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Hacia Una Postura Educacional
Hacia Una Postura Educacional
La teoría de la objetivación, propuesta por el educador y filósofo Luis Radford, reposa sobre
una concepción dialéctica-materialista del saber, concibiendo la educación como un esfuerzo
político, social, histórico y cultural. Escapando al desgastado paradigma enseñanza-aprendizaje
que permea la educación con posturas dinámicas y críticas, y si, apuntando a la formación de
individuos éticos y reflexivos sobre hechos y fenómenos en sus prácticas sociales. Todas las
especies vivas ejercen acción buscando la supervivencia del individuo y de la especie. Los
mecanismos para desencadenar acciones son varios. Ya en el género humano, en tiempos
prehistóricos, reconocimos mecanismos anatomo-fisiológicos que producen hechos mentales:
pensamientos, reflexiones, ideas, miedos y voluntades, propias e inalienables, y que,
transformados en artefactos o dispositivos, gestos, lenguaje, signos, arte, son accesibles a los
demás: de lo abstracto a lo concreto, de lo individual a lo social.
En una reflexión que aborde tanto la historia como los fundamentos teóricos para sustentar las
diferentes prácticas. Una que incluya estudios comparativos de la cognición, aspectos
filosóficos, epistemológicos, históricos, antropológicos, sociológicos, políticos y religiosos, así
como cuestiones medioambientales en sentido amplio. Adoptando un enfoque holístico,
priorizando la comprensión de las diversas disciplinas, evitando discusiones aisladas.
Considerando al conocimiento en su relación con la totalidad, a través de donde adquiere
significado. El trabajo en el aula no es sólo el resultado del conocimiento de la materia.
Teniendo en cuenta que el aprendizaje tiene lugar en cada momento de la vida, y que el
estudiante está sujeto a todo tipo de experiencia fuera de la escuela, es ingenuo creer que será
vinculado a las actividades escolares. Estas consideraciones son fundamentales para el docente
en su planificación. Es necesario reconocer en la vida cotidiana del estudiante la importancia
de la cultura familiar y comunitaria, la etnicidad y la religiosidad, los deportes y el ocio. Es
imposible formar al docente para cada situación en la que actuará, pero es posible dar al
mismo una percepción general de los diversos campos de conocimiento que le permitirá
percibir la micro sociedad que es la clase, en la que ejercerá su labor docente. Esto es cierto en
todas las situaciones en la que se espera que ejerza un rol con algún tipo de liderazgo. No hay
duda que el éxito del docente dependa de su habilidad para liderar y apoyar a los estudiantes
en el proceso de aprendizaje haciendo que se reconozca su desempeño por los estudiantes,
padres y la comunidad. Generar una educación que capacite a cada individuo para lograr su
potencial creativo y al mismo tiempo ejercer su singularidad, con respeto mutuo y
participación en acciones comunes y cooperativas. Ir más allá de la dualidad enseñanza-
aprendizaje. Más allá de aprender, adquirir y construir conocimiento. Es una acción social y
política, fundamentada en la historia, la antropología y la cultura, que lleva a los individuos a
ejercitar su creatividad y nuevas formas de pensamiento y acción, para reconocer, de manera
encadenada, posibilidades pasadas, presentes y futuras. Esto implica la necesidad de
concientizar al estudiante de sus derechos y normas como miembro de la sociedad. No, en la
inhibición de la individualidad y la creatividad de cada elemento de la sociedad, sino en la
adhesión a los comportamientos acordados por la comunidad y compartiendo sus
conocimientos, es decir, integrándose a la cultura dominante. Compartir y adherirse a los
comportamientos, es parte de la práctica social, el individuo acepta ciertas restricciones sobre
lo que sería su comportamiento individual. Las tendencias e impulsos se refrenan y las
necesidades de cada individuo se satisfacen de acuerdo con los estándares de la comunidad y
los valores que son asumidos y respetados, creando así deberes y derechos desde y hacia la
sociedad. Su acción está subordinada al interés común y a sus necesidades. Ese equilibrio entre
el comportamiento individual, en el que reside la creatividad, y el comportamiento social
necesario para la convivencia, es el ejercicio de los derechos y deberes acordados por la
misma, lo que se llama ciudadanía. ¿Cómo actúa el docente, que es un agente de la sociedad
con la responsabilidad de preparar a las generaciones para la vida futura? La acción docente y
los sistemas educativos en general mostrarán sus efectos solo en el futuro. Un futuro que
nadie sabe. Un futuro en el que serán los jóvenes que la sociedad nos confía hoy a los
educadores.
Figura 1. El fin de la educación apunta hacia las dimensiones del conociendo y del volviéndose.
