Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Buscadme y Viviréis, Profetas Menores. Efraín Velázquez
Buscadme y Viviréis, Profetas Menores. Efraín Velázquez
© 2012 Asociación Casa Editora Sudamericana. Publicado con permiso del dueño del
copyright.
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.
ISBN 978-987-700-009-0
Velázquez, Efraín
“Buscadme y viviréis”: Lecciones de los profetas menores / Ilustrado por Lars Justinen – 1ª ed. –
Florida: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2012.
ISBN 978-987-700-009-0
CDD 248.5
Se terminó de imprimir el 03 de enero de 2013 en talleres propios (Av. San Martín 4555,
B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).
Introducción .............................................................................................. 6
Los profetas:
Un mundo de contradicciones
N
uestro mundo está lleno de contradicciones, que pueden ser
tan reales y crueles que en algún momento nos hagan cuestio-
narnos el porqué de las experiencias que nos tocan vivir. Sin
embargo, a veces tenemos miedo de preguntar, no queremos que pa-
rezca que estamos “faltos de fe” o que somos irreverentes. No obstante,
conforme conozcamos los escritos de los doce amigos de los cuales ha-
blamos en este libro, nos daremos cuenta de que estamos en buena
compañía.
Al enfrentar el sufrimiento en mi vida personal y en la de los que me
rodean, he sido sacudido por esas contradicciones. Dios promete vida y
salud, pero experimentamos enfermedad y muerte... ¿Por qué?
Algunas inquietantes preguntas a Dios son las que tratan de con-
testar estos profetas que han sido agrupados en el “Libro de los Doce”,
como denominan los judíos a la colección de escritos que los cristianos
equivocadamente han etiquetado como “profetas menores”. Estos doce
profetas vivieron durante algunos de los momentos más cruciales de la
vida del pueblo hebreo, y plantean serias preguntas al Cielo. Fueron
contemporáneos de los “profetas mayores”, pero sus escritos fueron
más breves, aunque no de menor calidad o importancia. Las palabras
de estos profetas son penetrantes y sus preguntas, incómodas. Para la
mayoría es difícil aceptar que estos personajes no siempre ofrezcan
respuestas; aunque siempre nos dejan esperanza. Tanto a ellos como a
nosotros Dios nos invita a buscarlo y vivir.
Para entender a estos profetas, resulta esclarecedor conocer el con-
texto en el que vivieron. Si solo leemos algunos de sus versículos de
Oseas – 1ª parte
Prosperidad económica y decadencia
moral
R
esulta evidente que el dinero no es la solución a los problemas
sociales que nos aquejan. Los países más ricos no han logrado
erradicar la ignorancia, el vicio o los males que han plagado a la
humanidad durante milenios. Cada día se escuchan patéticas noticias
de los países “desarrollados”, impropiamente llamados del “primer
mundo”, que ponen de manifiesto que su prosperidad económica no
implica que sean menos corruptos ni que su moral sea mejor que la de
los demás. La promesa de la Ilustración, con todo su entusiasmo sobre
el progreso y la ciencia, no se ha cumplido. Guerras, abusos, desigual-
dades sociales y económicas continúan siendo una realidad en pleno
siglo XXI. Por supuesto, no estamos diciendo que la pobreza sea equi-
valente a virtud, o que la miseria sea beneficiosa. Pero, debemos refle-
xionar un poco respecto de qué creemos sobre la abundancia. Dios nos
ama, independientemente de cuál sea nuestra condición económica.
Además, según las Escrituras, lo que determina la condición del ser
humano no es la cantidad de dinero que posea, sino su relación con
Dios.
Oseas es un profeta que presenta de forma gráfica, y casi obscena,
las contradicciones que existen entre las realidades económicas y las
espirituales. Yahveh había hecho un compromiso con los hebreos: lle-
varlos a una tierra donde fluía “leche y miel”; y esperaba fidelidad al
pacto con el cual se habían comprometido los descendientes de
Referencias
1 Una introducción profunda y práctica a Oseas es la de J. Dybdahl, Hosea, Micah: a Call
to Radical Reform (Boise, Idaho: Pacific Press, 1996). Para los detalles históricos y arqueo-
lógicos la mejor guía ha sido preparada por P. King, Amos, Hosea, Micah: An Archaeolo-
gical Commentary (Filadelfia: Westminster, 1988). Una monumental exegesis sobre el
texto de Oseas la han producido F. I. Andersen y D. N. Freedman, Hosea: Anchor Bible
(Garden City, NY: Doubleday, 1980).
2 No debe quedar la impresión de que el adulterio era algo de menor importancia entre
las sociedades del Antiguo Cercano Oriente. Eran y continúan siendo culturas basadas
en los conceptos de vergüenza y honor. El adulterio por parte de una mujer era una
afrenta condenable con la muerte en Israel y las naciones vecinas. Ni siquiera había po-
sibilidad de expiar ese pecado en el sistema de sacrificios del santuario hebreo.
3 David Vélez, Una historia de perdón (Mayagüez, PR: Editorial Plaza Mayor, 2005).
4 Ver D. Merling, The Book of Joshua: It’s Theme and Role in Archaeological Discussions (Ber-
Egipto que eran conocidas como “Israel” y así lo reconocían otras naciones (por ejem-
plo, Egipto en la Estela de Mernepta).
6 Esto puede parecer un poco confuso para el lector, ya que Oseas en algunas profecías
parece estar refiriéndose únicamente a las diez tribus y usa a “Efraín” como sinónimo
de Israel.
7 Francisco Clyde y John R. Sampey, Introducción al Antiguo Testamento (El Paso, TX: Ca-
Oseas – 2ª parte
Un Padre que causa dolor
A
ndré Curry, de 21 años, se molestó con su hija de 22 meses
porque ella le devolvió un golpe después de que él le hubiera
pegado para castigarla. André tuvo la brillante idea de ama-
rrarle las extremidades y la boquita con una cinta adhesiva, para des-
pués mostrarlo en Facebook, con un mensaje que explicaba que estas
eran las consecuencias de desobedecer a papi. Este caso parece insólito,
porque a los padres “normales” no se nos ocurre causarle dolor a nues-
tros hijos. A mí me rompe el corazón ver sufrir a mis hijos, ya sea uno
de los tres incansables varones o la tierna princesita. Desde una caída
con la bicicleta hasta ver sus ojos llenos de miedo por estar muy cerca
del peligro, tengo un instinto innato para evitar que sufran.
La mayoría de los padres hacemos todo lo posible para que nuestros
hijos no pasen por dificultades. La aparente contradicción de que sea
un padre el que le provoca dolor a sus hijos, parece incomprensible pa-
ra muchos; en este capítulo abordaremos dicha problemática. Oseas
ilustra las complejas consecuencias del pecado y los esfuerzos paterna-
les que Dios ha realizado para restaurarnos. El primero de los doce pro-
fetas menores vivió en carne propia esta contradicción.
Referencias
1
Aunque tiene datos que podrían ser revisados, ver Charles Bradford, Sabbath Roots:
The African Connection (Neck City, MO: General Conference, 1999).
2
Recomiendo leer el libro de James Dobson Cómo criar a las hijas (Carol Stream, IL:
Túndale, 2010), que ha sido una bendición para mí.
3
Ver Ben Carson, Piensa en Grande (Grand Rapids: Zondervan Publishing, 1994) y Ma-
nos consagradas (Grand Rapids: Zondervan Publishing, 2009).
Joel
Lluvias de maldición y vientos
de bendición
E
n América sabemos lo que es sufrir bajo lluvias y vientos hu-
racanados. Nadie nos tiene que contar lo espantoso que es un
huracán rugiendo con furia y arrasando todo lo que encuentra
a su paso. Pero la descripción de una tormenta tropical es inconcebible
para alguien que ha crecido en un desierto, donde apenas caen algunos
centímetros o pulgadas de lluvia. Es todo un desafío hacer que un habi-
tante del Antiguo Cercano Oriente (ACO) capte mensaje de Dios a tra-
vés de imágenes de tormentas tropicales. Por el contrario, así de com-
plicado es para algunos de nosotros imaginar una lluvia de saltamontes
o langostas en nuestra casa, pueblo o ciudad. La mayoría de los habi-
tantes del Caribe y Latinoamérica no tiene la menor idea de lo que es
sufrir bajo una plaga de esos insectos.
Eso no significa que en esta zona del mundo no se hayan sentido los
efectos de esa maldición en el territorio americano. Hay registros his-
tóricos que describen terribles plagas de langostas en la península de
Yucatán. La plaga azotó las regiones habitadas por los mayas durante
cinco años consecutivos (1529-1535). Los anales antiguos relatan cómo
esos endemoniados chapulines causaron hambruna y muerte entre las
naciones autóctonas, que ya estaban sufriendo por las enfermedades
que habían traído los europeos. 1 Algunos siglos más tarde, hubo azo-
tes de langostas en Venezuela durante el siglo XIX. 2 Sin embargo, los
recientes desastres sufridos por langostas en Venezuela, Surinam y al-
sion” en Journal of the Evangelical Theological Society, (marzo, 1997), 40:4, pp. 627-638.
Puede leer los principios esbozados por Davidson en “Interpreting Scripture: An Her-
meneutical “Decalogue”” en Journal of the Adventist Theological Society 4:2 (1993), pp. 95-
114.
Amós – 1ª parte
Un extranjero condenando a mi nación
A
muchos de nosotros nos gustaría que los problemas sociales y
económicos que afectan a nuestra sociedad ya no existieran. Si
nos encontramos con un ciudadano de nuestro país, es proba-
ble que dialoguemos sobre algunos de esos males, y hasta lleguemos a
entendernos. Pero las cosas son diferentes cuando aparece un “extran-
jero” para sermoneadnos sobre todo lo malo que hay en nuestra patria,
pues nos sabe mal que uno de afuera critique nuestros problemas in-
ternos. Bueno, algo así provocaba la proclamación de Amos, un profeta
del sur (Judá) que fue a predicar al norte (Israel). La contradicción de
un “extranjero condenando a mi nación” me resulta difícil de soportar.
Por otro lado, podemos interpretar la labor de Amos desde otro punto
de vista, ya que se trata de un extranjero que se preocupa por mi na-
ción, alguien que se identifica con los míos hasta tal punto que dedica
su vida en favor de mi tierra. En todos los países hay foráneos que lle-
gan a amarlos tanto que están dispuestos a contribuir como el que más
con la patria de adopción. Hombres y mujeres tan fieles que hasta están
dispuestos a morir por aquellos a quienes consideran suyos.
Uno de esos casos fue Eugenio María de Hostos, un puertorriqueño
que se identificó con diversas causas de América. Hostos fue verdade-
ramente un ciudadano del mundo, capaz de ver más allá de los cons-
tructos nacionalistas y las particularidades raciales. Este prócer se en-
carnó con el pueblo dominicano, hasta el punto de haber pedido que
sus restos permaneciesen en la bella Quisqueya después de su muerte.
Por otro lado, Hostos, al igual que muchos americanos, creía que la
El extranjero y la política
Como cristianos, no podemos permanecer indiferentes o callados
ante las injusticias sociales, las naciones opresoras o los gobiernos co-
rruptos. Los pioneros adventistas, desde el comienzo de la iglesia parti-
ciparon en movimientos a favor de la temperancia y el bienestar social.
Muchos de esos primeros adventistas se pronunciaron en contra de la
esclavitud. Elena de White expresó con mucha claridad: “No hemos de
obedecer la ley de nuestro país que exige la entrega de un esclavo a su
amo; y debemos soportar las consecuencias de su violación. El esclavo
no es propiedad de hombre alguno. Dios es su legítimo dueño, y el
El extranjero y la sociedad
Israel era un pueblo de origen tribal, que estaba acostumbrado a las
dinámicas igualitarias que distinguen a esas sociedades. 5 Sin embargo,
con la abundancia y el crecimiento urbano vino la estratificación social,
por la cual se crean las aristocracias y se separan familias “nobles”. Ese
fenómeno va acompañado muchas veces por abusos y manipulaciones
para mantener el estatus o poder “escalar” en la pirámide social. Amos
criticó los excesos de quienes se enriquecían explotando a los más débi-
les y vulnerables. El problema no era la riqueza en sí misma, pues
Abraham había sido un hombre rico, al igual que Job, Salomón y tantos
otros. Pero, el abuso por parte de quienes no pagaban lo justo a los jor-
naleros, cobraban intereses exagerados, vendían a precios excesivos y
engañaban en los negocios, era totalmente inaceptable ante los ojos de
Yahveh.
