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Lo rural en cuestión:

perspectivas y debates sobre un concepto clave


Hortensia Castro

Introducción

Las investigaciones recientes referidas al ámbito latinoamericano des-


tacan la revitalización de las cuestiones rurales, que pasarían así a cons-
tituirse en un signo de las geografías contemporáneas. Tal revitalización,
como veremos a lo largo de este capítulo y del libro en general, se encuentra
asociada a una diversidad de procesos y problemáticas económicas, políti-
cas y socioculturales. Entre ellas se destacan la reestructuración agraria
y la expansión del agronegocio, la promoción de valorizaciones recreati-
vo-turísticas y patrimoniales del campo, los movimientos en defensa de la
agricultura familiar y la soberanía alimentaria y, en articulación con ellos,
las disputas en torno a tierras, ambientes y territorios y los planteos con
respecto a las políticas de desarrollo rural. Asimismo, tal resurgimiento
relativizaría aquel diagnóstico elaborado décadas atrás con respecto a la
desaparición de lo rural como resultado de la expansión de los procesos de
urbanización (Garcia-Ramón, Tulla y Valdovinos, 1995) e, incluso, contri-
buiría a una crítica con respecto a lo urbano como única forma de pensar
el espacio (Monte-Mór, 2006; Gomes, 2013).
Ahora bien, como en todo contexto de importantes transformaciones, se
puede reconocer actualmente una gran variedad de conceptos y sentidos
en torno a lo rural. Por ejemplo, en algunos casos prevalece la sinonimia
con el término “campo”; en otros, se destaca la utilización del concepto de
ruralidad, frecuentemente adjetivado (nueva ruralidad, ruralidad globa-
lizada, ruralidad multifuncional). También se reconoce una diversidad de
valoraciones asociadas a lo rural, incluso opuestas entre sí; por ejemplo,
en algunos textos aparece asociado a lo atrasado, aislado o conservador,
mientras que en otros emerge como lo auténtico, seguro o saludable. Cabe
entonces preguntarse ¿de qué hablamos cuando hablamos de lo rural?, ¿qué
conceptos y sentidos predominan?, ¿cuáles emergen?, ¿qué implicancias
analíticas y políticas presentan?
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Precisamente este capítulo tiene por objetivo principal explorar las prin- de producción primaria, principalmente agropecuaria. En algunas versiones
cipales conceptualizaciones en torno a lo rural, así como los contextos de de esta variante es enunciado, además, como un ámbito autosuficiente, donde
enunciación y circulación, con la finalidad general de reflexionar sobre sus se obtiene lo necesario para vivir, incluso de modo aislado. En segundo lugar,
alcances para la comprensión de esos ámbitos y los procesos que los signan. la definición inicial de Woods exhibe un planteo dicotómico, donde lo rural
El análisis se focaliza en los términos y sentidos presentes en la actualidad, es definido en oposición a lo urbano, incluso con valoraciones de diferente
examinados desde el campo de la Geografía y de otras ciencias sociales signo. Al respecto señala Williams (2001: 25) que “el campo atrajo sobre sí la
preocupadas por la cuestión. Principalmente se analiza la producción re- idea de un estilo de vida natural: de paz, inocencia y virtud simple. Mientras
lativa al ámbito latinamericano, aunque también se recuperan los debates que la ciudad fue concebida como un centro de progreso: de erudición, de
desarrollados en otros contextos, especialmente el europeo ya que oficia de comunicación, de luces. También prosperaron las asociaciones hostiles: se
antecedente clave para varios procesos y conceptualizaciones de la región. vinculó a la ciudad con un lugar de ruido, de vida mudana y de ambición;
Este trabajo no tiene una pretensión de exhaustividad sino, más bien, y al campo, con el atraso, la ignorancia y la limitación”. Ahora bien, uno y
de elaboración ensayística sobre las nociones actuales, dominantes y emer- otro tipo de sentido (los positivos y los “hostiles”) no están escindidos: son
gentes, acerca de lo rural en América Latina. A través de ese recorrido se elaborados bajo diferentes contextos en espejo, particularmente desde lo
busca, además, elaborar una mirada geográfica sobre la cuestión. En ese urbano.
sentido se observa que de manera recurrente se alude a lo rural (así como a Ese planteo dicotómico, que Williams rastrea en la literatura, también
lo urbano) como una distinción espacial, es decir, un área que se busca reco- tiene relevancia y trascendencia en las aproximaciones analíticas produ-
nocer y delimitar en tanto condensaría una serie de atributos (económicos, cidas por las ciencias sociales desde fines del siglo xix, principalmente
sociales, culturales, morales). Ahora bien, ¿lo rural es solo un continente?, por la sociología y la antropología pero también la Geografía, a través de
¿qué otros sentidos acerca del espacio están presentes en las conceptualiza- la distinción entre sociedad y comunidad (Martins, 1986; Marques, 2002;
ciones vigentes? Estas preguntas, aunque de manera secundaria, también Noel, 2016).Al respecto se suele destacar la influencia de la obra del soció-
atraviesan al texto. logo alemán Ferdinand Tönnies (Gemeinschaft und Gesellschaft, 1887) en
Para avanzar sobre aquellos interrogantes y objetivos este capítulo se la conceptualización de aquellos términos como antítesis y su respectiva
organiza en dos secciones: la primera, que agrupa los planteos dicotómicos, asociación con lo urbano y lo rural (Marques, 2002). Más precisamente,
y la segunda, que comprende las propuestas críticas a aquellos planteos, la sociedad (urbana) aludiría a un colectivo que, siguiendo el modelo de
con foco en las opciones gradativas y las variantes de nueva ruralidad. Si la metrópoli moderna, se define por los lazos impersonales y anónimos y
bien tal división expresa una secuencia histórica, cabe aclarar que ello no las actividades relacionadas con la industria y los servicios, mientras que
supone reemplazos: actualmente unos y otros planteos conviven y se en- comunidad (rural) estaría referida a un colectivo tradicional, caracterizado
cuentran en diálogo. por relaciones cara a cara, fuertemente cohesionado, dedicado a activida-
des agropecuarias. Las tempranas agendas temáticas de la sociología y la
antropología se habrían conformado en esa distinción, con la “fascinación
El campo, entre las referencias urbanas moderna por la metrópoli” de sociólogos como Georg Simmel, Robert E.
y los planteos modernizadores Park y Louis Wirth, por ejemplo, y “la seducción nostálgica por los edenes
perdidos insulares o continentales y las arcadias rurales” de antropólogos
Según señala Michael Woods (2009: 429), rural es “un término que des- como Bronislaw Malinowski y Robert Redfield, entre otros (Noel, 2016: 67).
cribe áreas geográficas no urbanas así como actividades sociales y econó- O, incluso, al interior de las disciplinas, como expresa la distinción entre
micas, estilos de vida, culturas, etc. asociadas a ellas […] tradicionalmente las ramas urbana y rural en sociología y Geografía, al menos en la primera
identificadas con la agricultura”. Esta frase enuncia una serie de ideas que mitad del siglo xx.1 Esta distinción, asimismo, sobrepasa el mundo acadé-
tienen una gran presencia en el mundo occidental y que, según Raymond
Williams (2001), se remontarían hasta la época clásica unque cobran una 1. En el caso de la Geografía, se podría reconocer esa distinción entre la Geografía regional
relevancia central con la modernidad y la expansión capitalista. francesa, de impronta vidaliana, y la Geografía urbana alemana y británica, de contenido
Más precisamente, aquella definición expresa dos ideas clave. En primer funcionalista. La primera, con su énfasis en el estudio de los géneros de vida y las perso-
nalidades regionales, ha sido de hecho una Geografía rural, centrada en ese universo social
lugar, conlleva una alusión a lo rural como campo, entendido como un ámbito
como comunidad. La segunda se centra en el estudio de lo urbano como sociedad, en tanto
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mico y va a estructurar gran parte de los sistemas estadísticos estatales de En ese marco, entonces, no solo se configura una valoración negativa
registro de la población, como veremos más adelante. del campo sino que, además, se produce y legitima su subordinación (tanto
A pesar de las transformaciones registradas en los ámbitos rurales (y por simbólica como material) a la ciudad o, más precisamente, a lo urbano. Así,
supuesto también en los urbanos), tales ideas tienen una gran presencia y la transformación de la ciudad en fenómeno urbano, iniciada por el proceso
continuidad. Precisamente en las páginas siguientes de este apartado se de industrialización (Lefebvre, 1999), conlleva a que aquella no solo pase a
analizan las dos variantes principales de los planteos dicotómicos a través de “controlar y comercializar la producción del campo sino también que lleve
sus contextos de surgimiento y circulación, a la vez que se evalúan algunos a transformarlo y agregarle valor en formas y cantidades jamás vistas
de los motivos de su persistencia. anteriormente. El campo, hasta entonces predominantemente aislado y
autosuficiente, pasó a depender de la ciudad para su propia producción,
desde las herramientas e implementos a los bienes de consumo de varios
El campo como signo de carencia o atraso tipos, llegando hoy a depender de la producción urbano-industrial hasta
para sus alimentos y bienes de consumo básicos” (Monte-Mór, 2006: 8).3
Sin duda, la variante dicotómica dominante ha sido aquella que asigna Ese proceso, que se inicia en Inglaterra hacia el siglo xviii (Williams,
a la ciudad una valoración positiva (principalmente como signo de progreso 2000), se irá expandiendo y reproduciendo –aunque con variantes– en otros
material y espiritual, de desarrollo, de libertad y ciudadanía), convirtiéndose contextos histórico-geográficos, configurando un campo modernizado, es
en el polo superior y canónico desde el cual el campo es, comparativamen- decir reordenado y reapropiado en función de las demandas y los paráme-
te, cargado de valores negativos, generalmente como sinónimo de atraso, tros urbanos, y que deviene por tanto en espacio rural. Más precisamente,
carencia, pobreza o conservadurismo (Williams, 2001; Monte-Mór, 2006; a través de ese proceso se redefine qué elementos son útiles y cuáles no (es
Noel, 2016). Se trata de un planteo típicamente moderno, que opera como decir, cuáles se valorizan como recursos) y cómo aprovecharlos eficiente-
estrategia de traducción y purificación para la comprensión de la realidad mente (o sea, que posibiliten un aumento de la productividaddel capital),
(Latour, 2012) junto a otros binomios, especialmente naturaleza/cultura, contribuyendo a organizar y justificar procesos de apropiación y uso de
del cual es subsidiario. lugares, así como de desplazamiento de personas y objetos.
