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4to Año- Geografía

Prof. Marianela Iborra


Mail: marianelaiborra@gmail.com

TRABAJO PRÁCTICO Nº7: Recursos naturales estratégicos.


Capacidades a tener en cuenta:

 Lectura comprensiva.
 Aná lisis y sistematizació n de la informació n.

Contenidos:

 Los recursos naturales estratégicos con los que cuenta el continente africano.
 Interdependencia entre los Estados.

Unidad 2: La desigual distribución mundial de los recursos. Problemas


ambientales y geopolíticos asociados

a) Los recursos naturales implicados en la producción energética: el petróleo, el carbón y el gas natural. Problemas
geopolíticos, conflictos regionales y globales por la apropiación de los recursos energéticos. Localización de las
áreas productoras y exportadoras y de los principales conflictos.
b) La desigual distribución planetaria de los recursos. Las principales reservas acuíferas como recursos
geoestratégicos.

Primera parte: Para comenzar van a leer la siguiente definición:


“actualmente, la caracterización de recursos estratégicos está reemergiendo pero ajustándose a las nuevas
coordenadas del capitalismo mundial. Por ello, se están volviendo a categorizar recursos que antes no merecían
atención o que podían considerarse inagotables, siendo el agua un caso paradigmático.

De esta manera, un recurso natural obtiene su valor estratégico cuando se dan las siguientes condiciones. En primer
lugar, respecto a su disponibilidad, debe ser escaso - o relativamente escaso- y estar desigualmente distribuido. En
segundo lugar, el recurso debe ser clave en el funcionamiento del modo capitalista de producción. Asimismo, el
recurso estratégico debe contribuir al mantenimiento de la hegemonía regional o mundial, o de la supremacía de
ciertos actores a nivel local. Finalmente, un recurso sólo puede entenderse como estratégico según la percepción que
se tenga de su situación actual frente a una proyección futura.

Clasificación de los recursos naturales: A nuestro efecto, distinguiremos entre recursos relacionados con la seguridad
humana (agua, alimento, tierra y agua) y recursos relacionados con la industria y al comercio (recursos energéticos,
recursos minerales, y los cultivos relacionados con la industria farmacéutica) “ GARCÍA TASICH, Sara (2017)

Luego de la definición de recursos naturales estratégicos van a leer un texto que describe la distribución y características
de los recursos naturales en África.

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Actividades:
En base a lo leído respondan:

1. ¿Qué potencial presenta el continente africano en términos de recursos naturales? ¿Cuáles son las principales
áreas de producción?
2. Caracterizar las redes de infraestructura que permiten la explotación y el transporte de los recursos (ver mapa
Pág. 463)
3. ¿Qué condiciones debe cumplir un recurso natural para ser considerado estratégico? ¿Cómo clasifica García
Tasich a dichos recursos?
4. ¿Cuáles de los recursos naturales presentes en el continente africano se correspondería con la definición de
Recurso Natural Estratégico?

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Segunda parte: Ahora van a trabajar con dos casos de estudio que ponen evidencia lo leído
anteriormente. Recuerden que los estudios de caso nos permiten entender un concepto por medio de un
ejemplo de la realidad. En este caso he elegido África como recorte territorial o espacial.

Actividad: En base a la lectura del material y los datos, pueden buscarlos en este link
http://www.exteriores.gob.es/Portal/es/SalaDePrensa/Paginas/FichasPais.aspx#

Realizar una ficha que responda a los siguientes interrogantes:

a) Nombre del país


b) Recurso es cuestión
c) ¿Puede el recurso ser considerado estratégico? ¿Por qué?
d) ¿Bajo qué condiciones socioeconómicas se da la explotación del recurso?
e) ¿Cuál es el destino de la producción?
f) ¿Qué actores sociales participan en las diferentes etapas el circuito de extracción – producción –
distribución y consumo?
g) ¿Qué estrategias utilizan en el país las empresas multinacionales?
h) ¿En qué medida los beneficios de la extracción del recurso mejora las condiciones de vida de la
población local? Tener en cuenta indicadores socioeconómicos e IDH
i) ¿Qué relación se establece con otros espacios regionales?

Aclaración: la búsqueda de información puede no realizarse o realizarla en otras páginas. También se pueden usar otros medios como
enciclopedias. En la entrega aclarar las fuentes de consulta, si es impresa indicar año de edición.

Níger, atrapado en el uranio


Anclado en la pobreza y los conflictos internos, Níger es una encrucijada donde convergen tráficos ilícitos, rutas
migratorias y redes terroristas. Al rompecabezas del subdesarrollo y la inseguridad se le suman dos piezas
fundamentales: la mala gobernanza y el desaprovechamiento del uranio, principal recurso mineral del país, explotado
por empresas extranjeras y convertido en origen de conflictos internos.