En un artículo anterior (Radford, 2008a) he sugerido que, desde un punto de vista analítico,
una teoría educativa puede considerarse como definida por tres componentes. La primera
componente es un conjunto de principios teóricos organizado estructuralmente (por
ejemplo, principios sobre lo que se entiende por saber, ser, aprendizaje, etc.). El segundo
componente es la metodología (que incluye problemas sobre unidades de análisis, toma de
datos, interpretación de datos, maneras de probar o de argumentar, etc.). El tercer
componente está constituido por un conjunto de preguntas de investigación (que son más
bien modelos—“templates” (plantillas)—de preguntas y que dan una idea de la sensibilidad de
la teoría, es decir, de los fenómenos sobre los cuales la teoría se detiene). Aunque algunos
principios son explícitos, muchos quedan implícitos. Es más, todos los principios no tienen
igual importancia. Hay siempre uno o dos principios que son verdaderamente
fundamentales (es por eso que hablamos de principios como un conjunto organizado
estructuralmente). Si los quitamos, la teoría se derrumba. En el caso del constructivismo
norte-americano, por ejemplo, el principio central es que el saber emana de la acción
autónoma del individuo. En el caso de la teoría de situaciones (Brousseau, 1997), la idea
principal es la de situación (grosso modo, la situación matemática a partir de la cual el
saber es derivado). ¿Cuál es el principio fundamental en el caso de la teoría de la
objetivación?
En la sección anterior se encuentra ya un indicio de respuesta, pero quiero abordar esta
pregunta aquí directamente. La respuesta es muy simple. El principio principal es la idea de
labor—en el sentido que le dieron Hegel, Marx, Leont’ev y el materialismo dialéctico.
En efecto, el principio central de la teoría de la objetivación está basado en el materialismo
dialéctico hegeliano y su idea fundamental de la constitución dinámica y recíproca entre ser
y cultura. Los individuos crean la cultura y la cultura crea a sus individuos. Para Hegel
(2001), la mutua constitución de los individuos y la cultura ocurre en la labor o trabajo.
Ahora bien, para Hegel y el materialismo dialéctico, la labor o trabajo no consiste
simplemente en la satisfacción de las necesidades humanas (Fraser, 1998). Es claro que a
través de la labor, los individuos satisfacen sus necesidades básicas de subsistencia. Pero la
labor es mucho más: es una forma social de acción conjunta que incluye nociones de
expresión del sujeto que labora, “de desarrollo racional y de placer estético” (Donham,
1999, p. 55). Es a través de la labor o trabajo que los individuos se desarrollan y se
transforman continuamente. Marx hace referencia a la labor como la expresión de una
forma de vida, como la expresión a la vez subjetiva y cultural del sujeto (Berki, 1979;
Marx, 1998).
Para resumir lo dicho anteriormente, de acuerdo con la teoría de la objetivación, el
principio principal es el de labor o trabajo en el sentido dialéctico materialista. Es a través de la
labor que encontramos al Otro y al mundo en sus dimensiones conceptuales y materiales. Es a
través de la labor que encontramos los sistemas de ideas de la cultura: sistemas de ideas
científicas, legales, artísticas, etc. Es también a través de la labor que encontramos formas
culturales de ser.
En su sentido ontológico, la labor significa alteridad—el encuentro de eso que no soy yo, y
que, al encontrarlo, me transforma. Pues estamos hechos tanto de sangre y huesos, como de
historia y relaciones sociales y culturales.
Con estas ideas en mente, podemos reformular la enseñanza y aprendizaje no como dos
procesos distintos, sino como labor conjunta en el sentido hegeliano. Lo que decimos en la
teoría de la objetivación es que, desde el punto de vista de lo que ocurre en la escuela,
enseñanza y aprendizaje no son dos actividades separadas, una llevada a cabo por un
profesor que guía al alumno, la otra por un alumno que hace las cosas por sí y para sí
mismo, sino como una sola e inseparable actividad—una para la cual Vygotsky utilizaba el
término ruso obuchenie (educación). En este contexto, la enseñanza-aprendizaje es la
expresión de una forma de vida: una labor conjunta que ocurre en un espacio socio-político al
interior del cual tienen lugar el conociendo (“knowing”) y el volviéndose (“becoming”), esto es
volviéndose sujeto en tanto que proyecto histórico-social siempre inconcluso, siempre en
movimiento.
La Figura 2, que refina la Figura 1, muestra la idea que el conociendo y el volviéndose no
son dos procesos separados: los dos se constituyen mutuamente. Su constitución—y esto es
clave para entender las bases filosóficas de la teoría de la objetivación—se efectúa de
acuerdo a las características de la labor. Pues, como sabemos, la labor puede ser fuente de
realización personal y social, pero puede ser también alienante. Las características de la
labor serán discutidas en la sección 6. En la próxima sección se presentan definiciones
operacionales del volviéndose (becoming) y del conociendo (knowing).
Objetivación y subjetivación
(En la experiencia mediada culturalmente que un sujeto 's' hace de un objeto 'o', 's'
llega a conocer 'o' dentro de las posibilidades y limitaciones que ofrece la dinámica y
esfera cultural-normativa del conocimiento en constante cambio. Al conocer 'o', 's' entra en
una relación mediada históricamente con 'o' y otros sujetos 'si'. Esta relación mediada
históricamente no sólo hace que el objeto 'o' sea perceptible para 's' sino también 's' para
a través de las formas disponibles de subjetividad y agencia de la cultura)