Ahora bien, también es importante destacar que esa operación epis- El campo latinoamericano, en particular, evidencia muy claramente esa
temológica y ontológica cumple una función económica y política clave: trayectoria de transformaciones, sobre todo desde fines del siglo xix, a través
contribuye a resituar el centro de poder del campo para la ciudad y de la de una serie de procesos y políticas, entre las que se destacan diferentes
agricultura para la industria (Rua, 2006; Marques, 2002) en el contexto de formas de modernización tecnológica4 (la mecanización, el difusionismo, la
ascenso y expansión del capitalismo como sistema económico dominante, Revolución Verde, la bioingeniería) y de apropiación y reasignación de tierras
constituyéndose incluso como un aspecto central de ese proceso. En ese
sentido, “la división y oposición de ciudad y campo, de industria y agricul-
tura, en sus formas modernas, son la culminación crítica de la división y la
suetudinarios, una fuerza humana sobrante que se transformó en un proletariado– que desde
especialización del trabajo que, aunque no comenzaron con el capitalismo, entonces se han reproducido, en muchas formas extendidas, en ciudades y colonias y en un
bajo su influencia llegaron a desarrollarse hasta un grado extraordinario y sistema internacional conjunto” (Williams, 2001: 361).
transformador” (Williams, 2001: 374).2 3. Se trata, según Lefebvre (1999), de una segunda inflexión en la relación campo-ciudad, la
más importante en tanto conlleva la subordinación total del campo a la ciudad. La primera
inflexión se daría con “el pasaje de la ciudad política a la ciudad mercantil, cuando la extracción
colectivo de mayor complejidad y movilidad al que se busca sistematizar mediante el estudio de valor no solo era posibilitada por la coerción político-ideológica y militar sino también por
de funciones, tamaños, diferencias ocupacionales y estratificación social, a nivel de “la ciudad” un movimiento voluntario del campo en dirección a la capacidad articuladora de la ciudad en
o del “sistema de ciudades” (Barros, 1999; Marques, 2002; Paniagua, 2006; Carreras y García cuanto locus del mercado. La inflexión del campo hacia la ciudad fue entonces signada por la
Ballesteros, 2006: 86). economía: la producción del campo solo se realizaba en la plaza del mercado, modificando y
2. Si bien Williams analiza tales ideas e imágenes en el marco de la producción literaria in- ampliando la dominación de la ciudad sobre el campo” (Monte-Mór, 2006: 8).
glesa, cabe destacar su relevancia y la extensión de su alcance. En efecto, el autor señala que 4. El concepto de modernización tecnológica alude a la aplicación del desarrollo científico-tec-
“este modo de producción [capitalista] comenzó, específicamente, en la economía rural inglesa nológico al agro con el fin de aumentar la productividad y el volumen de la producción global,
y provocó allí muchos de los efectos característicos –aumentos de producción, reordenamiento fundamentalmente bajo una estrategia intensiva en capital, ahorradora de mano de obra
físico de un mundo totalmente disponible, desplazamiento de asentamientos humanos con- (García, 1981).
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(por ejemplo, mediante procesos de expansión de frontera agropecuaria o, del campo (de la producción primaria en sí y de los productores y trabaja-
incluso, de reforma agraria). dores del campo), evidenciándose su progresiva integración “a una cadena
Por ejemplo, se suele destacar que el primer proceso de modernización compleja de producción, de transformación y de comercialización de produc-
capitalista del campo, aproximadamente entre 1880 y 1930, estuvo signado tos agrarios, en el que los verdaderos centros de poder y de decisión están
por la apropiación de tierras indígenas y campesinas, desconociendo sus en gran parte fuera y por encima” (Chonchol, 1994: 202), es decir, ya no en
derechos y argumentado su improductividad, por parte de sectores terra- la ciudad y sus industrias sino, predominantemente, en los conglomerados
tenientes, comerciales y militares no tanto con el objetivo de disponer de transnacionales y el sector financiero.
(más) suelo agrícola sino en tanto estrategia para coaccionar a esa pobla- Bajo estos procesos, entonces, la dicotomía moderno/atrasado ya no opone
ción como mano de obra (Duncan y Rutledge,1987; Chonchol, 1994; Bauer, solo a la ciudad y el campo sino, también, a los diferentes campos: el cam-
2000). A su vez, entre las décadas de 1940 y 1960 se destaca en la región la po modernizado (planteado como sinónimo de desarrollo) versus el campo
profundización del proceso de mecanización de las tareas agrícolas junto tradicional (asociado a campesinos y comunidades indígenas y enunciado
con la instalación de prácticas difusionistas5 y, sobre todo, la adopción de la como sinónimo de atraso). Este tipo de planteo es frecuente, en particular,
Revolución Verde6 como paquete tecnológico en tanto soluciones al “problema en las argumentaciones sobre la expansión de la frontera agropecuaria bajo
del agro”, esto es, como respuestas al lento crecimiento del sector agropecua- el modelo del agronegocio; por ejemplo, para el caso del Chaco salteño Nor-
rio frente a las crecientes demandas urbanas e industriales nacionales y a ma Naharro, Marcela Álvarez y Mónica Flores (2010: 146) advierten sobre
los reposicionamientos internacionales en el contexto de posguerra (Astori, la primacía de discursos que remiten a esos procesos como incorporación
1984; Chonchol, 1994; Picado Umaña, 2014). Desde la década de 1970 ese “de nuevas superficies, antes improductivas, reactualizando el imaginario
proceso de modernización del campo se irá ampliando y complejizando, en civilizatorio del desierto” (subrayado en el original). Así, la permanencia
el marco de la globalización neoliberal. Entre otras cuestiones, se destaca de tales ideas e imágenes dicotómicas indicaría una necesidad continua:
la creciente inserción de la producción agropecuaria regional en el sistema naturalizar y, con ello, legitimar ciertos procesos de cambio que tienen como
agroindustrial internacional a través del rol desplegado por las empresas fuerza rectora la ampliación o intensificación de la modernización capitalista
transnacionales (complejos agroindustriales, corporaciones biotecnológicas, del campo (Williams, 2001).
conglomerados de comercialización mayorista y minorista) en cuanto a qué Los sistemas estadísticos nacionales muestran, en gran medida, la per-
alimentos y materias primas agrarias se producen, cómo, dónde y para sistencia de estos planteos dicotómicos, en especial los dispositivos censales
quién.7 Bajo este marco se resignifica aquella idea de pérdida de autonomía para la medición de la población. Tal como se observa en el siguiente cuadro,
en América Latina predominan tres criterios censales de definición de lo
5. El término alude a un conjunto de prácticas institucionales orientadas a difundir en el
rural: 1) demográfico-morfológico; 2) administrativo, y 3) infraestructural.8
campo las innovaciones en materia de tecnología y manejo agropecuario. En el caso argentino, En el caso del criterio demográfico-morfológico, utilizado en la Argentina,
un hito clave en este sentido es la creación del inta en 1956. Si bien la mayor parte de esas Bolivia, Honduras, México y Venezuela, se define como rural a la población
instituciones han sido de carácter estatal, también cabe destacar algunas experiencias priva- que reside en aquellas localidades ubicadas por debajo de cierto umbral de
das, como es el caso en Argentina de los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola habitantes o viviendas y en las áreas con población dispersa. En el caso del
y Ganadera (crea), a partir de 1959.