La sociedad hedonista que caracterizaba los tiempos de Amos no es
muy diferente de quienes en la actualidad solo buscan su propia com-
placencia. A la hora de negociar, los códigos éticos de muchas personas
se basan en el beneficio propio, sin considerar el costo que eso tenga
para los demás. Son comunes los esquemas piramidales, negocios “gri-
ses”, evadir impuestos, no pagar las deudas y toda una serie de prácti-
cas que demuestran estar lejos del ideal divino. Amos se queja de que
afligís al justo, recibís cohecho y en los tribunales hacéis perder su cau-
sa a los pobres” (5:10,12). No podrá esconderse del ojo divino quien
tome prestado y luego se niegue a pagar sus deudas. Hay crisis que
impiden a algunos cumplir totalmente con lo adeudado, pero la mayo-
ría de los que practican esos esquemas lo hacen con toda intención, y
eso es inmoral. Recordemos que “contra la intensa opresión, la flagran-
te injusticia, el lujo y el despilfarro desmedidos, los desvergonzados
Otro extraño
Amós es un tipo geográficamente opuesto a Jesús, quien era un gali-
leo (norteño) que fue a predicar al sur (Judá); como en el caso de Amós,
Referencias
1 Una de esas inscripciones fue encontrada en Kuntillet Arjud (al sur de Judá). Ver
Ze’ev Meshel “Did Yahweh Have a Consort?”, en Biblical Archaeology Review (marzo-
abril 1979). William Dever se ha encargado de sugerir que la religión israelita evolucio-
nó del politeísmo de manera lenta, pues no reconoce la revelación mosaica ni el origen
sobrenatural de las Escrituras. Pero su metodología es cuestionable, ya que no admite
que la Biblia presenta y reconoce que hubo sincretismo entre los hebreos. El hecho de
que encontremos inscripciones de esa naturaleza solo corrobora la apostasía que con-
denaban los profetas. Ver a Dever en Did God Have a Wife? Archaeology and Folk Religion
in Ancient Israel (Grand Rapids: Eerdmans, 2005).
2 Ver Philip King, Amos, Hosea, Micah: An Archaeological Commentary, (Louisville, KY:
te libro.
5 Para más información sobre el fenómeno del tribalismo en Israel, ver Efraín Veláz-
quez II, “La tribu: hacia una eclesiología adventista basada en las Escrituras Hebreas”,
en Pensar la iglesia hoy: hacia una eclesiología adventista, eds. Gerald A. Klingbeil y otros
(Libertador San Martín: Editorial Universidad Adventista del Plata, 2002).
6 Ver David J. Bosch, Witness to the World: The Christian Mission in Theological Perspective
Press, 1984).
8 Ver Randall Younker, “A preliminary report of the 1990 season at Tel Gezer, excava-
tions of the ‘Outer Wall’ and the ‘Solomc’ Gateway” (julio 2-10 de agosto de 1990); An-
drews University Seminary Studies, vol. 29, pp. 19-60.
traordinary Middle East seismic event of 750 B.C.”, International Geology Review (42:7),
pp. 657-71.
11 Ver Josefo, Antigüedades de los judíos (Terrassa, España: CLIE, 2009).
12 Algunos autores han notado que Amasias llama a Amos “vidente” y lo consideran
un insulto, pues sugieren que la expresión loani navi, que usualmente se traduce como
“no soy profeta”, se puede interpretar como un enfático “¡No!”, afirmando: “Soy profe-
ta”. Por otro lado, “vidente” es una designación común premonárquica de los mensaje-
ros de Dios. Lo que sí se puede notar es que Amós se distancia de los profetas norteños
y enfatiza que su origen es de labores manuales. Ver T. Cabal, C. O. Brand, E. R.
Clendenen, P. Copan, J. Moreland, y D. Powell, The Apologetics Study Bible: Real Ques-
tions, Straight Answers, Stronger Faith (Nashville, TN: Holman Bible Publishers, 2007).
Amós – 2ª parte
De la independencia a la sumisión
L
as tierras de América han sido escenario de actos de diploma-
cia, protestas, cruentas batallas, masacres y otros acontecimien-
tos históricos que marcaron la autodeterminación de las nacio-
nes que emergieron en el Nuevo Mundo. La próspera colonia de Haití
fue la primera en conseguir su independencia. Los haitianos inspiraron
y apoyaron a uno de los más valientes caudillos latinoamericanos: Si-
món Bolívar. Su indomable determinación lo impulsó a conseguir la
emancipación de grandes territorios de Sudamérica. Ninguna de esas
naciones que se formaron hace menos de dos siglos, las cuales han pa-
gado un precio muy alto por su soberanía, considerarían seriamente
regresar bajo los poderes coloniales que las administraban. Sin embar-
go, esto es lo que pareciera estar sugiriendo Amos, con su mensaje con-
tradictorio que invita al reino del norte (Israel) a someter su indepen-
dencia a la monarquía davídica. ¿Acaso fue así?
El mensaje de Amos parece traicionar lo que los israelitas habían lo-
grado durante casi dos siglos de independencia. La interpretación so-
bre la independencia de una nación está llena de subjetividad; “libera-
ción” puede ser catalogada como “rebelión”; los “caudillos” pueden ser
“terroristas” para otros. Jeroboam I libró a las tribus del norte de los
opresivos impuestos a los que Salomón los había sometido. Hay que
reconocer que muchas veces se nos nubla la “objetividad” cuando es-
tudiamos la vida de Salomón. Seleccionamos de su vida los hechos po-
sitivos, como su humilde pedido de sabiduría al comienzo de su reino
y su sometimiento a la voluntad divina (1 Reyes 3:4-15). Se rememora
Final, ¿final?
La monarquía israelita estaba condenada a su extinción. Pero ¿impli-
caba eso una aniquilación total de todos los israelitas? ¡No!, pues donde
se asegura la destrucción de la monarquía del norte también se les re-
cuerda: “Yo lo borraré de la faz de la tierra: mas no destruiré del todo
la casa de Jacob, dice Jehová” (9:8). Amos inaugura, entre los profetas
del siglo VIII a.C., uno de los temas que va a permear los mensajes di-
vinos: el remanente. Los profetas de ese siglo usan cinco de las seis raí-
ces léxicas hebreas traducidas como “remanente”. Amos recurre al
término remanente (3:12; 4:1-3; 5:3; 6:9,10; y 9:1-4) en contextos de juicio.
3 Pero anuncia un juicio acompañado de redención, en el tipo de de-
manda del pacto que usan los profetas para condenar la infidelidad de
los hebreos (hebreo rib, cf. 4:12). 4
Amós les deja saber que hay esperanza para los israelitas: no serán
erradicados totalmente. Aun así, les explica que la población de Israel
sería literalmente diezmada durante las invasiones que tendrían que
soportar (5:3). Esa es otra de las consecuencias de violar el pacto que
había sido ratificado en el monte Ebal: “Y quedaréis solo unos pocos,
en lugar de haber sido tan numerosos como las estrellas del cielo, por
cuanto no obedecisteis a la voz de Jehová, tu Dios” (Deuteronomio
28:62). Se supone que los israelitas estaban familiarizados con lo que les
acontecería si violaban el pacto. Pero después de décadas de ser negli-
gentes en repetir la Torá de forma constante, es muy probable que la
mayoría ya la hubiera olvidado.
Uno puede oír el eco del monte Ebal resonando en la lejanía, advir-
tiendo sobre lo que sucedería si violaban su compromiso con Yahveh.
Unos setecientos años después de haberles advertido sobre las conse-
cuencias de no cumplir con las estipulaciones del pacto, se iba a cum-
plir la amenaza. Pero ellos no habían visto el cumplimiento definitivo
de esas advertencias, que parecía que no iban a cumplirse. “Los casti-
gos predichos quedaron suspendidos por un tiempo [...] ese tiempo de
prosperidad aparente no cambió el corazón de los impenitentes”
(Profetas y reyes, cap. 23, p. 214). El mensaje de Amós parecía imposible
de cumplirse; todo indicaba que la vida iba a continuar como de cos-
tumbre.
Referencias
1 No se deben introducir interpretaciones ajenas al contexto de Amós. Yahveh condena:
“Aborrecí, desprecié vuestras solemnidades [...] no los recibiré, ni miraré las ofrendas
de paz de vuestros animales engordados. Quita de mí la multitud de tus cantares, pues
no escucharé las salmodias de tus instrumentos” (5:2 1-24). No se debe usar para favorecer
instrumentos occidentales sobre los nativos. Se debe hacer un estudio serio de los ins-
trumentos usados en el culto hebreo antes de llegar a conclusiones erróneas. Un estu-
dio serio y equilibrado es el de Lillianne Doukhan, In Tune with God (Hagerstown, MD:
Review and Herald, 2010).
2Las conclusiones sobre este témalas pude sacar de leer directamente el libro, pero
Ganoune Diop ha hecho un estudio más profundo que llega a conclusiones similares.
Ver “The Remnant Concept as Defined by Amos”; Journal of the Adventist Theological So-
Jonás
Un rencoroso ofreciendo perdón
L
os reinos mayas fueron algunos de los más resistentes a los
avances europeos que incursionaron en sus territorios sobera-
nos desde el siglo XVI d.C. Su avanzada civilización había
dominado los campos de la ciencia, el arte y la arquitectura siglos antes
de las invasiones. Los mayas se vieron amenazados por las hordas de
ambiciosos soldados que “conquistaron” sus tierras. Durante casi dos-
cientos años, algunos de esos reinos sobrevivieron y florecieron desde
lo que hoy conocemos como Guatemala hasta la península de Yucatán.
Para poder entender al profeta Jonás (“paloma” en hebreo), vamos a
imaginarnos a un ficticio chamán maya del siglo XVI, a quien llamare-
mos Uukum (“paloma” en maya). Imaginemos que Uukum recibe ór-
denes, en visión, de Quetzalcóatl (su deidad principal), quien le indica
que debe ir a Madrid para ofrecerles perdón a los habitantes del reino
español; advirtiéndoles de que serían destruidos si no se arrepentían.
Estoy seguro de que nuestro “profeta” no estaría muy inclinado a es-
forzarse por salvar a los ibéricos, después de haber sido testigo de có-
mo los reinos vecinos habían caído ante la superioridad militar de los
europeos.
Uukum ha sobrevivido a las enfermedades traídas por el hombre
blanco, que habían diezmado a la población local. Tiene vividos cua-
dros en su mente de todo lo que habían hecho los “conquistadores” por
saciar su hambre de oro. Es probable que Uukum, de forma prejuiciosa,
hubiese asumido que todos los españoles eran así, sin reconocer que los
soldados que había conocido no representaban a todos los habitantes
Prosperidad en la oportunidad
Las contradicciones del libro de Jonás son de tal magnitud que po-
dríamos clasificar varias de sus partes en el género de la comedia. Si
fue el mismo Jonás quien lo escribió, debió haber tenido un buen senti-
do del humor. La forma en que fue escrito es una narrativa bien trama-
da, que usa juegos de palabras, paralelismos y figuras que lo hacen uno
de los libros más cautivantes de la Biblia hebrea. 2 La traducción en cas-
tellano apenas logra capturar el suspenso y el humor que se puede re-
flejar en el idioma original. Entre las contradicciones de este profeta
rencoroso que es llamado a predicar el perdón, está que a él sí lo escu-
¿Vas a Tarsis?
Dios ha mostrado que ama a los que son “difíciles” de amar, porque
su amor es total. Si te sientes como Uukum o Jonás porque hay perso-
nas hacia las cuales tienes resentimiento, recuerda el llamado que tie-
nes a aceptar perdón, y ofrecerlo. El final de la historia de Jonás lo vas a
escribir tú. Aquí queda demostrado que el “Dios del Antiguo Testa-
mento” no es diferente del del Nuevo. No hay una ausencia de misión
en el Antiguo Testamento, como nos ha sugerido el dispensacionalis-
mo. Si leemos cuidadosamente el deseo de Dios por salvar a todas las
naciones, desde el llamado de Abraham hasta los doce profetas meno-
res, reconocemos aun “Dios clemente y piadoso, tardo en enojarse y de
gran misericordia, que se arrepiente del mal” (Jonás 4:2).
