Está en la página 1de 3

Tema 2 La organización en un grupo. Subtema 2.

4 La sociedad y el cambio

La clase anterior dimos inicio al análisis del texto Dinámica de grupos en educación, de Gustavo Cirigliano y Aníbal
Villaverde, en donde pudimos apreciar la aplicación de la técnica de los grupos de aprendizaje desde una perspectiva
positivista.

Los comentarios del autor sobre la eficacia de ésta técnica son de verdadero elogio y así tendría que ser, sobre todo si
tomamos en consideración que fue aplicada en un lugar en donde no pueden existir comentarios y mucho menos
posiciones en contra de la autoridad: el ámbito militar.

El autor nos comenta también que ésta técnica dio un resultado similar en la Universidad Católica Argentina, en la
Facultad de Sociología.

Respecto a lo anterior, conviene recordar que la pedagogía y la técnica de los grupos de aprendizaje son herramientas y
como herramientas pueden ser instrumentadas por cualquier ideología, como sucedió en Argentina según nos comenta
Cirigliano.

Tenemos entonces, al menos dos posiciones ideológicas que a pesar de su confrontación, harán uso de estas mismas
herramientas, pero con resultados diferentes, me refiero al positivismo que sigue predominando en toda América en
general y en México en particular y la otra, el humanismo que se mantiene presente sobre todo en la UNAM y en
algunas universidades estatales con el objeto de hacernos reflexionar sobre el respeto a la dignidad humana.

Ambas posiciones tienen una base ideológica contraria que se fue formalizando y universalizando a medida que el
sistema capitalista de producción se hizo mundial desde el siglo XIX.

Recordemos a teóricos tan importantes como Condorcet, Comte y el mismo Emilio Durkheim, para quienes el sistema
escolar obligatorio era la mejor forma de mantener la vigencia de las clases sociales y del Estado capitalista es decir, se
buscaba en aquel entonces y se sigue buscando en la actualidad la reproducción del sistema económico.

Lo interesante del asunto es que para reproducir el sistema capitalista se creó un andamiaje jurídico de corte “científico”
basado en la “razón” positivista, que al menos en el discurso rescataba también la ideal del bienestar colectivo,
curiosamente en medio de la lucha de clases, una contradicción de la que el capitalismo no ha podido salir desde su
origen.

Es importante hacer referencia a lo anterior, porque las constituciones de la mayor parte de los países dejaron abierta la
posibilidad de mejores condiciones de vida a partir de hacer realidad un comportamiento cívico que, con el tiempo se
fue quedando en el olvido.

Y no es que uno se manifieste en contra del capitalismo, uno se manifiesta en contra del olvido perverso de la educación
cívica que garantizaría (aún dentro del capitalismo) el bien común por encima del interés individual, como ha sucedido
en nuestro país.

Como antes lo había mencionado, existe una contradicción entre lo que es la propuesta cívica y una realidad económica
que requiere de la explotación y la plusvalía para su propia reproducción y es aquí, en esta reproducción en donde la
explotación de la fuerza laboral atenta en contra de la idea de la dignidad humana.

Recordemos de nuevo a Emilio Durkheim porque éste recomendaba eliminar las utopías y parte importante de éstas las
encontramos precisamente en la educación cívica, es decir, muy a pesar de que la constitución hable del bien común
éste siempre desaparece ante la codicia de aquellos que acumulan la riqueza y que curiosamente también existe esa
posibilidad como un derecho constitucional.

Es por eso que el positivismo pensó en una forma de ver la realidad, pensó en una forma de analizar y justificar esa
realidad llena de contradicciones y para ello pensó en una “ciencia” y en un método; esta ciencia que en su origen se
llamó Física Social (en el entendido de que la sociedad como fenómeno nunca cambiaría) y que después se llamaría
Sociología o Ciencia de la Sociedad que se abocaría a justificar la existencia de las clases sociales y finalmente se
encargaría de garantizar su permanencia y para que esto fuera posible adoptó y adaptó el método de las ciencias
naturales al ámbito de lo social, me refiero al método científico.

El resultado de ésta propuesta de Augusto Comte y Saint Simón es asombroso porque aún sigue vigente a pesar de los
cuestionamientos que ha recibido desde su propio origen y una prueba de su vigencia la tenemos en el comentario de
Cirigliano y Villaverde cuando nos habla del ser humano “el hombre es un organismo que actúa en un medio social fijo y
en donde ya tiene un rol determinado.

Pues bien, para comprender la permanencia de la sociología y del método científico y con ellos la idea de la inmovilidad
de la sociedad y de sus clases sociales, los invito al análisis del texto de José Ortega y Gasset: Ideas y creencias.

Ortega y Gasset nos dice que cuando llegamos al mundo somos recibidos por nuestros familiares y también por las
creencias, es decir, cuando nosotros llegamos las creencias ya están ahí.

Por eso argumenta que no llegamos a las creencias por un acto particular de pensar, por un cuestionamiento de carácter
individual, es decir, las creencias no son pensamientos que tenemos, al contrario son pensamientos obligados porque se
trata de una herencia que difícilmente se puede poner en duda.

Y añade que estas creencias son la base de nuestra vida y es a partir de ellas que interpretamos la realidad, es más, las
creencias crean nuestra propia realidad y en ese sentido las creencias son parte de nuestro propio ser, de ahí que Ortega
y Gasset afirme que la creencia esta en nosotros pero no en una forma consciente; vivimos en ellas.