criterio jurisdiccional, aplicado en Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El
6. Se conoce como Revolución Verde a un conjunto de innovaciones orientadas al incremento
de la productividad agrícola. Se trata de un paquete tecnológico que incluye variedades de
semillas de alto rendimiento y agroquímicos (tanto fertilizantes como plaguicidas), a la vez latinoamericano; al respecto véase Giarracca (2001), Barsky y Gelman (2001), Giarracca y
que una intensificación de la mecanización; para ciertos cultivos y zonas demanda, además, Teubal (2005), Gras y Hernández (2009), Reboratti (2010), Graziano da Silva, Gómez y Cas-
infraestructura de riego. Su implementación en países periféricos estuvo asociada a dos grandes tañeda (2010), Azcuy Ameghino, 2015; Bernardes et al. (2017), entre otros.
relatos oficiales, asociados entre sí: uno, que enfatiza el rol de esas innovaciones como solución 8. Cabe aclarar que también existen otros criterios de definición censal de lo rural aunque con
al problema del hambre (planteado como resultado de la oferta y la demanda de alimentos) una utilización más reducida, como es el caso de la proporción de población ocupada en activi-
y otro que señala su carácter de solución frente al encarecimiento de ciertos factores de la dades agrarias o la densidad de población por área; por ejemplo, el primer criterio es utilizado
producción, como la tierra y la mano de obra (Picado Umaña, 2014). en Chile, en combinación con el tipo de asentamiento y su tamaño, mientras que el segundo
7. Por sus efectos se suele calificar a este proceso como una modernización conservadora, dado es aplicado fuera de la región, por ejemplo en Italia. Asimismo, resulta necesario señalar que
que ha favorecido en mayor medida a sectores dominantes (antiguos o nuevos) en detrimento existen otras definiciones de lo rural en los sistemas estadísticos estatales, además de las
de la mayoría de los productores familiares y trabajadores del campo (Chonchol, 1994). Existe censales, como aquellas vinculadas a las competencias específicas de ciertas instituciones,
una extensa y excelente bibliografía que analiza estos procesos y sus efectos en el mundo rural por ejemplo de salud, educación o infraestructura vial.
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Salvador, Guatemala, Haití, Paraguay, Perú y Uruguay, se considera rural Panamá (2000) La población empadronada en localidades y áreas de menos de 1.500
aquella población que reside fuera de áreas urbanas, determinadas admi- habitantes, cuyas condiciones de vida no ofrecen características urbanas
(como servicios de luz eléctrica, acueducto y alcantarillado, calles
nistrativamente. El tercer criterio, utilizado en Cuba, Nicaragua y Panamá, pavimentadas, establecimientos comerciales, facilidades de comunicación,
define como rurales aquellas áreas con falta o escasez de servicios básicos, escuela secundaria).
como luz eléctrica, agua potable, etc. (Faiguenbaum y Namdar-Iraní, 2005; Paraguay (2002) Aquella que vive fuera de los distritos oficiales de la República.
Castro y Reboratti, 2008). Perú (1993) Aquella que habita en la parte del territorio del distrito que se extiende
desde los linderos de los centros poblados en área urbana hasta los límites
del mismo distrito.
Definiciones censales de población rural en países de América Latina República La que habita fuera de las cabeceras y de distritos municipales.
Dominicana (1993)
País* Definición de población rural Uruguay (1996) Se define por exclusión.
Argentina (2001) Población empadronada el día del censo en centros poblados de menos Venezuela (2000) Conjunto de centros poblados con menos de 2.500 habitantes definido en
de 2.000; se incluye la población diseminada. cualquier nivel de la división político-territorial del país.
Bolivia (2001) Población censada en localidades con menos de 2.000.
* La fuente recopila las definiciones vigentes en cada país al año 2005; entre paréntesis, junto al nombre del
Brasil(2000) Aquella censada fuera de los límites de las áreas urbanas, incluidos los
país, se señala el año del último censo.
aglomerados rurales (poblados y otros). Fuente: Faiguenbaum y Namdar-Iraní (2005: 55-59), cf. Cepal (2005).
Chile (2002) Asentamiento humano concentrado o disperso con 1.000 o menos
habitantes, o entre 1.001 y 2.000, en los que menos del 50% de la pea se
dedica a actividades secundarias y terciarias.
Estos criterios, como se observa, contienen una idea implícita de lo rural
Colombia (1993) Para el operativo censal, se consideran aquellas que viven en áreas no
incluidas dentro del perímetro de la cabecera municipal. como algo residual con respecto a lo urbano e, incluso, asociado a la carencia
Costa Rica (2000) Aquella que vive fuera de las áreas definidas como urbanas, en lo que se y la precariedad, como ocurre con el referido a la disponibilidad de servicios.
denomina periferia urbana, rural concentrado y rural disperso. Por ende, conllevan una idea de lo rural como una etapa del desarrollo social
Cuba (1981) Población residente en lugares habitados por menos de 500 personas o la a ser superada por el avance del progreso y la urbanización (Abramovay,
de aquellos con más de 500 y menos de 2.000, que presentaron menos de 2000). Y no se trata de una cuestión menor: en gran medida, desde los datos
cuatro de las siguientes características urbanas: alumbrado público, calles elaborados a partir de los dispositivos censales se construyen diagnósticos
pavimentadas, acueducto, red de alcantarillado, cloacas, servicios médico
asistencial y centro educacional. sobre poblaciones y áreas y se definen políticas relativas a ellas. Retoma-
Ecuador (1990) Aquella que vive en parroquias rurales (cabecera parroquial y resto de la
remos estas cuestiones en la segunda parte del capítulo.
parroquia). Incluye además a la población empadronada en la “periferia” de
las capitales provinciales y cabeceras cantorales.
El Salvador (1992) La que habita fuera de los límites de las cabeceras municipales y que es ¿Otra modernidad?: el campo como refugio
generalmente población dispersa.
Haití (1982) Aquella que vive fuera de las áreas consideradas urbanas. Una variante de los planteos dicotómicos que ha ganado fuerza en las
Honduras (1988) La que no reúne las características consideradas urbanas (servicios últimas décadas define el campo como ámbito saludable, seguro, agrada-
de agua de cañería, comunicación terrestre por carretera o ferrocarril
o servicio regular aéreo o marítimo, escuela primaria completa, correo ble, hasta armónico; también como reservorio de virtudes, entre ellas la
o telégrafo, alumbrado eléctrico, alcantarillado y centro de salud) y la autenticidad e, incluso, la “pobreza digna” (Williams, 2001; Marques, 2002;
población dispersa. Romero y Farinós, 2004; Bell, 2006; Nates Cruz y Raymond, 2007; Noel,
México (2000) La que habita en localidadescon menos de 2.500. 2016). Se trata de una concepción que da un giro de 180 grados con respecto
Nicaragua (1995) Aquella que reside en el conjunto de localidades rurales, es decir, las a la anterior (signo de carencia o atraso), ya que configura al campo como un
con menos de 1.000 habitantes que no cuentan con ninguna estructura escenario cargado de positividad frente a ciertos problemas urbanos (conta-
urbanística.
minación, inseguridad, desindustrialización, impersonalidad, alienación y
aceleración de la vida cotidiana); es decir, se trata también de una mirada
dicotómica pero que invierte los sentidos valorativos y coloca al campo como
refugio de los males urbanos o, más específicamente, metropolitanos.