Hay que ser muy cuidadosos en etiquetar quiénes son “malos” o
“buenos”. La sierva del Señor claramente advirtió, al explicar la pará-
bola de las ovejas y los cabritos: “Aquellos a quienes Cristo elogia en el
juicio, pueden haber sabido poca teología, pero albergaron sus princi-
pios”. Antes de juzgar duramente a algún Uukum, debemos recordar
que “entre los paganos hay quienes adoran a Dios ignorantemente,
quienes no han recibido jamás la luz por un instrumento humano, y sin
embargo no perecerán. Aunque ignorantes a la ley escrita de Dios, oye-
ron su voz hablarles en la naturaleza e hicieron las cosas que la ley re-
quería. Sus obras son evidencia de que el Espíritu de Dios tocó su cora-
Referencias
1 Una discusión seria contra argumentos de una fecha tardía para Jonás se encuentra en
el apéndice B de la obra de Gerhard F. Hasel, Jonah, Messenger of the Eleventh Hour (Na-
pa, ID: Pacific Press Pub. Association, 1976), pp.95-98. Un gran grupo de académicos
califican al libro de ficticio; sin embargo, son muchos los especialistas y eruditos que
reconocen la veracidad del libro que fue aceptado por Jesús de Nazaret como factual
(Mateo 12:39-41; 16:4; Lucas 11:29-32).
2 Vea el libro escrito por Jo Ann Davidson, Jonás: el libro visto desde adentro (Miami:
APIA, 2003).
3 Ver capítulos anteriores.
4 Ver Erika Belibtreu, “Grisly Assyrian Record of Torture and Death”, Biblical Archaeo-
la zona levantina en el siglo X a.C. (2 Crónicas 12:1, 2). Intentó someter a esa región co-
mo lo había hecho durante el segundo milenio a.C. Una estela encontrada en Megido
muestra que, a pesar de que la Biblia no lo menciona, Egipto también atacó al reino de
Israel. Para más información ver Kevin A. Wilson, The Campaign of Pharaoh Shoshenq I
into Palestine (Tubinga: Mohr Siebeck, 2005) y Kenneth Kitchen, On the Reliability of the
Old Testament (Grand Rapids: Eerdmans, 2003).
7 En 2 Reyes 3:4y 5 se describe cómo los moabitas se rebelaron después de la muerte de
Acab. Una inscripción encontrada en Dibón (en el actual país de Jordania) relata cómo
el rey moabita Mesa se libró de Israel. La misma es conocida popularmente como la
“estela moabita” o “piedra de Mesa”. Para más información, ver Kitchen, On the Relia-
bility of the Old Testament, pp. 13-18.
8 Ver A. Biran y J. Naveh, “An Aramaic Stela Fragment from Tel Dan”, Israel Exploration
Journal 43 (1993), pp. 81-98, y “The Tel Dan Inscription: A New Fragment”, Israel Explo-
ration Journal 45 (1995), pp. 1-18.
9 Se ha argüido que la “estela moabita” tiene una referencia a David que es unas déca-
das anterior a la “estela de Tel Dan”. Ver André Lemaire, “ ‘House of David’ Restored
in Moabite Inscription”, Biblical Archeological Society (Mayo/Junio de 1994), pp. 30-37.
10 Para las fechas más exactas de los reyes hebreos ver Edwin Thiele, The Mysterious
Miqueas
La capital humillada y un pueblecito
exaltado
H
ay gente humilde y sencilla en todos los lugares, independien-
temente de donde vivan y de su estatus económico o social.
Por otro lado, vivir en un centro de poder político y finan-
ciero, como son las capitales del mundo moderno, en ocasiones eleva
su autoestima más de lo normal. Independientemente de su posición
económica, entre algunos que viven en las metrópolis se les crea un ha-
lo de superioridad que los hace muy sensibles a las censuras sobre el
lugar en el que viven. Algunos consideran que su posición privilegiada
los hace diferentes de los que los rodean. Esto no es nuevo, parece que
ha sido así “siempre”, aunque en la antigüedad la situación era más
complicada. En el Antiguo Cercano Oriente (ACO) había leyendas,
poemas e himnos que ensalzaban las ciudades-estado como centros re-
ligiosos e incluso cosmológicos. Había urbanitas que se consideraban
mejores que los habitantes de otras ciudades, pues creían que su ciudad
había sido divinamente elegida. En ese contexto, cualquier crítica hacia
esa ciudad “escogida”, o a sus habitantes, podía ser considerada como
alta traición o blasfemia.
Así que, hay que tener cuidado con hablar mal de la ciudad de Pa-
namá, que es la puerta del mundo, o la hermosa arquitectura de Bue-
nos Aires. Nadie debe cuestionar que el Distrito Federal de México es
más alto y grande que ninguno; ni dudar de la inigualable belleza de
Río de Janeiro durante las navidades. Las ciudades importantes y las
Un pacto quebrantado
Todos los profetas menores enfatizan el lugar que tiene el pacto en-
tre Yahveh y su pueblo. Entre los doce, los profetas canónicamente an-
teriores, preceden cronológicamente a Miqueas. En cuanto a las refe-
rencias sobre el pacto, esos profetas se habían concentrado principal-
mente en Israel y las naciones vecinas (excepto Joel). Por otro lado, Mi-
queas comenzó su ministerio poco después de que Oseas predicara en
Israel. Miqueas enfatiza la importancia del pacto y el papel central de
Judá. Aquí se demuestra claramente que no se debiera llamar a estos
profetas “menores”, ya que Miqueas dejó un impacto impresionante en
su tiempo y en la posteridad. Se le podría atribuir el lugar del primer
gran profeta que tiene propiamente Judá, entre una serie de profetas
que ejercieron su ministerio durante dos siglos. Miqueas influyó sobre
su contemporáneo más joven, Isaías, y fue citado por Jeremías cien
años más tarde (Jeremías 26:18). Miqueas es, sin lugar a dudas, un pro-
feta “mayor”, aun cuando su libro es breve en comparación con otros.
En sus profecías, Miqueas hace referencias futuras a la destrucción
de Samaria (1:5-7), lo que demuestra que comenzó su ministerio antes
del 721 a.C. Por otro lado, Miqueas es conocido por sus amenazas con-
tra Jerusalén y el reino de Judá. Esas profecías de juicio se cumplieron
poco después, cuando los neoasirios invadieron el reino de Judá, des-
truyendo casi todas las ciudades principales a su paso. Sin embargo, su
cumplimiento pleno ocurrió cuando marcharon los ejércitos neobabiló-
nicos sobre las colinas de Judá un siglo más tarde y el venerado Tem-
plo, que había sido cuidadosamente construido por Salomón, quedó en
ruinas.
El mensaje de Miqueas sacudió a la nación y a toda la región, debido
al tenso clima político que se vivía a mediados del siglo VIII a.C. en el
ACO. Los sirios habían estado atacando a Israel en el norte, después de
alianzas esporádicas que los habían llevado a invadir a Judá. Esos pac-
El pueblecito exaltado
Miqueas sorprende a su audiencia al señalar que la restauración que
iba a tener Judá no iba a estar centrada en la cosmopolita ciudad de Je-
rusalén. No eran las mansiones reales las que se convertirían en el cen-
tro de atracción y veneración. La “Simiente”, aquel que había sido pro-
fetizado en el principio como el Libertador del pecado (Génesis 3:15)
provendría de la pequeña aldea de Belén. Un giro que debió haberles
caído como un jarro de agua fría a los arrogantes habitantes de Jerusa-
lén, que consideraban que su estatus de metropolitanos los ponía en
una posición superior a los campesinos del interior. La aldea de Belén
es señalada como el epicentro del acontecimiento más maravilloso de la
historia humana: el nacimiento de Jesús (Miqueas 5:2).
La célebre profecía de Isaías 60:6 que describe que “multitud de ca-
mellos te cubrirá y dromedarios de Madián y de Efa. Vendrán todos los
de Sabá trayendo oro e incienso, y publicarán las alabanzas de Jehová”,
Llamado individual
El mensaje de Miqueas no se trata simplemente de señalar cómo un
pueblecito pasa de la oscuridad a un primer plano, por ser la cuna del
Salvador. Su mensaje enfatiza que todos nosotros hemos sido escogidos
con un propósito y que Dios quiere cumplirlo en nuestras vidas. El
llamado del profeta va más allá de puntos geográficos, política interna-
cional o situaciones locales. Su voz trasciende la localización geográfica
de Judá y llega hasta nuestros días.
Por un lado, Yahveh condena a Jerusalén, pues ha sido edificada con
sangre e iniquidad (3:10). El profeta les reprocha tener jueces que juz-
gan por soborno, sacerdotes que enseñan por precio y profetas que
predicen por dinero (3:11). Por otro lado, Miqueas advierte que la reli-
Habacuc
Confiar en Dios cuando los “dioses”
vencen
H
ace unos veinte años que comencé a servir como pastor, y to-
davía recuerdo vívidamente una de las experiencias que mar-
có mi ministerio. Estaba estudiando la Biblia con una bonita
pareja que estaba esperando un bebé. Estaban emocionados, y habían
comprado todo lo que esa niña iba a necesitar. El bebé decidió llegar
antes de lo esperado; por ello, sus pequeños pulmones no estaban bien
desarrollados y su sistema inmunológico estaba débil. Aun así, la pe-
queña luchadora se negaba a darse por vencida, y nos sorprendía con
su manera milagrosa de recuperarse. Las oraciones estaban siendo con-
testadas, a pesar de la difícil situación. Un día fui a visitarla y me enteré
de que aquella débil criatura que había vencido tantos obstáculos había
fallecido esa mañana. La noticia me impresionó profundamente, pues
yo estaba seguro de que Dios había estado haciendo su obra para resta-
blecer a la pequeña.
El día del funeral, aquellos padres me pidieron despedir el sepelio.
Antes de salir, un familiar se acercó al estoico padre, que trataba de di-
simular lo afectado que estaba. El familiar trató de consolarlo, sugi-
riendo que Dios lo había permitido para salvar a la niña de sufrimien-
tos debidos a malas decisiones que pudiera tomar en el futuro. Esto
causó que el volcán entrase en erupción, el padre contestó furioso, con
palabras muy duras que se elevaban como ardiente lava contra el Cielo.
Pero debo admitir que él expresó lo que yo mismo sentía por dentro.
fue escrito por Ruth Tucker, Walking Away from Faith: Unraveling the Mystery of Belief &
Unbelief (Downers Grove, IL: InterVarsity, 2002).
3 No podemos limitarnos a la inadecuada respuesta de Harold Kushner en Cuando a la
gente buena le pasan cosas malas (Nueva York: Vintage, 2006). Kushner tuvo que ver su-
frir a su pequeño niño que luchaba contra una enfermedad terminal y concluyó que
Dios está limitado en este mundo de dolor. Sin embargo, eso no es lo que podemos
aprender del libro de Habacuc.
Sofonías y Nahúm
Maldiciendo a los que
fueron bendecidos
¿P odemos confiar en alguien que cambia aquello que nos había pro-
metido? ¿Y si fuera Dios? ¿Hay profecías que no se han cumplido
en la Biblia? ¿Cuán absoluta es la bendición o la maldición divina?
¿Qué papel tiene la condicionalidad en las profecías bíblicas? ¿Cuán con-
fiables son los juicios de Dios?
Muchas personas se han confundido al leer los textos de los profetas sin
usar los principios de interpretación adecuados. Eso ha llevado a unos a
aplicaciones equivocadas de textos bíblicos, y a otros a perder su confianza
de forma definitiva en el don profético. Lo cierto es que algunos pasajes de
las Escrituras parecen totalmente contradictorios. Hay textos que parecen
enfatizar la condicionalidad de las profecías y que han sido interpretados
como universalistas, mientras que otros pasajes parecen ser nacionalistas y
subrayan la soberanía divina.
