Está en la página 1de 12

CLAIRE

LACOMBE
FECHA Y LUGAR DE NACIMIENTO
Nació el 4 de marzo de 1765 en la ciudad provincial
de Pamiers en el suroeste de Francia.

Se convirtió en actriz a una edad temprana y


apareció en producciones teatrales en las
provincias.

La compañía de actuación para la que trabajaba a


veces iba a castillos y casas de campo de
aristócratas. Esto probablemente influyó en su
decisión de dejar la empresa para convertirse en
revolucionaria.
CONTEXTO HISTÓRICO
En los años anteriores a su nacimiento hubo
un impacto por la filosofía ilustrada, pues las
ideas que difundió la Enciclopedia de
Diderot y D'Alembert y las doctrinas
políticas y sociales de Montesquieu,
Rousseau y Voltaire dinamitaron los
fundamentos teóricos de la monarquía
absoluta.

En 1765 apareció el último de los diecisiete


volúmenes de texto que conformaban la
Enciclopedia.
PRINCIPALES HECHOS
Artífice destacada de la Revolución francesa,
fue una mujer de acción que defendió la
participación de las mujeres trabajadoras en
la lucha como algo natural.

Apostó por la creación de batallones


femeninos y su derecho a portar armas.

Fue una revolucionaria y miembro


fundadora de la Sociedad de Mujeres
Republicanas Revolucionarias.
CONTRIBUCIONES
En París, durante la insurrección
del 10 de agosto de 1792,
Lacombe luchó en el asalto al
Palacio de las Tullerías, donde le
dispararon pero siguió en pie
luchando, ganándose el
sobrenombre "Heroína del diez
de agosto", por lo que le
otorgaron una corona cívica.

Fundó con Pauline León en mayo de 1793 uno de los


clubes femeninos más combativos, el de la Sociedad de
Mujeres Republicanas Revolucionarias, compuesta
principalmente por mujeres de clase trabajadora.

Esta Sociedad se encuadraba en los sectores


revolucionarios conocidos como enragés (furiosos o
furiosas). Desde este club, Claire Lacombe defendió el
derecho de las mujeres trabajadoras así como mejores
condiciones de vida, y exigió un precio máximo de los
alimentos para acabar con la pobreza y la hambruna.

De acto y de palabra siempre


defendió que los batallones
femeninos llevaran armas y tuvieran
el derecho a portar el gorro frigio, ese
complemento que los hombres lucían
como símbolo de la libertad y del
republicanismo y que se convirtió en
todo un símbolo.
Curiosamente, en la Revolución
Francesa, las mujeres no podían llevar
esa capucha roja hecha de fieltro o
lana y se le fue negado incluso a
luchadoras como Lacombe.

Lacombe y el resto de líderes


femeninas apelaron a la Comuna de
París y sólo consiguieron que se les
prohibiera explícitamente utilizar el
gorro rojo, y tenían que volver a sus
casas a cuidar de sus familias.
Bajo el Reinado del Terror, la Sociedad
de Mujeres Republicanas fue
reprimida y el 16 de septiembre de
1793, Lacombe fue denunciada
públicamente por los jacobinos al
Comité de Seguridad General,
acusándola de hacer declaraciones
contrarrevolucionarias.
Fue encarcelada por la dictadura de Robespierre en marzo de 1794, acusada
de contrarrevolucionaria, desprestigiando su figura y su lucha y al resto de
republicanas revolucionarias.

Fue liberada el 20 de agosto de 1795, librándose por poco de ir a la guillotina


simplemente por su defensa de los derechos de la mujer porque, según
insistía en sus discursos, eran los derechos del pueblo.

Al ser liberada, asumió que las condiciones de la lucha ya no eran las mismas,
sus ideas en defensa de las mujeres estaban reprimidas o perseguidas y
volvió a su profesión.

MUERTE

Cuando salió en libertad se dio


cuenta de que la Revolución
Francesa había apartado a sus
compañeras revolucionarias y su
historia desaparece en 1798.

Nadie sabe a dónde se marchó,


cómo murió ni siquiera cuándo
falleció.
OBSERVACIONES
Claire Lacombe quien 3 años antes había "Nuestros derechos
participado en el asalto a las Tullerías echando son los del pueblo y,
abajo una monarquía que llevaba siglos en pie, en si nos oprimen,
1798 desaparece de la Historia. sabremos oponer
Lo único que queda es el recuerdo de sus palabras: resistencia a la
opresión"

Nunca pensó que quienes las oprimirían iban


a ser sus propios compañeros de lucha.

También podría gustarte