Sin acceso al mar, con un largo historial de conflictos internos y una dependencia desmesurada de la ayuda internacional y los
recursos naturales, Níger es un caso paradigmático de un país atrapado en el subdesarrollo. Como en otros ejemplos africanos, la
rivalidad interétnica, la concepción patrimonial del Estado por parte de los dirigentes, la corrupción endémica, los infortunios
climáticos y la codicia de las grandes empresas extranjeras han socavado la prosperidad nacional hasta convertirla en una quimera.
No obstante, si por algo sobresale la cuestión nigerina en la actualidad es porque, en primer lugar, en un periodo histórico de
relativa calma interna, el entorno regional y el precio de las materias primas han acabado por fijar el más difícil todavía. Y, en
segundo lugar, porque la paradoja de la pobreza adquiere un matiz particularmente cruel en este país, uno de los mayores
productores de uranio del mundo y que también posee oro o crudo, pero sin embargo figura entre los más pobres y dependientes
de la cooperación internacional del planeta.
Emergencia perpetúa
Situado en el corazón de la franja saheliana, Níger ocupa la penúltima posición —187.º— en el índice de desarrollo humano
elaborado por Naciones Unidas, solo por delante de la República Centroafricana, un país asolado por la guerra. Con una renta per
cápita de 510 dólares anuales, un 44% de los nigerinos vive con menos de 1,90 dólares al día. Apenas un 15% de la población adulta
está alfabetizada en un país donde la estabilidad política duradera es una gran desconocida. Desde su independencia de Francia en
1960, en Níger ha habido cuatro golpes de Estado exitosos —el último en 2010—, a los que se suman otras intentonas fallidas, como
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la más reciente, en 2015. El balance ha sido de cuatro dictaduras militares y siete repúblicas —incluida la actual—, con la democracia
en eterno proceso de consolidación. A pesar de su formalidad democrática, el Níger de hoy sigue siendo un  régimen
autoritario donde el poder se concentra en unas pocas manos y el respeto a los derechos humanos y las libertades básicas está más
que en cuestión.
Además, Níger es el país con mayor tasa de fertilidad del mundo: aunque decreciente,  la media de hijos por mujer se sitúa por
encima de siete. Según proyecciones de Naciones Unidas, la población nigerina, que sobrepasa los 21 millones actualmente, se
triplicará para 2050; si los pronósticos se cumplen, a finales de siglo habrá más de 190 millones de nigerinos. Una bomba
demográfica que, unida a las perspectivas de los países vecinos, podría poner en grave peligro el desarrollo sostenible del Sahel y
agravar las amenazas ya existentes
Actualmente, la región es una de las más convulsas del mundo, por lo que Níger, dada su localización geoestratégica, se ha
consolidado como una encrucijada de inseguridad exacerbada desde el desmoronamiento del Estado libio, el conflicto interno en
Mali y el afianzamiento de Boko Haram en Nigeria. Ante semejante panorama, no es de extrañar que, a pesar de la presencia de
varias iniciativas internacionales establecidas por la Unión Africana, Francia, la Unión Europea y Estados Unidos, el país siga siendo
un lugar de tránsito tanto para migrantes como para el narcotráfico y las redes terroristas. La porosidad de las fronteras y la
dificultad para controlar todo el territorio siguen siendo asignaturas pendientes en el ámbito de la seguridad. No obstante, las
actividades ilícitas y las relacionadas con el tránsito migratorio se han mostrado esenciales para la economía de las zonas más
desfavorecidas del país y, de hecho, han sido ampliamente toleradas por las autoridades, una paradoja que añade más complejidad
a la hora de abordar las raíces de la fragilidad nigerina y encauzar el desarrollo sostenible.
Migrantes, refugiados e insurgencia
Por Níger circulan anualmente unos 300.000 migrantes. Particularmente, la ciudad septentrional de Agadez, histórico lugar de
tránsito sahariano, se ha convertido en una de las capitales del contrabando en África. El número de migrantes que transitan por ella
con dirección al norte vía Libia o Argelia fue de 170.000 en 2016, si bien solo un 30% de ellos llegan a zarpar en barco hacia Europa.
A pesar de que la cifra tiende a disminuir, la dimensión adquirida por este fenómeno hace que la industria migratoria sea un
verdadero sustento para la población local al involucrar a buena parte de ella no solo en el negocio del contrabando, sino
al suministrar a los migrantes bienes y servicios tanto durante su estancia en las ciudades como en su travesía. Un migrante puede
llegar a gastar cientos de dólares, que pueden incluir sobornos a las fuerzas de seguridad, algo que paradójicamente se ha
convertido en un ingreso esencial para su funcionamiento.
En cuanto a la actividad terrorista en el país, organizaciones como Ansar Dine, el Frente de Liberación de Macina, Al Qaeda en el
Magreb Islámico, el Movimiento para la Unidad y la Yihad en África Occidental (Muyao), el Estado Islámico del Gran Sáhara o Boko
Haram han estado operativas a lo largo y ancho del país en los últimos años. Ha sido precisamente esta última la más perniciosa en
la región sudoriental de Diffa, colindante con el menguante lago Chad y con el noreste de Nigeria, epicentro de su actividad
terrorista. Se calcula que esta región alberga a más de 250.000 desplazados entre refugiados nigerianos, desplazados internos y
retornados nigerinos que huyen de la violencia yihadista, si bien tampoco aquí se encuentran a salvo:  Diffa ha sido lugar frecuente
de atentados mortales de Boko Haram durante los últimos años y su actividad, aunque más reducida, no se detiene.
Pero no solo el sur y el este son lugares de conflicto y vulnerabilidad; el norte y oeste también sufren violencia y necesidad. En
concreto, el oeste resguarda a más de 57.000 refugiados provenientes de Mali en distintos campamentos a lo largo de la frontera
con este país, donde los conflictos internos entre milicias yihadistas y el Gobierno central no cesan desde 2012. Por su parte, el norte
de Níger ha sido una zona tradicionalmente convulsa. Lejos de la capital, su orografía desértica y gran extensión lo hacen proclive al
merodeo de milicias y redes de crimen organizado. Asimismo, es hogar de la insurgencia tuareg, protagonista de dos grandes
rebeliones entre 1990 y 1995 y entre 2007 y 2009. Las raíces del agravio de la población tuareg nigerina  —la comunidad tuareg se
extiende, además, por el norte de Mali y el sur de Argelia y Libia, principalmente— se encuentran en su sentimiento de marginación
política y económica por parte del Gobierno central, en lo que juega un papel determinante la distribución poco equitativa del
mineral más codiciado del país: el uranio.