¿Por qué Yahveh maldice a los que una vez bendijo? Las naciones que
rodeaban a Judá ¿eran su campo misionero o enemigos que tenían que ser
erradicados? ¿Son las promesas a la nación de Israel irrevocables? ¿Qué les
sucederá a las demás naciones en el “Día de Yahveh”?
Los profetas hebreos tienen como tema recurrente el “Día de Yahveh”,
para aludir a la liberación de los justos y la retribución de los desobedien-
tes. Los profetas usaban esa expresión para ciertos acontecimientos políti-
cos e históricos que estaban en el cercano futuro, a la vez que aludían al
día escatológico en el que Dios va a restaurar la tierra. Al igual que Jesús
en el sermón profético (Mateo 24,25) donde se refirió al acontecimiento
cercano de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. como el “Día de
© Recursos Escuela Sabática
Yahveh” y que servía como un tipo de su Segunda Venida. Sofonías y
Nahúm hacen algo similar, son dos de nuestros amigos entre los doce pro-
fetas menores que describen de forma gráfica ese día deseado y también
temido. Las amenazas proféticas son dirigidas hacia las naciones que ro-
dean a Judá, pero también se hacen en contra de los herederos del pacto.
Se pueden escuchar las palabras de Sofonías: “Calla en la presencia de
Jehová, el Señor, porque el día de Jehová está cercano” (1:7). En un relati-
vismo que se parece al de nuestros días, los habitantes de Judá no creían
que Dios realmente cumpliría sus advertencias o promesas, y habían lle-
gado a la conclusión de que “Jehová ni hará bien ni hará mal” (1:12).
Sin embargo, el Señor les quiere dejar claro quién gobierna sobre las na-
ciones y es el Soberano del universo. Vamos a abrir algunas ventanas a la
historia y la localización geopolítica de las naciones referidas en estos pro-
fetas para poder entenderlos en el siglo XXI, a muchos kilómetros de dis-
tancia de donde escribieron originalmente. Antes de hacer interpretaciones
creativas y aplicaciones alegóricas, hay que usar principios de interpreta-
ción que sean coherentes con la Escritura. En este aspecto, debemos reco-
nocer la diferencia entre la profecía “clásica” (“general”) y la “apocalípti-
ca”. Son dos tipos de literatura sagrada y deben ser estudiados de forma
pertinente. 1 En el Antiguo Testamento, Daniel es el principal exponente
de la profecía apocalíptica y está fuera de los límites de este estudio. Pero
los doce profetas menores son, en su mayoría, profecía clásica y su interés
principal era nacional y étnico. Eso contrasta con la profecía apocalíptica,
que es universal e incondicional. Vamos a tratar de contestar algunas pre-
guntas sobre las profecías de Sofonías y Nahúm, para entender los princi-
pios de interpretación profética a los que hemos aludido en páginas ante-
riores, y el mensaje sobre el “Día de Yahveh”.
Referencias
1 Los trabajos de Kenneth Strand son fundamentales en el estudio de las profecías “clá-
sicas” y “apocalípticas”. Tuve la oportunidad de leer sus manuscritos en el Centro Whi-
te de la Universidad Andrews. Esos documentos fueron parcialmente publicados en
“Foundational Principles of Interpretation”, Symposium on Revelation: Introductory and
Exegetical Studies—Book I Daniel and Revelation Committee Series, vol. 6; ed. Frank B.
Holbrook (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 1992), pp. 11-22. Por otro lado,
mi deuda mayor es con Richard Davidson, quien explicó detalladamente esos concep-
tos en sus clases sobre los profetas y escatología que dicta en el Seminario Teológico
Adventista de la Universidad Andrews. Davidson ha publicado el resumen de sus in-
vestigaciones en “Interpreting Old Testament Prophecy”, Understanding Scripture: An
Adventist Approach, Biblical Research Institute Studies, volumen 1; ed. George Reid (Sil-
ver Spring, MD: Biblical Research Institute, 2006), pp. 183-204.
2 Algunos han debatido la identificación de No-Amón con Tebas por las variantes en la
gares geográficos, desde el Lejano Oriente, el Oriente Medio (zona de Afganistán) hasta
África (tan lejos como Zimbabue en el sur). Algunos occidentales han sugerido que las
tribus llegaron hasta las islas británicas (para justificar su imperialismo como herencia
de Dios) mientras que otros las localizaron en el Nuevo Mundo (como Joseph Smith y
sus fantasiosas sugerencias sobre las tribus en Meso-américa). Por otro lado, se han po-
dido encontrar nombres yahvistas en registros asirios de Mesopotamia y arqueológi-
camente se pueden hacer sugerencias que tienen sentido. Las evidencias apuntan a que
esas tribus fueron dispersas dentro del Imperio Asirio y no se “perdieron” de la forma
en que algunos han sugerido. Eso es lo que explica Elena G. de White cuando señala
que los asirios “dispersaron las diez tribus entre las muchas provincias del reino asirio”
(Profetas y reyes, cap. 30, p. 260; cf. Ibíd., p. 283).
4 Una experiencia similar a la de los amorreos según Génesis 15:16 (cf. Éxodo 12:41;
lo llaman el “mito de tierra vacía. Un estudio cabal que analiza esos argumentos sobre
bases arqueológicas fue escrito por Efraín Velázquez II, “The Persian Period and the
Origins of Israel: Beyond the “Myths” en Critical Issues in Early Israelite History” (ed.
Richard Hess, Gerald Klingbeil, and Paul Ray Jr.; BBRSup 3; Winona Lake, IN: Eisen-
brauns, 2008).
8 Jon Dybdahl, A Strange Place for Grace: Discovering a Loving God in the Old Testament
mente en Jesús quien es el Israel antitípico junto a su pueblo que incluye todas las et-
nias.
Hageo
Las prioridades para el final
¿A dónde vamos?
Tratar de explicar a los niños qué les espera o los beneficios del lugar a
donde vamos a llegar no siempre resulta tarea fácil. Cuanto más desa-
fiante o largo es el camino, las descripciones deben ser más detalladas y
positivas. Pero ¿qué podían contestar los padres a los pequeños hebreos
que estaban cruzando zonas desérticas bajo un calor infernal, en rutas in-
fectadas por bandidos? Solo les quedaba suspirar profundamente mien-
tras repetían el Salmo 122 con la esperanza de que las promesas sobre Je-
rusalén se cumplieran. Aquellos que estaban regresando, probablemente
habían escuchado noticias sobre las precarias condiciones en las que vi-
vían los que se habían quedado en las montañas de Judá. 6 Tenía que ser
Referencias
1 Ver Abraham Maslow, Motivation and Personality (NY: Harper, 1954) y The Psychology
of Science: A Reconnaissance (Chapel Hill, NC: Maurice Bassett Publishing, 2002). No se
deben minimizar las contribuciones de Sigmund Freud al estudio del comportamiento
humano, pero ese no es el tema de este estudio.
2 Abraham Maslow, Motivation and Personality (NY: Harper, 1954); Maslow on Manage-
ment (NY: Wiley, 1998); Religions, Values and Peak Experiences (NY: Penguin Books,
1964). Por otro lado, debemos diferenciar entre lo que es prioritario para nosotros y
cómo hemos de cumplir nuestra misión. Volvemos a recordar el consejo: “Suplid pri-
mero las necesidades temporales de los menesterosos, aliviad sus menesteres y sufri-
and Persian Periods (732-332 BCE) (New York: Doubleday, 2001) y “What Happened to
the Cult Figurines? Israelite Religion Purified after the Exile” en Biblical Archaeology Re-
view 15: 04 (2001).
4 Prefiero usar el término “judaísmo”, pero puede consultar John Berquist, Judaism in
Hellenistic Mesopotamia” en Studies in the History of the Jews in Babylonia, eds. Z. Yehu-
da y Y. Avishur (Israel: Babylonian Jewry Heritage Center, 2002), pp. 247-271. “The
Representations of Foreigners in Neo- and Late-Babylonian Legal Documents (Eight
through Second Centuries B.C.E.)” en Judah and the Judeans in the Neo-Babylonian Period,
eds. O. Lipschitz and J. Blenkinsopp. Winona Lake, IN: Eisenbrauns, 2003), pp. 471-589.
6 Ver Efraín Velazquez II, “The Persian Period and the Origins of Israel: Beyond the
‘Myth’ ”, en Critical Issues in Early Israelite History (ed. Richard Hess, Gerald Klingbeil,
and Paul Ray Jr.; BBRSup 3; Winona Lake, IN: Eisenbrauns, 2008).
7 Una comunidad de hebreos sobrevivió y floreció en Elefantina, Egipto, donde llega-
rodean. Hay que ser sensibles a la extrema pobreza y hay que velar por las personas
marginadas. Debemos hacer conscientes a los cristianos de las necesidades de otros en
una “era de hambre con cristianos ricos”. Ver Ronald J. Sider, Rich Christians in an Age
of Hunger (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1984). El tema de las profecías de
Hageo no es nuestra misión, sino las prioridades de los que profesan tener a Cristo en
sus corazones.
Patrick Greene era un activista ateo que protestaba por cualquier iniciativa que tomaran los
cristianos de su comunidad. En una ocasión, Patrick había demandado a la alcaldía de su
pueblo en Texas, Estados Unidos, por tener una escena de la natividad en propiedad del
Estado. Durante los meses que precedían al juicio que tenía en contra del Gobierno
municipal, sucedió algo dramático en su vida. Hacía tiempo que Patrick tenía problemas de
visión, pero ahora las cataratas de sus ojos empeoraron hasta el punto de que casi no podía
ver. Eso le impidió continuar con su trabajo de taxista, y tuvo que dejar de conducir.
Entonces las deudas comenzaron a amontonarse y su situación comenzó a ser precaria.
Estaba desesperado, pues no tenía nada sobre lo cual poner sus esperanzas. ¿Hay esperanza
sin Dios?
Aunque sea difícil de creer para muchos cristianos, uno de los grupos "religiosos" de mayor
crecimiento en nuestros días es el de los ateos. Sus posturas son tan diversas como las
estrellas del cielo. El espectro es amplio, pues hay personas que creen que hay alguna
fuerza superior, un "ser supremo" o algún "dios" imposible de conocer; mientras que hay
otros que no creen en nada, quienes sostienen que somos fruto de la casualidad y que la
vida termina de forma insignificante.1 Hay desde teístas morales, humanistas agnósticos y
existencialistas; hasta ateos radicales y nihilistas hundidos en el pesimismo. No es correcto
hacer una caricatura de ellos; es un cuadro variado y complejo. Entre ellos hay gente que
parece muy feliz, mientras que hay otros que se muestran deprimidos y amargados.2 Aun
así, el denominador común en todos ellos es la ausencia de una esperanza concreta después
de la muerte. Se han desarrollado sistemas para darle sentido a la vida, pero el fin es
similar, la paz es tan elusiva como la esperanza en un mundo de desesperación.
El período posexílico, cuando los hebreos regresaron de Mesopotamia en el siglo VI a.C.,
estaba caracterizado por esa lóbrega atmósfera. Eran evidentes el cinismo y la apatía de
muchos de los que habían regresado. A ese mundo de contradicciones se enfrenta el profeta
Zacarías, que debe predicar esperanza a gente que la había perdido. Zacarías comienza su
ministerio veinte años después de regresar de Mesopotamia, mientras el Templo
permanecía en ruinas. La situación no era nada fácil para el profeta, que se une a uno de
nuestros amigos que ya conocemos: Hageo. Ambos formaron un gran equipo, en el cual sus
ministerios se apoyaron y complementaron.
El éxito de su trabajo es particular, pues hemos estudiado a varios profetas que fueron
contemporáneos y ejercieron su ministerio en proximidad geográfica, pero no tenemos
pruebas de que hayan trabajado juntos. Recordamos en el siglo VIII a.C. a Oseas y a Amos
en el reino del norte (Israel). En Judá, estuvieron profetizando al mismo tiempo Miqueas e
Isaías durante los reinados de Jotam, Acaz y Ezequías, pero no parece que actuaban en
equipo (algunos sugieren que Joel y Abdías vivieron en esta época). El caso de Nahúm y
Sofonías es similar, ayudaron a sacar a Judá de las tinieblas del tiempo de Manasés, pero no
sabemos si lo hicieron juntos. En esa misma época de reformas, sabemos que Jeremías y
Habacuc proclamaron sus profecías, pero no parece que haya habido contacto entre ellos.
