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Ahora bien, tratando de encontrar una acepción más entendible relacionada con el federalismo,
con lo que iniciamos la lectura, para comprender cuál es su origen, y partir de ahí como una
premisa, para darle un concepto más acorde a los tiempos actuales, más allá de la utopía para
la que fue adoptada por nuestro sistema de gobierno, y no la que considero que hemos venido
arrastrando desde los década de los años 80’s; un mejor control de facultades al gobierno
central, otorgadas por los estados, donde el abuso del poder y el ejercicio indebido del servicio
público, dejaron al federalismo mutando y lo volvió una política de control de facultades
absolutas del gobierno central hacia los estados, y la cooperación mutua se volvió una cultura
de sometimiento, y las administraciones estatales, y más aún las municipales, carecían de
facultades o peor aún, carecían de soberanía y criterio propio para resolver aquellos asuntos en
donde se involucraba al gobierno federal, es justo mencionar también que en este punto donde
a estas alturas se han hecho valer otras políticas de “cooperación” como la de Salud, la
Tributaria, la educativa, y otras que se pueden dar en México, como la productiva industrial y
agrícola de acuerdo a su esfera geográfica, y que son asignaturas donde el federalismo tuviera
mejor valor, con la sincera y honesta cooperación entre municipio, estado y federación.
Mas sin embargo, es el federalismos quien no le ha dado oportunidad alguna al artículo 115
Constitucional, donde imperativamente señala que es la autonomía la indicada como facultad
jurídica de autoregular la vida municipal, y esta tiene puntos pendientes como son la educación,
la salud, el empleo, la recaudación fiscal, de su zona geográfica, de su población, y hemos visto
como aquellos que corren con la suerte de tener intacta sus facultades de ingresar recursos
propios, también son los que más corrupción atraen, y esto es suficiente para la intervención
federal o estatal, y no dejan oportunidad alguna de contar con un organismo jurídico que se
encuentre allegado a los problemas locales, con la organización y elementos indispensables
para atender las demandas de las comunidades y más aún para solventarlas, así es donde el
federalismo vuelve a cambiar y se hace presente la mutación del ejercicio abusivo e indebido
del poder.
La practica centralista que hemos visto en las criticas al gobierno federal actualmente, han
dejado mas que pensativos a aquellos que dejaron sus esperanzas en una política neoliberalista
de 1984 al 2018, un federalismo neoliberalista que solo contribuyo al desastre más grande en
saqueos y corrupción que haya existido en el sistema político mexicano, y es que no olvido
como origen; que el General Porfirio Díaz en el segundo periodo, retoma la practica federalista
y termina siendo un poder centralista, dictatorial, que prendió una revolución entre la población
más numerosa de México que eran, son, y siguen siendo los pobres, imponiendo Presidentes
Municipales, Gobernadores, delegados y Jefes policiacos, Generales y personal militar,
secretarios, jueces, magistrados, y al mismo Presidente de la Suprema Corte de Justicia, todos y
cada uno al servicio de una clase de familias y organizaciones privilegiadas, dueña de vidas, y
propiedades como las que hoy, dominan una parte del territorio nacional, y que dejaron entrar
a través del federalismo los sexenios anteriores, políticos con fortunas malhabidas, lo que hoy se
conoce como el Crimen Organizado, donde la clase media, recién surgida, con la revolución
industrial y formados por aquellos microempresarios con negocios, obreros y burócratas, y que
hoy son los dolientes de la falta de intervención de un federalismo que conociendo sus
facultades, no da la seguridad suficiente pero tampoco otorga facultades al municipio para
defender a su población; creando el paramilitarismo, o las comúnmente llamadas autodefensas
como en Guerrero, Oaxaca y Chiapas.
Pero el federalismo, ha ejercido sin duda más que un ejercicio de atracción hacia los Estados y
Municipios, y eso sin duda se debe a la errónea concepción que se ha construido en torno a
esta forma de organización que desde luego debería servir para atender con diligencia y
eficacia las cuestiones locales y regionales, pero que en los hechos no funciona por estar mal
practicada, por ser un federalismo a conveniencia.
A final de cuentas, dicha conveniencia deja de lado las decisiones propias de los Estados y se
convierte en este mutado concepto; “El federalismo es un sistema de gobierno en el que el
territorio político está dividido en unidades (territorios o estados) semiautónomos, cada una
con su propio gobierno, pero que están unificados por un gobierno en común (federal)” .
Debemos de aprender a entender como Municipio, Estado y Federación, que la base del
reforzamiento a la protección de los derechos fundamentales del hombre, es la protección de
los derechos de los habitantes, la protección de los habitantes en sentido amplio, Municipalizar
servicios de Salud, reconocer un poder tributario, pero no para sometimiento, coincidir en la
mejora de la educación sin que impacte la economía magisterial, ni el bolsillo de la madre o el
padre de familia, sin que se desproporcione la economía local.
Hoy tenemos un sistema federalista del tipo organicista, en el que debemos considerar dos
aspectos; uno de naturaleza organizacional y otro referente al bienestar. El primero de ellos, se
refiere propiamente a la organización del Estado; se trata de hacer que el modelo de tipo
federal sirva para arribar al segundo momento que se debe materializar en proporcionar
bienestar a la población (segundo aspecto de transición). Hoy, el poder central reconoce en los
estados miembros de la Federación, la capacidad para ejercer todas aquellas atribuciones,
competencias y facultades que sean necesarias para el desarrollo y crecimiento de cada entidad
federativa, pero aun no suelta el detonante para el desarrollo y progreso de cada región, por lo
tanto, algunos aspectos de la economía, justicia, educación, tributo y seguridad todavía tiene el
cinturón sujeto al federalismo y por éste funcionan por así decirlo.
En el ámbito de la Transparencia, podemos hacer alusión a las formas en que la población tiene
acceso a la administración del Estado, vía la transparencia y rendición de cuentas; a su
participación más directa e inmediata en los procesos para la construcción de consensos de
tipo legislativo o político por vía del referéndum o el plebiscito; a la intervención de los
ciudadanos en el control del poder y su capacidad para revocar el mandato de sus
gobernantes; por supuesto, a la esencial capacidad de los ciudadanos para exigir que sus
derechos fundamentales sean garantizados plenamente por el poder público, ellos los del
gobierno central le llaman redimensionar las facultades federalistas, pero en la realidad social y
organizativa del estado y del municipio, se están excediendo, abusando y ejerciendo
indebidamente el poder.
Es claro que el estado mexicano necesita estos modos de operación de lo público en todos sus
espacios. Esta regulación debe tener como bastión el federalismo humanista que en la
dimensión propuesta será capaz de dar cauce a los ejercicios constitucionales de tipo local, más
allá del discurso que a la letra señala la existencia de Estados libres y soberanos y de sus
respectivas Constituciones locales, hasta ahora sometidos al "nivel federal" que, en términos
directos y llanos, no tiene más potestad sobre las entidades federativas que sus atribuciones
constitucionalmente reguladas.
México necesita un federalismo humanista que garantice las múltiples interacciones entre los
espacios locales y regionales; que permita la consecución de los objetivos más apremiantes
para cada entidad federativa y haga más fuerte al Estado federal en la misma medida que sus
espacios locales puedan ejercer su libertad y sus atribuciones.