La paradoja del uranio

Con una producción que ronda las 4.000 toneladas anuales —el 8% mundial—, Níger, uno de los países más pobres del planeta, es
sin embargo el cuarto productor mundial de uranio, por detrás de Kazajistán, Canadá y Australia —en 2017 quinto tras intercambiar
posiciones con Namibia—. Agadez, la turbulenta y empobrecida región norte del país, hogar ancestral de los tuaregs y los tubus,
contiene la mayor reserva de uranio de África y la séptima del mundo. Descubierto en 1957, bajo la colonización francesa, el uranio,
en lugar de convertirse en una fuente de riqueza y desarrollo al servicio de la nación, ha sido tradicionalmente origen de disputas
internas, objeto de la codicia de empresas extranjeras y una rémora más a la prosperidad y la cohesión social del país.
La otrora potencia colonial, Francia, mostró poco interés en abandonar la joya más preciada de su antigua colonia y la continuó
explotando hasta convertirla en una pieza clave de su suministro energético. Alrededor de  tres cuartos de la producción eléctrica en
el país galo, el más dependiente de la energía nuclear del mundo, proviene del uranio; el extraído en Níger, en concreto,  representa

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más de un tercio del utilizado en las centrales francesas. La ecuación resulta tan clara como paradójica: Níger, un país donde solo un
16% de la población tiene acceso a la electricidad, es esencial para la seguridad energética de Francia.
La empresa Areva —recientemente renombrada Orano—, perteneciente al Gobierno francés, ha disfrutado de un monopolio sobre
el uranio nigerino durante más de cuatro décadas, hasta 2007. Hoy en día sigue controlando las dos principales minas a través de
compañías subsidiarias. Concretamente, su participación en Somair supera el 60% y posee más de un tercio de Cominak. China, país
emergente en la economía nigerina, se hizo con la mayoría de la propiedad de Somina, establecida en 2007.
Además del privilegio de la propiedad, Areva ha contado tradicionalmente con ventajas comerciales que han hecho de la producción
y exportación del uranio un negocio poco provechoso para Níger. Los contratos opacos y desiguales entre el Gobierno nigerino y la
multinacional francesa contenían la exención de impuestos aduaneros a la comercialización o utilización de equipamiento y
materiales para la extracción. Hasta que no se alcanzó un nuevo acuerdo en 2014, Areva —cuyos ingresos totales hasta 2013
doblaban el PIB de Níger— pagaba un 5,5% de canon por la explotación de las minas, unas condiciones que han decantado la
balanza desproporcionadamente a favor de la antigua metrópoli. Como ejemplo, en 2010 Níger recibió alrededor de 459 millones de
euros de los más de 3.500 millones en los que se valoraba la exportación de las toneladas de uranio, unas cifras que, sin embargo,
Areva desmiente.
Sea como fuere, en Níger —cuyo presupuesto está financiado en un 45% por ayuda internacional— las industrias extractivas aportan
un ínfimo 4,8% al PIB, si bien es cierto que a ello también contribuye que los precios del uranio siguen bajo mínimos. En cualquier
caso, el uranio sigue representando un 40% de los ingresos de las exportaciones y las compañías mineras siguen siendo el mayor
empleador privado en el país. Los bajos precios del uranio también marcaron dos años de arduas negociaciones entre la empresa
gala y el Gobierno nigerino, durante las cuales Areva llegó a suspender su producción alegando razones de mantenimiento.
Finalmente, ambas partes alcanzaron un nuevo acuerdo de explotación que elevó el canon impositivo al 12%, si bien, como en el
caso de sus antecesores, no se hizo público.
Si la retribución económica de la actividad del uranio dista de ser ideal, el impacto medioambiental también ha sido objeto de duras
críticas por parte de informes independientes, ONG como Greenpeace y personal sanitario en la zona. Los niveles de radioactividad
presentes en el agua, el aire y el suelo son superiores a los límites de seguridad marcados por la Organización Mundial de la Salud, y
los efectos en la población local van en consonancia: malformaciones, abortos indeseados, enfermedades poco frecuentes,
problemas respiratorios habituales o una alta incidencia del cáncer en la región parecen indicar inequívocamente las secuelas de la
actividad minera. Areva, en cambio, asegura que en 40 años de actividad no se ha diagnosticado ningún caso de enfermedad
relacionada con el trabajo en sus minas y que trabaja para limitar cualquier posible impacto medioambiental.
En cualquier caso, el desequilibrio económico y los efectos ecológicos han contribuido sobremanera a la gestación de un sentimiento
de agravio en la población local que en ocasiones ha adoptado formas de expresión violentas. La explotación del uranio y la
distribución de sus beneficios han constituido alicientes para la orquestación de golpes de Estado y, especialmente, para el
alzamiento de las dos rebeliones tuaregs. En la más reciente, el Movimiento de Nigerinos por la Justicia, una milicia que continúa
activa, tomó las armas y realizó atentados en las zonas mineras para reclamar una mayor descentralización política y una mayor
retribución económica de los beneficios del uranio para la población local. Posteriormente, el terror volvería a las instalaciones de
Areva con el atentado perpetrado por Muyao en mayo de 2013, que dejó la mina de esta ciudad paralizada, si bien este ataque fue
de índole yihadista y no se enmarcaba dentro de la tradicional disputa interétnica nigerina.
Sembrar esperanza en el desierto
Pese a todo, Níger es considerado un país estable dentro de su fragilidad perenne. Los más optimistas pueden argumentar que al
menos no figura entre los 20 Estados más frágiles del mundo. Además, en consonancia con el resto de la región, en el país los
esfuerzos internacionales no solo no cesan, sino que parecen ir en aumento, centrados en la ayuda humanitaria, infraestructura y el
refuerzo del Estado de derecho y la seguridad. En este ámbito, la Unión Europea es la que más está incidiendo en un país que, en
primer lugar, puede volverse trascendental para su suministro energético —ya lo es para Francia—. El gasoducto que conectará
Europa con Nigeria, llamado a aminorar la dependencia europea del gas ruso, está planeado que pase por Níger,  aunque la
materialización de este proyecto todavía parece lejana.
No obstante, la mayor preocupación europea en la región del Sahel parece ser su propia seguridad, por lo que no quiere que Níger,
en un contexto de explosión demográfica, se convierta en un oasis para el crimen organizado y en una autopista de migrantes hacia
el Mediterráneo. Por ello, el refuerzo de la seguridad en el país ha sido notorio, incluyendo misiones como  Eucap Sahel Níger y otras
iniciativas regionales enmarcadas en la lucha contra el terrorismo.
Aunque estos esfuerzos no pueden ser subestimados, se antoja difícil pronosticar una mejora radical de la situación si no se incide
en otros factores. La esperanza en Níger también pasa por una mejora real de la gobernanza y el Estado de derecho, una mayor
cohesión social e interétnica que se refleje en la realidad política del país y la transformación de su economía en lo concerniente a
una mayor participación en la explotación de sus recursos minerales y una mejor distribución de sus dividendos. Asimismo, sin una
diversificación y dinamización de la economía nigerina que evite su dependencia de la exportación de unas materias primas volátiles
y sin la puesta en marcha de incentivos eficaces que alejen a la población local de actividades clandestinas, los esfuerzos
segurizadores correrán el riesgo de resultar cortoplacistas e ineficientes. Un desafío difícil, pero que debería ser ineludible; en juego
está la estabilidad de un país de vital importancia geoestratégica y la prosperidad de una población en constante crecimiento.   