Alguna correspondencia hubo con Ezequiel en el exilio y Daniel conoce de las profecías de
Jeremías; pero los profetas que vivían en Mesopotamia trabajaban de forma independiente.
Ese no es el caso de Zacarías y Hageo. "Las fervientes súplicas y palabras de aliento dadas
por medio de Hageo fueron recalcadas y ampliadas por Zacarías, a quien Dios suscitó al
lado de aquel para que también instara a Israel a cumplir la orden de levantarse y edificar"
(Profetas y reyes, cap. 46, p. 422). Estos compañeros en el ministerio lucharon codo con
codo, para impartir esperanza en Yehud.
Lo cierto es que ni el presente ni el futuro eran nada halagüeños para los habitantes de
Yehud. En su memoria estaba el edicto proclamado por Ciro, que permitió el regreso a sus
tierras a los procedentes de Judá en el año 539 a.C., y autorizó que el Templo fuese
reconstruido. Esdras, casi un siglo más tarde, cita las órdenes de Ciro, que había sido
profetizado por Isaías como un "ungido" (mesías). Por otro lado, algunos críticos de la
Biblia dudaban de que un documento como el descrito en Esdras se hubiese promulgado.
Cuando los arqueólogos encontraron el "Cilindro de Ciro", con un lenguaje muy similar,
tuvieron que aceptar la veracidad del relato bíblico. Aunque en el Cilindro de Ciro no se
menciona a Judá, y en vez de a Yahveh se le da la gloria a Marduk, podemos reconocer
cómo la profecía de Isaías (45:1-7) se cumplió en este astuto político.3 Aun así, no se
cumplió completamente y el Templo no fue edificado de forma inmediata. Encontramos a
un Daniel afligido porque la profecía no se cumplía como él esperaba;4 una aflicción que
debió haber invadido a muchos en el exilio, que querían ver las profecías cumplidas en su
totalidad. Lo peor es que no todos tuvieron el privilegio que tuvo Daniel de ver detrás del
telón y entender los poderes cósmicos que estaban en lucha (Dan. 9).
En esa búsqueda de esperanza, casi nos podemos imaginar a algunos yehuditas haciendo
rollos y tablas proféticas con los cumplimientos de los acontecimientos políticos y
proféticos, mientras estaban tratando de determinar de forma exacta cuál sería el próximo
paso en el cuadro de la profecía. Para el desaliento de muchos, no se reconstruyó en el
tiempo de Ciro, y su ambicioso hijo Cambises ocupó el trono. Cambises pasó cerca de
Yehud por la Vía Horus mientras marchaba hacia el sur, para conquistar Egipto. La
presencia del emperador en esa región pudo haber llenado a los yehuditas de esperanza,
pues podían presentar su caso delante del monarca para que se hiciese valer el edicto de
Ciro. Algunos "expertos" tal vez aseguraron que ahora sí se cumpliría la profecía, basados
sobre sus cálculos.
Sin embargo, los planes expansionistas de Cambises estaban enfocados en subyugar a
Egipto, y no tenía tiempo para atender problemas "menores". Eso hizo que desde el año 530
hasta el 522 a.C. no sucediera nada en el templo, y Cambises ni siquiera es mencionado de
forma directa en las Escrituras hebreas. La súbita muerte del monarca en su regreso de
Egipto desencadenó una guerra civil en el imperio, donde el "falso" Esmerdis trató de
usurpar el trono persa, mientras Darío luchaba por coronarse como emperador.5 Darío fue
capaz de consolidarse como monarca y celebró su victoria en la inscripción monumental de
Behistún. En ella, Darío se proclama protector de los templos y lugares de culto: buenas
noticias para Yehud.
Los confusos acontecimientos políticos e históricos deberían haber sido identificados de
forma precisa por aquellos que querían fechas exactas y trataban de afinar los detalles de la
profecía. Los acontecimientos eran impresionantes, el "sacudir de las naciones", aludido en
Hageo, no termina ahí, sino que los griegos comenzaban a amenazar a los persas en el
oeste. Las intervenciones de los atenienses en Anatolia y los puertos al Mediterráneo
crearon una tensión increíble, que desencadenaría en la primera lucha "mundial" entre
Occidente y Oriente; una pugna que terminaría cambiando el curso de la historia. Además,
Egipto, en el sur, amenazaba con rebelarse; y la frontera este, en lo que hoy conocemos
como Afganistán, estaba tan inestable como hoy. Aquellos eran momentos clave que
estaban cambiando el mundo como había sido conocido durante milenios. El ambiente
resultaba asfixiante. La pequeña y pobre comunidad de Yehud no parecía tener mucho
porvenir, solo podía especular sobre su futuro.
"Pero aun en esa hora sombría había esperanza para los que confiaban en Dios. Los
profetas Hageo y Zacarías fueron suscitados para hacer frente a la crisis" (Profetas y reyes,
cap. 46, p. 420). El relato de Esdras, décadas más tarde, trata de resumir los
acontecimientos de casi un siglo,culminando en el 457 a.C. con el cumplimiento de la
profecía de Daniel para comenzar las setenta semanas (Dan. 9:25). En la narración de
Esdras, el orden de los reyes y de los acontecimientos puede resultar confuso para el lector
superficial; pero si se estudia cuidadosamente con la historia, se puede entender la
secuencia de los hechos y el orden de los monarcas. La arqueología ha podido constatar
estos acontecimientos y la cronología bíblica, sin que haya lugar para confusiones.6 Entre
todos esos sucesos, queda claro que no podemos condenar a los yehuditas por estar tan
desanimados y tristes. Ninguna "predicción" exacta del orden de los acontecimientos
hubiese sido prudente para los hebreos.
Para tener una idea de cómo se sentían, solo hay que observar a algunos de los miles de
judíos del siglo XXI que lloran diariamente por el Templo destruido frente al "Muro de los
Lamentos" en Jerusalén. Aunque para muchos el también llamado "Muro Occidental" es
motivo de celebración y de júbilo, son miles los que se lamentan porque el Templo
continúa en ruinas y sus esperanzas no se han cumplido. Eso ha movido a la mayoría en
Israel a dudar de esas promesas, e incluso de la existencia de Dios. El escepticismo y el
agnosticismo reinan sobre la mayor parte de la población israelí, que en su mayoría no cree
realmente en Dios o en su capacidad para restaurar lo que se había prometido en las
Escrituras.
"¿Hasta cuándo?"
En la tercera visión que tiene Zacarías, descrita en su segundo capítulo, el profeta ve más
allá de las murallas rotas, las ruinas del templo y la ciudad en escombros. Hay que recordar
la fecha de estas visiones (520 a. C.); estas se dan antes de los éxitos que hemos descrito al
estudiar a Hageo en el año 519 a.C. Tampoco podemos dejar de enfatizar que las visiones
de Zacarías tienen lugar setenta años antes que Esdras y Nehemías.® Aun así, los ojos del
profeta se trasladan a una Jerusalén que sería centro de las naciones, donde el nombre de
Yahveh sería honrado y venerado. En el siglo XXI, hay personas que llegan a Jerusalén
procedentes de todas direcciones para buscar el rostro de Dios, en respuesta a un llamado a
venir. Esa visión demuestra que Yahveh nunca tuvo la intención de ser exclusivista o
etnocentrista; su corazón va tras los pueblos de la Tierra. En Abraham, Jonás, Elíseo y
otros, vemos la iniciativa de ir en pos de los que no conocen a Yahveh. Dios siempre quiso
ser una bendición para todas la naciones (Gén. 12:1-3). Tanto en ir como en el venir,
muestran cómo el carácter y el honor de Dios debía ser vindicado ante el universo.
Pablo predica basándose en el Antiguo Testamento, cuando registra en sus cartas cómo se
cumplieron esas promesas de bendecir a todas la naciones para unirse en alabanza al Dios
verdadero (ver Rom. 15:9-18; Efe. 3:1-8). Zacarías quiere ampliar la visión de sus
compatriotas, para hacerles reconocer su papel en el Imperio Persa y en el mundo entero.
Jerusalén es un tipo de Jesús y, más adelante, de su iglesia, medios por los cuales todos los
pueblos serían unidos bajo las bendiciones del pacto (Rom. 9-10). Después de haber leído
profecías de retribución y destrucción contra naciones en otros profetas, podemos observar
que en Zacarías el énfasis es la restauración (2:8). Zacarías les ofrece esperanza a sus
compatriotas y deja un legado para los creyentes de todas las edades. Esa es la razón por la
cual los escritores del Nuevo Testamento lo citan y aluden tan frecuentemente. Más aún,
Zacarías sigue siendo relevante hoy y tiene mensajes para el siglo XXI, cuando Dios tiene
un mensaje para todas las naciones.
¿Qué mensaje central tiene Zacarías para nuestros días? ¿Podría ser político, un "sionismo"
para el siglo XXI? ¿Se va a convertir la iglesia en un grupo exclusivista? Muchos lectores
modernos usan a Zacarías en especulaciones proféticas, por no tener claros los principios
hermenéuticos de cómo leer las profecías clásicas y apocalípticas. Las visiones de Zacarías
han despertado la imaginación de muchos; son frecuentemente usadas en diversos
escenarios proféticos. Hay muchos predicadores populares que diseminan interpretaciones
creativas en esquemas tan diversos como son las diferentes iglesias que los patrocinan.
Algo así sucede con el libro de Apocalipsis, el cual ha sido objeto de variadas
interpretaciones por "expertos" que pretenden delinear de forma exacta los "mapas" o
"tablas" del fin del tiempo.
En el caso de Apocalipsis, el mensaje de los tres ángeles en el capítulo 14 es central para
nuestra experiencia adventista. Sin embargo, algunos solo enfatizan el "temed a Dios" o las
amenazas contra Babilonia, haciendo caso omiso del mensaje central de ese capítulo. En
Zacarías 2:7 aparece una advertencia similar a la de Juan, contra permanecer en Babilonia,
donde se habían quedado cómodamente muchos de los de Judá. La historia nos confirma
que ellos sufrirían dos terribles conflagraciones en esa ciudad, durante el tiempo de Darío.
Unos dos mil quinientos años después, el vidente de Patmos tenía a Zacarías en mente
cuando registra advertencias similares en Apocalipsis 14 y 18 sobre salir de Babilonia. Juan
les hace saber a los seres humanos de la inminente caída de la Babilonia profética. Ahí y en
muchas partes de Apocalipsis el apóstol usa el lenguaje de Zacarías con el significado del
fin del tiempo, aplicándolo a la profecía apocalíptica.10
Pero la caída de Babilonia tampoco es el mensaje central del profeta. El capítulo 3 es, sin
lugar a dudas, el corazón del libro de Zacarías. Ahí está el sacerdote Josué, siendo acusado
por Satanás por sus ropas sucias e indignas (3:1). No sé si alguna vez has sido acusado de
algo, pero es una sensación muy desagradable. Solo he estado una vez acusado ante la corte
de justicia por haberme pasado un semáforo en rojo; aunque había parado y mirado antes de
continuar, eso no me libró de la multa. También he sido acusado falsamente por terroristas
cibernéticos, de esos que se esconden detrás del anonimato para destruir a los dirigentes,
como lo hacen los cobardes con bombas escondidas, rifles con mira telescópica o desde
sofisticados aparatos. Pero, gracias a Dios por nuestro Abogado celestial, el cual me ha
asegurado estar conmigo en todo momento. Todos los acusadores encapuchados que sirven
al acusador tendrán que enfrentarse con el Abogado algún día.
Lo cierto es que soy culpable de cualquier acusación como pecador. En el caso de Josué,
"no puede defenderse a sí mismo ni a su pueblo de las acusaciones de Satanás [...]. En sus
andrajos sucios, que simbolizan los pecados del pueblo, que él lleva como su representante"
{Profetas y reyes, cap. 47, p. 428). Hay que señalar que el sacerdote no trata de justificarse,
acepta que es merecedor del castigo ya que lo es; un pecador injustificable. Aquí se puede
ver un marcado contraste con la actitud laodicense de autojustificación y falsa noción de
inocencia (Apoc. 3:15-17). Sin embargo, Josué está "confesando su culpa, señalando su
arrepentimiento y humillación y fiando en la misericordia de un Redentor que perdona el
pecado. Con fe se aferra a las promesas de Dios" (ibíd.). Josué se aferraba tenazmente de lo
prometido por el Cielo, como nosotros debemos hacer hoy.
