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En los años setenta y ochenta, muchos países de América Latina y África, a diferencia
de los de Asia, aplicaron políticas orientadas hacia el sector interno y su economía se
estancó o deterioró, la pobreza se agravó y la alta inflación pasó a ser la norma. En
muchos casos, sobre todo en África, los problemas se vieron agravados por factores
externos adversos. No obstante, al modificarse las políticas en estas regiones, el ingreso
comenzó a aumentar. Actualmente se está produciendo una importante transformación.
Alentar esta transformación --y no dar marcha atrás-- es la mejor forma de fomentar el
crecimiento económico, el desarrollo y la lucha contra la pobreza.
Las crisis desencadenadas en los mercados emergentes en los años noventa han
mostrado a las claras que las oportunidades que ofrece la globalización tienen como
contrapartida el riesgo de la volatilidad de los flujos de capital y el riesgo de deterioro
de la situación social, económica y ambiental como consecuencia de la pobreza. Para
todas las partes interesadas --en los países en desarrollo o los países avanzados y, por
supuesto, para los inversionistas-- esta no es una razón para dar marcha atrás sino para
respaldar reformas que fortalezcan las economías y el sistema financiero mundial de
modo de lograr un crecimiento más rápido y garantizar la reducción de la pobreza.
¿Cómo se puede ayudar a los países en desarrollo, especialmente a los más pobres, a
recuperar el terreno perdido? ¿La globalización agrava la desigualdad o puede ayudar a
reducir la pobreza? ¿Se exponen inevitablemente a la inestabilidad los países integrados
a la economía mundial? Estas son algunas de las preguntas a las que se procura
responder en las secciones siguientes.
La globalización supone una integración cada vez mayor del comercio mundial y los
mercados financieros. Pero, ¿en qué medida han participado los países en desarrollo en
esta integración? Los esfuerzos de estos países para ponerse a la par de las economías
avanzadas han tenido resultados dispares. En el gráfico 2a se observa que, desde los
años setenta, en algunos países --sobre todo asiáticos-- el ingreso per cápita se aproxima
con rapidez a los niveles alcanzados en los países industriales. Un mayor número de
países en desarrollo sólo ha avanzado lentamente o ha perdido terreno. Específicamente,
en África el ingreso per cápita se redujo en comparación con los países industriales, y en
algunos países disminuyó en términos absolutos. El gráfico 2b explica en parte esta
evolución: los países que recuperaron terreno son aquellos en los cuales el comercio
exterior registró una vigorosa expansión.