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https://elordenmundial.com/niger-atrapado-en-el-uranio/

Coltan, la maldición del Congo


Es más que posible que usted haya accedido a este reportaje a través de su smartphone de última generación, de su tablet o de su
ordenador portátil. Todos estos dispositivos electrónicos tienen una cosa en común: requieren de un mineral de color negro
pizarra para poder funcionar. Un mineral llamado coltán; y que es producto de la unión de otros dos metales: Columbita y
Tantalita.
El coltán es un mineral escaso y muy preciado. República Democrática de Congo posee el 80% de las reservas mundiales de este
nuevo ‘oro negro’. Doy por sentado que usted, lector, ya sabía todos estos datos porque este no es el primer reportaje que se hace
sobre este mineral y, por desgracia, tampoco será el último.
Pero, ¿y si le digo que su smartphone de última generación, que su tablet o que su ordenador portátil están manchados de sangre?
¿Sabía que cada kilo de coltán le cuesta la vida a dos personas en Congo? Ese mineral tan codiciado por los occidentales financia un
baño de sangre en el corazón de África. Más de 120 grupos armados se lucran de la extracción ilegal de coltán para comprar armas
con las que cometen masacres masivas sobre poblaciones civiles, violan indiscriminadamente a mujeres y niñas y secuestran a niños
para convertirlos en máquinas de matar.
Todo esto, aunque no lo crea, ocurre a miles de kilómetros de aquí, y ocurre para que usted y yo podamos disfrutar de las nuevas
herramientas tecnológicas que nos ha regalado el siglo XXI. Esto convierte al coltán en la ‘estrella’ de los minerales de sangre. Sí,
usted y yo tenemos las manos manchadas de sangre.
Los esclavos del coltán.
Manguredjipa, a más de 450 kilómetros de la ciudad de Goma, es una modesta aldea situada en la región de Kivu Norte. No tiene
hospitales, ni colegios, ni hoteles… a decir verdad, no tiene casi ningún atractivo, salvo uno: una mina de coltán. Eso en la República
Democrática de Congo son palabras mayores.
Esta aldea se encuentra en territorio Mai-Mai, uno de los múltiples grupos rebeldes que operan en Congo,tristemente populares por
sus masacres, sus crímenes contra la humanidad, sus violaciones, su reclutamiento forzado de niños para convertidos en soldados
y… por usar el coltán para perpetuar su lucha contra el gobierno congoleño y contra sus enemigos naturales, los milicianos
ugandeses y ruandeses (se estima que en Congo hay 40 grupos guerrilleros financiados por el gobierno de Ruanda).
Las condiciones de la mina rozan la esclavitud. Jornadas laborales de más de 14 horas a cambio de un euro. Soldados rebeldes,
armados con varas de madera, para golpear el lomo de los mineros para que trabajen más deprisa. Mujeres, algunas de ellas
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embarazadas, buscando el mineral para poder cambiarlo por algo de comida. O niños, muchos de ellos ni llegan a los 12 años,
obligados a trabajar dentro de los túneles, ya que su tamaño es el idóneo para poder extraer el mineral que está en el
interior. UNICEF denuncia que en Congo hay más de 40,000 menores trabajando en las minas de mineral.