El ángel del Señor, que es Jesús mismo, ordena que las ropas sucias sean quitadas y le sean
otorgadas vestiduras nuevas (3:5; cf Apoc. 3:18). Ese es el mensaje que Dios quería que los
pecadores yehuditas tuvieran en claro. Aunque eran pecadores y las acusaciones de Satanás
eran reales, Jesús mismo les aseguraba justificación por medio de la fe. No me explico
cómo hay personas que no pueden reconocer el mensaje evangélico en el Antiguo
Testamento. El Antiguo Testamento no es legalista ni frío; desde el Génesis hasta el final
está lleno de mensajes de gracia, perdón y evangelio. La conexión con Apocalipsis
continúa, al estar aludido el tema de Zacarías capítulo 3 en al mensaje de los tres ángeles.
Ese mensaje de Apocalipsis no es de miedo ni de acusación, sino el mismo que Zacarías:
justificación por la fe. Elena de White asegura: "Varios me han escrito preguntándome si el
mensaje de la justificación por la fe es el mensaje del tercer ángel, y he contestado: 'Es el
mensaje del tercer ángel en verdad'" (Mensajes selectos, 1.1, p. 437).
El mensaje de salvación únicamente por la fe es el que ha de atraer a las naciones a Jesús y
a su iglesia, libres de escenarios paranoicos que cambian tan frecuentemente como las
noticias en Internet, ni acusaciones o juicios como los que inspira el gran acusador.
Laodicea necesita "vestiduras blancas" de justicia y oro refinado para nuestra pobreza
(Apoc. 3:1 8). Esas fueron las buenas nuevas de esperanza que Zacarías dio a su
desesperanzada audiencia.
Para algunos, la esperanza es solo una utopía; se sienten chasqueados como los yehuditas
del tiempo de Zacarías. Han escuchado de muchas escenas del fin del mundo por parte de
religiosos, políticos y ahora hasta ecólogos, que tienen una escatología naturalista, por la
cual el fin del mundo se producirá por el calentamiento global o una catástrofe cósmica. El
prominente ateo Richard Dawkins sugiere que "el universo que observamos tiene
precisamente las propiedades que podríamos esperar si hubiese al fondo, ningún diseño,
ningún propósito, ningún mal, ningún bien; nada, sino indiferencia ciega y lastimera".11
Pero, los creyentes en la Biblia tenemos un mensaje de esperanza y de significado en la
vida.
Jessica Crye, una cristiana de Texas, se enteró de los problemas financieros de Patrick,
nuestro amigo ateo que estaba enfermo de sus ojos. Jessica conocía la beligerancia de
Patrick contra los cristianos, pero quiso, junto con otras personas, ayudar financieramente
al amargado hombre. Patrick quedó tan impactado por la generosidad de los cristianos que
dejó de luchar para demandar a la alcaldía, y más adelante entregó su vida a Jesús. Reco-
noció que había esperanza en un mundo de desesperación, que Cristo puede cambiar las
cosas; y actualmente quiere convertirse en pastor. El mensaje de la justificación por la fe
sigue transformando vidas y corazones. Cuando este evangelio sea predicado... entonces
vendrá el fin.
_____________________________________
Referencias
1. Ver por ejemplo C. Richard Dawkins, The Blind Watchmaker: Why the Evidence
ofEvolution Reveáis a Universe without Design (New York: W. W. Norton and Co.,
1989).
2. No puedo dejar de recomendar el libro escrito por Ruth Tucker Wal-
kingAwayfromFaith: Unraveling the Mystery ofBelief& Unbelief(Dow- ners Grove,
IL: InterVarsity, 2002).
3. Para más información ver A. Kuhrt, "The Cyrus Cylinder and Achae- menid
Imperial Policy", en Journalfor the Study of the Oíd Testament, 25:83-97 (1983).
4. Daniel usaba el año 605 a.C., cuando él fue llevado cautivo a Babilonia, como punto
de partida para la profecía de los setenta años (de Jeremías) y reconocía que el
edicto de Ciro era la señal indicada para regresar a Jerusalén y que el templo fuera
restaurado. Daniel vio cómo el primer grupo de exiliados regresaron a la tierra
prometida. Si Zacarías usa la destrucción del templo en el 589 a.C. como punto de
partida para la profecía de los setenta años debió identificar al 519 a.C. como clave
para ese proyecto de restauración. Aquí no vamos a detallar las diferencias entre las
cronologías hebreas y babilonias sobre años de ascensión de los reyes o el uso del
verano u otoño para medir el tiempo.
5. No se confunda con "Darío el medo", que reinó sobre la ciudad de Babilonia
mientras Ciro era emperador. Sobre el "pseudo-Esmerdis" hay algunos eruditos que
sugieren que era realmente Esmerdis, hijo de Ciro y que Darío se encargó de
hacerlo ver como usurpador para tomar él el poder de Persia. Ver entre otros a
Pierre Briant, From Cyrus toAlexan- der: A History ofthe Persian Empire (Winona
Lake, IN: Eisenbrauns, 2002), pp. 100-106.
6. Para más detalles ver Efraín Velázquez II,AnArchaeologicalReading ofMalachi.
Tesis doctoral, Universidad Andrews, (2008). La descripción de Profetas y reyes es
bien exacta y confiable al compararlo con los anales históricos.
7. David J. Clark y Howard Hatton sugieren que además de Jerusalén se debe incluir a
las "ciudades de Judá" en la traducción, sin embargo no creo que haya que
enmendar el texto pues la preocupación aquí está íntimamente relacionada al
templo. A Handbook onZechariah, UBS Handbook Series (New York: United Bible
Societies, 2002), p. 91.
8. Agradezco a Pedro Martínez por sus notas de estudio sobre Zacarías.
9. No se puede subestimar la importancia de tener claras las fechas de varios libros de
la Biblia, ya que es difícil entender su contenido sin un cuadro sobre su contexto
histórico; aunque esto no siempre es posible. El período postexílico es uno de los
más violentados en interpretaciones y sermones. El orden de los monarcas, los
acontecimientos y los personajes son invertidos o alterados por muchos lectores
superficiales.
10. Paul Lamarche reconoce que aparte de Ezequiel, Zacarías es el profeta que más
influye en Juan para escribir el Apocalipsis. Zacharie IX- XIV: Structure littéraire et
messianisme (Paris: Gabalda, 1961), pp. 8, 9.
11. Richard Dawkins, A River Out ofEden (Nueva York: Basic Books, 1995), p. 133.
CAPÍTULO 12
Zacarías - IIa parte
Los reyes terrenales se han encargado de perpetuar sus memorias con palacios
extravagantes, inscripciones monumentales y otros medios de autopropaganda. Las
gigantescas piedras que se usaron para construir las pirámides de Guiza todavía nos dejan
impresionados. Aunque sabemos cómo se construyeron, todavía nos sorprendemos por lo
excéntricos que fueron los faraones, que sometieron a sus súbditos para hacer semejantes
obras de vanagloria para sus reinos terrenales. En la tierra de Judá también tenemos
muestras de cómo varios monarcas intentaron perpetuarse en la historia. Uno de los más
recordados, y despreciados, fue Herodes el Grande. A pesar de los aspectos negativos que
han sido preservados en la historia, no podemos negar que fue un genio megaconstructor.
Su obsesión con lo grandioso y colosal dejó restos de algunos de los monumentos más
impresionantes que sobreviven en el Cercano Oriente.1
Herodes patrocinó más de una docena de proyectos a través del Imperio Romano. En el
territorio que antes pertenecía a la monarquía unida de Israel, construyó acueductos,
carreteras, ciudades, teatros, hipódromos, templos, fortalezas y centros administrativos. Sus
lujosos palacios todavía nos dejan impresionados por sus hermosos detalles en
decoraciones labradas en piedra y estuco, coloridos frescos, complicados mosaicos e
ingeniosa arquitectura. Herodes deseaba ser inmortalizado en su reino terrenal, y dejar
saber a todos cuál era su territorio. Se podría deducir que Herodes creía que era el Mesías
prometido; que de alguna manera estaba cumpliendo las profecías acerca del "Deseado de
todas las gentes". Sin embargo, Zacarías nos presenta al verdadero Mesías como herido, y
no solo como un rey triunfante (13:7); Zacarías incluye un Reino celestial, y no meramente
un territorio local. Esa fue la respuesta que le dio Jesús a Pilato: "Mi Reino no es de este
mundo; si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera
entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí" (Juan 18:36). Sobre este Rey de
contradicciones, uno que no enfatiza un reino terrenal, predicaba Zacarías en la segunda
parte de su enigmático libro.2
Antes de interpretar a los profetas hebreos con los lentes del Nuevo Testamento,
nuevamente abramos una ventana al contexto donde se dieron esas profecías originalmente.
El lector moderno debe observar que los hebreos de la antigüedad tenían en mente un reino
político. Dios mismo, en su revelación, da a entender eso en varias de sus manifestaciones
de la profecía clásica.3 No ha de sorprendernos que las sectas del judaismo que se
empiezan a formar en el período persa, el tiempo de Zacarías y Hageo, esperaran que el
Mesías prometido restaurara a Israel como nación. Esos grupos interpretaban y gravitaban
en derredor de ideologías políticas sobre el establecimiento de la monarquía davídica (o
levítica), y eso los llevó a diversos extremos político-religiosos.
Por un lado, estaban los que enfatizaban la santidad y la pureza de carácter del pueblo para
la llegada del Mesías. Sus ideas germinarían un par de siglos más tarde en los sacerdotes
que se separaron de los "hijos de las tinieblas" en Jerusalén, para ir a su aislado
asentamiento, donde fueron conocidos como los esenios. Su comunidad vivía en el desierto
de Judea esperando a dos mesías, uno político y otro religioso. Los esenios se consideraban
superiores a los demás, y por eso se aislaron para proteger su pureza como "hijos de la luz".
Por otro lado, se formaría un grupo conocido como los zelotes. Estos buscarían una
solución violenta para restablecer el reino de Israel. El acto brutal de Ismael ben-Netatías,
que usó la espada para establecer el reino terrenal después de la destrucción de Jerusalén, es
el ejemplo de lo que yo llamaría un "protozelote" (ver Jer.41). Para algunos, los zelotes
eran héroes nacionales o "luchadores por la libertad"; mientras que otros los consideraban
terroristas, los que se inmortalizarían como "sicarios". En medio de esos dos extremos
existían varias sectas judías; algunos formarían los estrictos fariseos, con su énfasis en la
religión exterior y, por otro lado, los "liberales" saduceos, que adoptaban la filosofía y la
cultura griega en sus vidas.4 A pesar de sus grandes diferencias, lo que tenían en común
todos esos grupos era el cumplimiento literal y político de la profecía sobre el reino terrenal
del Mesías.
La profecía clásica, género literario al cual pertenecen los doce profetas menores, enfatiza
el reino terrenal de Israel. Estos profetas escribieron en un sentido literal, siendo la
revelación relevante para la situación so- ciopolítica en la cual ellos vivían. Eso no significa
que en sus mentes no estuviera la luz cristocéntrica que iba más allá de lo inmediato, sino
que su énfasis principal era local y actual. Ellos aludían a naciones vecinas, catástrofes
nacionales, problemas de justicia social y de corrupción que afectaban a las comunidades
en las que ellos ejercían su ministerio.5
Por otro lado, la lectura de Zacarías es un poco más compleja que la del resto de los doce
profetas. Zacarías se distingue de ellos porque incluye visiones apocalípticas, de forma
especial en la segunda parte de su libro. Ya en la primera parte, los capítulos 1 al 8, se
puede ver la diferencia con Hageo, pues se refiere a visiones que recibió del Cielo. Zacarías
no solo predica a sus oyentes, sino también escribe las notas de sus sermones y hace
descripciones históricas. En los capítulos 1 al 6, Zacarías describe ocho visiones que le
fueron dadas en una noche (1:7). Sus visiones incluyen toda la tierra, y no solo alude a la
situación local. En la segunda parte del libro, el lenguaje se vuelve más complejo.
