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Timoteo, un creyente genuino (1º Timoteo 1:1-2)

Se dice que algo es genuino cuando conserva sin alteración sus


características naturales. Puede relacionarse con lo auténtico y
legítimo que le dan su sentido de verdadero y real. Por ejemplo: la
mayoría del mundo celebra la Navidad, pero solo los creyentes lo
hacen genuinamente.
El apóstol Pablo califica a Timoteo como “verdadero hijo en la fe”
(v.2). Y esto es muy interesante porque nos aclara lo que es un
verdadero discípulo. Timoteo significa “el que honra a Dios” y
seguramente tanto su madre como su abuela eligieron este nombre
porque confiaban en que sería un gran siervo de Dios: le inculcaron
la fe cristiana y le enseñaron la Palabra de Dios desde chico (2º
Timoteo 1:5; 3:15).
La historia de Pablo con Timoteo comienza en Hechos 16.
Timoteo era un creyente de Listra (v.1), pero algo se destacaba en él
que era muy notorio en la iglesia: su buen testimonio (v.2). ¿A que
nos referimos cuando hablamos de testimonio? Generalmente
decimos que alguien tiene buen testimonio cuando evita un mal
comportamiento. Trata de “andar bien” por testimonio como se dice.
Y esto es cierto porque un buen testimonio evita toda clase de mal.
Pero si leemos bien el versículo dice que “daban buen testimonio
de él”, es decir, hablaban de Timoteo, comentaban de Timoteo.
Sabían que no andaba en cosas raras, porque sabían que andaba en
las cosas de Dios. Y Timoteo estaba en la boca de todos no solo
porque se portaba bien sino también porque mostraba las
características de un verdadero discípulo y Pablo las remarca en 2º
Timoteo 3:10: constante en la Palabra, fiel en su conducta cristiana,
firme en sus propósitos, fiel a sus convicciones, paciente y abnegado
en todo, siempre confiado en Dios.
Finalmente cuando en 1º Timoteo 4:12 le dice “se ejemplo”, le
estaba diciendo que trate de lograr que otros imiten su autenticidad
como fiel discípulo de Cristo.

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