No hay día que no se produzca un accidente laboral. La media es de un minero muerto al día. En temporada de lluvias la cifra se
multiplica, ya que las avalanchas de tierra o los derrumbes dentro de los túneles son frecuentes. Pero la extracción de coltán no se
detiene por nada ni por nadie. Ni siquiera por un minero enterrado. Hay minas que se conocen, popularmente, como fosas comunes,
por la cantidad de mineros que yacen bajo la tierra.
Tráfico ilegal de coltán
Esta mina no existe. Bueno, existir existe pero se supone que ‘oficialmente’ está cerrada. La mina de Manguredjipa está considerada
como ‘roja’. Es decir, es una mina controlada por un grupo rebelde y las condiciones laborales no son óptimas. Así las cosas, tanto el
gobierno congolés como las Naciones Unidas prohíben la compra del coltán de minas ‘rojas’.
Pero comprobar que las minas son ‘rojas’ o ‘verdes’ (las oficiales, donde los trabajadores tienen unas mínimas garantías) el gobierno
debe desplazarse al lugar para comprobar que las explotaciones mineras no están en manos de grupos rebeldes, no trabajan
menores y no hay mineros forzados a trabajar. Es una labor tediosa. En cinco años sólo 140 minas, de las 5.000 que hay en todo el
país, han sido declaradas como ‘verdes’ (el 2,8%).
El coltán que se extrae de la República Democrática del Congo no debería llegar a nuestros dispositivos electrónicos. Pero, como
todo en esta vida, hay subterfugios para convertir lo ilegal en legal. Y en el corazón de África son expertos en solucionar este tipo de
problemas.
“¿Coltán? ¡De la mejor calidad! Tiene un 40% de tantalita”, afirma un vendedor sumergiendo las dos manos en una bolsa de plástico.
Al sacarlas del interior muestra su producto. El coltán. “Un kilo 10 euros. Es una ganga y de la mejora calidad”, repite. “No
encontrarás nada igual y en Goma te costará cerca de 30 euros el kilo”, comenta el comerciante.
En Manguredjipa el coltán está tan presente que se puede comprar incluso en las tiendas de ultramarinos. Pero este mineral
continúa siendo ilegal. Es un mineral de sangre. “Para hacerlo legal se puede comprar un papel. En Congo, con dinero, todo se puede
comprar. Otra de las fórmulas para limpiar el mineral es pasarlo a Ruanda. Una vez allí, ya nadie pondrá en duda la procedencia y las
grandes multinacionales te lo quitarán de las manos”, nos advierte un traficante que compra el producto a los rebeldes pero
también a mineros y a taxistas que se sacan un extra robando el mineral de las minas.
Ruanda. Esa es la clave. La solución a todos los quebraderos de cabeza de las grandes multinacionales. Ruanda es el principal
productor de coltán del mundo pero, cosas del destino, no tiene reservas de este mineral. ¿Entonces, cómo es posible? Sencillo. Este
país africano se ha convertido en el principal lavadero de coltán del mundo. Hasta aquí llega coltán congoleño y con dinero y los
contactos adecuados es posible acabar convirtiéndolo en mineral limpio. Y adiós problema.
¿Qué hace occidente?
En 2010, Estados Unidos, viendo la incongruencia de comprar un mineral a un país que no tiene reservas, intentó regular el mercado
con la aprobación de la ley Dodd-Frank, que obligaba a las empresas norteamericanas a garantizar que las materias que usan para
fabricar sus productos no proceden de zonas en conflicto y no sirven para financiar el derramamiento de sangre. Esto incluía
minerales como el coltán, casiterita, wolframio y el oro.
Apple, Boeing o Tiffany & Co, el 80% de las empresas desconocían la procedencia de los minerales que usaban.
Según un informe de Amnistía Internacional, que analizaba 100 de los informes presentados por 1.312 empresas norteamericanas
como Apple, Boeing o Tiffany & Co, el 80% de las empresas desconocían la procedencia de los minerales que usaban. Es decir, no
sabían si estaban utilizando minerales de sangre; mientras que el 4% confesó que procedían de la República Democrática del Congo.
El Parlamento Europeo también ha decidido poner freno a los minerales de sangre exigiendo a las empresas que lo comercializan
apliquen ciertas normas éticas básicas. La norma entrará en vigor a partir del 2021, en ese momento los importadores europeos de
estaño, wolframio, tantalio y oro deberán comprobar que las materias primas no provienen de zonas de guerra o se han utilizado
para financiar a grupos armados. Los detractores critican que el reglamento deja varios flancos abiertos: obliga únicamente a los
importadores de esos cuatro minerales –dejando fuera, por ejemplo, al coltán; no afecta a la importación de los productos
manufacturados que contengan minerales de conflicto.
Cabe recordar que en la Unión Europea hay 880.000 empresas que usan el estaño, el tántalo, el tungsteno y el oro en la producción
de bienes de consumo. Congo lleva dos décadas sumergido en una cruenta guerra que ha dejado más de cinco millones de muertos.
En 2017, 1,7 millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares debido al incremento de la violencia que ha elevado
el total de refugiados congoleños hasta los cuatro millones (más que Siria, Yemen o Irak). Más de 5,500 civiles abandonaron cada día
el Congo para salvar sus vidas. Mientras que existen 7,7 millones de personas que padecen inseguridad alimentaria grave, un 30 por
ciento más que el año anterior. Congo es lo más parecido al infierno y nosotros, con nuestros smartphone de última generación, de
su tablet o de su ordenador portátil, somos responsables.
https://www.elindependiente.com/futuro/2018/02/04/coltan-congo-antonio-pampliega/