Algunos eruditos han sugerido que las profecías de la segunda parte del libro de Zacarías
provienen de la mano de otro autor. Pero, si prestamos atención a los detalles lingüísticos y
los motivos temáticos, podemos reconocer que salen de la misma pluma. La unidad de
Zacarías es reconocible; las diferencias de la segunda parte las podemos comparar con los
cambios literarios que ocurren en Isaías o Daniel. Esos cambios literarios no equivalen a
multiplicidad de autores, como han sugerido algunos. Las teorías artificiales sobre
redacción y revisión del texto bíblico han probado ser subjetivas y contradecirse entre ellas
mismas.6
Aun así, los autores bíblicos elevan sus profecías más allá de su contexto, pues se
proyectaban hacia al Mesías y su Reino universal. Jesucristo es el mensaje central de las
Escrituras, y las profecías todas deben ser leídas sobre la base de la encarnación, el
sacrificio, la redención y la consumación. Otra particularidad de Zacarías, en contraste con
los otros doce, es que es un profeta principalmente mesiánico. Sus profecías deben ser
leídas a la luz de la vida de Cristo. En sus profecías, Zacarías hace algo similar a lo que
Jesús hizo en su sermón profético (ver Mat. 24). Jesús no hizo una clara distinción entre
eventos políticos próximos y los escatológicos, que tendrían lugar más tarde. Jesús
combinó la explicación de la caída de Jerusalén, que sería un tipo para su Segunda Venida,
con elementos del fin del mundo.
En el caso de Zacarías, la situación de los hebreos entre las naciones, el estatus de Jerusalén
y la condición económica de sus días, son aludidas en las profecías, pero el énfasis del
profeta es en el Mesías prometido. Zacarías nos hace recordar que habría de venir Uno que
tendría un Reino mayor que cualquier reino terrenal. Ese Reino tendría a su iglesia como
Jerusalén, hacia donde todas las naciones vendrían para conocer más de Dios (14:9).
Zacarías hace un giro en su libro para tratar de dirigir la mirada de sus oyentes a un reino
futuro, y a un Mesías venidero que no les habría de fallar. Jesús y su iglesia se convierten
en el antitipo tanto de las profecías incondicionales como de las condicionales, que no
resultaron apropiadas por los receptores originales.
En Zacarías reconocemos la misma amplitud de las promesas hechas por medio de Isaías y
Miqueas sobre multitudes de personas subiendo a Jerusalén a buscar el conocimiento de
Dios (Zac. 14). Los profetas, en primera instancia, miraban a la pequeña capital de Judá
como el centro del universo. Pero, su visión tenía implicaciones mayores que las que aluden
los Evangelistas, quienes reconocen el cumplimento de esas profecías en la vida de Jesús de
Nazaret (Juan 12:32). Según los autores del Nuevo Testamento, Cristo es el antitipo, el
cumplimiento de las profecías sobre el Israel o la Jerusalén terrenales. Según ellos, Sion no
estaba atada a una posición geográfica o un reino político adonde todos tienen que venir.
Jesús les ordena ir, y se hace accesible a toda nación, tribu, lengua y pueblo (Mat. 28:18-
20). Por medio del Espíritu Santo y de su iglesia, el Reino se hace accesible a todas las
personas, hasta los confines de la Tierra.
Sin embargo, hoy son millones los que peregrinan a la Jerusalén política, creyendo que
debe haber un cumplimiento literalista de las profecías veterotestamentarias. Hay personas
que invierten todos sus ahorros o se endeudan más allá de sus posibilidades para hacer un
viaje a Jerusalén. Mientras escribo desde Jerusalén, tengo en mi mente los rostros de per-
sonas de muchas naciones, llenos de emoción y gozo por las experiencias que han tenido en
esta ciudad milenaria. El júbilo se puede ver en los ojos de los peregrinos, los relatos que
me cuentan con emoción y a veces con lágrimas, por las experiencias vividas. Pero, más
allá de las escenas que se relacionan con la historia bíblica, las alabanzas, los olores,
sabores y personajes que nos recuerdan el texto sagrado está la cruda realidad política de
una ciudad en conflicto, que nos hace reconocer que Sion debe estar en otro lugar.
Hoy Jerusalén es una ciudad dividida entre religiones, ideologías e intereses. Las cicatrices
de las guerras que ha sufrido están presentes en cada lugar que se visite. La "ciudad de paz"
nunca ha vivido según sus expectativas. Yo he tenido la oportunidad de entrar decenas de
veces por esos viejos muros, he caminado por sus calles, he entrado en los lugares
venerados por judíos, cristianos y musulmanes. He tenido la oportunidad de relacionarme
con muchos de los visitantes y los habitantes de la Sion terrenal. Aunque hay momentos
que atesoro y de los que conservo recuerdos memorables, tengo que admitir que ninguno de
ellos me ha hecho sentir una pulgada más cerca de Dios de lo que he podido experimentar
en otros lugares con la presencia de Cristo.
He tenido que reconocer que no hay un lugar intrínsecamente santo aquí, en la Tierra. Ni en
el Monte del Templo, ni en Getsemaní o donde fue crucificado Jesús; ni siquiera en su
tumba vacía. La presencia de Dios no es mayor en esos lugares que cuando he estado al
lado de un enfermo en el Ingenio Quisqueya, en la casas de culto de La Habana o este
verano, en las calles de Puerto Príncipe. La presencia divina ha estado conmigo en
reuniones de jóvenes en Bahamas, junto con los niños de Atitlán, Guatemala; y en las
atestadas calles de Gamarra, en Lima (Rep. del Perú). Los pasos del Maestro me han
acompañado en humildes y grandes congregaciones de Venezuela y Costa Rica, al igual
que en la "Vía Dolorosa" de la Jerusalén terrenal.
Jesús es Israel, es Sion, hacia donde levanto mis ojos y encuentro socorro. No se trata de
algún punto geográfico en el Oriente, ni significa que para "leer la Biblia verdaderamente"
tengo que viajar miles de millas hacia el este. Según Pablo, su iglesia es llamada el "Israel
de Dios" (Gál. 6:16) y eso me hace ciudadano de ese Reino aquí, donde estoy hoy. Israel
está muy cerca de mí, no necesito visa para poder entrar ante la presencia de Sion. En la
Jerusalén política he sido detenido y registrado, se me ha exigido mi pasaporte y tratado
con sospecha, y a veces hasta con despreció. Pero, en la iglesia tengo papeles que vienen
del Cielo; nunca estoy indocumentado, ni tengo que evitar a los guardias. La iglesia es el
lugar donde son bienvenidos los que vienen de todas las naciones, no importa si en su
cartera tienen libras, bolívares, pesos, colones, dólares, euros o quetzales; pueden entrar en
la familia de Dios como miembros comprados por la sangre de Cristo.
La iglesia y Jesús no aspiran a un poder político, como lo hicieron muchos cristianos en la
Jerusalén del Cercano Oriente durante las horribles "Cruzadas" de la época medieval. Me
da vergüenza pensar que el símbolo de la cruz fue usado en Jerusalén para cometer
atrocidades y genocidio. El lenguaje de la espada usado por "cristianos" fue uno de los
factores que hizo que muchos de los cristianos que vivían en esa región del mundo se
convirtieran al islam. En el lugar donde nació el cristianismo, donde su iglesia fue fundada,
casi se ha borrado la presencia de los seguidores de Jesús. Ambiciones comerciales, intrigas
políticas, traición y asesinato caracterizaron a los reinos "cristianos" que izaron la bandera
de la cruz sobre Jerusalén en la Edad Media. Esa es una de las razones por las cuales hoy en
la región los cristianos son una pequeña minoría, que se sigue haciendo cada vez más
pequeña ante las presiones de musulmanes e israelíes.
El Rey de paz, humilde y sencillo, no entró montado sobre un poderoso corcel de los que se
usaban para las guerras. Jesús llegó a Jerusalén con el símbolo de la realeza más humilde
que pudiese encontrar: un borriquillo, hijo de asna (Zac. 9:9). Pero no pudo evitar que las
personas confundieran su entrada con la declaración de independencia de Roma y el
establecimiento de un reino terrenal. "La multitud estaba convencida de que la hora de su
emancipación estaba cerca. En su imaginación, veía a los ejércitos romanos expulsados de
Jerusalén, y a Israel convertido una vez más en una nación independiente" (El Deseado de
todas las gentes, cap. 63, p. 524). Jesús lloró entre aquella multitud jubilosa que creía que
sus ideales de un reino terrenal en Sion se iban a cumplir con el Maestro de Galilea; pero él
era un rey sin reino terrenal.
Dios nunca nos falla, somos nosotros, los seres humanos, los que creamos expectativas
personales que no siempre se cumplen como queremos. Es entonces cuando viene la
decepción y se le reclama al Cielo: "¿Por qué Dios 'nos ha fallado'?" Pero no se trata de una
injusticia divina el que no se cumplan nuestros deseos, "necesidades" o caprichos. Aun
cuando creamos que lo que esperamos es "indispensable", no conocemos el fin desde el
principio y carecemos de visión suficiente para conocer lo que es mejor para nuestras vidas.
Las expectativas equivocadas fueron las que causaron tanta desilusión entre los hebreos y
en el resto de la humanidad, a través de los siglos.
No hemos de subestimar el revuelo político que había en Yehud durante la última parte el
siglo VI a.C. Los eventos históricos protagonizados por el Imperio Aqueménida (conocido
como "Medo-Persa") estaban reescri- biendo el destino de muchos pueblos. Esa
inestabilidad internacional debió de levantar las esperanzas entre los yehuditas que
esperaban el cumplimiento de las profecías mesiánicas. Seguramente había "expertos"
leyendo sobre los acontecimientos políticos de sus días, y tratando de ver cómo encajaban
en su interpretación de las profecías. Las esperanzas mesiánicas fueron puestas en
Zorobabel, quien era de linaje real y heredero del pacto davídico. Los hebreos, teniendo en
mente un reino terrenal, miraban cómo todo parecía encajar en sus interpretaciones
proféticas. La reconstrucción del Templo en sus días fue posiblemente conectada con las
visiones de Daniel 9. Según los "expertos", el "Día de Yahveh" debería estar cercano, y es
posible que se hayan establecido fechas exactas para el cumplimiento de la profecía. Sin
embargo, el cronograma del Cielo no es necesariamente paralelo al que los humanos
inventamos aquí, en la Tierra. Los persas controlarían el Antiguo Cercano Oriente (ACO)
durante los próximos tres siglos, el Mesías nacería medio milenio más tarde y la profecía de
los "dos mil trescientos" años no había comenzado... Qué decepción. Cuando los "expertos"
se equivocan y aquellos que pretenden saber todo sobre el tiempo del fin fallan, solo queda
la desilusión entre los que quieren precisar fechas para los acontecimientos.
Todos nos hemos desilusionado en algún momento de nuestra experiencia. Hay ocasiones
en que los seres humanos, aun siendo profetas, no entienden completamente lo que están
recibiendo de parte del Cielo. Abraham no comprendía el tiempo en el que se habría de
cumplir el plan de Dios para su vida. Moisés "aceleró" el plan divino; Samuel veía las cosas
diferentes que Dios, Natán se adelantó al Padre, y David casi siempre anduvo desenfocado.
Los registros de las vidas de Elías, Eliseo, Jonás y el resto de los profetas no son de
personas que entendían cabalmente los planes del Creador. Además, sus audiencias, en la
mayoría de las ocasiones, no tenían en claro el cumplimiento de la profecía hasta después
de que esta tuviera lugar.
Ni siquiera los discípulos, que anduvieron tres años con Jesús, pudieron comprender las
profecías mesiánicas hasta después del cumplimiento de lo que había sido vaticinado. La
naturaleza del Reino del Mesías ha sido aludida en el Antiguo Testamento con tipos en
forma de acontecimientos, personajes y ceremonias. Pero los seres humanos no
comprendieron el antitipo, el cumplimiento de aquellas en la persona de Jesús, quien en su
primera venida padecería sufrimiento y muerte.