Otra cosa muy distinta es la idea con la ocurrencia porque a ella llegamos a través de un proceso reflexivo que
generalmente atenta contra la creencia, esto quiere decir que las ideas, al contrario de las creencias son pensadas y
formuladas.

La idea o la ocurrencia critica, pero también necesita ser criticada, necesita ser cuestionada para que pueda
fundamentar su existencia, a partir de ahí diseña un mundo aparte, otro mundo más real que indudablemente pone en
riesgo a la creencia.

Las ideas nacen de la duda, nacen de los huecos o las contradicciones que fácilmente aparecen en las creencias. La idea
debilita a la creencia y actúa en consecuencia, por eso es difícil, no solo salir de la creencia sino atentar en su contra y es
que si nos ponemos a pensar, a tener ideas, podemos llegar a concluir que nosotros no tenemos la creencia, es la
creencia la que nos tiene y nos sostiene.

Pensemos ahora en la función principal de nuestro sistema educativo, que si algo tiene es que también se parece a una
fábrica de creencias y para poner a temblar a la creencia, pensemos si un derecho es igual a una obligación, y si
llegamos a concluir que eso no es así, entonces no podemos seguir viendo a la educación del Estado como un derecho al
momento que se nos obliga a acudir a la escuela.

Nos encontramos siempre ante la disyuntiva de pensar o creer. Es por eso que Jurjo Torres Santomé: La Investigación
Etnográfica y la Reconstrucción Crítica en Educación, nos asegura que dentro del positivismo es la teoría la que somete
a la realidad.

Se trata de un atrevimiento que a muy pocos se les ocurriría se trata de una idea que atenta contra la creencia “más
sagrada del laicismo”: la razón.

EL asunto es que la “razón”, no puede, a no ser que también sea parte de la creencia, que si la realidad no coincide con
la teoría, pobre de la realidad porque entonces hay que someterla.

Pues bien, con esta contradicción damos entrada al texto de Jurjo Torres para entender o asimilar las dos posiciones
ideológicas que hacen uso de la pedagogía y de la técnica de los grupos de aprendizaje, para dejar o por lo menos,
intentar alejarnos de la creencia positivista que le da dirección a nuestras miradas, motivo de acción a nuestro
comportamiento.
Cabe aclarar que Jurjo Torres es la antítesis de Gustavo Cirigliano y de Aníbal Villaverde y su posición ideológica es
contraria al positivismo.

Habíamos comentado en las clases anteriores, que fue a raíz de la guerra fría que la etnología llegó a las escuelas,
primero como una especie de control político en las escuelas de nivel medio superior y superior, pero tiempo después,
principalmente en la década de los 70s del siglo pasado apareció en algunos países como México como una respuesta
ideológica-pedagógica contraria al positivismo.

Esto es lo que ocurre en España de Francisco Franco para enfrentarse al fascismo español. La etnología, la misma
herramienta utilizada para el control de los grupos étnicos como lo menciona Barth, ahora será utilizada para señalar el
daño que el positivismo le ha ocasionado a la sociedad a través de la escuela obligatoria.

Las investigaciones educativas dirigidas para explicar principalmente el abandono escolar y el rezago educativo en
España y en otros lugares del mundo como México, fueron puestas en duda; el abandono y el rezago no era producto de
una selección natural, en donde, como diría Aristóteles: unos nacen para mandar y otros para obedecer, el asunto era
más profundo, el fenómeno tenía otra explicación y ésta tenía que ver con la misma dinámica del capitalismo: crear una
fuerza de trabajo abundante para garantizar la existencia de la plusvalía.

Como el cuestionamiento ponía en duda el lado (si es que lo tiene) humano del capitalismo, se tuvo que aceptar que
dentro de la competencia por la educación y el conocimiento los niños pobres siempre la iniciarían con desventaja, es
decir, un niño pobre es un pobre niño que ya tiene asegurado su futuro, como lo diría Cirigliano “el hombre es un
organismo que actúa en un medio social fijo”

Por este tipo de cuestionamientos iniciados en las investigaciones etnográficas, a la educación del Estado, a éste no le
quedó más remedio que implementar un programa de becas para tratar de hacer menos injusta la lucha por el
conocimiento y con ello dejar abierta la posibilidad de una mejor condición social, pero solo para unos cuantos.

Nos dice Jurjo que fue a partir de la década de los años 70s del siglo pasado, que la etnología se vuelve más común en
las escuelas, pero con un sentido contrario al positivismo quien fue el que la introdujo en los recintos escolares.

El positivismo agrega Jurjo, siempre ha descartado las investigaciones de tipo cualitativo porque este tipo de
investigaciones muestra las diferencias que caracterizan no solo a cualquier grupo, sino a toda la sociedad, es decir, la
investigación cualitativa explica los resultados a partir de la diferencia, a partir de las culturas discretas que tienen su
origen fuera de las escuelas.

El problema del rezago y el abandono no es genético, es social y se debe a la distribución inequitativa de la riqueza y a la
competencia por el conocimiento; es por eso que los grupos de aprendizaje se presentan como una alternativa para
combatir el rezago y el abandono.

Solo que aquí no se lucha por la calificación o el conocimiento, aquí se comparten ambas cosas, aquí no hay lugar para la
estulticia.

También podría gustarte