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H. Gabriel Maya S.
Prof. del Departamento de Humanidades. Preparatoria ITESM-Hidalgo
hmaya@itesm.mx
Esta enfermedad ocupa el cuarto lugar entre los problemas de salud mundial. Entre
el cinco y el diez por ciento de los ancianos mayores de 65 años ha sido diagnosticado con
este mal o está en vías de serlo. Si de pronto, uno de ellos ha olvidado quien fue el padre
Hidalgo, tal fallo se puede atribuir al simple envejecimiento; pero, si posteriormente ha
olvidado el nombre de alguno de sus nietos con el que, tal vez, tiene una cercana
convivencia, la perspectiva cambia. Incluso, el paciente llega al extremo olvido de sí mismo
en el sentido de que no recuerda automáticamente las más básicas funciones vitales, por
ello, se olvida de comer, dormir, caminar; sufre una especie de muerte en vida. Los
problemas clínicos como problemas sociales no son exclusivos de la medicina, como
tampoco la memoria histórica es privativa de historiadores o filósofos. Y menos aún, la
Historia de la sociedad mexicana es sólo responsabilidad de los gobernantes (como sí es,
recordemos, su responsabilidad la impartición de la justicia en todos los niveles).
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En términos generales la sinapsis son las conexiones bioquímicas entre las neuronas o células del cerebro.
“A pesar de las diversidad de causas que pueden generar la enfermedad de Alzheimer, múltiples estudios
ponen en evidencia la activación de una cascada de acontecimientos bioquímicos que conducen a una
alteración de las células cerebrales, a la pérdida de sus conexiones (las sinapsis) y a su muerte.” Jordi Peña-
Casanova, La enfermedad de Alzheimer. Del diagnóstico a la terapia: conceptos y hechos. Barcelona:
Fundación “la-Caixa”, 1999. (Proyecto: Activemos la mente) p. 16.
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Op. cit. p. 1.
En la antigüedad el mito explicaba fenómenos físicos o de la naturaleza, en la
actualidad la clínica puede apoyarse en los mitos clásico-literarios para entender
enfermedades recientes y crear conciencia de su impacto social y familiar. Los griegos
concibieron un río llamado Leteo. Las almas de los fallecidos, antes de ingresar al Hades (o
el inframundo, lugar de los muertos) bebían de sus aguas para olvidar su vida pasada y no
sufrir por los recuerdos. Justo antes de la entrada final estaban las regiones del Llanto, de la
Angustia, de las Enfermedades y de Geras (o la vejez; de ahí la el término “geriatra” o
“geriatría”, la especialidad médica que trata a los ancianos). Entre el mundo de los vivos y
los muertos se interponían esas aguas.
Si el Alzheimer es como ese terrible río del olvido, sucede que el enfermo no llega a
él sino que el río sutilmente llega al paciente en plena vida. Son las aguas quien lo bebe
poco a poco. “La historia clínica –comenta el doctor Arnold Kraus– suele ser la biografía
de una persona… Si quien cuenta lo hace a partir de la enfermedad, el tono y las metas de
la historia variarán dependiendo de los dolores del afectado y de la sociedad del escucha”. 4
Pero, llegará el día en que el enfermo al perder todas sus capacidades mentales no podrá
hablar de sí mismo, no será capaz de contarnos su historia y menos su historia clínica,
entonces necesitará forzosamente que alguien lo haga por él. Eso implica ofrecerle parte de
la vida personal.
Finalmente, la literatura como síntoma de salud histórica puede ayudar a erradicar
esa otra enfermedad del olvido social: nuestros valiosos ancianos y sus padecimientos. La
información puede ayudar a entenderlos, puede contribuir a recordar que hay enfermos que
saben su estado y lo pueden decir, pero que con el paso del tiempo no sabrán que esas
pérdidas de memoria que afectarán las capacidades de trabajo, que les impedirán realizar
las tareas más familiares, se llaman Alzheimer, porque ya habrán bebido demasiado de las
aguas del moderno río Leteo. No olvidemos que también son México, hoy y siempre.
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Arnold Kraus, Una lectura de la vida. Artículos sobre la enfermedad y sus caminos. México: Cal y Arena,
2002. p. 194.