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La maldición del petróleo en Nigeria
La región del delta del Níger, una de las zonas naturales más ricas del planeta, ha sido la cuna de varios conflictos y grupos
armados en Nigeria desde hace décadas. El petróleo está en el corazón del problema: desde su descubrimiento en 1957, el delta
se ha convertido en una de las zonas más pobres, contaminadas y militarizadas del país africano.
El río Níger desemboca en el océano Atlántico en la costa de Nigeria, creando un  delta de una extensión de cerca de 20.000
kilómetros cuadrados. Esta región, de gran valor medioambiental, está dividida en nueve estados dentro del país y tiene una
población aproximada de treinta millones de habitantes de más de cuarenta grupos étnicos diferentes. Sin embargo, no es esta rica
diversidad la que ha puesto al delta en el foco internacional, sino algo que yace en el subsuelo: el petróleo. Nigeria es el  décimo
país del mundo con mayores reservas de petróleo, por delante de Estados Unidos, y la practica totalidad de ellas se concentran en el
delta. A pesar de ello, esta fuente de riqueza no ha repercutido en la población local.
Además, la región ha sido considerada una de las zonas más contaminadas del mundo a raíz de la actividad petrolera, lo que ha
provocado la ruina de buena parte de los habitantes que dependían de la agricultura o la pesca y una tasa de desempleo del 35 %,
una de las más altas de todo el país. Por si fuera poco, la importancia de este enclave ha llevado al Gobierno a militarizar la zona
para mantenerla bajo control. Todos estos ingredientes han generado desde hace décadas un conflicto latente que estalla
periódicamente, atrayendo por unos días la atención de la comunidad internacional para luego volver a perder el interés de los
focos.
El delta del Níger bajo el periodo colonial 
Por distintos motivos, desde hace siglos el delta del Níger ha sido un rico enclave para el cultivo y el comercio. Desde el siglo XI, el
delta estuvo gobernado por distintas ciudades-Estado, los reinos de Oyo y Benín, y otras tribus que continúan viviendo en el delta
hasta la fecha, como los Ijau o los Ogoni. Cuando los portugueses llegaron a estas costas en el siglo XV, comenzaron a comerciar con
los pueblos locales para obtener marfil, aceite de palma o esclavos. A finales del siglo XIX los británicos se hicieron con el control de
la región gracias a la Real Compañía del Níger y establecieron dos protectorados, uno en el sur y otro en el norte de la actual Nigeria,
que acabarían por unirse en 1914 en la colonia de Nigeria, pero cuyas diferencias perduran hasta la actualidad. Dado que la
esclavitud se había abolido hacía escasos años, lo que interesba a los británicos en el delta era el aceite de palma, el cacao, el
algodón o los anacardos. Durante este periodo colonial, Reino Unido alentó una serie de rivalidades entre las comunidades locales,
haciéndolas competir entre sí para conseguir el control de las rutas y los mejores contratos comerciales. 
Desde muy pronto, los británicos comenzaron también a hacer exploraciones petrolíferas, concediendo todos los derechos sobre el
petróleo en el territorio de Nigeria a la compañía petrolera angloneerlandesa Shell. Pero no fue hasta 1956 cuando se encontró en
Oloibiri, en el delta del Níger, el tan ansiado oro negro. Cuatro años más tarde, al calor de ola de las otras independencias que se
estaban dando en África, el 1 de octubre de 1960 se declaraba la independencia de Nigeria. El nacimiento del Estado nigeriano iba a
ir inevitablemente de la mano del desarrollo de la industria petrolífera. Había nacido el petro-Estado de Nigeria. 
La construcción del petro-Estado
Desde sus orígenes, el gran quebradero de cabeza de Nigeria ha sido cómo repartir la riqueza petrolera. Con la llegada de la
independencia, la industria petrolera se nacionalizó: la Compañía de Refinación de Petróleo pasó a tener una titularidad mixta,
controlada en un 40% por el Estado nigeriano, y el resto repartido entre varias multinacionales como Shell Nigeria, las
estadounidenses Chevron y Exxon o la italiana Eni. Este reparto ha cambiado con el tiempo y en la actualidad el Estado  controla un
60% de la Compañía. No obstante, la participación restante dota a las multinacionales de peso relevante en la política nigeriana,
dándoles la capacidad de solicitar la intervención del Ejército nigeriano cuando ha sido necesario para velar por sus intereses. Tal
influencia de las petroleras ha alimentado las tensiones entre las distintas comunidades locales, y se ha  favorecido a unas frente a
otras: a veces es difícil distinguir dónde acaban los intereses del Estado y empiezan los de las petroleras. 
Pese a que la producción de petróleo se concentra en el delta del Níger, esta región ha visto cómo la llegada de esta industria ha
empeorado su economía y calidad de vida. Paradójicamente, el aumento de las exportaciones de petróleo provocó una
sobrevaloracion de la moneda nigeriana a principios de los años setenta que redujo el atractivo de otros productos nigerianos y, por
tanto, de las exportaciones agrícolas. Además, los millonarios beneficios que comenzaba a traer el petróleo nunca repercutieron en
la población local, no solo por la corrupción, sino porque el Gobierno federal repartía estos beneficos con una cuota prefijada a
todos los estados del país, tanto a los productores como al resto. Este reparto puede parecer una forma lógica de distribuir la
riqueza, pero dado el deterioro que han sufrido los estados del delta a causa de la extracción, el sistema de cuotas ha acabado
provocando que sean los más deprimidos de Nigeria.
No obstante, la principal causa de que la economía del delta esté totalmente estancada es la constante degradación de la región a
raíz de los vertidos de petróleo y la quema de gas. Se calcula que se han vertido al delta cerca de  dos millones de toneladas de
petróleo desde el comienzo de las extracciones, lo que hace de Nigeria el país con mayores derrames de petróleo del mundo. El
sabotaje de las infraestructuras o el robo del petróleo son dos de las causas de estos vertidos, aunque los más graves han tenido
lugar debido al mal mantenimiento de las infraestructuras por parte de las petroleras, con estándares de calidad  muy por debajo de
otros países. Salvo contadas ocasiones, las petroleras casi nunca han tenido que asumir responsabilidades por ello. Además, cada