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Estas ideas contienen ecos de planteos parcialmente similares, ela- por diferentes aspectos. La primera comprende aquellos desplazamientos
borados en otros contextos histórico-geográficos. En principio, implican urbano-rurales producidos con la finalidad de residir, temporaria o perma-
expresiones propias del movimiento romántico de fines del siglo xviii y nentemente, en el campo. Si bien en algunos casos las motivaciones están
principios del siglo xix, con su valorización moral y espiritual de entornos vinculadas a relocalizaciones laborales, mayormente esos desplazamientos
escasamente artificializados, en parte condensada en la noción de “buen están asociados a deseos (y posibilidades) de cambiar de forma de vida,
salvaje” de Lahontan y Rousseau (Coates, 1998). También, de manera más coincidiendo con momentos de transiciones vitales, como la formación de la
directa, involucran premisas propias de los movimientos utópicos de “retorno familia o la jubilación (Adamo, Castro y Mazzei, 2009). La segunda forma
al campo”, entre los que cabe destacar, por su influencia y proximidad, el alude a la valorización del campo como destino turístico a partir de la con-
neorruralismo de la década de 1960. Se trata de un fenómeno caracterizado formación de ciertos elementos (los paisajes, la gastronomía, la arquitectura,
por la instalación en el campo de un colectivo mayoritariamente joven y las fiestas agropecuarias, etc.) como atractivos, a veces incluso a través de
procedente de zonas urbanas, bajo un proyecto de vida alternativo de tipo su declaración como patrimonio natural o histórico-cultural.10 Debido al tipo
comunitario y antisistema; de hecho, se registra en Europa occidental, como de sujetos que los protagonizan (esto es, consumidores de origen urbano),
producto de los movimientos de protesta juveniles vinculados al Mayo del 68, estos procesos suelen desplegarse en ámbitos próximos a grandes ciudades
y en Estados Unidos, como expresión de los movimientos contraculturales.9 (Barros, 1999, 2006; Favareto, 2009; González Maraschio, 2007). Ahora bien,
Estos planteos de “retorno al campo”, a su vez, irán mutando ya a partir esto amerita dos observaciones. Por un lado, la distinción, muchas veces
de la década de 1970, especialmente en Europa, con la transformación de difusa, con respecto al fenómeno de las urbanizaciones cerradas, propias de
las utopías comunitarias en otras de carácter individual o familiar, bajo la los suburbios; en particular, el consumo propiamente residencial del campo
figura de neoartesanos o neocampesinos (Nogué, 1988). implicaría otras demandas (mayores superficies de las parcelas, valoración
Aquellas ideas sobre el campo como refugio a los males metropolitanos del entorno campestre), así como la radicación en pueblos rurales y no en
presentan contemporáneamente diferentes expresiones en América Latina. comunidades de entremuros (Adamo, Castro y Mazzei, 2009). Por otro lado,
Si bien se reconocen algunas prácticas actuales emparentadas con los plan- importa señalar la presencia de estas formas de valorización también en el
teos utópicos señalados previamente, como es el caso de las comunidades de “rural profundo”, es decir aquel alejado de influencias metropolitanas; esto
trabajadores rurales sin tierra o el de las aldeas ecológicas (Castro, 2011), es más frecuente en el caso del consumo turístico del campo, como bien lo
gran parte de las experiencias desarrolladas en la región desde fines del siglo expresa la expansión de esos servicios en áreas como los oasis cuyanos y
xx se asocian con lo que Beatriz Nates Cruz y Stéphanie Raymond (2007) losValles Calchaquíes, entre otros ejemplos de la Argentina (Tadeo, 2010;
denominan “búsqueda del campo”. Se trata de prácticas que implican un Arzeno y Troncoso, 2012; Castro y Zusman, 2016).
desplazamiento, temporario o permanente, de población metropolitana con En segundo lugar, cabe destacar que la idea del “campo como refugio” se
el fin de disfrutar de las “bondades del campo” (asociadas a tranquilidad, se- concreta bajo estas prácticas turístico-residenciales a través de ciertas aso-
guridad, aire puro, vistas abiertas, áreas verdes) pero bajo un confort urbano ciaciones específicas. Una de ellas es la del campo como naturaleza, es decir,
(fundamentalmente, disponibilidad de electricidad, agua potable, conexión el campo como lugar de mayor contacto con paisajes y elementos naturales
a internet, accesibilidad a centros de compras, etc.). Es decir, implican una y la realización de prácticas más acordes a los ritmos de la naturaleza;11 por
discontinuidad con respecto a aquellas utopías comunitarias no solo porque ende, como ámbito más saludable física y espiritualmente. Esta asociación
atienden búsquedas individuales o familiares sino, sobre todo, porque en es deudora de las alarmas e invocaciones sobre la crisis ecológica en gene-
general no implican proyectos productivos sino solo de consumo del campo. ral, y sobre la contaminación de las áreas metropolitanas en particular, y
¿De qué manera se concretan esas prácticas actuales de “búsqueda del
campo”?, ¿qué geografías materiales y simbólicas construyen?, ¿qué lecturas
se vienen haciendo sobre sus efectos en áreas rurales? En primer lugar, cabe 10. Ambas cuestiones (valorización turística y activaciones patrimoniales) son retomadas y
ampliadas en los capítulos 9 y 10 de este libro.
señalar que se reconocen dos grandes formas de valorización de lo rural bajo
ese marco: una, de tipo residencial, y otra, turística, conectadas entre sí 11. Esta apreciación también amerita reflexionar en torno a qué denominamos naturaleza. Al
respecto cabe señalar, brevemente, que ese significante alude en este contexto a una condición
idealizada, es decir, unas fuerzas y elementos que han sido apropiados y transformados en
9. En la Argentina también se registraron experiencias similares, más acotadas; es el caso de grados variables –segunda o tercera naturaleza– pero que es construida (simbólica y material-
las comunidades formadas hacia fines de la década de 1960 y principios de 1970 en valles de mente) como naturaleza primera o intocada. Esta cuestión ha sido abordada más ampliamente
la Patagonia, como El Bolsón. en Hortensia Castro (2011).
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la consecuente búsqueda de otros modos de vida (Coates, 1998; Nouzeilles, tidos. Como hemos visto en el apartado anterior, por un lado se destaca
2002). Otra de esas asociaciones es la del campo como comunidad, esto es, el efecto esencializador que presentan esas caracterizaciones negativas y
como ámbito de mayor sociabilidad y seguridad. Esta idea se articula con positivas del campo, al asumirlas como rasgos intrínsecos o inherentes de
un conjunto de discursos críticos acerca de algunos efectos del proceso de esos ámbitos, así como su funcionalidad política y económica. También cabe
globalización, como la despersonalización de las relaciones sociales asocia- señalar otro conjunto de planteos críticos, desarrollados en este apartado,
das a las nuevas tecnologías que reemplazarían la sociabilidad basada en que se focalizan en el carácter reduccionista de esas caracterizaciones, en
la copresencia por la fría comunicación mediática (Massey, 1993; Barros, tanto simplifican procesos y condiciones y obturan, por tanto, la posibilidad
1999). Bajo este ideario, entonces, el campo conllevaría una condición de de conocer y comprender las realidades rurales (y urbanas) fuertemente
resguardo (la ilusión de desconexión de las redes globales) y de regreso a las complejas, heterogéneas y contradictorias. En ese sentido, incluso, se re-
instituciones básicas, como la familia y la comunidad (Duncan y Duncan, marca la profundización de esas condiciones a partir de la década de 1970
2001). Una tercera asociación es la del campo como lugar, es decir como un con la emergencia del proceso de globalización neoliberal y la generación
“refugio identitario” (Nogué,1988: 147) donde reencontrarse con la historia de un medio técnico-científico-informacional (Santos, 1994) que redefine la
y las tradiciones y enfrentar, así, la homogeneización cultural asociada a dinámica socioespacial.13 Por ejemplo, cobran relevancia los planteos que
la globalización. destacan la hibridación de lo urbano y lo rural, evidenciando que las fronte-
En tercer y último lugar cabe señalar que esta geografía simbólica, que ras entre ambos se vuelven cada vez más difusas y menos reconocibles. Las
David Bell (2006) comprende bajo la noción de“idilio rural”, implica una referencias empíricas más citadas al respecto son, además dela recreación
geografía material de transformaciones y apropiaciones, que desde una de explotaciones agropecuarias como emprendimientos de turismo rural
perspectiva crítica viene siendo evaluada como una ampliación del proceso y la expansión de residencias rurales para habitantes metropolitanos, la
de mercantilización del campo: ya no solo se trata de la apropiación y uso localización de industrias en pleno campo, la proliferación de huertas y
de recursos tales como el suelo o el agua sino, también, de paisajes, sitios ferias de productores agropecuarios en espacios públicos urbanos y la pre-
patrimoniales, etc. (Perkins, 2006).12 Al respecto son crecientes las evidencias sencia cada vez mayorde trabajadores agropecuarios con residencia en las
acerca de los efectos de estas prácticas en tanto formas de exclusión social, periferias urbanas (Rua, 2006; Monte-Mór, 2006).
deterioro de recursos y paisajes y ampliación o alteración de tradiciones, En las páginas siguientes de este apartado se presentan y analizan dos
entre otros. Especial atención vienen concitando los agentes inmobiliarios tipos de propuestas (analíticas y normativas) sobre lo rural, basadas en
y promotores turísticos por su rol clave en la construcción de geografías esas críticas.Se trata de aquellas propuestas que se centran en la idea de
que buscan atender las expectativas de los nuevos residentes o visitantes; gradiente urbano/rural y las que se agrupan en torno al concepto de nueva
también, las tensiones y los conflictos entre estos y los habitantes nativos o ruralidad, dos miradas que vienen teniendo una gran presencia en el campo
antiguos, por ejemplo, con respecto a la concentración y el encarecimiento de los estudios sociales y las políticas públicas de las últimas dos décadas
de tierras y el control de aguas superficiales y subterráneas que conllevan en América Latina.
aquellas nuevas formas (Adamo, Castro y Mazzei, 2009; Arzeno y Troncoso,
2012; Larsimont, 2016).