Sin estar seguros de si Zacarías entendía algo de lo que estaba pronunciando, él describe a
Yahveh siendo "traspasado" (12:10). Este es un pasaje difícil en hebreo, por aspectos
técnicos del manuscrito, pero lo que lo hace más complejo es que implica que Yahveh es
asesinado. A nosotros se nos hace familiar el cuadro mental de un Mesías crucificado y
traspasado por una lanza romana. Pero debemos ponernos en el lugar de los profetas
hebreos o incluso de los discípulos. La idea de que el Rey de reyes fuera herido, más aun
muerto, eso es algo inconcebible para aquellos que esperan una restauración física del
reino. Ningún "experto" podría haber podido reconocer la naturaleza precisa del reino
mesiánico en el siglo I d.C.
Únicamente después de los acontecimientos del Calvario, Juan reconoció el cumplimiento
de la profecía de Zacarías en la experiencia de Jesús (Juan 19:37). Aludiendo a la
"resurrección especial" que ha de tener lugar poco antes del regreso de Jesús, Juan alude al
lenguaje de Zacarías cuando recuerda a sus lectores que los que lo "traspasaron" han de ver
el regreso de Cristo en el "Día de Yahveh" (Apoc. 1:7, cf. Dan. 12:2). Es indispensable
subrayar que ni Juan ni el resto de los escritores del Nuevo Testamento imponen
interpretaciones sobre la Biblia hebrea. Ellos identifican tipos y alusiones que los escritores
anteriores hacían sobre la primera y la segunda venida del Mesías. Sus principios
hermenéuticos no están basados en alegorías ni tratan de violentar el contexto original. El
Espíritu Santo, que reveló las profecías a los videntes del Antiguo Testamento, es capaz de
dirigir a los autores del Nuevo Testamento para identificar el cumplimiento profético. La
naturaleza del reino mesiánico era contracultural con respecto a lo que esperaban los
hebreos.
Por otro lado, si el deber del lector moderno es comprender el contexto original dado en la
profecía, sin imponer sus criterios e interpretaciones, parece haber un serio problema en
Zacarías capítulo 13. Este pasaje ha sido usado por teólogos dispensacionalistas que
pretenden dar un papel profético al estado moderno de Israel.7 Sin embargo, este rico texto
está compuesto con un lenguaje poético cargado de las referencias pastoriles usadas en el
capítulo 11. Estructuralmente, son paralelismos quiásticos y deben ser leídos como
unidades que se reflejan como un espejo. También es importante señalar la unidad
estructural en hebreo de Zacarías 12:10 al 13:1 con el 13:7 al 9, como referencias al pastor
mesiánico. Ese es el mismo rey mesiánico aludido en el capítulo 9:9-10 que había sido
rechazado en el capítulo 11:4 al 17.
La figura del pastor es una de las favoritas de Zacarías, y es conocida en las Escrituras
hebreas para referirse a Yahveh. En el ACO se usaba la imagen del pastor para las deidades
y para los reyes. En Israel, los monarcas, los sacerdotes y los dirigentes son asociados con
representaciones pastoriles. En Zacarías 13:2 y 5 se describen las impurezas de culto de los
dirigentes hebreos con sus profetas infieles, quienes reciben sus castigos. Algunas
traducciones en nuestros idiomas dan a entender que hay una unidad entre los versículos 5
y 6 del capítulo 13. ¿Serán la misma persona? Pero en el original no hay una partícula de
condicionalidad "y si..." ni el "alguien", como en algunas versiones en español o inglés. No
es necesario enmendar el texto para aclararlo, porque hay una transición en el pasaje. Se
puede reconocer que quien hace la pregunta es el profeta infiel del versículo 5, al buen
pastor del versículo 7-
La identidad del "buen pastor" es identificable de forma textual. Richard Davidson señala
que la unidad de los versículos 6 y 7, con sinónimos y paralelismos verbales en hebreo, es
impresionante. Hay varios paralelismos, pero no hay espacio para analizarlos aquí; uno de
ellos es la palabra traducida como "heridas" (heb. makkot) cuya raíz es el verbo nakah
("hiere"). En el versículo 6 tenemos el sustantivo y en el 7 la forma verbal. Ese es el
lenguaje del pacto del cual hemos estudiado cuando escuchamos las maldiciones hacia
aquellos que lo violan (ver Deut. 28:22, 27, 28, 35, 59, 61; cf. Lev. 26:21, 24). Isaías les
recuerda a los habitantes de Judá que ellos ya estaban recibiendo "heridas" (makkot) por
fallar al pacto (1:6). Sin embargo, presenta al Mesías siendo "herido" (verbo nakah) y
llevando las "heridas" (makkot) en nuestro lugar, al cargar las maldiciones por violar el
pacto (53:4). El mismo Isaías señala la era mesiánica: "El día cuando vende Jehová la
herida de su pueblo" (30:26).8 El Reino del Mesías va más allá de las ambiciones de
monarcas
terrenales, él promete un reino de sanación que trasciende lo pasajero.
Este difícil pasaje de Zacarías 13 ha sido explicado de diversas formas, con la mayoría de
los comentaristas que alegan que el personaje principal es el "mal pastor".9 Pero si lo
leemos a la luz de su contexto estructural y reconocemos las claves en el lenguaje original,
podremos reconocer al pastor de los versículos 6 y 7 como un tipo de Jesús. Jesús mismo se
identifica con el pastor que sería herido, y reclama que es una referencia a él (Mat. 26:31;
Mar. 14:27). Este no es un uso "proverbial", como hacían algunos rabinos del siglo I d.C.,
aquí Jesús hizo exégesis a la luz de la tipología. Elena de White hace la misma conexión
que algunos han leído como homilética en Los hechos de los apóstoles, cap. 22, pág. 184.
Sin embargo, este es otro ejemplo donde la evidencia textual y los argumentos de eruditos
seculares que estudian los idiomas originales concluyen lo mismo que Elena G. de White
ha dejado expresado en sus escritos.
Jesús es un Rey que nunca trató de ocupar un reino terrenal; pero ha dejado un legado
eterno. El se vació a sí mismo para hacerse uno con nosotros, y demostrar que la ley de
abnegación y humildad es por la cual se gobierna su reino (Fil. 2:1-13). Al contemplarle, su
sacrificio y lo que ha prometido hacer, llegamos a ser más humildes al leer la profecía (El
Deseado de todas las gentes, cap. 48, p. 407). El ha de regresar a restablecer su Reino sobre
la Tierra, no apoyándose en los países actuales, ni en escenarios que salen de las páginas de
los periódicos o de Internet. Los detalles precisos del cumplimiento de la profecía los
hemos de conocer después de que se hayan cumplido y eso nos llena de reverencia y
humildad. Nuestro deber es estudiarlas de forma abnegada diariamente, y estar listos hoy
para su regreso.
--------------------------------------------------
Referencias
1. Para más información ver Efraín Velázquez II, "Reyes y recuerdos: la arqueología
de un gran rey de Jerusalén", en Festschrift a Roberto Badenas (será publicado en
2013); Ehud Netzer, TheArchitecture ofHerod the Great Builder (Grand Rapids,
Baker, 2008). Netzer era el máximo erudito como especialista en arqueología
herodiana.
2. La interpretación del libro de Zacarías ha sido un desafío para judíos y cristianos
durante siglos. Jerónimo lo etiquetó como el más "oscuro" de los profetas. J.
Steinmann, Saint Jerome, trad. por R. Matthews (London: Geoffrey Chapman,
1950), p. 298. Ver Ralph L. Smith, Micah-Malachi, Word Biblical Commentary
(Dallas: Word, 1998).
3 Ver capítulo 9.
* Paramas información ver A. Rofé, "The Onset of Sects in Postexilic Ju- daism: Neglected
Evidence from the Septuagint, Trito-Isaiah, Ben Sira, and J. Malachi", en The Social World
ofFormative Christianity andJudaism: Essays in Tribute to Howard Clark Kee, eds. J.
Neusner et. al. (Filadelfia: Fortress, 1988), pp. 42,45,46. W. Rose "Messianic Expectations
in the Early Postexilic Period", en Yahwism after the Exile: Perspectives on Israelite
Religión in the Persian Period, eds. D. Albertz and B. Becking (Assen: Van Gorcum,
2003), pp. 168-185.
sVer Kenneth Strand, "Foundational Principies of Interpretation"; Richard Davidson,
"Interpreting Oíd Testament Prophecy" y el capítulo 9 del presente estudio.
1. Cf. J. G. Baldwin, Haggai, Zechariah, Malachi (Downers Grove, IL: Inter- Varsity,
1972); R. Masón, TheBooks of Haggai,Zechariah, andMalachi (Nueva York:
Cambridge University, 1977); D. L. Petersen, Zechariah9-14 andMalachi
(Louisville, KY: Westminster/John Knox, 1995).
2. Hay que reconocer que el Israel moderno es un país secular, con maravillosos
habitantes, pero no es el Israel bíblico. Jesús se proclamó como el cumplimento de
las profecías de Israel y dejó a su pueblo como su representante. Las profecías
deben ser entendidas en su cumplimiento cristocéntrico y eclesiocéntrico en vez de
escenarios políticos terrenales como los que querían encontrar los contemporáneos
de Jesús en un reino terrenal. Para una interpretación dispensacionalista ver, por
ejemplo, J. F. Walvoord y R. B. Zuck,
TheBibleKnowledgeCommentarysAnexpositionoftheScriptures (Wheaton, IL:
Victor Books, 1983).
3. Agradezco a Richard Davidson por compartir sus notas y a las contribuciones de
William Shea sobre este complicado pasaje que fueron muy iluminadoras para mí.
El, para esclarecer este texto, me remitió a las contribuciones ofrecidas por Paul
Lamarche, Zacharie IX-XIV: Structure littéraire et messianisme (París: Gabalda,
1961). Ver evidencias de la unidad de Zacarías 13:6 y 7 refiriéndose al Mesías por
Philip G. Samaan, Portraits ofthe Messiah in Zechariah (Hagerstown, MD: Review
and Herald, 1989), pp. 117,118.
4. Cf. J. G. Baldwin, Haggai, Zechariah, Malachi (Downers Grove, IL: Inter-Varsity,
1972); R. Masón, The Books of Haggai, Zechariah, and Malachi (NuevaYork:
Cambridge University, 1977); D. L. Petersen,Zechariah 9-14 and Malachi
(LomsviWe, KY: Westminster/John Knox, 1995).
CAPÍTULO 13
Malaquías
Hijos que se olvidan de su Padre
E
ntrar en una casita pobre, donde vive una anciana sólita, acurruca-
da en su cama, es una escena más común de lo que nos sentimos
cómodos en admitir. Si la ancianita está hinchada debido a que está
reteniendo líquidos, si sus pies están llenos de llagas, su espalda con úlce-
ras supurantes y desprende un olor muy desagradable, se convierte en una
tortura el mirarla. Pero, así viven muchos padres y madres... olvidados por
sus seres amados, en condiciones lamentables; mientras sus hijos están
“demasiado ocupados” en la vida. ¿Puede ser una contradicción que los
hijos se olviden de sus padres? ¿Cuál es el último mensaje que nos traen
nuestros doce amigos en el llamado “Libro de los Doce”?
El mensaje nos llega de la mano de un hombre que se llama “men-
sajero”. Ese es el significado del nombre hebreo “Malaquías” (en griego
angelos), que pudiera ser una contracción de “mensajero de Dios”. Este es
el mensajero que trae un “mensaje” (hebreo massá) de esperanza en medio
de las contradicciones (1:1). Sin embargo, vamos a tener que admitir que la
audiencia de Malaquías se parece mucho a los que vivimos en el siglo XXI.
Los oyentes de Malaquías son cínicos, malcriados y escépticos. Podemos
leer cómo Dios les habla en seis ocasiones y cómo ellos le responden beli-
gerantemente. Este es un diálogo disfuncional entre un padre y sus hijos,
con el cual tristemente nos podemos identificar en esta época. Malaquías
les recuerda a sus compatriotas, que han olvidado a su Padre celestial, que
el pacto que habían hecho con él ha sido quebrantado. Aun así, el profeta
les recuerda que todavía hay tiempo para regresar al Padre.
La ubicación que tenemos hoy del libro de Malaquías en el “Antiguo
Testamento” es algo significativo, al concluir el estudio de estos doce pro-