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año se emiten en la zona setenta millones de toneladas de dióxido de carbono. Un entorno así hace prácticamente imposible
desarrollar tareas como la pesca o la ganadería, y la mayor parte de la población se ve abocada al desempleo o a migrar. 
El frustrado proyecto de la República del Delta del Níger
Todos estos problemas económicos comenzaron a aflorar en los años 1960. A ello se unió la frustración por la falta de
representación política en el recién creado parlamento federal controlado principalmente por las regiones del norte del país. Ese
descontento social desembocó en la declaración de independencia de los territorios del delta en 1966 bajo el nombre de República
del Delta del Níger. Junto a la proclamación, se declararon nulos todos los contratos con las petroleras. Pese a todo, el sueño de
independencia no duraría mucho, pues a los doce días el Ejército nigeriano reprimió duramente al movimiento secesionista. Un año
más tarde, la comunidad Igbo repetiría estos pasos declarando la independencia del estado de Biafra, también en el delta. Las
aspiraciones secesionistas de Biafra tenían su origen en históricas tensiones étnicas entre los Igbo y las comunidades del norte de
Nigeria, pero también en un reciente reparto territorial que privaba a los Igbo del petróleo de sus tierras. La declaración de
independencia acabó degenerando en una guerra civil más conocida como guerra de Biafra; un conflicto que duraría tres años y se
saldaría con cerca de un millón de muertos. 
La Nigeria resultante tras la guerra en 1970 reorganizó su estructura territorial para ampliar el número de estados a costa de
empequeñecerlos: se pasó de cuatro estados a doce, que en la actualidad se han convertido en treinta. Con ello se trató de
apaciguar los conflictos territoriales y debilitar a los movimientos secesionistas, reforzando el poder central. Los años 1970 vieron la
sucesión de varios golpes de Estado que no impidieron que la industria del petróleo siguiera creciendo. En 1971, Nigeria entró en la
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) como el quinto mayor productor de la organización. Para entonces, el
petróleo había pasado de ser el 25% al 40% de los ingresos del Estado, mientras cultivos como el cacao o el algodón  caían en
picado en el delta y la población se veía obligada a emigrar a la ciudad o a convivir en un medio que les ofrecía pocas posibilidades. 
Las movilizaciones pacíficas continuaron durante estas décadas. El objetivo de las protestas no era solo el Gobierno, sino también las
multinacionales, a las que se acusaba de obtener beneficios millonarios a expensas de la miseria y contaminación del delta. En 1990,
la comunidad Ogoni, la más numerosa de la región, creó el MOSOP, el Movimiento por la Supervivencia del Pueblo Ogoni. Este
movimiento pacífico pedía la autonomía para el pueblo Ogoni y reparaciones de las petroleras por la contaminación de su tierra. Su
líder, Ken Saro-Wiwa, un famoso guionista y escritor, fue de los primeros en señalar que los derechos de las minorías estaban
estrechamente ligados a la defensa medioambiental del delta de Níger y que, por tanto, la contaminación del delta podía ser
considerada un genocidio. 
Estos mensajes colocaron al MOSOP en el punto de mira del Gobierno y de la Shell: cualquier protesta en defensa del
medioambiente en el delta era por extensión una amenaza al régimen político. La junta militar no dudó en cortar este movimiento
de raíz, y tras continuos hostigamientos y matanzas, el Gobierno asestó el golpe definitivo al MOSOP en 1995. Saro-Wiwa y otros
ocho activistas fueron detenidos y condenados a muerte. Sin embargo, su ejecución les convirtió en mártires y marcó el inicio de una
serie de protestas no solo entre los Ogoni, sino en todo el delta, que obligaron a cerrar temporalmente algunos de los yacimientos.
La comunidad internacional también respondió mediante un boicot a productos nigerianos y en Europa se llegaron a sabotear
estaciones de Shell, a la que se acusaba de ser cómplice en la represión, puesto que había pedido contundencia contra las protestas. 
La militarización del delta, un camino sin retorno
Las ejecuciones marcaron un antes y un después en el conflicto, puesto que se trataba del asesinato de los líderes de lo que hasta
entonces había sido un movimiento pacífico. Desde entonces, los ataques del Ejército a las comunidades que protestaban fueron
mucho más violentos y se saldaron con decenas de muertos, como fue el caso de la  revuelta Ijau en 1999. Además, por aquel
entonces empezaron a sumarse al conflicto milicias armadas de pequeños grupos locales apoyados por la junta militar nigeriana con
el objetivo de enfrentar entre sí a las comunidades del delta y debilitar a los poderes locales. Así, según el Gobierno, los
enfrentamientos del delta se debían a un conflicto interétnico, mientras que las petroleras se lavaban las manos argumentando que
se trataba de un conflicto entre la población y el Estado por la falta de servicios. En cualquier caso, la  militarización del delta es una