Un continuo urbano-rural con gradientes

Las propuestas críticas a los planteos dicotómicos: A partir de mediados del siglo xx se reconoce la aparición de una serie
entre los gradientes y las especificidades de estudios que defienden la idea de un continuo rural-urbano, es decir que

Aquellos planteos dicotómicos vienen siendo discutidos en varios sen-


13. Siguiendo los planteos de Milton Santos, Denise Elías (2003: 38-39) señala que el actual
período se define por el contenido creciente de ciencia, tecnología e información en la cons-
trucción y reconstrucción del espacio geográfico. El medio resultante se caracteriza por una
12. Para Williams (2001: 362), por ejemplo, esta versión mercantilizada del campo como refugio verdadera unicidad técnica, en tanto todos los lugares del planeta pasan a contener los mismos
expresa la propia vitalidad del capitalismo, “un sistema inmensamente productivo en todas conjuntos técnicos (una condición para la realización de la mundialización de la producción)
sus etapas, [que] se extendió no solo a los recursos sino también a los modos en que –aunque aunque en diferentes niveles de complejidad, lo que posibilita la fragmentación del proceso
de manera desigual– ofrece y contiene formas de respuesta a sus efectos”. productivo a escala internacional.
32 Hortensia Castro Lo rural en cuestión: perspectivas y debates sobre un concepto clave 33

no se enmarcan en la noción de contraste u oposición entre campo y ciudad, los planteos sobre el continuo urbano-rural. En primer lugar, asumen una
sino que postulan la presencia de gradientes de urbanidad/ruralidad a partir polarización territorial entre los núcleos urbanos (y más precisamente las
de las diferencias de intensidad de elementos y procesos, de uno y otro tipo, metrópolis) y el campo o rural profundo, es decir, la dicotomía permanece
en el espacio (Marques, 2002). Estos planteos surgen en el contexto de la aunque en los polos opuestos o terminales del gradiente (Marques, 2002). En
segunda posguerra, primeramente en Europa y luego en Estados Unidos, segundo lugar, involucran una escala regional (a veces, nacional) a través de
en relación con el crecimiento horizontal de las ciudades, las migraciones la cual evalúan la organización dinámica del espacio a partir de la existen-
urbano-rurales y la urbanización del campo;14 en ese sentido, el punto de cia de “una red, jerarquizada, urbana o metropolitana que lo vertebra […]
partida para el análisis es la metrópoli y, a partir de ella, se evalúan las esta red urbana incorpora como un elemento más del sistema a los espacios
diferentes zonas (los gradientes) que expresarían las variables intensidades considerados anteriormente como rurales, mezclándose los distintos tipos de
y formas de avance del fenómeno urbano sobre el campo. actividades que soportaba” (Garcia-Ramón, Tulla y Valdovinos, 1995: 41).
Por ejemplo, Maria Garcia-Ramón, Antoni Tulla y Núria Valdovinos En tercer lugar, la forma continua resultante expresaría la variación de las
(1995: 43-43) distinguen seis zonas en el continuo urbano-rural: 1) el espacio productividades para distintos espacios y actividades o, más precisamente,
urbano propiamente dicho, es decir un continuo edificado que se apoya en de intensividades decrecientes desde el borde la ciudad.16Como se observa,
una estructura articulada por los sistemas de transporte, los usos del suelo estas premisas se apoyan fundamentalmente en un planteo procesual de
y las normas urbanas; 2) el periurbano, que correspondería a áreas urbanas base funcionalista, en gran medida a partir de la modelización de ciertas
con espacios discontinuos de edificaciones que presentan áreas degradadas experiencias europeas.17
en lo urbano o residuales en lo agrario; 3) el semiurbano, expresión de una En América Latina estos planteos sobre el continuo urbano-rural se in-
antigua estructura rural sobre la que se han desarrollado áreas de resi- corporan al debate académico y político principalmente a partir de la década
dencias urbanas o de industrias y servicios descentralizados; 4) semirrural de 1980, en algunos casos replicando aquellas ideas y en otros adecuándolas
urbanizado,15 donde se alterna una estructura anterior de hábitat rural con a este contexto o incluso cuestionándolas y reformulándolas.
una nueva de residencias urbanas o de establecimiento de industrias; 5) Al respecto cabe destacar una línea de análisis que enfatiza la dinámica
espacio rural con predominio de las actividades agrarias, que generalmente que imprimen las ciudades (las metrópolis, pero también las ciudades me-
incluye algunas influencias urbanas, como industrias descentralizadas, y 6) dias y pequeñas) en la configuración del espacio rural, no para postular su
espacio rural marginal (a las influencias urbanas), que puede comprender desaparición sino para explicar, al contrario, su revitalización. Es el caso, por
parajes naturales (con o sin protección) y centros de servicios turísticos. ejemplo, de Ricardo Abramovay (2000) quien, preocupado por los planteos
En esta propuesta se observa gran parte de las premisas que presentan
16. Este planteo de gradiente de productividades remite, en primera instancia, a la obra de
14. Más precisamente en las décadas de 1960 y 1970 se inicia la mayor producción académica Johann H. von Thunen (El Estado aislado, 1826), un economista alemán que estudió la lógica
sobre la urbanización del campo, especialmente en Francia e Inglaterra. Se destacan al respecto económica subyacente en la distribución espacial de los sistemas productivos alrededor de las
las obras de Ray E. Pahl ( Class and community in English commuter villages, 1965; Urbs in ciudades. A través de la delimitación de círculos concéntricos sucesivos “ideales” (en términos
rure. The metropolitan fringe in Hertfordshire, 1966) y Hugh D. Clout (Rural Geography: An de fertilidad de la tierra y accesibilidad) en torno a un centro de consumo urbano (mercado),
introductory survey, 1972) en Inglaterra y la de Henri Mendras (Sociétés paysannes. Élements estableció que cada tipo de actividad económica se localizaba a la distancia óptima que le
pour une théorie de la paysannerie, 1976) en Francia. Si bien en las obras de Pahl se detectó permitiera al productor maximizar sus ganancias según el precio del producto y los costos del
y estudió tempranamente el fenómeno de las migraciones urbano-rurales, las principales alquiler de la tierra y del transporte. Así determinó la existencia de un primer cordón alrededor
teorizaciones de esas tendencias se encuentran en Estados Unidos, sobre todo en la obra de de la ciudad en el que se localizaban la horticultura y la producción lechera (alquileres elevados,
Brian Berry (The counterurbanisation process, 1976), quien utilizó el concepto de contraurba- precios de productos altos, uso intensivo de insumos y transporte), un segundo cordón donde se
nización para describir esa nueva situación (Marques, 2002; Barsky, 2005; Solana, 2008). Esas localizaba la producción forestal (muy rentable en esa época, con altos costos de transporte), un
obras, a su vez, expresan la influencia de una serie de trabajos pioneros de antropólogos, como tercer cordón caracterizado por el cultivo de cereales (sin barbecho, rotando con otros cultivos),
Robert Redfield (La sociedad folk, 1947) y su planteo sobre el continuo folk-urbano (Barros, un cuarto cordón con un tipo de agricultura menos intensivo, rotando con pasturas (forrajes,
1999), así como las críticas de Oscar Lewis hacia la integración de lo folk a lo urbano en tanto barbecho), un quinto cordón con cultivos más extensivos con rotación trianual y, finalmente,
proceso que no es universal ni homogéneo sino mediado por factores histórico-culturales y que un sexto cordón caracterizado por la cría extensiva de ganado y derivados (Barsky, 2005).
no procede de forma lineal y automática (Solana, 2008). 17. La referencia básica en este sentido es la teoría de los lugares centrales de Walter Christaller
15. La tercera y la cuarta zona corresponderían al rururbano o ámbito donde se desarrolla un (1933), retomada por August Lösch (The Nature of Economic Regions, 1938) entre otros, que
proceso de rururbanización o urbanización del campo, caracterizado por movimientos pendula- busca explicar la razón de la existencia de tamaños variados de ciudades, la naturaleza de su
res al trabajo (commuting) y la figura del obrero-campesino en el caso de la Europa comunitaria. relación con el entorno y la formación de una red o sistema de ciudades (Abramovay, 2000).
