ejército se venía abajo a tal punto
de que todos huían para salvar sus vidas.
Cuando Jesús fue arrestado, todos los discípulos huyeron dejándolo solo. (Marcos
14:50). El ánimo había desaparecido, la causa parecía estar perdida (Lucas 24:21)
Sin embargo luego vemos a los apóstoles juntos a donde Jesús resucitado les aparece
una y otra vez enseñándoles acerca del reino de Dios (Hechos 1:3)
¿Qué era lo que los mantuvo unidos a pesar de que su Maestro ya no estaba? Podemos
sugerir muchas repuestas validas, pero solo una es relevante: es que se habían
comprometido de veras con su Señor. La respuesta al llamamiento de Jesús fue real y
verdadera (Mateo 4:18-20)
Más allá de los diversos caracteres de los apóstoles (la rudeza de Pedro, la ambición de
Santiago y Juan, la incredulidad de Tomas, etc.) una cosa era verdad en sus vidas: el sí
a Jesús fue sí, a pesar de sus pecados, las pruebas y situaciones difíciles.
Hechos cap. 1 narra el comienzo de la iglesia de una manera particular: los once
apóstoles reunidos con algunas mujeres y hermanos de Jesús (Hechos 1:13,14).
Anteriormente cuando Jesús ascendió a los cielos, los apóstoles estaban reunidos
(Hechos 1:6), Luego, más adelante se unieron el resto de los discípulos y llegaron a ser
120.
El hecho particular es que estaban reunidos. Esto nos muestra claramente que todo
seguidor de Cristo se tiene que reunir con sus hermanos porque aunque el Maestro no
este físicamente, el compromiso permanece (Marcos 3:14). ¿Y dónde más vamos a estar
con Jesús si no es en la iglesia la cual es su cuerpo? (Colosenses 1:18).
La iglesia es muy importante porque Cristo se sacrificó por ella. Es cierto que el Señor
dio su vida por cada uno de nosotros (Efesios 5:2) pero también dio su vida para vernos
junto como un cuerpo (Efesios 5:22, Romanos 12:12,13)
Más adelante en Hechos 2:42 se nos dice que estos discípulos que permanecían
reunidos, perseveraban en la enseñanza de los apóstoles (Biblia), en la comunión
(Iglesia), en la Cena (Obediencia) y las oraciones. Aparentemente este era todo el
programa que tenían como iglesia, pero a nadie se le ocurría cuestionar estas cosas
como innecesarias y que faltaba algo más que añadir.
Cuál era el punto, compromiso. Una firme e inquebrantable decisión de permanecer en
Cristo y mantenerse unido a su iglesia. El apóstol Pablo nos amonesta “no dejando de
congregarse” (Hebreos 10:25) pero no hacemos caso, faltamos, llegamos tarde, nos
vamos para otro lado.
Verdaderamente nos falta compromiso con Jesús. Esto marca la diferencia entre un
discípulo fiel y un seguidor desinteresado. Esto hace que nos vean como iglesia o como
un simple club social.

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