realidad desde entonces. 
Las elecciones de 1999 traerían de nuevo la democracia a Nigeria, pero este nuevo rumbo estaba lejos de poner fin a la espiral de
violencia, pobreza y contaminación que inundaban el delta. El nuevo Gobierno trató de mejorar la situación creando una  Comisión
de Desarrollo del Delta del Níger, que tardaría más de un año en comenzar a funcionar y cuyos resultados han sido bastante
limitados. En 2003, la comunidad Ijau protagonizó un nuevo levantamiento que obligó a paralizar hasta el 40% de la producción de
petróleo, elevando el precio del crudo nigeriano. La violencia fue escalando durante los meses siguientes, fomentada en parte
por los distintos partidos en una lucha de poder previa a las elecciones nacionales que iban a celebrarse ese mismo año. Debido al
robo de petróleo a gran escala, Shell reportó sus mayores pérdidas, unos 275.000 barriles al día, precisamente durante esos meses.
Esto corroborraría la versión de los activistas, que defendían que los robos no los realizan individuos, sino que sirven para financiar a
las milicias en tiempos electorales y que, por lo tanto, tienen una relación directa con las autoridades. 
En las dos últimas décadas han surgido nuevos grupos armados en el delta, entre los que destacan el  Movimiento para la
Emancipación del Delta del Níger (MEND), la Fuerza Voluntaria Popular del Delta del Níger (NDPVF) o los Vengadores del Delta del
Níger (NDA), estos últimos formados en 2016. Todos ellos reclaman la independencia del delta y el control de los recursos
petrolíferos por la propia región; también exigen la expulsión de las petroleras y cuantiosas compensaciones por parte de Shell por
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los daños causados en la región. Estas exigencias han ido acompañadas de sabotajes a las instalaciones petrolíferas y  secuestros de
trabajadores, principalmente extranjeros. 
Las acciones de estos grupos armados han llegado a poner en jaque a las multinacionales en varias ocasiones. En 2006, el proyecto
del gaseoducto de África occidental quedó paralizado durante meses por la violencia y las protestas de grupos ecologistas. En 2009,
los continuos ataques a las instalaciones, los secuestros a trabajadores extranjeros o los continuos robos hicieron caer la producción
de petróleo hasta un 25%. La situación era tan crítica para las compañías que el Gobierno federal optó por aplicar un programa de
amnistía que consiguiera la entrega de armas y la reintegración de los milicianos en el mercado laboral, de forma que se pusiera fin a
la espiral de violencia y recuperar el ritmo normal de producción petrolera. Casi 27.000 milicianos entregaron las armas y
se concedió la libertad a algunos presos, entre ellos el líder del MEND, Henry Okah, apresado desde 2008. Pero, aunque la amnistía
logró apaciguar la zona por unos meses, la falta de ayudas dejó en papel mojado el programa.
El conflicto se ha mantenido latente desde entonces con picos de violencia puntuales. El surgimiento de los Vengadores del Delta del
Níger en 2016, que han lanzado continuos sabotajes a las instalaciones petrolíferas, volvió a recrudecerlo. Por otro lado, el robo de
petróleo también ha continuado siendo una práctica constante: se calcula que cerca del 6% de la producción de petróleo nigeriano
se pierde actualmente por los robos o los vertidos, ya sea a través de la perforación de las propias tuberías o mediante la piratería.
En los últimos años, cerca de un 33% de los barcos que transitaban por el golfo de Guinea, donde desemboca el río Níger, han sido
objeto de ataques piratas para robar el petróleo que transportaban. Estas cifras superan los ataques piratas de las costas de Somalia,
el otro gran foco de la piratería en África.
El Gobierno federal, ayudado por otros países dependientes del petróleo nigeriano, continúa llevando a cabo operaciones
militares para acabar tanto con los grupos armados como con el robo de petróleo, pero las Fuerzas Armadas nigerianas y los grupos
paramilitares apoyados por el Gobierno han sido denunciados en multitud de ocasiones por cometer abusos. A la luz de la
experiencia de las décadas pasadas, no parece que la militarización vaya a solucionar problemas con la alta tasa desempleo o
la contaminación. El del delta del Níger es un conflicto más profundo, en el que la violencia es solo una consecuencia directa de la
degradación ambiental y económica de la región
https://elordenmundial.com/nigeria-y-el-oro-negro/

Actividad final: Reflexionen sobre el rol que cumplen los recursos naturales en la relación
entre Estados. Piensen en lo trabajado la primera parte del año y respondan:
¿Qué relación se establece entre las empresas multinacionales, que en su mayoría
pertenecen a los países considerados centrales, y los países periféricos trabajados en los
textos?
¿Por qué creen que los países nombrados en los textos permiten la explotación de los
recursos bajo esas condiciones?
¿Cómo se relaciona lo trabajado en el práctico con el video “La historia de las cosas”?

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