34 Hortensia Castro Lo rural en cuestión: perspectivas y debates sobre un concepto clave 35

acerca de la desaparición de lo rural en Brasil,18 expone las evidencias de tensiones entre las dinámicas residenciales y productivas no tienen correlato
resurgimiento, principalmente económico, en el que las relaciones con los necesario en la “oposición entre actores locales y extralocales, sino entre
núcleos urbanos desempeñan un rol central. Estudios similares se pueden sectores sociales vinculados con determinadas actividades agrarias, por
reconocer en Chile (Canales y Canales Cerón, 2013) y la Argentina (Gorens- un lado, y un difuso conglomerado de actores vinculados con o beneficiados
tein, Napal y Olea, 2007), entre otros países de la región. por la expansión inmobiliaria”. A su vez, Fernanda González Marascchio y
Otros trabajos se focalizan en ciertas zonas del continuo urbano-rural, Andrés Moltoni (2010) reemplazan la idea de rururbano por la de interfase
especialmente el periurbano y el rururbano, con la finalidad de compren- rural-urbana con el fin de discutir la direccionalidad urbano-rural de los
der sus procesos de transformación, y las tensiones y conflictividades que cambios. En particular, a partir del examen de una serie de municipios que
acontecen en ellos. En ese sentido cabe reconocer una serie de estudios que bien integran o son próximos a la Región Metropolitana de Buenos Aires,
enfatizan en la imbricación de cuestiones urbanas y rurales en esos ámbitos definen a esa interfase como una zona con lógicas propias, entre las que
y que, de esa manera, se diferencian tanto de las clásicas investigaciones de participan las propias transformaciones en actores y usos agropecuarios;
la década de 1990 sobre las transformaciones en los bordes metropolitanos incluso, destacan la existencia de espacios de interfase en los que la urbani-
a partir del fenómeno de las urbanizaciones cerradas como de aquella tra- zación no ha avanzado por diversas razones y también casos en los que los
dición de estudios rurales preocupada por la evolución de las modalidades usos urbanos se han revertido, por ejemplo, por cuestiones de accesibilidad,
agroproductivas en áreas periurbanas. ordenamiento territorial (generalmente de nivel municipal) y valorización
Por ejemplo, en la Argentina cabe señalar los planteos de Claudia Ba- cultural o ambiental, entre otras.
rros (1999, 2006) sobre los procesos de repoblamiento en ámbitos próximos Finalmente, cabe señalar que los planteos gradualistas tienen una pre-
al Área Metropolitana de Buenos Aires (amba), particularmente por la sencia clave en el cuestionamiento a los criterios de captación de lo rural y
condición de localización y el desarrollo de vías de acceso rápido, y su én- lo urbano vigentes en los sistemas estadísticos estatales, dominados –como
fasis en la coexistencia de diferentes lugares (el de los habitantes rurales, vimos– por las lecturas dicotómicas. Desde aquellos planteos se señala la
vinculados con actividades agropecuarias, y el de los nuevos residentes o insuficiencia de las definiciones existentes para poder captar la transfor-
neorurales) en una misma área, la rururbana. También cabe mencionar mación y diversidad de lo rural en el mundo actual (entre las que destacan
los estudios de Andrés Barsky (2005, 2010) sobre el periurbano como un la periurbanización, la ampliación del área de communting y el crecimiento
“territorio de borde”, transicional, caracterizado por el elevado precio de la de ciudades pequeñas), a la vez que plantean la necesidad de captar las
tierra, la competencia entre valores de producción, consumo y preservación continuidades y discontinuidades de esas dinámicas (Castro y Reboratti,
y la necesidad institucional de establecer regulaciones en el uso del espacio; 2008). Más precisamente, plantean la necesidad de criterios estadísticos de
en ese marco reflexiona sobre las políticas necesarias, en particular, para el definición de lo rural que aludan a un sentido funcional, de base espacial y
sostenimiento de la agricultura periurbana del amba y su vinculación con no residual (Abramovay, 2000).
cuestiones de sustentabilidad urbana y seguridad alimentaria. La mayor parte de las propuestas de revisión de los operativos estadís-
Un conjunto de trabajos recientes evidencia más explícitamente el aban- ticos consideran, así, la necesidad de generar criterios que expresen la idea
dono de los planteos funcionalistas y la unidireccionalidad que presuponen de un continuo urbano-rural y visibilicen sus gradientes. Al respecto, una
(Craviotti, 2007; Feito, 2010; González Marascchio, 2007; González Maras- variedad de autores coincide en la selección de la densidad de población
chio y Moltoni, 2010, entre otros). Por ejemplo, en su análisis sobre las ten- como un indicador pertinente, asumiendo entonces a lo rural como zonas
siones entre usos agroproductivos y residenciales en el partido bonaerense caracterizadas por un bajo número de habitantes por unidad de superficie;
de Exaltación de la Cruz, Clara Craviotti (2007: 747) ofrece señales que según la ocde (1994) y Abramovay (2000) se trata de una noción de fácil
desdibujan el gradualismo y la concepción de lo urbano como lo externo y operacionalización y comprensión, y que no remite a una visión predetermi-
lo rural como lo interno que presuponen; más precisamente, señala que las nada sobre los problemas y posibilidades del medio rural (es decir, no induce
a la asimilación entre ruralidad y pobreza).En muchos casos ese criterio es
combinado con el de accesibilidad para considerar la incidencia del fenómeno
18. En gran medida aquella tesis de desaparición de lo rural en el caso brasileño estaría
vinculada a la forma de registrarlo, ya que se releva como población rural aquella censada
urbano, generalmente operacionalizado como distancia medida en tiempo
fuera de los límites de las áreas urbanas, incluidos los aglomerados rurales (poblados y otros), de viaje a grandes ciudades, por lo general de más de cien mil habitantes
conforme la delimitación de las respectivas municipalidades (Abramovay, 2000; Faiguenbaum (Castro y Reboratti, 2008).
y Namdar-Iraní, 2005).
36 Hortensia Castro Lo rural en cuestión: perspectivas y debates sobre un concepto clave 37

Algunos sistemas estadísticos han incorporado estos planteos y modi- como vimos– en su configuración como ambiente o paisaje (más) natural.
ficado sus criterios de relevamiento de la población. Es el caso de Estados En ese sentido, entonces, destacan que la relación de la naturaleza en los
Unidos que, desde la distinción entre áreas metropolitanas y no metropoli- ámbitos rurales no emerge solo como un valor ético o afectivo sino como
tanas (en vez de urbanas y rurales), ha complejizado la definición de lo rural fuente de generación de ingresos y, más estructuralmente, como ampliación
a partir de sumar al umbral poblacional (2.500 habitantes en ese caso) una del proceso de mercantilización del campo. Si bien este aspecto es relevante
serie de códigos de influencia urbana según el grado de urbanización y de en los países centrales, especialmente en los de la Unión Europea donde la
proximidad a una área metropolitana (Abramovay, 2000; Faiguenbaum y preservación de las condiciones naturales en que se apoyan las actividades
Namdar-Iraní, 2005).Una discusión similar, aunque sin implementación, agrarias es una de las preocupaciones más importantes de las políticas pú-
ha sido llevada a cabo en la Argentina hace aproximadamente una década blicas (Abramovay, 2000), también viene teniendo una presencia creciente
(Castro y Reboratti, 2008).19 en América Latina, sobre todo discursivamente.
Gran parte de los planteos preocupados por las especificidades o signos
propios de lo rural contemporáneo tiene por eje la noción de nueva ruralidad
¿Una nueva ruralidad?: globalización, (Abramovay, 2000; Pérez, 2001; Favareto, 2009). Si bien algunos autores
multifuncionalidad y resistencias señalan que nueva ruralidad es un concepto que presenta una alta ambi-
güedad (Sili, 2005), consideramos en cambio que involucra una variedad de
Desde la década de 1990 se reconoce en América Latina otro conjunto sentidos y oficia de concepto paraguas (Kay, 2008), con perspectivas teóricas
de planteos críticos de la perspectiva dicotómica que indaga acerca de las e implicancias políticas distintas que deben ser explicitadas y analizadas.
características específicas de la ruralidad contemporánea. Esos estudios, Incluso, coincidimos con Hugo Ratier (2013) en que los usos del concepto
fundamentalmente producidos por especialistas de la cuestión agraria, argu- en América Latina presentan sentidos antagónicos, no siempre advertidos.
mentan aquel interés a partir de las transformaciones recientes del campo, Precisamente, en las páginas siguientes se analizan las principales varian-
no solo como producto del avance de la urbanización sino, especialmente, tes agrupadas en dos subconjuntos, que incluyen diferentes propuestas
como resultado del proceso de globalización cultural y económica y del de analíticas y normativas en su interior.
reestructuración productiva asociado a él. Entre tales transformaciones
destacan la crisis de los productores familiares, la disminución del empleo Multifuncionalidad del campo y nueva ruralidad. Un primer conjunto de
agropecuario (sobre todo, aquel de carácter permanente) y el crecimiento planteos sobre la nueva ruralidad se asocia con la idea de multifuncionali-
del empleo no agropecuario, la profundización de conflictos por la tierra, el dad del campo, es decir con la caracterización de lo rural como un ámbito
agua y otros recursos, la revalorización del campo como lugar de produc- que cumple múltiples funciones en tanto allí se combinan, cada vez más,
ción de alimentos y de preservación ambiental, entre otros (Teubal, 2001; las tradicionales actividades agropecuarias junto con otras, relativamente
Giarracca, 2001; Gómez, 2001; Kay, 2008). nuevas, asociadas a la prestación de servicios no agrarios; entre estos se
En ese marco, autores como Abramovay (2000) y Favareto (2009) argu- destacan, fundamentalmente, los residenciales (sean de carácter perma-
mentan, además, que una de las especificidades de lo rural contemporáneo nente o temporario), los turístico-recreativos20 y los ambientales, como la
es la relación, comparativamente más inmediata, de sus habitantes, tra- prestación de escenarios de belleza paisajística, la protección de cuencas, la
bajadores y visitantes con la naturaleza, ya no solo por las condiciones de preservación de biodiversidad e incluso la provisión de sumideros (Posada,
producción agropecuaria (que, a pesar de las innovaciones biotecnológicas, 1999; Gudynas, 2001; Pérez, 2001; Kay, 2007, 2008).
sigue condicionada por la disponibilidad y el acceso a recursos naturales), Ese sentido de nueva ruralidad asociado a la idea de multifuncionalidad
sino también por las nuevas prácticas de consumo del campo, ancladas – expresa inicialmente una fuerte influencia del debate europeo sobre el cre-
cimiento de los usos no agrarios del campo, especialmente derivado de la
importancia que en aquella región ha presentado la agricultura a tiempo
19. En esa oportunidad se buscó asegurar la comparabilidad histórica de la información cen- parcial (un tipo de agricultura, fuertemente subsidiada por la política co-
sal a través de la permanencia del criterio de tipo y tamaño del asentamiento, a la vez que
complejizar los indicadores de captación de lo rural mediante la incorporación de la rama de
actividad en que se ocupa la población; más precisamente, se propuso sumar el relevamiento 20. Incluso algunos autores, como Ratier (2013), optan por reservar el uso de la expresión
de la pea ocupada en una rama agropecuaria ampliada, es decir, que incluya además a las “nueva ruralidad” solamente para esa ruralidad no agropecuaria, que implica la llegada de
ocupaciones en el sector de los servicios agropecuarios y el turismo y las residencias rurales. habitantes urbanos al campo, esto es, de neorrurales.
38 Hortensia Castro Lo rural en cuestión: perspectivas y debates sobre un concepto clave 39

munitaria, desarrollada por pequeños productores que tienen su actividad focalizados en el campo como lugar recreativo, residencial o patrimonial
principal en otro sector).21 No obstante, ese vínculo se va a ir distanciando (Echeverri Perico y Ribero, 2002; Clemens y Ruben, 2009; Faludi, 2009).
en la medida que el debate latinoamericano reciente sobre nueva ruralidad Es en esta variante normativa del concepto de nueva ruralidad donde
reconoce la relevancia que siguen teniendo en la región las actividades y más se evidencia su distanciamiento con los planteos europeos sobre la
los agentes agropecuarios, a la vez que se van evidenciando los diferentes multifuncionalidad: es que esta “es defendida esencialmente por países que
contenidos de las políticas públicas relativas al mundo rural en una y otra reconocen y reivindican el carácter excepcional de la agricultura y ponen
región (volveremos sobre esta cuestión al cierre de este apartado). en duda la capacidad del mercado para regular por sí solo el conjunto de
Precisamente en ese sentido cabe reconocer una subvariante, articulada la economía [globalmente los países de la Unión Europea, Suiza, Noruega,
a los planteos anteriores, que enuncia a la nueva ruralidad desde una vi- Japón y Corea del Sur], mientras que la nueva ruralidad es discutida y pro-
sión normativa, más precisamente como un proyecto político que buscaría bada como referencia de las políticas al interior de la mayoría de los países
resolver o paliar los problemas de estancamiento o crisis socioeconómica latinoamericanos […] que preconizan la liberalización comercial y la desre-
de áreas y grupos rurales de América Latina (Kay, 2008; Ratier, 2013). ¿De gulación de la agricultura, así como de las demás actividades económicas”,
qué manera? Por lo general se trata de propuestas de políticas públicas por ejemplo en términos de potenciar la competividad territorial (Bonnalet
derivadas de instituciones como la fao, el Instituto Interamericano de et al., 2004, citado por Grajales Ventura y Concheiro Bórquez, 2009: 149).
Cooperación para la Agricultura (iica) y el Centro Latinoamericano para
el Desarrollo Rural (rimisp),22 fuertemente articuladas con el paradigma Otra mirada sobre la nueva ruralidad: naufragios, resistencias y solidari-
del desarrollo territorial rural,23 es decir que buscan generar opciones de dades. Finalmente, cabe destacar otro sentido sobre nueva ruralidad que
diversificación productiva y agregación de valor a partir de arreglos insti- se está poniendo en juego y disputando, tanto analítica como normativa-
tucionales anclados en el denominado capital social local y la generación mente, durante los últimos años en la región. Esta otra mirada, elaborada
de redes de cooperación (Castro y Zusman, 2016). Más precisamente, las inicialmente desde el campo académico,24 destaca la persistente importancia
políticas públicas enmarcadas en la noción de nueva ruralidad involucran de la producción agropecuaria y sus agentes en el campo latinoamericano,
una mirada multifuncional de los espacios rurales en tanto promueven un reconoce el crecimiento de las actividades no agrarias y, particularmente,
desarrollo rural basado en el aprovechamiento de los recursos naturales en señala su cruce e imbricación a través del crecimiento de las migraciones
sentido amplio. O, en otros términos, proponen una búsqueda de complemen- y las estrategias de pluriactividad (Pérez, 2001; Giarracca, 2004). Ahora
tariedades entre las actividades agropecuarias y la prestación de servicios bien, su principal distinción es que, principalmente desde una lectura
estructuralista, utiliza la acepción de nueva ruralidad para aludir a un
campo transformado y, sobre todo, asolado por los efectos del proceso de
21. En particular, el concepto europeo de multifuncionalidad de los espacios rurales estuvo globalización neoliberal. Esta variante, que Ratier (2013) denomina “los
vinculado desde su nacimiento a la agenda política de la entonces Comunidad Europea, pri- restos del naufragio”, se focaliza en la creciente concentración económica,
mero como parte del proyecto de crear un mercado común agrícola y, después, como parte de en gran medida protagonizada por grandes corporaciones transnacionales,
la redefinición del papel de los territorios rurales tanto al interior de la Europa comunitaria y sus efectos en términos de acaparamiento de tierras, aguas y condiciones
como en la relación con el entorno global, fundamentalmente con el fin de legitimar los fuertes
subsidios a las actividades rurales (Llambí, 2004, citado por Grajales Ventura y Concheiro
ambientales (un proceso que la literatura académica anglosajona desig-
Bórquez, 2009: 149-150; Gudynas, 2001; Reig Martínez, 2002). na como land, blue & green grabbing), a la vez que destacan la creciente
22. Cristóbal Kay (2008) destaca que, si bien el término “nueva ruralidad” estuvo inicialmente articulación de productores pequeños y medianos a los grandes complejos
confinado al campo académico, luego fue extensivamente adoptado por instituciones multila- agroindustriales y, particularmente, las formas de subordinación económica
terales como la fao y el iica, además de organizaciones no gubernamentales e instituciones y de homegeneización productiva que conllevan. También, evidencian la
financieras internacionales vinculadas a aquellas, como el Banco Mundial. persistencia de la precariedad laboral y la creciente degradación ambiental,
23. El desarrollo territorial rural es definido “según uno de sus principales promotores en en particular vinculada a las grandes escalas productivas y los paquetes tec-
América Latina (el rimisp) como «un enfoque de análisis y de política pública que se plantea nológicos dominantes basados en el uso de transgénicos y agroquímicos, así
el impulso de procesos simultáneos de transformación productiva y cambio institucional a
escala de territorios rurales»” (Arzeno y Troncoso, 2012: 76). En estas propuestas la condición
como el desplazamiento de productores y trabajadores, que estaría llevando
“territorial” por lo general es planteada como sinónimo de política integral (en vez de sectorial),
local (o gestionada de manera descentralizada, generalmente a nivel municipal) e, incluso, de 24. El referente inicial, clave, de esta perspectiva es el libro compilado por Norma Giarracca
promoción identitaria (Castro y Zusman, 2016). en 2001, titulado ¿Una nueva ruralidad en América Latina?
40 Hortensia Castro Lo rural en cuestión: perspectivas y debates sobre un concepto clave 41

a la conformación de “un agro sin agricultores” (Teubal, 2001; Giarracca, (Altschuler, 2008); también, porque asumen que las tramas productivas no
2001; Gómez, 2001; Kay, 2008). solo son económicas sino también sociales, culturales, políticas y ambien-
Estos planteos enuncian así una (nueva) ruralidad no deseable, que tales (Caracciolo, 2014).
debería ser modificada (Marques, 2002). En ese sentido Giarracca (2004)
destaca la emergencia de diversas acciones colectivas de resistencia hacia
aquellos efectos, no solo en países de la región con una fuerte tradición de Consideraciones finales
movimientos sociales rurales campesinos e indígenas, como Brasil y México,
sino también en otros como la Argentina, donde aquellos antecedentes son A lo largo del capítulo se analizaron las principales conceptualizaciones
menores. Entre tales acciones cabe destacar como referencias iniciales a las acerca de lo rural en América Latina, tanto los planteos dicotómicos (aún
del movimiento zapatista en México, que aparece en la escena política cuando hoy) dominantes como dos propuestas críticas (las relativas a la idea de con-
ese país ingresa al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (1994), tinuo urbano-rural y las comprendidas bajo la noción de nueva ruralidad).
así como la larga trayectoria del Movimiento de los Sin Tierra en Brasil; Se abordaron, en particular, sus contextos de enunciación y circulación así
más recientemente, cabe señalar los diferentes formatos de acción colectiva como sus efectos materiales y simbólicos; incluso se prestó especial aten-
contra el uso de agroquímicos y en general el modelo del agronegocio en la ción a la heterogeneidad interna de esas conceptualizaciones, a partir del
Argentina. En este marco, destacan que los objetos de disputa en el mundo reconocimiento de sus variantes.
rural se redefinen: ya no se trata solo de la tierra sino más ampliamente el Una primera cuestión que cabe destacar a partir del abordaje realizado
territorio, en tanto recurso (suelo, agua, bosque, minerales) pero también es la preocupación por la definición de lo rural en contextos de fuertes cam-
en tanto ámbito de vida y de pertenencia. bios y crisis socioeconómicas. En efecto, la mayor proliferación de debates y
En relación con estos planteos cabe reconocer, además, una subvariante propuestas acerca de lo rural se presenta en aquellos momentos de transfor-
de nueva ruralidad de carácter propositivo, planteada como proyecto polí- maciones sustantivas en las condiciones de producción y reproducción social
tico pero en oposición activa y “desde abajo” a la globalización neoliberal y en el campo. Es el caso de las primeras décadas del siglo xx, en relación con
sus políticas asociadas. Por lo general es enunciada por colectivos sociales los procesos de modernización del campo y de expansión de la urbanización.
tanto de origen rural como urbano, preocupados por las formas de pro- También es el caso de fines del siglo xx y principios del xxi con respecto a
ducción así como por las de consumo. Designada por Kay (2008) como una los procesos de reestructuración productiva en el marco más amplio de la
“visión comunitaria”, reúne a un conjunto de propuestas que valorizan las globalización neoliberal. Esto nos permite observar que el campo no solo
diferentes formas de agricultura familiar, con eje en sus organizaciones y es disputado en términos materiales, por ejemplo con respecto al acceso
acciones colectivas. En su mayoría implementan proyectos de transición a la y control de la tierra y el agua, sino también en términos simbólicos, con
agroecología o el comercio justo, bajo la premisa de la soberanía alimentaria relación a cuáles son los sentidos de lo rural que se imponen y legitiman, y
y la búsqueda de mayores grados de autonomía (Giarracca, 2004; cedrssa, sus efectos sociales, económicos y políticos.
2006; Kay, 2008; Rosas-Baños, 2013). También podría denominarse “una Una segunda cuestión sobre la que interesa reflexionar involucra una
nueva ruralidad solidaria”, ya que gran parte de las propuestas busca seguir mirada geográfica, más precisamente en cuanto a las perspectivas acer-
e implementar los principios de la economía social y solidaria25 en tanto ca del espacio presentes en esas conceptualizaciones. En la introducción
apelan a formas de producción centradas en el trabajo y no en el capital destacamos la noción de lo rural como continente o receptáculo, presente
en la propia operación de distinción urbano-rural. Ahora bien, a lo largo
25. Más allá de sus matices, las propuestas de la economía social y solidaria apelan a “formas del capítulo observamos cómo esa distinción conlleva efectos esenciali-
de relaciones sociales y económicas alternativas a la tradicional entre capital y trabajo, con zadores, tanto en los planteos dicotómicos como en algunas propuestas
un sentido cultural que desafía los preceptos de la maximización de la ganancia como fin críticas (especialmente en el funcionalismo gradualista y en la variante
último de las fuerzas y recursos sociales” (Altschuler, 2008: 5). A su vez, según el documento
de nueva ruralidad asociada a las políticas de desarrollo territorial rural).
Lima+10 de la Red Intercontinental de Promoción de la Economía Social y Solidaria-Región
Latinoamérica, la economía social y solidaria está basada en valores humanos y principios A su vez, también cabe reconocer otra mirada, de carácter relacional, en
de solidaridad; incluye al conjunto de actividades y organizaciones de carácter comunitario, los planteos asociados a la (nueva) ruralidad solidaria: un campo definido
asociativo, cooperativo, mutualista y demás formas colectivas creadas para responder a las desde (y para) cierto conjunto de relaciones sociales. Una mención especial
necesidades de empleo y de bienestar de los pueblos, así como a movimientos ciudadanos merece, finalmente, la referencia a lo rural como territorio, frecuente en los
orientados a democratizar y transformar la economía (Coraggio, Arancibia y Deux, 2010).
42 Hortensia Castro Lo rural en cuestión: perspectivas y debates sobre un concepto clave 43

planteos sobre nueva ruralidad; al respecto cabe señalar la plurivocacidad construcción de lugares al sudoeste del Área Metropolitana de Buenos Aires”,
del término: como lo local y transectorial (en los planteos asociados a las Scripta Nova, 51 (45) (disponible en http://www.ub.edu/geocrit/sn-45-52.htm).
políticas de desarrollo territorial rural) y como ámbito de producción pero – (2006), “La ciudad en el campo: nuevas ruralidades y lugares rururbanos”, en Joan
también de vida, pertenencia e identificación (en los planteos vinculados a Nogué y Joan Romero (eds.), Las otras geografías, Valencia, Tirant lo Blanch,
pp. 325-338.
la nueva ruralidad crítica y solidaria).
Barsky, Andrés (2005), “El periurbano productivo, un espacio en constante trans-
En tercer lugar el análisis realizado en el capítulo permite reconocer
formación. Introducción al estado del debate, con referencias al caso de Buenos
una deriva: campo-rural-ruralidad. Ahora bien, ese movimiento no implica Aires”, Scripta Nova, ix (disponible en http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-194-
reemplazos: como vimos, “campo” aparece invocado como un significante 36.htm).
potente en la actualidad, por ejemplo, en relación con las formas de valori- – (2010), “La agricultura de «cercanías» a la ciudad y los ciclos del territorio periur-
zación turístico-residencial o también aun como referente de lo propiamente bano.Reflexiones sobre el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires”, en
agropecuario. Incluso pueden observarse algunas persistencias: como la de Ada Svetlitza de Nemirovsky (coord.), Globalización y agricultura periurbana en
campo-rural-ruralidad asociada a (mayores) vínculos con la “naturaleza”, la Argentina. Escenarios, recorridos y problemas, Buenos Aires, Flacso, pp. 15-29.
sea en tanto recurso (artificializado, ecologizado) para la producción agrope- Barsky, Osvaldo y Jorge Gelman (2001), Historia del agro argentino. Desde la
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gráfico, ¿qué se visibiliza?, ¿qué se obtura? Estas preguntas aún no han sido
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respondidas. En ese sentido, también cabe explicitar una cuestión básica y y Patrick Mooney (comps.), Handobook of Rural Studies, Londres, Sage, pp.
clave: esas derivas no son universales, no ocurren de manera homogénea. 149-160.
Por eso, los capítulos siguientes permiten visitar diferentes procesos y Bernardes, Julia A., Samuel Frederico, Carla Gras, Valeria Hernández y Ga-
ámbitos e, indirectamente, explorar posibles respuestas a esas preguntas. briela Maldonado (orgs.) (2017), Globalização do agronegócio e land grabbing.
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